lunes, 26 de septiembre de 2016

De un receptor de melones, una hierba impresentable y un culpable retroactivo

Faltan pocos días ,muy pocos, para que la selección española de fútbol sub 21 se juegue gran parte de su futuro en la eurocopa de la categoría.

Lo hará aquí, en Pontevedra. 

Con toda la parafernalia del mundo el otrora presidente en la sombra del club y la actual máxima dirigente del Consejo de Administración presentaron el España- Estonia a bombo y platillo con el seleccionador sub 19 y segundo de la sub 21 Luis De la Fuente en representación del combinado español. 
Entre anuncios de "precios populares" que harían sonrojarse a cualquiera que tuviera un mínimo de sentido común y zarandajas varias el ex futbolista del Athletic Club y Sevilla, entre otros, reconocía que habría que mejorar mucho el estado del césped para que la selección pudiese evolucionar de la mejor manera posible en nuestro estadio de Pasarón.

Después de ver ayer las condiciones de dicho césped se puede asegurar que no es que vayan a tener que trabajar mucho aquellos a los que se haya encargado dicha tarea sino que tendrán que recurrir a esas vírgenes a las que tanto gusta citar e incluso peticionar la Ministra de Trabajo cada vez que suben las cifras del paro.
De verguenza ajena para arriba es como se puede describir el estado de la hierba por lo menos a día de ayer.Y más allá de los problemas que pueda encontrarse la mencionada selección española de fútbol (que nos importa pero menos) lo que realmente preocupan son las consecuencias que para el Pontevedra CF pueda tener este desastroso terreno de juego que sobre todo en las bandas ofrece una panorámica desoladora e impropia de un club como el nuestro.

Ya sea por el lamentable césped o por la extraña alineación que comenzó el encuentro lo cierto es que Pontevedra e Izarra disputaron una primera mitad no horrible sino lo siguiente y provocaron el bostezo generalizado de los allí presentes e incluso el plácido sueño de un pequeño aficionado de Tribuna cuya ilusión por ver algo divertido duró los veinticinco minutos que tardó en dormirse profundamente entre los comprensivos brazos de su abuelo.

Es cierto que el partido comenzó cerrado y soporífero y siguió por esos derroteros sobre todo por la actitud (legítima, por supuesto) de un rival ultradefensivo que apenas se preocupó de sobrepasar el medio campo y que lo fió todo al paso del tiempo y a una pérdida de compostura del Pontevedra. Pero también es verdad que el mediocampo exhibido  ayer por los granates contribuyó en gran medida a cloroformizar de manera exasperante el juego sobre todo a lo largo de la primera parte.

Y es que la sorpresa fue bastante grande al comprobar que uno de los hasta ahora fijos ni evolucionaba con los titulares en el calentamiento previo al choque ni se hallaba entre los componentes del banquillo. El ausente, Alex Fernández, había realizado un notable partido hace quince días contra el Palencia en casa y supongo que debemos concluir que su salida de la convocatoria obedece a su actuación en Barreiro la pasada semana.

Si es así ( alineó ese mediocampo por "motivos tácticos" según palabras de Luisito tras el partido) hemos encontrado una semana más tarde a otro culpable de la derrota en Vigo a pesar de que todos creíamos que sólo había habido uno que había tenido la responsabilidad en aquella dolorosa derrota.

Sea como fuere, bastante graves tienen que ser las desavenencias del técnico con uno de sus aparentes "pretorianos" para no contar en la convocatoria con un jugador como este cuya ausencia notó el Pontevedra en bastantes momentos del partido.

Y es que si colocamos como "timón" del equipo a Kevin Presa y a Jacobo Trigo lo normal es que pase lo que sucedió ayer, es decir, nula capacidad circulatoria (agravada por el mal partido en ese sentido jugado ayer por el de Puenteareas) y abuso del balón largo que era fácilmente contrarrestado por un Izarra que era precisamente eso lo que quería.

En pocas ocasiones se encontraron las bandas, donde Jacobo se ahogaba en la izquierda y Añón se desencajaba por el esfuerzo en la derecha sin conseguir fruto alguno. Sólo una vez en los primeros minutos se llegó bien por la derecha y Loureiro conectó un buen centro que Barco remató con potencia de cabeza mandando el balón por encima del larguero.

