lunes, 16 de diciembre de 2024

Malos hábitos.

Existen dos circunstancias importantes con respecto al partido disputado ayer por el Pontevedra CF que resultan de obligada reseña antes de profundizar en el tema central de esta columna que girará sobre algún mal hábito del equipo que debe desterrarse cuanto antes.

La primera no es otra que afirmar que a lo largo del primer cuarto de hora del choque, los granates volvieron a ser ese conjunto dinámico, rápido en la circulación y alegre que había aparecido no solo en Copa sino en los últimos encuentros de Liga.

Fueron exactamente 14 minutos en los que el Pontevedra generó hasta cinco claras oportunidades para marcar y solo esa ingenuidad y falta de agresividad en el remate (que ya hemos visto otras veces esta temporada) impidieron que el partido no se terminara casi antes de su comienzo.

Yelko dos veces, Chiqui, Dalisson y Rufo fueron los protagonistas finales de esas ocasiones creadas por salir al encuentro como había que salir.

La segunda de las circunstancias citadas al principio de este escrito, es la actitud y el planteamiento elaborado por la Gimnástica, desde el principio, pero más intensamente después de ese cuarto de hora.

Como ese preso desahuciado que comprueba en el último instante como su pena de muerte es conmutada por una cadena de reclusión perpetua y aprecia por unos días la comodidad de una celda lúgubre, la Gimnástica que no podía entender del todo como no yacía ya bajo los efectos mortales de la inyección letal, se dedicó a plantar un autobús de dos plantas dentro de su propio área para dificultar lo más posible el fútbol creativo de su contrincante.

Por contra, el Pontevedra empezó a comportarse desde ese momento como el verdugo sediento de sangre al que le arrebatan el hacha en el último momento gracias a la clemencia de una autoridad superior.

El equipo empezó a trabarse, a ralentizar su fútbol y a caer en el atasco que provocaban los cántabros que tras esos 15 minutos de "tambaleo" empezó a aplicarse a base de bien en defensa.

El equipo no era capaz de entrar por banda al toparse tanto Xabi como Chiqui con ayudas constantes y no aparecer tanto en la ofensiva ni un Fontán especialmente desacertado ni Héctor Hernández.

Por el centro, también se acumulaban piernas y se cerraban espacios para que ni Yelko ni Dalisson, que no tuvieron su mejor día, pudieran filtrar pases decisivos en la "zona caliente".

Todo ello provocó que el Pontevedra tuviera controlado el partido en todo momento, sí, pero también que la última media hora del primer tiempo se convirtiera en un ejercicio de impotencia ofensiva sin que el rival sufriera en exceso los intentos granates.

Es importante destacar igualmente que la única llegada peligrosa de la Gimnástica en la primera parte se produjo por querer rizar el rizo en un córner a favor que terminó con una contra en superioridad clara de los cántabros abortada en último momento por la carrera desbocada de Pelayo Suárez.

Una cosa es que no nos caractericemos por ser un equipo especialmente peligroso a balón parado y otra es que de un saque de esquina a favor creemos nosotros solos un galimatias de ese calibre.

Esa espesura, ese juego lento y bastante inocuo para el rival continuó tras el paso por los vestuarios y no cambió especialmente a raíz de los relevos ordenados por Iago.

El primero llevó a Xabi al banco en sustitución de Alex que está vez no fue titular y luego llegó el triple cambio que volvió a dejar claras algunas cosas.

La primera es que ni empatando en casa un partido que había que ganar, Iago es partidario de colocar juntos a Rufo y Carlos para tratar de poblar más el área y tratar de alternar la posesión con centros laterales que pudieran generar dudas al contrario.

La segunda es que esta temporada el lateral derecho está bien cubierto y ante el mal partido de Fontán (tan importante otras veces) Garay subió el nivel hasta incluso marcar un gol muy bonito.

Y la tercera es que Novo, que entró por Chiqui, sigue mostrando esa mejoría que al menos el que esto escribe aprecia desde el enfrentamiento contra el Villarreal.

 Con todo, la espesura continuó y solo un disparo afortunado de Dalisson (que rebotó en un defensa haciendo imposible la intervención del portero) llevó el 1-0 al marcador provocando el alivio de una afición bastante "cloromorfizada" en su mayoría en el día de ayer y que ya veía peligrar el resultado.

Tras ese gol llegaron algunos minutos buenos del Pontevedra culminados por ese 2-0 precioso de Garay y un balón al poste de Carlos López que aunque parece que mejora sigue peleado con la fortuna ante el gol.

Y ahí, en ese momento, alrededor del minuto 80, llegó lo peor con diferencia del partido.

Esta columna se titula "malos hábitos" y es cierto que para este atribulado bloguero jugar tantos minutos con esa lentitud y esa monotonía constituye una mala costumbre pero con atenuantes.

Qué atenuantes?

Ese primer cuarto de hora lleno de ocasiones de las cuales alguna hay que materializar, el sistema defensivo muy poblado del contrario que es de esos que no nos vienen nada bien, el partido discreto de jugadores clave como Yelko, Dali o Chiqui, el buen momento (a pesar de que tenía muchas bajas) por el que atraviesa la Gimnástica...

No son excusas.

Sigo pensando que el Pontevedra no debe caer muchas veces más en esa especie de abulia en la que cayó desde el minuto 15 hasta casi el 70 pero es verdad que hay veces en los que las piernas no van o en los que no se tiene un buen día  y no se debe exagerar tampoco la nota.

Simplemente, apuntar cosas y tratar de buscar si esto vuelve a pasar soluciones para salir del bosque espeso y llegar a zonas más despejadas.

Lo que no tiene atenuante alguno y por lo menos al autor de estas líneas cabreó mucho, es lo que sucedió poco después del 2-0.

El equipo dio literalmente por terminado el partido.

Cuando podía progresar y buscar el tercero no lo hacía porque no le daba la gana.

Se empezó a tocar el balón con displicencia, como diciendo que "guapos somos y que culito tenemos" y la única consecuencia de ello es la misma que ya apareció la Liga pasada: problemas.

Un equipo derrotado ya como la Gimnástica vio el panorama y ante la relajación general hiló una jugada ante la mirada en primera fila (mirada pasiva y complaciente) de los jugadores granates.

2-1 y el rival otra vez "resucitado" por nuestra propia indolencia.

Y lo peor que tiene desconectarse de esa manera es que resulta imposible volver a apretar el botón de encendido.

El partido transcurrió a lo largo de los dos o tres minutos antes del 90 y la prolongación, en una situación en la que parecía que el Pontevedra había sido despertado de la siesta de repente y no tenía muy claro por donde se movía.

Hubo una situación real de nervios aún sin sufrir ocasión alguna pero en la última acción del choque pudo haberse pitado una falta en el lateral del área de Igor (había salido minutos antes por un tocado Héctor) a un atacante visitante.

