Se mire la cuestión por donde se mire, el hecho de que el Pontevedra CF cuente con 15 puntos cosechados en las primeras diez jornadas de la competición debe considerarse una gran noticia.
La transición de la temporada 24/25 a la 25/26 no pudo ser más estresante, preocupante e incluso, en algunos aspectos, indignante por lo que presenciar como compitió el equipo frente al Zamora, al que ganó y superó en casi todo, es motivo de alegría y esperanza cara a conseguir una meta que en los meses de Junio y Julio parecía cuasi quimérica.
Ya he escrito en este mismo blog que los primeros 45 minutos de la segunda parte frente a Osasuna Promesas me parecieron los peores del Pontevedra CF y que a pesar del gran arreón final que nos llevó al empate, salí preocupado del estadio municipal de Pasarón.
Las sensaciones con las que salí del campo en esta ocasión no pudieron ser más diferentes.
Me gustó el equipo ante el Zamora. Me gustó cuando jugó contra 11 y me gustó en la segunda parte cuando lo hizo contra 10.
Solo existió el lunar del gol encajado justo antes del descanso ya con el rival en inferioridad.
Primero, se cometió una falta lateral creo que innecesaria y tras el lanzamiento de aquella, dejamos que el Zamora conectara dos veces con el balón para ajusticiar a Marqueta en la segunda de ellas.
Ese fue, en mi opinión, el único error notable del equipo. Cuando tu rival está casi en la lona, acusando el gol en contra y una expulsión, no se le pueden dar facilidades para que reviva y vuelva a conectarse al choque. Nosotros lo hicimos aunque pudimos sofocar el incendio en la segunda mitad.
El partido resultaba comprometido por varias razones.
La primera, el propio contrincante. Este Zamora ha hecho una inversión en plantilla bastante superior a la nuestra y sus aspiraciones clasificatorias son más ambiciosas que las granates.
La segunda, el hecho de haber competido entre semana, con prórroga incluida, y no haberlo hecho el rival, lo que preocupaba a la hora de aguantar el reto físico.
Y la tercera, el intolerable y nauseabundo horario del partido.
Ya he opinado en varias ocasiones que estar en 1RFEF (ni que hablar ya en LFP) entraña la circunstancia de digerir la variedad de horarios de los partidos y que eso de convertir en cotidiano lo del Domingo al as 17.00 h pase completamente a la historia.
Bien. Se acepta. Y se hace porque todos queremos estar en categorías "decentes" y acordes a la historia del Pontevedra y si hay que ir un sábado a las 16. h, un Viernes a las 21h o un Domingo a las 12 h, pues se va.
Ahora, eso es una cosa y otra es normalizar que las 14 h puede ser un horario normal para un partido de fútbol en España en cualquier categoría y más un 1 de Noviembre.
Esta franja horaria disparatada que los aficionados al fútbol se tienen que tragar desde hace años, suena más a provocación y a tomadura de pelo de los estómagos agradecidos que manejan el fútbol.
Estos personajes, elegidos además por los propios participantes en esta industria cada vez más alejada del seguidor de a pie, tienen precisamente ese objetivo: Alejar a la gente de los campos, poblar las casas y negocios de televisores y pudrir definitivamente lo que un día cada vez más lejano se hacía llamar el deporte del pueblo.
La primera gran nueva de la tarde, al menos para el que esto escribe, estuvo ahí, en la asistencia a Pasarón que se resintió un poco pero no todo lo que yo pensaba y que permitió que nuestros jugadores pudieran contar con un ambiente propio de un partido de Liga como local y no el de un cementerio triste, solitario y preñado de melancolía.
Y el equipo, no sé si valorando el sacrificio de su parroquia que cambió el plato caliente por el bocadillo frío, salió al estadio deseoso de ganar y poner un buen colofón a una semana exigente.
En el once titular solo Miki Bosch acumulaba el desgaste de los 120 minutos de Ourense. El resto de la defensa y el portero no disputaron ni un minuto en O Couto.
Hablando de esa defensa, digna de reseña es la nueva titularidad de Cuesta que parece estar adueñándose del lateral izquierdo después de pasarse los dos primeros meses de Liga sin contar con un solo minuto.
En mediocampo aparecían Vidorreta y Yelko, más Tiago algo acostado (poco) a la izquierda y Luizao en la derecha repitiendo en el once inicial.
Arriba la sorpresa o novedad la constituyó la ausencia de Alain, siendo Brais y Selma los que salieron de inicio.
Y la primera parte se fue desarrollando con posesión alterna de los contendientes pero con un Pontevedra que contenía bien los tímidos intentos del Zamora y que lograba hacerse más dueño de la situación con el paso de los minutos.
El partido también dejaba cuestiones que cada vez se van convirtiendo en certezas.
Por ejemplo, que Tiago está en un gran momento de forma y aportando calidad, desequilibrio y trabajo al centro del campo. Me gustó su fichaje a última hora pero la verdad es que está incluso superando mis expectativas.