En Barco es bueno detenerse en este instante del relato. Es este un jugador potente por arriba, hábil con los pies, buen protegedor del balón, en definitiva, un nueve como hacía tiempo que no se veía por estos lares. Pero es que además ayer se le pudo descubrir otra virtud en su juego, la de recepcionista de melones o bien la de convertir este sabroso fruto en pelotas de balompié.

A excepción del centro mencionado de Loureiro y el de Alex González en la jugada del segundo gol que el ariete incluso mejoró con un giro de cabeza espectacular para mandar el balón al palo contrario, el resto de pelotas que recibió ayer fueron auténticos melones que en muchas ocasiones pudo convertir en balones rematando en posiciones harto complicadas para crear peligro sobre la portería contraria.
Fueron varias las ocasiones en que esos pases dirigidos hacia su persona (la mayoría por arriba) no le hicieron desistir y tratar de de mejorarlos con su remate consiguiéndolo casi siempre y volviendo a esperanzar a la parroquia granate con la cifra de goles (ya son cuatro a estas alturas) que puede llegar a conseguir. 

Volviendo al partido, el juego discurría con apatía y anodino a más no poder con un Pontevedra jugando a lo que menos controla que es abusando de esos pelotazos largos frontales que no daban resultado alguno.
Mouriño (titular ayer por detrás del punta en una especie de 4-2-3-1) no lograba engarzar con los medios y como ya se ha dicho Jacobo aparecía muy poco en aquellas zonas donde realmente hace daño con su pase y su disparo. Aún así, el de Bueu protagonizó una buena jugada con un túnel en tres cuartos de campo y un gran pase a la derecha que acabó en nada por causa de un mejorable centro. 

Pero he aquí que casi sobre la hora el Pontevedra encontró el gol de la única manera en que se suele encontrar en partidos tan cerrados como el de ayer, a balón parado y a trompicones. Corner desde la izquierda de la portería navarra, alguien que toca con el pié en el primer palo, otro que toca con la cabeza en el segundo, rebote en el poste y remache final de Portela que hacía el 1-0 para mandar el partido a los vestuarios.

Quien más quien menos (quizá más, viendo que el mejor delantero del rival saltaba al campo tras la reanudación) pensaba que el Izarra arriesgaría algo y trataría de jugar más en campo contrario y crear problemas a la zaga granate. Pero nada más lejos de la realidad. El juego plano, soso y carente por completo de profundidad de los navarros continuó en el tiempo y las escasas ocasiones en las que conseguían acercarse por lo menos a la zona de tres cuartos encontraban a un Capi sobresaliente e imperial que volvió a demostrar ayer que estando bien físicamente es el mejor central del equipo con diferencia (lo cual no tengo claro que sea una buena noticia para el Pontevedra).

Los granates, menos agobiados por el marcador, hilvanaron algo más de juego que en la primera parte pero sin sacar al partido de esa sensación de aburrimiento que lo caracterizó desde el principio hasta el final. Mouriño pudo marcar de cabeza antes de ser sustituido por Abel mediado el segundo tiempo y antes Barco también pudo "mojar" pero su remate algo flojo encontró al portero visitante. Más tarde entraría Alex Gonzalez por Jacobo y en ese momento pudimos asistir a otra de las novedades que dejó el encuentro.

El ex del Lealtad que hasta ahora no había enseñado gran cosa y sí dejado dudas sobre sus actuaciones, recibió un balón cruzado desde la derecha y penetró por banda izquierda para centrar sobre la línea de fondo al primer palo y encontrar la cabeza de Barco que tras gran movimiento dentro del área giró el cuello de manera magistral para hacer el segundo gol del partido que resultó muy parecido al segundo frente al Palencia.
Era la primera jugada de mérito en la que intervenía Alex desde que llegó y su partido pudo ser más redondo si no hubiese fallado la mejor ocasión del encuentro al rematar a bocajarro de cabeza un buen centro que encontró una gran intervención del portero navarro. El arquero logró despejar un balón que de haber sido rematado cruzado habría resultado inapelable.

