lunes, 28 de septiembre de 2015

UN EJERCICIO DE DESESPERANTE IMPOTENCIA

El partido atufaba desde el primer minuto a "abono premium 1-0 fuera de casa, edición granate" que echaba para atrás.
Tan solo quince días después de la rueda de prensa en Villaviciosa en la que alegó que el equipo había perdido por no ser él mismo y que seguiría jugando de esa forma sin poner cinco jugadores en defensa, Luisito se transformó en empresario de transportes el pasado Sábado y no sólo colocó el autobús en A Malata sino que le añadió un tranvía de dimensiones considerables para completar la profunda trinchera.
Lo que no sabía el técnico es que esa fortaleza "bus tranviaria" tenía agujeros por todas partes, especialmente por los costados (lo que vienen a ser las bandas de toda la vida en el fútbol, vamos) y que a poco que el rival empujara con sentido los vehículos acabarían por tambalearse como efectivamente así se produjo.

No sé cuales fueron los motivos de colocar cinco defensas sobre el césped departamental. Reconozco que me sorprendí cuando junto a Campillo y Capi apareció Bruno en la alineación inicial. Al principio pensé que colocaría a este último de lateral izquierdo como ya hizo en La Palma sorprendiendo a propios y extraños. Pero no. El plan establecía que cuando el Racing tuviera la pelota la línea defensiva estuviera formada por tres centrales más Adrían y Verdú en los laterales. Es cierto que por lo menos en la primera parte dio la impresión de que cuando éramos nosotros quien teníamos el balón Bruno se desplazaba hacia la banda y Verdú ejercía de interior izquierdo formado una línea de cinco medios junto al trivote ( Presa, Alex y Mouriño) y Jandrín en la derecha. Pero digo que dio la impresión porque realmente resulta complicado entender la disposición táctica del equipo durante los primeros cuarenta y cinco minutos. Pareció (insisto, pareció) que con pelota nos poníamos en 4-5-1 y sin ella con 5-4 -1.
Sea como fuera lo cierto es que la primera parte mostró a un Pontevedra desaparecido en ataque que sólo protagonizó una jugada ofensiva malograda por Mouriño al enviar fuera un centro desde la derecha y que con el paso de los minutos sufría cada vez más en defensa sobre todo por su banda izquierda. En bastantes ocasiones esa banda fue superada y el peligro rondó el área granate sin que los delanteros ferrolanos consiguieran tener un mínimo de claridad para traducir ese peligro en goles. Aún así, el Pontevedra no se veía especialmente agobiado especialmente en la primera media hora y los minutos pasaban entre el sopor y el aburrimiento de un partido que no estaba pasando precisamente a la historia por su calidad pero con esa sensación de que de seguir el encuentro con esos derroteros el gol nos "caería" en el cuarenta, en el sesenta, en el ochenta o en el noventa y dos.
Y a punto estuvo de llegar en la última jugada del primer tiempo en la ocasión más clara del Racing en esa primera mitad tras convertirse de nuevo nuestra banda izquierda en una autopista aprovechada por los verdes y  rematada por un disparo de un rival en inmejorable posición que Edu logró desviar en gran intervención.                      

Con ese lance terminó el primer tiempo en el que todos los que pudimos o quisimos vimos por la tele de nuevo a un Pontevedra inoperante o desaparecido en ataque y que volvía a tirar del esfuerzo y compromiso como únicos argumentos para intentar hacer frente a un rival que por otro lado había decepcionado por su carácter ramplón y algo cansino.

Pero en la segunda parte las cosas no mejoraron. De entrada pareció ( y digo otra vez pareció) que Luisito se quiso dejar de zarandajas y no movió a los cinco de atrás de sus posiciones, mantuvo el trivote pero ordenó a Jandrín que adelantara su posición para acercarse a Borjas y formar con 5-3-2.

Tal circunstancia no sólo no dotó de mayor "punch" ofensivo al equipo sino que propició que las bandas que ya habían sufrido algo en la primera mitad fueran el camino escogido una y otra vez por el Racing para profundizar y crear peligro en ataque.

Era un Racing impreciso, con errores técnicos impropios de un equipo que dicen que va a luchar por el liderato y con un Joselu cuya categoría es imposible discutir pero que el Sábado se mostró torpón e incluso dilapidó dos ocasiones claras de gol antes de la jugada que otorgó el triunfo a su equipo.
Pero a pesar de todo ello el partido adquiría cada vez más ese tufillo a derrota granate porque el Pontevedra no provocaba ni rasguños en la defensa ferrolana. Es cierto que en esa segunda parte se produjo el lanzamiento de Borjas que tras tocar en un defensa obligó a Mackay a estirarse y enviar a la esquina ese balón envenenado pero eso es poco, poquísimo para tratar de marcar fuera y a poco que el rival haga algo arriba lo lógico, lo normal, es que acabemos derrotados por ese dichoso 1-0.
A esa sensación de inoperancia contribuye igualmente la colección de faltas y corners al tobillo lanzados por Verdú. Insisto, si en partidos cerrados con marcadores igualados ejecutamos así el balón parado mal pero que muy mal vamos.   
Y la sensación de que todo iba a acabar peor otra vez se intensificó con el primer cambio granate cuando todavía quedaba sobre media hora para el final. Se fue Mouriño y entró Pedro García. Sí, Pedro García. Con dicha sustitución, el Pontevedra estuvo jugando con cinco defensas más Pedro, Kevin y Alex en el medio campo (por cierto, lleva este último dos partidos realmente preocupantes). Ocho jugadores eminentemente defensivos (o por lo menos no ofensivos) y lo que es peor sin una pizca de talento en el campo que pudiese establecer una conexión con el autobús-tranvía y Jandrín o Borjas.

Justo antes del gol del Racing el cambio fue Anxo por Jandrín con lo que la situación no cambiaba nada. Borjas y ahora Anxo seguirían aislados sin remedio.