Por suerte, el árbitro ignoró esa jugada y nos evitó el agobio de ver como en el noventa y tantos un equipo completamente derrotado diez minutos antes, disfrutaba de una falta peligrosísima para tratar de llevarse un punto.

Esto es lo que no puede ser.

Lo que pasó varias veces la Liga pasada y esta misma en Santiago de Compostela.

Este hábito hay que alejarlo de una vez por todas y dejar de tramitar "indultos" a rivales que no van a dudar a la hora de coger el documento sin permiso y dejarte con cara de tonto.

En ese sentido, me gustó que en la rueda de prensa posterior al partido Iago Iglesias no se mordiera la lengua  y dijera claramente que el equipo "se había gustado demasiado" y que encajar ese gol le había fastidiado.

La temporada pasada no se decían esas cosas y es bueno que ahora sí se haga porque para hacer regalos están los Reyes de Oriente y para ganar una Liga, que es lo que tenemos que hacer, no se puede convertir la relajación en un hábito, todo lo contrario, esa relajación no debería aparecer casi nunca.

Queda ya un solo partido para acabar el año y que además no será fácil en la ciudad de Avila.

La actitud deberá cambiar a mejor para salir airosos de un choque que es de esos en los que sería relevante dar otro golpe encima de la mesa y más teniendo en cuenta que el Numancia visita Avilés.

El mercado de invierno está ya ahí y el que esto escribe no va a "bajarse de la burra".

HAY QUE FICHAR DOS JUGADORES.

Buscar un relevo para Cambil es obligatorio, absolutamente obligatorio para no quedarnos desnudos en el medio si a Mayo le pasara algo.

Incorporar a otro delantero debería ser también obligado.

Con Pelayo se acertó y además en circunstancias complicadas pues no había "ventana general" de fichajes abierta.

Ahora es el momento de volver a acertar y traer estas dos piezas que podrían incluso (de hacerse bien) tener por adelantado algún trabajo del verano que viene.

Si le pedimos a los futbolistas y al entrenador que estén a la altura, cómo no se lo vamos a pedir a los dirigentes? 

No se trata, insisto, de gastar por encima de las posibilidades de la entidad sino de utilizar bien los recursos que se tienen y que se han visto incrementados por el buen hacer del equipo en Copa del Rey.

Por eso también, aunque el momento ideal y más fácil era al final de la Liga pasada, no se debe cejar en el empeño de tratar de renovar a Mayo y Dalisson que terminan contrato en Junio.

Hay que intentarlo y además saber que si subimos a 1RFEF no habrá demasiados equipos más atractivos que el Pontevedra en esa categoría.

Eso hay que "vendérselo "bien a los futbolistas. Que tengan claro donde están y lo que significa.

Hay que evitar por todos los medios que más jugadores con esta proyección se vayan sin dejar un euro.

Que no se consigue?  Pongan ustedes, por lo menos, toda la carne en el asador para lograrlo.  



  




 

lunes, 2 de diciembre de 2024

Buen fútbol, dura lesión y sueño inteligente.

Si me preguntaran cuál es la versión que me gustaría ver siempre del Pontevedra CF entrenado por Iago Iglesias en Liga, contestaría que una muy parecida a la que apareció a lo largo de toda la segunda parte frente al Salamanca UDS.

En los segundos 45 minutos del pasado sábado, contemplamos a un Pontevedra controlando en todo momento el partido, sosteniendo su continuo ataque desde una línea defensiva, acertada en la salida de balón, pero concentrada y expeditiva a la hora de anticiparse y ahogar las intentonas de contra de su rival.

Un medio campo igualmente reactivo a la hora de recuperar la pelota y lúcido para dotar al juego de un ritmo alto y constante. Unas bandas chispeantes y con capacidad para desbordar y pisar área contraria en muchas ocasiones y todo ello capitaneado por un Dalisson estelar que dio un recital de controles, cambios de ritmo, regates y golpeo de balón.

Por qué el “muy parecida” utilizado por este atribulado bloguero (sí, ya sé que hacía tiempo que no utilizaba esta expresión) en el primer párrafo de la columna? 

Pues porque no se puede perdonar tanto y de tantas maneras diferentes ante la portería rival.

El Pontevedra pudo golear al Salamanca UDS que llegaba invicto fuera de casa a Pasarón y si no lo hizo fue otra vez por la incapacidad de los futbolistas granates para transformar un número razonable de las ocasiones generadas ante el muy buen portero salmantino.

Alex, Pelayo, Dalisson, Chiqui y Carlos, este por dos veces, marraron oportunidades pintiparadas para marcar y esa y no otra fue la causa de que el marcador se mantuviera con incertidumbre hasta bien entrada la prolongación del choque.

Es cierto también, retrotrayéndonos al comienzo del partido, que la primera parte ya había sido mejor que todas las que habíamos jugado en casa durante toda la Liga.

El ritmo de juego del que antes hablábamos que el Pontevedra consiguió imprimir a sus acciones era considerablemente superior a los partidos anteriores y el gol tempranero de Chiqui no hizo sino atestiguar esa marcha más elevada con la que había salido el Pontevedra al campo.

Luego llegaron un par de ocasiones (especialmente una de Alex que se fue fuera por muy poco) que pudieron acabar con el partido muy pronto y, sobre todo, una falta de contundencia defensiva en la acción de la igualada que acabó por complicar el encuentro.

No estuvo lo suficientemente agresivo y rápido Fontán en esa acción charra generada por nuestro flanco derecho defensivo, ni especialmente colaborador Chiqui para ayudar al compañero, ni tan expeditivo como en él es habitual Pelayo en el despeje del centro, ni plenamente acertado Edu a la hora de evitar que el lanzamiento blanquinegro entrara en la red por el palo que más debía cubrir.

La conclusión no fue otra que un partido que se dominaba de cabo a rabo y que estaba más cerca del 2-0 que otra cosa, viraba de rumbo y dotaba de algo más confianza a un Salamanca que estaba siendo superado.

El partido se igualó algo partir de ahí hasta el descanso, es cierto, pero el Pontevedra no decayó en su alegría a la hora de mover el esférico y aunque algo más incómodo defensivamente volvió a gozar de ocasiones suficientes como para irse al vestuario con ventaja.

También pudieron apreciarse otros detalles individuales del equipo que resulta interesante destacar.

Por ejemplo, la titularidad de Igor Irazu por delante de Mario Gómez.

A Igor lo estamos conociendo todavía pues su aparición en el equipo es reciente pero lo que más ha sorprendido de sus actuaciones (por lo menos al que esto escribe) es su capacidad para sacar la pelota jugada desde atrás.

Es cierto que el sábado empezó algo dubitativo y entre un resbalón inoportuno y un pase raro, creó alguna duda pero con el paso de los minutos volvimos a ver a un jugador osado con el balón en los pies y al que no le quema recibirlo en su propia área para jugarlo con una precisión que realmente no se esperaba.

