lunes, 31 de marzo de 2025

Paco, "mi portero".

Me enteré por sorpresa.

Nada más empezar la retransmisión del partido en Carballo narrado por Gustavo Varela y comentado por Milucho, ambos informaban de la muerte de Francisco Rodríguez, Paco, el  portero titular del Pontevedra CF a lo largo de la primera mitad de los años 80.

Me impresionó la noticia, sentí una tristeza especial, parecida a esa que se experimenta cuando fallece un cantante o una actriz cuyas melodías o películas acabaron resultando, por lo que fuera, importantes para la singladura de la vida.

Paco era “mi portero”.

El guardameta del primer Pontevedra cuya alineación puedo recitar de corrido y no por las historias contadas y no vividas. Ni por los libros de fútbol que describen hazañas gigantescas del Pontevedra pero que nunca pude presenciar.

Era “mi portero” porque lo vieron mis propios ojos, porque le vi defender el arco del equipo de mi ciudad, porque le vi parar y defender el escudo que tanto significa para el que esto escribe.

¿Cómo olvidar el olfato de gol de Soneira, la calidad de la zurda de José Emilio, la insultante juventud y finura de Taboada, el constante trabajo y contundencia por abajo y por arriba de Cal y Collazo, la clase de Dominguitos, el “perro de presa” en el que se convertía Milucho cada vez que le encargaban “secar” al rápido y talentoso del rival, la elegancia de Churruca, la fuerza y cara de “malas pulgas” de Amigó o a uno de los mejores centrales que he visto nunca jugar en el Pntevedra como Pedro Tapia.

No eran los jugadores de los años 60 que proporcionaron a la afición, ciudad y comarca entera unos años gloriosos que quedarán para siempre en los anales de la historia.

Jugadores algunos de los cuales nos han ido dejando como tan recientemente Roldán I pero a los que por edad no puede ver, no puede sentir, no puede relacionar con pasajes de mi vida.

Por detrás de todos ellos, con su delgadez y bigote, con su gorra cada vez que el sol amenazaba con entorpecer la visión, estaba Paco que dejó el Flavia en el 82 para jugar aquí.

No le recuerdo como un portero espectacular de intervenciones agradables para las cámaras sino como un guardameta sobrio, serio, con el que se podía ir a a Ipurua para enfrentarte a 90 minutos de balones colgados al área a lo largo de los cuales atraparía todos sin regalar una “palomita” a la televisión pero otorgando la máxima seguridad a su defensa.

La muerte de Paco me estremeció por dentro porque significaba que un pedacito de mi infancia granate se marchaba para siempre y lo hacía demasiado pronto.

Aquellas interminables semanas de colegio y luego de instituto siendo incapaz de entender las matemáticas o el inglés pero esperando ansioso a que llegara el Domingo para ir con mi padre a Pasarón y ver a unos futbolistas que no eran de primera pero que se comían el césped en la cuarta categoría con la ambición de demostrar que ese no era el lugar que nos correspondía. Que su categoría como jugadores y que la categoría de la afición estaban bastante por encima de esa barrera.

 Aquellos duelos en Liga frente al CD Orense, el primer puesto conseguido a base de convertir Pasarón en terreno casi inexpugnable para los rivales, las segundas partes en las que (al contrario que ahora) se atacaba y “aplastaba” a los contrarios contra la portería de sur aprovechando una pequeña pero existente colina que convertía al equipo en un huracán alentado por su gente.

En esos años me enamoré de todo esto. Aprendí a querer y comprender lo que significa el Pontevedra CF.

Que por encima de ganar y perder estaba la lucha, el compromiso, el provocar que el aficionado pudiera sentirse representado al ver las camisetas de sus jugadores empapadas de sudor y barro.

Que quizá nunca se volvería a Primera División pero que este escudo exige siempre luchar contra molinos de viento, que el fracaso no lo constituye la derrota sino el no levantarse otra vez y volver a intentarlo, que nada hay más bonito que celebrar un gol granate y celebrar los éxitos conseguidos y que estos siempre llegarán después de un esfuerzo enorme; de qué nadie nos regalará nada nunca.

Que el fútbol que yo quería ver, que quería vivir, que quería sentir era este, el de Pasarón y no el que se jugaba a treinta km al sur.

En esos años cada vez más lejanos quien protegía los palos de mi portería era Paco.

Quien sacaba balones aparentemente fáciles sin ninguna alharaca pero que luego te dabas cuenta lo difíciles que eran, era Paco.

