miércoles, 20 de noviembre de 2024

"Lérez- taka premium"

Hace ya bastantes meses, a lo largo de buena parte de la primera vuelta de la Liga pasada, el Pontevedra jugaba tan bien y tan bonito al fútbol que me dio por bautizar lo que me hacía sentir el equipo como Lérez-taka.

Eran partidos completamente controlados por el Pontevedra CF.

Cada uno de los espacios del terreno de juego eran ocupados con inteligencia y maestría por los futbolistas granates que borraban en muchas ocasiones del mapa a los rivales ligueros que tenían enfrente.

Si se tenía acierto ante el gol, el choque acababa en goleada. Si ese acierto no aparecía tanto, el encuentro se ganaba por menos margen en el marcador pero con la misma sensación de superioridad y autoridad sobre la hierba que a muchos nos llenó de rezones para pensar que nuestra estancia en 2RFEF sería muy corta.

No se trataba solo, insisto, en jugar vistoso o bonito (que en bastantes ocasiones se lograba) sino sobre todo de jugar bien, de plasmar con acierto el estilo que el entrenador quería inculcar a su equipo.

Ese estilo basado en la posesión del balón, en tenerla el mayor tiempo en campo contrario, en arriesgar incluso a veces mucho a la hora de sacarla jugada desde tu propio área de castigo incluía por definición un aspecto vital del juego, defenderte con el balón en tus pies.

No consistía ese Lérez-taka solo en plantarte diez veces en área contraria acumulando ocasiones para marcar en ataque sino en tener la pelota de una manera que dificultaba en grado sumo al rival a la hora de robarla y progresar hacia tu zona vulnerable.

Por aquella época el Pontevedra no perdía demasiados balones en partes comprometidas del campo y si lo hacía, “encendía” el mecanismo de “recuperación rápida” y volvía a robar inmediatamente sin dar opción al contrario de efectuar un pase que pudiera romper nuestro entramado.

Era tal el dominio de la situación que logramos adquirir en aquellos meses, que ni siquiera nos generaban acciones a balón parado que pudieran sacar a luz nuestros defectos en ese lance del juego.

En casa, por ejemplo, solo encajamos goles en el primer partido de esa primera vuelta y en el último.

Luego, como todos sabemos, todo empezó a torcerse, sino mucho, sí lo suficiente para que al final otro equipo nos arrebatase el ascenso directo y luego otro en el play off nos enviara a la lona.

Esa caída la provocaron, en mi opinión, varios factores, pero no precisamente perder ese estilo sino por ejecutarlo de una manera más deficiente.

Se empezó a circular el balón de una manera más errática, confundiendo seguridad con exasperante lentitud lo que a la larga provocaba pérdidas que originaban contras claras de los contrarios.

No se recuperaba ya la pelota rápido tras muchas de esas pérdidas y la máquina dejó de funcionar con precisión sin que se pusiera remedio a las averías que cada vez eran más evidentes en ese mecanismo que tiempo atrás parecía infalible.

Y contribuyó mucho, muchísimo también, nuestra incapacidad para defender con orden el balón parado. Ese balón parado que nos apuñaló una y otra vez  hasta dejarnos exánimes ante tanta sangre derramada.

En esta Liga 24/25, con la continuidad del entrenador y gran parte de la plantilla titular, sabíamos que ese estilo no iba a cambiar pero el reto consistiría en volver a hacerlo funcionar con la  exactitud de un metrónomo y encontrar ajustes para no caer en los errores de la pasada campaña.

Al principio, todo indicaba que no se había aprendido nada.

El partido de Santiago resultó descorazonador. Setenta minutos de una superioridad insultante para acabar empatando con una actitud defensiva lamentable y en Soria se puede decir que en tramos casi nos pasaron por encima y no estuvimos nunca en partido.

Tampoco en casa las sensaciones estaban siendo las mejores. Goles encajados evitables, demasiada lentitud y falta de ritmo en buena parte de los partidos y algunos puntos que se acabaron yendo lastimosamente.

