lunes, 20 de enero de 2025

Sembrado de patatas, medias bajas y alguna señal inquietante.

 Me preocupaba el partido.

Lo hacía desde primeros de semana cuando supimos que Pelayo y Mayo serían baja por sanción y que Chiqui no estaría todavía apto para reaparecer.

Me preocupó más a mitad de semana tras el esfuerzo enorme ante el Getafe y la acumulación de minutos de otros jugadores clave como Dalisson y Yelko.

Y me preocupó todavía más nada al llegar al estadio ayer y comprobar el patatal en el que está convertido (algo tristemente habitual en esta época del año) el césped de Pasarón.

Me sorprende que entre los méritos del que desde hace varias semanas es el máximo dirigente del fútbol patrio no se destaque por esos medios que han contribuido decisivamente a que el fútbol en España sea la cochiquera que es actualmente, la gran labor capitaneada por el Presidente de la RFEF, cuando todavía lo era de la Diputación de Pontevedra, a la hora de llevar a buen término la reforma integral del estadio de Pasarón, con defectos tan llamativos como que la gente se moje cuando llueve aún teniendo todas las gradas techadas o este drenaje más propio de un club de segunda autonómica que de otro que pretende algún día volver al fútbol profesional.

Quizá creía el insigne mandatario que la hierba a colocar sería sintética o artificial dada su capacidad para llenar la provincia de hierba recauchutada cada vez que visitaba cualquier localidad pontevedresa.

El caso es que el campo que da a la grada sur no podía presentar peor aspecto y el de norte, si bien algo menos mal, tampoco estaba para tirar cohetes.

Además de todos estos ingredientes, asomaba en siete días la final anticipada contra el Numancia también en casa y la conveniencia y necesidad estratégica de llegar ese día con tres puntos de ventaja sobre un conjunto soriano que ya había saldado con victoria su partido el día anterior.

La incógnita más importante de la alineación granate radicaba en conocer quien sería el sustituto de Samu Mayo en la posición de medio centro del equipo.   

Se optaría por la opción más lógica ya utilizada en Valladolid colocando a Rares ahí o por alguna otra más imaginativa?

Se optó por la primera alternativa y el ex jugador del Racing Villalbés no solo cumplió sino que cuajó un partido más que interesante en una posición y en unas circunstancias realmente complicadas.

Apareció Rares con las medias bajadas y aunque ese sea un detalle habitual en la rutina del jugador de origen rumano, sus pocos minutos en casa (la de ayer era su segunda titularidad en Liga pero la primera en Pasarón en la que apenas había disputado minutos hasta ahora) y su envergadura no muy diferente a la de Samu hicieron dudar a más de uno si la tarjeta de Mayo había sido a última hora dejada sin efecto.

El caso es que Rares, al igual que el resto del equipo, protagonizó una primera parte, a juicio del que esto escribe, muy buena.

Sorteando el claro obstáculo del estado del césped y el tupido sistema defensivo de un Compos que siempre suele complicarnos tanto en Santiago como aquí, el Pontevedra movió la pelota con solvencia y la velocidad que permitía el sembrado de patatas.

Consiguió aparecer por la derecha con un Xabi, que si logra juntar su llamativa velocidad con la toma de mejores decisiones puede desembocar en gran jugador y por la izquierda con Héctor y un Alex que pareció recuperar el tono tras su gris actuación ante el Getafe.

Como quiera que el ya citado Rares hacía olvidar a Mayo y Dalisson y Yelko aportaban también frescura, el Pontevedra dominó y controló de cabo a rabo la primera parte en la que tampoco se echó de menos a Pelayo al tener tanto Mario como Garay perfectamente atado a Cinta en la punta de ataque compostelana.

Marcó Carlos López su segundo gol esta temporada y debió marcharse el Pontevedra con más diferencia en el marcador al descanso.

La segunda parte empezó con la misma sensación de control pontevedresa.

Es cierto, no obstante, que con la entrada de Manu Barreiro en los últimos minutos del primer tiempo por la lesión del propio Cinta, el Compostela empezó a explotar las virtudes de un delantero que aunque ya muy veterano no deja de tener una calidad  (no solo en el juego aéreo) realmente  apreciable.

