lunes, 21 de diciembre de 2015

Hueso de acero, dientes mellados

No sé hasta cuando aguantará el equipo. No sé si una vez conseguido el objetivo principal con el que se salió a competir esta temporada llegará el bajón y acabará el sueño. Tampoco sé si realmente el equipo es consciente de lo que está haciendo y de la ilusión que está despertando en una afición que ayer sí pobló en mayor número las gradas del ex vetusto.
Lo que sí sé, no obstante, es que el Pontevedra CF volvió a protagonizar en el día de ayer un fenomenal partido de fútbol en el que fue capaz de superar las importantes bajas con las que se afrontaba y el gol en contra logrado por el equipo menos goleado del grupo y que acumulaba once partidos de Liga sin conocer la derrota.

Era la de ayer una prueba dura, muy dura para los granates. Primero por el rival que llegaba en racha, con una organización defensiva muy fuerte y la moral que siempre aporta una serie larga de encuentros sin perder que le había colocado en la segunda posición de la tabla.
Además resultaba complicada la tarea del Pontevedra por las bajas de los dos medio centro titulares y que tan buen papel estaban desarrollando esta campaña más la ausencia de un Jacobo cuya presencia en el "once" titular siempre aporta ese oxígeno en forma de calidad que tan bien le viene al conjunto en muchos momentos.

Pero lo cierto es que el Pontevedra ha construido un verdadero bloque sobre el césped que empieza a demostrar que esas importantes bajas aunque se acusen pueden ser disimuladas por la tremenda disciplina táctica del equipo y el esfuerzo encomiable que aportan todos los jugadores a lo largo de los noventa y tantos minutos de juego.
Y es que (por lo menos aparentemente) si había un partido en el que ponerse por detrás en el marcador parecía decisivo este era el choque de ayer. Con 0-1 y jugando ante una Cultural con esos números atrás lo lógico habría sido pensar que el Pontevedra se hubiera atrancado frente a la muralla leonesa y hubiera sido incapaz de darle la vuelta a la situación.

Nada más lejos de la realidad. Ni las bajas ni ese marcador en contra en un momento del partido en el que nadie lo esperaba ni ninguna otra circunstancia adicional impidieron que el conjunto granate cogiera el encuentro por los cuernos y lo voltease de manera brillante para proporcionar a su gente la última alegría futbolística del año.

Un Pontevedra que comenzó el encuentro con su portería y defensa habituales pero con el medio centro de circunstancias formado por Pedro y Queijeiro. No estaba Jacobo y por ello Mouriño empezó en la izquierda (aunque no tardó Luisito en mandarlo al centro), Jandrín por la derecha y Carnero y Borjas arriba.
Los primeros minutos no fueron demasiado buenos. Pedro demostraba que lo suyo no es controlar o combinar con la pelota y Queijeiro permanecía apagado. Además, los leoneses conseguían superioridad en el medio campo y pudieron tocar y hacerse con la posesión aunque sin generar más peligro que un lanzamiento a la media vuelta dentro del área que se fue por encima del larguero. No tardó Luisito en desplazar a Mouriño más al centro para ayudar en esa zona y el Pontevedra comenzó a mejorar y a hilar algunas de esas jugadas veloces que tan características se están volviendo esta temporada. 
En una de ellas Borjas y Jandrín se hicieron un lío y uno por otro dejaron "la casa sin barrer" cuando de estar listos podrían haberse quedado solos delante del portero. En esas apareció Pablo Carnero que protagonizó un pase a la izquierda sin dejar caer la pelota y medio de espaldas que valía más de la mitad del precio de la entrada. Borjas recibió ese balón pero no supo en buena posición sacar partido de tal asistencia. A continuación se produjo el gol anulado al ex jugador del At. Astorga. Capi envía un balón largo y preciso hacia el escurridizo delantero que gana por velocidad la "tostada" a los defensas y remata a gol sin dejar caer la pelota al piso. El alborozo local fue cortado en seco por la banderola arriba del asistente que estimó fuera de juego en una jugada en la que no se puede comprobar por televisión si era legal (que retransmisiones de la TVG,Dios mío) pero en la que parece deducirse que Borjas salía en posición correcta.

