lunes, 20 de octubre de 2025

Este no es el camino.

El Pontevedra empató un partido que en el minuto 89 tenía perdido e incluso gozó de un lanzamiento de falta que estuvo a punto de darle el triunfo si uno de los postes de la portería de Norte no se hubiera interpuesto en el gran disparo de Yelko.

Cuando crees que vas a perder y al final no lo haces, es lógico que surja el alivio e incluso la alegría por rescatar un punto que en ese momento te sabe a algo parecido a la gloria.

Ya ocurrió el día del Cacereño con ese remate a última hora de Marqueta. No había tiempo para más y en el instante postrero aparece la cabeza de tu portero para evitar una derrota dura.

No obstante, a diferencia de lo sucedido en el debut liguero, el Pontevedra compró casi todos los boletos para perder protagonizando una segunda parte, hasta el 1-2 que llegó en el 89, realmente desalentadora y pésima.

Creo que cualquier seguidor que esté más o menos al día de la actualidad granate, de su verano, de la plantilla que se ha formado, coincide en que el equipo adolece de agresividad y capacidad de gol en la posición de "9".

Tampoco está precisamente sobrado de uno- contra uno y capacidad de desborde por las bandas y todo ello provoca que el trabajo colectivo en defensa debe ser exquisito para no necesitar demasiados goles a la hora de salir vencedor de los choques.

El Pontevedra CF en la segunda parte (en mi opinión, por vez primera esta temporada) frente a Osasuna Promesas fue todo lo contrario a un equipo serio y aguerrido en el aspecto defensivo y regaló opciones por doquier a su rival que no dudó en aprovecharlas y colocarse con un rotundo 0-2 en el marcador.

No es cierto, a mi juicio, que los goles de Osasuna llegasen de manera "aislada" como he leído a algún protagonista. En absoluto.

Los navarros pudieron marcar antes en una jugada en la que la contundencia a la hora de despejar la pelota brilló por su ausencia y se permitieron tres o cuatro remates salvando el último de ellos sobre la línea de gol Alex González.

Luego llegó el primero en otra acción en la que primero Eimil está muy torpe y blando y luego Garay algo despistado. Y a renglón seguido el segundo en otra jugada en la que Garay terminó por afear del todo su partido tras protagonizar una notable primera mitad en el lateral izquierdo.

El Osasuna tenía la pelota, llegaba a nuestro área y aprovechaba los constantes errores granates para hacer daño y celebrar goles evitables.

Eso fue lo que sucedió en esa segunda parte que en opinión del que esto escribe fue la peor disputada por el equipo desde que comenzó la Liga.

Si a esa nula disciplina y orden defensivo le unimos la incapacidad más absoluta para hacerse con el balón y tratar de cortar las alas al filial de Osasuna; la inoperancia más evidente a la hora de generar llegadas en área visitante (salvo una buena de Luizao nada más salir al campo) y algunas muestras alarmantes de desconcentración que hasta ahora no se habían visto, el coktail explosivo estaba elaborado y un equipo muy ganable y con muchas bajas pudo colocarse en Pasarón con dos goles de ventaja.

Y eso que la primera parte no fue buena.. pero fue otra cosa.

Empezó eso sí con una torrija de dimensiones considerables de Yelko Pino que envió una pelota contra su propia portería que muy bien habría podido firmarla Mbapee o Lamine Yamal y que obligó a Marqueta a efectuar una buena intervención.

Cesión, dijo el árbitro. Y desde la frontal del área pequeña sufrimos la falta rival (que tuvo que repetirse), saliendo indemnes de un comienzo muy extraño.

Eso es todo lo que hizo el Osasuna en ataque en el primer tiempo.

El Pontevedra (que volvió a apostar por Garay en el lateral izquierdo y que sorprendió con la presencia de Selma en el exterior derecho, más la presencia de Tiago en el medio llevando a Vidorreta al banquillo)) no jugó bien, ni logró dotar de demasiado ritmo al juego, ni acumuló ocasiones ante la portería contraria pero aún con todo ello, sí consiguió tener el control del partido y estar mucho más cerca de marcar que su rival navarro.

Por la izquierda un buen Garay, acompañadp de Alex sí lograron alguna vez penetrar. Por la derecha, no fue así. Ni Eimil (que estuvo desaparecido en ataque y muy mal atrás en el segundo tiempo) ni Selma consiguieron generar peligro por ese flanco.