Pero es a que todo esto se le unió por desgracia la autopista que siguió siendo la banda izquierda y el mal cuarto de hora final de Adrián Gómez que también provocó que la derecha hiciera aguas de manera irremediable. Ya antes del gol dos jugadas por esa banda provocaron mucho peligro en nuestra área. 
Y luego llegó el minuto 80 en el que se produce la jugada que acaba en el gol y que pudimos parar muchos metros más atrás. En el momento en el que un jugador del Racing recibe de espaldas más o menos a la altura de medio campo en banda izquierda hasta dos jugadores granates pudieron pararle en falta para abortar el contragolpe y como mucho ganarse una amarilla. No se hizo y todavía no se porqué y lo que sucedió es que ese jugador pudo progresar y pasar la bola a un compañero en tres cuartos que no dudó al ver llegar en carrera a Pablo Rey y mandarle un pase evitando el fuera de juego que le dejó delante de un Edu que a veces hace algún milagro pero que en esta ocasión estaba vendido.
Quedaban todavía diez minutos más el descuento pero el Pontevedra no fue capaz ni de llegar al área rival en ese tiempo (ya con Miki en el campo por Bruno, cambio hecho nada más encajar el tanto) dando una imagen de impotencia y de equipo pequeño realmente desesperante y difícil de digerir.

Se llevan ya consumidos seis partidos y parece que todavía no ha comenzado "nuestra liga". En al menos cuatro de estos encuentros se nos ha dicho que jugábamos con rivales mejores y con "hombres de mucha calidad y superior categoría". Lo cierto es que, por poner un ejemplo, el Compostela con su derrota de ayer ante el Somozas es colista de grupo pero en la previa del partido de Pasarón se encargaron de "concienciarnos" de que venía un aspirante al liderato. Digo esto porque el Domingo llega a Pontevedra el Coruxo. El equipo vigués ha empezado tan bien la temporada que vendrá a Pontevedra vestido de lider y ya sé los argumentos que escucharemos desde dentro desde mañana mismo. Se dirá que viene otro "super equipo", con jugadores tremendos (recuerdo que es a veces titular Cristobal Juncal que jugó aquí el año de 3ª que no se disputó el play off) y que habrá fichado gente con la que nosotros no podemos ni soñar pero el caso es que a este paso "nuestra liga" no comenzará nunca o cuando lo haga nos encontrará un tanto descolgados de esos "presuntos compañeros de viaje en el sufrimiento".

¿Seguirá bromeando la presidenta con los puntos que nos separan del liderato o ya empezará a comprender que esto va en serio y que hay que ponerse las pilas desde ya?

           
    

lunes, 21 de septiembre de 2015

Y si nos vamos para no perdernos la primera de Pau?

Es Pau Gasol una de esas figuras del deporte que resultan un tanto atípicas. Junto a un potencial baloncestístico espectacular, unas condiciones técnicas y físicas sublimes y una mentalidad a prueba de bomba que hace que su liderazgo resulte indiscutible (da a veces la impresión que si le pide a Rudy, Chacho o Felipe que se tiren por un puente para alcanzar una pelota estos lo harían gustosos) aúna un componente emotivo en su manera de ser que a mi me ha cautivado desde hace mucho tiempo. Porque además de ese Pau de expresión salvaje tras machacar el aro francés para ponernos a un punto en semifinales cual leopardo tras hincar los dientes por primera vez en la piel de un corzo largamente perseguido existe ese otro arrasado en lágrimas de emoción tras las semifinales del mundial de 2006 ante Argentina que le dieron a España la clasificación para la final. Esas lágrimas reunían la alegría inmensa por el importante triunfo conseguido y la rabia por la grave lesión que en los últimos minutos de ese encuentro había sufrido al romperse un dedo de un pié (lo que no evitó que convirtiera un tiro libre clave ya lesionado). Ese percance le iba a impedir no sólo disputar esa final sino que comprometía seriamente su presencia en la primera parte de la liga regular de la NBA con todo lo que ello conllevaba por los altos emolumentos que ya en ese momento cobraba en Memphis. Era tal el ascendente de Pau sobre sus compañeros por aquel entonces que después de ganar en un final agónico ese encuentro varios de sus compañeros le transportaron a la silla de la reina hacia el vestuario con los ojos igualmente vidriosos ya no solo por la emoción de la victoria sino por el dolor y la trascendencia que esa lesión suponía para su amigo. La imagen de grupo, de piña, de solidaridad en ese equipo resultó conmovedora y alcanzó su punto máximo dos días después al arrasar sin la presencia de Pau a una Grecia que era campeona de Europa y había vencido a los americanos en semifinales y dedicarle la victoria a ese larguirucho barbudo que a pesar de ser ya una estrella en el firmamento profesional americano no dudaba verano tras verano en acudir a reunirse con sus colegas para jugar al baloncesto. Y así, esa aventura maravillosa de la "ñba" ha continuado verano tras verano capitaneado salvo un par de excepciones por Pau Gasol al que haberse colocado un par de anillos en sus manos no le resultaba impedimento para acudir a la llamada de su grupo y seguir agrandando la leyenda de esta generación dorada que resultará irrepetible para el baloncesto español.

Enhorabuena pues a Gasol y a todos los componentes de este equipo que superando en esta ocasión muchas más adversidades que otras veces han vuelto a convertirse en los verdaderos Reyes de Europa aunque algún otro miembro de la monarquía acompañado convenientemente por su paje haya salido como no podía ser de otra manera y por desgracia siempre ocurre en la foto del éxito.

Jugaba el Pontevedra dos horas antes de esa gran final del Eurobasket y quien más quien menos pensaba en escabullirse con rapidez nada más producirse el pitido final para acudir a la cita con la televisión. No sé si sería porque algunos no quisieron arriesgarse a perderse ni un segundo del duelo hispano-lituano o por la retransmisión por la "caja tonta" del partido o quizá por el calor reinante que invitaba a disfrutar del posiblemente último Domingo veraniego del 2015 pero lo cierto es que el espectáculo en las gradas volvió a ser cuanto menos decepcionante y ni la presencia de unos 200 seguidores compostelanos consiguieron dotar al partido de ese ambiente especial y eléctrico que suelen tener estos encuentros de rivalidad.
Hace unos días la Presidenta del Consejo volvió a congratularse públicamente de la buena marcha de la ¿campaña? de abonados del club y afirmaba que se habían hecho más de 700 altas nuevas. Lo cierto, lo real, es que en los tres partidos de Liga jugados en casa la afluencia ha sido escasa y para nada superior a la reunida en los partidos de tercera y eso empieza a ser preocupante. 