Todo empezó a cambiar fuera de casa. Quién nos iba a decir que acumularíamos cuatro jornadas seguidas ganando y sin encajar un solo gol tanto en campos sintéticos como de hierba natural?

Se entendió de una vez que introducir ajustes en el juego del equipo para hacerlo más agresivo, más competitivo no significaba en absoluto renunciar al estilo primigenio?

En mi opinión, sí. Porque de lo contrario no se hacen 12 de 12 y con la portería a cero.

El último partido en casa frente al Bergantiños no fue ninguna maravilla aunque se mejoró algo con respecto a los anteriores.

Volvió a ser mejor la segunda parte que la primera pero en esta se logro dotar de un ritmo siquiera un poco mayor al juego y no se cayó tantos minutos en esa abulia que parecía presidir otras primeras partes en casa.

Se volvieron a fallar ocasiones porque, a diferencia de aquella primera vuelta de la temporada pasada, el Pontevedra está errando demasiado, sobre todo de local, ante la portería contraria pero se encontró el gol del triunfo en el tramo final del partido.

Por qué se mejoró también frente al Bergantiños? En un detalle vital, no regalar atrás innecesariamente y mantener la portería a cero.  

De esta forma, con la calidad que sin duda tenemos para la categoría y el empuje que tarde o temprano ejercemos en Pasarón, el hecho de marcar aunque sea un solo gol te lleva a obtener victorias que al final son las que acaban ganando campeonatos.

Este dato que ofrezco a continuación no es en absoluto baladí.

En esta pasada jornada, unido nuestro triunfo a la derrota soriana en Torrelavega, alcanzamos el liderato y precisamente lo hacemos en el mismo instante en el que nos convertimos en el equipo menos goleado del grupo junto al equipo numantino con 8 goles encajados.

Es menos ofensivo el equipo esta Liga que la pasada? En mi opinión, no.

Ha cambiado de manera significativa su estilo de juego? Tampoco.

Lo que sucede es que por fin, sobre todo a domicilio, se ha adquirido una manera de competir que aúna ese estilo de posesión y combinación con una agresividad y concentración que resulta imprescindible para ganar el grupo y subir de forma directa.

De que esto dure, de que entendamos que el estilo de juego es una pauta, una guía sobre la que edificar todo pero no un camino para inmolarse por no cambiar ni un ápice y de entender que el mercado de invierno está para usarlo y mejorar al equipo, dependerá, creo, nuestras opciones de éxito.

Empezaba esta larga columna con el Lérez- taka de la primera vuelta del año pasado.

Y hay que volver a él pero en una versión todavía más depurada: El Lérez-taka Premium.

Porque eso, la mejor versión de este equipo en muchísimo tiempo, es lo que pudo verse ayer en el partido de Copa ante el Levante.

Es evidente que se comentará y opinará que jugar más de 70 minutos con un jugador más facilita las cosas.

Sí, es cierto. Aunque maticemos.

A lo largo de los primeros 20 minutos de juego, once contra once, el Pontevedra ya había demostrado con creces que había salido a Pasaron a comerse el mundo y a hacerlo desempeñando con maestría ese estilo tantas veces comentado en este escrito.

El equipo optó por asumir unos riesgos tremendos en la salida de pelota desde su propio área de castigo sin importarle la presencia cercana de unos atacantes levantinistas que afilaban sus espadas ante los errores que creían podían sobrevenir del rival en zonas extremadamente vulnerables.

No hubo errores.

Nuestros corazones saltaron en varias ocasiones viendo a Vizoso, a Igor, a Pelayo a Fontán, a Samu etc, caminando sobre el alambre pero ese alambre jamás cedió.

Después de salir con el balón jugado con éxito, las líneas del Levante se separaban y el Pontevedra podía tocar y correr ya en zonas de ataque con fluidez  y encandilando a  su gente.