También tuvo sus diez minutos Ferrer que sustituyó a un Barco que se fue ovacionado por la grada y cuya actuación fue lo más reseñable del un partido que no pasará ni mucho menos a la historia por su vistosidad pero que el Pontevedra controló con sobriedad incluso también en esos últimos minutos en los que lejos de observarse la "desconexión"  de los días del Mutilvera y Palencia logró mantener la cohesión hasta el pitido final. 

Tras la decepción tremenda de la semana pasada por la forma en la que se perdió en Vigo, se ha conseguido enlazar la tercera victoria en tres partidos en casa. Vuelvo a insistir en que ganar aquí resulta clave para tratar de estar cerquita de los equipos de arriba aunque nos cuadrupliquen o quintupliquen el presupuesto según las propias palabras de Luisito.

Han sido tres partidos en los que sólo se sufrió en el segundo tras la expulsión de Trigo y ahora el calendario nos trae otro partido seguido en casa contra un Racing de Ferrol ya mucho más recuperado tras lograr dos victorias seguidas y al parecer en franca ascensión clasificatoria.

Es otro partido especial. No es el Celta. Pero negar que existe cierta rivalidad entre departamentales y nosotros sería absurdo. El año pasado nos ganaron aquí en media hora y tuvimos que soportar los cánticos nada agradables, por cierto, de los aficionados "verdes" desplazados a Pontevedra. 

Son un gran equipo, eso está claro. Pero son ganables, por supuesto. Y sobre todo estaremos más cerca de ganar si salimos a competir intensos, concentrados desde el principio y conscientes del significado de los puntos. Si se compite, se lucha, se trata de aprovechar nuestras virtudes y se pone garra sobre el maltrecho césped un resultado adverso no sería más que eso. 

Ahora bien, si se sale abúlico, miedoso y pusilánime podría pasar lo de Barreiro o algo peor pues si pueden dejarnos tocados no dudarán en hacerlo.

Espero y deseo que podamos ver la mejor versión de nuestro Pontevedra CF.

Eso sí. Veremos a Alex Fernández o seguirán en vigor las "cuestiones tácticas" que le mandaron a la grada frente al Izarra?.               

lunes, 19 de septiembre de 2016

Ni era un partido más ni valen excusas peregrinas

No ha acabado siquiera el mes de Septiembre. Sólo se llevan disputadas cinco jornadas de Liga y el Pontevedra CF tiene sus opciones intactas para tratar de lograr la mejor clasificación posible. Vaya lo anterior por delante para aquellos que confundan las críticas puntuales por partidos tan infames como el del Sábado pasado con opiniones catastrofistas que ya apunten a que la temporada terminará en fracaso.
No es esa (caminar por la vía catastrofista) la intención de este artículo pues absurdo sería pensar que a estas alturas algún objetivo haya podido quedar descartado y teniendo en cuenta además que la campaña pasada a estas alturas contábamos con tres puntos menos.

Ahora bien, una cosa es esa y otra no decir bien a las claras que hay derrotas que molestan que joroban ( y podría utilizar ese otro verbo que suena todavía más contundente) más incluso de lo que ya fastidia cualquier partido en el que se regresa de vacío.

Para una institución como el Pontevedra que fue referente indiscutible del fútbol gallego en los años sesenta y un club importante también en los setenta, no es fácil sino todo lo contrario sufrir esta lenta agonía que parece interminable a lo largo de la cual sólo hemos jugado una temporada en segunda división de las últimas treinta y nueve (que se dice bien y pronto).

A lo largo de estas casi cuatro décadas han sido pocas, muy pocas, las veces en que hemos podido enfrentarnos en partido oficial al primer equipo del Celta de Vigo. La última en Liga en esa temporada en segunda (2004/2005) con una victoria de mérito en el partido jugado en casa por tres tantos a uno. En ese encuentro, por cierto, el Pontevedra se quedó con un jugador menos cuando el marcador reflejaba un empate a un tanto. Repito, al final 3-1 para los granates.

