lunes, 21 de diciembre de 2015

Hueso de acero, dientes mellados

No sé hasta cuando aguantará el equipo. No sé si una vez conseguido el objetivo principal con el que se salió a competir esta temporada llegará el bajón y acabará el sueño. Tampoco sé si realmente el equipo es consciente de lo que está haciendo y de la ilusión que está despertando en una afición que ayer sí pobló en mayor número las gradas del ex vetusto.
Lo que sí sé, no obstante, es que el Pontevedra CF volvió a protagonizar en el día de ayer un fenomenal partido de fútbol en el que fue capaz de superar las importantes bajas con las que se afrontaba y el gol en contra logrado por el equipo menos goleado del grupo y que acumulaba once partidos de Liga sin conocer la derrota.

Era la de ayer una prueba dura, muy dura para los granates. Primero por el rival que llegaba en racha, con una organización defensiva muy fuerte y la moral que siempre aporta una serie larga de encuentros sin perder que le había colocado en la segunda posición de la tabla.
Además resultaba complicada la tarea del Pontevedra por las bajas de los dos medio centro titulares y que tan buen papel estaban desarrollando esta campaña más la ausencia de un Jacobo cuya presencia en el "once" titular siempre aporta ese oxígeno en forma de calidad que tan bien le viene al conjunto en muchos momentos.

Pero lo cierto es que el Pontevedra ha construido un verdadero bloque sobre el césped que empieza a demostrar que esas importantes bajas aunque se acusen pueden ser disimuladas por la tremenda disciplina táctica del equipo y el esfuerzo encomiable que aportan todos los jugadores a lo largo de los noventa y tantos minutos de juego.
Y es que (por lo menos aparentemente) si había un partido en el que ponerse por detrás en el marcador parecía decisivo este era el choque de ayer. Con 0-1 y jugando ante una Cultural con esos números atrás lo lógico habría sido pensar que el Pontevedra se hubiera atrancado frente a la muralla leonesa y hubiera sido incapaz de darle la vuelta a la situación.

Nada más lejos de la realidad. Ni las bajas ni ese marcador en contra en un momento del partido en el que nadie lo esperaba ni ninguna otra circunstancia adicional impidieron que el conjunto granate cogiera el encuentro por los cuernos y lo voltease de manera brillante para proporcionar a su gente la última alegría futbolística del año.

Un Pontevedra que comenzó el encuentro con su portería y defensa habituales pero con el medio centro de circunstancias formado por Pedro y Queijeiro. No estaba Jacobo y por ello Mouriño empezó en la izquierda (aunque no tardó Luisito en mandarlo al centro), Jandrín por la derecha y Carnero y Borjas arriba.
Los primeros minutos no fueron demasiado buenos. Pedro demostraba que lo suyo no es controlar o combinar con la pelota y Queijeiro permanecía apagado. Además, los leoneses conseguían superioridad en el medio campo y pudieron tocar y hacerse con la posesión aunque sin generar más peligro que un lanzamiento a la media vuelta dentro del área que se fue por encima del larguero. No tardó Luisito en desplazar a Mouriño más al centro para ayudar en esa zona y el Pontevedra comenzó a mejorar y a hilar algunas de esas jugadas veloces que tan características se están volviendo esta temporada. 
En una de ellas Borjas y Jandrín se hicieron un lío y uno por otro dejaron "la casa sin barrer" cuando de estar listos podrían haberse quedado solos delante del portero. En esas apareció Pablo Carnero que protagonizó un pase a la izquierda sin dejar caer la pelota y medio de espaldas que valía más de la mitad del precio de la entrada. Borjas recibió ese balón pero no supo en buena posición sacar partido de tal asistencia. A continuación se produjo el gol anulado al ex jugador del At. Astorga. Capi envía un balón largo y preciso hacia el escurridizo delantero que gana por velocidad la "tostada" a los defensas y remata a gol sin dejar caer la pelota al piso. El alborozo local fue cortado en seco por la banderola arriba del asistente que estimó fuera de juego en una jugada en la que no se puede comprobar por televisión si era legal (que retransmisiones de la TVG,Dios mío) pero en la que parece deducirse que Borjas salía en posición correcta.

Fueron sobre quince o veinte minutos en los que el Pontevedra minimizó a la Cultural que apenas pudo acercarse por las proximidades del área de Edu hasta que poco después de la media hora de juego se produce en el pico izquierdo de dicha área una innecesaria falta de Adrián Gómez (su único error en un partido extraordinario del pequeño capitán granate). El pichichi Aketxe coge la pelota, la coloca en el suelo y la patea directa a la escuadra que debía guardar Edu que pudo hacer algo más a pesar de la potencia del disparo del delantero leonés.

En ese instante la sensación de casi todos en Pasarón era que el rival con muy poco se había adelantado y que habría que "picar mucha piedra" para intentar sacar algo del partido. 
Sin embargo, el Pontevedra no acusó el golpe y tampoco (todo hay que decirlo) la Cultural acumuló defensores dentro de su área dando un paso atrás. Siguió existiendo más terreno de lo aconsejable para el rival detrás de su defensa y eso fue aprovechado con prontitud por el Pontevedra CF. Primero por Borjas que volvió a ser más listo que la defensa para quedarse con un balón y marcharse por velocidad en dirección a la portería visitante errando el uno contra uno que pudo salvar Calzado. Y ya casi sobre la hora volviendo a superar por velocidad a la defensa en una jugada en la que el lateral derecho blanquillo rompía el fuera de juego y ser derribado por el portero leonés provocando el penalti que él mismo transformó en el empate.
El árbitro decidió dejar (quizá con acierto) la sanción al portero en tarjeta amarilla provocando una pitada en el ex vetusto que no se daba contra un colegiado desde el infausto partido contra el Mensajero.

Había sido una primera parte intensa, vibrante y en el que en el momento en que se escuchó el silbato que anunciaba el descanso casi nadie se acordaba ni de Alex, ni de Jacobo ni de por raro que parezca de Kevin Presa.

Pero es que lo mejor estaba por llegar tras la reanudación. 

Los primeros veinte minutos de esa segunda parte jugados por el Pontevedra fueron realmente maravillosos y de los mejores que se han visto esta temporada a la ribera del Lérez.
Salió el Pontevedra dominador, decidido a hincarle el diente al rival ( o sacar del hueso granate los caninos de la Cultural, según se mire) y fue tremendamente superior no sólo en fuerza, determinación e intensidad sino en lo más importante: en fútbol.

Fueron veinte minutos en los que Carnero trenzó paredes al primer toque como solo el sabe hacerlo, en los que Jandrín explotó su velocidad endiablada en más de una ocasión, en los que Mouriño demostró que este año es otro en regularidad y constancia, en los que los dos laterales subieron sus bandas con coraje y acierto y en los que Queijeiro creció hasta empezar a demostrar porque es jugador del Deportivo y porqué vino aquí con vitola de titular.
Se forzaron varios saques de esquina, se acogotó al rival y se protagonizó una jugada preciosa para poner en franquicia el marcador. El balón circulaba pocos metros dentro del campo leonés cuando llega a Carnero que de primeras se la deja a Borjas en pase espectacular, Borjas en carrera observa el desmarque profundo de Jandrín desde segunda línea y envía la asistencia justo en ese momento preciso en el que su compañero no incurriría en fuera de juego y los defensas no podrían interceptar la pelota. Jandrín encara al portero y remata estrellando el balón en el cuerpo de Calzado pero la pelota sale rechazada hacia la portería y con algo de fortuna decide alojarse en el fondo de las mallas.

Había ido un gran gol para unos grandes minutos y el Pontevedra había hecho lo más difícil.

En ese momento Luisito decide dar un giro y empezar a proteger la victoria con el primer cambio. Un (en mi opinión) formidable ayer Carnero dejaba su plaza a Anxo que pasaba a ocupar la banda izquierda colocándose a la altura de Mouriño y Jandrín con Borjas por delante.
He de confesar que me pareció precipitada esa sustitución ( faltaban 25 minutos largos) tanto por el hombre que se marchaba como con el paso atrás que sin duda dio en ese momento el Pontevedra.
Casi a renglón seguido el segundo cambio, Tomás por un cansadisimo pero brillante Jandrín lo que conllevó el desplazamiento de Mouriño a banda derecha. 
Fueron los siguientes minutos los únicos en los que existió alguna duda en el equipo local y en los que la Cultural gozó de sus dos únicas ocasiones de gol. La primera de Aketxe que de cabeza remató fuera en buena posición y la segunda en un desajuste defensivo que propició que Babalola se plantase dentro del área con peligro pero un mal control facilitó la salida de Edu para abortar la oportunidad.

A partir de ahí el Pontevedra volvió a asentarse con un Pedro ya en su labor preferida de morder y presionar dejándose el alma tras los rivales y un Queijiero que volvió a aparecer primero para no achicarse en la pelea en medio campo y luego para mantener algunos balones que le daban vida a sus compañeros.
No se acopló (una vez más) al partido Tomás y alguna contra que pudo ser definitiva la frustró por no colocarle el balón al compañero en el momento preciso.
Apuntaló todavía más su defensa Luisito cerca del final al situar a Bruno como tercer central y sacar del campo a Mouriño y el Pontevedra incluso disputó todo el descuento en campo rival demostrando una vez más una condición física notable.

Con el final del partido llegó el júbilo a las gradas que despidieron con una ovación importante a un equipo que acumula treinta y tres puntos en la clasificación y que ya toca con la punta de los dedos esa permanencia que puede estar a cuatro o cinco victorias.

Llega el parón navideño y aunque entrenador y jugadores seguramente lo agradecerán no sé que efecto puede tener sobre el equipo. Cuando un conjunto está bien, se siente fuerte y puntúa con la asiduidad del granate este paréntesis de dos semanas puede resultar contraproducente.

Lo que está claro es que si el cambio climático lo permite 2016 empezará con frío intenso para los nuestros. 
El día 3 espera El Plantío (el mítico, el de siempre) y allí seguramente repartirán de todo menos caramelos pero tal y como he visto al Pontevedra en el día de ayer lo que tengo claro es que el equipo peleará el partido y para derrotarle tendrá el rival que hacer mucho sobre el terreno de juego.           
    

lunes, 7 de diciembre de 2015

La victoria tenía un precio (y vaya precio)

No soy un gran aficionado al cine pero no hace falta ser un apasionado de la gran pantalla para recordar la característica banda sonora de la "La muerte tenía un precio" en la que el gran Ennio Morricone a golpe de silbido acompañaba los rudos y barbudos gestos de Clean Eastwood o Lee Van Cleft en un "spaguetti western" con sabor a polvora, tabaco de mascar y tierra seca removida por el viento.
Ayer Domingo en Pasarón y a medida que caían lesionados hasta tres jugadores granates pareció escucharse el siniestro silbidito cinematográfico como queriendo mandar el siniestro mensaje: "ganar parece que ganaréis pero por el camino se van a quedar unos cuantos".