 Y eso pasó incuso antes de la expulsión.

Luego, ya contra 10 y con el primer gol logrado poco después, había que gestionar la forma en la que se debía seguir jugando y el Pontevedra decidió hacerlo de la misma manera, sin meterse atrás y tratando de poner más diferencia que pudiera evitar agobios finales.

El resto de la primera parte, salvo un desajuste que propició una clara ocasión del Levante desbaratada por Vizoso, fue dominada de cabo a rabo por un Pontevedra que volvió fallar mucho en la definición. 

Eso y no otra cosa, fue lo que impidió que la eliminatoria quedase zanjada en la media parte.

Tras el descanso, más de lo mismo.

Empezamos errando ocasiones claras hasta que llegó el segundo tras una jugada iniciada por una anticipación bestial de Pelayo Suárez.

Ayer funcionó todo el bloque, todos estuvieron muy bien pero la actuación de este central asturiano me pareció descomunal.

Supongo que su cambio en el 70 estaría más o menos pactado para no inundarlo de minutos pero, casualidad o no, el gol del Levante llegó en un saque de esquina botado inmediatamente después de su cambio.

Ese fue el peor momento.

Triple cambio del Levante y entrada de dos jugadores muy buenos, Morales y Carlos Alvarez, llegada del 2-1 a balón parado y veinte minutos por delante.

Volvería el fatalismo granate? Se nos escaparía otra vez algo que debía estar completamente decidido dese mucho antes?  

No se escapó. Tras algunos minutos asimilando el gol y de alguna duda, el equipo volvió a tomar el mando, llevar el balón a las zonas a las que había que llevarlo y a volver a tener ocasiones que volvieron a marrarse.

Hasta el descuento.

Primero sentenció Chiqui con ese 3-1 que significaba un justo premio a un partido tremendo del extremo solo un poquito afeado por malas decisiones a la hora de definir.

Y luego el cuarto de Yelko que colocaba en el marcador un resultado más acorde con lo que se había visto en el campo.

He destacado individualmente a Pelayo y Chiqui pero el encuentro que se “sacaron de la manga” Samu Mayo y Yelko fue igualmente digno de elogio. Estuvieron magistrales dominando el medio campo.

Sería injusto no destacar a aquellos que no juegan tanto pero que ayer eran necesarios para dar descansos y mantener el nivel.

Xabi Domínguez, que ya apuntó mejoría en los minutos que disputó frente al “Bergan”, asumió protagonismo especialmente en la segunda parte. No estuvo certero ante el gol pero exhibió velocidad, decisión y constancia.

Vizoso estuvo en su sitio y abortó ese uno contra uno que tuvo el Levante e Igor Irazu, además de asumir responsabilidades en la salida de balón desde atrás, no se arrugó ante en sus continuos duelos con el gigantesco Espí.

Es verdad y no se puede negar que no es lo mismo jugar contra un equipo de segunda división que te va a dar más espacios, que te va a ofrecer más opciones de lucirte que contra un equipo de 2RFEF que te va a hacer un partido rocoso, feo y lleno de obstáculos en el camino.

No obstante, tan cierto es lo anterior como el hecho de que mostrarse tan superior a un equipo de la LFP (por mucho que se jugara con uno  más y ante un conjunto sin duda afectado por la inmensa tragedia de Valencia)  es muy pero que muy difícil y el Pontevedra ayer lo consiguió.

Son días de ilusión y alegría en el pontevedresismo que ya hacían falta pero, ojo, no nos despistemos.

El próximo Domingo vuelve la cruda realidad y además en su versión más dura.

Por la mañana, en un campo sintético y pequeño, con bajas importantes y ante un conjunto que se hace fuerte en su feudo.

La prueba de madurez competitiva que tiene el Pontevedra CF en Llanera es de las grandes.