Estuvo en Pontevedra 4 temporadas hasta que al terminar la 85/86 se marchó precisamente al Bergantiños en donde siguió cosechando buenas actuaciones.

En el aspecto individual acumuló en la temporada 82/83 más de 760 minutos sin encajar un gol, marca que creo sigue vigente todavía en el club.

En el colectivo, participó decisivamente en el ascenso a 2B de la 83/84.

Aquella campaña el Pontevedra fue un ciclón en la Liga y nadie pudo discutir siquiera su primer puesto.

En la primera eliminatoria por el ascenso, se sobrevivió al campo de cenizas del Mensajero y luego se les pasó por encima aquí.

Y tras golear en Pasarón al Eibar, en una de las tardes noche que no olvidaré jamás, Paco lideró en Ipurúa desde la portería con su seguridad y saber estar a un Pontevedra que ni siquiera sufrió demasiado el empuje eibarrés.

Le veía de vez en cuando en Pasarón estos últimos años y mi absurda timidez y falta de confianza que tanto daño me hacen, me impidieron acercarme alguna vez y decirle.

“Usted es Paco, verdad? Gracias por hacerme soñar hace tantos años y proteger mi portería como lo haría un padre con sus hijos”.

Hasta siempre Paco. Hasta siempre "mi portero".  

martes, 25 de marzo de 2025

Prueba de madurez superada

Desde el mismo instante en que sonó el silbato del árbitro indicando el final del encuentro contra el Numancia, junto a la alegría y el alivio que proporcionaban los tres puntos, tuve también la impresión de que el esfuerzo físico y mental de ese partido debería ser manejado con inteligencia por los equipos para superar con éxito la prueba que llegaría en fin de semana.

Fue uno de esos partidos en los que el espectador afín a alguno de los contendientes acaba también agotado. 
La piernas agarrotadas como si se hubiera corrido continuamente por la banda, el corazón estrujado de una manera parecida a como lo estaría de haber pegado varios sprints persiguiendo a un contrario y la cabeza satisfecha por la victoria, sí, pero acusando la concentración y el cansancio de 90 minutos tan importantes.

Si los propios seguidores acababan así el partido ni que decir tiene que el desgaste para los futbolistas tenía que haber sido realmente bestial.

No sé si mediatizado por el esfuerzo del miércoles o por la exagerada polémica que arrastró el choque en los siguientes días, el Numancia caía derrotado el Domingo por la mañana en el campo del Escobedo y proporcionaba al Pontevedra CF una oportunidad de oro para estirar la ventaja a 7 puntos y colocarse en una situación difícil de prever tan solo siete días antes tras la derrota en feudo del Avilés.

En teoría, la labor parecía más sencilla que la de entre semana. 

Visitaba Pasarón un Coruxo que suele caer derrotado en Pontevedra cada vez que visita nuestro campo y además esa matutina derrota soriana podría dotar de energía y más motivación a una plantilla deseosa de conseguir el objetivo cuanto antes.

Pero el Pontevedra había gastado también muchas fuerzas cuatro días antes y afrontar debidamente el partido ante el equipo vigués constituía una prueba no solo en el aspecto futbolístico sino también en la faceta mental. 

De entrada, nos encontramos por sorpresa con la ausencia en la convocatoria de Pelayo Suárez cuya sola presencia en defensa suele dotar de agresividad y personalidad al juego colectivo granate.

Es cierto, sin embargo, que las rotaciones fueron menores a las que este atribulado bloguero esperaba.

Teniendo en cuenta los jugadores que actuaron frente al Numancia, creía que jugadores como Mario, Rufo, Alex, Novo o incluso Xabi tendrían protagonismo desde el principio para dinamizar un poco el físico del equipo.

Sin embargo, solo Rares (que entraba por Mayo) y Fontán (que lo hacía por Pelayo, mandando a Garay al centro de la defensa), se convirtieron en novedades mientras los otros nueve repetían titularidad con respecto al Numancia.

El Coruxo tenía claro lo que tenía que hacer. Meter a todos sus jugadores por detrás del balón, estar muy juntos y cohesionados y defender todas las vías de entrada hacia su portería en espera de que el paso de los minutos fueran haciendo mella en las piernas de los locales y tratar de aprovechar alguna oportunidad.

Y lo cierto es que el plan le salió a la perfección a lo largo de toda la primera mitad.

Fue un primer tiempo lento, espeso sin apenas "electricidad" en el juego del Pontevedra y con escasas opciones para marcar.

El Coruxo tuvo una tras error individual de Igor que no quiso utilizar su pierna derecha para despejar y se acabó complicando y el Pontevedra otra en las botas de Dalisson que repelió el veterano portero del Coruxo.

