lunes, 8 de septiembre de 2025

Jugar bien.

El Pontevedra CF jugó bien en El Toralín el pasado Sábado. Incluso diría que lo hizo muy bien en algunos tramos del partido.

Una de las mayores preocupaciones que este atribulado bloguero tenía observando como primero el anterior cuerpo técnico y luego piezas fundamentales de la pasada plantilla iban dejando el equipo, radicaban en el hecho de que se había destrozado algo que después de bastantes meses acabó por funcionar sobre el campo como un reloj suizo.

Ese estilo atractivo de Yago Iglesias basado en la posesión de balón, el juego en campo contrario, defender lejos de tu propio área… pasó por sus altibajos a lo largo de la primera temporada con fases en las que el juego no fluía como debiera hacerlo o con errores defensivos (sobre todo en concentración y balón parado) que acababan por afear algunas de las actuaciones clave del Pontevedra y echaron por tierra el ascenso.

La Liga pasada, en cambio, se perfeccionó el sistema con algún ajuste probado fuera de casa que terminó por dotar de mayor seguridad al conjunto.

El equipo empezó a jugar como los ángeles y en la Copa del Rey llegó a ser superior a equipos de segunda y primera división, alcanzando el día del Villarreal una plasticidad que nos llevó a todos al cielo.

Incluso el día clave de la temporada no le importó al Pontevedra convertirse durante 45 minutos en otra escuadra diferente y soportar el empuje de aquel rocoso Numancia defendiendo su parcela como los numantinos lo hicieron hace tantos siglos ante el acoso de Roma, eso sí, logrando el conjunto granate un final más feliz que el de la brava villa castellana.

Eso es lo que me carcomía y preocupaba al comprobar que se iba a repetir la misma historia que en el primer ascenso a 1RFEF pero de forma aún más caprichosa.

La plantilla habría cambiado igual aún con la renovación de Iglesias( es posible que no en tantos efectivos) pero se había logrado una forma de jugar bien y la continuidad de la misma podría haber significado una primera piedra basal para consolidarnos en la categoría.

Una vez precipitados los acontecimientos e instalado Rubén Domínguez en el banquillo de la casa granate, escribí por aquí que la clave para que el Pontevedra tuviera opciones de competir bien en esta primera federación era que el nuevo técnico (cuyo protagonismo en la confección de la inmensa mayoría de los miembros de la plantilla resulta indudable) lograse que el Pontevedra volviera poco a poco a jugar bien; a lo que él quisiera que jugase pero hacerlo bien y convencido.

Conseguir que un grupo de jugadores se aúnen ante una idea y la plasmen sobre un terreno de juego no es fácil y menos cuando 16 efectivos de 22 son nuevos.

En Ponferrada, no obstante, (a excepción de los seis o siete primeros minutos de partido) el Pontevedra se mostró como un equipo que tenía claro a qué jugaba y como tenía que moverse sobre el césped.

En mi opinión, el equipo lo hizo bien pues en todo momento se jugó a lo que él quería y controló el choque a base de esfuerzo y disciplina táctica.

Y es que tras esos minutos de arranque voraz de la Deportiva a lo largo de los cuales disfrutó de una ocasión y varios corners, el Pontevedra se asentó sobre el campo y consiguió que apenas pasara nada hasta que un colegiado hogareño señaló el final del primer tiempo.   

Dispuso Rubén una organización en 5-3-2 cuando no se tenía el balón que mudaba un tanto con el adelantamiento de Alex y el desplazamiento de Juanra al lateral en aquellos pasajes en que sí se tenía la posesión.

Todo empezaba por una presión incesante de Selma y Ribeiro sobre los centrales bercianos para impedir una salida cómoda de pelota y una idea clara de no dejar correr a los habilidosos futbolistas locales que con espacios resultaban letales pero que sin ellos hallaban bastantes más dificultades.

Tras ese inicio fulgurante de la Ponferradina, el único acercamiento con algo de peligro para Marqueta en el resto de la primera parte fue un lanzamiento desde fuera del área que no se fue lejos de uno de los palos de la portería visitante.

