lunes, 30 de abril de 2018

Ahora solo importa el Domingo


Se podría argumentar (y quien lo hiciera tendría razón) que no resulta de recibo que en un partido como el de ayer encajemos un tanto en el minuto dos tendiéndole un puente de plata a un rival que no tenía más opción que vencer para seguir vivo en la Liga.

Se podría argumentar (y quien lo hiciera tendría razón) que no es precisamente muy presentable que en un partido como el jugado ayer el equipo no haya competido como debería haberlo hecho tal y como  reconocieron tanto el entrenador como la Presidenta una vez acabado todo.

Se podría argumentar (y otra vez llevarían razón los que así lo hicieran) que sin crear ocasiones de gol resulta materialmente imposible equilibrar una balanza que se inclinó del lado segoviano desde un principio por no haber salido al césped de La Albuera como las circunstancias clasificatorias lo requerían.

Se podría, en definitiva, decir otras cosas nada positivas sobre “lo” de ayer pero no creo que resulte en este momento ni productivo ni útil para salir airosos de esta temporada lamentable que nos ha tocado vivir.

Ahora lo único que debe importar es el próximo Domingo.

En lo que hay que poner los cinco sentidos desde ya mismo es en ganarle al Adarve dentro de seis días y colocarse con esos 44 puntos que quizá puedan valernos para obtener de forma matemática la salvación ese mismo día si los resultados de otros acompañan pero que en todo caso nos dejarían en situación privilegiada de cara a la última jornada liguera.

Lo he dicho ya otras veces.
En ocasiones como las del Domingo que viene quien realmente se juega su futuro somos nosotros, la afición del Pontevedra CF.

Por mucho que oigamos palabras casi siempre vanas y huecas de dirigentes, técnicos o jugadores (salvo honrosas excepciones que te reconcilian con el fútbol en su estado más básico) quienes seguro vamos a estar aquí la próxima temporada y la siguiente y las demás que vengan después somos la masa social de un Pontevedra que se ha visto envuelto esta campaña en una pesadilla de la que tanto nos está costando despertar.

Lucharemos, pues, frente al modesto equipo madrileño ya salvado del Adarve por salvar los muebles en una temporada preñada de errores que nos han puesto en serio peligro de descender a tercera división de manera humillante (aunque esta palabra no le guste a alguna gente que ni entiende ni difícilmente lo hará en el futuro que significa el Pontevedra CF).

A buen seguro leeremos o escucharemos a lo largo de la semana noticias acerca de una posible “motivación” adicional de nuestro rival para el partido del Domingo pero en ningún caso esa circunstancia (de ser cierta, ya que muchas veces luego no hay nada de nada) debería suponer problema alguno para que nuestro interés y nuestra disposición sobre el césped indique desde el minuto 1 de encuentro que los tres puntos en juego  tienen y deben quedarse en Pontevedra para hacer saltar por los aires esta amenaza de descenso que resulta realmente insoportable.

Es cierto que no jugará Alex González (cumplirá su segundo partido de sanción) y que ayer volvió a demostrarse que este año el cántabro es más de medio equipo arriba.

No sabemos si volveremos a permitirnos el lujo (con la ausencia del citado Alex) de dejar a Jorge Hernández en el banco de suplentes menguando todavía más la capacidad ofensiva del grupo.

Sería en todo caso importante que la lesión muscular de Darío Flores estuviese curada para que el central uruguayo pudiese ser de la partida y contribuir con su experiencia a dar tranquilidad a sus compañeros.

Lo que está meridianamente claro es que los hombres que salten al campo en este trascendental choque frente al Adarve deben estar a la altura de la entidad a la que representan y de la gente que les alentará para lograr esta victoria tan deseada.

Esa gente, (nosotros, la afición) estará como siempre ha estado junto a su equipo en este nuevo capítulo de nuestra historia que no tiene el “glamour” indudable de las fases de ascenso pero que tiene, si cabe, mayor importancia por el tremendo paso atrás que significaría bajar a tercera división y las consecuencias que tal circunstancia acarrearían.

