El Pontevedra CF jugó bien en El Toralín el pasado Sábado. Incluso diría que lo hizo muy bien en algunos tramos del partido.
Una de las mayores
preocupaciones que este atribulado bloguero tenía observando como primero el
anterior cuerpo técnico y luego piezas fundamentales de la pasada plantilla
iban dejando el equipo, radicaban en el hecho de que se había destrozado algo
que después de bastantes meses acabó por funcionar sobre el campo como un reloj
suizo.
Ese estilo atractivo de
Yago Iglesias basado en la posesión de balón, el juego en campo contrario,
defender lejos de tu propio área… pasó por sus altibajos a lo largo de la
primera temporada con fases en las que el juego no fluía como debiera hacerlo o
con errores defensivos (sobre todo en concentración y balón parado) que
acababan por afear algunas de las actuaciones clave del Pontevedra y echaron
por tierra el ascenso.
La Liga pasada, en
cambio, se perfeccionó el sistema con algún ajuste probado fuera de casa que
terminó por dotar de mayor seguridad al conjunto.
El equipo empezó a
jugar como los ángeles y en la Copa del Rey llegó a ser superior a equipos de
segunda y primera división, alcanzando el día del Villarreal una plasticidad
que nos llevó a todos al cielo.
Incluso el día clave de
la temporada no le importó al Pontevedra convertirse durante 45 minutos en otra
escuadra diferente y soportar el empuje de aquel rocoso Numancia defendiendo su
parcela como los numantinos lo hicieron hace tantos siglos ante el acoso de
Roma, eso sí, logrando el conjunto granate un final más feliz que el de la
brava villa castellana.
Eso es lo que me
carcomía y preocupaba al comprobar que se iba a repetir la misma historia que
en el primer ascenso a 1RFEF pero de forma aún más caprichosa.
La plantilla habría cambiado
igual aún con la renovación de Iglesias( es posible que no en tantos efectivos)
pero se había logrado una forma de jugar bien y la continuidad de la misma
podría haber significado una primera piedra basal para consolidarnos en la
categoría.
Una vez precipitados
los acontecimientos e instalado Rubén Domínguez en el banquillo de la casa
granate, escribí por aquí que la clave para que el Pontevedra tuviera opciones de
competir bien en esta primera federación era que el nuevo técnico (cuyo
protagonismo en la confección de la inmensa mayoría de los miembros de la plantilla
resulta indudable) lograse que el Pontevedra volviera poco a poco a jugar bien;
a lo que él quisiera que jugase pero hacerlo bien y convencido.
Conseguir que un grupo
de jugadores se aúnen ante una idea y la plasmen sobre un terreno de juego no
es fácil y menos cuando 16 efectivos de 22 son nuevos.
En Ponferrada, no
obstante, (a excepción de los seis o siete primeros minutos de partido) el
Pontevedra se mostró como un equipo que tenía claro a qué jugaba y como tenía
que moverse sobre el césped.
En mi opinión, el
equipo lo hizo bien pues en todo momento se jugó a lo que él quería y controló
el choque a base de esfuerzo y disciplina táctica.
Y es que tras esos minutos
de arranque voraz de la Deportiva a lo largo de los cuales disfrutó de una
ocasión y varios corners, el Pontevedra se asentó sobre el campo y consiguió
que apenas pasara nada hasta que un colegiado hogareño señaló el final del primer
tiempo.
Dispuso Rubén una organización
en 5-3-2 cuando no se tenía el balón que mudaba un tanto con el adelantamiento
de Alex y el desplazamiento de Juanra al lateral en aquellos pasajes en que sí
se tenía la posesión.
Todo empezaba por una
presión incesante de Selma y Ribeiro sobre los centrales bercianos para impedir
una salida cómoda de pelota y una idea clara de no dejar correr a los
habilidosos futbolistas locales que con espacios resultaban letales pero que
sin ellos hallaban bastantes más dificultades.
Tras ese inicio
fulgurante de la Ponferradina, el único acercamiento con algo de peligro para
Marqueta en el resto de la primera parte fue un lanzamiento desde fuera del
área que no se fue lejos de uno de los palos de la portería visitante.
Por el contrario, la
ocasión más clara la disfrutó Alain tras un pase magistral de Brais hacia
Juanra que llegando a línea de fondo envió un centro para que el remate del ex
del Numancia fuera repelido por el arquero.
Tras el descanso
comenzaron los problemas.
Primero la lesión de
Vidorreta en un hombro (que ya venía de los últimos minutos del primer tiempo)
y poco después la de Bosch que no auguraba nada bueno con relación al orden que
hasta ese momento estaba consiguiendo el Pontevedra en El Toralín.
Sin embargo, esos
contratiempos tampoco apocaron o incomodaron a los granates que siguieron
controlando y, en opinión, del que esto escribe continuaron siendo superiores
al conjunto local.
Por Vidorreta salió
Conesa, lo que no alteraba gran cosa pero tras la lesión de Bosch, Rubén
decidió sustituir también a Alex para dar entrada a Expósito y Luisao.