Y bajo ese sol de justicia antes mencionado salió el Pontevedra al césped con una alineación muy parecida a la presentada el día del Tudelano. Portería y defensa habitual más el doble medio centro de siempre, Jandrín por derecha, apareció Anxo por la izquierda, Mouriño algo por detrás del punta con libertad para moverse por todo el frente de ataque y Borjas arriba.
Y enseguida pudo comprobarse que los dos equipos se mostraban algo más cómodos cuando no tenían la posesión de la pelota. Con alta intensidad y constante presión ambos rivales buscaban hacerse daño robando en zonas peligrosas y saliendo con velocidad hacia la portería contraria. El Compostela trataba de evitar que los locales combinaran por el medio adelantando mucho esa línea presionante obligando a portero o defensas granates a jugar en largo y el Pontevedra intentaba no dejar respirar a los celestes mordiendo y encimando en medio campo. Así las cosas, el partido perdió la vistosidad y el toma y daca que caracterizaron los dos primeros en casa y se convirtió en un ejercicio de exhibición física que apenas permitió llegadas con peligro a las áreas.
Tuvo el Compos dos ocasiones en estos primeros cuarenta y cinco minutos abortadas ambas por un hombre que sigue siendo siendo fundamental en el Pontevedra, Edu Sousa. Especialmente en la segunda de esas acciones demostró su categoría al atajarle a Orbegozo un tiro cruzado efectuado en pintiparada posición para hacer más pupa.

Por su parte, el Pontevedra que logró elaborar un par de contras rápidas sin remate final, gozó de su mejor ocasión en una llegada de Kevin que controló con el pecho ya dentro del área y sin dejar caer la pelota conectó un derechazo imponente que fue despejado en bella intervención por Guillén.

A destacar en este punto la completa nulidad del equipo granate en las jugadas a balón parado ofensivas. No me refiero a la falta señalada en la media luna del área santiaguesa lanzada por Verdú y que se fue lamiendo el palo de la porteria visitante sino a otras dos faltas laterales (una en la primera y otra en la segunda parte) en posición peligrosa que el Pontevedra desaprovechó lastimosamente. En ambas se optó por lo mismo. Ceder la pelota hacía una posición más retrasada en la que se botaba la falta para que un jugador ensayase un disparo imposible desde muy lejos y ya con un defensor encima. Es cierto que en estas fechas se celebra el prestigioso mundial de rugby en Inglaterra pero hacerle un homenaje a este deporte con esos "lanzamientos a palos" no creo que resulte procedente. En esta clase de partidos cerrados y con escasas opciones de gol ejecutar de manera tan deficiente la estrategia debería motivar un serio toque de atención al "capitán de infanteria" de la división de este lance militar.

Y con la llegada de la segunda parte el partido se tornó aún más trabado, espeso y y poco edificante a la vista. El Pontevedra tardó muy poco en venirse a bajo físicamente y sólo la poca o casi nula ambición compostelana ( las prisas parecieron llegarle en el 86 tras la expulsión de Carnero) y el indudable buen hacer defensivo del equipo impidieron que la cosa hubiese acabado en derrota.

No entendí muy bien el carrusel de posiciones ordenado por Luisito nada más comenzar este segundo tiempo. El primer cambio fue el de Tomás por Anxo y eso propició que Mouriño pasase a la izquierda y Tomás se colocara por detrás de Borjas. No debió gustarle el experimento al técnico pues tras el segundo cambio(Carnero por Mouriño) fue Borjas el que pasó a jugar por la izquierda (sí, Borjas) y Carnero en punta. Pero es que con el tercer cambio (Tubo por un tocado Borjas) fue Jandrín quien se convirtió en inquilino de la esa banda zurda, Tubo de la derecha y en algún momento no demasiado lejos del final del partido se decidió también intercambiar la posición de Tomás con la de Alex pasando este a jugar más cerca del punta.

Sea como fuere este constante cambio de posiciones en ataque no consiguió dotar al Pontevedra de frescura y profundidad arriba pero tampoco rompió la estructura defensiva de un equipo que a falta de goles a favor por lo menos mantiene un bajo número de goles en contra gracias a una buena organización defensiva capitaneada otra vez por un omnipresente Kevin Presa que se encargó de destruir gran parte del juego ofensivo rival. Ese saber sufrir otorgó ayer por lo menos un punto que puede resultar importante a final de temporada. Es cierto que el Compostela en esta segunda parte fue mejor y dominó más el juego pero no encontró remate en esas dos o tres jugadas en las que desbordó sobre todo Goti por banda izquierda y que sembraron la inquietud en la parroquia local.

Y por supuesto vamos a hablar de Carnero. No pueden existir dudas al afirmar que la acción que le costó la expulsión es un error garrafal que pudo haber costado más caro al equipo y que no tiene justificación. Posiblemente tanto hoy como los próximos días escucharemos y leeremos opiniones acerca de este lance y de la irresponsabilidad del jugador. Ahora bien ya será más difícil que escuchemos que en los escasos quince minutos sobre los que estuvo en el césped volvió a demostrar que su presencia en el once resulta más que obligatoria. Dejó en dos jugadas diferentes y con dos pases de primera exquisitos a un muy desacertado ayer Alex en posiciones ventajosas para crear peligro que se desaprovecharon. Y convirtió un melón en un balón de fútbol al controlarlo de manera magistral y abrir a la derecha sin dejar caer la pelota en un cambio de juego que podría haber llevado mucho más peligro para el rival de no haber desbaratado la jugada un compañero.          

