lunes, 16 de diciembre de 2024

Malos hábitos.

Existen dos circunstancias importantes con respecto al partido disputado ayer por el Pontevedra CF que resultan de obligada reseña antes de profundizar en el tema central de esta columna que girará sobre algún mal hábito del equipo que debe desterrarse cuanto antes.

La primera no es otra que afirmar que a lo largo del primer cuarto de hora del choque, los granates volvieron a ser ese conjunto dinámico, rápido en la circulación y alegre que había aparecido no solo en Copa sino en los últimos encuentros de Liga.

Fueron exactamente 14 minutos en los que el Pontevedra generó hasta cinco claras oportunidades para marcar y solo esa ingenuidad y falta de agresividad en el remate (que ya hemos visto otras veces esta temporada) impidieron que el partido no se terminara casi antes de su comienzo.

Yelko dos veces, Chiqui, Dalisson y Rufo fueron los protagonistas finales de esas ocasiones creadas por salir al encuentro como había que salir.

La segunda de las circunstancias citadas al principio de este escrito, es la actitud y el planteamiento elaborado por la Gimnástica, desde el principio, pero más intensamente después de ese cuarto de hora.

Como ese preso desahuciado que comprueba en el último instante como su pena de muerte es conmutada por una cadena de reclusión perpetua y aprecia por unos días la comodidad de una celda lúgubre, la Gimnástica que no podía entender del todo como no yacía ya bajo los efectos mortales de la inyección letal, se dedicó a plantar un autobús de dos plantas dentro de su propio área para dificultar lo más posible el fútbol creativo de su contrincante.

Por contra, el Pontevedra empezó a comportarse desde ese momento como el verdugo sediento de sangre al que le arrebatan el hacha en el último momento gracias a la clemencia de una autoridad superior.

El equipo empezó a trabarse, a ralentizar su fútbol y a caer en el atasco que provocaban los cántabros que tras esos 15 minutos de "tambaleo" empezó a aplicarse a base de bien en defensa.

El equipo no era capaz de entrar por banda al toparse tanto Xabi como Chiqui con ayudas constantes y no aparecer tanto en la ofensiva ni un Fontán especialmente desacertado ni Héctor Hernández.

Por el centro, también se acumulaban piernas y se cerraban espacios para que ni Yelko ni Dalisson, que no tuvieron su mejor día, pudieran filtrar pases decisivos en la "zona caliente".

Todo ello provocó que el Pontevedra tuviera controlado el partido en todo momento, sí, pero también que la última media hora del primer tiempo se convirtiera en un ejercicio de impotencia ofensiva sin que el rival sufriera en exceso los intentos granates.

Es importante destacar igualmente que la única llegada peligrosa de la Gimnástica en la primera parte se produjo por querer rizar el rizo en un córner a favor que terminó con una contra en superioridad clara de los cántabros abortada en último momento por la carrera desbocada de Pelayo Suárez.

Una cosa es que no nos caractericemos por ser un equipo especialmente peligroso a balón parado y otra es que de un saque de esquina a favor creemos nosotros solos un galimatias de ese calibre.

Esa espesura, ese juego lento y bastante inocuo para el rival continuó tras el paso por los vestuarios y no cambió especialmente a raíz de los relevos ordenados por Iago.

El primero llevó a Xabi al banco en sustitución de Alex que está vez no fue titular y luego llegó el triple cambio que volvió a dejar claras algunas cosas.

La primera es que ni empatando en casa un partido que había que ganar, Iago es partidario de colocar juntos a Rufo y Carlos para tratar de poblar más el área y tratar de alternar la posesión con centros laterales que pudieran generar dudas al contrario.

La segunda es que esta temporada el lateral derecho está bien cubierto y ante el mal partido de Fontán (tan importante otras veces) Garay subió el nivel hasta incluso marcar un gol muy bonito.

Y la tercera es que Novo, que entró por Chiqui, sigue mostrando esa mejoría que al menos el que esto escribe aprecia desde el enfrentamiento contra el Villarreal.

 Con todo, la espesura continuó y solo un disparo afortunado de Dalisson (que rebotó en un defensa haciendo imposible la intervención del portero) llevó el 1-0 al marcador provocando el alivio de una afición bastante "cloromorfizada" en su mayoría en el día de ayer y que ya veía peligrar el resultado.

