Desde el mismo instante que el balón de Facu Ballardo penetró en la portería de Edu Sousa sentenciando así el duelo en el que se decidía el ascenso directo, el Pontevedra se sabía "condenado" al purgatorio (o al infierno, ojalá no) de las eliminatorias a doble vuelta para lograr el único objetivo que esta entidad puede tener en 2RFEF, el ascenso.
Han sido dos semanas largas, teñidas con ese color gris oscuro de la decepción que provoca haber dejado escapar algo que nunca debió fugarse ante tu propia gente.
En Coruña se sumó un punto a duras penas para certificar un segundo puesto mucho más importante de lo que parece de cara al play off y ayer mismo se cerró la Liga regular con un partido descafeinado en el que el Pontevedra jugó por inercia y su rival, el Racing Villalbés, confirmó definitivamente su descenso tras una segunda vuelta en la que se pareció poco o nada al equipo rocoso y difícil de vencer que fue en la primera parte del campeonato.
Poco o nada se puede rescatar de lo de ayer si hablamos en clave granate.
Si acaso la constatación de que ni nuestro único internacional ni nuestro único "refuerzo invernal" jugaron de titulares en un partido en el que aparecieron en la alineación inicial cuatro o cinco jugadores que pocas veces lo habían sido a lo largo de la temporada.
Como punto indudablemente positivo, la ausencia de lesiones o expulsiones que posibilitan que todos los futbolistas se encuentren aptos para afrontar la ida de la primera eliminatoria dentro de seis días.
Con todas las reservas del mundo pues el encuentro no valía absolutamente para nada desde la perspectiva pontevedresa, resultó interesante ver como este triángulo formado por Samu en el vértice y Borja y Toño por delante funcionó más que correctamente tanto a la hora de mover la pelota como este equipo necesita como a la hora aportar algo más de fuerza en los duelos y más capacidad para recuperar balón tras unas pérdidas que ayer, especialmente en la primera parte que es cuando hubo algo de partido, fueron muy pocas.
También a la hora de llegar al área contraria pues de esa forma llegó el único gol del partido. Buena jugada de Dalisson por la izquierda, con pase al desdoblamiento de Eneko y centro de este para que Toño llegando desde atrás empujase el balón al fondo de la portería de un muy buen portero visitante.
Hablando de porteros. Debutó esta campaña Manu Vizoso y lo hizo bien. No cometió errores, jugó con el pié como este equipo exige y acabó por cumplimentar una actuación muy aseada.
Con las mismas reservas que se deben tener para con los buenos detalles, hay que tenerlos con los malos pero relativizar y tener en cuenta el contexto en el que se jugaba el choque no quiere decir que no se citen aquellas cosas que por lo menos a este atribulado bloguero le gustaron menos.
Y en ese apartado está Rufo.
En la jugada en la que un defensa rival le cede por error un balón para poder encarar con todo el tiempo del mundo al portero contrario, un delantero no puede finalizar tan mal, tan horrorosamente mal.
A Rufo se le necesita. Por su experiencia, por su trabajo, por su incuestionable identificación con esto... pero también se le necesita por sus goles, esos que sí pudo convertir en la primera vuelta pero no en la segunda.
Falló una muy clara en Aranda en la última jugada, falló ante el Marino varias, también el día clave no estuvo fino en una acción que pudo ser decisiva y ayer entregó literalmente otra ocasión muy clara a las manos del portero.
El fútbol es caprichoso, mucho. Y Rufo tiene gol, lo ha tenido siempre. Es posible, que feliz nos haría a todos, que el gol del ascenso llegue por mediación suya pero para ello debe ganar toda la confianza que parece haber perdido a lo largo de estos meses. Está a tiempo de recuperarla, de creer otra vez en él si es que ha dejado de hacerlo pues minutos va a tener en esta crucial fase de la competición.
La Liga regular ya es historia. No se ha conseguido el ascenso por la vía directa y sin solución de continuidad pero con estas dos semanas en la que espero de todo corazón que el equipo se haya mentalizado para lo que le espera, aparece ya el partido de ida de la primera eliminatoria a vida o muerte.
El rival que ha tocado en suerte es el Deportivo Aragón, filial del histórico Real Zaragoza que pena por segunda división desde hace más de una década.