Me imagino (ojalá acierte) a ese fondo norte más poblado que en otras ocasiones “tirando” del resto del estadio con sus cánticos, su alegría y su determinación gritando al viento el nombre de nuestro equipo sin descanso con el único objetivo esa tarde de proteger nuestro escudo y nuestro orgullo.

También pienso en el resto de las gradas contagiadas por ese fondo pero también por un equipo que sobre la hierba le demuestre a sus seguidores desde el inicio que está por la labor de salir del hoyo luchando, sufriendo y también jugando pues sin fútbol cualquier victoria resulta muy complicada.

La decepción por la derrota de ayer y las circunstancias en las que se produjo fue grande pero siendo sincero tras perder en Abegondo frente al Fabril el que esto escribe vio la cuestión tan negra que habría firmado llegar al último partido de Liga en casa dependiendo de nosotros mismos y pudiendo incluso conseguir la permanencia ganando si en el resto de escenarios se dan resultados normales.

Esta situación se ha dado y no podemos desaprovecharla.

Nosotros nos dejaremos la garganta.

Sólo falta que el equipo cumpla con su parte.

HALA PONTEVEDRA      

lunes, 23 de abril de 2018

Los viajes del Doctor


Nunca fue demasiado aficionado a los viajes.

Cualquier cambio en su rutina calculada casi al milímetro le generaba tal cantidad de estrés que prefería permanecer en su pequeña ciudad aún sabiendo la cantidad de maravillas que se perdía por su obstinada voluntad de no desplazarse a ningún sitio.
Le agradecí no hace mucho tiempo desde este mismo foro de opinión que por lo menos no hubiese dejado de lado su conocida pasión por el equipo de fútbol del lugar de su ciudad adoptiva y siguiera acudiendo cada quince días al estadio de Pasarón a sufrir, vibrar y apoyar al Pontevedra CF como viene haciendo desde hace ya varias décadas.
Elegante, señorial y circunspecto el Doctor Jekill comprobaba como en casa su equipo era capaz de batir a equipos tan cualificados como el Fuenlabrada, ganar sin complicarse la vida a rivales directos como el Racing o el Cerceda o competir aún sin el premio del triunfo con otras escuadras tan potentes como las del Celta B.
Una vez presenciado el partido de turno abandonaba su asiento con la misma discreción con la que lo había ocupado para regresar a sus quehaceres cotidianos casi siempre envueltos en probetas o frascos de diferentes tipos con líquidos de todos los colores en su interior.

Sin embargo, la situación de su equipo fuera de casa no mejoraba y un par de resultados negativos en Pontevedra provocaron que la situación clasificatoria pasase de preocupante a casi desesperada.
Fue en ese momento, tras el empate ante la Ponferradina, cuando el tímido y solitario Doctor, llevado por un impulso irresistible, tomó la decisión de desplazarse a los estadios en los que el equipo jugaría sus partidos como visitante para apoyar aunque fuera en silencio y sólo con su presencia a esos jugadores en cuyas botas se encontraba el destino a corto plazo de la entidad.

Le habían contado que fuera de casa el Pontevedra se transformaba. Que no era él mismo. Que le resultaba imposible dejar la puerta a cero y todavía mucho más hacer goles.
El Doctor escuchando los relatos de aquellos pocos que sí acudían a esos encuentros lejos de casa se imaginaba a su equipo con la faz de ese personaje que sólo él sabía que existía pues nació fruto de sus experimentos secretos con brebajes sacados de fórmulas contenidas en las páginas de libros antiquísimos.

