lunes, 30 de noviembre de 2015

Un buen Pontevedra rescata un punto en Vigo

Acudía el Pontevedra CF al campo de Barreiro sabiendo que enfrente tendría un filial olívico que se convierte en pieza fácil cada vez que sale de su estadio pero que en su casa se transforma en un equipo fuerte y más seguro y cuyos números como local no son nada desdeñables.

Conocedor Luisito de que el Celta acostumbra a hilar su fútbol desde atrás planteó un encuentro de presión constante y muy adelantada en la que Borjas y Carnero eran los primeros en apretar a los centrales rivales para que ese juego alegre de los celestes no pudiera desarrollarse en ningún momento.
De manera incansable, los jugadores granates encimaron al Celta B maniatándolo casi por completo y evitando así que el peligro llegara no ya a la portería de Edu sino también al área defendida por el Pontevedra.
Es cierto que el Celta no rehuyó el envite de la presión y trató  de ahogar con éxito el juego ofensivo visitante por lo que la primera parte transcurrió en medio de un despliegue físico encomiable por parte de las dos escuadras pero sin que las acciones de ataque aparecieran por ningún lado convirtiendo el encuentro en un toma y daca en el centro del campo que pudo resultar algo aburrido para los asistentes a un campo muy nutrido por cierto de aficionados granates que apoyaron en todo momento a su equipo.

Ahora bien, en un partido jugado en una especie de olla exprés (no por el ambiente del estadio sino por lo aguerrido del partido en el que los dos equipos trataban de contenerse a base de lucha y esfuerzo para que ninguna "gota de agua" consiguiera escaparse del recipiente y desequilibrase el choque) resultan especialmente importantes otras circunstancias concomitantes al juego.
No soy muy dado a hablar de los árbitros y su posible influencia en el desarrollo de un partido pero hay veces que los colegiados no dejan otra opción que hablar sobre ellos.
En un encuentro que como se está contando transcurría muy igualado y en el que cualquier cosa podía acabar por desviar la balanza, el encargado de impartir justicia en Barreiro el pasado Sábado debió olvidarse el mazo en su domicilio.
Sólo así puede entenderse como en una acción de tarjeta roja sin discusión de Borja Iglesias sobre Mouriño decidiera enseñar la amarilla al delantero vigués. Fue una jugada en la que los tacos del ariete impactaron en la pierna del centrocampista granate a la altura de la tibia y que de haber mediado mala suerte podría haberle partido la pierna. 
Claro que la "suerte" de Iglesias en el encuentro todavía no había terminado pues en los primeros minutos del segundo tiempo y en un balón dividido por el que luchaba con el central Pablo no se le ocurrió otra cosa al buen delantero vigués que llevarse la pelota con una "zamorana" para quedarse solo delante de Edu en un claro intento de engañar al árbitro y que sin ningún género de dudas tendría que haber provocado su segunda tarjeta amarilla. El colegiado vio la mano y la señaló pero se "ahorró" la medida disciplinaria. 
Dos veces pues en el encuentro debió haber sido expulsado Borja Iglesias y dos veces recibió la "absolución" de su señoría.         

Y también fue Borja el protagonista de otra acción decisiva en el partido en la que el trío arbitral volvió a demostrar que la del pasado sábado no fue precisamente su tarde.
Transcurría la segunda parte más o menos por los mismos derroteros que la primera.Se había producido ya la mano de Iglesias anteriormente citada y el Pontevedra acababa de realizar su primer cambio dando entrada a Queijeiro (que dicho sea de paso sigue sin demostrar demasiado las veces que ha tenido la oportunidad de salir) por Jandrín en un intento de reforzar todavía más la parcela central granate cuando el "9" vigués en la frontal del área filtra un pase interior hacia Fragapane que está en un claro fuera de juego. Este penetra y da el pase de la muerte a Guille que hacía el 1-0. Lo peor no es ya el fuera de juego en sí sino la posición inmejorable del asistente para ver la jugada y su incapacidad para observar un fuera de juego tan evidente (evidente para todos menos para la TVG  que volvió a ofrecer otra lección de narración impresentable en la que parecía que el Celta B jugaba su partido contra un equipo extremeño, murciano o aragonés).

Para dejar ya al árbitro en esta crónica, es importante destacar que a pesar de ese gol ilegal y de la no expulsión de Borja, lo peor sin duda fue su criterio a la hora de sacar las tarjetas amarillas y juzgar la gravedad de las entradas de unos y otros. Que el Pontevedra haya acabado el encuentro con siete amarillas y el Celta con dos resulta sencillamente impresentable y nada acorde con lo que realmente se vio sobre el césped del estadio de Barreiro.

Pero el caso es que el Celta se había puesto por delante y eso en un partido tan cerrado y en el que un gol parecía decisivo pudo amilanar definitivamente al Pontevedra. 

Pero nada más lejos de la realidad. 