Aún sin la chispa del primer tiempo, el Pontevedra no sufría a pesar de que los balones largos enviados a Barreiro eran siempre un foco de preocupación dada la capacidad del ex granate no solo para peinarlos sino a veces para controlarlos y abrir el juego a las bandas.

La jugada del empate, sin embargo, apareció como aislada.

Como ya ha pasado otras veces, el rival ganó con facilidad la espalda a nuestro lateral derecho (ayer era Fontán pero ha pasado en otras ocasiones con Garay) y el centro desde posición peligrosa es mal despejado por un Héctor que dejó el balón muerto en el área pequeña.

Entre el dantesco estado de la hierba de esa zona y algo de pasividad por nuestra parte, el mismo jugador que centró recogió la pelota para empujarla al fondo de las redes.

En ese momento ya estaban en la banda prestos a salir al campo tanto Novo como Brais que había entrado en convocatoria a pesar de solo entrenar el Sábado.

En ese momento llegó el momento clave del choque.

Una jugada por el sector derecho de Yelko, una dejada hacia atrás muy buena de Brais que jugaba de espaldas al colocarse inicialmente de 9 hacia el propio Yelko y un remate de categoría del vigués para poner el 2-1 nada más encajar el empate y ahuyentar la retahíla de fantasmas que nos suelen acosar muchas de las veces que jugamos contra el Compostela.

Es cierto que el Compos tuvo una muy buena en un remate de cabeza de Manu Barreiro tras un córner y que en otra ocasión, todavía con 2-1, nos volvieron a coger la espalda de la misma manera que en el empate resolviendo en esta ocasión bien el centro Garay.

Lo anterior es cierto pero también lo es que el Pontevedra a raíz del 2-1 volvió a gozar de muchas llegadas y suficientes ocasiones para sentenciar el choque mucho antes del 89 y otra vez esa dificultad que tenemos para materializar las ocasiones nos tuvo en vilo más tiempo del necesario.

En ese fútbol generado con algo más de espacios dada la necesidad del rival de arriesgar algo más, destacó sobremanera Brais Abelenda.

Participó Brais en el gol decisivo de Yelko para el 2-1; dejó solo a Alex con otro pase de quilates para que el capitán no fuera capaz de cristalizar delante de Rabanillo; casi encontró el gol tras pase de Novo y remate algo esquinado repelido por el portero visitante y demostró su polivalencia al acabar el partido de interior derecho tras la salida de Rufo al campo que le retrasó unos metros además de enviar a Dalisson a la derecha. 

Fueron unos minutos realmente buenos de un Brais que no dio la impresión de haber estado temporada y media fuera de aquí y que prometen una conexión que podría ser maravillosa entre él mismo Yelko, Mayo y Dalisson.... si no hay sorpresas de última hora.

Precisamente fue Dali el que hizo el 3-1 tras una brava jugada de Alex y Rufo el cuarto definiendo bien el uno contra uno con el portero.

Se logró ayer una victoria muy importante por las circunstancias que rodeaban al partido y que ya se han citado en esta columna.

Debió haberse conseguido con menos sufrimiento pero seguimos empeñados esta Liga de no ser tan concretos ante el gol como sí lo fuimos en buena parte de la Liga pasada. 

Aún así, a este atribulado bloguero le gustó la imagen del equipo y se sentó satisfecho en el sofá de su casa tras regresar del campo hasta que empezó a hojear algunos comentarios en redes.

Posiblemente no signifique nada. Posiblemente.

El caso es que algunos seguidores de Norte se extrañaban de gestos de demasiada emoción e incluso alguna posible lágrima de Dali al celebrar el tercer tanto y al saludar al final del partido.

Posiblemente no no sea nada, insisto y solo se deba al lógico cansancio de un futbolista que disputó los 90 minutos contra el Getafe y los 90 contra el Compostela.

Lo que pasa es que desde el verano pasado nos llevan dando la matraca desde Ponferrada con el interés por este gran futbolista y precisamente desde el Bierzo ha regresado Brais Abelenda.

Tocará seguir atentos en estos días que faltan para el fin del mercado invernal (Dali acaba contrato en Junio) no solo por si existe alguna salida sino también alguna nueva llegada que parece probable escuchando la rueda de prensa de Iago ayer.