Por el contrario, la ocasión más clara la disfrutó Alain tras un pase magistral de Brais hacia Juanra que llegando a línea de fondo envió un centro para que el remate del ex del Numancia fuera repelido por el arquero.

Tras el descanso comenzaron los problemas.

Primero la lesión de Vidorreta en un hombro (que ya venía de los últimos minutos del primer tiempo) y poco después la de Bosch que no auguraba nada bueno con relación al orden que hasta ese momento estaba consiguiendo el Pontevedra en El Toralín.

Sin embargo, esos contratiempos tampoco apocaron o incomodaron a los granates que siguieron controlando y, en opinión, del que esto escribe continuaron siendo superiores al conjunto local.

Por Vidorreta salió Conesa, lo que no alteraba gran cosa pero tras la lesión de Bosch, Rubén decidió sustituir también a Alex para dar entrada a Expósito y Luisao.

De esta manera la fisonomía del equipo cambio algo y dio la impresión de que se movía más con un 4-4-2 pasando a banda izquierda Brais (hasta entonces ocupaba el sector derecho del mediocampo con Conesa por el centro y Yelko más la izquierda) y yendo Luisao hacia la banda derecha.

La Ponferradina también hizo sus cambios ofensivos debilitando un tanto su banda izquierda defensiva, circunstancia que supo ver y aprovechar el Pontevedra CF.

Así, en una arrancada por la derecha de un Luisao que volvió a gustar y mucho, el balón le llega cedido por el ecuatoriano a Yelko en el lateral derecho del área. El gran centro de este propicia el arrastre de Selma a dos centrales al primer palo y la aparición solo en el punto de penalti de Alain que mandaba un preciso remate de cabeza ante el que nada pudo hacer el cancerbero local.

Siguió el Pontevedra tras el gol presionando, defendiendo y consiguiendo que la Deportiva no contase con ocasiones de gol a pesar de que con la salida de Keita, parecía que el peligro podría cernirse sobre nuestra banda izquierda defendida por Expósito.

Y llegó el minuto 71 y una jugada en la que el propio Keita entra en disputa por un balón dividido con Montoro dentro del área y cae sin que el colegiado señalara nada.

Tras la petición de revisión del entrenador berciano, y tras pasarse casi cinco minutos viendo y viendo la jugada por el monitor, el árbitro decidía pitar la pena máxima y lo que es peor amonestar a Montoro que ya tenía una amarilla exagerada desde el minuto 3.

En consecuencia, un partido controladísimo hasta ese instante, podía cambiar por completo en una acción en la que sí existe un leve contacto sobre el atacante pero en la que la amarilla tiene todavía menos justificación que el penalti.

Y ahí apareció Marqueta.

No contento con marcar el gol del empate ante el Cacereño, el portero del Pontevedra no se conformó con adivinar el lado por el que Borja Valle ejecutó el lanzamiento sino que se permitió el lujo de quedarse con la pelota y sofocar un fuego que amenazaba con arrasar el trabajo hecho hasta entonces.

Rubén reaccionó haciendo debutar a Tiago y mandando a Conesa al centro de la defensa y dando tranquilidad a un Pontevedra que siguió sin permitir a la Ponferradina generar ocasiones de gol y que defendió con maestría todo el balón parado que le llegó hasta el final que no fue poco.

Alrededor del minuto 87, tras otra jugada por banda derecha, Tiago mandaba un balón para que Alain solo tuviera que empujarlo a puerta vacía pero el vasco no fue capaz de sentenciar en lo que pudo ser su único error grave en el partido.

Fue el partido de Ribeiro descomunal. Primero presionando junto a Selma a los centrales rivales, luego sacando siempre algo de cada balón largo que le mandaban sus compañeros, luego haciendo el gol que a la postre valió el triunfo e incluso al final incrustándose en la línea de centrales para ayudar en el juego aéreo pues ese era el único argumento, los centros desde cualquier sitio, al que ya recurría la Ponferradina.