Un detalle adicional a tener en cuenta para comprender la espesura de los 45 minutos iniciales (además del buen hacer defensivo visitante y la escasa capacidad para mover rápido el balón de los locales), viene protagonizado por el césped. 

Atacar a un bloque bajo en el campo que da al fondo sur resulta bastante más complicado que hacerlo en la otra mitad de la hierba. Ya se ha repetido muchas veces y no es algo nuevo pero esa mitad del campo hace muy complicado que el juego adquiera la fluidez que el Pontevedra necesita.

El guión, por tanto, no era demasiado diferente al que podría esperarse.

Era parecido a esos libretos que se producen en la élite cuando un equipo que juega la Champions League actúa poco después en la Liga en su propio estadio.

Esos partidos comienzan lentos, con el equipo local tratando de madurar el partido que ya esperaba largo y en el fondo creyendo que en algún instante llegará el tanto que incline la balanza a su favor... aunque a veces ese gol no llega nunca.

La segunda parte comenzó con algo más de ritmo pero sobre todo se activó al cuarto de hora con el triple cambio efectuado por Iago.

Entraron Samu Mayo, Alex y Novo y el partido se agitó lo suficiente para que las ocasiones fueran llegando a la portería coruxista.

Mayo logró dotar de algo más de velocidad a la circulación del balón, Novo (aún acostado en banda y por tanto con alguna dificultad más) pudo intervenir y participar en la elaboración y Alex (al que sigo sin ver en su mejor versión) sí penetró y creó dificultades al rival por el flanco izquierdo. 

Además, Dalisson empezó a destapar el tarro de las esencias para fabricar regates "imposibles", estar cerca del gol en un par de ocasiones e intimidar un poco más a un Coruxo que perdió también algo de inteligencia y situación en el campo con la salida del partido de Borja Domínguez.

Alrededor del minuto 80, el Pontevedra elabora una buena jugada por banda derecha que termina en centro al que Rufo intenta llegar y el rechace subsiguiente acaba en la bota izquierda de Samu Mayo que ejecutaba un precioso tiro para derribar la muralla firme del Coruxo.

Es verdad que en los últimos minutos, cuando más controlado debía estar el partido, cometimos algunos errores que pudieron costar caro y que tenemos que evitar cometer en los partidos que restan de Liga.

Especialmente, un desajuste en banda derecha que provocó un centro en muy buena posición de un rival que no fue rematado al fondo de la portería por la aparición milagrosa a última hora de un Alex que pudo enviar el balón a córner.

En esa jugada no estuvo nada intenso en defensa Xabi Domínguez que había salido al campo en los últimos minutos tras dos semanas fuera de las listas.

Es Xabi un futbolista que a lo largo de la temporada ha enseñado velocidad y desenvoltura para tratar de desbordar por banda pero al que a veces le fata algo tan importante como la aplicación defensiva y más en contextos como el del final del partido contra el Coruxo.

Debe corregir eso y entender que correr para atrás es a veces incluso más importante que hacerlo para adelante.

El partido terminó con algún que otro sobresalto menor que el recientemente mencionado y los tres puntos de oro puro acabaron entrando en la cartera del Pontevedra CF.

No era fácil gestionar como ya he apuntado el desgaste físico y mental del miércoles pero tampoco lo era el saber que tras la nueva derrota del Numancia, todo el mundo esperaba (esperábamos) que el equipo volviera a ganar y alcanzara una ventaja que ya es realmente importante.

Hacía falta madurez y creo que el equipo la puso.

El futuro ahora se ve de una forma completamente diferente.

Con las matemáticas en la mano, el Pontevedra necesita 12 de los 18 puntos que quedan siempre y cuando el Numancia gane los 6 partidos en juego.

A pesar de ello, entiendo que el equipo debe apretar ahora más que nunca. No debe permitirse el lujo de aflojar ni un ápice la "soga" que ahora mismo tiene al cuello el equipo numantino.

El próximo encuentro representa una ocasión pintiparada para dar otro paso gigantesco hacia el ascenso.
No hemos ganado todavía fuera en la segunda vuelta y vamos a jugar al campo de un equipo que lleva 6 victorias seguidas y está en un momento formidable.

Habrá nutrida representación de la marea granate en Carballo y además se jugará en hierba artificial, superficie en la que esta temporada el Pontevedra se ha manejado mejor que otras campañas.