Es posible que esta (su salida limpia de pelota) y no otra, sea la razón principal por la que en esta fase de competición Iago le está prefiriendo antes que a Mario pues el también espigado central sevillano comete a veces errores groseros en esa faceta que Igor no está haciendo.  

Otra actuación destacada ya desde la primera parte fue la de Pelayo. Es cierto que en el gol visitante su despeje no es el mejor aunque también es verdad que el desequilibrio llega por no cerrar bien nuestra banda derecha.

Al margen de ello, volvió a ser ese central nada torpe con la pelota, mandón, agresivo (a veces demasiado como en la acción de su tarjeta) y con un sentido de la anticipación defensiva (compartido también por Igor) que le sienta a las mil maravillas al equipo.

El segundo tiempo, como ya se ha adelantado al principio, fue un monólogo del Pontevedra CF que debió resolver el partido mucho antes.

Los centrales empujaban desde atrás, Héctor también y Fontán , dubitativo y lento en el primer tiempo, se asentó en su parcela defensiva.

Samu y Yelko crearon pero también trabajaron mucho para colaborar en la recuperación y a ahogar los intentos rivales por progresar, Alex y Chiqui cambiados de banda llegaban y Dalisson reinaba sobre todos generando desequilibrios defensivos constantes al Salamanca UDS.

No he mencionado a Rufo hasta ahora.

Decir que el delantero madrileño no trabaja o no lo intenta sería mentir.

Cuando un equipo es tan superior a otro como lo fue el Pontevedra en la segunda parte, el trabajo es colectivo y la presión del punta desde el comienzo del juego rival importa y mucho.

Ahora, decir que Rufo está bien y que su presencia se nota en el campo, no sería decir la verdad en estos últimos partidos.

Ayer no falló ninguna porque no tuvo ninguna y su incidencia en el juego fue pequeña. Le cuesta llegar a cualquier balón al espacio y pocas veces (al menos el sábado) ganó en las disputas con los defensas visitantes.

La delantera del equipo está como está.

Ayer volvió a repetirse la situación de que empatando en casa y necesitando un gol, el primer cambio da con los huesos del “9” en el banquillo para la entrada de otro medo ofensivo y no fue hasta la siguiente ventana de cambios cuando el otro delantero del equipo hizo su aparición en el césped.

Ese otro, Carlos López, si las tuvo anteayer.

En concreto, dos. La primera con un lanzamiento que rebotó dos veces en el larguero y en cuyo primer bote es posible que incluso entrase y la segunda casi a puerta vacía pero es cierto que desequilibrado y con su pierna menos buena.

Es verdad que estuvo más participativo y metido que otras veces y que al margen de esas ocasiones marradas, asistió con mérito para que Chiqui encarara solo al portero y fallara una de las más claras en un intento de vaselina ya cuando reinaba el 2-1 en el marcador.

Aún así, Carlos sigue lejos del jugador que nos convenció la temporada pasada.

Entre oportunidad fallada y oportunidad fallada, ya mediado el segundo tiempo, Fontán que apenas había aparecido en ataque progresa con fuerza y acierto hacia adelante y envía un pase en diagonal preciso hacia la izquierda para Chiqui; este ve el desdoblamiento potente de Héctor, se la manda y el futbolista bautizado como “Soyuncu” por mi vástago, envía un centro mortal para que Alex llegando desde la derecha remate casi a puerta vacía.

Jugada espectacular, de muchos kilates para la categoría que ponía algo de “justicia” en el marcador.

Luego llegó, sin duda, la peor noticia del partido en forma de lesión que en el momento en el que esto se escribe no tiene diagnóstico pero que pinta muy pero que muy mal.

A falta de 10 minutos para el final, Iago decide aportar equilibrio y fuerza al mediocampo con la entrada de Jesús Cambil.

Muy poco después del relevo, en una acción en la que el ex del Guijuelo va a competir y a luchar una pelota en medio campo, pisa mal y queda tumbado en el suelo con claros gestos de dolor.

Ya desde el primer momento todos (perdón, todos no. Todos menos un árbitro cuya actuación fue muy mala pero que en este lance rozó lo patético e indignante) vimos que era una lesión seria.

El señor colegiado no para el juego hasta que la pelota sale fuera y tuvo tiempo para recoger una botella de plástico caída al césped desde Preferencia (vamos a tener mucho cuidado con esto, por favor, porque no tiene ningún tipo de sentido) y antes de dejarla en manos del Delegado tuvo a bien acudir aparentemente a echar la bronca a los servicios médicos que ayudaban como podían a un apesadumbrado Cambil.

Al margen del vodevil de este colegiado que volvió a llenar de amarillas de manera injustificada al Pontevedra, si se confirma la lesión del bravo centrocampista granate el problema para el equipo será muy grande.

Ya no tanto a corto plazo pues es evidente que en las rotaciones pensadas por Iago para la Copa, el granadino era fijo para el miércoles sino para el medio y largo plazo de la Liga.

Cambil estaba siendo titular en todos los partidos fuera desde que el Pontevedra “echó el cerrojo” como visitante y su papel en esos encuentros era importantísimo.

Antes hablábamos de la preocupante sequía de nuestros dos delanteros.

De cara al mercado de invierno cada vez más gente (entre la que me encuentro) había cambiado la prioridad de traer a alguien para la banda derecha de ataque por un jugador claramente punta.

La utilización de Chiqui por la derecha, poder meter ahí a Dalisson también y la mejora cada vez más evidente de Xabi (contra el Salamanca otra vez buenos minutos con asistencia incluida), eran argumentos para ello.

Si se confirma (ojalá no) que la lesión de Cambil es de larga duración, surgiría ahora otro agujero pues se quedaría solo Samu como medio de equilibrio del equipo.

No parece razonable afrontar lo que queda de Liga, que es la parte más importante, con ese problema en la configuración de plantilla.

Es tanta la bravura  de Jesús Cambil, que tras pasar por la banda y volver de nuevo al campo con una cojera evidente, no rehusó correr como pudo (colocado ya en punta para ayudar lo que pudiera) tras un Xabi pletórico de fuerza que había ganado por empuje un balón a un defensa. Su ex compañero de equipo siguió hacia adelante y le ofreció un pase de gol a Cambil que este no desaprovechó para sentenciar el partido.

Las lágrimas del jugador de Granada al retirarse dolieron mucho.

Desde “En clave granate” se le mandan muchos ánimos a este futbolista que empezaba a encandilarnos y se le desea que sea lo menos posible.

Llega ahora otra vez la Copa de Rey y un equipazo como el Villarreal.

Pasamos de transitar por los bordes de los dominios de Sauron y esa obligación de ganar para alejarnos del fuego de Mordor a pasear por la alfombra roja de Hollywood en busca de disfrutar y apurar nuestras opciones de lograr una sorpresa mayúscula.

Soñar es lícito e incluso saludable por muy hercúlea e inaccesible que parezca la tarea.

Lo único que pediría al equipo es que sueñe mucho, sí, muchísimo, pero que lo haga con cabeza e inteligencia.