Hyde. Sí, Hyde. 
Ese personaje desaliñado, indisciplinado, egoísta y peligroso parecía adueñarse del Pontevedra CF cada vez que su autobús abandonaba la ciudad y a esa circunstancia había que ponerle coto de manera inmediata.
Sin embargo, otro inconveniente vino a añadirse a la situación peliaguda del Pontevedra fuera de casa.   
Ya sentado en las gradas de la ciudad deportiva de Abegondo a la que había acudido armándose de todo su valor y una vez presenciada la primera parte de aquel choque, una llamada inesperada de su fiel ama de llaves de la mansión en la que vivía comunicándole un problema de urgente resolución le hizo despedirse con antelación de aquel encuentro y enterarse ya de vuelta de la derrota tras una segunda parte otra vez muy floja.
Lejos de amilanarse y rectificar su voluntad de embarcarse en todos los viajes que al club le quedaban hasta final de Liga, el Doctor tomó junto a sus asistente todas las decisiones necesarias para que ningún imprevisto le impidiera presenciar entero el siguiente partido de los suyos que sería en Navalcarnero.

Y sí. Ese día lo vio todo. Con ese porte imponente y distinción exquisita con la que la Naturaleza solo dota a unos pocos, el Doctor Jekill comprobó como el Pontevedra volvía a ser capaz de ganar fuera de casa “soltando” un partido muy bueno en aquella villa madrileña sin que hiciera acto de presencia el corrosivo Mr Hyde y ninguna otra circunstancia pudiera impedir la victoria pontevedresa.
Como no podía ser de otra manera, ayer en Valladolid también estaba el Doctor sufriendo y viviendo el choque con varias decenas de aficionados que ya habían acudido a Navalcarnero y que tan importantes han sido para que todo saliera bien transmitiendo un apoyo impagable a sus jugadores.

No podemos engañarnos.

Tanta era la trascendencia del partido de ayer, tan buena la racha del equipo rival que acumulaba doce partidos sin perder y tan igualado y emocionante resultó el final del encuentro que el impoluto peinado del Doctor acabó realmente dañado por la tensión del momento y que su “rictus” habitualmente serio y un poco huraño se transformó durante unos minutos en un rostro sonriente y aliviado. Incluso hay quien dice que se le vio saltar abrazado a un par de aficionados pontevedreses para celebrar la consecución de unos puntos vitales que no aseguran nada todavía pero que nos colocan en una situación mucho más desahogada que hace tres o cuatro semanas en las que el agua amenazaba con cubrir el cuerpo granate hasta no dejar ni un solo pelo en la superficie.

Imagino en este mismo instante al renovado Doctor Jekill preparando el viaje a Segovia y fantaseando con la posibilidad de otra victoria que nos pondría la salvación al alcance de la mano.
A buen seguro estará lamentándose de las dos bajas importantes con las que vamos a contar para una nueva final por la expulsión de Alex González y la lesión de Darío Flores.

Sin embargo, también estoy convencido de que con su presencia y no con la de ese entrometido y bullanguero de Mr Hyde el Pontevedra podrá volver a protagonizar otro partido ordenado y dar otro paso de gigante para apagar este fuego del descenso que ha conseguido preocupar hasta al flemático y aparentemente impasible Doctor Jekill.
     

lunes, 16 de abril de 2018

De una final empatada, experimentos extraños y una garrafa de plata


La final de la semana (la de verdad, la de marca y no la de garrafón barato) era el Domingo y el Pontevedra no pudo por desgracia alzarse con el triunfo.

Una victoria frente a un Guijuelo que venía en plena racha negativa habría colocado al Pontevedra en una situación clasificatoria mucho más desahogada y casi a tiro de piedra de la salvación.
Y lo cierto es que no se puede decir que el Pontevedra se hubiera hecho acreedor a los tres puntos en ningún momento.
Al contrario, el punto ni siquiera refleja lo acaecido durante los noventa minutos a lo largo de los cuales el Guijuelo fue mejor en la inmensa mayoría de ellos y no se llevó mayor botín a su tierra jamonera gracias a la extraordinaria actuación de un Edu Sousa que evitó hasta en cuatro ocasiones clarísimas que el equipo salmantino perforara la meta granate.
La primera parte fue realmente descorazonadora y visto el equipo titular presentado al que esto escribe le surgen muchas preguntas sobre la gestión de minutos del partido de vuelta de la dichosa Copa Federación que gracias a todos los dioses habidos y por haber ha terminado por fin esta temporada.