Nada más encajar, Lusito arriesgaba y sacaba del campo a un Pablo otra vez extraordinario por Anxo y fue precisamente el ex del Boiro el que por fin esta temporada protagonizaba una jugada de mérito que desembocaría en el empate.
Recogió el delgado extremo un balón en la izquierda y se desembarazó de varios rivales a base de zancada y calidad en el regate para poner un balón en el área. Carnero lo recoge y de primeras cede atrás para que Mouriño rematase enviando el balón al fondo de la red tras rebotar en el cuerpo de un rival.
El empate constiuyó una ración más de saber estar y aplomo del equipo que reaccionó pronto tras el mazazo vigués y que fue superior en la última media hora en la que si bien no acumuló claras ocasiones de gol sí volvió a anular el juego ofensivo local y se acercó mucho más por el área celeste forzando varios corners y alguna falta lateral que no encontraron el remate deseado. El último cambio, Pedro por Carnero, contribuyó a dotar de más energía al equipo granate que mostró una condición física como mínimo a la altura de la del filial céltico lo que no resulta baladí pues si hay un equipo tradicionalmente bien preparado en ese aspecto es el de los "cachorros" vigueses.  

Los últimos minutos transcurrieron de manera extraña por alguna decisión más arbitral como aquella en la que Alex recibe una fortísima entrada por detrás en medio campo y el trencilla decide pitar falta del granate que en su caída rozó el balón con su brazo pero lo cierto es que el Pontevedra no se acobardó y consiguió al menos empatar en un campo difícil y cuando el partido se había puesto cuesta arriba.

Han sido dos empates consecutivos fuera ante dos filiales correosos que basan mucho su fortaleza en jugar como locales. Habrá a quien le sepa a poco estos dos puntos de seis. El partido de Gijón no se pudo ver por la televisión pero la verdad es que en este último el Pontevedra dio la cara y el punto arrancado tiene un mérito bastante grande pues la imagen ofrecida fue la de un equipo sólido, fuerte y correoso. Faltó "punch" arriba eso es indudable pero como ya dije hace unos días aquellos partidos que no puedas ganar empátalos por lo menos para no acordarte a final de Liga de aquel punto que se escapó in extremis en cualquier sitio.

Eso sí, la mejor manera de hacer más valiosos estos empates es vencer el Domingo a un Somozas peligrosísimo a domicilio y que nos visita el próximo fin de semana. Los verdiblancos han conseguido vencer en campos muy complicados como el de la SD Logroñés e Izarra y se antoja a priori un partido muy comprometido.
Lo afrontaremos sin Mouriño que está en forma pero que vio la quinta amarilla el Sábado. Esperemos que Jacobo esté disponible para que nuestro juego ofensivo se resienta lo menos posible por esa baja.
El partido ante el Somozas, insisto, será complicadísimo y el equipo necesitará dar lo mejor de sí mismo para sacarlo adelante y el de Bueu parece un buen sustituto de Adrían.

Esperaremos pacientemente hasta el fin de semana para comprobar si el Pontevedra hace buenos estos dos puntos logrados a domicilio.           

martes, 24 de noviembre de 2015

CUANDO FUIMOS LOS MEJORES


 No me cabe duda alguna que para entender la importancia de una institución resulta obligatorio conocer siquiera someramente la historia acumulada dentro de sus “huesos”. 
Bucear en ella de vez en cuando no para realizar un ejercicio de simple nostalgia trasnochada sino para descubrir una vez más la grandeza de una sociedad que alberga un sentimiento tan profundo debería ser una tarea imperativa para todos aquellos que de una u otra forma pertenecen a la misma.
Esta semana, concretamente el próximo Sábado, se cumplirán cincuenta años del logro más importante que el Pontevedra CF ha tenido a bien conseguir en sus casi setenta y cinco años de dilatado peregrinaje.
En una entrevista deliciosa publicada por el Diario de Pontevedra, José Miguel Odriozola recordaba aquella singular jornada de Noviembre, 28 de Noviembre de 1965, en la que el Pontevedra vencía en Pasarón al Club Atlético de Madrid por un 1-0 y se aupaba de manera tan inexplicable como emocionante al liderato en solitario de la primera división española.
Ese partido disputado siete años antes de que este bloguero naciera habría resultado apoteósico para mi si hubiera tenido la posibilidad de vivirlo en directo.
Aquellos que me conocen saben que en mi corazón futbolístico (demasiado apasionado, siempre lo reconozco) además del lugar ocupado desde mi más tierna infancia por los colores granate y azul del equipo de mi tierra existe otro recoveco en el que señorea mi afición a las rayas rojiblancas de la camiseta del Atlético.
Nunca he tenido la posibilidad de ver juntos sobre un terreno de juego a los dos equipos de mi vida y en aquel lejano día de finales de 1965 no sólo habría asistido a ese enfrentamiento entre ambos sino que lo habría hecho jugándose los dos equipos nada más y nada menos que el liderato provisional de la máxima competición nacional del país. Casi nada, vamos.