Creo que todos estos ingredientes son ideales para que el equipo, siendo consciente de la dificultad grande del enfrentamiento, se plante ante el Bergantiños decidido a cambiar su rumbo fuera de casa y a lograr 3 puntos que allanen todavía más el camino a la 1RFEF.

No me gustaría terminar estas líneas sin subrayar una vez más la tremenda injusticia que se ha cometido estos días atrás con esta plantilla y este cuerpo técnico.

Las palabras de Aitor Calle, especialmente contra un colega de profesión, me parecen realmente exageradas y fuera de lugar.

Se han dicho muchas cosas del Pontevedra, de su entrenador y también de su afición y he echado en falta una defensa más contundente por parte de la entidad hacia su gente.

No se trata de participar ni alentar los delirios judiciales del Numancia pero sí dejar claro que el Pontevedra tiene actualmente 59 puntos en la tabla por su trabajo futbolístico y leal en los campos de juego.

Que tiene una plantilla y un cuerpo técnico que ha honrado al fútbol en la Copa del Rey.

Que tiene una afición entendida, respetuosa y que apoya a su equipo aún con la tremenda retahila de decepciones y fracasos deportivos que lleva a cuestas.   

No creo que sea tan difícil. De verdad, no lo creo.

 

 

 





 

   

viernes, 21 de marzo de 2025

Y el Pontevedra se convirtió en Numancia

Debemos bucear hacia uno de los capítulos más conocidos de las historia de Roma en la península ibérica para entender el significado de la expresión “defensa numantina”.

Allá por el siglo II antes de Cristo, la ciudad de Numancia resistió durante muchos años los embates del todopoderoso imperio romano rechazando con éxito todos los intentos de asalto llevados a cabo por la maquinaria de guerra más potente de la época.

Tras acumular muchos fracasos a la hora de tomar la villa, el Senado romano decidió encargar la misión que hasta ese momento parecía imposible a Escipión Emiliano, quien fuera nieto adoptivo del legendario Escipión el Africano, cuya vida fue llevada con maestría a la literatura española por Santiago Posteguillo a través de una gran trilogía.

Emiliano, según cuenta la historia más inteligente y racional que alguno de sus antecesores encargados de la ardua tarea de rendir Numancia, decidió que había que cambiar de táctica. Si los asaltos no valían, si la estrategia agresiva y ofensiva había resultado infructuosa, lo que tocaba era un consistente, duradero y pétreo bloqueo de la ciudad.

Decidió cortar todas las vías de suministro del pueblo numantino. Dejarles sin comida y sin agua y rendirles por pura inanición y desesperación.

Tras más de un año ejecutando el plan, repeliendo los intentos desde dentro para romper el bloqueo, por fin Emiliano Escipión consiguió la capitulación de una Numancia azotada por el hambre y la enfermedad.

Era tal el orgullo de la gente de Numancia que cuando la entrada en la ciudad por parte de Roma ya era inevitable, prefirieron quemar e incendiar todo y quitarse la vida antes de que el Imperio pudiera disfrutar de sus casas, de sus cuerpos y lo poco que pudiera quedarles.

Más de dos mil años después y en un escenario que a priori no se presentaba de esa forma, los herederos de aquella recia población numantina mudaron su condición de asediados por asediadores futbolísticos de otra pequeña ciudad llamada Pontevedra que en esta ocasión sí resistió el empuje del invasor y terminó por ganar una batalla cuyo destino puede acabar resultando decisivo para lograr el objetivo del ascenso directo.

 Fue un partido dotado con ese revestimiento especial fabricado para una categoría superior.

Dos equipos a los que la 2RFEF se les queda pequeña por muchos motivos; con una gran entrada que volvía a demostrar la ambición y ganas de la afición pontevedresa de dar decididos pasos hacia adelante y vivir fútbol más acorde con el contexto; buenos jugadores; tensión por la importancia de los puntos.

Partido, en definitiva, grande.

La sorpresa en la alineación granate la ponía Dalisson y su titularidad y fue precisamente Dali el que aprovechando un buen pase de Brais colocaba mediado el primer tiempo el 1-0 en el marcador y acercaba al Pontevedra hacia la consecución de la victoria.

Se vivía una primera parte de poder a poder. Con un Numancia intenso, agresivo, poderosísimo en lo físico y desaprovechando dos o tres ocasiones muy claras que podían haberlo cambiado todo.

Las dos primeras oportunidades todavía con 0-0 y en la misma jugada.

En opinión del que esto escribe precedidas de una falta sobre Héctor Hernández no pitada por un colegiado mediocre que permitió demasiada dureza en forma de empujones, agarrones y empellones y cuya forma de pitar fue mejor entendida por un Numancia que no estaba dispuesto a dar concesiones.