Si se sabía que Alex González estaba sancionado para el Domingo no se entiende ni de lejos como el cántabro solo disputó veintidós minutos frente al Ontinyent.
Si se sabía que Jimmy está fuera de combate y tampoco se podía echar mano el Domingo de Alex como carrilero largo en la izquierda tampoco se entiende demasiado la presencia de David Castro como titular a mitad de semana (tuvo que ser sustituido el Miércoles con molestias)..
Si se sabía, en definitiva, que sin Alex González  el otro jugador de la plantilla capaz de desequilibrar al equipo contrario no es otro que Jorge Hernández, hacer jugar al zamorano los noventa minutos frente al Ontinyent hasta terminar exhausto (ese día fue Pibe el primer jugador sustituido) no obedece a lógica alguna.

Por unas cosas o por otras lo único cierto es que el Pontevedra se presentó sobre el césped en un partido vital con Pacheco debutando en liga como central por la izquierda y Pibe debutando como titular en Liga en casa por banda izquierda.

Experimentos a estas alturas en las que tanto nos estamos jugando y tantas lágrimas se pueden acabar vertiendo si al final nos vamos por el sumidero de Tercera, resultan incomprensibles, absurdos y sólo pueden desembocar en primeras partes tan penosas como la que ayer protagonizó el Pontevedra.

Ojo, antes de que alguno interprete esta columna de forma errónea, no es que el Pontevedra no jugara a nada en la primera parte por causa de estos dos chavales que pelearon y no estuvieron por debajo de muchos de sus compañeros sino que lo que a estas alturas de temporada resulta incuestionable es que sin Alex González en el campo, Jorge Hernández debe jugar aún con muletas ( y más con el estado de forma de Añón) y que a falta de otro lateral o central izquierdo de la primera plantilla, Castro debería jugar aún con una pata de palo.

Sea como fuere, esos primeros 45 minutos fueron casi un monólogo de un Guijuelo que sin hacer nada del otro mundo creó tres ocasiones muy claras para marcar, dos de las cuales fueron rechazadas por un gigantesco Edu y la otra por un poste.
Fue una primera parte en la que lo mejor fue el resultado y en la que al margen del portero solo se podría destacar a un Flores que achicaba agua en defensa todo lo que podía a base de colocación y experiencia además de protagonizar varios pases largos y precisos a las bandas que ninguno de sus compañeros pudieron rentabilizar.

Y tras el descanso (con David Castro ya sobre la hierba) llegó la gran alegría del gol granate. En una falta no muy bien sacada, el portero castellano nos hacia el favor del día rechazando una pelota fácil de forma estrambótica permitiendo que Goldar metiera la cabeza e hiciera un tanto que en ese momento nos daba la vida.
Hasta ese instante no habíamos hecho nada arriba pero en un error del contrario veíamos el cielo abierto y la posibilidad de lograr una victoria maravillosa para nuestros intereses.

No fue así  en gran parte por no ser capaces (no lo fuimos a lo largo del todo el partido) de tranquilizar el choque y jugar con la desesperación salmantina.
Escasos minutos después de marcar se producía una jugada por banda derecha defensiva del Pontevedra que acababa con la señalización de un penalti por presunto agarrón de Juan a un jugador del Guijuelo que fue convertido por el antipático Jonatan Martín.

La última media hora fue una especie de correcalles en la que el Pontevedra tenía más armas con Jorge ya sobre el campo para tratar de hacer el segundo pero en la que las mejores ocasiones a excepción de la última del partido fue para un Guijuelo que se topó dos veces más con Edu Sousa en sendas acciones que golpearon el corazón de la afición granate.
En el otro área Jorge tuvo dos buenas ocasiones pero la mejor de todas se produjo ya con el tiempo cumplido en un centro que el Guijuelo permite que llegue al lado izquierdo de su área para que Añón completamente solo y con su pierna buena enviara un balón de gol por encima del larguero y con esa bola también mandara al cemento de la grada sur las esperanzas de una afición que veía como se esfumaban definitivamente las opciones de ganar el encuentro.