Fueron sobre quince o veinte minutos en los que el Pontevedra minimizó a la Cultural que apenas pudo acercarse por las proximidades del área de Edu hasta que poco después de la media hora de juego se produce en el pico izquierdo de dicha área una innecesaria falta de Adrián Gómez (su único error en un partido extraordinario del pequeño capitán granate). El pichichi Aketxe coge la pelota, la coloca en el suelo y la patea directa a la escuadra que debía guardar Edu que pudo hacer algo más a pesar de la potencia del disparo del delantero leonés.

En ese instante la sensación de casi todos en Pasarón era que el rival con muy poco se había adelantado y que habría que "picar mucha piedra" para intentar sacar algo del partido. 
Sin embargo, el Pontevedra no acusó el golpe y tampoco (todo hay que decirlo) la Cultural acumuló defensores dentro de su área dando un paso atrás. Siguió existiendo más terreno de lo aconsejable para el rival detrás de su defensa y eso fue aprovechado con prontitud por el Pontevedra CF. Primero por Borjas que volvió a ser más listo que la defensa para quedarse con un balón y marcharse por velocidad en dirección a la portería visitante errando el uno contra uno que pudo salvar Calzado. Y ya casi sobre la hora volviendo a superar por velocidad a la defensa en una jugada en la que el lateral derecho blanquillo rompía el fuera de juego y ser derribado por el portero leonés provocando el penalti que él mismo transformó en el empate.
El árbitro decidió dejar (quizá con acierto) la sanción al portero en tarjeta amarilla provocando una pitada en el ex vetusto que no se daba contra un colegiado desde el infausto partido contra el Mensajero.

Había sido una primera parte intensa, vibrante y en el que en el momento en que se escuchó el silbato que anunciaba el descanso casi nadie se acordaba ni de Alex, ni de Jacobo ni de por raro que parezca de Kevin Presa.

Pero es que lo mejor estaba por llegar tras la reanudación. 

Los primeros veinte minutos de esa segunda parte jugados por el Pontevedra fueron realmente maravillosos y de los mejores que se han visto esta temporada a la ribera del Lérez.
Salió el Pontevedra dominador, decidido a hincarle el diente al rival ( o sacar del hueso granate los caninos de la Cultural, según se mire) y fue tremendamente superior no sólo en fuerza, determinación e intensidad sino en lo más importante: en fútbol.

Fueron veinte minutos en los que Carnero trenzó paredes al primer toque como solo el sabe hacerlo, en los que Jandrín explotó su velocidad endiablada en más de una ocasión, en los que Mouriño demostró que este año es otro en regularidad y constancia, en los que los dos laterales subieron sus bandas con coraje y acierto y en los que Queijeiro creció hasta empezar a demostrar porque es jugador del Deportivo y porqué vino aquí con vitola de titular.
Se forzaron varios saques de esquina, se acogotó al rival y se protagonizó una jugada preciosa para poner en franquicia el marcador. El balón circulaba pocos metros dentro del campo leonés cuando llega a Carnero que de primeras se la deja a Borjas en pase espectacular, Borjas en carrera observa el desmarque profundo de Jandrín desde segunda línea y envía la asistencia justo en ese momento preciso en el que su compañero no incurriría en fuera de juego y los defensas no podrían interceptar la pelota. Jandrín encara al portero y remata estrellando el balón en el cuerpo de Calzado pero la pelota sale rechazada hacia la portería y con algo de fortuna decide alojarse en el fondo de las mallas.

Había ido un gran gol para unos grandes minutos y el Pontevedra había hecho lo más difícil.