Y es que el Pontevedra aparecía sobre el demasiado seco e irregular césped de Pasarón menos de 72 horas después de la sesión de garrafón del Jueves - noche soportada en el mismo escenario.
Como ya escribimos entonces la ausencia de Capi en el centro de la defensa (90 minutos de botellón contra el Marino) no extrañó a casi nadie y a pesar de la excesiva presencia en la misma fiesta que el veterano central sí empezaron como titulares Jacobo (75 largos minutos "federativos") y Carnero (90 minutazos esa misma jornada).

La imagen copera para los pocos que allí nos congregamos no había podido ser más mediocre pero lo cierto es que ayer desde el primer momento el Pontevedra CF dejó bien a las claras que se había puesto su "traje de los Domingos".
Con una presión nuevamente asfixiante y bastante adelantada los granates empezaron "a comerse por la piernas" a su rival desde muy prontito y ya Borjas pudo marcar en los primeros minutos al rematar por encima del larguero un buen centro de Verdú que antes había combinado con Jacobo.

No estaba jugando el Pontevedra con un rival cualquiera como visitante. El Somozas se ha ganado a pulso el cartel de equipo rocoso e incomodísimo en cualquier circunstancia y más jugando como visitante. Sus números a domicilio entre los que destacan las victorias en Logroño y el campo del Izarra hablaban bien a las claras del peligro que el partido entrañaba para el Pontevedra y lo bien que había que hacer las cosas para lograr tres puntos de oro que de conseguirse catapultarían al equipo granate a diez puntos de distancia de la promoción de descenso.

Y como ya se ha empezado a contar salió el Pontevedra decidido a recuperar esa imagen dañada el Jueves de equipo luchador, veloz y agresivo que no se arruga ante nadie delante de los suyos y que demuestra a cada rival con el que se cita en su casa que para salir victorioso de aquí hay que hacer las cosas realmente muy bien.

Esa jugada inicial con la ocasión de Borjas sólo encontraba respuesta en el Somozas en las acciones plenas de calidad de su ariete Mario Barco que en honor a la verdad le dio muchos problemas a Pablo tanto antes como después de lesionarse. Es Pablo un central muy fiable con la pelota en los pies y en el juego aéreo pero su punto menos fuerte radica en el "cuerpeo" y es por ello que en varias ocasiones Barco se le adelantó a base de habilidad y presencia en acciones de espaldas a portería pero sin encontrar compañía en ninguno de sus compañeros como para crear verdadero peligro a Edu.

Pero el Pontevedra presionaba en acordeón de manera preciosa y pocos minutos después del cabezazo de Borjas fuerza un saque de banda por la derecha que saca con rapidez Adrián hacia Kevin; este penetra en el área y el balón llega al lateral derecho coruñés que realiza un despeje fallido en globo hacia el centro del área que recoge Jacobo que con su pierna mala (la derecha) y sin dejar caer la pelota envía ésta a la red de tiro tan bonito como pegado al palo izquierdo de la portería verdiblanca.
Tras ese gol el Pontevedra volvió a ser por momentos ese huracán desbocado que en ocasiones arroja su fuerza contra el rival y gozó de ocasiones más que de sobra para sentenciar el encuentro por la vía rápida. Así, Jandrín envió fuera un balón precioso dejado con clase por Carnero; Jacobo esta vez con la izquierda remató muy esquinado respondiendo el portero con una gran intervención mandando el balón a corner y Carnero hizo lo más difícil al enviar alto una pelota de Borjas que había superado al portero en una de esas jugadas en las que parece mucho más complicado enviar la pelota fuera que dentro de los tres palos.

Fueron treinta minutos plenos de presión ordenada y agobiante, combinaciones veloces y peligrosas en tres cuartos y despliegue físico conmovedor de un Pontevedra que cuando juega de esa forma encandila a la otra vez algo escasa parroquia presente en el campo.
Durante esa media hora el equipo en general rayó a buena altura pero el partido de Alex Fernández estaba siendo sencillamente colosal superando incluso la genial primera parte que había realizado ante el Izarra. 

Pero esa vistosidad empezó a truncarse momentos después de esa clara ocasión marrada por Carnero. A renglón seguido el Pontevedra vuelve a robar un balón peligroso y la contra clarisima se desperdicia entre otras cosas por el desconcierto de ver a Alex Fernández en el suelo en las proximidades del área del Somozas.
La verdad es que no tengo muy claro si su caída se debió al choque con un contrincante o sí pisó mal el solo y enseguida notó que algo no iba bien pero lo cierto es que la forma de abandonar el campo y su cara al sentir como estaba su rodilla no auguran nada bueno para el Pontevedra CF. Ojalá no se confirmen los peores presagios pero la baja parece de gran duración y es Alex un jugador que se estaba haciendo con la vitola de imprescindible, entre otras cosas, por partidos tan bellos como el de ayer. Desde aquí mi mensaje de ánimo al bravo medio granate y mis deseos de que la lesión se quede en lo menos posible.

Pero no fue el único golpe que recibió el Pontevedra al filo de la media hora. Escasos segundos después de la retirada de Alex (sustituido por Pedro García que pasaba a hacer pareja con Kevin) se echaba al suelo Pablo que ya llevaba varios minutos renqueante por un encontronazo con Barco.
El segundo cambio debía hacerse y Bruno saltaba al césped para ocupar el puesto del joven central vigués.

Estas incidencias mermaron un tanto el empuje pontevedrés que pareció darse una tregua para llegar al descanso y ordenar las ideas y afrontar con la cabeza fría la segunda parte. 
El Somozas sólo inquietó en un lanzamiento de Barco (antes de la retirada de Pablo) que salió cruzado no demasiado lejos de la portería de Edu pero la sensación al llegar al descanso es que se había perdonado lo indecible y que las lesiones con la consiguiente merma en los cambios para la reanudación podrían pasarnos factura mientras el silbido del tal Morricone acompañaba a los protagonistas del lance camino de los vestuarios.

Pero la situación todavía iba a tornarse más peligrosa para el Pontevedra CF  en los primeros minutos tras la reanudación. No se habían jugado ni diez minutos del segundo tiempo cuando Jacobo se echa la mano a la parte posterior de uno de sus muslos y se tira al suelo en clara petición de cambio inmediato. Es en ese instante cuando el dichoso silbidito subió varios decibelios su intensidad y llegó a atronar durante unos segundos en el Estadio Municipal de Pasarón. 
 No peca este bloguero en absoluto de oportunista (lease la crónica del partido de copa federación) al no extrañarle en demasía los problemas físicos del jugador de Bueu. El Jueves pasado los primeros jugadores cambiados fueron Loureiro y Queijeiro que bien podrían haber acabado aquel choque y Jacobo fue sustituido en el minuto 75 de juego y habiendo salido de una lesión muscular ( de la cual se resintió ayer). Mouriño, por ejemplo, que no estaba apto para el Domingo sólo disputó treinta y cinco minutos. 
Es evidente que si se sale a disputar una competición se haga con dignidad pero no sé si la gestión de minutos de ese primer partido "garrafonero" ha sido el más correcto.

Pero el caso es que a falta de treinta y cinco minutos para el final el Pontevedra ya había efectuado los tres cambios y sobre el campo permanecían Jandrín que todos sabemos que le cuesta terminar los choques y Carnero con 90 minutos jugados el Jueves.

Pero si alguien pensaba que el Pontevedra se iba a arredrar por las dificultades se equivocaba.Sí es cierto que con la entrada de Queijeiro el Pontevedra cambió el sistema para arroparse más y dejar al rival que llevara la iniciativa. Luisito colocó a tres por el medio (el exdeportivista pasó a ayudar a Kevin y Pedro) volcando a Borjas a la izquierda, Jandrín a la derecha y Carnero en punta.
No fue el mejor partido ni de este ni de Borjas pero lo que trabajaron y corrieron para el equipo hacen buena una actuación menos vistosa pero muy efectiva para los intereses colectivos del grupo. 

Con esa ubicación en el campo el Pontevedra contuvo sin excesivas dificultades al Somozas que buscaba con los cambios hacer mella en el entramado defensivo granate sin conseguirlo. Es de destacar el enorme segundo tiempo de un Campillo espectacular y el constante crecimiento de un Bruno que ayer rayó a gran altura y que va despejando algunas dudas que reconozco tenía sobre él a principios de temporada.

Pero el 1-0 seguía reinando en el marcador y la incertidumbre permanecía sobre el campo hasta que sobre el minuto 80 el Pontevedra liga una extraordinaria jugada de contra en la que Queijeiro roba y cede a Borjas en la izquierda que observa la llegada por el centro de un Jandrín lanzado; espera el canario el momento justo para colocarle la pelota y evitar así el fuera de juego y el asturiano (a pierna cambiada como Jacobo en el primer tanto) coloca un izquierdazo sutil y cruzado que tras pegar en uno de los palos de la portería visitante se cuela en el interior de la misma llevando la alegría y la tranquilidad a la afición granate.

De ahí hasta el final el Pontevedra siguió manejando con sobriedad y oficio el partido y la impotencia de los jugadores del Somozas se hizo palpable al no poder derribar ese muro en el que el Pontevedra asentó sus reales tras el descanso.

Fueron tres puntos de oro conseguidos de forma convincente no sólo por la imagen sino por la indudable potencia del rival a domicilio. También dorada resulta la victoria pues los resultados habidos en la jornada hacen que la distancia con los de abajo empiece a ser tranquilizadora aunque nunca definitiva. Y también resulta balsámico el triunfo porque tras dos empates fuera conseguidos con bastante sufrimiento la mejor manera de hacerlos buenos es ganando posteriormente en casa como se ha hecho en el día de ayer. 

Ni que decir tiene que lo peor son las bajas. La de Pablo no parece que vaya a ser muy larga pero duele menos en cualquier caso por la presencia tranquilizadora de Capi, Campillo y como se ha dicho un cada vez más fiable Bruno. La de Jacobo tampoco parece que se extenderá mucho en el tiempo pero ya suena peor pues la presencia del zurdo centrocampista resulta importantísima sobre todo en casa pues su capacidad de asociarse con Verdú, Mouriño o Borjas y esos desajustes que crea en los rivales al venirse hacia el centro y crear superioridades la echaremos de menos seguro.
Y que decir de la baja de Alex. Se presume muy larga y coincide además con un estado de forma del ex del Coruxo realmente sublime. Ayer el que le sustituyó fue Pedro pero quizá la hora que haya llegado sea la de Queijiero que hasta la jugada del segundo gol de ayer apenas había enseñado nada a la ribera del Lérez y cuyo buen hacer a partir de ahora va ser mucho más necesario.Y quizá nos vendría bien que Tomás se pusiera más las pilas pues la capacidad de combinar que ha enseñado Alex en muchos partidos de casa no la podemos perder y en esa faceta el controvertido canterano podría echarnos una mano siquiera de manera puntual.