Ni 72 horas después de esta nueva sesión de “glamour” llegará otra caminata en vereda salvaje y desolada en Laredo. en lo que será nuestra segunda defensa del liderato (nuestra victoria se vio acompañada con un empate del Numancia que nos eleva de nuevo al primer puesto).

Las rotaciones son obligatorias y tener al equipo en las mejores condiciones posibles en Cantabria el próximo sábado, también.

Victorias como la que podría llegar en casa del colista el fin de semana parecen fáciles pero no lo son y además acercan, de ser logradas, mucho a los campeonatos.

Soñemos, sí, tratemos de competir, de dar buena imagen y quién sabe si ganar (este bloguero también sueña) a los Baena, Pino (Yeremi no Yelko), Albiol, Gerard Moreno, Parejo y compañía pero no olvidemos lo que vendrá el sábado.

En partidos como el del sábado nos jugamos la felicidad del mes de Mayo.

miércoles, 20 de noviembre de 2024

"Lérez- taka premium"

Hace ya bastantes meses, a lo largo de buena parte de la primera vuelta de la Liga pasada, el Pontevedra jugaba tan bien y tan bonito al fútbol que me dio por bautizar lo que me hacía sentir el equipo como Lérez-taka.

Eran partidos completamente controlados por el Pontevedra CF.

Cada uno de los espacios del terreno de juego eran ocupados con inteligencia y maestría por los futbolistas granates que borraban en muchas ocasiones del mapa a los rivales ligueros que tenían enfrente.

Si se tenía acierto ante el gol, el choque acababa en goleada. Si ese acierto no aparecía tanto, el encuentro se ganaba por menos margen en el marcador pero con la misma sensación de superioridad y autoridad sobre la hierba que a muchos nos llenó de rezones para pensar que nuestra estancia en 2RFEF sería muy corta.

No se trataba solo, insisto, en jugar vistoso o bonito (que en bastantes ocasiones se lograba) sino sobre todo de jugar bien, de plasmar con acierto el estilo que el entrenador quería inculcar a su equipo.

Ese estilo basado en la posesión del balón, en tenerla el mayor tiempo en campo contrario, en arriesgar incluso a veces mucho a la hora de sacarla jugada desde tu propio área de castigo incluía por definición un aspecto vital del juego, defenderte con el balón en tus pies.

No consistía ese Lérez-taka solo en plantarte diez veces en área contraria acumulando ocasiones para marcar en ataque sino en tener la pelota de una manera que dificultaba en grado sumo al rival a la hora de robarla y progresar hacia tu zona vulnerable.

Por aquella época el Pontevedra no perdía demasiados balones en partes comprometidas del campo y si lo hacía, “encendía” el mecanismo de “recuperación rápida” y volvía a robar inmediatamente sin dar opción al contrario de efectuar un pase que pudiera romper nuestro entramado.

Era tal el dominio de la situación que logramos adquirir en aquellos meses, que ni siquiera nos generaban acciones a balón parado que pudieran sacar a luz nuestros defectos en ese lance del juego.

En casa, por ejemplo, solo encajamos goles en el primer partido de esa primera vuelta y en el último.

Luego, como todos sabemos, todo empezó a torcerse, sino mucho, sí lo suficiente para que al final otro equipo nos arrebatase el ascenso directo y luego otro en el play off nos enviara a la lona.

Esa caída la provocaron, en mi opinión, varios factores, pero no precisamente perder ese estilo sino por ejecutarlo de una manera más deficiente.

Se empezó a circular el balón de una manera más errática, confundiendo seguridad con exasperante lentitud lo que a la larga provocaba pérdidas que originaban contras claras de los contrarios.

No se recuperaba ya la pelota rápido tras muchas de esas pérdidas y la máquina dejó de funcionar con precisión sin que se pusiera remedio a las averías que cada vez eran más evidentes en ese mecanismo que tiempo atrás parecía infalible.

Y contribuyó mucho, muchísimo también, nuestra incapacidad para defender con orden el balón parado. Ese balón parado que nos apuñaló una y otra vez  hasta dejarnos exánimes ante tanta sangre derramada.

En esta Liga 24/25, con la continuidad del entrenador y gran parte de la plantilla titular, sabíamos que ese estilo no iba a cambiar pero el reto consistiría en volver a hacerlo funcionar con la  exactitud de un metrónomo y encontrar ajustes para no caer en los errores de la pasada campaña.

Al principio, todo indicaba que no se había aprendido nada.

El partido de Santiago resultó descorazonador. Setenta minutos de una superioridad insultante para acabar empatando con una actitud defensiva lamentable y en Soria se puede decir que en tramos casi nos pasaron por encima y no estuvimos nunca en partido.

Tampoco en casa las sensaciones estaban siendo las mejores. Goles encajados evitables, demasiada lentitud y falta de ritmo en buena parte de los partidos y algunos puntos que se acabaron yendo lastimosamente.

Todo empezó a cambiar fuera de casa. Quién nos iba a decir que acumularíamos cuatro jornadas seguidas ganando y sin encajar un solo gol tanto en campos sintéticos como de hierba natural?

Se entendió de una vez que introducir ajustes en el juego del equipo para hacerlo más agresivo, más competitivo no significaba en absoluto renunciar al estilo primigenio?

En mi opinión, sí. Porque de lo contrario no se hacen 12 de 12 y con la portería a cero.

El último partido en casa frente al Bergantiños no fue ninguna maravilla aunque se mejoró algo con respecto a los anteriores.

Volvió a ser mejor la segunda parte que la primera pero en esta se logro dotar de un ritmo siquiera un poco mayor al juego y no se cayó tantos minutos en esa abulia que parecía presidir otras primeras partes en casa.

Se volvieron a fallar ocasiones porque, a diferencia de aquella primera vuelta de la temporada pasada, el Pontevedra está errando demasiado, sobre todo de local, ante la portería contraria pero se encontró el gol del triunfo en el tramo final del partido.

Por qué se mejoró también frente al Bergantiños? En un detalle vital, no regalar atrás innecesariamente y mantener la portería a cero.  

De esta forma, con la calidad que sin duda tenemos para la categoría y el empuje que tarde o temprano ejercemos en Pasarón, el hecho de marcar aunque sea un solo gol te lleva a obtener victorias que al final son las que acaban ganando campeonatos.

Este dato que ofrezco a continuación no es en absoluto baladí.

En esta pasada jornada, unido nuestro triunfo a la derrota soriana en Torrelavega, alcanzamos el liderato y precisamente lo hacemos en el mismo instante en el que nos convertimos en el equipo menos goleado del grupo junto al equipo numantino con 8 goles encajados.

Es menos ofensivo el equipo esta Liga que la pasada? En mi opinión, no.

Ha cambiado de manera significativa su estilo de juego? Tampoco.

