domingo, 30 de noviembre de 2025

Qué Pontevedra queremos ser?

 La pregunta con la que he decidido titular esta columna no va dirigida al Consejo de Administración, ni a la parte del mismo con capacidad ejecutiva al mando de la Presidenta, ni a la otra parte denominada "opositora" que ya ni siquiera cuenta con gente en el Consejo tras la reciente dimisión o cese (a saber) de sus representantes.

El Pontevedra que ellos quieren ( y si no es así, lo disimulan de maravilla) es aquel que tiene que sufrir sangre, sudor y lágrimas por mantenerse en la tercera categoría del fútbol español. 

Aquel que carece de cualquier estructura profesional en sus despachos. Aquel que permite que futbolistas como Miguel Román, Dalisson de Almeida o Samu Mayo se marchen de Pasarón libres y sin dejar un mísero euro en las, dicen, depauperadas arcas granates. Es aquel que no se sonroja cuando el tercero de los jugadores citados no se va al llamado fútbol profesional sino a otro recién ascendido a la categoría en la que tú mismo militas. 

Es aquel, ya termino, que por una inacción injustificable provoca que se destroce el germen de algo importante que se estaba sembrando la temporada pasada y a cambio te coloca una plantilla que a finales de Noviembre cuenta, por unas u otras razones, con 19 futbolistas o también  es ese que acumula unos ingresos extraordinarios por una formidable Copa y luego te obliga a preguntarte en que lugar de el equipo de ahora se ha invertido siquiera parte de ese dinero.

No. La pregunta que formulo va dirigida a todos y cada uno de los aficionados que tienen como a su equipo al Pontevedra CF, esos de los que solo unos 2.200 estaban el sábado en el estadio para presenciar un encuentro clave en la lucha por la permanencia en la categoría.

En la ciudad de Pontevedra se escuchan siempre múltiples argumentos que tratan de justificar el porqué la asistencia al campo sigue siendo tan decepcionante (a salvo, claro está, los días en los que puede haber fiesta o llega un "primera").

Que si se juega en sábado, que si hace frío, que si hace calor y hay que ir a la playa, que sí llueve, que si a la misma hora juega el Madrid, el Barca, el Depor o por increíble que parezca, el Celta, que si con esta persona al mando yo no vuelvo al campo, que si ya no es como antes y ahora existen muchas ofertas de ocio etc, etc.

La única verdad y no se puede esconder ni disimular por más tiempo es que la afluencia a Pasarón es muy parecida a la que había en 2RFEF y no tiene ninguna pinta de que este tema se vaya a modificar para bien en un futuro.

Sé de sobra que en el odioso mundo de las SAD, la propiedad puede hacer y deshacer a su antojo. Que la opinión de la masa social puede ser ignorada sistemáticamente y que las elecciones en el fútbol han ido a parar al mismo cajón en el que se guardan los recuerdos más queridos pero a la vez más inservibles. Y por supuesto, se también que la propiedad no hace nada para adherir gente a la causa.

Aún así, iluso de mí (aunque cada vez menos) , hasta hace poco creía que podían volver a registrarse entradas en Pasarón más cercanas a los 4.000 que a los 3.000 aficionados. 

Que por el trabajo bien hecho de los jugadores y entrenador de la pasada temporada, mucha gente podría engancharse y empezar a demostrar "in situ", es decir, en el campo, que esta entidad está para algo más que para ser un equipo ascensor entre la 3ª y la 4ª categoría. 

Que una cosa es "tirar la casa por la ventana" y gastar desaforadamente  lo que no se tiene para volver a enfermar de gravedad y otra es terminar confeccionando un conjunto  bastante "delgado en sus carnes" y con muy poca experiencia en la categoría.

Al final, los que seguimos yendo somos los 2.000 de siempre. Que no somos ni más ni menos del Pontevedra que los que deciden no ir pero deduzco que sí somos la gran mayoría que sacamos el abono dentro del plazo "privilegiado" que se inventó el club este verano.

 Esos que a cambio lo único que hemos logrado es tener un reverso del carné más feo que el ordinario y que la verdadera razón para sacarlo con premura, la inclusión en el abono de la Copa, se haya quedado en nada por la decisión del club de que todos los socios pasen gratis el miércoles en el choque ante el Eibar.

Granate R, llamaron al abono sacado en los primeros días. Sabemos ya que esa R no se refería a otra cosa que al ridículo en que nos han vuelto a dejar a aquellos que creímos (no aprendemos) en la palabra de la entidad.

El caso es que pocos en la grada y aún menos sobre el césped, el Pontevedra CF afrontaba un partido muy importante frente al Guadalajara.

