lunes, 1 de septiembre de 2025

Poca gente, poco fútbol y pocos puntos.

Resulta complicado hacerlo peor desde el mismo instante en que se consiguió el ascenso a 1RFEF.

No era fácil batir el record de cacicadas y decisiones incomprensibles a lo largo de un mercado (y vaya que era buena la marca en ese sentido del Consejo de Administración) y se batió.

Presentaba mucha dificultad romper gran parte de la ilusión que envolvía a una afición con su equipo y se consiguió.

A pesar de todo ello, sin importar siquiera que la plantilla del Pontevedra CF se limitara a 18 futbolistas el día en que comenzaba la Liga, la propiedad puede estar contenta pues ni el más mínimo gesto o rastro de descontento fue expuesto por una afición, que en un número desgraciadamente más bajo que lo que cabría esperar, acudió a presenciar el debut en la competición del conjunto granate.

Un equipo que cuenta, en el momento en el que esto se escribe, con 12 jugadores nuevos es lógico que tarde algunas jornadas en adquirir cierta desenvoltura o automatismos en la forma de juego y en lograr que esas asociaciones entre futbolistas que apenas se conocen empiece a surtir efecto.

Aún con eso, no resultó demasiado de recibo la manera en la que el Pontevedra encajó su primer gol en la Liga a poco de comenzar el partido.

Que un futbolista rival supere a uno de nuestros medios con facilidad (en este caso a Yelko) a 40 metros de la portería de Marqueta y consiga plantarse en una posición idónea para el remate sin que ninguna otra camiseta granate se interpusiera mínimamente en su camino, supuso otorgar unas facilidades que no fueron desaprovechadas por el conjunto visitante para ponerse en ventaja en el marcador.

Lo cierto es que el Pontevedra acusó el golpe y poco después, en otro error defensivo, el Cacereño pudo hacer el segundo si no fuera porque Marqueta (que quizá se tiró tarde en el 0-1) si desbarató con contundencia el uno contra uno de un atacante extremeño.

Con el paso de los minutos el Pontevedra logró recomponerse y evitar, por lo menos, esas facilidades defensivas que es de esperar no se repitan en demasiadas ocasiones.

Fueron minutos en los que las únicas fuentes de fútbol salieron de botas ya conocidas, las de Yelko y las de Brais. Este último apareció en la alineación algo “acostado a la izquierda” para que Alex González jugara por la derecha a pierna cambiada.

Este experimento (el de no colocar los exteriores “a pierna natural”) salió bastante bien el día del amistoso contra el Arenteiro, en gran parte por la habilidad que mostró Hervías (el Sábado convocado pero sin minutos) para desplazarse hacia adentro y colocar varios centros venenosos.

No obstante, frente al Cacereño, Alex apenas pudo desbordar por la derecha y Brais (que habría jugado igual por la banda derecha) apareció con acierto en una posición más centrada y cada vez que podía asociarse con Yelko.

No obstante, a pesar de conseguir algo de fluidez en su fútbol de la mano de estos dos jugadores, el Pontevedra careció casi por completo de profundidad y Selma fue una isla bien protegida en todo momento por las defensas visitantes.

La mejor ocasión la disfrutó Alex al rematar con su pierna buena un balón peligroso que se fue por encima del larguero y antes del descanso llegó la desgraciada lesión de Garay en un fuerte encontronazo con un rival cuyas consecuencias han resultado lo suficientemente importantes como para mantener en el dique seco al argentino durante, al menos, varias semanas.

Precisamente en esa acción de Garay solicitó por vez primera en la historia la intervención del VAR el Pontevedra sin que el colegiado apreciara algo punible en la acción reclamada.

Tras el descanso y sin que Rubén decidiera cambio alguno desde su “poblado” banquillo más que el obligado de Eimil en sustitución de Garay hecho en los instantes finales del primer tiempo, el decorado no cambió prácticamente nada.

El Pontevedra tenía el balón y el Cacereño esperaba pertrechado atrás confiado en que con el paso de los minutos llegara el desorden local sobre el maltratado césped de Pasarón (esta vez, al parecer, por la presencia de un hongo) y aprovechar alguna contra letal.

Brais se fue apagando y Vidorreta siguió algo tímido sobre el césped a la hora de distribuir por lo que fue Yelko el argumento al que se agarró el Pontevedra para tratar de encontrar un pase filtrado que llevara el peligro.

Era demasiado poco y la profundidad seguía brillando por su ausencia con un Selma que seguía desasistido y desacertado en las pocas ocasiones que podía tocar el balón.

A falta de media hora el guión pegó un primer giro interesante.

A pesar de llevar solo un entrenamiento con el grupo (así estamos de efectivos por alucinante que parezca), Rubén decide sacar al campo a Luisao Macías.

No es que el hispano- ecuatoriano protagonizará alguna jugada decisiva para el transcurso del juego pero sí enseño alguna habilidad para el desborde, para la conducción y para el centro que empezó a provocar que el sistema defensivo rival dejara de vivir con la tranquilidad con la que lo había hecho hasta ese momento.