Cuenta Odriozola en esa entrevista muchas cosas pero sobre todo la alegría infinita que experimentó al marcar ese histórico gol que catapultó a los granates en la tabla y acabó con la resistencia colchonera a orillas del río Lérez. Muy buen pase de Vallejo a Neme que avanzó y envió un lanzamiento al palo que fue recogido por “Pepín” para alojarlo en las mallas madrileñas. En sólo dos frases se resume un gol cuyo autor rememora con orgullo y que provocó que el Pontevedra CF apareciera en todas las portadas deportivas de la época tanto en España como en algunas fuera del país. (Se dice aunque al parecer no está totalmente confirmado que incluso en el “Pravda” de la Unión Soviética se hicieron eco de la hazaña del equipo de una pequeña ciudad norteña capitaneada por un “proletario” como Eduardo Dapena Lis “Cholo”.

Fuera cierta o no esta última anécdota periodística lo que no arroja ninguna duda es el increíble mérito que conllevaba liderar aquella Liga disputadas ya 11 jornadas de la misma (se jugaban treinta partidos al ser 16 los equipos en Primera) lo que permitió al Pontevedra (que perdería ese liderato la semana siguiente al caer 2-0 frente al Español) conseguir el subcampeonato de invierno.
Era la temporada 1965/66 que terminaría ganando precisamente el Atlético de Madrid (su por aquel entonces quinto entorchado) al vencer casualmente también en Sarriá en la última jornada con goles de Ufarte y Griffa.
Era un Atlético de Madrid que además de estos dos tremendos jugadores citados contaba en sus filas con Luis Aragonés, Adelardo, Collar, el gran capitán Calleja, Rivilla, Jones o Glaría.
A ese gran Atlético de Madrid entrenado por el ya desparecido Domingo Balmanya o a ese espectacular Real Madrid de Di Stéfano, Gento, Amancio y compañía era capaz de vencer nuestro Pontevedra CF en aquellos años sesenta ante los extasiados ojos de unos aficionados que abarrotaban el estadio de Pasarón.

No se trata como he dicho al principio de glosar el pasado para olvidar el presente. Tampoco de un alegato en busca de la repetición de nuevas hazañas tan descomunales como esta que resultan ahora mucho más utópicas no sólo por la situación económica actual del club sino por la fisionomía de un fútbol moderno devorado cual víctima inocente de un tsunami gigante formado por el dinero de las grandes corporaciones y televisiones y que cada vez se compadece menos de aquellos sentimientos maravillosos como la humildad, el compañerismo y la camaradería que según dicen los integrantes de aquel conjunto granate (entre los que se hallaba Odriozola) reinaban en el vestuario pontevedrés.

De lo que se trata es de que no por cada vez más lejanos se olviden estos auténticos capítulos de oro de nuestra historia futbolística que han contribuido sin ninguna duda a que ese invisible cordón umbilical que une al Pontevedra CF con su ciudad no se haya roto nunca por más que en algunas ocasiones (algunas muy cercanas) haya estado a punto de desprenderse.
En una semana en la que de forma inesperada el equipo tras empatar en Gijón se ha aupado a puestos de play off y en la que precisamente jugará el siguiente partido de Liga el mismo Sábado en el que se cumplirán los cincuenta años de aquel liderato he sentido la necesidad de abundar en el recuerdo que Diario de Pontevedra ha tenido a bien poner en primer plano con la entrevista al protagonista de tan trascendente gol.

Porque aunque algunos se nieguen a hablar del pasado. Porque aunque otros quieran hacer entender (por suerte sin éxito) que el Pontevedra no tiene más recorrido que pasar sin pena ni gloria por la 2ªB yo no me resisto a recordar a los más jóvenes que quizá ignoren la historia de su club que un día de Noviembre de 1965 tal y como afirma Loquillo en una emocionante canción un día de 1965, FUIMOS LOS MEJORES     

lunes, 16 de noviembre de 2015

Tres puntos más entre bastantes luces y algunas sombras

Ganó el Pontevedra una vez más y ya son seis las victorias que el equipo ha conseguido en los últimos siete encuentros de Liga.

Y esta vez lo hizo disputando un partido en el que mostró una inseguridad defensiva especialmente en la segunda parte sólo comparable en Pasarón a la primera parte del At. Astorga pero en el que volvió a trenzar un fútbol precioso y preciso en el aspecto ofensivo a lo largo de los primeros 45 minutos que resultó suficiente para derribar la fortaleza del Izarra.
Existían algunas dudas acerca de como Luisito trataría de resolver las importantes ausencias de Capi y Campillo en el eje de la defensa. Ya sabemos (porque así lo ha demostrado en muchas ocasiones) que Pablo cumple perfectamente al lado de cualquiera de los dos titulares en aquellos casos en los que sólo falta un miembro de la pareja. Sin embargo, el Domingo no estaría ninguno de los dos y quien más quien menos especulaba con la posibilidad de que el entrenador no se decidiera por alinear a la pareja suplente y eligiera ubicar atrás a a Kevin para compartir demarcación con el mencionado Pablo. No fue así y el técnico colocó a este junto a Bruno manteniendo así ese doble medio centro con Presa y Alex Fernández.
La otra baja titular para el encuentro, la de Jacobo, fue resuelta con la alineación de Carnero en punta junto a Borjas desplazando a banda izquierda a Adrián Mouriño.