Halagó el técnico el gran partido de Rares pero habló textualmente de que puede "haber un buen proyecto de 6". 

Añado yo, un proyecto todavía no es una realidad y al equipo le seguiría viniendo muy bien una pieza defensiva para el medio campo. 

Ya está aquí la "final".

Sí. Escucharemos durante toda la semana que tras jugar con el Numancia restarán 14 partidos más.

Eso es cierto pero también lo es que de ganar meteríamos 6 puntos al equipo de Soria y le obligaríamos a mucho en el tramo final de Liga.

Y también es verdad que si perdemos pasaríamos a ser otra vez segundos y a tener que esperar un pinchazo del rival.

Yo solo pido una cosa, mejor dicho, dos cosas pero lo hago con vehemencia.

La primera no depende del equipo sino de nosotros, la afición.

Los fastos, los focos, el glamour de la Copa del Rey y los "primera" división es grande y atrayente.

El estadio se vistió de gala y todos juntos alentamos a un equipo que pasó tres rondas y cayó en la cuarta empujando y con la cabeza muy alta.

Vale, eso está muy bien pero el Domingo llega otra vez el barro del que queremos escapar.

Llega un partido vital en el que los tres puntos en juego son de una trascendencia capital.

No dejemos solo al equipo. Acudamos en gran número a Pasarón. 

Recompensemos a este grupo de futbolistas que tanto nos ha hecho soñar en Copa con un ambiente de gala el próximo Domingo que tanto se merecen y que tanto bien le haría.

Seamos una afición mayor de edad y comprendamos la trascendencia del momento.

La segunda cosa que pido sí se la ruego al equipo y al cuerpo técnico.

Sigamos aprendiendo del pasado reciente. De los partidos ante Ourense y Betis Deportivo.

Habrá en la grada adrenalina, motivación ganas de empujar al equipo.No la atenuemos, no metamos cloroformo. Alimentemos la pasión a base de fútbol.

Seamos nosotros mismos, claro que sí, pero tratemos de empotrar al rival en su área a base de fútbol. Lleguemos desde el principio. Busquemos con cabeza pero con alma la conexión con la grada.

No durmamos el partido hasta dormir a la propia gente.

Insisto, aprendamos del pasado que siempre arroja lecciones importantes.

domingo, 5 de enero de 2025

No digas que fue un sueño

La frase escogida para titular esta especial columna del blog da título una gran novela de la literatura española escrita por Terenci Moix, galardonada con el Planeta del año 1986.

En ella, el ya desaparecido escritor barcelonés narra la legendaria historia de amor entre Cleopatra VII y Marco Antonio en una época convulsa para el imperio egipcio que todavía luchaba, en combate desigual, contra la arrolladora fuerza de Roma.

"No digas que fue un sueño", pensaba y me decía en silencio a lo largo de los muchos minutos en los que permanecí en Pasaron viendo la celebración de los futbolistas sobre el césped y participando de la alegría colectiva de los más de 10.000 espectadores que casi llenábamos el estadio.

Observando la alegría radiante que denotaba el rostro de mi hijo y la emoción profunda que se entreveía en los de mis amigos con los que tantas "batallas" granates he compartido, me repetía incesantemente: "Esto está pasando de verdad, que nadie me diga que es un sueño".

Acababa de volver a ver a un Pontevedra colosal, formidable, maravilloso y a otro primera división "morder el polvo" de manera clara y sin excusas posibles a las que poder agarrarse ante la superioridad granate.

No creo que mienta si afirmo que el juego desplegado por el equipo no alcanzó la extrema brillantez lograda ante el Villarreal pero volvió a ser un fútbol redondo, seguro de sí mismo, bonito y acorde con la personalidad que su entrenador quiere inculcarle.

Me sorprendió la ausencia de Rufo o Carlos en el "once" y la posición adelantada de Dalisson porque no había salido demasiado bien las veces anteriores en las que se probó. 

Dio igual. 

Si bien el Mallorca pareció salir con más colmillo que el Villareal lanzando un balón a portería en el segundo 20 del choque (quien me iba a decir en ese instante que sería el último), y apretó más nuestra salida de balón obligando a Vizoso a alternar la salida jugada por abajo con los balones largos en los que no estábamos logrando ventaja, la genialidad del propio Dalisson en la acción del primer gol desbarató los planes mallorquinistas y convenció (si no lo estaba ya desde el principio) al Pontevedra CF que era factible cobrarse otra pieza de caza mayor.