Además de ese doble enfrentamiento liguero, hemos coincidido en contadas ocasiones en Copa del Rey. Algunas veces a un solo partido como en la temporada del ascenso a segunda en la que sólo una pareja tan impresentable como Iturralde González y su célebre asistente Rafa Guerrero privaron a nuestro equipo de una clasificación histórica al anular un gol legal en el último minuto de la prórroga al gran José Luis Sánchez Capdevila.

Otras, hace más tiempo, a doble vuelta como una eliminatoria en los ochenta en la que tras empatar a uno en Balaidos la cosa se torció a la ribera del Lérez.

Todos esos encuentros los pude vivir "in situ" y fueron partidos recios jugados de manera intensa y en los que el Pontevedra daba la cara en todo momento ante la indiscutible rivalidad de los choques.

Por desgracia, esa rivalidad (que ahora muchos niegan en nuestra propia ciudad lo que me parece especialmente penoso) no ha podido expresarse más que en esas escasas oportunidades dando paso a los enfrentamientos entre nuestro primer equipo y el segundo del conjunto vigués.

Hay algunos aficionados granates bienintencionados que opinan que dotar al partido contra el filial celeste de la categoría de derby nos hace de menos pues nuestro derby debería disputarse con el primer equipo. Quizá tengan algo de razón, no lo niego ni voy a discutir ese razonamiento. 

Simplemente voy a exponer el mío.

Y el mío es que pocas cosas resultan más humillantes que el hecho de que ya que no se puede jugar contra el Celta de Vigo, llamésmole A, no se tome el partido contra el B de la manera rigurosa, seria y especial como debería tomarse y seamos pasto de las chanzas de los aficionados vigueses que se descojonan a estas horas y con razón del lamentable espectáculo ofrecido por los nuestros en el dichoso campo de Barreiro. 

Porque jugar contra el Celta ya sea A,B, F, M o W no debe resultar nunca rutinario para el Pontevedra CF y esos encuentros hay que jugarlos con el cuchillo entre los dientes y en caso de salir derrotados debemos  antes provocar que el rival sude lágrimas y sangre para vencernos cosa que parece no haber sucedido hace dos días.

Y eso me lleva a una reflexión que ya efectúe en alguna otra ocasión acerca de la gigantesca ausencia en la entidad desde hace mucho tiempo de alguien que le explique a el entrenador a que equipo está entrenando y a los jugadores en que equipo están jugando.
Si nos tomamos como algo normal que a lo largo de toda la semana aquellos jugadores que han sido entrevistados hayan aludido al encuentro "como a un partido más" y que al entrenador lo único que le haya preocupado es que se jugase el Sábado por la tarde es que algo se está haciendo mal en la casa granate respecto al escrupuloso respeto que se le debe guardar al escudo que portan estos chicos en el pecho cada vez que salen a un campo de juego.

Hablar del horario del partido o de esa horrorosa "copa garrafón" jugada entre semana como excusas para justificar el "paseo" que se han dado en Barreiro sobre todo en la segunda parte no hace sino aumentar la sensación de desamparo que a algunos aficionados nos queda en el cuerpo tras actuaciones tan inexplicables como la del Sábado.

Y desde luego no ayuda a ahuyentar esa sensación desagradable ese nuevo espectáculo (supongo que para el regocijo de la tvg) ofrecido por el técnico en rueda de prensa.

Con ese semblante de malo de spaguetti western como queriendo decir "a ver que me preguntas que a la mínima te mando una ráfaga de tiros con mi colt 45" Luisito ofreció una fugaz comparecencia en la que se quedó a medias entre nuestro Rey emérito con rostro contrito y un cura de pueblo golpeándose con la mano en el pecho.
Entre el "perdón, me he equivocado" y el "por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa" el de Teo despachó la rueda de prensa no sin antes aclarar que el gol del rival llegó en un fallo garrafal de la defensa (fallo que él no pudo cometer pues no se encontraba en el césped y que matiza en gran parte su pretendida asunción de responsabilidades).   