Apareció un gran Edu Sousa en dos intervenciones decisivas y la falta de acierto soriano al enviar un rechace de aquel por encima del larguero.

Surgió también la capacidad granate para contrarrestar la fuerza y el juego directo contrario para hacerse con la pelota y jugar más tiempo en campo visitante.

Chiqui penetró algunas veces y en una de ellas pudo ser objeto de penalti que el colegiado decidió no señalar. Brais y Dalisson, aún apretados, consiguieron aparecer y girarse en tres cuartos y generar peligro en algunas acciones hasta que llegó el gol.

Fue en una acción de las denominadas “fronterizas” y susceptibles en el fútbol llamado profesional de ser analizada por el VAR  durante minutos interminables.

Lo único cierto, lo que demuestran las imágenes que se han podido ver, es que en el momento en el que el balón sale de la bota de Brais hacia Dalisson, el hispano-brasileño puede estar habilitado por el lateral derecho del Numancia.

El ángulo no es el mejor. No se puede asegurar que la posición sea legal pero tampoco aseverar lo contrario. Esa es la realidad y no otras alternativas que han aparecido después.

Con ese toma y daca, con esa intención por parte de ambos contendientes de imponer su estilo sobre su rival terminaba una primera parte digna de lo que estaba en disputa y jugada de poder a poder.

Tras el descanso el escenario cambió.

El Numancia, exactamente igual que al comienzo del choque, empezó mejor la segunda parte con algunas piezas cambiadas ya por su entrenador.

A diferencia de lo que ocurrió en el primer tiempo, el Pontevedra no pudo en ningún momento hacerse con la posesión en la que basa habitualmente su juego.

El empuje soriano iba a más cada minuto que pasaba y el Pontevedra era incapaz no ya de alternar alguna posesión larga que hiciera frenar el impulso numantino sino tampoco de hilvanar alguna contra que pudiera coger descolocado a su rival y crearle dudas a la hora de empujar con todo.

Y fue en ese momento en el que el Pontevedra se refugió en su campo a defenderse del asedio de los que antaño tuvieron esa condición y ahora se convertían en asediadores en busca de ese tanto que les diera más vida en el partido y en la clasificación.

Optaron, eso sí, por la táctica errónea romana de hace tantos siglos. No apostaron por un juego más pausado, combinativo y elaborado para rendir a su contrincante por hambre o falta de agua sino que decidieron marchar decididamente al asalto con balones directos, duelos terriblemente físicos y acciones que en algunos casos excedían claramente del reglamento.      

Posiblemente eligieron esa alternativa porque es aquella para la que están más preparados y la que practican habitualmente.

A este atribulado bloguero el Numancia le pareció un equipo con escasa propuesta de juego trenzado pero fortísimo en ese plan de fútbol directo y rápido que pudo verse en el segundo tiempo.

Y lo cierto es que esa manera de buscar el derribo del contrario por fuerza y “aplastamiento” no suele ser bien digerida por el Pontevedra CF.

Y ahí llegó la sorpresa positiva del partido.

Si ya resultó sorprendente la nula capacidad que tuvo el equipo para retomar el mando del encuentro con el ingrediente imprescindible para hacerlo que no era otro que el balón, más asombro causó la adaptación del Pontevedra a la problemática deriva que había tomado el enfrentamiento.

En un escenario de choque continuo, pelotas directas, balones aéreos en contra, el conjunto granate supo sobrevivir con un volumen de esfuerzo y sufrimiento notable y un triángulo inexpugnable que dio fuerzas al resto del grupo para contener a las tropas asediadoras.

Edu, en su sitio en todo momento e incluso viendo peligrar su estado físico por una acción temeraria de un atacante soriano y los dos centrales fueron baluartes que sostuvieron la muralla a pesar del bombardeo al que estaba siendo sometido.

De Pelayo puede esperarse esta actuación pues nos enamoró a todos desde el primer momento en que le vimos en acción pero si para un jugador el partido del miércoles se convirtió en un examen trascendente, fue para Igor Irazu.

El vasco aguantó en pié, despejó todo lo que le llegó por abajo y por arriba hasta conformar una actuación impecable que debería provocar que su futuro fuese especialmente cuidado por una entidad nada proclive, por desgracia, a blindar el futuro de sus jugadores jóvenes con proyección.

Tras una acción impropia del Bonilla que conocimos en Pasarón teatralizando hasta lo imposible una acción en busca de la expulsión de Dalisson, llegó la famosa jugada de Yelko en el 94.