Al final ni los silbidos amenazantes de Morriconne, ni forajidos vestidos de verdiblanco impidieron al Pontevedra CF  (cual Clean Eastwood en la película de Leone) hacerse con la recompensa que había en juego.

El próximo "saco de dinero" estará en Valladolid, en un campo de superficie complicada y frente a un filial recién salido de puestos de descenso. 
¿Continuará la buena racha pontevedresa que lleva acumulados 23 de los últimos 30 puntos en juego? Por desgracia el guión de la película del siguiente fin de semana no lo escribiremos los aficionados granates y sí nuestros jugadores. Ojalá las críticas a esa "película" sigan siendo tan favorables como la de ayer. 

         
   

   

                  

viernes, 4 de diciembre de 2015

La copa llevaba "garrafón"

Sí. 
A pesar de la copiosa lluvia que caía hacia las ocho sobre la ciudad de Pontevedra decidí atravesar el puente de Santiago y acercarme al Estadio Municipal de Pasarón para presenciar el debut del equipo granate en la controvertida Copa Federación.
Al llegar a la calle de acceso a la grada de Tribuna volví a recriminarme mentalmente por haber olvidado la piragua en casa (o en su defecto unas imponentes "katiuskas") que habrían evitado el deterioro tanto de mis zapatos como de los pantalones hasta más arriba de la rodilla al atravesar esos metros finales antes de alcanzar la puerta de entrada cuyo lamentable estado (el del camino que no el de la puerta) debería pintarle la cara de rojo a cualquiera que tanga alguna responsabilidad en tal circunstancia.

Medio envenenado por la humedad que sin recato había invadido mis pies a través de los calcetines, me senté en mi lugar habitual poco antes del comienzo del choque y comprobé que tanto solo trescientas o trescientas cincuenta personas más habían compartido esa tarde noche la singular idea de acudir a ver este encuentro de tan respetada competición.

"Ellos se lo pierden. Seguro que sale un buen partido" me dije henchido de orgullo en el mismo instante en el que los jugadores granates y del Marino de Luanco hacían su aparición en el demasiado encharcado estadio de Pasarón para la no tanta cantidad de agua que había caído en los prolegómenos.

De un tirón comprobé la alineación del equipo e imaginé que con LLoves en la portería jugarían Loureiro, Bruno, Capi y Anxo en defensa; Queijeiro y Pedro por el medio con Tubo en la derecha y Jacobo en la izquierda; completando el "once" Miki y Carnero en punta.
Pero nada más sacarse de centro ya se pudo constatar que Jacobo se movería con libertad detrás del "9" y que sería el joven Miki el inquilino de la banda izquierda.

En teoría tres eran los presuntos titulares para el Domingo que el entrenador había decidido colocar sobre la hierba: Capi, Jacobo y Carnero y sorprendió sobremanera la presencia en el banquillo de Mouriño que no podrá ser de la partida por sanción frente al Somozas.
"Posiblemente cuente con Pablo y Campillo de inicio para el Domingo y a Jacobo y Carnero les dé 45 minutos y los sustituya en el descanso", me dije convencido sin sospechar que algunas de esas premisas no estaban en la cabeza de Luisito.

Tuvieron que pasar pocos minutos, muy pocos, para que ese orgullo citado anteriormente fuera sustituido por un lamento interior del estilo "por qué habré venido si podría estar en casa viendo al Gran Wyoming con una mantita en el sofá de casa".
Porque enseguida pudo comprobarse como aquella copa lejos de estar compuesta por licor original y del bueno llevaba en su interior cantidades considerables de "garrafón". 
La primera parte fue literalmente "imbebible" o para los que fuman "infumable". Sin ritmo, sin motivación y sin sustancia los dos equipos se movieron acompasadamente por el césped en esa atmósfera tan rara por silenciosa en un estadio de fútbol en la que las órdenes de los entrenadores y las consignas de los jugadores entre sí se oían como si se estuvieran exclamando en la silla de al lado. En esa faceta, la de los gritos, sabemos que ganamos por goleada y esa voz carcelaria de Luisito que haría palidecer hasta el más rudo de los presos de un penal de máxima seguridad se escuchó a los cuatro vientos en todas las esquinas del estadio dando un toque (siquiera mínimo) de colorido al partido.
En lo que respecta a los nuestros, Loureiro cumplía más o menos en banda derecha aunque con timidez y algo de ingenuidad en algunas de sus acciones, Anxo volvía a demostrar que no conoce la palabra temeridad a la hora de jugar de lateral y arriesgar balones cerca de su área en regates incomprensibles, Queijeiro volvía a desaprovechar otra oportunidad de empezar a demostrar aquellas virtudes que le llevaron en su día a la casa deportivista, Tubo no lograba desbordar apenas por derecha y Miki se perdía en la izquierda sin apenas entrar en la dinámica de juego.
Sólo la sobriedad de los dos centrales y algún detallito de Jacobo sacaron al encuentro de un tedio profundo que alimentaba los argumentos de aquellos que no entienden muy bien la utilidad de este torneo.
Una ocasión tuvo el Marino ( en el que no viajaron ni Geni, ni Boris ni Omar Sampedro) y otra el Pontevedra en las botas de Capi que envió fuera un balón tras una jugada de estrategia cuando lo más fácil habría sido meterla dentro.      

Pero las sorpresas llegarían tras el descanso. Lo primero que me llamó la atención al reaparecer los jugadores es que Luisito había optado por no hacer ningún cambio.Pero mi asombro aumentó cuando en el minuto 55 entró Mouriño en el campo pero el sustituido fue Loureiro. Mi sorpresa no obedecía a cuestiones tácticas de el "garrafonazo" que se estaba presenciando sino con la permanencia en el campo de dos hombres que en teoría suenan a titulares el fin de semana (Carnero y Jacobo) por la ausencia del pequeño mediapunta vigués por tarjetas.
En cuanto a Capi razoné de nuevo que con dos centrales de garantías como Pablo y Campillo quizá el técnico de Teo estaba usando el choque contra los asturianos para rodar al veterano central y hacerle descansar el día del Somozas.

Pero que Luisito no estaba por la labor de tranquilizarme y dosificar a la pareja anteriormente mencionada se constató claramente en el segundo cambio efectuado ya mediado el segundo tiempo pues el jugador que se marchó para que entrará Tomás no fue otro que Queijeiro.

Ya faltando sólo quince minutos para el final sí se fue Jacobo (lesionado hace no demasiado tiempo) para que Borjas entrara en el campo ese cuarto de hora en la que se notó bastante su presencia.

Por tanto, los 75 minutos jugados por el medio izquierda buenense y el partido entero disputado por Carnero (que dicho sea de paso estuvo muy apagado y gris durante todo el choque) me hacen albergar dudas acerca de los planes de Luisito para remediar la baja de Mouriño aunque también puede ser que el que esto escribe sobredimensione el esfuerzo que ha supuesto para estos jugadores el partido de ayer y ambos aparezcan más frescos que una lechuga el Domingo al as 17.00 sobre el césped de Pasaron.

Lo cierto es que esta segunda parte de la "copa garrafón" discurrió de la misma forma que la primera, es decir, aburrida y desesperante hasta los últimos trece minutos.
Es en ese instante en el que el "ladrillo" que estábamos viendo se rompíó y apareció entre los cachitos algo parecido a un partido de fútbol.
Se desencadenó este "tsunami" con el gol logrado por el Pontevedra tras jugada de Anxo por la izquierda y un balón centrado que superó a defensa y portero para que Miki (que se había cambiado de banda ya desde el primer cambio para que Tubo bajase al lateral) lo empujara a puerta vacía colocando el único gol del partido.
Como si tocaran a arrebato al Marino le entraron prisas y al Pontevedra "la torrija" y en los siguientes dos o tres minutos los asturianos entraron sobre todo por la derecha como cuchillo afilado en mantequilla y disfrutaron de tres ocasiones pintiparadas para empatar que desaprovecharon lastimosamente. A su vez, el Pontevedra encontró más espacios para contraatacar y pudo aumentar la ventaja en alguna otra ocasión. Entre esas oportunidades destacó una falta botada desde la media luna por Borjas que estrelló el balón en el larguero botando este no demasiado lejos de la línea de gol.

Y así, entre imprecaciones y más imprecaciones de Luisito que se desgañitaba con sus hombres, su delegado, el asistente de su banda y con alguna gaviota que volaba a ras de suelo buscando el origen de esa fuente sonora se acabó un partido que no pasará a la historia ni al recuerdo de ninguno de los asistentes y que permitirá al Pontevedra acudir a Luanco con una ventaja mínima que en caso de defender con éxito provocará que se juegue al menos una ronda más de esta competición en la que esperamos el licor sea de una calidad mucho más elevada que el "garrafón" de la primera fase.     

lunes, 30 de noviembre de 2015

Un buen Pontevedra rescata un punto en Vigo

Acudía el Pontevedra CF al campo de Barreiro sabiendo que enfrente tendría un filial olívico que se convierte en pieza fácil cada vez que sale de su estadio pero que en su casa se transforma en un equipo fuerte y más seguro y cuyos números como local no son nada desdeñables.

Conocedor Luisito de que el Celta acostumbra a hilar su fútbol desde atrás planteó un encuentro de presión constante y muy adelantada en la que Borjas y Carnero eran los primeros en apretar a los centrales rivales para que ese juego alegre de los celestes no pudiera desarrollarse en ningún momento.
De manera incansable, los jugadores granates encimaron al Celta B maniatándolo casi por completo y evitando así que el peligro llegara no ya a la portería de Edu sino también al área defendida por el Pontevedra.
Es cierto que el Celta no rehuyó el envite de la presión y trató  de ahogar con éxito el juego ofensivo visitante por lo que la primera parte transcurrió en medio de un despliegue físico encomiable por parte de las dos escuadras pero sin que las acciones de ataque aparecieran por ningún lado convirtiendo el encuentro en un toma y daca en el centro del campo que pudo resultar algo aburrido para los asistentes a un campo muy nutrido por cierto de aficionados granates que apoyaron en todo momento a su equipo.