No digas que fue un sueño.

Viendo volar la pelota de Dali, observando como desde tan lejos ese balón superaba en vaselina al portero para alojarse en el arco visitante, resultaba imposible no recordar aquella otra pelota bombeada 21 años antes por Manu Busto en otro duelo a muerte copero que acabó de manera diferente.

Llegó la lesión de Chiqui (peaje duro que se paga por vivir esta magnífica aventura y que habrá que disimular lo mejor posible en las próximas semanas) y la mejor ocasión del rival en una acción en la que Prats envió la pelota muy cerca de la portería de Vizoso tras remate picado cerca del punto de penalti. 

Parecía que algo podía cambiar pero no lo hizo.

El Pontevedra siguió mandando con autoridad sobre la maltrecha hierba, Alex empezó a hacer olvidar al importante Chiqui; Dalisson convirtiendo en oro cada balón que tocaba; Mayo demostrando una categoría extraordinaria en su juego (solo un balón perdido en el "ochenta y mucho" ya cansado después de elaborar otra obra de arte de partido); Yelko dando otra vez su mejor versión aunque algo habladora;Novo creciendo cada partido;Pelayo haciéndose dueño y señor de la parcela defensiva y esta vez acompañado notablemente por un Mario que no tuvo fisuras; Xabi ofreciendo explosividad por la derecha; Hector su saber estar; Fontán guardando su espalda mejor que otras veces y Vizoso no dejando ni un indicio acerca de su suplencia en Liga. 

Cada uno en su sitio en el aspecto individual para componer de forma colectiva una sinfonía impecable, capaz de jugar de tú a tú a equipos de zona alta de primera división.

Llegó la segunda parte y pronto asistimos a otro gol de una dificultad y una belleza impresionante.

La bolea de Yelko para el 2-0 la habría firmado cualquier estrella del fútbol europeo y de haberlo metido cualquiera de ellas, la imagen habría recorrido las cadenas de tv de todo el continente.

No digas que fue un sueño.

Tras el 2-0, las torres gemelas del Mallorca (Larin y Muriqui) más D. Rodríguez, intensificaron su calentamiento y acabaron por entrar a un partido en el que ya estaba desde la reanudación Darder, otro titular indiscutible.

Antes de irse, Prats dejó la segunda y última oportunidad balear en la única ocasión en la que pudo ganar un cuerpo a cuerpo a Pelayo pero su balón se marchó fuera.

No importó que saliera Muriqui, que saliera Larin o cualquier otro.

El Pontevedra siguió teniendo más la pelota, jugando lo más lejos posible de su portería para no verse agobiado con balones aéreos que pudieran sembrar el pánico y teniendo ocasiones de gol para hacer más grande su ventaja.

Dalisson envío otro lanzamiento prodigioso desviado en gran parada por el guardameta mallorquinista, Garay (que entró por Fontán) obligó al portero a hacer otra buena intervención y finalmente Rufo aprovechó con experiencia y pillería un tremendo error de Copete para marcar a puerta vacía a falta de poco más de un cuarto de hora y llevar al éxtasis a toda la afición pontevedresa.

No digas que fue un sueño.

Por que un sueño parecía ver como el reloj se acercaba al minuto 90 y el Pontevedra seguía sin sufrir y se acercaba a los octavos de final de Copa sin más contratiempo del vértigo que pudiera aparecer pero que no hizo acto de presencia.

El que esto escribe cuenta ya con 52 años de edad.

Desde que tengo uso de rezón solo he podido ver al Pontevedra una temporada en lo que ahora se llama fútbol profesional.

He visto demasiados play off de ascenso a segunda sin el premio del ascenso. Algunos de manera clara, otros de forma absolutamente trágica,.

Pasaban los años de manea inmisericorde, constante, tiránica y mis ojos seguían huérfanos de las gestas tantas veces leídas en libros y protagonizadas hace ya demasiado tiempo por el equipo de mi ciudad.

No digas que fue un sueño.

Es el título de la novela citada al comienzo de esta entrada pero inspirada en un poema de un autor griego llamado Constantino Cavafis.