No fallar (como no se falló en Guijuelo, o ante el Escobedo o Coruxo) sería fundamental para sentir que este equipo está más fuerte que la Liga pasada y que se encuentra preparado para beber champán a orillas del Sena pero también para tomar vino peleón cerca de una mina profunda.

Veremos.    

lunes, 4 de noviembre de 2024

Hablemos de fútbol. De errores y cabezonerías pero de fútbol.

Echo bastante de menos, mejor dicho, mucho de menos que en torno a la actualidad deportiva del Pontevedra CF se hable bastante más de fútbol, de cuestiones estrictamente ceñidas a la táctica o a las decisiones que afectan al desarrollo de los partidos y menos de diversas cuestiones adyacentes que no explican, por ejemplo, las razones de que ayer se hayan vuelto a escapar dos puntos del estadio municipal de Pasaron.  

Hablemos pues, o escribamos en este caso, mucho de fútbol y hagámonos algunas preguntas para las que no resulta fácil encontrar respuestas.

El Pontevedra CF empezó esta temporada fuera de casa de la misma forma que terminó la pasada, de manera errática y decepcionante.

En el primer desplazamiento, después de una hora y pico de juego autoritario y a  rachas efectivo, todo se fue al carajo por un último cuarto de hora lamentable en el que el Pontevedra otra vez no supo ni defender, ni poner carácter ni enseñar un mínimo de personalidad y oficio hasta dejarse igualar un encuentro por un equipo que estaba literalmente muerto sobre el terreno de juego.

En el segundo partido a domicilio apenas se compitió en Soria.

He aquí, no obstante, que por el cuerpo técnico se buscan soluciones, variantes, remedios a este desangramiento fuera y acaban por encontrarse de tal forma que en los tres últimos partidos se logran tres victorias sin encajar un solo gol y en campos complicados, no tanto por la fortaleza de los rivales, sino por las características de los terrenos de juego.

Al margen del cambio obligado por la lesión de Churre que ya no pudo estar en Guijuelo, la modificación efectuada consistió en introducir en el “once” inicial a Cambil colocándole en la parcela central del campo junto a Mayo y Yelko. Así, Chiqui a un lado y Dalisson al otro, más Rufo en punta completaban el resto del equipo por delante de la defensa.

0-2, 0-2 y 0-1, así, de una tacada y con los aficionados aprendiéndose de memoria la alineación utilizada.

Esta misma temporada en casa el Pontevedra no carbura desde el principio de temporada.

De los 5 partidos jugados, se ha perdido uno y empatado el de ayer.

Los tres que se han ganado? Uno de penalti y de forma gris; otro en la última jugada del choque en el minuto 98 y el tercero marcando el gol del triunfo igualmente en el tramo final del partido.

Es un hecho que el Pontevedra en Pasaron no está bien y no logra, sobre todo, una continuidad y ritmo en el partido desde el principio del mismo lo que ha provocado que en cuatro de esos cinco encuentros hayamos empezado perdiendo.

Es cierto que en algunas ocasiones se ha intentado introducir variantes para ver si el equipo se entonaba pero sin resultados evidentes.

De esas variantes, la más llamativa apareció el día del Rayo Cantabria con la aparición de Dalisson como falso “9” que en opinión del que esto escribe no mejoró en nada el rendimiento global del Pontevedra ese día.

¿Cuál es la variante táctica que nunca se ha introducido en Pontevedra para ver si con ella el conjunto armonizaba mejor sobre la hierba y lograba aunar la calidad de sus integrantes con el equilibrio y agresividad pertinente?

Precisamente, la que tan buenos resultados ha dado fuera de casa.

Por alguna razón que de verdad se me escapa, el cuerpo técnico sigue sin jugar de entrada en Pasarón con la alineación que ha cosechado a domicilio los últimos nueve puntos jugados y sin encajar un solo tanto en contra.

Para mí que no se pruebe desde el principio esta alternativa en casa constituye un misterio y más teniendo en cuenta que incluso ayer, en el tramo final de partido en el que coincidieron Cambil y Mayo, el Pontevedra hizo buenos minutos y creó lo suficiente en ataque para ganar el partido.