Precisamente como ya se ha dicho con Alain Ribeiro metido atrás, el Pontevedra acabó el partido con algo parecido a un 5-3-1 defendiendo esos centros de la Deportiva que apenas pudo rematar alguno y siempre con el debido obstáculo defensivo.

El árbitro indicó 14 de descuento que luego fueron 16 pero el Pontevedra siguió de pié con un Juanra mandando atrás, con Brais y Yelko corriendo lo que no está en los escritos y un Luisao desplegándose en ataque para tratar de oxigenar todo lo que podía.

Con el pitido final llegó la primera victoria de esta temporada que es la primera de Rubén Domínguez como entrenador en 1RFEF.

Llegó esa victoria tras un partido perfectamente planteado en el que se sortearon las dificultades que iban surgiendo y teniendo (porque no decirlo) los detalles cruciales de nuestro lado como ese penalti desbaratado por un Marqueta que es de suponer ya habrá entrado en la lista de conocidos de la Presidenta.

Insisto en que el Pontevedra CF jugó bien en Ponferrada porque al fútbol se juega bien de muchas maneras.

El equipo estuvo ordenado, supo sufrir y también fue capaz de generar el suficiente fútbol ofensivo para tener 3 de las que metió una.

Es muy pronto y queda mucho pero la imagen solidaria y trabajadora de este Pontevedra que también, insisto, contó con la calidad suficiente para generar las ocasiones más claras del partido ( a excepción del penalti), da esperanza cara al futuro.

Competir es lo que hizo el Pontevedra CF el sábado y competir es lo que va tener que seguir haciendo en todos y cada uno de los partidos que restan pues el reto es muy complicado.

A veces podrá desplegarse el plan de Ponferrada y en otros habrá que cambiar el libreto pero esa frase que a mí me encanta y que reza: “el esfuerzo no se negocia”, es un buen punto de partida para construir un equipo y lograr estabilizar a una entidad que no puede permitirse el lujo de dar otro paso atrás.

lunes, 1 de septiembre de 2025

Poca gente, poco fútbol y pocos puntos.

Resulta complicado hacerlo peor desde el mismo instante en que se consiguió el ascenso a 1RFEF.

No era fácil batir el record de cacicadas y decisiones incomprensibles a lo largo de un mercado (y vaya que era buena la marca en ese sentido del Consejo de Administración) y se batió.

Presentaba mucha dificultad romper gran parte de la ilusión que envolvía a una afición con su equipo y se consiguió.

A pesar de todo ello, sin importar siquiera que la plantilla del Pontevedra CF se limitara a 18 futbolistas el día en que comenzaba la Liga, la propiedad puede estar contenta pues ni el más mínimo gesto o rastro de descontento fue expuesto por una afición, que en un número desgraciadamente más bajo que lo que cabría esperar, acudió a presenciar el debut en la competición del conjunto granate.

Un equipo que cuenta, en el momento en el que esto se escribe, con 12 jugadores nuevos es lógico que tarde algunas jornadas en adquirir cierta desenvoltura o automatismos en la forma de juego y en lograr que esas asociaciones entre futbolistas que apenas se conocen empiece a surtir efecto.

Aún con eso, no resultó demasiado de recibo la manera en la que el Pontevedra encajó su primer gol en la Liga a poco de comenzar el partido.

Que un futbolista rival supere a uno de nuestros medios con facilidad (en este caso a Yelko) a 40 metros de la portería de Marqueta y consiga plantarse en una posición idónea para el remate sin que ninguna otra camiseta granate se interpusiera mínimamente en su camino, supuso otorgar unas facilidades que no fueron desaprovechadas por el conjunto visitante para ponerse en ventaja en el marcador.

Lo cierto es que el Pontevedra acusó el golpe y poco después, en otro error defensivo, el Cacereño pudo hacer el segundo si no fuera porque Marqueta (que quizá se tiró tarde en el 0-1) si desbarató con contundencia el uno contra uno de un atacante extremeño.