Tantas veces se echó la culpa el entrenador que si lo hubiera hecho solamente una vez más alguien habría podido pensar que ante tal ejercicio de flagelación culpabilística había más de obra de teatro de las malas para orejas tribuneras que una real intención de asumir culpa alguna.

Sea como fuere, lo que a mi me hubiera gustado que explicase el de Teo es el porqué del hundimiento del equipo tras quedarse en superioridad sobre el césped. 
Vaya por delante que un partido en el que se juega durante tiempo con un jugador más puede torcerse. El hecho de jugar contra diez no garantiza la victoria y ni siquiera el empate pero eso es una cosa y otra es tener que leer con asombro y un punto de indignación las declaraciones de los jugadores al día siguiente en prensa afirmando sin sonrojo que "se vinieron abajo a raíz de la expulsión". Un lector desinformado o a quien esto le traiga al pairo podría colegir de tal argumentación que la roja la había visto un jugador granate pero la realidad es, como sabemos, muy diferente.

¿Por qué entonces este "hundimiento" general del equipo al verse con uno más? ¿Sabe el Pontevedra CF jugar contra un equipo que se encuentre en inferioridad?

La semana pasada el Pontevedra CF disputó frente el Palencia 75 minutos bastante buenos, siendo superior y mereciendo marcar más goles pero una jugada aislada acarreó una expulsión esta vez a un jugador nuestro y ese último cuarto de hora fue un "totum revolutum" en el que se pudo ensanchar el resultado pero también se pudo empatar un partido por no saber mantener el orden atrás. ¿Tampoco sabemos jugar con un jugador menos sobre el césped?

También me hubiera gustado que Luisito explicase en esa rueda de prensa rodada  en el polvoriento y caluroso desierto de Almería entre miradas retadoras y revólveres prestos a entrar en acción si le parece comprensible que teniendo en el campo a dos notables jugadores en el arte del balón parado como Mouriño y Jacobo debe seguir siendo Bonilla quien efectúe todo lanzamiento habido y por haber sea el minuto que sea y sea la ubicación en el campo que sea. ¿Estamos trabajando el balón parado en los entrenamientos o toda la estrategia se basa en que el ex de Leioa patee todo de cualquier manera y en todo momento? Si es así no debe olvidarse que a la altura de la rodilla es dificil que Barco, Ferrer, Capi o Portela cacen un balón colgado. Podría haber explicado igualmente que tiene Portela que no tenga Campillo (aunque en esto no debería ser el único en dar respuesta) o si le sigue pareciendo bien cubierto el lateral derecho del equipo.

No estaría de más tampoco que hubiera explicado (simplemente para tratar de entender lo que se buscaba) el porqué esta vez sí procedía sacar a los dos nueves al principio (al margen de la posición en que luego los ubique ya que Mateu empezó el encuentro tirado a la izquierda) y otras veces no, teniendo en cuenta además que con Añón también sobre el césped no quedaba delantero alguno para hipotéticos cambios o el porqué de la suplencia de Jacobo tras ser el mejor frente al Palencia.

Pero al margen de estas últimas cuestiones que son opinables y que seguro encontrarían respuestas lógicas en Luisito (dicho esto sin ninguna ironía) sigo pensando que lo peor y lo más inexplicable y que ha quedado sin respuesta es esa actitud general del equipo pusilánime, frustrante e impotente que le impidió incluso no sólo dejar la portería a cero sino crear un mínimo peligro ante la portería del Celta B.

Como ya dije al principio de esta columna, el Pontevedra está muy vivo (a pesar de que en Barreiro pareció morirse a la media hora de juego) y la posibilidad de realizar una gran temporada persiste sin lugar a dudas.
En casa se han sacado adelante los dos partidos y hacerse fuerte en Pasarón es clave para equilibrar "gambadas" tan tristes como la del pasado Sábado y coger seguridad para ofrecer otra imagen en los siguientes partidos fuera.