Y el partido la verdad es que comenzó con unos primeros diez minutos en los que el Izarra atemorizó un poco a los locales con una jugada en los primeros instantes en la que Pablo no estuvo listo y permitió que un balón largo le sobrepasara cerca del área para que el ariete visitante le hiciera probablemente falta en ataque primero pero fuese objeto quizá también de penalti en la continuación de la jugada .El árbitro asturiano (sí, asturiano) decidió no mojarse en dicho lance y no señalar ni falta en ataque ni penalti y permitió que el encuentro no diera un giro problemático para los granates desde casi el principio.
Tras esos diez primeros minutos el Pontevedra fue haciéndose con el rumbo del choque y con un Alex cuya primera parte de ayer fue realmente espectacular empezó a mover la pelota con más velocidad "cazando" cada vez en más ocasiones a su rival "en el cuarto de baño y sin papel". Así, antes del primer cuarto de hora una jugada ya clásica de Borjas entrando con velocidad en el área y zigzagueando entre defensas rivales acaba con un derribo claro que el colegiado no duda en señalar como pena máxima. Borjas la lanzó y muy bien por cierto poniendo en ventaja a un Pontevedra que no obstante sólo pudo disfrutar cinco minutos de la misma pues en un claro error en el posicionamiento de un corner un central navarro remataba a placer para convertir el empate a uno. Es cierto que había que ponerla en el lugar en el que la puso el autor del gol pero también es verdad que el Pontevedra no tenía estudiada esa jugada en la que todos los rivales arrastraron hacia la portería y Bruñol (así se llama el goleador que poco después se retiraría lesionado) apareció muy solo más atrás del punto de penalti para rematar a gol.

Pero fue a raíz de la igualada cuando el Pontevedra volvió a encandilar a su parroquia. De la mano como ya se ha dicho de un Alex pletórico, de un Borjas eléctrico y de un casi siempre exquisito Carnero, el Pontevedra desdibujó al Izarra entrando por ambas bandas y creando claras oportunidades para marcar. Mouriño dispuso de una de ellas al mandar fuera en muy buena posición un balón que le llegó tras preciosa combinación granate y poco después llegó la maravillosa jugada que dio lugar al 2-1.
El Pontevedra roba en medio campo y Alex asiste de primera a Verdú que penetra con velocidad por banda izquierda. El andaluz cede a Borjas que llegaba en desmarque con su explosividad habitual y el canario regala el esférico a un Carnero que coloca la pelota lejos del alcance del arquero navarro.
Minutos antes de ese tanto Luisito había ordenado que Borjas se volcase a banda izquierda para que Mouriño ocupase un lugar en el medio por delante de Kevin y Alex y ese cambio táctico mejoró sin duda la presencia del equipo local.
Siguió el Pontevedra buscando más y poco después Carnero no acierta a meter bien la cabeza en pintiparada posición para anotar tras una gran jugada esta vez desde la derecha.
El tercero llegó propiciado por un claro error del portero. No está claro si quería mandar con el pié el balón fuera debido a que un compañero estaba en el suelo pero lo cierto es que dicho balón fue a parar a las botas de Jandrín que cedió a Carnero que en posición dudosa no tuvo problemas para batir al desafortunado guardameta y hacer el 3-1.
Habían sido 25 minutos de preciosismo, de efectividad y de alegría en el fútbol que sólo se vieron amenazados en la última jugada de la primera parte con un lanzamiento del Izarra a la parte exterior del palo izquierdo de la meta de Edu.
Esta acción parecía una anécdota antes del descanso pero luego pudo verse que lejos de una acción aislada vino a constituirse en preámbulo de una muy mala segunda parte pontevedresa.      

No encontró el Pontevedra en esa segunda parte cuando el partido parecía estar en el punto idóneo para machacarlo ni con la tecla en defensa ni en ataque.
Atrás (y cuando digo atrás me refiero a todo el conjunto) se mostró endeble y poco cohesionado sin poder evitar que sobre todo en los primeros veinte minutos tras la reanudación el Izarra dispusiera de hasta cuatro ocasiones muy claras para marcar y de varios acercamientos más que pusieron los nervios en las gradas de Pasaron. Fue ese el momento en el que apareció Edu para recordarnos que hay portero y que podemos dormir tranquilos con el inquilino que guarda el cerrojo de la portería granate. En dos de esas ocasiones el cancerbero pontevedrés desbarató con sendas grandes intervenciones las opciones visitantes. En otra de ellas el balón se marchó fuera y en la cuarta el remate blanquiazul resultó muy inocente.