Lo que sucede es que por fin, sobre todo a domicilio, se ha adquirido una manera de competir que aúna ese estilo de posesión y combinación con una agresividad y concentración que resulta imprescindible para ganar el grupo y subir de forma directa.

De que esto dure, de que entendamos que el estilo de juego es una pauta, una guía sobre la que edificar todo pero no un camino para inmolarse por no cambiar ni un ápice y de entender que el mercado de invierno está para usarlo y mejorar al equipo, dependerá, creo, nuestras opciones de éxito.

Empezaba esta larga columna con el Lérez- taka de la primera vuelta del año pasado.

Y hay que volver a él pero en una versión todavía más depurada: El Lérez-taka Premium.

Porque eso, la mejor versión de este equipo en muchísimo tiempo, es lo que pudo verse ayer en el partido de Copa ante el Levante.

Es evidente que se comentará y opinará que jugar más de 70 minutos con un jugador más facilita las cosas.

Sí, es cierto. Aunque maticemos.

A lo largo de los primeros 20 minutos de juego, once contra once, el Pontevedra ya había demostrado con creces que había salido a Pasaron a comerse el mundo y a hacerlo desempeñando con maestría ese estilo tantas veces comentado en este escrito.

El equipo optó por asumir unos riesgos tremendos en la salida de pelota desde su propio área de castigo sin importarle la presencia cercana de unos atacantes levantinistas que afilaban sus espadas ante los errores que creían podían sobrevenir del rival en zonas extremadamente vulnerables.

No hubo errores.

Nuestros corazones saltaron en varias ocasiones viendo a Vizoso, a Igor, a Pelayo a Fontán, a Samu etc, caminando sobre el alambre pero ese alambre jamás cedió.

Después de salir con el balón jugado con éxito, las líneas del Levante se separaban y el Pontevedra podía tocar y correr ya en zonas de ataque con fluidez  y encandilando a  su gente.

 Y eso pasó incuso antes de la expulsión.

Luego, ya contra 10 y con el primer gol logrado poco después, había que gestionar la forma en la que se debía seguir jugando y el Pontevedra decidió hacerlo de la misma manera, sin meterse atrás y tratando de poner más diferencia que pudiera evitar agobios finales.

El resto de la primera parte, salvo un desajuste que propició una clara ocasión del Levante desbaratada por Vizoso, fue dominada de cabo a rabo por un Pontevedra que volvió fallar mucho en la definición. 

Eso y no otra cosa, fue lo que impidió que la eliminatoria quedase zanjada en la media parte.

Tras el descanso, más de lo mismo.

Empezamos errando ocasiones claras hasta que llegó el segundo tras una jugada iniciada por una anticipación bestial de Pelayo Suárez.

Ayer funcionó todo el bloque, todos estuvieron muy bien pero la actuación de este central asturiano me pareció descomunal.

Supongo que su cambio en el 70 estaría más o menos pactado para no inundarlo de minutos pero, casualidad o no, el gol del Levante llegó en un saque de esquina botado inmediatamente después de su cambio.

Ese fue el peor momento.

Triple cambio del Levante y entrada de dos jugadores muy buenos, Morales y Carlos Alvarez, llegada del 2-1 a balón parado y veinte minutos por delante.

Volvería el fatalismo granate? Se nos escaparía otra vez algo que debía estar completamente decidido dese mucho antes?  

No se escapó. Tras algunos minutos asimilando el gol y de alguna duda, el equipo volvió a tomar el mando, llevar el balón a las zonas a las que había que llevarlo y a volver a tener ocasiones que volvieron a marrarse.

Hasta el descuento.

Primero sentenció Chiqui con ese 3-1 que significaba un justo premio a un partido tremendo del extremo solo un poquito afeado por malas decisiones a la hora de definir.

Y luego el cuarto de Yelko que colocaba en el marcador un resultado más acorde con lo que se había visto en el campo.

He destacado individualmente a Pelayo y Chiqui pero el encuentro que se “sacaron de la manga” Samu Mayo y Yelko fue igualmente digno de elogio. Estuvieron magistrales dominando el medio campo.

Sería injusto no destacar a aquellos que no juegan tanto pero que ayer eran necesarios para dar descansos y mantener el nivel.

Xabi Domínguez, que ya apuntó mejoría en los minutos que disputó frente al “Bergan”, asumió protagonismo especialmente en la segunda parte. No estuvo certero ante el gol pero exhibió velocidad, decisión y constancia.

Vizoso estuvo en su sitio y abortó ese uno contra uno que tuvo el Levante e Igor Irazu, además de asumir responsabilidades en la salida de balón desde atrás, no se arrugó ante en sus continuos duelos con el gigantesco Espí.

Es verdad y no se puede negar que no es lo mismo jugar contra un equipo de segunda división que te va a dar más espacios, que te va a ofrecer más opciones de lucirte que contra un equipo de 2RFEF que te va a hacer un partido rocoso, feo y lleno de obstáculos en el camino.

No obstante, tan cierto es lo anterior como el hecho de que mostrarse tan superior a un equipo de la LFP (por mucho que se jugara con uno  más y ante un conjunto sin duda afectado por la inmensa tragedia de Valencia)  es muy pero que muy difícil y el Pontevedra ayer lo consiguió.

Son días de ilusión y alegría en el pontevedresismo que ya hacían falta pero, ojo, no nos despistemos.

El próximo Domingo vuelve la cruda realidad y además en su versión más dura.

Por la mañana, en un campo sintético y pequeño, con bajas importantes y ante un conjunto que se hace fuerte en su feudo.

La prueba de madurez competitiva que tiene el Pontevedra CF en Llanera es de las grandes.

No fallar (como no se falló en Guijuelo, o ante el Escobedo o Coruxo) sería fundamental para sentir que este equipo está más fuerte que la Liga pasada y que se encuentra preparado para beber champán a orillas del Sena pero también para tomar vino peleón cerca de una mina profunda.

Veremos.    

lunes, 4 de noviembre de 2024

Hablemos de fútbol. De errores y cabezonerías pero de fútbol.

Echo bastante de menos, mejor dicho, mucho de menos que en torno a la actualidad deportiva del Pontevedra CF se hable bastante más de fútbol, de cuestiones estrictamente ceñidas a la táctica o a las decisiones que afectan al desarrollo de los partidos y menos de diversas cuestiones adyacentes que no explican, por ejemplo, las razones de que ayer se hayan vuelto a escapar dos puntos del estadio municipal de Pasaron.  

Hablemos pues, o escribamos en este caso, mucho de fútbol y hagámonos algunas preguntas para las que no resulta fácil encontrar respuestas.

El Pontevedra CF empezó esta temporada fuera de casa de la misma forma que terminó la pasada, de manera errática y decepcionante.

En el primer desplazamiento, después de una hora y pico de juego autoritario y a  rachas efectivo, todo se fue al carajo por un último cuarto de hora lamentable en el que el Pontevedra otra vez no supo ni defender, ni poner carácter ni enseñar un mínimo de personalidad y oficio hasta dejarse igualar un encuentro por un equipo que estaba literalmente muerto sobre el terreno de juego.