No se puede negar que haber ganado al Guijuelo nos habría otorgado muchos boletos para salvarnos de una quema que tanto nos está desgastando esta temporada.
Tampoco se puede obviar (aunque a estas alturas hay que ganar como sea) que el equipo no estuvo bien ayer y que estuvo más cerca de perder el choque que de obtener el triunfo.

Ahora bien, esta decepción no debe durar más allá de unas pocas horas pues a falta de cuatro partidos ya no hay lugar para muchos lamentos ni ensoñaciones de lo que debía haber sido y no fue.

Se ha empatado y ya está.

Tenemos 38 puntos y a partir de ahora semanas enteras sin partido en las que se podrá descansar mejor y preparar con más tiempo el partido del fin de semana.

El partido del Guijuelo es pasado y el presente más rabioso e importante nos sitúa en Valladolid y contra un rival que ya ni se acuerda cuando perdió su último encuentro y que nos esperará en los Anexos de Zorrilla dispuesto a certificar su permanencia ganándonos el choque.

Necesitaremos pues que aparezca esa versión más sólida del equipo y ser conscientes una vez más que contamos con argumentos más que suficientes para salir airosos de otra final que espera en seis días y que vuelve a darnos la posibilidad de dar un paso de gigante para la salvación.

Con respecto a la Copa Federación (para mi, lo siento, garrafón) de justicia es felicitar a jugadores, técnicos y Consejo por un título por el que han apostado con decisión y también a la afición al margen de que para algunos (entre los que me encuentro) sea una competición ciertamente menor.

Ahora que dicha Copa ha bajado su telón, solo desearía con relación a ella dos cosas. La primera es que este premio económico obtenido al ganarla sirva a la Entidad para tapar algún agujero que está segunda B no se cansa de provocar a sus participantes y la segunda es que tardemos el mayor tiempo posible en volver a jugarla.


lunes, 9 de abril de 2018

Machada matutina


Lo exigía tanto la situación en la tabla como el calendario de los últimos seis partidos de Liga.
A pesar de la cómoda victoria frente al Talavera seguíamos en descenso directo y por delante cuatro partidos de esos seis a disputar serían lejos de las confortables gradas de Pasarón.
¿Consecuencia?

O se lograba hacer lo que hasta ahora había resultado casi imposible, esto es, ganar fuera o no habría nada que pudiera evitar el descenso.

Y las circunstancias que rodeaban el primero de esos cuatro encuentros a domicilio no resultaban precisamente muy alentadoras.
En primer lugar por el propio rival, Navalcarnero, incrustado sorprendentemente en el cuarto puesto de la clasificación y que se había tomado el choque como el primer espaldarazo para cristalizar su sueño del play off de ascenso.
En segunda instancia por el horario matutino que al Pontevedra casi siempre le sienta auténticamente de pena. De hecho, de los seis puntos conseguidos hasta ayer fuera de casa sólo uno (Adarve) se había obtenido en partidos jugados a esa dichosa hora de las 12 de la mañana.
Por último, (y a pesar de que lamentablemente por las carencias de instalaciones con las que cuenta el Pontevedra para entrenar el equipo suele ejercitarse en muchas ocasiones en campos con hierba sintética) el hecho de que el terreno de juego rival estuviese compuesto por hierba artificial hacía torcer de nuevo el morro a la parroquia pontevedresa.

Sin embargo, ninguno de esos condicionantes previos ni otros acontecidos durante el partido pudieron evitar que de una vez por todas el Pontevedra CF “soltase” un partido fenomenal como visitante y obtuviera un triunfo absolutamente vital que acerca bastante más esa permanencia tan deseada y tan necesaria para la institución granate.

Y es que según las crónicas el Pontevedra no sólo ganó sino que fue mejor ayer por la mañana en Madrid y demostró al fin con hechos y no solo con palabras que el equipo es capaz de ganar partidos lejos de nuestra ciudad a base de concentración, trabajo y ese acierto que siempre es imprescindible y que ayer también apareció en esta localidad del sur de la Comunidad de Madrid.