Pero es que este artículo no va de eso. Estas líneas van de no arrojar más porciones de orgullo por Galicia adelante. Va de entender ( insisto una vez más) que contra el Celta hay que dar el 150 % y que no vale arrastrarse como nos hemos arrastrado durante sesenta y cinco minutos en Barreiro. Va de entender de una vez por todas que perder se puede pero siempre dejando la última gota de sudor sobre el campo para que el color granate de la camiseta no destiña la prenda y cubra la hierba de rojo oscuro. Va, en definitiva, de que para recuperar la grandeza y volver a ser alguien en el panorama de la segunda B el esfuerzo no debe negociarse nunca y más allá del acierto debe verse en todo momento a un Pontevedra comprometido, entero y sin complejos de ningún tipo. 



lunes, 12 de septiembre de 2016

Normas ridículas, nervios absurdos y ratos de buen fútbol

El fútbol del siglo XXI ese deporte diseñado ya descaradamente para proteger los intereses económicos de grandes empresas, grandes clubes o grandes representantes de futbolistas y que ignora cada vez de manera más zafia e indignante a aquellos que lo han llevado a colocarse como el espectáculo más seguido y visto del planeta que no son otros que los aficionados (los de aquí digo, no los chinos o los indios que deben estar flipando) no ha sido históricamente una modalidad compleja en el aspecto reglamentario.

Y utilizo el tiempo verbal del pasado ya que en los últimos tiempos además de priorizarse por encima de todas las cosas el llenado de los bolsillos de cuatro listos que dominan el "cotarro"y que se ríen con los pies encima de la mesa y la barriga amenazando con desbordar los estresados botones de sus camisas de la gran mayoría de los que pululan por este mundo del balompié, también se ha adoptado la moda de dotar a ciertas normas del reglamento futbolístico de tales dosis de idiocia y estupidez que no está demás que siquiera por un momento nos paremos a reparar en ello.

Una de esas reglas adoptadas no hace demasiados años (la milonga de la ocasión clara de gol que acarrea penalti y expulsión de un jugador) ha sido reformada hace escasísimos meses.
Pero claro, como la modificación se toma por los mismos tipos que crearon la citada norma la conclusión es que no se ha arreglado la presunta injusticia que se trataba de solucionar y además se ha creado un desconcierto general no ya entre los aficionados de a pié que bastantes problemas tienen ya en sus cotidianas vidas como para estudiarse a fondo la cuestión sino también entre diferentes estamentos dedicados de lleno al mundo del deporte rey.

"Se acabó el triple castigo" gritaban a los cuatro vientos los titulares de prensa cuando la norma se veía reformada; "ya no habrá expulsión del último hombre" rezaban otros gurús de las noches deportivas mientras el sueño asaltaba los lechos de los cansados y puteados españolitos.

Pero mira tu por donde que no es cierto. "No es roja, no es roja", se desesperaba un fiel granate ayer tras comprobar como Jacobo Trigo recibía tal castigo por el colegiado tras empujar dentro del área a un jugador rival cuando encaraba portería dentro del área. "Eyy. Espere buen hombre- contestaba otro seguidor pontevedrés mientras sacaba escuadra y cartabón dispuesto a ofrecer su versión de la norma al despistado correligionario.. Mire, teniendo en cuenta el viento que corre y que Trigo estaba dentro del área y que ganamos 2-0 y que el color chillón y estridente de la camiseta palentina podría confundir al más pintado yo creo que...".      

Lo cierto es que nadie tiene muy claro ahora cuando además del penalti un jugador debe tomar el camino de la ducha de manera anticipada. Analizando la dichosa regla parece seguro que si la ocasión clara de gol es fuera del área la expulsión es irremdiable y todo seguiría como hasta ahora. Pero si es dentro? Ay. Si es dentro empieza el "cacao". Al parecer si se evita un gol en la línea también procede el color encarnado pero no cuando un jugador derriba a otro tratando de jugar la pelota aunque esa ocasión de gol sea manifiesta.
Ya es raro pensar que un jugador del equipo que defiende va a tener opción de jugar la pelota frente al atacante si la ocasión de marcar es tan clara. Es que la ocasión de gol tan evidente muchas veces se produce porque el delantero se encuentra sin casi oposición y el derribo para evitar ese gol es irremediable.

