Hace no demasiados días, a raíz de alguna columna escrita en este mismo blog o de algún episodio grabado del podcast (no recuerdo bien) en la que hablaba de la necesidad de que el Pontevedra CF sacará a relucir la cara “B” del fútbol, su cara “B” particular, mi hijo acabó por preguntarme qué era eso de la cara B y como se aplicaba al entorno de la música.
Con paciencia y sin
desalentarme por los gestos de incredulidad, asombro y hasta sorna que dibujaba
su rostro a medida que le iba contando, hablé sobre aquellos cassettes o “cintas”
en las que escuchábamos música o grabábamos alguna canción siempre pendientes
de que las voces de disc- jockeys, especialmente entrenados para ello, no se
colasen al principio o al final del tema para arruinar la grabación.
Le explicaba también
que esas cintas contaban con dos caras, la A y la B que había que poner una detrás
de otra para escuchar el álbum entero.
Generalmente las
canciones de la cara A eran las que se ponían a todas horas en las emisoras
especializadas en música y las recogidas en la B eran destinadas casi al olvido
o al disfrute mucho más pequeño de los grandes seguidores de una banda
determinada.
Me atreví incluso a
contarle que incluso años antes de eso, salían “singles” en vinilo que
contenían una canción por su cara A y otra de relleno por la cara B.
Después de que mi
vástago comprobara una vez más la rareza de la era cuaternaria de la que
procede su padre, me animé a realizar una breve búsqueda de canciones que en
principio aparecieron en la cara B pero que lejos de instalarse en el olvido se
convirtieron en algunos de los temas más famosos de sus compositores o
intérpretes.
Encontré bastantes
tanto de los Beatles como de los Rolling Stones y otros grupos pero me llamaron
especialmente la atención dos canciones que yo mismo he tarareado multitud de
veces en diferentes contextos, “We will rock you, de Queen y “Maggie may” de
Rod Stewart que fueron colocadas en lugares secundarios para luego hacerse mundialmente
célebres.
El caso es que el
Pontevedra llevaba, no uno ni dos, sino más meses enseñando solo la cara A de
su fútbol.
Esa cara principal en
la que la calidad para la categoría seguía siendo incuestionable pero en la que
faltaba el alma, el sentimiento, la fuerza o la personalidad que aporta la cara
B y que solo junto a la primera convierten a un equipo en un grupo muy difícil
de batir.
El Pontevedra tocaba la
pelota pero muy poco tiempo con veneno y profundidad y muchos más minutos con
desgana y somnolencia.
El Pontevedra seguía
metiendo goles pero de la misma forma que un empleado de una oscura oficina
sella papel tras papel de forma mecánica anhelando el fin de su jornada pero no
como alguien entusiasta que disfruta realmente con lo que hace.
El Pontevedra encajaba
goles con mucha facilidad (a balón parado, sobre todo, aunque no solo a balón
parado) y lo hacía con esa dejadez que transmite aquel que se sabe el mejor en
algo pero que no tiene ninguna gana de demostrarlo.
Y así, entre desidia y
algo de suficiencia, llegó esa “final” contra el Ourense en la que esa ausencia
por completo de la cara “B” acabó por liquidar todas las opciones de ascenso
directo ante la mirada de más de 7.500 seguidores granates que se fueron aquel
día con la sensación repetida de no haber visto, ni de lejos, la mejor versión
de su equipo.
Y llegó la ida con el
Aragon y en la primera parte sí se atisbaron destellos de esa cara B
acompañando a la exquisita pero algo soberbia cara A.
Se tocó con más
intención, no hubo complicaciones atrás, se dominó casi por completo al rival…
aunque solo fueron eso, atisbos. En aquella segunda parte volvió a escasear la
profundidad, la ambición, el entusiasmo, la energía, las ganas de ser mejor y
así el disco se quedó no solo a medias sino incluso en un trabajo mediocre que
habría que arreglar en el siguiente trabajo semanal.
No había más
oportunidades. O la “banda” se esmeraba más que nunca a la hora de componer e
interpretar sus canciones o el éxito se escaparía irremediablemente hasta dentro
como mínimo de un año.
Y sí, es verdad, se
cometieron errores de los que ahora se escribirá pero la versión del Pontevedra
CF fue diferente desde el minuto 1.
Desde ese primer
instante el equipo salió decidido a ir, a percutir, a insistir, a atacar y a
derribar el muro zaragozano.
Lo que pasa (y aquí
llega el tiempo de hablar de errores) es que cuando se lleva tanto tiempo sin
entonar o afinar como se debe, hay aspectos que no se solucionan de un día para
otro. Y es verdad que el Pontevedra a lo largo de buena parte de la primera
mitad dio alguna muestra de fragilidad defensiva.
El pase horizontal de
Bastos (aunque pueda existir falta sobre Mayo) no es de recibo y la facilidad con
la que el Aragón hilvanó la contra que terminaría en el 0-1, quizá tampoco.
Nos habían tirado 3
veces en la eliminatoria y nos habían hecho 3 goles. Y pudo ser peor porque
pocos minutos después, en un simple balón largo, volvimos a hacernos un lío que
terminó con un balón rozando uno de los postes de Edu empujado por un defensa
vestido de granate.
Esa debilidad atrás (que
desapareció por completo en la segunda parte) fue el peor aspecto del choque
pues los dos centrales ( a pesar de que insisto, el gol se genera en un pase de
Bastos que no debió producirse) no mostraron en algunas acciones la
contundencia que deben enseñar en todo momento.
A pesar del mazazo del
0-1, el Pontevedra no estaba por la labor ayer de de dejar de interpretar su
fútbol de esa manera que nos encandiló en la primera vuelta.
