Resulta complicado hacerlo peor desde el mismo instante en que se consiguió el ascenso a 1RFEF.
No era fácil batir el
record de cacicadas y decisiones incomprensibles a lo largo de un mercado (y
vaya que era buena la marca en ese sentido del Consejo de Administración) y se
batió.
Presentaba mucha
dificultad romper gran parte de la ilusión que envolvía a una afición con su
equipo y se consiguió.
A pesar de todo ello,
sin importar siquiera que la plantilla del Pontevedra CF se limitara a 18
futbolistas el día en que comenzaba la Liga, la propiedad puede estar contenta
pues ni el más mínimo gesto o rastro de descontento fue expuesto por una afición,
que en un número desgraciadamente más bajo que lo que cabría esperar, acudió a
presenciar el debut en la competición del conjunto granate.
Un equipo que cuenta,
en el momento en el que esto se escribe, con 12 jugadores nuevos es lógico que
tarde algunas jornadas en adquirir cierta desenvoltura o automatismos en la
forma de juego y en lograr que esas asociaciones entre futbolistas que apenas
se conocen empiece a surtir efecto.
Aún con eso, no resultó
demasiado de recibo la manera en la que el Pontevedra encajó su primer gol en
la Liga a poco de comenzar el partido.
Que un futbolista rival
supere a uno de nuestros medios con facilidad (en este caso a Yelko) a 40
metros de la portería de Marqueta y consiga plantarse en una posición idónea
para el remate sin que ninguna otra camiseta granate se interpusiera mínimamente
en su camino, supuso otorgar unas facilidades que no fueron desaprovechadas por
el conjunto visitante para ponerse en ventaja en el marcador.
Lo cierto es que el
Pontevedra acusó el golpe y poco después, en otro error defensivo, el Cacereño
pudo hacer el segundo si no fuera porque Marqueta (que quizá se tiró tarde en
el 0-1) si desbarató con contundencia el uno contra uno de un atacante
extremeño.
Con el paso de los
minutos el Pontevedra logró recomponerse y evitar, por lo menos, esas facilidades
defensivas que es de esperar no se repitan en demasiadas ocasiones.
Fueron minutos en los
que las únicas fuentes de fútbol salieron de botas ya conocidas, las de Yelko
y las de Brais. Este último apareció en la alineación algo “acostado a la
izquierda” para que Alex González jugara por la derecha a pierna cambiada.
Este experimento (el de
no colocar los exteriores “a pierna natural”) salió bastante bien el día del amistoso
contra el Arenteiro, en gran parte por la habilidad que mostró Hervías (el
Sábado convocado pero sin minutos) para desplazarse hacia adentro y colocar
varios centros venenosos.
No obstante, frente al
Cacereño, Alex apenas pudo desbordar por la derecha y Brais (que habría jugado igual
por la banda derecha) apareció con acierto en una posición más centrada y cada
vez que podía asociarse con Yelko.
No obstante, a pesar de
conseguir algo de fluidez en su fútbol de la mano de estos dos jugadores, el
Pontevedra careció casi por completo de profundidad y Selma fue una isla bien
protegida en todo momento por las defensas visitantes.
La mejor ocasión la
disfrutó Alex al rematar con su pierna buena un balón peligroso que se fue por
encima del larguero y antes del descanso llegó la desgraciada lesión de Garay
en un fuerte encontronazo con un rival cuyas consecuencias han resultado lo
suficientemente importantes como para mantener en el dique seco al argentino
durante, al menos, varias semanas.
Precisamente en esa
acción de Garay solicitó por vez primera en la historia la intervención del VAR
el Pontevedra sin que el colegiado apreciara algo punible en la acción
reclamada.
Tras el descanso y sin
que Rubén decidiera cambio alguno desde su “poblado” banquillo más que el
obligado de Eimil en sustitución de Garay hecho en los instantes finales del primer
tiempo, el decorado no cambió prácticamente nada.
El Pontevedra tenía el
balón y el Cacereño esperaba pertrechado atrás confiado en que con el paso de
los minutos llegara el desorden local sobre el maltratado césped de Pasarón
(esta vez, al parecer, por la presencia de un hongo) y aprovechar alguna contra
letal.
Brais se fue apagando y
Vidorreta siguió algo tímido sobre el césped a la hora de distribuir por lo que
fue Yelko el argumento al que se agarró el Pontevedra para tratar de encontrar
un pase filtrado que llevara el peligro.
Era demasiado poco y la
profundidad seguía brillando por su ausencia con un Selma que seguía
desasistido y desacertado en las pocas ocasiones que podía tocar el balón.
A falta de media hora
el guión pegó un primer giro interesante.
A pesar de llevar solo
un entrenamiento con el grupo (así estamos de efectivos por alucinante que
parezca), Rubén decide sacar al campo a Luisao Macías.
No es que el hispano-
ecuatoriano protagonizará alguna jugada decisiva para el transcurso del juego
pero sí enseño alguna habilidad para el desborde, para la conducción y para el
centro que empezó a provocar que el sistema defensivo rival dejara de vivir con
la tranquilidad con la que lo había hecho hasta ese momento.