De Carnero, pues, sólo puedo decir que ayer se equivocó gravemente y la sanción de más de un partido que le espera no hace sino perjudicar mucho a su equipo pero también me gustaría que se aclarara de una vez por todas en que consisten esas molestias en su rodilla que según las palabras de su entrenador le obligan a dosificarlo.¿ Qué molestias? ¿Tendinitis, esguince, distensión ...? ¿No juega realmente por eso o por que se prefiere jugar con un delantero y que este sea Borjas?    

Tampoco resulta muy entendible la posición de Tomás sobre el terreno de juego que es cierto que concuerda con la opinión aparecida en prensa la pasada semana de Luisito en las que le describía como delantero.
Como ya se ha dicho, ayer disputó casi toda la segunda parte en una posición muy adelantada y sólo en los últimos minutos jugó más retrasado.
Es evidente que no tengo ni idea de fútbol, eso está claro. Pero con el paso del tiempo me percato que entiendo menos pues si Tomás es delantero es que entonces algo importante me he perdido por el camino y más cuando el propio entrenador declara tras el partido que con el cambio del canterano quería lograr mayor posesión del balón. Creo yo que dificilmente podrá lograrse eso si se le coloca cerca del área contraria.

Al margen de todo esto, lo cierto es que con el punto de ayer acumulamos cuatro en la tabla y las perspectivas más inmediatas (viaje a Ferrol el fin de semana que viene) no parecen muy propicias para aumentar el casillero.
Supongo que nos cansaremos de oír durante toda la semana las excelencias de la plantilla verde y que está poblada de jugadores de superior categoría, igual que la del Compostela.

Aún así, este bloguero ingenuo no desecha la posibilidad de puntuar en A Malata si se trabaja bien colectivamente. No podrá contarse con Carnero y quien sabe si con Jacobo pues en este club conocer el verdadero alcance de las lesiones de los jugadores y sus periodos de baja hace tiempo que resulta imposible pero no estamos para regalar nada y a pesar de que las urgencias resultan exageradas en Septiembre no podemos olvidar que Octubre está a la vuelta de la esquina.          
    
                      

lunes, 14 de septiembre de 2015

De valentías presuntas e incomprensibles suplencias

Ayer Domingo por la noche el característico sonido de mi teléfono al recibir un whatsapp distrajo mi atención de las páginas del libro que estaba leyendo. "He estado fuera el fin de semana. Aislado adrede para desconectar.Acabo de llegar y me he enterado del resultado. Lo de siempre, no ?". El mensaje era de un buen amigo otrora abonado del club pero que sigue la actualidad del mismo aún a pesar de acudir de forma más intermitente a ver "in situ" los partidos del Pontevedra. He de confesar que no mostré ni pizca de locuacidad en mi respuesta. "Sí". Fue el único, corto y tajante vocablo que salió de mi "pequeño demonio electrónico" y que recibió mi compañero en contestación a su mensaje.

Es cierto que mi carácter (de por si algo huraño porque no decirlo) empeora un tanto el Domingo por la noche ante la cercana perspectiva de ese Lunes implacable e inmune a toda solicitud de reposo mañanero pero la verdad es que tampoco me apetecía en ese momento aporrear el teclado para repetirle a mi compañero casi los mismos argumentos que le llevo exponiendo desde hace meses cada vez que el Pontevedra termina un partido como visitante.

En ese escueto, seco e inapelable "sí" se recogía ayer noche un nuevo partido mediocre y ramplón del equipo lejos de Pasaron. Y esa opinión no solo se deriva de las crónicas tanto radiofónicas como escritas del encuentro jugado en Villaviciosa sino de otra rueda de prensa "impagable" del entrenador granate. Es Luisito un técnico que cuenta con muy buena prensa entre los jugadores y parte de los medios de comunicación. Cada vez que se le pregunta a un jugador del Pontevedra (o a algún otro de otros equipos pero que en el pasado hayan estado bajo su mando) no dudan en afirmar que es un extraordinario entrenador y que el Pontevedra está en buenas manos y no hay duda que cumplirá el objetivo marcado.Incluso después de presenciar desde la gradas de Pasarón exageradas y tribuneras broncas del teense a determinados jugadores, preguntados estos al finalizar el encuentro por tal circunstancia lejos de mostrarse dolidos o enfadados con su entrenador lo alaban y argumentan que lo que pretende con esos ademanes es mejorar su rendimiento.

No hay duda pues sobre la identificación de los jugadores con su técnico y no la hay aún a pesar de esas ruedas de prensa que protagoniza Luisito en la que resulta prácticamente imposible encontrar atribución de responsabilidad propia en las derrotas y sí múltiples factores que influyen en que el conjunto granate naufrague lejos de su campo.
Y eso que ayer el de Teo dijo textualmente despues el partido que tras las molestias de Queijeiro que motivaron su sustitución decidió cambiar el sistema "y el equipo se le vino abajo". Después de esta frase que parecía una declaración humilde y hasta positiva de un error cometido, Luisito pasó a completar el argumento diciendo que en la segunda parte no habían sido ellos mismos. Que de haberlo sido habrían ganado el partido y que lo que tiene que decir ya se lo dirá a los jugadores en la caseta. ¿Qué les tiene que decir en la caseta? ¿ Abroncar a Queijeiro por lesionarse? ¿Regañarles por haber pasado a jugar con otro sistema cuando fue él quien decidió dicho cambio?

En ninguna crónica que he podido leer (y no han sido pocas) se describe con que sistema jugó el Pontevedra ayer Domingo en Asturias. Por la alineación sacada podría deducirse que o bien se jugó con tres por el medio (Kevin, Alex y Queijeiro) dejando un lado para Mouriño, el otro para Jandrín y la punta para Borjas. O bien el ex del Coruxo o el recién llegado Queijeiro acompañaron a Kevin en el doble medio centro y el otro se adelantó para formar con Mouriño y Jandrín una línea de tres medias puntas. Si el problema según dice el propio Luisito fue el cambio de sistema por la lesión del ex fabrilista que provocó la entrada de Anxo lo que no se entiende es por que no sacó a Pedro García (medio centro) al césped y sí al afilado extremo . Si se estaba jugando con "trivote" Pedro encajaría ahí a la perfección y si Queijeiro estaba jugando más adelantado con colocar a Alex en su lugar y Pedro por detrás junto a Kevin el sistema seguiría siendo el mismo.