En cambio..¿Qué vimos de entrada en la alineación y el juego del equipo ayer frente al Avilés?

Para mí una nueva demostración de la máxima que dice que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Bueno, en realidad, en este caso se tropieza con la misma piedra tres, cuatro y hasta cinco veces.

Se volvió a insistir con Novo medio acostado en una banda. En principio, en la derecha aunque a lo largo del primer tiempo se cambiaron las bandas para ver a Chiqui por esa banda y al ex del Langreo por la izquierda.

Que Iago Novo no está funcionado en esas ubicaciones es algo que se está viendo desde el primer partido de Liga  (salvo algunos pasajes en Santiago) y se sigue insistiendo en esa fórmula que no solo perjudica al propio futbolista sino sobre todo al equipo que está claramente cojo cada vez que se incide en ese error.

Por otro lado, por razones que se desconocen pues en el post partido no se preguntó por ello, el jugador que empezó en punta el partido fue Carlos López.

Este futbolista que tan buena segunda vuelta hizo la Liga pasada hasta el partido contra el Ourense CF, parece precisamente desde aquel día otro jugador.

Era Carlos un delantero que al margen de los goles que hizo (que hizo muchos) aparecía bastante en el partido viniéndose hacia atrás y tirando paredes con los interiores y media punta dejando casi siempre detalles interesantes en sus actuaciones.

A día de hoy, lo que transmite Carlos sobre el campo es una falta de confianza brutal y ayer prácticamente pasó inadvertido y como alma en pena los minutos que estuvo en el partido.

Otra cosa es analizar si con los centrales que tenía el Avilés, L.Martínez y Babin, la opción de Carlos era la más adecuada para empezar el choque.

En algunos momentos recordé aquel fatídico partido contra el Betis Deportivo jugado aquí y en el que también salió de inicio contra aquellas dos “paredes” inmensas que el equipo bético presentó en el centro de su retaguardia.

No obstante, al margen del debate acerca de si Rufo o las características que todavía le quedan a Rufo eran más idóneas o no para enfrentarse ayer a los centrales asturianos, lo preocupante es que Carlos López no sale del túnel en el que lleva metido demasiado tiempo y eso es muy malo para el equipo.

El caso es que la primera parte ya empezó con los tradicionales sustos a balón parado (ese balón parado se defiende como lo hizo ayer el Avilés y no como lo solemos hacer nosotros) y con balones a las espaldas de nuestros laterales que nos hacían mucho daño en defensa. De hecho, el gol rival llegó de esa manera. Balón largo que sobrepasa a Fontán y pase al corazón del área para que un delantero rival empujase a gol ante la ya tradicional lentitud de nuestra zona central defensiva.

Fue una primera parte otra vez lenta, anodina, casi desprovista de ritmo por nuestra parte. La única opción importante de gol llegó de las botas del otra vez lateral Alex González que fue respondida bien por el portero asturiano.

Parecía una fotocopia de otras primeras partes de esta temporada y solo Dalisson trataba de horadar la defensa contraria sin encontrar apenas complicidad en sus compañeros.

Poco después del inicio de la segunda parte, aproximadamente en el 52 o 53, llegó un triple cambio que empezó a cambiar algo las cosas.

Además de la entrada de Irazu por un Fontán amonestado (ayer gris y con problemas defensivos) que llevó a Garay al lateral, entraron también Rufo y Hector por Carlos y Novo.

A consecuencia de ello, Alex volvió al extremo y el equipo, a pesar del mal día de Chiqui, ya no cojeaba tanto de una de sus dos patas.

Se encontró la presión adecuada, se empujó desde la propia defensa hacia adelante y el Avilés no tuvo más remedio que echarse atrás y achicar agua.