Ahora bien, en un partido jugado en una especie de olla exprés (no por el ambiente del estadio sino por lo aguerrido del partido en el que los dos equipos trataban de contenerse a base de lucha y esfuerzo para que ninguna "gota de agua" consiguiera escaparse del recipiente y desequilibrase el choque) resultan especialmente importantes otras circunstancias concomitantes al juego.
No soy muy dado a hablar de los árbitros y su posible influencia en el desarrollo de un partido pero hay veces que los colegiados no dejan otra opción que hablar sobre ellos.
En un encuentro que como se está contando transcurría muy igualado y en el que cualquier cosa podía acabar por desviar la balanza, el encargado de impartir justicia en Barreiro el pasado Sábado debió olvidarse el mazo en su domicilio.
Sólo así puede entenderse como en una acción de tarjeta roja sin discusión de Borja Iglesias sobre Mouriño decidiera enseñar la amarilla al delantero vigués. Fue una jugada en la que los tacos del ariete impactaron en la pierna del centrocampista granate a la altura de la tibia y que de haber mediado mala suerte podría haberle partido la pierna. 
Claro que la "suerte" de Iglesias en el encuentro todavía no había terminado pues en los primeros minutos del segundo tiempo y en un balón dividido por el que luchaba con el central Pablo no se le ocurrió otra cosa al buen delantero vigués que llevarse la pelota con una "zamorana" para quedarse solo delante de Edu en un claro intento de engañar al árbitro y que sin ningún género de dudas tendría que haber provocado su segunda tarjeta amarilla. El colegiado vio la mano y la señaló pero se "ahorró" la medida disciplinaria. 
Dos veces pues en el encuentro debió haber sido expulsado Borja Iglesias y dos veces recibió la "absolución" de su señoría.         

Y también fue Borja el protagonista de otra acción decisiva en el partido en la que el trío arbitral volvió a demostrar que la del pasado sábado no fue precisamente su tarde.
Transcurría la segunda parte más o menos por los mismos derroteros que la primera.Se había producido ya la mano de Iglesias anteriormente citada y el Pontevedra acababa de realizar su primer cambio dando entrada a Queijeiro (que dicho sea de paso sigue sin demostrar demasiado las veces que ha tenido la oportunidad de salir) por Jandrín en un intento de reforzar todavía más la parcela central granate cuando el "9" vigués en la frontal del área filtra un pase interior hacia Fragapane que está en un claro fuera de juego. Este penetra y da el pase de la muerte a Guille que hacía el 1-0. Lo peor no es ya el fuera de juego en sí sino la posición inmejorable del asistente para ver la jugada y su incapacidad para observar un fuera de juego tan evidente (evidente para todos menos para la TVG  que volvió a ofrecer otra lección de narración impresentable en la que parecía que el Celta B jugaba su partido contra un equipo extremeño, murciano o aragonés).

Para dejar ya al árbitro en esta crónica, es importante destacar que a pesar de ese gol ilegal y de la no expulsión de Borja, lo peor sin duda fue su criterio a la hora de sacar las tarjetas amarillas y juzgar la gravedad de las entradas de unos y otros. Que el Pontevedra haya acabado el encuentro con siete amarillas y el Celta con dos resulta sencillamente impresentable y nada acorde con lo que realmente se vio sobre el césped del estadio de Barreiro.

Pero el caso es que el Celta se había puesto por delante y eso en un partido tan cerrado y en el que un gol parecía decisivo pudo amilanar definitivamente al Pontevedra. 

Pero nada más lejos de la realidad. 

Nada más encajar, Lusito arriesgaba y sacaba del campo a un Pablo otra vez extraordinario por Anxo y fue precisamente el ex del Boiro el que por fin esta temporada protagonizaba una jugada de mérito que desembocaría en el empate.
Recogió el delgado extremo un balón en la izquierda y se desembarazó de varios rivales a base de zancada y calidad en el regate para poner un balón en el área. Carnero lo recoge y de primeras cede atrás para que Mouriño rematase enviando el balón al fondo de la red tras rebotar en el cuerpo de un rival.
El empate constiuyó una ración más de saber estar y aplomo del equipo que reaccionó pronto tras el mazazo vigués y que fue superior en la última media hora en la que si bien no acumuló claras ocasiones de gol sí volvió a anular el juego ofensivo local y se acercó mucho más por el área celeste forzando varios corners y alguna falta lateral que no encontraron el remate deseado. El último cambio, Pedro por Carnero, contribuyó a dotar de más energía al equipo granate que mostró una condición física como mínimo a la altura de la del filial céltico lo que no resulta baladí pues si hay un equipo tradicionalmente bien preparado en ese aspecto es el de los "cachorros" vigueses.  

Los últimos minutos transcurrieron de manera extraña por alguna decisión más arbitral como aquella en la que Alex recibe una fortísima entrada por detrás en medio campo y el trencilla decide pitar falta del granate que en su caída rozó el balón con su brazo pero lo cierto es que el Pontevedra no se acobardó y consiguió al menos empatar en un campo difícil y cuando el partido se había puesto cuesta arriba.

Han sido dos empates consecutivos fuera ante dos filiales correosos que basan mucho su fortaleza en jugar como locales. Habrá a quien le sepa a poco estos dos puntos de seis. El partido de Gijón no se pudo ver por la televisión pero la verdad es que en este último el Pontevedra dio la cara y el punto arrancado tiene un mérito bastante grande pues la imagen ofrecida fue la de un equipo sólido, fuerte y correoso. Faltó "punch" arriba eso es indudable pero como ya dije hace unos días aquellos partidos que no puedas ganar empátalos por lo menos para no acordarte a final de Liga de aquel punto que se escapó in extremis en cualquier sitio.

Eso sí, la mejor manera de hacer más valiosos estos empates es vencer el Domingo a un Somozas peligrosísimo a domicilio y que nos visita el próximo fin de semana. Los verdiblancos han conseguido vencer en campos muy complicados como el de la SD Logroñés e Izarra y se antoja a priori un partido muy comprometido.
Lo afrontaremos sin Mouriño que está en forma pero que vio la quinta amarilla el Sábado. Esperemos que Jacobo esté disponible para que nuestro juego ofensivo se resienta lo menos posible por esa baja.
El partido ante el Somozas, insisto, será complicadísimo y el equipo necesitará dar lo mejor de sí mismo para sacarlo adelante y el de Bueu parece un buen sustituto de Adrían.

Esperaremos pacientemente hasta el fin de semana para comprobar si el Pontevedra hace buenos estos dos puntos logrados a domicilio.           

martes, 24 de noviembre de 2015

CUANDO FUIMOS LOS MEJORES


 No me cabe duda alguna que para entender la importancia de una institución resulta obligatorio conocer siquiera someramente la historia acumulada dentro de sus “huesos”. 
Bucear en ella de vez en cuando no para realizar un ejercicio de simple nostalgia trasnochada sino para descubrir una vez más la grandeza de una sociedad que alberga un sentimiento tan profundo debería ser una tarea imperativa para todos aquellos que de una u otra forma pertenecen a la misma.
Esta semana, concretamente el próximo Sábado, se cumplirán cincuenta años del logro más importante que el Pontevedra CF ha tenido a bien conseguir en sus casi setenta y cinco años de dilatado peregrinaje.
En una entrevista deliciosa publicada por el Diario de Pontevedra, José Miguel Odriozola recordaba aquella singular jornada de Noviembre, 28 de Noviembre de 1965, en la que el Pontevedra vencía en Pasarón al Club Atlético de Madrid por un 1-0 y se aupaba de manera tan inexplicable como emocionante al liderato en solitario de la primera división española.
Ese partido disputado siete años antes de que este bloguero naciera habría resultado apoteósico para mi si hubiera tenido la posibilidad de vivirlo en directo.
Aquellos que me conocen saben que en mi corazón futbolístico (demasiado apasionado, siempre lo reconozco) además del lugar ocupado desde mi más tierna infancia por los colores granate y azul del equipo de mi tierra existe otro recoveco en el que señorea mi afición a las rayas rojiblancas de la camiseta del Atlético.
Nunca he tenido la posibilidad de ver juntos sobre un terreno de juego a los dos equipos de mi vida y en aquel lejano día de finales de 1965 no sólo habría asistido a ese enfrentamiento entre ambos sino que lo habría hecho jugándose los dos equipos nada más y nada menos que el liderato provisional de la máxima competición nacional del país. Casi nada, vamos.

Cuenta Odriozola en esa entrevista muchas cosas pero sobre todo la alegría infinita que experimentó al marcar ese histórico gol que catapultó a los granates en la tabla y acabó con la resistencia colchonera a orillas del río Lérez. Muy buen pase de Vallejo a Neme que avanzó y envió un lanzamiento al palo que fue recogido por “Pepín” para alojarlo en las mallas madrileñas. En sólo dos frases se resume un gol cuyo autor rememora con orgullo y que provocó que el Pontevedra CF apareciera en todas las portadas deportivas de la época tanto en España como en algunas fuera del país. (Se dice aunque al parecer no está totalmente confirmado que incluso en el “Pravda” de la Unión Soviética se hicieron eco de la hazaña del equipo de una pequeña ciudad norteña capitaneada por un “proletario” como Eduardo Dapena Lis “Cholo”.

Fuera cierta o no esta última anécdota periodística lo que no arroja ninguna duda es el increíble mérito que conllevaba liderar aquella Liga disputadas ya 11 jornadas de la misma (se jugaban treinta partidos al ser 16 los equipos en Primera) lo que permitió al Pontevedra (que perdería ese liderato la semana siguiente al caer 2-0 frente al Español) conseguir el subcampeonato de invierno.
Era la temporada 1965/66 que terminaría ganando precisamente el Atlético de Madrid (su por aquel entonces quinto entorchado) al vencer casualmente también en Sarriá en la última jornada con goles de Ufarte y Griffa.
Era un Atlético de Madrid que además de estos dos tremendos jugadores citados contaba en sus filas con Luis Aragonés, Adelardo, Collar, el gran capitán Calleja, Rivilla, Jones o Glaría.
A ese gran Atlético de Madrid entrenado por el ya desparecido Domingo Balmanya o a ese espectacular Real Madrid de Di Stéfano, Gento, Amancio y compañía era capaz de vencer nuestro Pontevedra CF en aquellos años sesenta ante los extasiados ojos de unos aficionados que abarrotaban el estadio de Pasarón.

No se trata como he dicho al principio de glosar el pasado para olvidar el presente. Tampoco de un alegato en busca de la repetición de nuevas hazañas tan descomunales como esta que resultan ahora mucho más utópicas no sólo por la situación económica actual del club sino por la fisionomía de un fútbol moderno devorado cual víctima inocente de un tsunami gigante formado por el dinero de las grandes corporaciones y televisiones y que cada vez se compadece menos de aquellos sentimientos maravillosos como la humildad, el compañerismo y la camaradería que según dicen los integrantes de aquel conjunto granate (entre los que se hallaba Odriozola) reinaban en el vestuario pontevedrés.