En el segundo partido a domicilio apenas se compitió en Soria.

He aquí, no obstante, que por el cuerpo técnico se buscan soluciones, variantes, remedios a este desangramiento fuera y acaban por encontrarse de tal forma que en los tres últimos partidos se logran tres victorias sin encajar un solo gol y en campos complicados, no tanto por la fortaleza de los rivales, sino por las características de los terrenos de juego.

Al margen del cambio obligado por la lesión de Churre que ya no pudo estar en Guijuelo, la modificación efectuada consistió en introducir en el “once” inicial a Cambil colocándole en la parcela central del campo junto a Mayo y Yelko. Así, Chiqui a un lado y Dalisson al otro, más Rufo en punta completaban el resto del equipo por delante de la defensa.

0-2, 0-2 y 0-1, así, de una tacada y con los aficionados aprendiéndose de memoria la alineación utilizada.

Esta misma temporada en casa el Pontevedra no carbura desde el principio de temporada.

De los 5 partidos jugados, se ha perdido uno y empatado el de ayer.

Los tres que se han ganado? Uno de penalti y de forma gris; otro en la última jugada del choque en el minuto 98 y el tercero marcando el gol del triunfo igualmente en el tramo final del partido.

Es un hecho que el Pontevedra en Pasaron no está bien y no logra, sobre todo, una continuidad y ritmo en el partido desde el principio del mismo lo que ha provocado que en cuatro de esos cinco encuentros hayamos empezado perdiendo.

Es cierto que en algunas ocasiones se ha intentado introducir variantes para ver si el equipo se entonaba pero sin resultados evidentes.

De esas variantes, la más llamativa apareció el día del Rayo Cantabria con la aparición de Dalisson como falso “9” que en opinión del que esto escribe no mejoró en nada el rendimiento global del Pontevedra ese día.

¿Cuál es la variante táctica que nunca se ha introducido en Pontevedra para ver si con ella el conjunto armonizaba mejor sobre la hierba y lograba aunar la calidad de sus integrantes con el equilibrio y agresividad pertinente?

Precisamente, la que tan buenos resultados ha dado fuera de casa.

Por alguna razón que de verdad se me escapa, el cuerpo técnico sigue sin jugar de entrada en Pasarón con la alineación que ha cosechado a domicilio los últimos nueve puntos jugados y sin encajar un solo tanto en contra.

Para mí que no se pruebe desde el principio esta alternativa en casa constituye un misterio y más teniendo en cuenta que incluso ayer, en el tramo final de partido en el que coincidieron Cambil y Mayo, el Pontevedra hizo buenos minutos y creó lo suficiente en ataque para ganar el partido.

En cambio..¿Qué vimos de entrada en la alineación y el juego del equipo ayer frente al Avilés?

Para mí una nueva demostración de la máxima que dice que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Bueno, en realidad, en este caso se tropieza con la misma piedra tres, cuatro y hasta cinco veces.

Se volvió a insistir con Novo medio acostado en una banda. En principio, en la derecha aunque a lo largo del primer tiempo se cambiaron las bandas para ver a Chiqui por esa banda y al ex del Langreo por la izquierda.

Que Iago Novo no está funcionado en esas ubicaciones es algo que se está viendo desde el primer partido de Liga  (salvo algunos pasajes en Santiago) y se sigue insistiendo en esa fórmula que no solo perjudica al propio futbolista sino sobre todo al equipo que está claramente cojo cada vez que se incide en ese error.

Por otro lado, por razones que se desconocen pues en el post partido no se preguntó por ello, el jugador que empezó en punta el partido fue Carlos López.

Este futbolista que tan buena segunda vuelta hizo la Liga pasada hasta el partido contra el Ourense CF, parece precisamente desde aquel día otro jugador.

Era Carlos un delantero que al margen de los goles que hizo (que hizo muchos) aparecía bastante en el partido viniéndose hacia atrás y tirando paredes con los interiores y media punta dejando casi siempre detalles interesantes en sus actuaciones.

A día de hoy, lo que transmite Carlos sobre el campo es una falta de confianza brutal y ayer prácticamente pasó inadvertido y como alma en pena los minutos que estuvo en el partido.

Otra cosa es analizar si con los centrales que tenía el Avilés, L.Martínez y Babin, la opción de Carlos era la más adecuada para empezar el choque.

En algunos momentos recordé aquel fatídico partido contra el Betis Deportivo jugado aquí y en el que también salió de inicio contra aquellas dos “paredes” inmensas que el equipo bético presentó en el centro de su retaguardia.

No obstante, al margen del debate acerca de si Rufo o las características que todavía le quedan a Rufo eran más idóneas o no para enfrentarse ayer a los centrales asturianos, lo preocupante es que Carlos López no sale del túnel en el que lleva metido demasiado tiempo y eso es muy malo para el equipo.

El caso es que la primera parte ya empezó con los tradicionales sustos a balón parado (ese balón parado se defiende como lo hizo ayer el Avilés y no como lo solemos hacer nosotros) y con balones a las espaldas de nuestros laterales que nos hacían mucho daño en defensa. De hecho, el gol rival llegó de esa manera. Balón largo que sobrepasa a Fontán y pase al corazón del área para que un delantero rival empujase a gol ante la ya tradicional lentitud de nuestra zona central defensiva.

Fue una primera parte otra vez lenta, anodina, casi desprovista de ritmo por nuestra parte. La única opción importante de gol llegó de las botas del otra vez lateral Alex González que fue respondida bien por el portero asturiano.

Parecía una fotocopia de otras primeras partes de esta temporada y solo Dalisson trataba de horadar la defensa contraria sin encontrar apenas complicidad en sus compañeros.

Poco después del inicio de la segunda parte, aproximadamente en el 52 o 53, llegó un triple cambio que empezó a cambiar algo las cosas.

Además de la entrada de Irazu por un Fontán amonestado (ayer gris y con problemas defensivos) que llevó a Garay al lateral, entraron también Rufo y Hector por Carlos y Novo.

A consecuencia de ello, Alex volvió al extremo y el equipo, a pesar del mal día de Chiqui, ya no cojeaba tanto de una de sus dos patas.

Se encontró la presión adecuada, se empujó desde la propia defensa hacia adelante y el Avilés no tuvo más remedio que echarse atrás y achicar agua.

Por fin se había conseguido un ritmo de juego más propio de un partido de competición importante que de una pachanga de jubilados y parecía que el gol podría llegar en cualquier momento.

Sin embargo, en otro nuevo giro de guión de difícil explicación por lo menos para quien esto escribe, Iago decide efectuar un cuarto cambio sorprendente.

Y la sorpresa no la producía el que entraba al campo (un Samu Mayo que volvió a demostrar sobre la hierba que no ponerlo de entrada es un capricho que ya costó el año pasado y que nos pueda volver a costar mucho este año) sino por el jugador que lo abandonaba, Alex González.