Con el paso de los minutos el Pontevedra logró recomponerse y evitar, por lo menos, esas facilidades defensivas que es de esperar no se repitan en demasiadas ocasiones.

Fueron minutos en los que las únicas fuentes de fútbol salieron de botas ya conocidas, las de Yelko y las de Brais. Este último apareció en la alineación algo “acostado a la izquierda” para que Alex González jugara por la derecha a pierna cambiada.

Este experimento (el de no colocar los exteriores “a pierna natural”) salió bastante bien el día del amistoso contra el Arenteiro, en gran parte por la habilidad que mostró Hervías (el Sábado convocado pero sin minutos) para desplazarse hacia adentro y colocar varios centros venenosos.

No obstante, frente al Cacereño, Alex apenas pudo desbordar por la derecha y Brais (que habría jugado igual por la banda derecha) apareció con acierto en una posición más centrada y cada vez que podía asociarse con Yelko.

No obstante, a pesar de conseguir algo de fluidez en su fútbol de la mano de estos dos jugadores, el Pontevedra careció casi por completo de profundidad y Selma fue una isla bien protegida en todo momento por las defensas visitantes.

La mejor ocasión la disfrutó Alex al rematar con su pierna buena un balón peligroso que se fue por encima del larguero y antes del descanso llegó la desgraciada lesión de Garay en un fuerte encontronazo con un rival cuyas consecuencias han resultado lo suficientemente importantes como para mantener en el dique seco al argentino durante, al menos, varias semanas.

Precisamente en esa acción de Garay solicitó por vez primera en la historia la intervención del VAR el Pontevedra sin que el colegiado apreciara algo punible en la acción reclamada.

Tras el descanso y sin que Rubén decidiera cambio alguno desde su “poblado” banquillo más que el obligado de Eimil en sustitución de Garay hecho en los instantes finales del primer tiempo, el decorado no cambió prácticamente nada.

El Pontevedra tenía el balón y el Cacereño esperaba pertrechado atrás confiado en que con el paso de los minutos llegara el desorden local sobre el maltratado césped de Pasarón (esta vez, al parecer, por la presencia de un hongo) y aprovechar alguna contra letal.

Brais se fue apagando y Vidorreta siguió algo tímido sobre el césped a la hora de distribuir por lo que fue Yelko el argumento al que se agarró el Pontevedra para tratar de encontrar un pase filtrado que llevara el peligro.

Era demasiado poco y la profundidad seguía brillando por su ausencia con un Selma que seguía desasistido y desacertado en las pocas ocasiones que podía tocar el balón.

A falta de media hora el guión pegó un primer giro interesante.

A pesar de llevar solo un entrenamiento con el grupo (así estamos de efectivos por alucinante que parezca), Rubén decide sacar al campo a Luisao Macías.

No es que el hispano- ecuatoriano protagonizará alguna jugada decisiva para el transcurso del juego pero sí enseño alguna habilidad para el desborde, para la conducción y para el centro que empezó a provocar que el sistema defensivo rival dejara de vivir con la tranquilidad con la que lo había hecho hasta ese momento.

 A partir de ahí, llegaron los mejores minutos del Pontevedra CF.

Luisao trataba de desequilibrar, Eimil dotaba a la banda derecha de una profundidad que no había tenido hasta ese instante, Alex por su lado natural aportaba algo….

La consecuencia fue que el Pontevedra, aunque con más empuje y corazón que fútbol, consiguió empotrar al Cacereño más en su zona de castigo a la par que mantener su estructura lo suficientemente sólida para que el rival no consiguiera hilvanar casi ninguna transición que inquietara a Marqueta.

Fueron minutos en los que se provocaron muchos corners que casi nunca se remataron con peligro pero en los que se veía que al menos un punto podría rescatarse.

Entró Conesa por Vidorreta, entiendo que para seguir apretando y tener piernas en la parcela central y a falta de once minutos llegó el penalti.