Tras ese gol llegaron algunos minutos buenos del Pontevedra culminados por ese 2-0 precioso de Garay y un balón al poste de Carlos López que aunque parece que mejora sigue peleado con la fortuna ante el gol.

Y ahí, en ese momento, alrededor del minuto 80, llegó lo peor con diferencia del partido.

Esta columna se titula "malos hábitos" y es cierto que para este atribulado bloguero jugar tantos minutos con esa lentitud y esa monotonía constituye una mala costumbre pero con atenuantes.

Qué atenuantes?

Ese primer cuarto de hora lleno de ocasiones de las cuales alguna hay que materializar, el sistema defensivo muy poblado del contrario que es de esos que no nos vienen nada bien, el partido discreto de jugadores clave como Yelko, Dali o Chiqui, el buen momento (a pesar de que tenía muchas bajas) por el que atraviesa la Gimnástica...

No son excusas.

Sigo pensando que el Pontevedra no debe caer muchas veces más en esa especie de abulia en la que cayó desde el minuto 15 hasta casi el 70 pero es verdad que hay veces en los que las piernas no van o en los que no se tiene un buen día  y no se debe exagerar tampoco la nota.

Simplemente, apuntar cosas y tratar de buscar si esto vuelve a pasar soluciones para salir del bosque espeso y llegar a zonas más despejadas.

Lo que no tiene atenuante alguno y por lo menos al autor de estas líneas cabreó mucho, es lo que sucedió poco después del 2-0.

El equipo dio literalmente por terminado el partido.

Cuando podía progresar y buscar el tercero no lo hacía porque no le daba la gana.

Se empezó a tocar el balón con displicencia, como diciendo que "guapos somos y que culito tenemos" y la única consecuencia de ello es la misma que ya apareció la Liga pasada: problemas.

Un equipo derrotado ya como la Gimnástica vio el panorama y ante la relajación general hiló una jugada ante la mirada en primera fila (mirada pasiva y complaciente) de los jugadores granates.

2-1 y el rival otra vez "resucitado" por nuestra propia indolencia.

Y lo peor que tiene desconectarse de esa manera es que resulta imposible volver a apretar el botón de encendido.

El partido transcurrió a lo largo de los dos o tres minutos antes del 90 y la prolongación, en una situación en la que parecía que el Pontevedra había sido despertado de la siesta de repente y no tenía muy claro por donde se movía.

Hubo una situación real de nervios aún sin sufrir ocasión alguna pero en la última acción del choque pudo haberse pitado una falta en el lateral del área de Igor (había salido minutos antes por un tocado Héctor) a un atacante visitante.

Por suerte, el árbitro ignoró esa jugada y nos evitó el agobio de ver como en el noventa y tantos un equipo completamente derrotado diez minutos antes, disfrutaba de una falta peligrosísima para tratar de llevarse un punto.

Esto es lo que no puede ser.

Lo que pasó varias veces la Liga pasada y esta misma en Santiago de Compostela.

Este hábito hay que alejarlo de una vez por todas y dejar de tramitar "indultos" a rivales que no van a dudar a la hora de coger el documento sin permiso y dejarte con cara de tonto.

En ese sentido, me gustó que en la rueda de prensa posterior al partido Iago Iglesias no se mordiera la lengua  y dijera claramente que el equipo "se había gustado demasiado" y que encajar ese gol le había fastidiado.

La temporada pasada no se decían esas cosas y es bueno que ahora sí se haga porque para hacer regalos están los Reyes de Oriente y para ganar una Liga, que es lo que tenemos que hacer, no se puede convertir la relajación en un hábito, todo lo contrario, esa relajación no debería aparecer casi nunca.

Queda ya un solo partido para acabar el año y que además no será fácil en la ciudad de Avila.

La actitud deberá cambiar a mejor para salir airosos de un choque que es de esos en los que sería relevante dar otro golpe encima de la mesa y más teniendo en cuenta que el Numancia visita Avilés.

El mercado de invierno está ya ahí y el que esto escribe no va a "bajarse de la burra".

HAY QUE FICHAR DOS JUGADORES.

Buscar un relevo para Cambil es obligatorio, absolutamente obligatorio para no quedarnos desnudos en el medio si a Mayo le pasara algo.

Incorporar a otro delantero debería ser también obligado.

Con Pelayo se acertó y además en circunstancias complicadas pues no había "ventana general" de fichajes abierta.