En ese momento Luisito decide dar un giro y empezar a proteger la victoria con el primer cambio. Un (en mi opinión) formidable ayer Carnero dejaba su plaza a Anxo que pasaba a ocupar la banda izquierda colocándose a la altura de Mouriño y Jandrín con Borjas por delante.
He de confesar que me pareció precipitada esa sustitución ( faltaban 25 minutos largos) tanto por el hombre que se marchaba como con el paso atrás que sin duda dio en ese momento el Pontevedra.
Casi a renglón seguido el segundo cambio, Tomás por un cansadisimo pero brillante Jandrín lo que conllevó el desplazamiento de Mouriño a banda derecha. 
Fueron los siguientes minutos los únicos en los que existió alguna duda en el equipo local y en los que la Cultural gozó de sus dos únicas ocasiones de gol. La primera de Aketxe que de cabeza remató fuera en buena posición y la segunda en un desajuste defensivo que propició que Babalola se plantase dentro del área con peligro pero un mal control facilitó la salida de Edu para abortar la oportunidad.

A partir de ahí el Pontevedra volvió a asentarse con un Pedro ya en su labor preferida de morder y presionar dejándose el alma tras los rivales y un Queijiero que volvió a aparecer primero para no achicarse en la pelea en medio campo y luego para mantener algunos balones que le daban vida a sus compañeros.
No se acopló (una vez más) al partido Tomás y alguna contra que pudo ser definitiva la frustró por no colocarle el balón al compañero en el momento preciso.
Apuntaló todavía más su defensa Luisito cerca del final al situar a Bruno como tercer central y sacar del campo a Mouriño y el Pontevedra incluso disputó todo el descuento en campo rival demostrando una vez más una condición física notable.

Con el final del partido llegó el júbilo a las gradas que despidieron con una ovación importante a un equipo que acumula treinta y tres puntos en la clasificación y que ya toca con la punta de los dedos esa permanencia que puede estar a cuatro o cinco victorias.

Llega el parón navideño y aunque entrenador y jugadores seguramente lo agradecerán no sé que efecto puede tener sobre el equipo. Cuando un conjunto está bien, se siente fuerte y puntúa con la asiduidad del granate este paréntesis de dos semanas puede resultar contraproducente.

Lo que está claro es que si el cambio climático lo permite 2016 empezará con frío intenso para los nuestros. 
El día 3 espera El Plantío (el mítico, el de siempre) y allí seguramente repartirán de todo menos caramelos pero tal y como he visto al Pontevedra en el día de ayer lo que tengo claro es que el equipo peleará el partido y para derrotarle tendrá el rival que hacer mucho sobre el terreno de juego.           
    

lunes, 7 de diciembre de 2015

La victoria tenía un precio (y vaya precio)

No soy un gran aficionado al cine pero no hace falta ser un apasionado de la gran pantalla para recordar la característica banda sonora de la "La muerte tenía un precio" en la que el gran Ennio Morricone a golpe de silbido acompañaba los rudos y barbudos gestos de Clean Eastwood o Lee Van Cleft en un "spaguetti western" con sabor a polvora, tabaco de mascar y tierra seca removida por el viento.
Ayer Domingo en Pasarón y a medida que caían lesionados hasta tres jugadores granates pareció escucharse el siniestro silbidito cinematográfico como queriendo mandar el siniestro mensaje: "ganar parece que ganaréis pero por el camino se van a quedar unos cuantos".

Y es que el Pontevedra aparecía sobre el demasiado seco e irregular césped de Pasarón menos de 72 horas después de la sesión de garrafón del Jueves - noche soportada en el mismo escenario.
Como ya escribimos entonces la ausencia de Capi en el centro de la defensa (90 minutos de botellón contra el Marino) no extrañó a casi nadie y a pesar de la excesiva presencia en la misma fiesta que el veterano central sí empezaron como titulares Jacobo (75 largos minutos "federativos") y Carnero (90 minutazos esa misma jornada).