La acción se inicia, en opinión del que esto escribe, con una falta clara del Numancia cerca de su área no pitada. El balón lo coge un Góngora exuberante en lo físico que rebasa por velocidad a un par de jugadores granates hasta plantarse a la altura del banquillo del Pontevedra, es decir, a unos 35 o 40 metros de la portería de Edu y en una banda.

Una vez ahí, Yelko que estaba fuera del área técnica y muy cerca de la línea de banda siguiendo el juego, es medio empujado por un asistente que como es lógico debe seguir la jugada y ello provoca que entre dentro de los límites del campo pero con la capacidad de salirse antes de chocar con Góngora o tocar la pelota, circunstancias que no se dan en ningún momento.

La jugada es cortada en gran cruce por Pelayo que venía con ventaja y habría sido cortada por el asturiano aunque Yelko no hubiera estado en ese lugar. La influencia para el marcador no existió en ningún momento.

Otra cosa es reconocer y decir que Yelko no debía estar ahí. Por mucha que fuera la intensidad del choque, que era enorme, Yelko debía estar metido dentro de la zona técnica a la altura de su entrenador, eso es indiscutible y no se puede negar.

Ahora, la acción está bien arbitrada pues se señaló falta a favor del Numancia y tarjeta amarilla para el infractor y eso es lo que pone y a lo que obliga el reglamento.

A pesar de que el Numancia, está en su derecho, haya amplificado sobremanera esta acción con unas declaraciones post partido indefendibles y lamentables de su entrenador y un recurso por apropiación indebida sin asidero legal serio que ya ha sido rechazado en primera instancia deportiva por el comité de competición, la acción no debe pasar de ahí.

No estamos ante un caso ante el que si pudiera utilizarse la palabra “escándalo”( que tan alegremente ha sido utilizado en esta ocasión por medios “besasotanas” y anfitriones de terraplanistas, o diarios” de todas las aficiones”) como si un jugador sustituido hubiese entrado deliberadamente al campo a echarse una carrerita y evitar un gol del contrario cuando el balón estuviera a punto de entrar o a derribar a un atacante que encarase solo a un portero. Ni de lejos.

Yelko no debería haber estado ahí, vale. A Yelko debería dársele un toque desde los despachos (no se hará), vale, pero es una acción que no es decisiva ni de lejos para el resultado y que ha sido juzgada según rezan las normas.

El partido terminó por fin, después de más de nueve minutos de prolongación, con ese 1-0 que otorga al Pontevedra CF tres puntos de oro.

Hay mucho que hacer todavía, desde luego, pero la situación granate ahora a efectos clasificatorios es muy buena y se debe gestionar esta ventaja como procede.

Fue un partido, insisto, de otra categoría. No es fácil ahogar al Pontevedra como lo hizo tras el descanso el Numancia y casi todo el mundo que estuvo en las gradas de Pasaron salió con la impresión de que ambos equipos deberían estar la próxima temporada en 1RFEF.

Lo que toca ahora es descansar y recuperar bien para afrontar en buenas condiciones la siguiente prueba que será el Coruxo otra vez en casa el próximo domingo.

El Pontevedra deberá recuperar su imagen habitual de equipo mandón y avasallador con la pelota. El rival querrá explotar el posible cansancio local y el posible mal estado del césped por las lluvias que están cayendo y que no pararán el fin de semana.

Estamos cerca pero queda trabajo.

La afición debe volver a jugar su papel dentro de un par de días.

De aquí no debe marcharse ni un solo punto.

lunes, 10 de marzo de 2025

2266

 El que estas líneas escribe es el primero en criticar con dureza a estos jugadores y a este entrenador cuando meten la pata hasta el fondo.

Sin ir más lejos, en el último desplazamiento en Santander se encajaron dos goles absurdos y bastante evitables que echaron por tierra una primer media hora bien jugada y que fueron determinantes para una dura derrota.

No se debió perder ese partido pero un último cuarto de hora muy malo del primer tiempo y una ceguera transitoria de un juez acabaron provocando la pérdida de 3 puntos importantes y el liderato.

En lo que nosotros podemos controlar, no convertirnos en una verbena en defensa, se debe exigir un mayor rigor y más conciencia de lo que hay en juego.

A sí lo entiendo y así lo dije.

Volvía el Pontevedra a jugar en casa ya metido en la fase decisiva de la temporada. Esa fase en la que el margen se estrecha. En la que no hay  cabida para más faltas de concentración. En la que hay que dar el máximo para acabar logrando el objetivo y celebrar. En la que hay que poner toda la carne en el asador para no masticar la piedra seca que tuvimos que digerir la primavera pasada.