Ahora es el momento de volver a acertar y traer estas dos piezas que podrían incluso (de hacerse bien) tener por adelantado algún trabajo del verano que viene.

Si le pedimos a los futbolistas y al entrenador que estén a la altura, cómo no se lo vamos a pedir a los dirigentes? 

No se trata, insisto, de gastar por encima de las posibilidades de la entidad sino de utilizar bien los recursos que se tienen y que se han visto incrementados por el buen hacer del equipo en Copa del Rey.

Por eso también, aunque el momento ideal y más fácil era al final de la Liga pasada, no se debe cejar en el empeño de tratar de renovar a Mayo y Dalisson que terminan contrato en Junio.

Hay que intentarlo y además saber que si subimos a 1RFEF no habrá demasiados equipos más atractivos que el Pontevedra en esa categoría.

Eso hay que "vendérselo "bien a los futbolistas. Que tengan claro donde están y lo que significa.

Hay que evitar por todos los medios que más jugadores con esta proyección se vayan sin dejar un euro.

Que no se consigue?  Pongan ustedes, por lo menos, toda la carne en el asador para lograrlo.  



  




 

lunes, 2 de diciembre de 2024

Buen fútbol, dura lesión y sueño inteligente.

Si me preguntaran cuál es la versión que me gustaría ver siempre del Pontevedra CF entrenado por Iago Iglesias en Liga, contestaría que una muy parecida a la que apareció a lo largo de toda la segunda parte frente al Salamanca UDS.

En los segundos 45 minutos del pasado sábado, contemplamos a un Pontevedra controlando en todo momento el partido, sosteniendo su continuo ataque desde una línea defensiva, acertada en la salida de balón, pero concentrada y expeditiva a la hora de anticiparse y ahogar las intentonas de contra de su rival.

Un medio campo igualmente reactivo a la hora de recuperar la pelota y lúcido para dotar al juego de un ritmo alto y constante. Unas bandas chispeantes y con capacidad para desbordar y pisar área contraria en muchas ocasiones y todo ello capitaneado por un Dalisson estelar que dio un recital de controles, cambios de ritmo, regates y golpeo de balón.

Por qué el “muy parecida” utilizado por este atribulado bloguero (sí, ya sé que hacía tiempo que no utilizaba esta expresión) en el primer párrafo de la columna? 

Pues porque no se puede perdonar tanto y de tantas maneras diferentes ante la portería rival.

El Pontevedra pudo golear al Salamanca UDS que llegaba invicto fuera de casa a Pasarón y si no lo hizo fue otra vez por la incapacidad de los futbolistas granates para transformar un número razonable de las ocasiones generadas ante el muy buen portero salmantino.

Alex, Pelayo, Dalisson, Chiqui y Carlos, este por dos veces, marraron oportunidades pintiparadas para marcar y esa y no otra fue la causa de que el marcador se mantuviera con incertidumbre hasta bien entrada la prolongación del choque.

Es cierto también, retrotrayéndonos al comienzo del partido, que la primera parte ya había sido mejor que todas las que habíamos jugado en casa durante toda la Liga.

El ritmo de juego del que antes hablábamos que el Pontevedra consiguió imprimir a sus acciones era considerablemente superior a los partidos anteriores y el gol tempranero de Chiqui no hizo sino atestiguar esa marcha más elevada con la que había salido el Pontevedra al campo.

Luego llegaron un par de ocasiones (especialmente una de Alex que se fue fuera por muy poco) que pudieron acabar con el partido muy pronto y, sobre todo, una falta de contundencia defensiva en la acción de la igualada que acabó por complicar el encuentro.

No estuvo lo suficientemente agresivo y rápido Fontán en esa acción charra generada por nuestro flanco derecho defensivo, ni especialmente colaborador Chiqui para ayudar al compañero, ni tan expeditivo como en él es habitual Pelayo en el despeje del centro, ni plenamente acertado Edu a la hora de evitar que el lanzamiento blanquinegro entrara en la red por el palo que más debía cubrir.

La conclusión no fue otra que un partido que se dominaba de cabo a rabo y que estaba más cerca del 2-0 que otra cosa, viraba de rumbo y dotaba de algo más confianza a un Salamanca que estaba siendo superado.

El partido se igualó algo partir de ahí hasta el descanso, es cierto, pero el Pontevedra no decayó en su alegría a la hora de mover el esférico y aunque algo más incómodo defensivamente volvió a gozar de ocasiones suficientes como para irse al vestuario con ventaja.