La imagen copera para los pocos que allí nos congregamos no había podido ser más mediocre pero lo cierto es que ayer desde el primer momento el Pontevedra CF dejó bien a las claras que se había puesto su "traje de los Domingos".
Con una presión nuevamente asfixiante y bastante adelantada los granates empezaron "a comerse por la piernas" a su rival desde muy prontito y ya Borjas pudo marcar en los primeros minutos al rematar por encima del larguero un buen centro de Verdú que antes había combinado con Jacobo.

No estaba jugando el Pontevedra con un rival cualquiera como visitante. El Somozas se ha ganado a pulso el cartel de equipo rocoso e incomodísimo en cualquier circunstancia y más jugando como visitante. Sus números a domicilio entre los que destacan las victorias en Logroño y el campo del Izarra hablaban bien a las claras del peligro que el partido entrañaba para el Pontevedra y lo bien que había que hacer las cosas para lograr tres puntos de oro que de conseguirse catapultarían al equipo granate a diez puntos de distancia de la promoción de descenso.

Y como ya se ha empezado a contar salió el Pontevedra decidido a recuperar esa imagen dañada el Jueves de equipo luchador, veloz y agresivo que no se arruga ante nadie delante de los suyos y que demuestra a cada rival con el que se cita en su casa que para salir victorioso de aquí hay que hacer las cosas realmente muy bien.

Esa jugada inicial con la ocasión de Borjas sólo encontraba respuesta en el Somozas en las acciones plenas de calidad de su ariete Mario Barco que en honor a la verdad le dio muchos problemas a Pablo tanto antes como después de lesionarse. Es Pablo un central muy fiable con la pelota en los pies y en el juego aéreo pero su punto menos fuerte radica en el "cuerpeo" y es por ello que en varias ocasiones Barco se le adelantó a base de habilidad y presencia en acciones de espaldas a portería pero sin encontrar compañía en ninguno de sus compañeros como para crear verdadero peligro a Edu.

Pero el Pontevedra presionaba en acordeón de manera preciosa y pocos minutos después del cabezazo de Borjas fuerza un saque de banda por la derecha que saca con rapidez Adrián hacia Kevin; este penetra en el área y el balón llega al lateral derecho coruñés que realiza un despeje fallido en globo hacia el centro del área que recoge Jacobo que con su pierna mala (la derecha) y sin dejar caer la pelota envía ésta a la red de tiro tan bonito como pegado al palo izquierdo de la portería verdiblanca.
Tras ese gol el Pontevedra volvió a ser por momentos ese huracán desbocado que en ocasiones arroja su fuerza contra el rival y gozó de ocasiones más que de sobra para sentenciar el encuentro por la vía rápida. Así, Jandrín envió fuera un balón precioso dejado con clase por Carnero; Jacobo esta vez con la izquierda remató muy esquinado respondiendo el portero con una gran intervención mandando el balón a corner y Carnero hizo lo más difícil al enviar alto una pelota de Borjas que había superado al portero en una de esas jugadas en las que parece mucho más complicado enviar la pelota fuera que dentro de los tres palos.

Fueron treinta minutos plenos de presión ordenada y agobiante, combinaciones veloces y peligrosas en tres cuartos y despliegue físico conmovedor de un Pontevedra que cuando juega de esa forma encandila a la otra vez algo escasa parroquia presente en el campo.
Durante esa media hora el equipo en general rayó a buena altura pero el partido de Alex Fernández estaba siendo sencillamente colosal superando incluso la genial primera parte que había realizado ante el Izarra. 