En ese centro del campo también se hacía notar la presencia de Vidorreta. Es este un futbolista al que casi seguro nunca veremos las exquisiteces y excelencia con el balón que veíamos con Samu Mayo del que sigo presidiendo el club de viudos.
Sin embargo, una cosa es esa y otra no ver la importancia que Vidorreta está alcanzando en el campo por todo lo que recupera, empuja e incluso remata a balón parado. No entendí muy bien alguna de sus suplencias recientes y a veces fantaseo con lo bonito que habría sido poder contar con su fuerza, su toque corto y su entrega a la vez que con la inmensa categoría de Mayo.
También atrás Montoro mandaba y ordenaba la zaga. Ni siquiera una tempranera tarjeta amarilla consiguió descentrarle y siguió demostrando que traerlo ha sido todo un acierto.
El caso es que el Pontevedra ya era mejor que su rival cuando una buena jugada granate conecta a través de un gran pase a Tiago con Yelko para que este, de primeras, enviara un precioso remate al fondo de la portería zamorana.
Muy poco después Selma estuvo listo para aprovechar un error infantil de un central castellano y fue derribado por este cuando ya encaraba la portería visitante. Es cierto que otro defensor estaba en la misma línea que los protagonistas de la acción pero a muchos metros, tantos para que el árbitro sacase la roja directa a su compañero sin que la consulta en el VAR le hiciera cambiar de opinión.
Brais pudo doblar la ventaja tras el remate de un corner y a renglón seguido llegó esa acción que nos costó cara y que pudo haber cambiado el signo del resultado final.
Como ya he dicho más arriba, no tengo claro que Bosch tuviese la necesidad de hacer esa falta que además le costó una tarjeta pero lo que realmente hicimos mal fue defender dicho lanzamiento que acabó en el tanto del empate del Zamora.
Antes del comienzo del segundo tiempo, Rubén Domínguez tomó una decisión que me pareció todo un acierto y con la que especulé nada más ver a Resende hacer un calentamiento individualizado en el descanso.
Estando en superioridad, no tenía sentido alguno seguir con los dos centrales amonestados sobre el césped (Yelko también tenía amarilla) y el técnico decide retirar a Bosch (que venía de jugar todo el miércoles) y dar entrada a Joao Resende.
El cambio implicó que Vidorreta bajase al centro de la defensa, Tiago se juntara con Yelko y que el portugués ocupara la banda derecha, pasando Luizao a la izquierda.
El juego del Pontevedra fluyó desde el principio y todo fue más fácil al conseguir el 2-1 en los primeros minutos tras la reanudación.
Fue a raíz de un centro de Garay muy bien rematado por Selma de cabeza que se coló pegado a uno de los palos de la portería zamorana.
No voy a entrar en los gestos o no gestos del delantero tras marcar.
Lo único que voy a comentar es que la crítica hacia la labor de un futbolista (crítica, que nunca insulto) es legítima y tan justo es decir que Dani Selma no puede fallar una ocasión tan clara como la que tuvo en Ourense como reconocer y alegrarse de sus mejores prestaciones ante el Zamora, prestaciones que deben seguir mejorando y mucho.
Lo demás, es literatura.
Con el 2-1, el Pontevedra volvió dudar en una jugada en la que Marqueta tuvo que intervenir pero poco después acertó a la salida de un corner encontrando el 3-1 en las botas de un Alain que había salido junto a Alex unos minutos antes.
A partir de ahí, todo fue cuesta abajo. Juan Sabas hizo cambios para tratar de meter a su equipo en el partido pero el Zamora apenas llegó más y el Pontevedra, que incluso se permitió el lujo de retirar a un Yelko amonestado, no solo hizo el cuarto por mediación de Brais sino que pudo hacer alguno más.
La victoria es de las que dan prestigio y deben aportar confianza al grupo.
Este Zamora se quedó con 10 al principio de su partido en el Heliodoro Rodríguez López y le compitió hasta el final a un Tenerife que tuvo que sudar sangre para ganarles.
Precísamente eso, competir, es lo que hizo el Pontevedra CF a lo largo de todo el partido. Eso, competir, es lo que eché en falta a lo largo de esos muchos minutos hace 15 días, en los que el Osasuna nos zarandeó en Pasarón.
Aquella crónica la titulé "Ese no es el camino". La de hoy, bien podría llamarla: "Esta sí es la senda" o "Volvemos a la carretera principal".
Si este Pontevedra funciona en bloque, de manera colectiva, perderá partidos (ya los ha perdido, caray) pero tendrá opciones en casi todos y acabará logrando los puntos que le hacen falta para no dar otro paso atrás.
Si el equipo se desconecta, si no se cree lo que no es, si deja de ser un grupo, llegarán los problemas y las urgencias.
Tenemos ya 15 puntos. Quedan mínimo 30.
No hay que bajar ni un ápice la concentración y el nivel competitivo. Nos estamos jugando mucho.
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