Algunos de los poemas de Cavafis, llevan a  reflexionar sobre la pérdida, sobre lo irremediable que resulta perder la juventud, lo inexorable del paso del tiempo, lo que se pudo tener y al final se perdió.

A lo largo de estas décadas he sentido envidia, sana e insana, de otros equipos modestos que sí lograron alcanzar mucho mientras el Pontevedra permanecía perpetuamente en la casi nada.

Muchos de esos arranques fulgurantes hacia arriba partieron de éxitos en la Copa del Rey.

Los que tenemos más edad no olvidamos aquella campaña 95/96 en la que el Numancia (en eliminatorias a doble partido) eliminó a primeras como la Real Sociedad, el Racing de Santander o el Sporting de Gijón hasta caer en cuartos ante el Barcelona al que llegó ir ganando 0-1 en el Camp Nou.

Solo dos años después subieron a segunda y se pasaron más de 20 años en el fútbol profesional, incluso alguno en primera división.

Hace menos años, el Alcorcón goleó por 4-0 al Real Madrid y luego aguantó en el Bernabeu para ser portada de muchos periódicos.

Esa misma campaña, la 09/10 subió a segunda tras dejar en la cuneta en las eliminatorias, entre otros, al Pontevedra CF tras aquella actuación indecente de Figueroa Vázquez.

Han estado también bastantes años en segunda.

O el Mirandes, no el de Iraola de la 19/20 que también llegó a semifinales de Copa en la 19/20 cuando ya era de segunda, sino el de Pouso de la 11/12.

Ese otro Mirandés que todavía no había salido de 2B también hizo semis de Copa cargándose a dos o tres equipos de primera y luego ascendiendo esa misma temporada.

Ya vemos donde sigue este equipo.

Todas esas hazañas las vimos desde el salón de nuestras casa pensando constantemente porque nosotros no podíamos hacerlas; porque a veces ni jugábamos la copa u otras veces nos metían el gol decisivo que nos echaba en el último minuto; porque cuando éramos nosotros quienes hacíamos ese gol al final venía un Rafa Guerrero a hundirnos en la miseria.

Por qué? Por qué? Por qué?

Y ahora somos nosotros. Si, NOSOTROS, quienes vivimos esta maravilla. Quienes por fin lo hemos logrado: Quienes debemos aprovechar este tirón  como sea, los que tenemos algo cuando parecía que nunca íbamos a tener nada.

No sé si esta singladura hermosa acabará en 1/8 o estos futbolistas y entrenador nos tienen reservadas más sorpresas.

Lo que sí sé es que esto no debe acabar aquí. Que hay que aprovechar esta inercia. Que no podemos dejar pasar este viento a favor.

No digas que fue un sueño.

No entremos en debates absurdos de si preferimos seguir más en Copa o subir a 1RFEF por que ambas situaciones no son en absoluto incompatibles.

El Pontevedra, con los pies en el suelo siempre, debe crecer. Debe alimentarse de este éxito copero y reforzar el equipo como el propio equipo y su afición se merecen.

Por qué si Numancia, Alcorcón o Mirandés, entre otros, supieron utilizar sus triunfos coperos para acaba por asentarse en la LFP, el Pontevedra no puede hacerlo?

El reto está ahí y sé que los antecedentes de esta última década no son halagueños como para pensar que se van a hacer las cosas constantemente bien.

Pero hay que exigirlo. Hay que exigirlo, siempre dentro de las posibilidades económicas que se tengan y que se busquen.

No quiero optar o decidir si prefiero meterme en unas semifinales de copa y no subir a 1RFEF.

Lo  que quiero es que el Pontevedra siga afrontando los partidos del KO con la misma ilusión y fútbol con lo que lo está haciendo pero también quiero que se cubran las fichas libres con buenos futbolistas. Que se sigan ganando partidos en Liga y se consiga el objetivo de subir de categoría.

Todo ello es posible, con humildad siempre, pero con ambición y ganas de seguir los ejemplos mencionados y coger el impulso que el Pontevedra necesita desde hace tanto tiempo.

No digas que fue un sueño. 

No, no me lo digas y déjame vivirlo, sentirlo, disfrutarlo, creer en que esto puede ser el comienzo de algo más importante.

HALA PONTEVEDRA¿