Sea como fuere (y una vez puesto de manifiesto por un lado que aquellos titulares citados se parecían a la realidad como un pepino a una manzana y por otro que este lío interpretativo parece estar buscado a propósito para tocar los "melindres" al personal), sea como fuere, digo, es que Trigo acabó expulsado por cometer un claro penalti por empujar a un jugador rival sin causarle daño. Quien sabe lo que pasaría si el central se hubiera lanzado cual ave de rapiña a intentar "jugar" la pelota derribando al contrario y causándole alguna clase de lesión "tobillera". Ah, se siente (podíamos haber dicho), intentó jugar el esférico lo que pasa es que no llegó. Píteme pena máxima caballero pero no me eche oiga...    

En fin, de locos...


Pero lo cierto es que esa jugada cuyo final ya hemos analizado y que empezó por una desatención en el centro del campo y defensa granate dotó al partido frente al Palencia de una tensión y una incertidumbre inaudita para aquellos que pudimos presenciar los 73 primeros minutos de juego.

Setenta y tres minutos en los que el Pontevedra fue infinitamente superior, en los que marcó dos goles cuando pudieron haber sido cuatro y a lo largo de los cuales cuajó ráfagas de buen fútbol convenciendo a todos los seguidores que en mayor número que el día del Mutilvera se dieron cita en Pasarón.

Salió el Pontevedra con un sistema novedoso que sorprendió y que dio verdaderos frutos. Tres centrales con Capi fijado en el centro, Trigo a la derecha y Kevin a la izquierda pero con los dos hipotéticos laterales situados verdaderamente de interiores completando una línea de cuatro con Alex y Abel en el medio. Por delante en la media punta se movió a sus anchas Jacobo y esta vez Añón se movía en punta junto a Mario Barco.

Con esa ubicación y ante cierta pasividad palentina brilló especialmente Jacobo. El de Bueu ocupó el espacio dejado a la espalda del medio centro más retrasado del rival, Ivan Zarandona y de los centrales castellanos .Y es en ese espacio del césped, cerca de los puntas y en tres cuartos de campo donde este hombre alcanza su máximo rendimiento. Exhibió su capacidad para filtrar pases con varios de gran calidad y pudo mostrar su otra cualidad, el disparo a puerta. De hecho, dos de las tres mejores ocasiones del Pontevedra llegaron a través de sendos lanzamientos de Jacobo (uno con la izquierda y otro con la derecha) que el portero visitante despejó a córner de manera espléndida. 

Junto al media punta los dos hombres que jugaron en el medio crecieron exponencialmente y Alex volvió a aparecer con una versión bastante parecida ya a la mostrada en la primera vuelta del año pasado.
Y Abel? A mi particularmente me gustó mucho. En esa primera parte movió con soltura pero se supeditó como el resto del equipo a los detalles brillantes de Jacobo pero en la segunda parte apareció imponente (sin apenas oposición del rival, es cierto) y dirigió el juego de ataque del equipo con maestría repartiendo a izquierda y derecha, en muchas ocasiones al primer toque y jugando, en definitiva, una primera media hora del segundo tiempo extraordinaria.
Hay que ver más este jugador pero ya el día del Mutilvera subió su rendimiento en el momento en el que Kevin bajó al central y el pudo retrasar su posición para jugar más de cara con campo por delante y menos de espalda. Ayer en esa posición más pura de medio centro volvió a hacerlo bien y quizá sea esa una posición más acorde a sus características.

De todas formas, a pesar de esas ocasiones marradas en el primer entre las que destaca una de Añón que mandó por encima del larguero cuando parecía más fácil meterla dentro, el Pontevedra no marcaba y tuvo que hacerlo en el 43 aprovechando una ingenuidad supina del Palencia. Falta lateral con peligro a favor del equipo castellano (falta cometida por un Capi que ayer estuvo imperial) que bota un jugador rival de manera inofensiva a las manos de Edu. El portero no duda y ve solos por banda izquierda a Kevin y Alex Fernández. Este recoge la bola y recorre metros hasta dársela al primero; Kevin se la devuelve a Alex en el momento oportuno y este ya dentro del área remata para que el portero rechace y Añon machaque a la red. Contra de manual y un gol a cero que hacía dotar a los ya estropeados marcadores de Pasarón ( por lo menos hace quince días funcionaba uno) de un mínimo de justicia.