Fueron veinte o vienticinco minutos en los que el Pontevedra fue muy inferior y de haber encajado el 3-2 el partido habría podido correr mucho peligro. Y fueron minutos en los que no solo el equipo como tal volvió a demostrar que sufre mucho cuando defiende sin balón y demasiado atrás sino que también se cometieron errores individuales muy claros y en situaciones absurdas. La primera gran ocasión navarra de esa segunda mitad que terminó en gran parada de Edu tras cabezazo rival vino provocada por una ingenua acción de Verdú que lejos de mandar la pelota al segundo anfiteatro de tribuna en banda izquierda decidió hacer un control arriesgado que terminó en pérdida y en contra semi letal. Es este jugador, Verdú, un hombre que colabora en el juego ofensivo y cuyo balón parado es notable pero a veces comete errores atrás incomprensibles dada su veteranía y no podemos olvidar que un lateral lo primero que debe hacer es defender bien y lo demás, si tiene que venir, que venga por añadidura.

Pero es que esa mala segunda parte en defensa tuvo mucho que ver con la incapacidad granate de leer el partido en ataque. Al cuarto de hora Luisito decidió relevar a Carnero por Anxo. El cambio tenía cierta lógica por la amarilla a Carnero en la primera parte y por la rapidez indudable de Anxo con campo por delante. Pero lo cierto es que ni ese cambio ni los dos siguientes (Pedro por un agotado Alex y Queijeiro por Jandrín que posiblemente trataban de dotar de mayor posesión de balón al Pontevedra) surtieron efecto y el equipo fue incapaz de encontrar a Jandrín hasta que se fue, Anxo o Borjas.
Por suerte el rival tras las ocasiones falladas fue perdiendo fuelle aunque tuvo alguna otra ocasión en el tramo final como la producida tras un lanzamiento potente desde fuera del área enviada a corner en gran intervención de nuevo por Edu.        

Con el pitido final no pudo evitar el ex vetusto soltar un suspiro de alivio ante la segunda parte disputada y comprobar a renglón seguido como el Pontevedra acumula ya 22 puntos en la tabla y tiene casi la mitad del trabajo hecho cuando todavía faltan seis jornadas para llegar al ecuador de la competición.
Mirar la clasificación alegra la vista, eso está claro. Pero la alegra si ponemos los ojos en el cuarto y comprobamos que posee los mismos puntos que nosotros. Ahora bien, si bajamos la mirada hasta la mitad de la tabla ya podremos constatar que las diferencias son anecdóticas y si bajamos un poquito más los ojos hasta la promoción de descenso podremos ver que son solo seis puntos los que nos separan precisamente de nuestro próximo rival el Sporting B.

Como bien diría el gran Diego Pablo Simeone se impone el "partido a partido" y centrar los esfuerzos en el día a día de esta liga tan igualada. La próxima estación es como ya se ha dicho Gijón y las instalaciones de "El Mareo".
Según se anunció por megafonía al terminar el encuentro de ayer ( y juraría que no era el megáfono de un Rafa especialmente sembrado en el día de ayer) el Pontevedra CF organiza viaje para los aficionados a la ciudad asturiana.

Alegrémonos pues de que aunque tarde la entidad parece rectificar y mostrar un poco de cercanía con aquellos que contribuyen a hacerlo grande cada día. La mejor manera de responder a esta buena noticia es poblar las plazas que se pongan a disposición de los aficionados granates en dicha expedición y animar hasta el final al equipo en otro partido complicado como el que vamos a afrontar el siguiente fin de semana.

            


lunes, 9 de noviembre de 2015

De cómo escuchar un partido por la radio con mi hijo de cuatro años


A lo largo de una temporada futbolistica hay ciertas cosas que soy incapaz de no hacer. Una de esas cosas que sé que indefectiblemente haré cada quince días es conectar mi pequeña radio para escuchar la retransmisión del partido que el Pontevedra CF dispute fuera de casa.
Esa costumbre (aburrida seguro para muchos e inexplicable quizá para casi todos) está tan arraigada en mi interior desde que soy un crío que funciona como una fuerza magnética que me arrastra sin remedio alguno hacia ese objeto electrónico y provoca que los auriculares se introduzcan en mis aparatos auditivos cuales fauces lobunas en tierna carne ovejuna.
Ahora bien, esta opción de ocio tan extraña podía ejercitarla hasta hace poco repanchigado en el sofá de mi casa descansando la comida dominguera (o sabatina según el caso) o paseando solitario por las calles de Pontevedra cuando el partido era grande y los nervios incitaban al camino sin rumbo para templar el ánimo. Eran tiempos en los que minutos antes de empezar los encuentros conocía la alineación de mi equipo, la del rival, la identidad de árbitros y asistentes, cuanta gente había en el campo, el tiempo reinante a la hora del partido y hasta el nombre de la novia del jugador rival que se había quedado fuera de la convocatoria por sorpresa.