De lo que se trata es de que no por cada vez más lejanos se olviden estos auténticos capítulos de oro de nuestra historia futbolística que han contribuido sin ninguna duda a que ese invisible cordón umbilical que une al Pontevedra CF con su ciudad no se haya roto nunca por más que en algunas ocasiones (algunas muy cercanas) haya estado a punto de desprenderse.
En una semana en la que de forma inesperada el equipo tras empatar en Gijón se ha aupado a puestos de play off y en la que precisamente jugará el siguiente partido de Liga el mismo Sábado en el que se cumplirán los cincuenta años de aquel liderato he sentido la necesidad de abundar en el recuerdo que Diario de Pontevedra ha tenido a bien poner en primer plano con la entrevista al protagonista de tan trascendente gol.

Porque aunque algunos se nieguen a hablar del pasado. Porque aunque otros quieran hacer entender (por suerte sin éxito) que el Pontevedra no tiene más recorrido que pasar sin pena ni gloria por la 2ªB yo no me resisto a recordar a los más jóvenes que quizá ignoren la historia de su club que un día de Noviembre de 1965 tal y como afirma Loquillo en una emocionante canción un día de 1965, FUIMOS LOS MEJORES     

lunes, 16 de noviembre de 2015

Tres puntos más entre bastantes luces y algunas sombras

Ganó el Pontevedra una vez más y ya son seis las victorias que el equipo ha conseguido en los últimos siete encuentros de Liga.

Y esta vez lo hizo disputando un partido en el que mostró una inseguridad defensiva especialmente en la segunda parte sólo comparable en Pasarón a la primera parte del At. Astorga pero en el que volvió a trenzar un fútbol precioso y preciso en el aspecto ofensivo a lo largo de los primeros 45 minutos que resultó suficiente para derribar la fortaleza del Izarra.
Existían algunas dudas acerca de como Luisito trataría de resolver las importantes ausencias de Capi y Campillo en el eje de la defensa. Ya sabemos (porque así lo ha demostrado en muchas ocasiones) que Pablo cumple perfectamente al lado de cualquiera de los dos titulares en aquellos casos en los que sólo falta un miembro de la pareja. Sin embargo, el Domingo no estaría ninguno de los dos y quien más quien menos especulaba con la posibilidad de que el entrenador no se decidiera por alinear a la pareja suplente y eligiera ubicar atrás a a Kevin para compartir demarcación con el mencionado Pablo. No fue así y el técnico colocó a este junto a Bruno manteniendo así ese doble medio centro con Presa y Alex Fernández.
La otra baja titular para el encuentro, la de Jacobo, fue resuelta con la alineación de Carnero en punta junto a Borjas desplazando a banda izquierda a Adrián Mouriño.

Y el partido la verdad es que comenzó con unos primeros diez minutos en los que el Izarra atemorizó un poco a los locales con una jugada en los primeros instantes en la que Pablo no estuvo listo y permitió que un balón largo le sobrepasara cerca del área para que el ariete visitante le hiciera probablemente falta en ataque primero pero fuese objeto quizá también de penalti en la continuación de la jugada .El árbitro asturiano (sí, asturiano) decidió no mojarse en dicho lance y no señalar ni falta en ataque ni penalti y permitió que el encuentro no diera un giro problemático para los granates desde casi el principio.
Tras esos diez primeros minutos el Pontevedra fue haciéndose con el rumbo del choque y con un Alex cuya primera parte de ayer fue realmente espectacular empezó a mover la pelota con más velocidad "cazando" cada vez en más ocasiones a su rival "en el cuarto de baño y sin papel". Así, antes del primer cuarto de hora una jugada ya clásica de Borjas entrando con velocidad en el área y zigzagueando entre defensas rivales acaba con un derribo claro que el colegiado no duda en señalar como pena máxima. Borjas la lanzó y muy bien por cierto poniendo en ventaja a un Pontevedra que no obstante sólo pudo disfrutar cinco minutos de la misma pues en un claro error en el posicionamiento de un corner un central navarro remataba a placer para convertir el empate a uno. Es cierto que había que ponerla en el lugar en el que la puso el autor del gol pero también es verdad que el Pontevedra no tenía estudiada esa jugada en la que todos los rivales arrastraron hacia la portería y Bruñol (así se llama el goleador que poco después se retiraría lesionado) apareció muy solo más atrás del punto de penalti para rematar a gol.

Pero fue a raíz de la igualada cuando el Pontevedra volvió a encandilar a su parroquia. De la mano como ya se ha dicho de un Alex pletórico, de un Borjas eléctrico y de un casi siempre exquisito Carnero, el Pontevedra desdibujó al Izarra entrando por ambas bandas y creando claras oportunidades para marcar. Mouriño dispuso de una de ellas al mandar fuera en muy buena posición un balón que le llegó tras preciosa combinación granate y poco después llegó la maravillosa jugada que dio lugar al 2-1.
El Pontevedra roba en medio campo y Alex asiste de primera a Verdú que penetra con velocidad por banda izquierda. El andaluz cede a Borjas que llegaba en desmarque con su explosividad habitual y el canario regala el esférico a un Carnero que coloca la pelota lejos del alcance del arquero navarro.
Minutos antes de ese tanto Luisito había ordenado que Borjas se volcase a banda izquierda para que Mouriño ocupase un lugar en el medio por delante de Kevin y Alex y ese cambio táctico mejoró sin duda la presencia del equipo local.
Siguió el Pontevedra buscando más y poco después Carnero no acierta a meter bien la cabeza en pintiparada posición para anotar tras una gran jugada esta vez desde la derecha.
El tercero llegó propiciado por un claro error del portero. No está claro si quería mandar con el pié el balón fuera debido a que un compañero estaba en el suelo pero lo cierto es que dicho balón fue a parar a las botas de Jandrín que cedió a Carnero que en posición dudosa no tuvo problemas para batir al desafortunado guardameta y hacer el 3-1.
Habían sido 25 minutos de preciosismo, de efectividad y de alegría en el fútbol que sólo se vieron amenazados en la última jugada de la primera parte con un lanzamiento del Izarra a la parte exterior del palo izquierdo de la meta de Edu.
Esta acción parecía una anécdota antes del descanso pero luego pudo verse que lejos de una acción aislada vino a constituirse en preámbulo de una muy mala segunda parte pontevedresa.      

No encontró el Pontevedra en esa segunda parte cuando el partido parecía estar en el punto idóneo para machacarlo ni con la tecla en defensa ni en ataque.
Atrás (y cuando digo atrás me refiero a todo el conjunto) se mostró endeble y poco cohesionado sin poder evitar que sobre todo en los primeros veinte minutos tras la reanudación el Izarra dispusiera de hasta cuatro ocasiones muy claras para marcar y de varios acercamientos más que pusieron los nervios en las gradas de Pasaron. Fue ese el momento en el que apareció Edu para recordarnos que hay portero y que podemos dormir tranquilos con el inquilino que guarda el cerrojo de la portería granate. En dos de esas ocasiones el cancerbero pontevedrés desbarató con sendas grandes intervenciones las opciones visitantes. En otra de ellas el balón se marchó fuera y en la cuarta el remate blanquiazul resultó muy inocente.

Fueron veinte o vienticinco minutos en los que el Pontevedra fue muy inferior y de haber encajado el 3-2 el partido habría podido correr mucho peligro. Y fueron minutos en los que no solo el equipo como tal volvió a demostrar que sufre mucho cuando defiende sin balón y demasiado atrás sino que también se cometieron errores individuales muy claros y en situaciones absurdas. La primera gran ocasión navarra de esa segunda mitad que terminó en gran parada de Edu tras cabezazo rival vino provocada por una ingenua acción de Verdú que lejos de mandar la pelota al segundo anfiteatro de tribuna en banda izquierda decidió hacer un control arriesgado que terminó en pérdida y en contra semi letal. Es este jugador, Verdú, un hombre que colabora en el juego ofensivo y cuyo balón parado es notable pero a veces comete errores atrás incomprensibles dada su veteranía y no podemos olvidar que un lateral lo primero que debe hacer es defender bien y lo demás, si tiene que venir, que venga por añadidura.

Pero es que esa mala segunda parte en defensa tuvo mucho que ver con la incapacidad granate de leer el partido en ataque. Al cuarto de hora Luisito decidió relevar a Carnero por Anxo. El cambio tenía cierta lógica por la amarilla a Carnero en la primera parte y por la rapidez indudable de Anxo con campo por delante. Pero lo cierto es que ni ese cambio ni los dos siguientes (Pedro por un agotado Alex y Queijeiro por Jandrín que posiblemente trataban de dotar de mayor posesión de balón al Pontevedra) surtieron efecto y el equipo fue incapaz de encontrar a Jandrín hasta que se fue, Anxo o Borjas.
Por suerte el rival tras las ocasiones falladas fue perdiendo fuelle aunque tuvo alguna otra ocasión en el tramo final como la producida tras un lanzamiento potente desde fuera del área enviada a corner en gran intervención de nuevo por Edu.        

Con el pitido final no pudo evitar el ex vetusto soltar un suspiro de alivio ante la segunda parte disputada y comprobar a renglón seguido como el Pontevedra acumula ya 22 puntos en la tabla y tiene casi la mitad del trabajo hecho cuando todavía faltan seis jornadas para llegar al ecuador de la competición.
Mirar la clasificación alegra la vista, eso está claro. Pero la alegra si ponemos los ojos en el cuarto y comprobamos que posee los mismos puntos que nosotros. Ahora bien, si bajamos la mirada hasta la mitad de la tabla ya podremos constatar que las diferencias son anecdóticas y si bajamos un poquito más los ojos hasta la promoción de descenso podremos ver que son solo seis puntos los que nos separan precisamente de nuestro próximo rival el Sporting B.

Como bien diría el gran Diego Pablo Simeone se impone el "partido a partido" y centrar los esfuerzos en el día a día de esta liga tan igualada. La próxima estación es como ya se ha dicho Gijón y las instalaciones de "El Mareo".
Según se anunció por megafonía al terminar el encuentro de ayer ( y juraría que no era el megáfono de un Rafa especialmente sembrado en el día de ayer) el Pontevedra CF organiza viaje para los aficionados a la ciudad asturiana.

Alegrémonos pues de que aunque tarde la entidad parece rectificar y mostrar un poco de cercanía con aquellos que contribuyen a hacerlo grande cada día. La mejor manera de responder a esta buena noticia es poblar las plazas que se pongan a disposición de los aficionados granates en dicha expedición y animar hasta el final al equipo en otro partido complicado como el que vamos a afrontar el siguiente fin de semana.