Fue precisamente a la salida de un córner y en uno de esos barullos que se producen a la hora de ir y defender un posible remate.

Como es lógico, el Cacereño pidió la intervención del VAR y Pasarón estalló de alegría cuando el colegiado decidió mantener su decisión.

 Fue Selma el que se aprestó a tirar el penalti y el que lo falló tras una ejecución no demasiado afortunada.

Sí, ya sé que el penalti lo falla el que lo tira y no está la cosa para crucificar a un futbolista que por lo menos tuvo la personalidad de pedirla cuando tan poco tiempo faltaba y tan importante resultaba empatar.

Ahora, permitidme simplemente que muestre mi extrañeza ante el elegido con jugadores colmo Yelko, Brais o incluso Alex sobre el campo.

El caso es que el penalti se falló y la sombra de la derrota parecía cernirse de forma irremediable sobre el estadio de Pasarón.

El Pontevedra, sin embargo, siguió intentándolo y Alain Ribeiro (algo más apagado que en partidos de pretemporada) pudo hacer el empate al rematar un centro y mandar la pelota muy cerca de uno de los postes extremeños.

Y ya  en el 98, tras otra revisión de VAR pedida por los visitantes más por perder tiempo que por otra cosa, llega una falta de Sanchidrián en las proximidades del área “verde”.

Yelko (que fue el encargado de botar todo el balón parado en el partido) colocó con mimo el balón y lo envió de forma diabólica hasta el corazón del área rival para que Marqueta incorporado al ataque conectara un testarazo digno de Javi Rodríguez logrando un empate “in extremis” tremendamente celebrado en Pasarón.

Con ese suspense al que debemos acostumbrarnos a partir de ahora cada vez que llega un tanto, el árbitro validaba la acción tras ver la pantalla y señalaba sin solución de continuidad el fin del choque.

El Pontevedra CF no merecía perder el partido e incluso de haber transformado el penalti es posible que hubiera conseguido ganarlo.

Ese empuje y esfuerzo de la segunda parte le hizo acreedor al menos al empate ante un equipo que todo hace indicar que será de nuestra Liga y que se vio arropado en Pontevedra por un buen número de sus aficionados.

Rescatar un punto cuando ya parecía imposible provoca euforia y una alegría lógica pero el del sábado era un partido para ganar.

Era uno de esos choques que en casa no se deben perdonar pues es aquí donde debemos fraguar gran parte de la permanencia.

 Hay que intentar que las facilidades que se dieron en la jugada del gol encajado y en alguna otra posterior aparezcan lo mínimo posible pues tal y como está diseñado este Pontevedra, apenas sin efectivos y talento en ataque, mantener nuestra portería a cero parece algo vital.

Lo he dicho más veces, en este blog y en mi podcast, y lo vuelvo a repetir ahora.

Que el Pontevedra haya comenzado la Liga con 18 futbolistas es una provocación y no puede ser normalizado.

Que a falta de menos de diez horas para el fin del mercado sigamos, no ya con 18, sino con 17 por la lesión de Garay (sí, en el fútbol existen las lesiones y parece que nuestra triste experiencia la temporada pasada no ha hecho mella alguna en el club), es algo grotesco, vergonzoso e indigno para una entidad como la nuestra.

A lo largo de esta tarde, lo mínimo que deberían llegar son tres jugadores pero a ver qué consigues a última hora y sabiendo que tienes que traer algo sí o sí para no ser el hazmerreír de la categoría.

En el debut ya se apreció lo justito que va este equipo en la delantera y en calidad ofensiva por banda.

También se vieron carencias a la hora de crear algo de fútbol más allá de las apariciones de Yelko aunque en este caso habrá que seguir viendo algo más a Vidorreta.

Tal y como está ahora el equipo pensar en salvarse resulta quimérico.

No se va a lesionar nadie más en toda la campaña? No habrá sanciones?

Insisto, todo esto resulta intolerable y más propio de una entidad de primera autonómica.

A ver qué pasa hoy.