Pero esa vistosidad empezó a truncarse momentos después de esa clara ocasión marrada por Carnero. A renglón seguido el Pontevedra vuelve a robar un balón peligroso y la contra clarisima se desperdicia entre otras cosas por el desconcierto de ver a Alex Fernández en el suelo en las proximidades del área del Somozas.
La verdad es que no tengo muy claro si su caída se debió al choque con un contrincante o sí pisó mal el solo y enseguida notó que algo no iba bien pero lo cierto es que la forma de abandonar el campo y su cara al sentir como estaba su rodilla no auguran nada bueno para el Pontevedra CF. Ojalá no se confirmen los peores presagios pero la baja parece de gran duración y es Alex un jugador que se estaba haciendo con la vitola de imprescindible, entre otras cosas, por partidos tan bellos como el de ayer. Desde aquí mi mensaje de ánimo al bravo medio granate y mis deseos de que la lesión se quede en lo menos posible.

Pero no fue el único golpe que recibió el Pontevedra al filo de la media hora. Escasos segundos después de la retirada de Alex (sustituido por Pedro García que pasaba a hacer pareja con Kevin) se echaba al suelo Pablo que ya llevaba varios minutos renqueante por un encontronazo con Barco.
El segundo cambio debía hacerse y Bruno saltaba al césped para ocupar el puesto del joven central vigués.

Estas incidencias mermaron un tanto el empuje pontevedrés que pareció darse una tregua para llegar al descanso y ordenar las ideas y afrontar con la cabeza fría la segunda parte. 
El Somozas sólo inquietó en un lanzamiento de Barco (antes de la retirada de Pablo) que salió cruzado no demasiado lejos de la portería de Edu pero la sensación al llegar al descanso es que se había perdonado lo indecible y que las lesiones con la consiguiente merma en los cambios para la reanudación podrían pasarnos factura mientras el silbido del tal Morricone acompañaba a los protagonistas del lance camino de los vestuarios.

Pero la situación todavía iba a tornarse más peligrosa para el Pontevedra CF  en los primeros minutos tras la reanudación. No se habían jugado ni diez minutos del segundo tiempo cuando Jacobo se echa la mano a la parte posterior de uno de sus muslos y se tira al suelo en clara petición de cambio inmediato. Es en ese instante cuando el dichoso silbidito subió varios decibelios su intensidad y llegó a atronar durante unos segundos en el Estadio Municipal de Pasarón. 
 No peca este bloguero en absoluto de oportunista (lease la crónica del partido de copa federación) al no extrañarle en demasía los problemas físicos del jugador de Bueu. El Jueves pasado los primeros jugadores cambiados fueron Loureiro y Queijeiro que bien podrían haber acabado aquel choque y Jacobo fue sustituido en el minuto 75 de juego y habiendo salido de una lesión muscular ( de la cual se resintió ayer). Mouriño, por ejemplo, que no estaba apto para el Domingo sólo disputó treinta y cinco minutos. 
Es evidente que si se sale a disputar una competición se haga con dignidad pero no sé si la gestión de minutos de ese primer partido "garrafonero" ha sido el más correcto.

Pero el caso es que a falta de treinta y cinco minutos para el final el Pontevedra ya había efectuado los tres cambios y sobre el campo permanecían Jandrín que todos sabemos que le cuesta terminar los choques y Carnero con 90 minutos jugados el Jueves.

Pero si alguien pensaba que el Pontevedra se iba a arredrar por las dificultades se equivocaba.Sí es cierto que con la entrada de Queijeiro el Pontevedra cambió el sistema para arroparse más y dejar al rival que llevara la iniciativa. Luisito colocó a tres por el medio (el exdeportivista pasó a ayudar a Kevin y Pedro) volcando a Borjas a la izquierda, Jandrín a la derecha y Carnero en punta.
No fue el mejor partido ni de este ni de Borjas pero lo que trabajaron y corrieron para el equipo hacen buena una actuación menos vistosa pero muy efectiva para los intereses colectivos del grupo. 

Con esa ubicación en el campo el Pontevedra contuvo sin excesivas dificultades al Somozas que buscaba con los cambios hacer mella en el entramado defensivo granate sin conseguirlo. Es de destacar el enorme segundo tiempo de un Campillo espectacular y el constante crecimiento de un Bruno que ayer rayó a gran altura y que va despejando algunas dudas que reconozco tenía sobre él a principios de temporada.