Se llegó en muchas
ocasiones por las dos bandas, Dalisson y Yelko generaban peligro en tres
cuartos y solo la falta de acierto en el remate o en el último pase impedían
que el resultado empezara a cambiar.
Llegó el golazo de
Yelko y el Pontevedra se reafirmó en el camino. En el camino del fútbol, sí,
pero en el del fútbol profundo, constante, con espíritu, con garra y con esa
energía que resulta indispensable para afrontar cualquier partido y más una
eliminatoria de ascenso.
Nada más volver del
vestuario, Carlos López (que ayer estuvo fallón) la tuvo para hacer el segundo
y luego volvió a tenerla el de Ares después de que el portero aragonés rechazara
en portentosa intervención un lanzamiento de Alex.
Al cuarto de hora se
fue Bastos y entró Toño Calvo.
No resulta exagerado
escribir que la media hora disputada por este futbolista resultó antológica.
Además de aportar ese “plus”
en los balones divididos, de meter fuerza en medio campo y enardecer con su
trabajo aún más a la grada (detalles que forman parte también de esa cara B que
tanto echamos en falta), hizo el segundo tanto tras acción de Dalisson y primer
remate de Carlos López rechazado por el portero y que Toño pudo remachar por
estar en el sitio exacto.
Luego se sacó una
jugada impresionante de la manga arrancando desde medio campo y aguantando
incluso un intento de placaje de un rival que no pudo frenarlo. Se fue de no se
cuanta gente y tras algún rechace estuvo él mismo a punto de hacer un gol
tremendo.
Y qué decir de la traca
final en el 92. Antes, hay que decirlo, en el 87 todos nuestros corazones se
pararon al provocar el Aragon un córner que provocó que todos nuestros peores
pensamientos salieran a la superficie. No tuvo consecuencias
En ese minuto 92, Toño
arranca otra vez desde muy atrás y cede a la derecha para Dalisson. Este manda
un centro algo bombeado hacia Rufo que despeja un defensa de cabeza hacia
dentro del área y allí, otra vez viniendo desde atrás, Toño conecta un
derechazo que mandó la pelota a las mallas y a todos los espectadores granates
al mayor de los júbilos.
Después del partido, en
rueda de prensa, un Iago Iglesias expulsado nada más hacer su equipo el 2-1 y
por tanto en un momento difícilmente entendible, decía que Toño era “un as en
la manga” que tenía y que aporta fuerza, llegada y no sé cuantas cosas más al
equipo.
Menos mal que ese as salió
de debajo de esa manga ayer. Si no hubiera sido así, no habría quedado más
remedio que devolverlo a la baraja para siempre.
Después, el Pontevedra
posiblemente acordándose del “teatrillo” final del Aragon en la ida, mostró
otra faceta de la carta B parando el partido mucho tiempo y pasando alguna
factura generada hace 7 días.
Eso sí, esas pérdidas
supusieron que los 5 de prolongación se convirtieran en 9 y que en el 53 y
medio (tras fallar Gueye una muy clara) el rival gozase de otro corner que fue
recogido por alto por Edu Sousa quien sabe si poniendo punto y final a tanta
negligencia colectiva en ese lance del juego.
El final llegó y con él
la clasificación del Pontevedra para la eliminatoria definitiva.
El Pontevedra volvió a
mostrar fútbol, algo que casi nunca ha dejado de hacer esta temporada, pero
dotó a ese fútbol de casi todo aquello que había abandonado en los últimos
tiempos: garra, ímpetu, amor propio, resiliencia, ganas de ganar, ambición y la
gente, que lo vio desde el primer instante, se entregó como en las mejores
ocasiones provocando que todos los allí presentes sintiéramos el
pontevedresismo, el granatismo a flor de piel, de una manera profunda y
emocionante.
Eso es lo que no se
puede olvidar en la eliminatoria final.
Y en ese cruce decisivo
nos ha tocado el único quinto que superó la primera criba, el Real Betis
Deportivo.
Forma parte del grupo
IV que ha clasificado a todos sus componentes para esta segunda ronda.
Este sí es un filial de
un primera división y además de un Real Betis que lleva años tocando Europa.
Ha cosechado menos
puntos fuera, 16, que el Deportivo Aragón (los maños hicieron 21) pero, ojo, no
ha perdido a domicilio ni con el Sevilla At (equipo ascendido directamente con
el que empató) ni con el Orihuela (empate) ni con el Marbella o Yeclano a los
que venció.
De hecho, en Yecla y
Marbella fueron los dos únicos encuentros que ganó fuera. Eso sí, ha empatado
10 y solo ha perdido 5.
En casa tiene grandes
números y solo ha perdido dos veces.
Otro enemigo será el
calor. En la ida en Sevilla es posible que hasta las palomas salgan a volar con
cantimploras y ese es otro factor que debemos saber manejar con un adecuado sistema
de relevos a lo largo del partido.
Como datos random,
cuentan con un hermano de Fekir que ya no es un niño y que el año pasado nos hizo
un gol con el Linense y con un hijo de Zidane.
Como todos los
hipotéticos rivales cuenta con puntos fuertes y débiles pero no olvidemos una
cosa, no la olvidemos nunca:
Si el Pontevedra CF es
capaz de mostrar su mejor nivel, esa versión en la que la cara A se ve bien
arropada por la B, no hay ningún rival al que debemos temer, a ninguno.
Todo el respeto del
mundo, faltaría más, pero miedo en absoluto.
Hay que estar a la
altura en Sevilla. Entregarse como nunca sabiendo que luego la eliminatoria
volverá a aquí.
Y aquí…. Pues eso.
Pasaron nunca se rinde
y estará encantado de volver a dictar sentencia.
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