            


lunes, 9 de noviembre de 2015

De cómo escuchar un partido por la radio con mi hijo de cuatro años


A lo largo de una temporada futbolistica hay ciertas cosas que soy incapaz de no hacer. Una de esas cosas que sé que indefectiblemente haré cada quince días es conectar mi pequeña radio para escuchar la retransmisión del partido que el Pontevedra CF dispute fuera de casa.
Esa costumbre (aburrida seguro para muchos e inexplicable quizá para casi todos) está tan arraigada en mi interior desde que soy un crío que funciona como una fuerza magnética que me arrastra sin remedio alguno hacia ese objeto electrónico y provoca que los auriculares se introduzcan en mis aparatos auditivos cuales fauces lobunas en tierna carne ovejuna.
Ahora bien, esta opción de ocio tan extraña podía ejercitarla hasta hace poco repanchigado en el sofá de mi casa descansando la comida dominguera (o sabatina según el caso) o paseando solitario por las calles de Pontevedra cuando el partido era grande y los nervios incitaban al camino sin rumbo para templar el ánimo. Eran tiempos en los que minutos antes de empezar los encuentros conocía la alineación de mi equipo, la del rival, la identidad de árbitros y asistentes, cuanta gente había en el campo, el tiempo reinante a la hora del partido y hasta el nombre de la novia del jugador rival que se había quedado fuera de la convocatoria por sorpresa.

Todo eso ha cambiado hace no demasiado tiempo. No me refiero al mismo hecho de seguir el encuentro a través de las ondas hercianas sino al modo en que debo efectuar dicha actividad.
Los que tienen hijos de corta edad ya sabrán que ese “repanchigamiento” dominical delante de la tele o con la radio puesta ha pasado a mejor vida hasta que la adolescencia haga uso de presencia y los hijos se recluyan cuales reos enfadados con el mundo en el insondable y cerrado a cal y canto mundo de su habitación.
Ahora, cuando mi niño tiene cuatro años, esa energía y ánimo inagotable que todos los pequeños poseen (y que harían palidecer a esa otra fuerza existente tanto en el lado amable de los “jedi” como en el reverso tenebroso de Dark Vader) se encuentra en su punto álgido y tratar de escuchar serénamente cinco minutos seguidos de encuentro resulta una utopía.
Y eso que desafortunadamente y por culpa de unas dichosas molestias de oído  (precisamente de oído) preferimos en el día de ayer quedarnos en casa sin aprovechar la maravillosa tarde que hacía para tratar de evitar que esas preciosas orejas de mi vástago sufrieran más de lo necesario.
Por ello, en el momento en el que Pontevedra y Peña Sport se aprestaban a empezar su partido nos encontrábamos en casa leyendo detenidamente un cuento de rayo mcqueen.
Pero esta situación tranquila y compatible con el hecho tener la radio encendida y un auricular puesto no duró demasiado.
Ni diez minutos llevábamos de partido cuando mi hijo detectó la presencia de una revista de juguetes de un conocido centro comercial y tuvo la ingeniosa ocurrencia de pedirme que escribiera en un folio todos aquellos regalos que quería pedir a los Reyes Magos (pronto empezamos, murmuré en silencio para que no me oyera).
Mi tímida negativa ni que decir tiene que no surtió en absoluto efecto y mientras el Peña Sport trataba de generar peligro y Edu tenía alguna que otra indecisión me vi de rodillas delante de una mesa escribiendo en un papel artículos tales como “el estuche de la patrulla canina”, “centro de mando de la patrulla canina” (menudo precio, por cierto), “rescate de la patrulla canina”, “helicóptero de sky de la patrulla canina” o “Coche de policía de chase de la patrulla canina”. Supongo que a estas alturas los que tengan la paciencia necesaria para leer este escrito ya se habrán dado cuenta que a mi hijo le encanta la patrulla canina.

Pero el partido seguía y entre Marshall bombero, Ravel excavador etc iba haciéndome a la idea de que como se esperaba el partido estaba siendo duro y disputado y que los de Tafalla no iban a poner nada fáciles las cosas para salir con algo de su difícil campo.
Yo seguía escribiendo (esta vez coches de Rayo otro de los favoritos del niño) mientras Borjas fallaba casi antes del descanso una muy clara y hacía que mi pulso se deteriorara por unos instantes y me viera obligado a estampar un “tachón” en la hoja en la que escribía.
En mal momento se me ocurrió tal cosa!. Mi pequeño que hasta ese momento asistía entretenido a la plasmación sobre la celulosa de sus anhelos jugueteros se empeño en que esa especie de madrugadora carta no podía contener tal tachadura y hasta que por agotamiento no me convenció de que había que empezar de nuevo con todo el ritual no estuvo tranquilo.
Como quiera que había llegado el descanso me armé de la poca paciencia que todavía atesoraba y procedí a empezar de nuevo añadiendo a petición del crío un surtido de superheroes (para mi desconocidos) junto a los perritos y los coches de carreras.
Alboreaba la segunda parte cuando un inapelable “quiero caca” nos dirigió al cuarto de baño para que pudiera producirse la importante evacuación con esa ilusión y contundencia propia de la infancia y juventud y que por desgracia he dejado de experimentar con esa plenitud hace algún tiempo.
Pero dejando al margen estas cuestiones escatológicas (que a buen seguro han podido producir muchas más bajas entre los lectores del artículo) minutos después y cuando ya estábamos jugando con los dinosaurios de goma que constituyen otra de las grandes debilidades de mi hijo, se produjo la jugada del primer tanto granate con ese Mouriño llegando otra vez desde segunda línea y perforando la portería contraria. Con ese subidón propio del gol inesperado propiné un golpe demasiado fuerte con mi brontosaurio al tiranosaurio rex manejado por Javier que molesto ante tal violación de las reglas del juego abandono el mismo sin posibilidad de discusión.
Me costó un huevo (ya que hablamos de dinosaurios) convencerle de que el motivo del excesivo golpe a su Rex se debía a mi pasión granate y por fin conseguí que sonriera proponiendole jugar a hacer carreras de coches por el pasillo. Y así, armando un barullo casi incompatible con la emisión de radio, nos pasamos otro rato durante el cual el Peña falló un penalti, Campillo fue expulsado aún no sabemos porque y los navarros agobiaban sin descanso la portería granate.
Fue en ese momento, minuto 85 de encuentro aproximadamente, cuando los nervios me hicieron claudicar y permití a mi hijo hacer lo que llevaba pidiéndome hacía casi dos horas entre juego y juego que no era otra cosa que coger el ipad de su abuela y echar algunas partidas a unos juegos que aunque parezca increíble él mismo baja con la supervisión de aquella.
Con mi hijo ensimismado durante ese rato pude escuchar con pesadumbre el gol del empate (cantado con demasiado énfasis por el navarro locutor) y venirme otra vez arriba con esa falta magistralmente lanzada por Mouriño que nos daba tres puntos de oro con los que encarar el futuro con esa ilusión y optimismo que provocan las victorias.

El partido terminó con una contra clara marrada y algún que otro susto postrero pero con ese pitido final y con el niño todavía con la tableta tuve todavía tiempo antes de merendar para pensar en otra semana de ilusión que el equipo iba tener la oportunidad de encarar y en que tras un inicio de campaña lleno de incertidumbres y sinsabores la temporada va cogiendo un cariz muy diferente por "culpa" de este equipo que semana a semana parece crecer un poco más y cuyo asentamiento en la categoría (tras cuatro años de travesía por el desierto) se está realizando de manera notable.       

martes, 3 de noviembre de 2015

Cedió el baluarte y se vino abajo la muralla

Atravesé el el río Lérez el pasado Sábado sobre las ocho de la tarde sin tener nada claro porque lo hacía ese día y a esa hora en lugar de hacerlo el Domingo poco antes de que los ingleses disfrutaran de su té vespertino.
Esa misma mañana sabatina pude enterarme igualmente que la televisión pública gallega iba a televisar el encuentro aunque tal circunstancia no estaba inicialmente prevista. No tuve que leer ningún periódico sin embargo para ser perfectamente conocedor que el Barcelona disputaría su partido de Liga en Getafe a la misma hora que el Pontevedra CF. De hecho, camino del ex vetusto pude comprobar como los más madrugadores espectadores televisivos reservaban ya sus lugares en las diferentes cafeterías de la ciudad.
De porqué se jugó el Sábado noche dilapidando las posibilidades de seguir aumentando la presencia de seguidores en las gradas de Pasarón al abrigo de los buenos resultados del equipo es algo que se me escapa y que no puedo entender utilizando el sentido común. "Es que mañana hay que ir al cementerio" decía algún aficionado en los aledaños del estadio haciéndome pensar si es que existen familias pontevedresas que a la hora de visitar el Camposanto para homenajear a sus difuntos se llevan la nevera frigorífica, la tortilla de patatas, la empanada y los bocadillos como si de un domingo veraniego de playa se tratara. "Es que estamos en puente", decía otro comprensivo abonado provocándome esta vez la reflexión de cuantos conciudadanos que tuvieron a bien pasar estos días fuera retrasaron su viaje hasta la diez y media de la noche del Sábado para asistir al Pontevedra- Logroñés.

Lo cierto, lo únicamente cierto, es que el Sábado a las ocho y media de la noche además de nuestro encuentro que al final también fue televisado se emitía un Getafe -Barca y que el Domingo entre las cinco y siete de la tarde se pudo ver la segunda parte de un Español- Granada y la primera de otro apasionante Sporting- Málaga. 
La triste conclusión es que a la hora de comienzo de nuestro partido y a pesar del indudable atractivo del mismo, no se habían congregado en Pasarón ni los mismos aficionados presentes el día del At. Astorga.

Pero dejando al margen estas cuestiones que el común de los mortales nunca entenderemos pues son privativas de los cerebros privilegiados que pululan por los palcos de los campos de fútbol, lo que no se puede negar es que los que sí fueron al campo estuvieron metidos de lleno en el encuentro y apoyaron al equipo como Dios manda e incluso recompensaron su baldío esfuerzo al final del choque.

Un choque para cuya alineación inicial reconozco que Luisito eligió la alternativa para suplir a Campillo que yo mismo habría escogido, Pablo. Empezó el rubio central algo nervioso en los primeros instantes pero poco tardó en aplomarse y realizar un estupendo partido al lado de un espléndido Capi y demostrar que el Pontevedra cuenta no con dos sino con tres centrales de garantías con los que puede estar muy tranquilo a lo largo de la competición.

Y la verdad es que la primera parte fue muy bonita. Recuerdo haber mirado el reloj en un momento dado y darme cuenta que la primera media hora del enfrentamiento había transcurrido con esa rapidez que sólo los espectáculos intensos y emocionantes pueden provocar.   