No quiero que se entienda mal lo que estoy diciendo. No por que hubiera salido Pedro en el primer cambio en vez de Anxo creo que no se hubiera perdido sino lo que intento explicar es que la razón esgrimida por Luisito para que el equipo " se le viniera abajo" podría haberse evitado pues ese cambio de sistema no era obligatorio.

Ahora bien, quizá las preguntas que habría que hacerse sean otras. Y para empezar una muy clara. ¿Puede permitirse el lujo el Pontevedra CF de dejar en el banquillo a Pablo Carnero? Sí, Ya sé que algunos dirán que si las molestias en la rodilla, que si no tiene ritmo y que "si la abuela fuma".Pero que levante la mano quien hubiera escuchado la rueda de prensa del partido frente al Tudelano y no supiera ya tras escuchar a Luisito que Carnero no iba a jugar de titular en Villaviciosa por razones completamente ajenas a sus molestias.Que sí había hablado con el, que si los centrales en 2ªB no son como los de 3ª...

Y es que está muy bien ( y vuelvo a la rueda de prensa de ayer) que Luisito se "adorne" diciendo que  prefiere jugar así aunque se pierda que no con cinco defensas y más defensivo cuando el Pontevedra fue incapaz de generar más ocasión de gol que la de Capi en el primer minuto (pues si la de Jandrín que pudo verse en el resumen es considerada ocasión clarísima como alega el técnico es que a lo mejor no tenemos la misma concepcíon de ocasión manifiesta de gol). Esa es otra característica de estas ruedas de prensa. Remitirse a ocasiones enormes de gol que falla el equipo y que nos penalizan al final. Pero lo cierto es que en aquellos partidos que se han podido ver por televisión enteros y los pequeños trozos de los resúmenes de otros esas ocasiones o no son tan claras o no son ni mucho menos tan numerosas.

Pero volviendo a la suplencia de Carnero (cuya titularidad no asegura en absoluto la consecución de puntos pero sí cuestionan la presunta valentía del entrenador fuera de casa) los mejores minutos como visitante del Pontevedra fueron en Cáceres hasta que la expulsión del vigués desbarató los planes granates. Todos los que vieron el encuentro coincidieron en que el Pontevedra se estaba imponiendo al Cacereño y jugar con dos delanteros no resultó impedimento para mostrar esa superioridad. Que no pasa nada por jugar con uno o como quiera el entrenador. Pero lo que no se puede luego es dar clases de valentía o de osadía forastera por jugar con cuatro defensas en vez de con cinco.

Porque otra muestra de esa presunta valentía sería la de no acordarse de manera permanente y tozuda de las características del estadio del rival durante toda la semana previa. Que si el campo es muy estrecho, que si es muy corto. Que si no tiene grada y entra el viento. Que si está seco. Qué si está mojado etc etc. Lo que resulta grotesco es que luego lleguen a Pasarón equipos que juegan en "cajas de cerillas"o en " escenarios huracanados" y se adapten a nuestro campo mucho mejor que nosotros a los de ellos.

Sabíamos y sabemos que casi seguro tocará sufrir esta temporada. Casi toda la afición granate es consciente que tendremos que remar y mucho para no complicarnos en los puestos de abajo y volver al sótano del pozo en el que todavía estamos. Incluso a casi todos (a mi el primero) nos ha gustado bastante el Pontevedra en los dos partidos jugados en casa. 
Pero no vendría mal en mi opinión llamarle a las cosas por su nombre. Si vamos a Villaviciosa,  "no jugamos un pimiento"y perdemos justamente el entrenador debe afrontarlo, comulgar con esa humildad que tanto predica para el resto de los componentes de la entidad incluida la afición,  reconocer los errores no sólo de sus hombres sino los propios y no echar la culpa (a falta de decisiones arbitrales controvertidas), al campo, a las lesiones o al "empedrado".       


     

                

lunes, 7 de septiembre de 2015

Love is in the air (y si se gana muchísimo más)

Ya lo decía El Canto del Loco en una de sus canciones más famosas. Es en esa en la que un desatado Dani Martin solicita besos a todas horas.Besos por la mañana, besos por la tarde y besos "pa" cenar. Creo que casi todos estaremos de acuerdo con este grupo musical ya disuelto en que besar es una de las acciones más agradables y placenteras que podemos llevar a cabo.
Existen, no obstante,  muchas modalidades de beso.
Centrémonos, si me lo permiten, en los besos de pareja. Tenemos, por ejemplo, ese denominado "de tornillo" en el que cogemos la cabeza de la otra persona con las manos y le plantamos nuestros labios en los suyos en un decir Jesús y no los separamos hasta que con un leve movimiento corporal ella (o el según el caso) nos indica que es mejor terminarlo antes de provocar un síncope por falta de oxígeno. Si trasladásemos ese beso al transcurso de un partido de fútbol sería el que yo podría darle a una mujer en el instante en que mi equipo marca un gol importante.    
Luego existe ese beso leve casi casto que apenas roza los labios del otro y que generalmente viene acompañado de una expresión de apoyo y comprensión. Ese sería el beso que yo mismo podría recibir al ser mi equipo el que encaje ese tanto trascendente. Y que decir del beso juguetón, travieso y premonitorio. Hablo del beso en el que enganchamos con nuestros labios uno de nuestra pareja y lo rematamos con un leve mordisqueo del mismo. A través de ese beso (que suele darse siguiendo con el símil futbolístico cuando la ventaja de los nuestros se amplia y la cosa parece que va a acabar bien) solemos transmitirle a ella (o a el) que se vaya preparando. Que si la cosa acaba como parece la noche podría adquirir tintes memorables. A su vez ella ( o el) miraría a la estrella del equipo rival y le rogaría en silencio que no se le ocurriera meter un gol a ver si una vez por todas la noche terminaba como tenía que terminar. No de forma memorable (pues ya conoce las exageraciones de su chico o chica y sabe que no habría "hat trick") pero sí por lo menos con un gol metido con la espinilla y a trompicones.
Y para finalizar tenemos ese beso pasional, casi sexual, en el que la "sin hueso" se introduce sin ambages y recato en la boca de la otra persona para recorrerla con frución y casi desesperación sin dejar un sólo centímetro sin explorar. Ese ese beso intenso y profundo que se produce una vez el partido ha terminado y el título se ha conseguido. Ese beso que como se ha dicho más arriba casi nunca es anticipo de un "hat trick" pero que si es preludio, por lo menos, de una víctoria mínima y ajustada.