El equipo salió al campo de una manera parecida a como lo hiciera frente al Escobedo. Muy metido, con alta tensión competitiva, presionando y anticipando desde atrás y buscando las bandas con precisos cambios de orientación.

Quizá no con esa precisión y velocidad en las inmediaciones del área rival a la hora de elaborar paredes o firtrar pases venenosos con los que desarbolar al contrario pero con el suficiente fútbol como para inclinar la balanza a nuestro favor.

Solo duro, en esta ocasión, sobre 20 minutos la fase pletórica de juego en la que el Pontevedra no fue capaz de mover el marcador pero sí acogotar a un Guijuelo que apenas podía salir de su parcela.

Fueron minutos en los que Garay volvió a demostrar su gran capacidad para diseñar pases desde atrás que rebasaban líneas jamoneras, en las que tanto Chiqui como Cuesta (aún sin acierto este´ultimo en las decisiones finales) desbordaban a sus pares, en los que Carlos López volvió a demostrar su mejoría participando activamente en el juego ofensivo del equipo y en los que Yelko (quizá esta vez abusando de sus ya característicos tirabuzones) canalizaba bien la creación en tres cuartos ayudado por un solvente Samu Mayo.

Fueron minutos también en los que Brais evidenció otra vez que sigue sin estar bien aún jugando en una posición mucho más adecuada para él y en los que Igor (hoy elegido en lugar de Mario para el "once" titular") dio alguna muestra de inseguridad a la hora de ajustar ese crucial momento de elegir entre la anticipación o la espera.

Cuando la exuberancia granate había empezado a decaer y el Guijuelo a tomar algo de aire, llegó el gol del partido.

Buen balón cruzado hacía Chiqui, centro de éste al corazón del área y buena dejada sin tocar el balón de Yelko para que Carlos alojara la pelota al fondo de las mallas.

Escasos minutos antes del tanto, el Guijuelo había disfrutado de su única ocasión a lo largo del primer tiempo en una contra en la que Igor no estuvo afortunado y salvada "in extremis" por Mayo. Del córner resultante salió un remate de cabeza que tuvo que ser repelido por Edu Sousa.

Y minutos después del gol llegó la lesión de su autor, Carlos López al sentir un pinchazo en el aductor de una de sus piernas.

Esta lesión cuyo alcance todavía no se conoce pero que todo indica provocará la baja del futbolista de Ares durante semanas, me preocupa realmente mucho.

Y lo hace porque Carlos (que solo lleva con el de ayer 3 goles esta temporada) parecía últimamente crecer en su juego. Ese juego que según la opinión de este atribulado bloguero es más compatible con el juego colectivo del equipo que el puede ofrecer el otro punta.

Me preocupa porque Brais que podría ser una alternativa para el puesto no "anda" bien y no encuentra su sitio en el campo. 

Me preocupa porque veo a Rufo muy mal, sin capacidad para ganarle una carrera a ningún defensa e incluso desacertado en algunas ocasiones como la que ayer tuvo incluso con el portero desalojado de su puesto.

El partido contra el Compostela (último en el que pudimos ver a Dalisson sobre el campo) se remonta ya al 19 de Enero.

El Domingo que viene, día en que jugaremos en Avilés, será 17 de Marzo.

Dos meses ya lleva de baja el cántabro por un problema muscular.

Es evidente que después de este tiempo sin competir, el pichichi del Pontevedra no estará para completar un partido entero pero después de limpiarse de tarjetas desde el banquillo en Santander y tras esta inoportuna lesión de Carlos, todo lo que no sea verle en la expedición a Asturias y esta vez para disponer ya de algunos minutos de juego, me resultaría desalentador.

El equipo necesita como el comer a Dalisson. El juego de Dalisson, el disparo de Dalisson, el desborde de Dalisson y el gol de Dalisson. Ahora más que nunca.

La segunda parte en la que se tuvo que atacar en sur por la manía de algunos equipos visitantes de "tocar las meninges" cada vez que gana el sorteo de campos, no fue muy diferente en ataque a la jugada contra el Escobedo.

Sin estar tan bien como ese día, sobre todo en defensa, el Pontevedra disfrutó de opciones más que suficientes para acabar con el partido antes y no maltratar más los corazones de sus aficionados.