Antes de ese cambio el Pontevedra corría, apretaba y las gradas bullían porque veían cerca el empate pero a raíz de esa sustitución se necesitaron unos minutos de silencio por parte de todos para salir del estupor de una decisión sobre la que tampoco se preguntó luego en rueda de prensa.

A mí el cambio me resultó estrambótico no ya por lo que aporta (y en ese momento lo estaba haciendo) el capitán en su puesto natural sino por innecesario en la elección del sustituido.

El partido de Chiqui era muy malo y lo normal es que él hubiera sido el objeto del cambio pasando Dali a la derecha pues el hispano brasileño iba a seguir destacando igual en esa posición pues a día de hoy es el mejor de largo del equipo.

El caso es que tras esos minutos de impás, de bajada clara del “souflee”, el Pontevedra volvió a meterse en el partido y a base faltas magistralmente botadas por Dalisson acabo por empatar el mismo.

Falta algo lejana que pega en portero y poste, balón que parece que sí puede salir por la línea de fondo antes de ser enviado atrás y remate de Rufo al fondo de las mallas.

Se siguió apretando con esa pareja que tan bien pega como Cambil y Mayo que ayer en los minutos que coincidieron demostraron su compatibilidad también en casa e incluso se gozó de una ocasión muy clara en la única jugada en la que Yelko apareció en el partido.

El vigués asistió magistralmente a Garay que por su flanco derecho encaró al portero en el 88 pero no pudo superar con su lanzamiento al buen guardameta visitante.

 A pesar de ese gran pase, a Yelko hay que exigirle mucho más, por lo menos desde fuera, porque desde dentro ya se sabe que salvo fuerza mayor nunca será objeto de sustitución.

En el momento en el que el colegiado señaló el final del partido mi sensación era que otra vez se había “tirado” más de la mitad del partido.

Que cuando se dotó a la alineación de una lógica y de sentido común, el equipo mejoró exponencialmente y pudo incluso completar la remontada.

Eso lo único que me produce es más cabreo e impotencia.

¿Por qué se empieza a meter la carne en el asador tan tarde y casi siempre con el marcador en contra?

¿Vamos a seguir jugando partido en casa de 30 o 35 minutos para tratar de compensar los 60 restantes en los que tata ventaja se da al rival?

¿Creemos que va a ser fácil bajar al Numancia del primer puesto?

Sobre ello, llevamos 10 de 12 puntos y la diferencia es de 4 a favor de los sorianos.

¿Ya estamos con el soniquete de qué estamos en la jornada 10 y demás historias?

Ya. Estamos en la 10 y dentro de cinco en la 15 y luego en la 20….

Lo único cierto es que en casa seguimos como el año pasado, es decir, sin ganar partidos clave contra equipos que van a estar arriba y no entonando ni la más mínima autocrítica sino solo apelando a que es muy temprano, a que falta mucho y a historias para no dormir que conocemos demasiado bien.

Quizá usando el sentido común en casa, ese mismo que parece que al fin se utiliza fuera, podamos de una vez dar la medida como locales.

Quizá si no nos empeñásemos en querer inventar la pólvora cada vez que jugamos en Pasarón y fuéramos a lo concreto, a lo que se ha probado que funciona, a lo que nos está dando puntos y equilibrio; quizá así, insisto, no estaríamos siempre por detrás de algún rival y fuéramos nosotros los que encabezáramos la clasificación.

lunes, 21 de octubre de 2024

De graves lesiones, falsos nueves y tres puntos vitales

No tuve la oportunidad de ver la acción a consecuencia de la cual Víctor Vázquez Churre se rompió hasta días después del partido disputado en Camargo.

El Jueves por la noche, horas después de grabar y publicar otro episodio del podcast del mismo título que este blog en el que especulaba con la posible baja del central para el partido de ayer por unas molestias en una de sus rodillas, el Pontevedra CF lanzaba un comunicado en el que daba a conocer la gravedad de la lesión del bravo defensa de Marín que le tendrá apartado de los campos de juego durante muchos meses.

Luego sí. Vi la entrada.

 Una entrada violenta, innecesaria, sin posibilidad alguna de jugar la pelota, digna de una tarjeta roja de manual a pesar de que el árbitro de turno la dejo en una vergonzante cartulina amarilla.

La consecuencia de la “gracia” del jugador del Escobedo es que el Pontevedra CF pierde a uno de sus titulares y capitanes para lo que resta de competición y deja más mermada una plantilla ya de por sí demasiado corta por voluntad de aquellos que tienen la obligación de configurarla cada temporada.

Esto último, la cortedad de esa plantilla, ya no es culpa del jugador cántabro.

Si contábamos ya de manera absurda con 15 senior y no con 16, ahora nos quedamos con 14 hasta que exista la posibilidad de “reforzar” la plantilla. Sí. He puesto comillas al verbo reforzar porque ya sabemos cómo se las gasta esta entidad en cada mercado de invierno en alguno de los cuales ha llegado incluso a debilitar el grupo de jugadores.

Por de pronto, la aparición del coordinador del área técnica junto al entrenador en la rueda de prensa del viernes resultó de todo menos alentadora.

El que esto escribe, cuando lo vio sentado junto a Yago, pensó ingenuamente que antes de las preguntas, Maestre expondría el parecer del club acerca de la lesión de Churre, la situación en la que queda la plantilla y lo que se está realmente pensando y haciendo para tratar de equilibrar este daño.

No fue así.

No hubo declaración previa a las preguntas efectuadas por una sola profesional del periodismo (desconozco si había más compañeros allí pero en el vídeo se oía la misma voz en cada pregunta).

Y el coordinador se limitó a decir lo corajudo e importante que resulta Churre para el grupo (descubriendo América, por tanto) y que verán las opciones que da el mercado ahora y si no les satisface esperarán al mercado invernal.

Perfecto, bien coordinado. Y bien vista en primerísima fila la rueda de prensa protagonizada en casi su totalidad por el entrenador del equipo.

Sea como fuere, desde este blog que hace poco ha cumplido ya 10 años de vida, se le desea lo mejor a un futbolista, Víctor Vázquez Churre, que ha podido rendir a lo largo de su singladura en el Pontevedra CF de una forma notable o algo más errática pero que siempre se ha dejado el corazón y ha puesto su ímpetu al servicio de esta camiseta.

A veces jugando con molestias, otras veces rindiendo como capitán general de la zaga. Sufriendo en los últimos tiempos demasiado contra delanteros veloces, metiendo la pierna siempre con determinación en los partidos cruciales.

A lo largo de estos años, Churre se ha ido convirtiendo en uno de los nuestros y el reconocimiento de sus compañeros ayer, así como el de la afición, fue tan justo como emocionante.

Ojalá te recuperes bien, capitán, que eso es lo más importante y sigas aportando desde fuera lo que sin duda apoyabas desde dentro.