Supongo que llegados a este punto aquellos que hayan entrado a curiosear por aquí para ver que decía este humilde bloguero sobre el partido jugado ayer por el Pontevedra o bien han salido abrúptamente ya de la página tildándome de mamarracho peligroso o bien estarán pensando que vale ya de majaderías y vamos al tema que nos ocupa.
Tienen toda la razón, ya me callo. Aunque en las próximas líneas los que hayan permanecido leyendo podrán encontrar alguna explicación a tanto ósculo futbolero.



Afrontaba el Pontevedra el encuentro sabiendo que de perder sería el único equipo con cero puntos tras la tercera jornada y de empatar el único con uno. Se sabía por tanto que de no vencer nuestro lugar en la tabla sería el de colista y en solitario. A estas alturas de competición las urgencias todavía no existen pero quien más quien menos pensaba que más nos valdría obtener la victoria para rellenar el entorno del club de tranquilidad y confianza en lo que se hace.

Ya fuera por que la tarde del Domingo apareció veraniega y calurosa, bien porque todavía hay gente de vacaciones a primeros de Septiembre o por alguna otra razón entre las que no termino de descartar todavía la muy mejorable política de precios de la entidad, lo cierto es que la afluencia de espectadores a Pasarón volvió a estar por debajo de las expectativas.
Eso sí, por lo menos en la grada de tribuna, se pudieron ver caras nuevas de aficionados que hasta ahora no habían aparecido por el estadio.
Entre esos nuevos seguidores se encontraba una pareja sentada en la fila inmediatamente anterior a la que ocupa este bloquero empezando por abajo.
El, moreno, con la piel bronceada y músculos convenientemente marcados apenas superaría la veintena. Ella igualmente morena aunque de piel lechosa, muy guapa y aproximadamente de la misma edad.

Una vez instalados en sus asientos y después de los primeros arrumacos de cariño mutuo protagonizados por la pareja comenzaba un encuentro que debo confesar volvió a parecerme entretenido y con buen juego sobre todo en la primera mitad.
Cuatro años son muchos y más en tercera en la que el noventa y cinco por ciento de los partidos son directamente intragables pero tampoco la 2ªB antes del descenso era la panacea futbolística. Aún así, vuelvo a insistir en que tanto el partido con el Guijuelo como en el de ayer me divertí con pasajes de fútbol por parte de los dos equipos bastante superiores a lo que me esperaba.

Salió el equipo con una sola novedad respecto a los hombres titulares hace quince días frente al Guijuelo. El único cambio lo provocó la sanción de Carnero cuyo puesto en el campo fue ocupado por Borjas. Tampoco hubo demasiadas novedades respecto a la ubicación de los jugadores sobre el césped. Defensa de cuatro adelantada, cuatro en el medio con Jandrín por la derecha y Jacobo por la izquierda y si acaso una posición un tanto más retrasada de Mouriño que intentaba hacer de enganche con el punta más que hacer pareja con Borjas.

Por su parte, el Tudelano lejos de salir "aculado" planteó su defensa igualmente adelantada para hacer bloque con el resto del conjunto y salió con la idea de tocar y buscar el partido sin dejar demasiado espacio a la especulación. La primera ocasión, de hecho, fue para los navarros pero Arkaitz no aprovechó un balón filtrado a la espalda de la defensa granate y envió en buena posición un remate flojo a las manos de Edu.

Pero pronto llegó el primer gol. Y fue precioso, por cierto. Alex en medio campo lee perfectamente la defensa adelantada del rival y envía un pase magistral (de los que casi valen el precio de una entrada) hacia Jandrín que rompe por velocidad a la defensa y en vez de tirar burla al portero al enviar el balón a la izquierda para que un Borjas lanzado machaque sin oposición alguna el 1-0. Es en ese instante cuando el componente masculino de la pareja "chic" obsequió a su damisela con un beso de tornillo de libro que terminó una vez nuestros jugadores volvían a su propio campo para reanudar el juego.

A pesar del gol el encuentro no cambió demasiado su fisonomía. El Tudelano que había salido atrevido no hizo sino persistir en su actitud ahora también por necesidad y el Pontevedra que no rehuía la posesión más calmada en ocasiones trataba sobre todo de volver a coger a los navarros a la contra con balones a ras de suelo aprovechando el espacio dejado a sus espaldas por el rival.Un rival que demostraba bastante calidad a la hora de combinar con jugadores como Valero, nuestro conocido Bravo, Eneko, Mato y en menor medida el hermano del internacional español Azpilicueta. Sin embargo, la mejor ocasión navarra llegó a balón parado al desaprovechar su lateral derecho un remate de cabeza en buena posición a la salida de un corner. Es este Tudelano un equipo bastante alto también y en esos saques de esquina lanzados casi siempre por Víctor Bravo sembraba inquietud en la parroquia local. Pero el Pontevedra seguía interpretando el guión y alrededor de la media hora marró una ocasión de las que no se deberían perdonar nunca. Mouriño y Jacobo trenzan una buena jugada de contra por la izquierda y este último envía el balón al corazón del área para que Borjas, solo y con tiempo, remate de primeras al centro de la portería encontrando las piernas de Pagola.
Era la primea vez que veía a Borjas Martín. En un solo partido cualquier valoración no puede ser ni justa ni completa. La primera impresión, no obstante, que me ha causado es la de ser un jugador no excesivamente técnico pero sí rápido y sobre todo incansable a la hora de tirar desmarques. Ayer se ofreció en multitud de ocasiones a su compañeros y esa movilidad y esfuerzo pueden casar a la perfección con Pablo Carnero una vez los dos puedan jugar muchos minutos juntos (hay que recordar que en Cáceres en donde coincidieron en el "once" el vigués fue expulsado a los veintipocos minutos).