Pero el 1-0 seguía reinando en el marcador y la incertidumbre permanecía sobre el campo hasta que sobre el minuto 80 el Pontevedra liga una extraordinaria jugada de contra en la que Queijeiro roba y cede a Borjas en la izquierda que observa la llegada por el centro de un Jandrín lanzado; espera el canario el momento justo para colocarle la pelota y evitar así el fuera de juego y el asturiano (a pierna cambiada como Jacobo en el primer tanto) coloca un izquierdazo sutil y cruzado que tras pegar en uno de los palos de la portería visitante se cuela en el interior de la misma llevando la alegría y la tranquilidad a la afición granate.

De ahí hasta el final el Pontevedra siguió manejando con sobriedad y oficio el partido y la impotencia de los jugadores del Somozas se hizo palpable al no poder derribar ese muro en el que el Pontevedra asentó sus reales tras el descanso.

Fueron tres puntos de oro conseguidos de forma convincente no sólo por la imagen sino por la indudable potencia del rival a domicilio. También dorada resulta la victoria pues los resultados habidos en la jornada hacen que la distancia con los de abajo empiece a ser tranquilizadora aunque nunca definitiva. Y también resulta balsámico el triunfo porque tras dos empates fuera conseguidos con bastante sufrimiento la mejor manera de hacerlos buenos es ganando posteriormente en casa como se ha hecho en el día de ayer. 

Ni que decir tiene que lo peor son las bajas. La de Pablo no parece que vaya a ser muy larga pero duele menos en cualquier caso por la presencia tranquilizadora de Capi, Campillo y como se ha dicho un cada vez más fiable Bruno. La de Jacobo tampoco parece que se extenderá mucho en el tiempo pero ya suena peor pues la presencia del zurdo centrocampista resulta importantísima sobre todo en casa pues su capacidad de asociarse con Verdú, Mouriño o Borjas y esos desajustes que crea en los rivales al venirse hacia el centro y crear superioridades la echaremos de menos seguro.
Y que decir de la baja de Alex. Se presume muy larga y coincide además con un estado de forma del ex del Coruxo realmente sublime. Ayer el que le sustituyó fue Pedro pero quizá la hora que haya llegado sea la de Queijiero que hasta la jugada del segundo gol de ayer apenas había enseñado nada a la ribera del Lérez y cuyo buen hacer a partir de ahora va ser mucho más necesario.Y quizá nos vendría bien que Tomás se pusiera más las pilas pues la capacidad de combinar que ha enseñado Alex en muchos partidos de casa no la podemos perder y en esa faceta el controvertido canterano podría echarnos una mano siquiera de manera puntual.

Al final ni los silbidos amenazantes de Morriconne, ni forajidos vestidos de verdiblanco impidieron al Pontevedra CF  (cual Clean Eastwood en la película de Leone) hacerse con la recompensa que había en juego.

El próximo "saco de dinero" estará en Valladolid, en un campo de superficie complicada y frente a un filial recién salido de puestos de descenso. 
¿Continuará la buena racha pontevedresa que lleva acumulados 23 de los últimos 30 puntos en juego? Por desgracia el guión de la película del siguiente fin de semana no lo escribiremos los aficionados granates y sí nuestros jugadores. Ojalá las críticas a esa "película" sigan siendo tan favorables como la de ayer. 