Los riojanos habían empezado con fuerza, haciéndose con la pelota y llegando con regularidad a las proximidades del área granate pero sin lograr superar la última línea local que se movía con seguridad y orden. En esos primeros minutos el Pontevedra utilizó la contra como principal argumento y aunque no encontró remate si hilvanó alguna jugada veloz con Borjas como protagonista que murió igualmente en las proximidades del área visitante. 
Pero tras unos primeros veinte minutos en los que daba la impresión que el Logroñés acabaría por imponerse, el Pontevedra tomó el balón y empezó a combinar con acierto sobre todo con Jacobo, Mouriño y Verdú por banda izquierda aunque también en ocasiones con Jandrín y Adrían por la derecha.
Mouriño la tuvo en la frontal para romperla pero su disparo rebotó en un rival y se fue a corner y Pablo precisamente al saque de esquina remató de cabeza fuera en una buena posición. Fue en ese tramo del partido en el que se produjo una acción de derribo claro dentro del área de Borjas que fue ignorada por el colegiado. La verdad es que después de ver el penalti catedralicio no pitado sobre Jandrín el día del Astorga ya me resulta difícil pensar en cuando se va a señalar una pena máxima en Pontevedra pero como no nos gusta llorar y además resulta feo no se va a insistir más sobre el tema aunque penalti sobre Borjas lo fue y claro. 
Antes del descanso gozó el Pontevedra de otra oportunidad en una falta en la media luna del área que Verdú decidió lanzar al lado del portero respondiendo este con una buena intervención despejando el esférico.
         
Y comenzó la segunda parte. Y lo hizo con el mejor Pontevedra del partido. Un Pontevedra dinámico, sin complejos que rondó el peligro en los primeros diez minutos tras la reanudación hasta que se produjo la jugada clave.
El Pontevedra fuerza un corner que se saca en jugada de estrategia y que termina en otro saque de esquina tras abortar el Logroñés en última instancia la combinación del equipo granate. Se saca ese segundo corner intentando en principio otra jugada "de laboratorio" pero, al no encontrarla, Verdu retrasa la pelota casi al centro del campo hacia el hombre de cierre que no era otro que Kevin y Kevin cuando lo que sugería la jugada era patadón y tente tieso ya a saque de banda ya a saque de fondo comete un error fatal al contemporizar y tratar de regatear en zona de máximo riesgo perdiendo la bola ante Iker Alegre y provocando esa contra de dos contra uno que culminó Titi delante de Edu.

El gol dejó temblando al Pontevedra CF casi hasta el final del partido. No ya sólo por el tanto en sí sino por la forma en que se produjo y me atrevo a decir que incluso por el hombre que erró en la jugada.
Es Kevin el soporte del equipo, la pieza que dota de equilibrio al conjunto y que con su trabajo casi siempre oscuro corrige errores de sus compañeros en innumerables coberturas o ayudas defensivas. Si el baluarte falla, si se cae, se viene abajo todo el entramado y eso fue lo que por desgracia sucedió en esa jugada que acabó por condenar al Pontevedra.

También es verdad que esta vez los cambios no ayudaron a mejorar al equipo sino todo lo contrario. Nada más encajar salió Anxo al césped en lugar de Jacobo. Como ya se ha dicho más veces es el ex del Boiro un jugador harto interesante con terreno libre por recorrer en el que puede explotar su velocidad y regate en carrera pero sin espacios se pierde y acaba por desquiciarse él y también un poco al equipo.
Después (quizá un poco tarde) salió Carnero por Jandrín lo que provocó que Mouriño se marchara a banda derecha y se opacara casi por completo hasta el final del partido y finalmente fue Alex el que cedió su puesto a Pedro sin que tampoco este relevo lograra un mayor impacto sobre el juego.

Me extrañó que Luisito no optara tras el gol por la opción que tantos réditos dio el día del Astorga. Sí. Es indudable que el Logroñés no es el equipo leonés pero ya con el marcador en contra quizá esa alternativa de quitar un central, pasar a Kevin atrás, a Mouriño junto a Alex y a Carnero junto a Borjas podría haber revolucionado un poco más el encuentro.

Lo cierto es que en esa media hora es en la que se vio, a mi juicio, al mejor Logroñés. Un equipo seguro con el marcador a favor, sin encerrarse demasiado en su área y con una presión tremenda sobre la defensa e incluso portero granate que puso de manifiesto una gran condición física.
En esa última media hora el Pontevedra se apocó y tan solo Carnero a escasos minutos del final pudo marcar tras centro de Mouriño pero su giro de cabeza no fue suficiente y el balón se fue desviado del primer palo de la portería visitante. 

A pesar de ese último tramo del encuentro en el que el rival se mostró superior, el Pontevedra no perdió la cara al partido en ningún momento y si hubiera encontrado el gol que le pusiera en ventaja en el marcador quizá esa última media hora hubiera transcurrido de forma diametralmente opuesta.

Se perdió y hay que reconocer que la derrota fue dolorosa. A pesar de que esta temporada la guerra del Logroñés no es la nuestra, el hecho de que se llevasen cuatro victorias seguidas y el buen encuentro que hasta el 0-1 se estaba haciendo nos hizo soñar a todos un poco más con la posibilidad de colocarnos muy arriba en la tabla.

Lo que toca a hora es huir de la ciclotimia. Ni antes íbamos a encaramarnos a la cima ni ahora nos tenemos por que diluir cual azucarillo. 

Toca Peña Sport. Visita complicada. En absoluto debe llevarnos a engaño la clasificación de nuestro siguiente rival. Basa su fortaleza en sus resultados como local y saldrá exigidísimo al terreno de juego. 
La concentración y la intensidad en Tafalla pueden resultar claves y los tres puntos supondrían además de una inyección de moral para los nuestros un serio mazazo para un contrincante que quedaría muy retrasado en la tabla. 
Esperaremos a ver que pasa y si logramos recuperar la senda de las victorias. 


    

lunes, 26 de octubre de 2015

De un equipo encabritado, un colega ilusionado y un chófer muy aliviado

Hace apenas cuatro jornadas de liga o lo que es lo mismo un mes de competición, el Pontevedra CF terminaba su partido en A Malata derrotado, triste y apesadumbrado después de disputar otro partido feo pero igualado lejos de Pasaron y que dejaba al equipo muy abajo en la tabla clasificatoria.

Lo peor de aquel encuentro, a mi juicio, fueron los últimos diez o quince minutos. Aún siendo casi desastrosa la primera parte jugada en Ferrol, ese último tramo del encuentro ya con el marcador en contra en el que pudimos ver a un Pontevedra incapaz siquiera de aproximarse al área me causó (además de mucha preocupación)  una impotencia considerable al presenciar por la pequeña pantalla un conjunto granate sin capacidad de reacción y resignado ante los acontecimientos.

Pero como ya decía a finales de los setenta el ya desaparecido Vujadin Boskov "fútbol es fútbol", o lo que es lo mismo, tratar de analizar o futurizar sobre este maravilloso deporte puede resultar interesante y atractivo para aquellos a los que nos gusta el balompié pero lo que resulta cada vez más claro es que esos análisis no podrán jamás con el componente de impredecibilidad y sorpresa que sin lugar a dudas contiene este juego.

Sí es verdad que en los partidos de casa el Pontevedra CF desde que esta liga ha comenzado se ha mostrado como un equipo agresivo, decidido y hasta valiente en casi todos los partidos. Pero tan claro resulta eso como que lejos de Pasarón nos habíamos mostrado casi siempre algo timoratos y como encogidos ante la sucesión de derrotas que se nos venía encima y que ya comenzara en los partidos de play off de ascenso de la pasada campaña.

Tras el "derby" de A Malata, llegó el Coruxo y el Pontevedra no sólo continuó bien en casa sino que en la segunda parte disputó muchos minutos a un gran nivel futbolístico y de acierto que encandiló a su gente. Y dos semanas más tarde trastabilló en la primera parte frente al At Astorga pero volvió a mostrarse semi arrollador en esa segunda mitad en la que remontó al final el choque.

Esos dos duelos en casa quizá sorprendió para bien el equipo no por la fortaleza o esa decisión antes aludida que ya había mostrado en su debut frente al Guijuelo sino por conseguir hilvanar grandes y bastantes minutos de buen juego que no fueron demasiado habituales la temporada anterior y que al combinarse con el acierto de cara al marco no pudieron sino traducirse en puntos valiosos para el casillero.

Ahora bien, lo que sí ha sorprendido y mucho a casi todo el mundo fueron esos dos encuentros disputados fuera de casa en este mes de competición y que también han terminado con victorias que completan una serie de cuatro seguidas y que han provocado que el Pontevedra se haya situado quinto en la clasificación.

Del partido jugado en Santander ya se ha hablado suficientemente. El Pontevedra ganó y ganó bien logrando por fin ese equilibrio entre un buen sistema defensivo que ha exhibido casi siempre y un poder ofensivo como visitante que hasta ese día parecía haberse evaporado en torno al conjunto granate.

Y así llegó el partido frente al Arandina disputado ayer y del que (siempre con el componente temerario que sin duda contiene el hablar de un encuentro del que sólo se ha seguido la retransmisión radiofónica) parece que el Pontevedra volvió a sorprender para bien en ataque pero también para mal en defensa lo que realmente constituye noticia.

Tengo que reconocer que cuando en la última jugada antes del descanso se consiguió el 0-2 me relamí ante la certeza de haber conseguido una nueva victoria. Ese Pontevedra seguro y concentrado atrás creí que en ningún caso dejaría escapar esa ventaja y aunque sufriendo, faltaría más, esos dos goles bastarían para ganar en Aranda.

Pero "fútbol es fútbol" y me equivoqué o me caí con todo el equipo. Ese gol al principio de la segunda parte en un balón parado apretó el partido pero tras la expulsión del jugador local volví a verme  "dueño" de los tres puntos sin discusión. El jarro de agua fría con ese empate a dos en otra jugada de estrategia fue un mazazo y me extrañó mucho. Es cierto que el Pontevedra no es un equipo con mucha envergadura y que en algún partido en casa (Tudelano, sobre todo, e incluso Astorga) ya se sufrió algo en se lance del juego pero a fuer de ser sinceros no esperaba encajar dos goles de esa forma.

Pero he aquí que el equipo al parecer se recompuso y supongo que ayudado por la superioridad numérica y la medio lesión de otro jugador burgalés se fue arriba algo encabritado para intentar ganar el partido. Bien es verdad que por lo menos por lo escuchado por la radio también se pudo perder pero lo cierto es que en ese último instante se produjo otra arrancada de fuerza de ese motor desbocado que se llama Kevin Presa y que casi sobre la línea de gol remachó Carnero en el 2-3. Si hubiera estado en el campo estoy seguro que tras tocar el delantero vigués la pelota mi mirada se dirigiría de inmediato al portador del fatídico banderín y al ver que tras un leve frenazo cambiaba de dirección y corría hasta medio campo el grito de júbilo habría sido el mismo que no pude evitar en el salón de mi casa y que sobresaltó a mi pequeño hijo que me miró con una expresión de susto que propicio que le abrazara con fuerza y le dijera que no se preocupara que su padre está como una cabra de monte.