Incluso el propio Borjas debió solventar mejor una ocasión muy buena al filo del minuto cuarenta al aprovechar en primera instancia un error grave del portero y un defensa navarro pero equivocarse después al no ceder la pelota a Jandrín o bien mandarla al interior del área en donde se encontraban dos compañeros en inmejorables condiciones para aprovechar el desbarajuste defensivo.
Y cuando se perdona se suele pagar aunque ayer no fue así al anular el árbitro del encuentro un gol al Tudelano en la última jugada de la primera parte. Todo empezó en una falta lateral que sale rechazada hacia la portería y permite a Nandi enganchar una plástica volea y perforar la meta de Edu. El árbitro y sobre todo el asistente entendieron que la pelota había tocado en un jugador visitante y no local e incluso por la tele resulta difícil determinar en quien pega la pelota. Por si acaso (ante la cara de susto que se le había quedado al "chico chic") su compañera le premió con ese levísimo beso que apenas rozó sus labios indicándole que a pesar de la anulación del tanto ella estaba allí para el caso de que se le hubiera dado validez.

Tras el descanso la decoración no cambió en demasía. Es cierto que el fútbol decayó un poco dando paso más a la emoción por el resultado y a la intensidad con la que ambos equipos se manejaban sobre la hierba. Pero es en esos instantes de incertidumbre y de lucha sin cuartel cuando suelen aparecer las "columnas vertebrales" de los equipos. Y así  ocurrió ayer en el Pontevedra CF. Primero Edu al sacar de manera magistral un uno contra uno con Eneko al filo del cuarto de hora demostrando que sigue siendo un seguro en ese lance del juego. Luego Campillo muy bien secundado por Capi al evitar varios ataques navarros con cruces oportunísimos y alguna anticipación a las que nos tiene acostumbrados. Que decir de Kevin Presa que se cansó de robar balones y destruir el juego visitante desplegando su habitual derroche físico y abarcando una gran cantidad de espacio. Y a falta de Carnero apareció Borjas que a un cuarto de hora del final repitió haciendo el segundo. Poco antes el Tudelano había gozado de su segunda pintiparada ocasión para el empate tras romper a la defensa granate por su lado derecho y quedarse Valero solo en un lateral del área. El pase de la muerte de este sale un poquito fuerte y Arkaitz llegando desde atrás y en escorzo sólo puede golpear en semi fallo y en el aire el esférico que se marchó fuera de la portería local.
Ya se había a esa alturas marchado un gris ayer Jacobo dando paso a Queijeiro e igualmente Mouriño había dejado su sitio a Anxo. Precísamente el cambio del media punta constituyó un acierto por parte de Luisito pues se produjo nada más cometer aquel una falta innecesaria en medio campo y más contando ya con una amarilla. Una vez cometida esa infracción y comprobar que el colegiado no se llevaba la mano al bolsillo, el técnico llamó a Anxo para ocupar esa banda izquierda que tras el cambio de Jacobo estaba siendo regentada por el propio Mouriño.
Bien es cierto que el tercer cambio fue un poquito más extraño. Todavía con el 1-0 en el marcador Adrián Gómez fue sustituido para dejar su lugar a Bruno pasando a ocupar el lateral derecho Campillo. Desconozco si el bravo lateral tenía algún problema físico pero de no ser así ese cambio resulta un poco cuanto menos extraño.

Y fue precísamente Anxo quien en una buena jugada en la que se dejó de florituras y dicho de forma más vulgar de "gaitas" penetró por esa banda y colocó un balón de oro a Borjas que de primeras y delante del portero conectó un certero remate que llevó la tranquilidad a las gradas y la euforia a la pareja "chic" que tan cerca de mi posición estaban y que culminó con ese beso de él, premonitorio, travieso y juguetón que auguraba un estallido de pasión en no demasiado tiempo.    

Aún tuvo tiempo el Tudelano para plantarse otra vez delante de Edu y desbaratar este en el 82 otro uno contra uno que de haberse convertido habría traído la inquietud de nuevo al ex vetusto pero la sobriedad de ese portero volvió a quedar patente y el partido pudo finalizar al fin con ese 2-0 en el "luminoso" que incrusta de lleno al Pontevedra en el medio de la tabla y ahuyenta algunos fantasmas que pugnaban ya por pasear con sus sábanas blancas por las gradas del Estadio.

Y así, mientras el equipo recibía la merecida ovación de sus seguidores y la "sin hueso del "chico chic" exploraba ya (cual Alain Quatermain los senderos en alguna de sus expediciones) el interior de la boca de su acompañante decidí desalojar mi asiento del Estadio con la confianza de que la pareja lograra refrenar a tiempo su alegría y pudiera explayar toda esa pasión en algún lugar íntimo en el que no sé si se habrá marcado un "hat trick" pero a buen seguro el marcador no se habrá quedado a cero.    
        