Algunos seguro que habrían preferido a otro de los posibles rivales, otros (entre los que confieso encontrarme) no le ha parecido mal el nombre que ha salido en la papeleta.
Ahora bien, una cosa tengo muy clara, tan límpida como el agua fresca que mana de una fuente en un día caluroso de verano, dará igual el rival que nos haya correspondido si el Pontevedra CF no ha logrado aprender nada de lo que le ha pasado a lo largo de casi toda la segunda vuelta.
Hay una corriente de opinión que afirma que todo se decidió en una jornada y que los 90 minutos contra el Orense con esa dura derrota fue la que nos condenó.
Matemáticamente, quizá sí. Ganar aquel día era casi lograrlo y perder quedar fuera.
El problema es que no había necesidad de jugárselo al todo nada ese día.
Se falló en casa ante el Zamora, se falló en Santander, en Aranda e incluso en Santiago a pesar de algunas jugadas controvertidas.
Todos esos días y otros en los que a pesar de ello se sacó el resultado, el Pontevedra regaló goles increíbles a balón parado y las veces en las que estuvo con ventaja fue incapaz de gestionar la misma con eficacia, oficio y personalidad sobre el césped.
Existe la cara A del fútbol que es aquella en la que aparece ese pase maravilloso, esos diez minutos de toque preciosista e incluso ese gol que pone en franquía un marcador.
Sin embargo, luego también existe la cara B.
Esa cara en la que si te has logrado poner por delante en el marcador pero no sentenciar el choque debes mostrarte más seguro que nunca en la labor de seguir combinando, moviendo al rival aunque no encuentres profundidad, evitando pérdidas absurdas en zonas comprometidas del campo.
Es esa cara B en la que tú rival, que también juega, aprovecha por sus mejores momentos y te aprieta y exige que aparezcas más que nunca. Que aparezca la seriedad defensiva, la máxima concentración en el balón parado, tu oficio para parar el partido si hace falta, para meterle cloroformo, para cuando estás al límite salga tu personalidad para apagar los incendios que el contrario ha intentado prender.
Eso he echado muchísimo de menos en el equipo desde hace meses. Dominar tu área con uñas y dientes y dominar la contraria no marrando ocasiones a veces sonrojantes que hacen crecer a los rivales. Que apareciera el oficio, esa personalidad que a veces ha faltado.
Sea como fuere, el filial zaragocista ha anunciado hoy mismo que el partido de ida se jugará el Domingo por la mañana en el mismísimo campo de La Romareda.
Ni que decir tiene que el Aragón derrochará energía, ilusión y esa casi despreocupación de la que rezuman los filiales cuando afrontan fases en las que el ascenso es un premio y no una obligación.
Cuentan con un tridente formado por Mañas, Cuenca y Fabio que ha logrado 27 de los 51 goles que han logrado en Liga y a un juvenil, Adrián Liso, que ya ha debutado e incluso marcado un gol en Huesca con el primer equipo zaragocista. Hablan muy bien de este futbolista.
Por contra, este filial ha encajado 40 goles, cifra nada desdeñable, y ha quedado a 26 puntos del Bilbao Athletic, a 20 del Barakaldo y a 15 del Ud Logroñés.
Además, es un filial al uso, es decir, muy joven y con poca experiencia, lo que puede resultar clave a la hora de afrontar la vuelta en Pasarón ante, ojalá, un gran número de aficionados granates.
No nos engañemos, La eliminatoria, como todas las de ida y vuelta, será difícil y comprometida. Lo habría sido igual ante el At. Paso, Betis o Lleida.
Es hora de nuevo de mostrarle al Pontevedra CF, a nuestros jugadores y nuestro cuerpo técnico, todo nuestro apoyo, nuestro ánimo, nuestras ganas de conseguir el ascenso que tanto necesitamos.
No obstante, es hora también de pedirles que se acaben las excusas, la suficiencia e incluso los miedos.
Necesitamos la mejor versión del equipo tanto en la cara A del fútbol como en la cara B.
Ya no hay vuelta atrás. No hay más opciones o matas o te matan. Y el Pontevedra si está concentrado, si tiene confianza, si cree de verdad en que pude hacerlo, tiene argumentos más que de sobra para matar a este Aragón o a cualquier otro rival que se ponga por delante.
Adelante Pontevedra CF. Jueguen, luchen, ganen.
Nosotros, como siempre, estaremos hay detrás, con ustedes.
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