         
   

   

                  

viernes, 4 de diciembre de 2015

La copa llevaba "garrafón"

Sí. 
A pesar de la copiosa lluvia que caía hacia las ocho sobre la ciudad de Pontevedra decidí atravesar el puente de Santiago y acercarme al Estadio Municipal de Pasarón para presenciar el debut del equipo granate en la controvertida Copa Federación.
Al llegar a la calle de acceso a la grada de Tribuna volví a recriminarme mentalmente por haber olvidado la piragua en casa (o en su defecto unas imponentes "katiuskas") que habrían evitado el deterioro tanto de mis zapatos como de los pantalones hasta más arriba de la rodilla al atravesar esos metros finales antes de alcanzar la puerta de entrada cuyo lamentable estado (el del camino que no el de la puerta) debería pintarle la cara de rojo a cualquiera que tanga alguna responsabilidad en tal circunstancia.

Medio envenenado por la humedad que sin recato había invadido mis pies a través de los calcetines, me senté en mi lugar habitual poco antes del comienzo del choque y comprobé que tanto solo trescientas o trescientas cincuenta personas más habían compartido esa tarde noche la singular idea de acudir a ver este encuentro de tan respetada competición.

"Ellos se lo pierden. Seguro que sale un buen partido" me dije henchido de orgullo en el mismo instante en el que los jugadores granates y del Marino de Luanco hacían su aparición en el demasiado encharcado estadio de Pasarón para la no tanta cantidad de agua que había caído en los prolegómenos.

De un tirón comprobé la alineación del equipo e imaginé que con LLoves en la portería jugarían Loureiro, Bruno, Capi y Anxo en defensa; Queijeiro y Pedro por el medio con Tubo en la derecha y Jacobo en la izquierda; completando el "once" Miki y Carnero en punta.
Pero nada más sacarse de centro ya se pudo constatar que Jacobo se movería con libertad detrás del "9" y que sería el joven Miki el inquilino de la banda izquierda.

En teoría tres eran los presuntos titulares para el Domingo que el entrenador había decidido colocar sobre la hierba: Capi, Jacobo y Carnero y sorprendió sobremanera la presencia en el banquillo de Mouriño que no podrá ser de la partida por sanción frente al Somozas.
"Posiblemente cuente con Pablo y Campillo de inicio para el Domingo y a Jacobo y Carnero les dé 45 minutos y los sustituya en el descanso", me dije convencido sin sospechar que algunas de esas premisas no estaban en la cabeza de Luisito.

Tuvieron que pasar pocos minutos, muy pocos, para que ese orgullo citado anteriormente fuera sustituido por un lamento interior del estilo "por qué habré venido si podría estar en casa viendo al Gran Wyoming con una mantita en el sofá de casa".
Porque enseguida pudo comprobarse como aquella copa lejos de estar compuesta por licor original y del bueno llevaba en su interior cantidades considerables de "garrafón". 
La primera parte fue literalmente "imbebible" o para los que fuman "infumable". Sin ritmo, sin motivación y sin sustancia los dos equipos se movieron acompasadamente por el césped en esa atmósfera tan rara por silenciosa en un estadio de fútbol en la que las órdenes de los entrenadores y las consignas de los jugadores entre sí se oían como si se estuvieran exclamando en la silla de al lado. En esa faceta, la de los gritos, sabemos que ganamos por goleada y esa voz carcelaria de Luisito que haría palidecer hasta el más rudo de los presos de un penal de máxima seguridad se escuchó a los cuatro vientos en todas las esquinas del estadio dando un toque (siquiera mínimo) de colorido al partido.
En lo que respecta a los nuestros, Loureiro cumplía más o menos en banda derecha aunque con timidez y algo de ingenuidad en algunas de sus acciones, Anxo volvía a demostrar que no conoce la palabra temeridad a la hora de jugar de lateral y arriesgar balones cerca de su área en regates incomprensibles, Queijeiro volvía a desaprovechar otra oportunidad de empezar a demostrar aquellas virtudes que le llevaron en su día a la casa deportivista, Tubo no lograba desbordar apenas por derecha y Miki se perdía en la izquierda sin apenas entrar en la dinámica de juego.
Sólo la sobriedad de los dos centrales y algún detallito de Jacobo sacaron al encuentro de un tedio profundo que alimentaba los argumentos de aquellos que no entienden muy bien la utilidad de este torneo.
Una ocasión tuvo el Marino ( en el que no viajaron ni Geni, ni Boris ni Omar Sampedro) y otra el Pontevedra en las botas de Capi que envió fuera un balón tras una jugada de estrategia cuando lo más fácil habría sido meterla dentro.      