         

  

  

jueves, 3 de septiembre de 2015

Aquel verano del 81

Corrían los últimos días del mes de Agosto de 1981. Yo tenía apenas ocho años y como quiera que el colegio todavía no había empezado me encontraba junto a mi familia en una finca que mi abuelo tenía en El Marco que por aquel entonces parecía encontrarse muy lejos del centro aunque ahora debido al crecimiento de la ciudad parezca mucho más cercano.
Aquel verano que agonizaba había sido especial. No recuerdo si por iniciativa puramente propia o por insistencia del pesado de su hijo mayor que ahora escribe estas líneas, mi padre tomó la decisión de hacernos socios del Pontevedra CF. Él nació en Bilbao y aunque se marchó de muy niño a Madrid donde pasó toda su infancia, adolescencia y primera juventud se trasladó a Pontevedra tras conseguir una plaza de funcionario antes de cumplir los treinta. Mi madre siempre nos ha contado a mis hermanos y a mí que una vez aprobados los exámenes cogió un mapa de España y decidió instalarse en el punto más lejano de la capital al que pudiera llegar. Cierta o no esta anécdota (mi padre muy futbolero desde siempre no lo admite y precisamente dice que escogió esta ciudad por su equipo de fútbol) lo que sí se corresponde con la realidad es que a finales de los sesenta se hizo socio del Pontevedra y vivió algunos de esos maravillosos años del hai que roelo y la primera división. Luego lo dejó (no sé muy bien por qué, la verdad) pero el caso es que aquel agosto del 81 apareció un día por casa con tres carnés para la temporada 81/82. Eran carnés como los de antes. De cartón y con su espacio habilitado para la “grapadora” del portero de la grada y uno era de adulto (para él) y otros dos infantiles (para mi hermano pequeño y para mi).
Recuerdo todavía la ilusión que me hizo coger ese simple trozo de papel cartón entre mis manos pero lo que no sabía entonces era la relación tan intensa que a lo largo de los años se iba a trenzar entre el Pontevedra CF y yo.
Aquel día, casi a punto de entrar en Septiembre, mi padre no estaba de humor y no parecía muy receptivo a la hora de coger a sus vástagos y el coche para acudir al primer partido en casa de la temporada. Yo siempre fui muy tímido y bastante testarudo (porque no reconocerlo) y me limitaba a acudir a la sala en la que se encontraba de cuando en cuando para preguntarle que hora era y mirarle con cara de circunstancias. Debí adquirir un grado de pesadez ciertamente insoportable pues en un momento determinado mi padre se levantó del sillón de no muy buenas maneras, dejó su periódico y con cara de malas pulgas me dijo sin ambages “coge la chaqueta que nos vamos”. Se me aceleró el corazón de manera inmediata (puedo asegurar que todavía lo recuerdo) y “volé” en pos de la dichosa prenda de ropa hasta colocarme delante de la puerta para coger rumbo al estadio.
Así empezó todo. Yo ya había asistido al campo alguna vez pero para corretear entre la última fila baja de tribuna y un pequeño murito que separaba la grada de un trozo de hierba que desembocaba en las vallas del terreno de juego y poner de los nervios a mis padres y abuelos (y supongo que a más aficionados por allí ubicados) ante un posible accidente.
Pero esto era diferente. El fútbol ya me había atrapado hacía poco y ese día iba a ver el partido y por supuesto a comprobar cómo lo ganaba mi equipo.
Era el Pontevedra 81/82 un equipo que volvía a la tercera división desde la 2ºB con el Doctor Domínguez hijo estrenando Presidencia. Un Pontevedra que había vuelto a recuperar la ilusión de muchos aficionados desencantados y que miraba con esperanza el futuro. El Pontevedra de Paco en la portería; Tapia mandando atrás; José Emilio derrochando clase o Soneira marcando goles. Y era el Pontevedra entrenado por Delfín Álvarez.
Su muerte acontecida estos días ha vuelto a traerme con fuerza estos recuerdos a la mente.El era el entrenador de mi primera temporada como socio del club y siempre asocié su figura con ese hecho, baladí para todo el mundo, salvo para los que esa temporada nos hicimos socios y hemos seguido hasta ahora acudiendo al otrora viejo Estadio de Pasarón.
Eran Domingos de transistores, de olor a puro y coñac y de constantes miradas al rudimentario marcador simultáneo de fondo norte situado justo debajo de los altavoces del campo y que provocaban la cara de mala uva de mi padre cada vez que su Athletic no sacaba adelante sus encuentros. Eran Domingos en los que las gradas volvieron a coger color y la peña Petapouco animaba sin descanso desde una esquina de Preferencia que rugía como nunca ante los ataques de los granates o las meteduras de pata de los colegiados. Eran Domingos de emoción, de incertidumbre y de ilusión en los que parecía que el Lunes no llegaría nunca.
Esa misma temporada pude vibrar con una liga regular impresionante y derramar mis primeras lágrimas tras el fatídico partido con el Hospitalet. Ese balón escurridizo y traidor que se le escapa a Marsillas, esas ocasiones tremendas falladas, ese penalti de Sasiaín marrado, los dos goles que nos acercaban, la ocasión postrera de Paredes que podría habernos concedido la prórroga…
Más adelante vendría el ascenso en Eibar con Santos (el gran “Nécora”) al mando, la ilusión de esos primeros años en 2ªB buscando el ascenso a segunda con más corazón que cabeza bajo la presidencia de Batallán, el declive de finales de los ochenta y principios de los noventa con incluso un grupo de jugadores al mando de la nave en forma de Gestora, un pequeño oasis a mitad de los noventa, de nuevo los grandes problemas económicos y con gritos precisamente en contra de Delfín Álvarez que había vuelto a tomar el banquillo granate en una temporada, el conejo de la chistera de Gerardo Lorenzo recurriendo a un procedimiento de quita y espera cuando en absoluto era habitual todavía en el mundo del fútbol, la llegada a la Presidencia de Nino con esa gran alegría en forma de ascenso pero todas esas enormes tristezas tanto deportivas como sobre todo económicas que desembocaron en el descenso a Tercera, los cuatro años infames en esa categoría y ahora el retorno a la 2ºB que tan torcido ha comenzado…
No conocí a este miembro de la plantilla del Pontevedra en sus mejores años y luego dos veces entrenador del club. No he hablado nunca con él y creo que ni siquiera he debido cruzármelo fuera del recinto deportivo de Pasarón pero la noticia de su desaparición me ha entristecido. No sólo por haber formado parte importante del Pontevedra como tantos otros que ya no están desafortunadamente entre nosotros sino porque para mí empezó todo esa temporada. Y esa temporada ahí estaba el, puro en ristre, dirigiendo los designios del Pontevedra CF.

Descanse en paz.