De la mano de la “vieja guardia” granate formada por Edu, Kevin, Alex Fdez y Mouriño (ayer otra vez en el campo como titulares) y después del clásico susto de las doce y un minuto que Edu pudo solucionar, cuentan esas crónicas que el Pontevedra se plantó como es debido en el campo; defendió con orden las embestidas locales y se desplegó en ataque lo suficiente como para no sólo hacer los dos goles sino también crear varias oportunidades adicionales para marcar.
Alex González hizo el primero antes del descanso continuando su gran semana anotadora iniciada el Miércoles en el último suspiro de la ida “garrafona”.
Eder Díaz, por su parte, convertía en la segunda parte el 0-2 que ponía algo más de tranquilidad en el marcador y certificaba la “machada” granate en Madrid que a buen seguro casi ninguno de nuestros rivales esperaba a priori y que les habrá producido un buen “tantarantan” en sus corazones al enterarse del resultado.

Sobre Eder es justo decir que “a la chita callando” ya ha logrado con el de ayer cuatro goles en la Liga y algunos de ellos (como el de Coruxo y sobre todo el de ayer) trascendentales para asegurar puntos para el equipo.
No era el delantero que el que esto escribe esperaba en el mercado de invierno (sobre todo después de las expectativas creadas por el propio club de cara a ese mercado) pero lo que resulta innegable es que por lo menos en este último mes de competición y con sus limitaciones está siendo un hombre importante y ojala lo siga siendo en estos tan emocionantes como estresantes cinco últimos encuentros de la temporada liguera.

Cuando estamos en una situación clasificatoria como la actual, una victoria como la obtenida en Navalcarnero hace que la jornada ya sea extraordinaria pero como suele pasar en estas ocasiones la gran alegría que por fin nos ha proporcionado el Pontevedra CF se ha visto acompañada con algunos otros marcadores harto convenientes para nuestros intereses.
Las derrotas de Segoviana fuera y Coruxo en casa nos vienen muy bien para el futuro.

No sorprenden demasiado los tres puntos ganados por el Valladolid B en los Anexos de Zorrilla dada su excepcional racha en la segunda vuelta aunque a su victoria se le puede sacar el dato positivo de haber sido lograda contra un Guijuelo que se viene abajo y al que podríamos superar en la tabla de ser capaces de vencerles aquí el próximo Domingo.
Del duelo de rivales directos entre Racing y Toledo habría preferido un empate pero de ganar alguno entiendo mejor para nosotros que esa victoria haya sido conseguida por el Racing de Ferrol pues el Toledo partía por delante al comienzo de la jornada.

Sea como fuere, al margen de las aventuras y desventuras de nuestros más directos contrincantes para eludir el descenso, lo verdaderamente trascendental es que el equipo haya podido encontrarse a sí mismo como visitante cuando era obligatorio hacerlo.

Es de esperar que esta victoria sufrida (a pesar del 0-2 que levante la mano quien no pensó a lo largo de los últimos diez minutos y el descuento en “un nuevo Guijuelo”) y muy meritoria convenza a la plantilla que jugar fuera de casa no es sinónimo de derrota y le aporte un refuerzo psicológico importante que tan bien puede venirle para esos dos duelos consecutivos contra rivales directos que llegarán en dos semanas.

Antes el Guijuelo.

Y para ese partido no dudo que esa afición granate (a la que también podría aplicársele ese slogan de hace unos años “me mata, me da la vida” de un conocido equipo de Primera División) jugará su papel apoyando con entusiasmo a sus colores sabedores de la importancia suprema de los puntos en juego.

Será otra batalla para la que tendremos la baja “gorda” de Alex González si se confirma su sanción por cinco amarillas pero en la que sean cuales sean los jugadores que salgan deberán dejar meridianamente claro (tal y como hicieron ayer) que el Pontevedra CF no está por la labor de bajar a tercera sino de salir a flote como merece su gente y poner quien sabe si la primera piedra para un futuro algo más alentador.