Pero las sorpresas llegarían tras el descanso. Lo primero que me llamó la atención al reaparecer los jugadores es que Luisito había optado por no hacer ningún cambio.Pero mi asombro aumentó cuando en el minuto 55 entró Mouriño en el campo pero el sustituido fue Loureiro. Mi sorpresa no obedecía a cuestiones tácticas de el "garrafonazo" que se estaba presenciando sino con la permanencia en el campo de dos hombres que en teoría suenan a titulares el fin de semana (Carnero y Jacobo) por la ausencia del pequeño mediapunta vigués por tarjetas.
En cuanto a Capi razoné de nuevo que con dos centrales de garantías como Pablo y Campillo quizá el técnico de Teo estaba usando el choque contra los asturianos para rodar al veterano central y hacerle descansar el día del Somozas.

Pero que Luisito no estaba por la labor de tranquilizarme y dosificar a la pareja anteriormente mencionada se constató claramente en el segundo cambio efectuado ya mediado el segundo tiempo pues el jugador que se marchó para que entrará Tomás no fue otro que Queijeiro.

Ya faltando sólo quince minutos para el final sí se fue Jacobo (lesionado hace no demasiado tiempo) para que Borjas entrara en el campo ese cuarto de hora en la que se notó bastante su presencia.

Por tanto, los 75 minutos jugados por el medio izquierda buenense y el partido entero disputado por Carnero (que dicho sea de paso estuvo muy apagado y gris durante todo el choque) me hacen albergar dudas acerca de los planes de Luisito para remediar la baja de Mouriño aunque también puede ser que el que esto escribe sobredimensione el esfuerzo que ha supuesto para estos jugadores el partido de ayer y ambos aparezcan más frescos que una lechuga el Domingo al as 17.00 sobre el césped de Pasaron.

Lo cierto es que esta segunda parte de la "copa garrafón" discurrió de la misma forma que la primera, es decir, aburrida y desesperante hasta los últimos trece minutos.
Es en ese instante en el que el "ladrillo" que estábamos viendo se rompíó y apareció entre los cachitos algo parecido a un partido de fútbol.
Se desencadenó este "tsunami" con el gol logrado por el Pontevedra tras jugada de Anxo por la izquierda y un balón centrado que superó a defensa y portero para que Miki (que se había cambiado de banda ya desde el primer cambio para que Tubo bajase al lateral) lo empujara a puerta vacía colocando el único gol del partido.
Como si tocaran a arrebato al Marino le entraron prisas y al Pontevedra "la torrija" y en los siguientes dos o tres minutos los asturianos entraron sobre todo por la derecha como cuchillo afilado en mantequilla y disfrutaron de tres ocasiones pintiparadas para empatar que desaprovecharon lastimosamente. A su vez, el Pontevedra encontró más espacios para contraatacar y pudo aumentar la ventaja en alguna otra ocasión. Entre esas oportunidades destacó una falta botada desde la media luna por Borjas que estrelló el balón en el larguero botando este no demasiado lejos de la línea de gol.

Y así, entre imprecaciones y más imprecaciones de Luisito que se desgañitaba con sus hombres, su delegado, el asistente de su banda y con alguna gaviota que volaba a ras de suelo buscando el origen de esa fuente sonora se acabó un partido que no pasará a la historia ni al recuerdo de ninguno de los asistentes y que permitirá al Pontevedra acudir a Luanco con una ventaja mínima que en caso de defender con éxito provocará que se juegue al menos una ronda más de esta competición en la que esperamos el licor sea de una calidad mucho más elevada que el "garrafón" de la primera fase.