Pero no podemos olvidar tampoco otro efecto secundario de esa victoria (o mejor dicho de esa"no derrota") en la villa de Aranda.
Luisito que raro es el día que no deja un par de titulares en sala de prensa reconoció ni corto ni perezoso que de haber perdido el partido se "habría tirado en marcha del autobús " en el viaje de vuelta. Ante esa afirmación pronunciada con la rotundidad clásica del técnico de Teo me cuentan que el chófer del vehículo enterado de la circunstancia demoró diez minutos la salida para tomarse un par de tilas y dar las gracias a lo que exista allá arriba tras las nubes( si es que existe algo, no se me enfaden los ateos) por verse liberado de tal "embolado" pues conociendo la terquedad y perseverancia del entrenador habría resultado harto complicado permanecer con las puertas cerradas durante todo el camino.

Y con estas victorias seguidas y este ascenso imparable en la clasificación que sólo puede venir acompañada por la prudencia y la moderación dentro del grupo pero que disparan la ilusión y la esperanza fuera del mismo (eso no sólo pasa aquí sino en todas partes) ya se ha puesto en contacto conmigo un querido amigo para anunciarme que el Sábado tendré el honor de contar con su compañía en la grada de Tribuna. Ese amigo que por cierto celebra hoy su cumpleaños y al que felicito nuevamente a través de este escrito es un fiel diapasón de la ilusión que el equipo despierta en la ciudad. Si se queda en casa y ve los partidos por la tele o los escucha por la radio es que su ánimo está acorde con el del equipo, bajo y destemplado. Si acude a Pasarón pero a preferencia, como hace quince días, es que la cosa mejora y ve que existe equipo y que algo se puede conseguir pero es que si ya viene a Tribuna es que sus ojos ya han cogido esa ola de ilusión y sus dientes han adquirido el afilamiento necesario para que el Pontevedra destroce a su rival (en este caso el Logroñés) y vuelva a darnos una alegría de las buenas.

Ojalá muchas más personas como mi amigo coincidan en el diagnóstico y acudan al estadio el Sábado a las 20.30 h para dotar de un mayor colorido al ex vetusto que ya frente al At. Astorga recobró algo de color en sus mejillas.       

    

               

lunes, 19 de octubre de 2015

Empuje, garra y Mouriño desencadenado

Se disputaba el minuto 89 de encuentro y un balón largo es recogido dentro del área por Borjas Martín. El canario cede a Pedro García que a trompicones elude a un rival y observa la llegada desde atrás de Adrián Mouriño a quien pasa la pelota para que el vigués conecte un derechazo pleno de calidad y colocación ante el que el portero rival sólo puede hacer la estatua.

Era el 2-1 y la culminación de una remontada a la que el Pontevedra CF se hizo acreedor tras protagonizar una muy buena segunda parte repleta de garra, ganas y buen juego que en nada se pareció al primer tiempo mediocre de los granates y en el que los castellano leoneses pudieron hacer incluso más sangre en el marcador.

Fue esa primera parte, al menos en sus treinta minutos iniciales, sorprendente por la actitud tomada por el equipo visitante. Lejos de plantear un partido ultra defensivo y ceder el balón a su rival, el At. Astorga se plantó sobre el césped adelantando a sus laterales para dotarlos de una gran proyección ofensiva y centrando un tanto a los interiores para que aquellos tuviesen suficiente recorrido por delante. Si a eso le unimos la presencia amenazante en ataque de un triángulo formado por Bandera, Vales y Puente, los leoneses se hicieron dueños y señores del juego y gozaron en esa primera mitad de hasta tres claras ocasiones para marcar además del gol logrado por su delantero centro.
Ya en la primera jugada del encuentro llegó la primera de esas oportunidades pero Vales se encontró con un buen Edu que despejo el disparo ejecutado en buena posición pero más adelante también Bandera envió fuera una pelota peligrosa y minutos antes del tanto el mismo Puente que luego marcaría marró otra ocasión tras ganar por velocidad a Campillo por banda derecha en un lance en que Adrián estaba desaparecido.

Es cierto que cuando llegó ese gol que ponía en ventaja al At. Astorga, el equipo visitante ya no enseñaba tanto a esos laterales ni monopolizaba la posesión del cuero sino que había dado un paso atrás para tratar de buscar las cosquillas a la defensa local con balones largos a la espalda. Así llegó esa ocasión de Puente y así también lo hizo el 0-1.

Hasta entonces el Pontevedra apenas había existido en ataque más que en un disparo de Alex detenido en innecesaria palomita por el portero leonés si bien es cierto que logró en varias ocasiones acercamientos peligrosos gracias sobre todo a las combinaciones rápidas y al primer toque de Jacobo y Mouriño.
Pero ese gol pareció cerrar la espita de la abulia granate y lo cierto es que en los últimos minutos del primer tiempo se produjeron dos jugadas que pudieron cambiar el marcador. La primera tuvo como protagonista a Jandrín que fue objeto de uno de los penaltis más claros que se hayan podido ver por estos andurriales en los últimos tiempos. Su jugada con reverso incluido dentro del área fue muy rápida y  un defensa verde le barrió con total nitidez sin que el colegiado tuviera a bien señalar el punto fatídico. En la otra jugada justo antes del descanso Jacobo se encontró con un balón de oro en el corazón del área pero ante la duda de pensar si estaba en posición correcta golpeó de primeras mandando el balón por encima del larguero cuando tenía tiempo de controlar, mirar y colocar la pelota en el lugar de la portería que hubiese escogido.

En los primeros minutos tras la reanudación se produce una jugada que incitaría a Luisito a realizar el primer cambio con todo lo que ello significó para la mejoría del juego granate.

En dicha jugada Capi (con una tarjeta amarilla desde los primeros minutos del choque) es superado por velocidad por Puente aún a pesar de tener ventaja en esa acción y el técnico de Teo decide reemplazar al espigado central (que corría riesgo de verse expulsado) por Pablo Carnero.
Este relevo supuso que Kevin pasase a desempeñar funciones de central; Mouriño (que empezó de media punta pero que mediado el primer tiempo se colocó en la izquierda) ocupase junto a Alex el medio centro; Borjas pasase a la izquierda y Carnero se situara en la posición de nueve por delante de Jacobo. Si a este cambio le unimos que escasos minutos después el Pontevedra consiguió el gol del empate gracias a un trallazo desde fuera del área de Mouriño en el que quizá el guardameta pudo hacer algo más, lo que sucedió es que el Pontevedra volvió a generar ese fútbol alegre y dinámico que ya pudimos ver en la segunda parte frente al Coruxo.    

El Astorga que antes de ese cambio aludido tuvo otra ocasión pintaparada para hacer el 0-2 en un cabezazo de Bandera que se fue fuera dejó de existir en ataque y los locales pasaron a dominar por completo el partido y a gozar de ocasiones desaprovechadas hasta que en ese minuto 89 llegó el premio del gol del triunfo.

Carnero pudo marcar antes pero su lanzamiento se fue por encima del larguero; Mouriño tuvo otra llegando de nuevo desde atrás pero su disparo se fue fuera; aprovechando un precioso pase de Carnero, Borjas se plantó ante el portero visitante pero un mal control provocó que este pudiese echar la pelota a corner; Kevín envió una falta al poste...

Fueron minutos en definitiva en los que el Pontevedra volvió a encontrar el fútbol y además dotó a sus acciones de ese empuje y garra que tanto gusta en las gradas de cualquier campo y que acabaron por derribar la muralla castellano leonesa.
Una jugada que puede servir de ejemplo de la concentración y el esfuerzo del equipo se produjo pocos minutos antes del 2-1. El At. Astorga  que lo fiaba casi todo a mandar algún balón largo que pudiese alcanzar un delantero, consiguió conectar un pelotazo tras un balón parado granate que Adrián Gómez se traga lastimosamente en banda derecha dejando una situación muy peligrosa para la retaguardia granate. En ese momento y llegando desde muchos metros atrás aparece Kevin Presa que arrebata el balón al delantero visitante y sale con aquel controlado para enviarlo de nuevo a campo contrario e iniciar una nueva jugada de ataque. 
La fuerza y el motor de este chaval resultan importantisimos para el equipo y acciones como esa dan seguridad a cualquier conjunto.

Ya con Pedro García sobre el césped en lugar de Jacobo (volvió Pedro a ocupar una posición un tanto más adelantada pro primera vez en casa como ya pasó en Santander) el equipo siguió presionando y casi al final se produjo esa jugada ya descrita al principio que acabó por desembocar en gol de Mouriño y el 2-1 final.

Justo es reconocer la extraordinaria segunda parte del menudo centrocampista granate. Ya he dicho en algunas ocasiones que este hombre apunta muchas cosas pero casi nunca acaba por materializar esas hipotéticas condiciones que le hicieron venir aquí y que mucha gente dice que esconde. En mi opinión, fue ayer en la segunda parte en la que se pudo ver a un Mouriño sobresaliente y lo que es más importante, continuo. No sólo fueron los dos goles sino que en esa segunda parte condujo cuando tenía que conducir, pasó de primeras cuando tenía que hacerlo y apareció continuamente para convertirse en el galvanizador del juego ofensivo de su equipo. Este sí es el Mouriño del que nos hablaron y espero que su actuación de ayer pueda convertirse en lo habitual y no en la excepción a la regla.      

Todavía quedaba el detalle final del colegiado del partido al decidir añadir la friolera de cinco minutos al tiempo reglamentario cuando no había habido motivos ni de lejos para ello. Aún así, el Pontevedra no sufrió en ese descuento y pudo materializarse la tercera victoria consecutiva que nos catapulta a la zona media de una clasificación en la que tan solo existe la diferencia de ¡5 puntos! entre el descenso y el cuarto clasificado.

La próxima parada, Aranda de Duero. Los burgaleses cuentan también con 13 puntos y tras ganar en Gijón es de suponer que tendrán la moral por las nubes. 

Allí llegará el Pontevedra el fin de semana para tratar de prolongar esta racha de victorias que tanta ilusión nos está haciendo. A buen seguro algunos aficionados granates querrán organizar viaje para no dejar solo al equipo e insisto en que sería no bueno sino obligatorio algún gesto de empatía por parte de la entidad. 
¿Se producirá? Ya lo veremos aunque he de reconocer que no soy muy optimista.