Por fin se había conseguido un ritmo de juego más propio de un partido de competición importante que de una pachanga de jubilados y parecía que el gol podría llegar en cualquier momento.

Sin embargo, en otro nuevo giro de guión de difícil explicación por lo menos para quien esto escribe, Iago decide efectuar un cuarto cambio sorprendente.

Y la sorpresa no la producía el que entraba al campo (un Samu Mayo que volvió a demostrar sobre la hierba que no ponerlo de entrada es un capricho que ya costó el año pasado y que nos pueda volver a costar mucho este año) sino por el jugador que lo abandonaba, Alex González.

Antes de ese cambio el Pontevedra corría, apretaba y las gradas bullían porque veían cerca el empate pero a raíz de esa sustitución se necesitaron unos minutos de silencio por parte de todos para salir del estupor de una decisión sobre la que tampoco se preguntó luego en rueda de prensa.

A mí el cambio me resultó estrambótico no ya por lo que aporta (y en ese momento lo estaba haciendo) el capitán en su puesto natural sino por innecesario en la elección del sustituido.

El partido de Chiqui era muy malo y lo normal es que él hubiera sido el objeto del cambio pasando Dali a la derecha pues el hispano brasileño iba a seguir destacando igual en esa posición pues a día de hoy es el mejor de largo del equipo.

El caso es que tras esos minutos de impás, de bajada clara del “souflee”, el Pontevedra volvió a meterse en el partido y a base faltas magistralmente botadas por Dalisson acabo por empatar el mismo.

Falta algo lejana que pega en portero y poste, balón que parece que sí puede salir por la línea de fondo antes de ser enviado atrás y remate de Rufo al fondo de las mallas.

Se siguió apretando con esa pareja que tan bien pega como Cambil y Mayo que ayer en los minutos que coincidieron demostraron su compatibilidad también en casa e incluso se gozó de una ocasión muy clara en la única jugada en la que Yelko apareció en el partido.

El vigués asistió magistralmente a Garay que por su flanco derecho encaró al portero en el 88 pero no pudo superar con su lanzamiento al buen guardameta visitante.

 A pesar de ese gran pase, a Yelko hay que exigirle mucho más, por lo menos desde fuera, porque desde dentro ya se sabe que salvo fuerza mayor nunca será objeto de sustitución.

En el momento en el que el colegiado señaló el final del partido mi sensación era que otra vez se había “tirado” más de la mitad del partido.

Que cuando se dotó a la alineación de una lógica y de sentido común, el equipo mejoró exponencialmente y pudo incluso completar la remontada.

Eso lo único que me produce es más cabreo e impotencia.

¿Por qué se empieza a meter la carne en el asador tan tarde y casi siempre con el marcador en contra?

¿Vamos a seguir jugando partido en casa de 30 o 35 minutos para tratar de compensar los 60 restantes en los que tata ventaja se da al rival?

¿Creemos que va a ser fácil bajar al Numancia del primer puesto?

Sobre ello, llevamos 10 de 12 puntos y la diferencia es de 4 a favor de los sorianos.

¿Ya estamos con el soniquete de qué estamos en la jornada 10 y demás historias?

Ya. Estamos en la 10 y dentro de cinco en la 15 y luego en la 20….

Lo único cierto es que en casa seguimos como el año pasado, es decir, sin ganar partidos clave contra equipos que van a estar arriba y no entonando ni la más mínima autocrítica sino solo apelando a que es muy temprano, a que falta mucho y a historias para no dormir que conocemos demasiado bien.

Quizá usando el sentido común en casa, ese mismo que parece que al fin se utiliza fuera, podamos de una vez dar la medida como locales.

Quizá si no nos empeñásemos en querer inventar la pólvora cada vez que jugamos en Pasarón y fuéramos a lo concreto, a lo que se ha probado que funciona, a lo que nos está dando puntos y equilibrio; quizá así, insisto, no estaríamos siempre por detrás de algún rival y fuéramos nosotros los que encabezáramos la clasificación.