Todo eso ha cambiado hace no demasiado tiempo. No me refiero al mismo hecho de seguir el encuentro a través de las ondas hercianas sino al modo en que debo efectuar dicha actividad.
Los que tienen hijos de corta edad ya sabrán que ese “repanchigamiento” dominical delante de la tele o con la radio puesta ha pasado a mejor vida hasta que la adolescencia haga uso de presencia y los hijos se recluyan cuales reos enfadados con el mundo en el insondable y cerrado a cal y canto mundo de su habitación.
Ahora, cuando mi niño tiene cuatro años, esa energía y ánimo inagotable que todos los pequeños poseen (y que harían palidecer a esa otra fuerza existente tanto en el lado amable de los “jedi” como en el reverso tenebroso de Dark Vader) se encuentra en su punto álgido y tratar de escuchar serénamente cinco minutos seguidos de encuentro resulta una utopía.
Y eso que desafortunadamente y por culpa de unas dichosas molestias de oído  (precisamente de oído) preferimos en el día de ayer quedarnos en casa sin aprovechar la maravillosa tarde que hacía para tratar de evitar que esas preciosas orejas de mi vástago sufrieran más de lo necesario.
Por ello, en el momento en el que Pontevedra y Peña Sport se aprestaban a empezar su partido nos encontrábamos en casa leyendo detenidamente un cuento de rayo mcqueen.
Pero esta situación tranquila y compatible con el hecho tener la radio encendida y un auricular puesto no duró demasiado.
Ni diez minutos llevábamos de partido cuando mi hijo detectó la presencia de una revista de juguetes de un conocido centro comercial y tuvo la ingeniosa ocurrencia de pedirme que escribiera en un folio todos aquellos regalos que quería pedir a los Reyes Magos (pronto empezamos, murmuré en silencio para que no me oyera).
Mi tímida negativa ni que decir tiene que no surtió en absoluto efecto y mientras el Peña Sport trataba de generar peligro y Edu tenía alguna que otra indecisión me vi de rodillas delante de una mesa escribiendo en un papel artículos tales como “el estuche de la patrulla canina”, “centro de mando de la patrulla canina” (menudo precio, por cierto), “rescate de la patrulla canina”, “helicóptero de sky de la patrulla canina” o “Coche de policía de chase de la patrulla canina”. Supongo que a estas alturas los que tengan la paciencia necesaria para leer este escrito ya se habrán dado cuenta que a mi hijo le encanta la patrulla canina.

Pero el partido seguía y entre Marshall bombero, Ravel excavador etc iba haciéndome a la idea de que como se esperaba el partido estaba siendo duro y disputado y que los de Tafalla no iban a poner nada fáciles las cosas para salir con algo de su difícil campo.
Yo seguía escribiendo (esta vez coches de Rayo otro de los favoritos del niño) mientras Borjas fallaba casi antes del descanso una muy clara y hacía que mi pulso se deteriorara por unos instantes y me viera obligado a estampar un “tachón” en la hoja en la que escribía.
En mal momento se me ocurrió tal cosa!. Mi pequeño que hasta ese momento asistía entretenido a la plasmación sobre la celulosa de sus anhelos jugueteros se empeño en que esa especie de madrugadora carta no podía contener tal tachadura y hasta que por agotamiento no me convenció de que había que empezar de nuevo con todo el ritual no estuvo tranquilo.
Como quiera que había llegado el descanso me armé de la poca paciencia que todavía atesoraba y procedí a empezar de nuevo añadiendo a petición del crío un surtido de superheroes (para mi desconocidos) junto a los perritos y los coches de carreras.
Alboreaba la segunda parte cuando un inapelable “quiero caca” nos dirigió al cuarto de baño para que pudiera producirse la importante evacuación con esa ilusión y contundencia propia de la infancia y juventud y que por desgracia he dejado de experimentar con esa plenitud hace algún tiempo.
Pero dejando al margen estas cuestiones escatológicas (que a buen seguro han podido producir muchas más bajas entre los lectores del artículo) minutos después y cuando ya estábamos jugando con los dinosaurios de goma que constituyen otra de las grandes debilidades de mi hijo, se produjo la jugada del primer tanto granate con ese Mouriño llegando otra vez desde segunda línea y perforando la portería contraria. Con ese subidón propio del gol inesperado propiné un golpe demasiado fuerte con mi brontosaurio al tiranosaurio rex manejado por Javier que molesto ante tal violación de las reglas del juego abandono el mismo sin posibilidad de discusión.
Me costó un huevo (ya que hablamos de dinosaurios) convencerle de que el motivo del excesivo golpe a su Rex se debía a mi pasión granate y por fin conseguí que sonriera proponiendole jugar a hacer carreras de coches por el pasillo. Y así, armando un barullo casi incompatible con la emisión de radio, nos pasamos otro rato durante el cual el Peña falló un penalti, Campillo fue expulsado aún no sabemos porque y los navarros agobiaban sin descanso la portería granate.
Fue en ese momento, minuto 85 de encuentro aproximadamente, cuando los nervios me hicieron claudicar y permití a mi hijo hacer lo que llevaba pidiéndome hacía casi dos horas entre juego y juego que no era otra cosa que coger el ipad de su abuela y echar algunas partidas a unos juegos que aunque parezca increíble él mismo baja con la supervisión de aquella.
Con mi hijo ensimismado durante ese rato pude escuchar con pesadumbre el gol del empate (cantado con demasiado énfasis por el navarro locutor) y venirme otra vez arriba con esa falta magistralmente lanzada por Mouriño que nos daba tres puntos de oro con los que encarar el futuro con esa ilusión y optimismo que provocan las victorias.