Lo que pasa es que Cuesta siguió eligiendo mal en el área salmantina y fue a yendo a menos con el paso del tiempo; que Chiqui protagonizó una segunda parte (de esas que hace de vez en cuando) en la que se mostraba incapaz de desbordar a un lateral al que había superado con creces en el primer tiempo; que Yelko comenzó a abusar de esos pases de baile que a veces le pierden y no a concretizar es fútbol que tiene de sobra en sus botas y que Rufo  no era capaz de irse absolutamente de nadie.

Mejoró el equipo con la presencia de Xabi y sobre todo con la de Novo.

Sorprendió la suplencia del ex del Langreo después de los dos muy buenos partidos que había protagonizado pero lo cierto es que saliendo desde el banquillo volvió a ser una buena alternativa para sus compañeros que encontraron en las botas del menudo jugador coruñés una opción para hacer daño al Guijuelo.

Ahora, si se llegan la suficientes veces como para liquidar el trámite y no se marca; si se carece de la contundencia mínima que hay que tener para no dar vida a un rival que tomaba cada vez más oxígeno ante la oportunidades marradas (no excesivas pero sí suficientes para sentenciar) pues pueden llegar los problemas.

En realidad no fueron tantos esos problemas.

Dos llegadas con peligro fueron las hilvanadas por el Guijuelo. Una que terminó en remate en semifallo no excesivamente peligroso y otra más comprometida que no terminó en lanzamiento por la excelente acción defensiva de Yelko que se adelantó al atacante.

Fueron minutos de nervios tanto en el césped como en la grada y en los que Igor dio alguna muestra de debilidad que acabaron por propiciar su cambio por el de Mario Gómez.

El final del partido supuso un alivio para el equipo y para su gente. 

Tres puntos importantes a la saca y además aderezados con la importante derrota del Numancia en Luanco (segunda de la temporada) que devolvía al liderato al Pontevedra CF.

Todo esto lo presenciaron, lo presenciamos, 2266 espectadores.

Demasiado pocos, demasiadas sillas vacías, demasiada gente en su casa.

El argumento que te suelen "escupir" a la cara cuando te decepciona la poca presencia de aficionados en Pasarón es el manido " es que es otra época" , "es que hay otras ofertas de ocio", "es que si esto o lo otro".

Lo cierto es que viendo otros campos de España esas "otras ofertas de ocio" parecen no existir en otras ciudades del país.

Estamos en una fase de la competición en la que no hay marcha atrás.

Tenemos cuatro partidos fuera (Avilés, Carballo, Salmanca y Torrelavega) y 5 en casa ( Numancia, Coruxo, Llanera, Laredo y Avila).

Son encuentros vitales todos ellos pero qué decir de los de casa.

Algunos de los nombres ni resultan atractivos para el espectador ni nada por el estilo pero hay que ganar a estos equipos para que la temporada que viene vengan algunos otros con más "nombre".

Este equipo, insisto, a veces nos desespera como en Santander sin ir más lejos. Pero este equipo, este cuerpo técnico y estos jugadores, nos llevaron cerca del cielo en Copa del Rey y llevan 31 puntos de 36 en Liga en Pasarón.

Cuando los partidos se complican, se tuercen, te ponen obstáculos en el camino, para un jugador ver poco cemento y sí mucha gente alentando es oro puro.

Es maravilloso acudir a ver al Pontevedra frente al Villareal o Mallorca pero de nada vale reconocer después lo bien que lo has pasado y lo bonito que fue todo si después no acudes a apoyar y a ayudar a ganar al Laredo, al Coruxo y ya no digo nada contra el Numancia.

Hay momentos en los que importa el escudo y la camiseta .

En los que cualquier desavenencia, resquemor o directamente antipatía hacia la propiedad debe quedar aparcada ante la necesidad imperiosa de ganar por nosotros mismos, la afición.

Esa afición es mucho mayor que 2266 personas. Mucho mayor. Lo sabemos todos.

En diez días llega el Numancia.

Será entre semana, sí, pero también será una ocasión pintiparada para vestir el campo de granate y jugar el partido también desde las gradas.

Seremos solo 2266 o incluso menos?

Ojalá no. Ojalá seamos muchos más y ese día acabe de una forma diferente a los cruciales partidos en casa de la temporada pasada.

Y luego vendrá el Coruxo y luego el Llanera y sería trascendental que la gente siguiera viniendo. que siguiera estando.

Antes el desplazamiento a Avilés.

Partido muy complicado.

Que importante sería enderezar de una vez por todas el rumbo fuera de casa.

Insisto, faltan 9 partidos. 

Es la hora de ponerlo todo y demostrar que somos los mejores sobre el campo.

Ojalá también en las gradas.