 

Lleva el Pontevedra CF dos victorias seguidas fuera en las que consiguió dejar su portería a cero y hacer seis puntos de seis que vienen como agua de Mayo.

En esos dos desplazamientos (Langreo y Escobedo), Yago Iglesias decidió ajustar algunas piezas y dar entrada a Jesús Cambil en medio campo para acompañar a Samu Mayo, utilizar bien las dos bandas de ataque sin poner en alguna de ellas a un media punta y seguir jugando con un 9.

Esos ajustes, sin duda alguna, han funcionado y de ahí esos 0-2 en ambos partidos y las pocas llegadas que ha tenido que soportar el equipo por parte de sus rivales.

Reflexionaba este atribulado bloguero en su podcast hace días sobre si no resultaría conveniente poner en práctica esos mismos ajustes también en casa para dotar al equipo de un mayor equilibrio en medio campo que pudiera proporcionar mejor colocación y agresividad defensiva (sobre todo a la hora de pelear balones divididos y recuperar la pelota) sin que ello supusiera perder esa capacidad combinativa del grupo.

Lejos de efectuar esos ajustes ayer, Yago prefirió efectuar una revolución más profunda en la alineación que a mi juicio no funcionó y en la que lo único normal fue la alternativa elegida para suplir la baja de Churre en defensa.

Todos sabíamos que estando Fontán disponible, esa alternativa tendría que ser la vuelta de Garay al central y la ubicación del ex del Talavera y Arosa en el lateral.

Por suerte, Fontan pudo reaparecer y esa opción se cristalizó sobre el terreno de juego y además con solvencia. El lateral estuvo bien, sin notar demasiado su inactividad y aportando físico y altura a un equipo que necesita esos ingredientes.

Garay, a pesar de que a veces debería meter a sus acciones más fuerza y contundencia, no se complicó y aportó, eso sí, esa salida aseada de balón que sabemos que tiene.

Hasta ahí lo normal.

Lo “anormal” fue ver a Dalisson colocado otra vez como falso “9” (digo otra vez pues ya en pretemporada contra el Lugo se ensayó esta ubicación del hispano brasileño).

Explicó Iago en rueda de prensa que lo que pretendía era igualar los 4 del mediocampo santanderino con la presencia de Cambil, Novo, Yelko y las bajadas de Dali y luego aprovechar la versatilidad de este para tratar de meter algún balón al desmarque en velocidad, además de contar con dos extremos como Chiqui y Alex, que volvió a jugar más adelantado con Marqués por detrás.

En fútbol siempre hay opiniones para todos los gustos, la mía es que el experimento no funcionó y a Dalisson nunca se le encontró en ventaja sino en balones de espaldas a la portería rival, con dos rivales encima y sin capacidad para que nuestro mejor jugador en este inicio de Liga pudiera brillar en las zonas en las que puede hacerlo.

Dalisson necesita campo por delante, jugar mirando hacia adelante, ya sea en banda o por el centro y así explotar su capacidad de regate, de pase, de cambio de ritmo y de disparo que sí pudo enseñar más en la segunda parte en la que el Pontevedra se pareció más a sí mismo.      

Otro detalle que me llamó la atención fue la suplencia de Samu Mayo.

Sí, ya sé que cuenta con 4 amarillas pero el hecho de saltar al césped en el 85 y jugar (descuento enorme e inexplicable incluido), cerca de un cuarto de hora no le hacía inmune en ese tramo final de un partido apretado a esa hipotética quinta tarjeta.

Con la suplencia de Samu se perdió la oportunidad de ver como mezclaban desde el principio ( y no solo en las postrimerías del choque) el espigado mediocentro y Cambil que tan buen resultado están dando fuera y que sigo creyendo pueden darlo también en casa.

Por el contrario, volvieron a aparecer juntos sobre el césped Yelko y Novo, fórmula que no está dando resultado por resultar “cromos”, sino repetidos, muy similares y que no acaba de ofrecer al equipo ni más veneno en las combinaciones, ni más agresividad en ataque. Al contrario, hasta ahora lo que conduce esta doble presencia es a una mayor lentitud y atasco en el juego ofensivo del Pontevedra.

Lo cierto es que tras encajar un gol tempranero otorgando unas facilidades demasiado grandes a las que ya estamos acostumbrados, el Pontevedra logró empatar antes del descanso tras un centro raso de Alex que atravesó todo el área de castigo visitante sin que hasta tres defensas tuvieran a bien despejar y dando la opción a que apareciera Chiqui para aprovechar el regalo.

Incluso hubo otro regalo de otro zaguero cántabro que entregó una pelota en el corazón del área a Dalisson que remató a la cepa del poste.

Poco más ofreció el Pontevedra en la primera parte hasta que tras el descanso apareció un delantero centro, Rufo, en el césped en lugar de un amonestado Marqués que volvió cumplir aunque sí es cierto que con alguna dificultad defensiva más.   

Dalisson se ubicó en la izquierda y el Pontevedra fue creando poco a poco ocasiones de gol  y controlando más y mejor el partido hasta que el propio Dali (después de que el portero rival demostrara en dos o tres ocasiones sus buenas prestaciones) acertará con la portería y dejará en Pontevedra unos puntos vitales y más tras conocer los resultados de los rivales.

Minutos antes del 2-1, un Novo otra vez bastante desfigurado había dejado su lugar a Xabi Domínguez que competió la torpeza de ver una amarilla justa segundos después de salir pero que por primera vez en la temporada pudo irse alguna vez por la banda derecha ayudando en el tramo final a desahogar un poquito al equipo.

Este cambio volvió a provocar otra modificación en el campo de Dali que pasó al centro, marchándose a la izquierda Chiqui.

En definitiva, victoria importantísima de un Pontevedra que todavía no ha logrado ganar ni una sola vez en casa con comodidad y con unos cambios de entrada en el “once” que creo no son precisamente los que el equipo necesita para rendir mejor aquí.

En este blog se sigue a la espera de poder ver más tiempo juntos a Mayo y Cambil (y si sale mal así se escribirá, como siempre se ha hecho en la última década) y a tener siempre un delantero centro por mucho que los que tenemos no estén precisamente acertados de cara a gol.

El que sí lo está es Dalisson, ya lleva 5, y por eso a este jugador, siempre en opinión del que esto escribe, hay que ponerle en aquellas posiciones en las que marca claramente la diferencia y no en otras en las que se ahoga y no puede enseñar sus virtudes.

Segundos en la tabla jugando, al menos en casa, regular siendo generosos.

A dos puntos de un Numancia que se ha dejado 4 en los dos últimos partidos.

Hay que hacer ajustes, sí, como los que se han hecho fuera y han sido un acierto del entrenador.

En casa hay que hacerlos también. Los de ayer no funcionaron. Quizá el próximo día sí se encuentren esas modificaciones que nos hagan más fiables sobre un terreno de juego de Pasaron que, como siempre, cada vez nota más las lluvias constantes.