El partido terminó con una contra clara marrada y algún que otro susto postrero pero con ese pitido final y con el niño todavía con la tableta tuve todavía tiempo antes de merendar para pensar en otra semana de ilusión que el equipo iba tener la oportunidad de encarar y en que tras un inicio de campaña lleno de incertidumbres y sinsabores la temporada va cogiendo un cariz muy diferente por "culpa" de este equipo que semana a semana parece crecer un poco más y cuyo asentamiento en la categoría (tras cuatro años de travesía por el desierto) se está realizando de manera notable.       

martes, 3 de noviembre de 2015

Cedió el baluarte y se vino abajo la muralla

Atravesé el el río Lérez el pasado Sábado sobre las ocho de la tarde sin tener nada claro porque lo hacía ese día y a esa hora en lugar de hacerlo el Domingo poco antes de que los ingleses disfrutaran de su té vespertino.
Esa misma mañana sabatina pude enterarme igualmente que la televisión pública gallega iba a televisar el encuentro aunque tal circunstancia no estaba inicialmente prevista. No tuve que leer ningún periódico sin embargo para ser perfectamente conocedor que el Barcelona disputaría su partido de Liga en Getafe a la misma hora que el Pontevedra CF. De hecho, camino del ex vetusto pude comprobar como los más madrugadores espectadores televisivos reservaban ya sus lugares en las diferentes cafeterías de la ciudad.
De porqué se jugó el Sábado noche dilapidando las posibilidades de seguir aumentando la presencia de seguidores en las gradas de Pasarón al abrigo de los buenos resultados del equipo es algo que se me escapa y que no puedo entender utilizando el sentido común. "Es que mañana hay que ir al cementerio" decía algún aficionado en los aledaños del estadio haciéndome pensar si es que existen familias pontevedresas que a la hora de visitar el Camposanto para homenajear a sus difuntos se llevan la nevera frigorífica, la tortilla de patatas, la empanada y los bocadillos como si de un domingo veraniego de playa se tratara. "Es que estamos en puente", decía otro comprensivo abonado provocándome esta vez la reflexión de cuantos conciudadanos que tuvieron a bien pasar estos días fuera retrasaron su viaje hasta la diez y media de la noche del Sábado para asistir al Pontevedra- Logroñés.

Lo cierto, lo únicamente cierto, es que el Sábado a las ocho y media de la noche además de nuestro encuentro que al final también fue televisado se emitía un Getafe -Barca y que el Domingo entre las cinco y siete de la tarde se pudo ver la segunda parte de un Español- Granada y la primera de otro apasionante Sporting- Málaga. 
La triste conclusión es que a la hora de comienzo de nuestro partido y a pesar del indudable atractivo del mismo, no se habían congregado en Pasarón ni los mismos aficionados presentes el día del At. Astorga.

Pero dejando al margen estas cuestiones que el común de los mortales nunca entenderemos pues son privativas de los cerebros privilegiados que pululan por los palcos de los campos de fútbol, lo que no se puede negar es que los que sí fueron al campo estuvieron metidos de lleno en el encuentro y apoyaron al equipo como Dios manda e incluso recompensaron su baldío esfuerzo al final del choque.

Un choque para cuya alineación inicial reconozco que Luisito eligió la alternativa para suplir a Campillo que yo mismo habría escogido, Pablo. Empezó el rubio central algo nervioso en los primeros instantes pero poco tardó en aplomarse y realizar un estupendo partido al lado de un espléndido Capi y demostrar que el Pontevedra cuenta no con dos sino con tres centrales de garantías con los que puede estar muy tranquilo a lo largo de la competición.

Y la verdad es que la primera parte fue muy bonita. Recuerdo haber mirado el reloj en un momento dado y darme cuenta que la primera media hora del enfrentamiento había transcurrido con esa rapidez que sólo los espectáculos intensos y emocionantes pueden provocar.   

Los riojanos habían empezado con fuerza, haciéndose con la pelota y llegando con regularidad a las proximidades del área granate pero sin lograr superar la última línea local que se movía con seguridad y orden. En esos primeros minutos el Pontevedra utilizó la contra como principal argumento y aunque no encontró remate si hilvanó alguna jugada veloz con Borjas como protagonista que murió igualmente en las proximidades del área visitante. 
Pero tras unos primeros veinte minutos en los que daba la impresión que el Logroñés acabaría por imponerse, el Pontevedra tomó el balón y empezó a combinar con acierto sobre todo con Jacobo, Mouriño y Verdú por banda izquierda aunque también en ocasiones con Jandrín y Adrían por la derecha.
Mouriño la tuvo en la frontal para romperla pero su disparo rebotó en un rival y se fue a corner y Pablo precisamente al saque de esquina remató de cabeza fuera en una buena posición. Fue en ese tramo del partido en el que se produjo una acción de derribo claro dentro del área de Borjas que fue ignorada por el colegiado. La verdad es que después de ver el penalti catedralicio no pitado sobre Jandrín el día del Astorga ya me resulta difícil pensar en cuando se va a señalar una pena máxima en Pontevedra pero como no nos gusta llorar y además resulta feo no se va a insistir más sobre el tema aunque penalti sobre Borjas lo fue y claro. 
Antes del descanso gozó el Pontevedra de otra oportunidad en una falta en la media luna del área que Verdú decidió lanzar al lado del portero respondiendo este con una buena intervención despejando el esférico.
         
