lunes, 21 de abril de 2025

GRACIAS

No tardé demasiado tiempo en quedarme solo y pegado a mi asiento de la tan denostada para algunos grada de tribuna.

Ya fuera porque había que coger el coche para evitar atascos o porque Pogacar corría esa tarde y había que verlo aún en diferido, el caso es que nada más levantar al cielo Alex González la Copa de campeones, me senté ya sin compañía para seguir viendo como los futbolistas, el cuerpo técnico y el resto de miembros de la entidad celebraban con la gente un ascenso que sus protagonistas se trabajaron desde el primer día de pretemporada.

Me suele pasar siempre lo mismo en estos casos.

Es ya el quinto ascenso del Pontevedra que tengo el privilegio de vivir y junto a la alegría, que existe; junto al alivio que también acude a su cita no tarda en apoderarse de mi ánimo una sensación de vacío que me pega a la butaca sin contemplaciones y coloniza mi cuerpo hasta que se mezcla con un cansancio que me hace dudar de si yo mismo he salido a jugar al césped.

Debe ser algo parecido a lo que sienten los adictos cuando exhalan una poderosa dosis de lo que sea que domina su voluntad y los efectos de aquella se van aposentando en el organismo al mismo tiempo que surge la certeza de que pasará un largo tiempo hasta que puedan a volver a deleitarse con otra pequeña ración de su “vicio”.

Apoyado en el respaldo de la silla veía a ese fondo norte (que otra vez animó sin descanso y exhibió otro tifo maravilloso) saltar sobre el cemento al compás de la morocha que de nuevo se moría de ganas de que alguien la sacara a bailar.

Y no se pudo quejar la argentina de pelo azabache porque como el campeón no lo puede hacer todo, cientos y cientos de seguidores de norte, sí, pero también del resto de las gradas danzaron con ella junto a los futbolistas del Pontevedra para celebrar un ascenso que ojalá esta vez sí suponga ese paso que se vea seguido de otras sólidos y seguros siempre en dirección ascendente.

Veía saltar a Alex González, partido espectacular el suyo, que se cansó de correr la banda espoleando los corazones de los aficionados y dejando claro que tendrá sitio en este equipo hasta que él y sus fuerzas decidan lo contrario.

Veía a Edu Sousa, compromiso ineludible con este escudo desde hace tantos años, encaramado al larguero de la portería (esa que volvió a defender ayer con acierto) dejando paso a la euforia que sin duda requería ese momento y acordándose de los que no están pero tendrían que haber estado con esa sensibilidad que le caracteriza.

Veía a Churre a Cambil y sobre todo a Pelayo, todavía con muletas, lesionados de larga duración y atravesando, por tanto, el peor de los tragos por los que debe pasar un deportista.

Veía a Brais que ayer volvió a destapar el tarro de las esencias que ha mantenido cerrado demasiado tiempo desde que regresó y que es de esperar pueda abrir más a menudo en el futuro más próximo.

Veía a Samu Mayo que me conquistó desde el primer día que le vi en Pasarón a base de mover esas piernas tan largas y aparentemente torpes con una maestría enorme ofreciendo un claro ejemplo de lo que es un medio centro de un equilibrio y una clase descomunal.

Veía Rufo que se reencontró a si mismo en este último tramo de competición y que sigue siendo muy querido por gran parte de la afición granate.

Veía a Novo cuya salida al campo ayer volvió a mejorar al equipo y que supo sobreponerse a un inicio gris de temporada.

Veía a Igor y Garay preguntándome porque habrían elegido precisamente el día de ayer para mostrar una inseguridad defensiva que no había sido habitual esta temporada pero cuya campaña ha sido igualmente buena.

Veía a Yelko y reflexionaba para mis adentros que es lo que tendrá esta ciudad y este club para que un futbolista como él (cuya calidad es incontestable) no hubiera podido asentarse nunca en ningún sitio y sí lo haya hecho aquí.

Veía a Chiqui tratar la copa como a veces lo hace con las defensas contrarias.

Veía a Héctor, Vizoso, Cuesta, Fontán, Rares, Carlos López, Mario, Xabi.., algunos más importantes que otros, algunos con más minutos y otros con menos, algunos más relegados en el último trecho de la competición lo que podría dar pistas sobre el futuro pero todos miembros de pleno derecho junto a Marqués de una plantilla que ha protagonizado una temporada fantástica con esa copa del rey tan extraordinaria.

Veía a Dalisson que ayer no tuvo su mejor día y me apenaba no poder seguir disfrutando de su clase y de su fútbol que tan importante habría sido para el Pontevedra en 1RFEF.

Soñar no cuesta dinero pero solo es eso, un sueño que casi nunca se hace realidad.

 

Y veía, junto a su cuerpo técnico, a Yago Iglesias.

Reflexionaba sobre su trayectoria desde que llegó al banquillo granate.

La Liga pasada no fue mala en puntuación y en la gran imagen proyectada sobre todo en la primera vuelta.

Pero se falló en casa. Primero en Liga y luego en play off.

Confieso que algunas de sus declaraciones tras el partido del Ourense y hasta final de temporada me enfadaron, me causaron bastante desazón.   

Murillo quiso que siguiera y a pesar de que el que esto escribe no estaba del todo convencido del acierto de la decisión, el propio Yago se encargó de demostrar que había sido un gran acierto.

Y lo demostró manteniendo el estilo que da sentido a su fútbol pero efectuando los ajustes que sobre todo fuera de casa necesitaba el equipo.

Hasta la desgraciada lesión de Cambil el equipo alcanzó una seguridad a domicilio sobresaliente y en Pasarón no se dio opción prácticamente a nadie yendo de menos a más y completando partidos como local realmente completos.

En la Copa, especialmente el día del Villarreal, el fútbol de Yago, interpretado a las mil maravillas por los jugadores, alcanzó el cenit y este ascenso, logrado con una holgura ganada a pulso cavando mucha piedra el día del Numancia, hace justicia a un equipo que pedía un salto hacia arriba auténticamente a gritos.

 

En espera de lo que vaya pasando en las próximas semanas. Ciertamente expectante por ver si Lupe Murillo profundiza en esta idea y sin prisa pero sin pausa dota de estabilidad al conjunto consiguiendo la renovación de su entrenador.

Deseoso de que una vez logrado ese punto clave se acierte en las renovaciones y en los fichajes ,muchos de los cuales tendrá que venir con la clara vitola de titulares.  

Hasta que todo eso, insisto, vaya pasando (o no) con el tiempo, lo que me sale ahora es dar las GRACIAS a estos futbolistas y a este cuerpo técnico por lograr el objetivo del ascenso y llevar al club a lo que debería ser su suelo y por esa competición del ko que nos permitió sentirnos muy grandes durante varias semanas inolvidables.

GRACIAS por ser para este humilde bloguero una tabla de salvación a la que aferrarme cuando no había ganas de nada.

Y GRACIAS por seguir siéndolo en el futuro porque por importantes que sean los futbolistas, los entrenadores o los dirigentes, lo que da luz perpetua al horizonte, al mío y creo que al de mucha gente, es la institución.

ES EL PONTEVEDRA CF.  

Enhorabuena a todos los que llevan al Pontevedra en su corazón.

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