A partir de ahí, llegaron los mejores minutos
del Pontevedra CF.
Luisao trataba de desequilibrar,
Eimil dotaba a la banda derecha de una profundidad que no había tenido hasta
ese instante, Alex por su lado natural aportaba algo….
La consecuencia fue que
el Pontevedra, aunque con más empuje y corazón que fútbol, consiguió empotrar
al Cacereño más en su zona de castigo a la par que mantener su estructura lo
suficientemente sólida para que el rival no consiguiera hilvanar casi ninguna
transición que inquietara a Marqueta.
Fueron minutos en los
que se provocaron muchos corners que casi nunca se remataron con peligro pero
en los que se veía que al menos un punto podría rescatarse.
Entró Conesa por
Vidorreta, entiendo que para seguir apretando y tener piernas en la parcela
central y a falta de once minutos llegó el penalti.
Fue precisamente a la
salida de un córner y en uno de esos barullos que se producen a la hora de ir y
defender un posible remate.
Como es lógico, el
Cacereño pidió la intervención del VAR y Pasarón estalló de alegría cuando el
colegiado decidió mantener su decisión.
Fue Selma el que se aprestó a tirar el penalti
y el que lo falló tras una ejecución no demasiado afortunada.
Sí, ya sé que el
penalti lo falla el que lo tira y no está la cosa para crucificar a un
futbolista que por lo menos tuvo la personalidad de pedirla cuando tan poco
tiempo faltaba y tan importante resultaba empatar.
Ahora, permitidme
simplemente que muestre mi extrañeza ante el elegido con jugadores colmo Yelko,
Brais o incluso Alex sobre el campo.
El caso es que el
penalti se falló y la sombra de la derrota parecía cernirse de forma
irremediable sobre el estadio de Pasarón.
El Pontevedra, sin
embargo, siguió intentándolo y Alain Ribeiro (algo más apagado que en partidos
de pretemporada) pudo hacer el empate al rematar un centro y mandar la pelota muy
cerca de uno de los postes extremeños.
Y ya en el 98, tras otra revisión de VAR pedida
por los visitantes más por perder tiempo que por otra cosa, llega una falta de
Sanchidrián en las proximidades del área “verde”.
Yelko (que fue el
encargado de botar todo el balón parado en el partido) colocó con mimo el balón
y lo envió de forma diabólica hasta el corazón del área rival para que Marqueta
incorporado al ataque conectara un testarazo digno de Javi Rodríguez logrando
un empate “in extremis” tremendamente celebrado en Pasarón.
Con ese suspense al que
debemos acostumbrarnos a partir de ahora cada vez que llega un tanto, el
árbitro validaba la acción tras ver la pantalla y señalaba sin solución de
continuidad el fin del choque.
El Pontevedra CF no
merecía perder el partido e incluso de haber transformado el penalti es posible
que hubiera conseguido ganarlo.
Ese empuje y esfuerzo
de la segunda parte le hizo acreedor al menos al empate ante un equipo que todo
hace indicar que será de nuestra Liga y que se vio arropado en Pontevedra por
un buen número de sus aficionados.
Rescatar un punto
cuando ya parecía imposible provoca euforia y una alegría lógica pero el del sábado
era un partido para ganar.
Era uno de esos choques
que en casa no se deben perdonar pues es aquí donde debemos fraguar gran parte
de la permanencia.
Hay que intentar que las facilidades que se
dieron en la jugada del gol encajado y en alguna otra posterior aparezcan lo
mínimo posible pues tal y como está diseñado este Pontevedra, apenas sin
efectivos y talento en ataque, mantener nuestra portería a cero parece algo
vital.
Lo he dicho más veces,
en este blog y en mi podcast, y lo vuelvo a repetir ahora.
Que el Pontevedra haya
comenzado la Liga con 18 futbolistas es una provocación y no puede ser
normalizado.
Que a falta de menos de
diez horas para el fin del mercado sigamos, no ya con 18, sino con 17 por la
lesión de Garay (sí, en el fútbol existen las lesiones y parece que nuestra
triste experiencia la temporada pasada no ha hecho mella alguna en el club), es
algo grotesco, vergonzoso e indigno para una entidad como la nuestra.
A lo largo de esta
tarde, lo mínimo que deberían llegar son tres jugadores pero a ver qué
consigues a última hora y sabiendo que tienes que traer algo sí o sí para no
ser el hazmerreír de la categoría.
En el debut ya se
apreció lo justito que va este equipo en la delantera y en calidad ofensiva por
banda.
También se vieron
carencias a la hora de crear algo de fútbol más allá de las apariciones de
Yelko aunque en este caso habrá que seguir viendo algo más a Vidorreta.
Tal y como está ahora
el equipo pensar en salvarse resulta quimérico.
No se va a lesionar
nadie más en toda la campaña? No habrá sanciones?
Insisto, todo esto
resulta intolerable y más propio de una entidad de primera autonómica.
A ver qué pasa hoy.
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