También pudieron apreciarse otros detalles individuales del equipo que resulta interesante destacar.

Por ejemplo, la titularidad de Igor Irazu por delante de Mario Gómez.

A Igor lo estamos conociendo todavía pues su aparición en el equipo es reciente pero lo que más ha sorprendido de sus actuaciones (por lo menos al que esto escribe) es su capacidad para sacar la pelota jugada desde atrás.

Es cierto que el sábado empezó algo dubitativo y entre un resbalón inoportuno y un pase raro, creó alguna duda pero con el paso de los minutos volvimos a ver a un jugador osado con el balón en los pies y al que no le quema recibirlo en su propia área para jugarlo con una precisión que realmente no se esperaba.

Es posible que esta (su salida limpia de pelota) y no otra, sea la razón principal por la que en esta fase de competición Iago le está prefiriendo antes que a Mario pues el también espigado central sevillano comete a veces errores groseros en esa faceta que Igor no está haciendo.  

Otra actuación destacada ya desde la primera parte fue la de Pelayo. Es cierto que en el gol visitante su despeje no es el mejor aunque también es verdad que el desequilibrio llega por no cerrar bien nuestra banda derecha.

Al margen de ello, volvió a ser ese central nada torpe con la pelota, mandón, agresivo (a veces demasiado como en la acción de su tarjeta) y con un sentido de la anticipación defensiva (compartido también por Igor) que le sienta a las mil maravillas al equipo.

El segundo tiempo, como ya se ha adelantado al principio, fue un monólogo del Pontevedra CF que debió resolver el partido mucho antes.

Los centrales empujaban desde atrás, Héctor también y Fontán , dubitativo y lento en el primer tiempo, se asentó en su parcela defensiva.

Samu y Yelko crearon pero también trabajaron mucho para colaborar en la recuperación y a ahogar los intentos rivales por progresar, Alex y Chiqui cambiados de banda llegaban y Dalisson reinaba sobre todos generando desequilibrios defensivos constantes al Salamanca UDS.

No he mencionado a Rufo hasta ahora.

Decir que el delantero madrileño no trabaja o no lo intenta sería mentir.

Cuando un equipo es tan superior a otro como lo fue el Pontevedra en la segunda parte, el trabajo es colectivo y la presión del punta desde el comienzo del juego rival importa y mucho.

Ahora, decir que Rufo está bien y que su presencia se nota en el campo, no sería decir la verdad en estos últimos partidos.

Ayer no falló ninguna porque no tuvo ninguna y su incidencia en el juego fue pequeña. Le cuesta llegar a cualquier balón al espacio y pocas veces (al menos el sábado) ganó en las disputas con los defensas visitantes.

La delantera del equipo está como está.

Ayer volvió a repetirse la situación de que empatando en casa y necesitando un gol, el primer cambio da con los huesos del “9” en el banquillo para la entrada de otro medo ofensivo y no fue hasta la siguiente ventana de cambios cuando el otro delantero del equipo hizo su aparición en el césped.

Ese otro, Carlos López, si las tuvo anteayer.

En concreto, dos. La primera con un lanzamiento que rebotó dos veces en el larguero y en cuyo primer bote es posible que incluso entrase y la segunda casi a puerta vacía pero es cierto que desequilibrado y con su pierna menos buena.

Es verdad que estuvo más participativo y metido que otras veces y que al margen de esas ocasiones marradas, asistió con mérito para que Chiqui encarara solo al portero y fallara una de las más claras en un intento de vaselina ya cuando reinaba el 2-1 en el marcador.

Aún así, Carlos sigue lejos del jugador que nos convenció la temporada pasada.

Entre oportunidad fallada y oportunidad fallada, ya mediado el segundo tiempo, Fontán que apenas había aparecido en ataque progresa con fuerza y acierto hacia adelante y envía un pase en diagonal preciso hacia la izquierda para Chiqui; este ve el desdoblamiento potente de Héctor, se la manda y el futbolista bautizado como “Soyuncu” por mi vástago, envía un centro mortal para que Alex llegando desde la derecha remate casi a puerta vacía.

Jugada espectacular, de muchos kilates para la categoría que ponía algo de “justicia” en el marcador.

Luego llegó, sin duda, la peor noticia del partido en forma de lesión que en el momento en el que esto se escribe no tiene diagnóstico pero que pinta muy pero que muy mal.