Tras el descanso el Pontevedra continuó siendo el dueño y señor del partido y manejo a su antojo a un Palencia que no llegaba con peligro al área granate.

En esos primeros minutos de la segunda parte apareció en ataque Miguel Loureiro que percutió con acierto por la derecha y envió dos o tres centros notables. Digo esto porque he sido claro al manifestar mis dudas en el lateral derecho del Pontevedra. No es que esas dudas se me hayan disipado (decir lo contrario sería mentir) pero sí digo que en su faceta ofensiva ayer Loureiro estuvo bien y protagonizó sus mejores minutos con la granate, de lo cual me alegro.  

Pronto llegó el 2-0 tras centro precioso de Alex para que Barco tras desmarque inteligente rematara en plancha cruzado haciendo un bonito gol. Luego se fue Jacobo para que entrase Mateu y nada cambió. El Pontevedra con Abel al mando y Kevin y Capi anulando las escasas intentonas palentinas disputaba plácidamente el partido e incluso realizó el segundo cambio. Mouriño sustituyó a Añón (que se había colocado en la media punta para que Mateu hiciese pareja con Barco) y pasó a jugar en esa ubicación.
Reseñable, por cierto, la atronadora ovación con la que fue recibido el pequeño jugador porriñés que tiene metida en el bolsillo a toda la afición lerezana.

Pero luego llegó la jugada del penalti provocada en gran parte pro la relajación granate y el decorado cambió por completo. Entraron nervios, algo de desconcierto y pudo llegar hasta el empate.
Luisito reaccionó y sacó a Barco para meter a Alex. De esta forma se volvía a defensa de cuatro con Abel y Alex por delante, Mouriño a la derecha, Alex González por la izquierda y Mateu buscándose la vida.

Es cierto que el Pontevedra gozó de dos ocasiones muy buenas para hacer el 3-1. La primera en una jugada por la derecha iniciada con un maravilloso pase de Loureiro para Mateu que entró por la derecha y observó el desmarque hacia dentro del área de un Mouriño que venía lanzado desde la izquierda. El de Porriño remató pero en última instancia un defensa palentino se lanzó al suelo y logró rechazar un remate que llevaba un indudable marchamo de gol. La segunda fue más clara ya que después de una serie de rebotes dentro del área la pelota le cayó botando y pintiparada a Mateu para que la estampase contra la red pero el lanzamiento le salió al centro y allí encontró el despeje del meta Alejandro. 

Pero a pesar de esas dos ocasiones no se puede negar el nerviosismo e inseguridad que se vivieron en esos últimos minutos de juego con un Palencia a la desesperada, un par de pérdidas de posición absurdas de Bonilla y un remate de cabeza casi a bocajarro de un rival que Edu Sousa despejó tras bote salvando dos puntos de oro para el Pontevedra que de haberlos perdido le habría ocasionado serios dolores de cabeza al conjunto granate al pensar como un partido de 3 o cuatro a cero podría haberse escapado.
De esto último, de que Edu haga paradas que ganen puntos para su equipo, también se alegra especialmente el que esto escribe por el trabajo y la bonomía del protagonista.

Al final se amarraron tres puntos importantes ante un equipo que ayer no dio buena imagen pero que cuenta con varios jugadores de indudable prestigio en la categoría como nuestros ex More y Chuchi, Zarandona, Diego Torres o Durántez.

Por cierto, también jugó ayer con el Palencia Asier Arranz. Este jugador que ayer jugó de lateral izquierdo hasta que en el último cuarto de hora pasó al derecho es el que fue descrito por el "gran" Fran Crujeiras como un extraordinario jugador que nos hacía el favor de venir a jugar aquí.

Perdón por el recuerdo ingrato (que nada tiene que ver con el chaval al que le deseo todo lo mejor y que además aquí se lesionó de gravedad) pero es que hay veces que no me resisto a citar algunas de las "lindezas" que tuvimos que escuchar no hace demasiado tiempo a al ribera del Lérez.