De esta manera la
fisonomía del equipo cambio algo y dio la impresión de que se movía más con un
4-4-2 pasando a banda izquierda Brais (hasta entonces ocupaba el sector derecho
del mediocampo con Conesa por el centro y Yelko más la izquierda) y yendo
Luisao hacia la banda derecha.
La Ponferradina también
hizo sus cambios ofensivos debilitando un tanto su banda izquierda defensiva,
circunstancia que supo ver y aprovechar el Pontevedra CF.
Así, en una arrancada
por la derecha de un Luisao que volvió a gustar y mucho, el balón le llega
cedido por el ecuatoriano a Yelko en el lateral derecho del área. El gran
centro de este propicia el arrastre de Selma a dos centrales al primer palo y
la aparición solo en el punto de penalti de Alain que mandaba un preciso remate
de cabeza ante el que nada pudo hacer el cancerbero local.
Siguió el Pontevedra
tras el gol presionando, defendiendo y consiguiendo que la Deportiva no contase
con ocasiones de gol a pesar de que con la salida de Keita, parecía que el
peligro podría cernirse sobre nuestra banda izquierda defendida por Expósito.
Y llegó el minuto 71 y
una jugada en la que el propio Keita entra en disputa por un balón dividido con
Montoro dentro del área y cae sin que el colegiado señalara nada.
Tras la petición de
revisión del entrenador berciano, y tras pasarse casi cinco minutos viendo y
viendo la jugada por el monitor, el árbitro decidía pitar la pena máxima y lo
que es peor amonestar a Montoro que ya tenía una amarilla exagerada desde el
minuto 3.
En consecuencia, un
partido controladísimo hasta ese instante, podía cambiar por completo en una
acción en la que sí existe un leve contacto sobre el atacante pero en la que la
amarilla tiene todavía menos justificación que el penalti.
Y ahí apareció
Marqueta.
No contento con marcar
el gol del empate ante el Cacereño, el portero del Pontevedra no se conformó
con adivinar el lado por el que Borja Valle ejecutó el lanzamiento sino que se
permitió el lujo de quedarse con la pelota y sofocar un fuego que amenazaba con
arrasar el trabajo hecho hasta entonces.
Rubén reaccionó
haciendo debutar a Tiago y mandando a Conesa al centro de la defensa y dando
tranquilidad a un Pontevedra que siguió sin permitir a la Ponferradina generar
ocasiones de gol y que defendió con maestría todo el balón parado que le llegó
hasta el final que no fue poco.
Alrededor del minuto 87,
tras otra jugada por banda derecha, Tiago mandaba un balón para que Alain solo
tuviera que empujarlo a puerta vacía pero el vasco no fue capaz de sentenciar
en lo que pudo ser su único error grave en el partido.
Fue el partido de
Ribeiro descomunal. Primero presionando junto a Selma a los centrales rivales,
luego sacando siempre algo de cada balón largo que le mandaban sus compañeros,
luego haciendo el gol que a la postre valió el triunfo e incluso al final
incrustándose en la línea de centrales para ayudar en el juego aéreo pues ese
era el único argumento, los centros desde cualquier sitio, al que ya recurría
la Ponferradina.
Precisamente como ya se
ha dicho con Alain Ribeiro metido atrás, el Pontevedra acabó el partido con
algo parecido a un 5-3-1 defendiendo esos centros de la Deportiva que apenas
pudo rematar alguno y siempre con el debido obstáculo defensivo.
El árbitro indicó 14 de
descuento que luego fueron 16 pero el Pontevedra siguió de pié con un Juanra
mandando atrás, con Brais y Yelko corriendo lo que no está en los escritos y un
Luisao desplegándose en ataque para tratar de oxigenar todo lo que podía.
Con el pitido final
llegó la primera victoria de esta temporada que es la primera de Rubén
Domínguez como entrenador en 1RFEF.
Llegó esa victoria tras
un partido perfectamente planteado en el que se sortearon las dificultades que
iban surgiendo y teniendo (porque no decirlo) los detalles cruciales de nuestro
lado como ese penalti desbaratado por un Marqueta que es de suponer ya habrá
entrado en la lista de conocidos de la Presidenta.
Insisto en que el
Pontevedra CF jugó bien en Ponferrada porque al fútbol se juega bien de muchas
maneras.
El equipo estuvo ordenado,
supo sufrir y también fue capaz de generar el suficiente fútbol ofensivo para
tener 3 de las que metió una.
Es muy pronto y queda
mucho pero la imagen solidaria y trabajadora de este Pontevedra que también, insisto,
contó con la calidad suficiente para generar las ocasiones más claras del
partido ( a excepción del penalti), da esperanza cara al futuro.
Competir es lo que hizo
el Pontevedra CF el sábado y competir es lo que va tener que seguir haciendo en
todos y cada uno de los partidos que restan pues el reto es muy complicado.
A veces podrá
desplegarse el plan de Ponferrada y en otros habrá que cambiar el libreto pero
esa frase que a mí me encanta y que reza: “el esfuerzo no se negocia”, es un
buen punto de partida para construir un equipo y lograr estabilizar a una
entidad que no puede permitirse el lujo de dar otro paso atrás.
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