 A partir de ahí, llegaron los mejores minutos del Pontevedra CF.

Luisao trataba de desequilibrar, Eimil dotaba a la banda derecha de una profundidad que no había tenido hasta ese instante, Alex por su lado natural aportaba algo….

La consecuencia fue que el Pontevedra, aunque con más empuje y corazón que fútbol, consiguió empotrar al Cacereño más en su zona de castigo a la par que mantener su estructura lo suficientemente sólida para que el rival no consiguiera hilvanar casi ninguna transición que inquietara a Marqueta.

Fueron minutos en los que se provocaron muchos corners que casi nunca se remataron con peligro pero en los que se veía que al menos un punto podría rescatarse.

Entró Conesa por Vidorreta, entiendo que para seguir apretando y tener piernas en la parcela central y a falta de once minutos llegó el penalti.

Fue precisamente a la salida de un córner y en uno de esos barullos que se producen a la hora de ir y defender un posible remate.

Como es lógico, el Cacereño pidió la intervención del VAR y Pasarón estalló de alegría cuando el colegiado decidió mantener su decisión.

 Fue Selma el que se aprestó a tirar el penalti y el que lo falló tras una ejecución no demasiado afortunada.

Sí, ya sé que el penalti lo falla el que lo tira y no está la cosa para crucificar a un futbolista que por lo menos tuvo la personalidad de pedirla cuando tan poco tiempo faltaba y tan importante resultaba empatar.

Ahora, permitidme simplemente que muestre mi extrañeza ante el elegido con jugadores colmo Yelko, Brais o incluso Alex sobre el campo.

El caso es que el penalti se falló y la sombra de la derrota parecía cernirse de forma irremediable sobre el estadio de Pasarón.

El Pontevedra, sin embargo, siguió intentándolo y Alain Ribeiro (algo más apagado que en partidos de pretemporada) pudo hacer el empate al rematar un centro y mandar la pelota muy cerca de uno de los postes extremeños.

Y ya  en el 98, tras otra revisión de VAR pedida por los visitantes más por perder tiempo que por otra cosa, llega una falta de Sanchidrián en las proximidades del área “verde”.

Yelko (que fue el encargado de botar todo el balón parado en el partido) colocó con mimo el balón y lo envió de forma diabólica hasta el corazón del área rival para que Marqueta incorporado al ataque conectara un testarazo digno de Javi Rodríguez logrando un empate “in extremis” tremendamente celebrado en Pasarón.

Con ese suspense al que debemos acostumbrarnos a partir de ahora cada vez que llega un tanto, el árbitro validaba la acción tras ver la pantalla y señalaba sin solución de continuidad el fin del choque.

El Pontevedra CF no merecía perder el partido e incluso de haber transformado el penalti es posible que hubiera conseguido ganarlo.

Ese empuje y esfuerzo de la segunda parte le hizo acreedor al menos al empate ante un equipo que todo hace indicar que será de nuestra Liga y que se vio arropado en Pontevedra por un buen número de sus aficionados.

Rescatar un punto cuando ya parecía imposible provoca euforia y una alegría lógica pero el del sábado era un partido para ganar.

Era uno de esos choques que en casa no se deben perdonar pues es aquí donde debemos fraguar gran parte de la permanencia.

 Hay que intentar que las facilidades que se dieron en la jugada del gol encajado y en alguna otra posterior aparezcan lo mínimo posible pues tal y como está diseñado este Pontevedra, apenas sin efectivos y talento en ataque, mantener nuestra portería a cero parece algo vital.

Lo he dicho más veces, en este blog y en mi podcast, y lo vuelvo a repetir ahora.

Que el Pontevedra haya comenzado la Liga con 18 futbolistas es una provocación y no puede ser normalizado.

Que a falta de menos de diez horas para el fin del mercado sigamos, no ya con 18, sino con 17 por la lesión de Garay (sí, en el fútbol existen las lesiones y parece que nuestra triste experiencia la temporada pasada no ha hecho mella alguna en el club), es algo grotesco, vergonzoso e indigno para una entidad como la nuestra.

A lo largo de esta tarde, lo mínimo que deberían llegar son tres jugadores pero a ver qué consigues a última hora y sabiendo que tienes que traer algo sí o sí para no ser el hazmerreír de la categoría.

En el debut ya se apreció lo justito que va este equipo en la delantera y en calidad ofensiva por banda.

También se vieron carencias a la hora de crear algo de fútbol más allá de las apariciones de Yelko aunque en este caso habrá que seguir viendo algo más a Vidorreta.

Tal y como está ahora el equipo pensar en salvarse resulta quimérico.

No se va a lesionar nadie más en toda la campaña? No habrá sanciones?

Insisto, todo esto resulta intolerable y más propio de una entidad de primera autonómica.

A ver qué pasa hoy.

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