A falta de 10 minutos para el final, Iago decide aportar equilibrio y fuerza al mediocampo con la entrada de Jesús Cambil.

Muy poco después del relevo, en una acción en la que el ex del Guijuelo va a competir y a luchar una pelota en medio campo, pisa mal y queda tumbado en el suelo con claros gestos de dolor.

Ya desde el primer momento todos (perdón, todos no. Todos menos un árbitro cuya actuación fue muy mala pero que en este lance rozó lo patético e indignante) vimos que era una lesión seria.

El señor colegiado no para el juego hasta que la pelota sale fuera y tuvo tiempo para recoger una botella de plástico caída al césped desde Preferencia (vamos a tener mucho cuidado con esto, por favor, porque no tiene ningún tipo de sentido) y antes de dejarla en manos del Delegado tuvo a bien acudir aparentemente a echar la bronca a los servicios médicos que ayudaban como podían a un apesadumbrado Cambil.

Al margen del vodevil de este colegiado que volvió a llenar de amarillas de manera injustificada al Pontevedra, si se confirma la lesión del bravo centrocampista granate el problema para el equipo será muy grande.

Ya no tanto a corto plazo pues es evidente que en las rotaciones pensadas por Iago para la Copa, el granadino era fijo para el miércoles sino para el medio y largo plazo de la Liga.

Cambil estaba siendo titular en todos los partidos fuera desde que el Pontevedra “echó el cerrojo” como visitante y su papel en esos encuentros era importantísimo.

Antes hablábamos de la preocupante sequía de nuestros dos delanteros.

De cara al mercado de invierno cada vez más gente (entre la que me encuentro) había cambiado la prioridad de traer a alguien para la banda derecha de ataque por un jugador claramente punta.

La utilización de Chiqui por la derecha, poder meter ahí a Dalisson también y la mejora cada vez más evidente de Xabi (contra el Salamanca otra vez buenos minutos con asistencia incluida), eran argumentos para ello.

Si se confirma (ojalá no) que la lesión de Cambil es de larga duración, surgiría ahora otro agujero pues se quedaría solo Samu como medio de equilibrio del equipo.

No parece razonable afrontar lo que queda de Liga, que es la parte más importante, con ese problema en la configuración de plantilla.

Es tanta la bravura  de Jesús Cambil, que tras pasar por la banda y volver de nuevo al campo con una cojera evidente, no rehusó correr como pudo (colocado ya en punta para ayudar lo que pudiera) tras un Xabi pletórico de fuerza que había ganado por empuje un balón a un defensa. Su ex compañero de equipo siguió hacia adelante y le ofreció un pase de gol a Cambil que este no desaprovechó para sentenciar el partido.

Las lágrimas del jugador de Granada al retirarse dolieron mucho.

Desde “En clave granate” se le mandan muchos ánimos a este futbolista que empezaba a encandilarnos y se le desea que sea lo menos posible.

Llega ahora otra vez la Copa de Rey y un equipazo como el Villarreal.

Pasamos de transitar por los bordes de los dominios de Sauron y esa obligación de ganar para alejarnos del fuego de Mordor a pasear por la alfombra roja de Hollywood en busca de disfrutar y apurar nuestras opciones de lograr una sorpresa mayúscula.

Soñar es lícito e incluso saludable por muy hercúlea e inaccesible que parezca la tarea.

Lo único que pediría al equipo es que sueñe mucho, sí, muchísimo, pero que lo haga con cabeza e inteligencia.

Ni 72 horas después de esta nueva sesión de “glamour” llegará otra caminata en vereda salvaje y desolada en Laredo. en lo que será nuestra segunda defensa del liderato (nuestra victoria se vio acompañada con un empate del Numancia que nos eleva de nuevo al primer puesto).

Las rotaciones son obligatorias y tener al equipo en las mejores condiciones posibles en Cantabria el próximo sábado, también.

Victorias como la que podría llegar en casa del colista el fin de semana parecen fáciles pero no lo son y además acercan, de ser logradas, mucho a los campeonatos.

Soñemos, sí, tratemos de competir, de dar buena imagen y quién sabe si ganar (este bloguero también sueña) a los Baena, Pino (Yeremi no Yelko), Albiol, Gerard Moreno, Parejo y compañía pero no olvidemos lo que vendrá el sábado.

En partidos como el del sábado nos jugamos la felicidad del mes de Mayo.