Y comenzó la segunda parte. Y lo hizo con el mejor Pontevedra del partido. Un Pontevedra dinámico, sin complejos que rondó el peligro en los primeros diez minutos tras la reanudación hasta que se produjo la jugada clave.
El Pontevedra fuerza un corner que se saca en jugada de estrategia y que termina en otro saque de esquina tras abortar el Logroñés en última instancia la combinación del equipo granate. Se saca ese segundo corner intentando en principio otra jugada "de laboratorio" pero, al no encontrarla, Verdu retrasa la pelota casi al centro del campo hacia el hombre de cierre que no era otro que Kevin y Kevin cuando lo que sugería la jugada era patadón y tente tieso ya a saque de banda ya a saque de fondo comete un error fatal al contemporizar y tratar de regatear en zona de máximo riesgo perdiendo la bola ante Iker Alegre y provocando esa contra de dos contra uno que culminó Titi delante de Edu.

El gol dejó temblando al Pontevedra CF casi hasta el final del partido. No ya sólo por el tanto en sí sino por la forma en que se produjo y me atrevo a decir que incluso por el hombre que erró en la jugada.
Es Kevin el soporte del equipo, la pieza que dota de equilibrio al conjunto y que con su trabajo casi siempre oscuro corrige errores de sus compañeros en innumerables coberturas o ayudas defensivas. Si el baluarte falla, si se cae, se viene abajo todo el entramado y eso fue lo que por desgracia sucedió en esa jugada que acabó por condenar al Pontevedra.

También es verdad que esta vez los cambios no ayudaron a mejorar al equipo sino todo lo contrario. Nada más encajar salió Anxo al césped en lugar de Jacobo. Como ya se ha dicho más veces es el ex del Boiro un jugador harto interesante con terreno libre por recorrer en el que puede explotar su velocidad y regate en carrera pero sin espacios se pierde y acaba por desquiciarse él y también un poco al equipo.
Después (quizá un poco tarde) salió Carnero por Jandrín lo que provocó que Mouriño se marchara a banda derecha y se opacara casi por completo hasta el final del partido y finalmente fue Alex el que cedió su puesto a Pedro sin que tampoco este relevo lograra un mayor impacto sobre el juego.

Me extrañó que Luisito no optara tras el gol por la opción que tantos réditos dio el día del Astorga. Sí. Es indudable que el Logroñés no es el equipo leonés pero ya con el marcador en contra quizá esa alternativa de quitar un central, pasar a Kevin atrás, a Mouriño junto a Alex y a Carnero junto a Borjas podría haber revolucionado un poco más el encuentro.

Lo cierto es que en esa media hora es en la que se vio, a mi juicio, al mejor Logroñés. Un equipo seguro con el marcador a favor, sin encerrarse demasiado en su área y con una presión tremenda sobre la defensa e incluso portero granate que puso de manifiesto una gran condición física.
En esa última media hora el Pontevedra se apocó y tan solo Carnero a escasos minutos del final pudo marcar tras centro de Mouriño pero su giro de cabeza no fue suficiente y el balón se fue desviado del primer palo de la portería visitante. 

A pesar de ese último tramo del encuentro en el que el rival se mostró superior, el Pontevedra no perdió la cara al partido en ningún momento y si hubiera encontrado el gol que le pusiera en ventaja en el marcador quizá esa última media hora hubiera transcurrido de forma diametralmente opuesta.

Se perdió y hay que reconocer que la derrota fue dolorosa. A pesar de que esta temporada la guerra del Logroñés no es la nuestra, el hecho de que se llevasen cuatro victorias seguidas y el buen encuentro que hasta el 0-1 se estaba haciendo nos hizo soñar a todos un poco más con la posibilidad de colocarnos muy arriba en la tabla.

Lo que toca a hora es huir de la ciclotimia. Ni antes íbamos a encaramarnos a la cima ni ahora nos tenemos por que diluir cual azucarillo. 

Toca Peña Sport. Visita complicada. En absoluto debe llevarnos a engaño la clasificación de nuestro siguiente rival. Basa su fortaleza en sus resultados como local y saldrá exigidísimo al terreno de juego. 
La concentración y la intensidad en Tafalla pueden resultar claves y los tres puntos supondrían además de una inyección de moral para los nuestros un serio mazazo para un contrincante que quedaría muy retrasado en la tabla. 
Esperaremos a ver que pasa y si logramos recuperar la senda de las victorias.