Justo es decir, no obstante, que una de las mejores ocasiones del equipo llegó tras una buena transición y una pelota bien rematada por el propio Selma desde la frontal que obligó al portero navarro a efectuar una buena intervención.

Fue una primera parte sosa y aburrida pero controlada por el Pontevedra que no hacía augurar para nada lo que se viviría después.

Y después pasó lo que ya se ha descrito más arriba.

Que el Pontevedra volvió a salir dormido al campo pero esta vez sin despertador al lado.

Osasuna cogió el balón, empezó a llegar y se hizo acreedor a ese 0-2 ante un equipo granate timorato, desordenado, muy inseguro y poco contundente atrás.

Antes de los goles navarros, Rubén siguió su guión ya conocido sacando a Luizao al campo en lugar de Dani Selma.

La actitud del delantero a la hora de retirarse sumó más desconcierto a una segunda parte nada defendible. Con calma, la mano al árbitro y con más calma gran parte del camino hacia el banquillo andando hasta que decidió trotar unos metros. 

Que Selma esté más o menos acertado es algo que forma parte del juego. Sin ir más lejos, el Sábado pasado hubo muchos compañeros igual o más desacertados que él. Ya he citado a Eimil, la segunda parte de Garay, a Brais no le salió casi nada... pero estos detalles deberían cuidarse más.

Si estás 0-0 en casa frente a un rival al que hay que vencer, vete de otra manera del campo, por favor, sería de agradecer.

El caso es que Luizao nada más salir protagonizó una gran diagonal con un buen disparo que se quedó en anécdota. 

Después del desconcierto, de los errores atrás, de los goles rojillos, apareció una buena intervención de Cuesta por la izquierda (que había salido minutos antes al campo) en el 89. El buen centro del asturiano lo remató en primera instancia Resende y tras rechace entre el portero y palo, el portugués introducía la pelota en la portería del Osasuna.

En ese momento sonó el despertador. Para el equipo, para el público, para todos.

Las constantes revisiones del var más una actitud excesiva a todas luces para un filial del rival a la hora de perder tiempo, provocó que antes de sacar de centro tras el 1-2, saliera el cartel de la prolongación anunciando unos más que justificados 14 minutos.

La ovación y el alborozo que se vivió en ese momento por la gente presagiaba que algo más iba a ocurrir y efectivamente, ocurrió.

La ubicación de los jugadores granates era tremenda. Jugamos ese alargue con Cuesta de lateral izquierdo, Vidorreta de lateral derecho y Alain Ribeiro de central cada vez que Osasuna lanzaba en largo.

Todo era muy loco pero todos los jugadores que fueron saliendo desde el banco (Cuesta, Vidorreta, Comparada, Luizao y Resende) dieron un plus para volcarse sobre la portería contraria y ofrecer todo aquello que el Pontevedra no había sido capaz de hacer en los 45 minutos anteriores.

Pudo empatar Comparada, llegaron algunos centros con veneno y en un corner botado en corto por Yelko, Cuesta volvía a mandar un centro diabólico para que Vidorreta rematara de cabeza y empatase el partido.

Quedaba tiempo y el Pontevedra siguió apretando hasta que casi sobre la hora se indicó una falta a metros de la frontal que Yelko estuvo a punto de convertir. Incluso en el último corner hubo alguna opción.

Al final, el partido llegaba a su final con se empate a 2-2 que no es ni mucho menos un buen resultado.

Al margen, sin embargo, de estos dos preocupantes puntos que se fueron de Pasarón, lo que más inquieta es haber visto vulnerable, muy vulnerable al equipo atrás en esa segunda parte.

Ese sin duda no es el camino.

Si nos cuesta marcar, si no contamos con goleadores de renombre en la plantilla, la organización debe primar sobre todo lo demás y no hacer obsequios defensivos se convierte en una premisa ineludible.

También están ya algunos debates sobre la mesa, especialmente aquellos que piden más minutos de algunos de los jugadores que hace un par de días salieron desde el banco.

Con todo, siendo legítimos y razonables esos debates, lo que el equipo no debería olvidar nunca más es que para seguir puntuando y ganando con más o menos regularidad, en lo que no puede convertirse es en una feria o verbena defensiva.

Es preferible aburrir pero controlar que desaparecer, encajar y que luego llegue el "totum revolutum" para tratar de arañar un punto.

El camino para ganar el partido del Sábado era el de la primera parte. 

El de la segunda es titar la moneda al aire. 

Salió cara, sí, pero solo llegamos al empate ante un rival con muchas bajas al que había que haber ganado en casa.

   

     

   

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