Y precisamente por la importancia de los puntos en juego, el que esto escribe todavía no entiende a qué jugó el Pontevedra hasta que el equipo visitante consiguió al filo de la media hora el 0-1.

El conjunto morado acumulaba 9 partidos sin ganar y cuando un equipo se pasa tanto tiempo sin conocer la victoria suele acusar más que otras veces los "golpes" que te puede propinar un partido.

Esperaba, en consecuencia, un Pontevedra intenso al principio, con ritmo y dispuesto a lastimar a su rival lo antes posible pero lo que se pudo ver fue precisamente lo contrario.

El Pontevedra estuvo lento, con excesiva parsimonia en sus acciones y sin aparecer en ataque más que en una falta bien tirada por Yelko.

El Gudalajara no sufría demasiado y además se encontró con le 0-1 en una acción iniciada por uno de los mejores mediocentro de toda la categoría que envió un pase maravilloso hacia su extremo  izquierdo para que este ganara la espalda, no a Eimil que llegó cuando el balón ya estaba en las redes, sino a Resende que andaba por ahí y diera un pase de la muerte que no desaprovechó un compañero para batir a un Edu descolocado y fuera del marco.

Lo voy a repetir una vez más, la última, que Samu Mayo no siga aquí resulta vergonzoso. Ayer fue el mejor futbolista sobre el césped de bastante largo.

Luego sí. Tras el gol en contra, el Pontevedra empezó a aparecer sobre el campo y poco después, en una acción en la que Resende volvió a dudar y a dudar antes de tirar, encontró el empate gracias a todo el tiempo que tuvo el portugués para controlar, colocarse el balón a su pierna derecha y conectar un disparo inapelable para el portero manchego.

La primera parte terminaba con la sensación de que al Pontevedra le habían bastado 10 minutos de algo de presión para nivelar la balanza ante un equipo que la tocaba bien en medio campo pero que no parecía demasiado fuerte en defensa.

La segunda parte comenzó sin cambios en un Pontevedra que afrontó el partido con 16 jugadores aptos para el juego.

REPITO, 16 JUGADORES, lo pongo en mayúsculas porque resulta una circunstancia tan llamativa y tan grave que es necesario repetirla para quede claro el amateurismo que tiene que reinar en las oficinas de la casa granate para que esta situación que no se puede naturalizar así como así, se esté produciendo.

Por sorprendente que parezca, Alex González (que no fue de la partida al preferir Rubén que salieran por bandas Luizao y Resende) siguió sin salir tras el paso de los vestuarios y no lo hizo hasta que quedaba menos de un cuarto de hora de juego lo que me pareció una frivolidad y un regalo al rival muy difícil de comprender.

El que sí salió pronto fue Alain Ribeiro y dicho cambio volvió a poner de manifiesto lo precario que resulta el estado actual de la plantilla granate.

Con la salida de Alain, que por cierto protagonizó sus peores minutos en casa de lo que va de Liga y eso el equipo lo nota mucho para mal, algún jugador ya tuvo que cambiar de puesto sobre el campo.

El sustituido fue un Eimil que sigue en los últimos partidos sin compensar en ataque sus evidentes carencias defensivas y ello llevó a Vidorreta al lateral derecho y a Tiago al mediocentro más posicional, ocupando su lugar más adelantado el propio Alain.

En la segunda parte el equipo sí lo intentó más ante un rival demasiado conformista dada su situación en la tabla y que solo amenazó en los minutos finales a raíz de algunos saques de esquina mal defendidos de nuevo por el Pontevedra.

Se jugó mucho tiempo en campo rival, Yelko intentó tejer algo de fútbol (se notó el gris partido de Tiago en esa faceta) y Luizao sí desbordó en algunas ocasiones con munición real y no de fogueo.

Aún así, el único lanzamiento entre los tres palos llegó a través de un lanzamiento lejano del pata mi el mejor fichaje de esta temporada, Montoro, que creó alguna dificultad al portero.

A falta de 15 minutos salió Alex al campo y por su flanco llegó la mejor ocasión al generar una jugada que acabó con un disparo de Cuesta que se marchó fuera por muy poco.

Y luego llegó la lesión de Bosch y el nuevo circo de posiciones para tratar de paliar los daños.

Salieron al campo Conesa y de regalo Denia por un buen Luizao que al parecer pidió el cambio (o eso dijo Rubén en rueda de prensa).

Todo ello acarreó que Alain tuviera que colocarse de central y que el Pontevedra jugará los últimos minutos de partido con el ex del Numancia acompañando a Montoro en esa delicada posición, con Cuesta (exterior derecha suplente el año pasado) en el lateral izquierdo y Vidorreta en el derecho.

Por suerte, al margen del apagón que ya sufrió el juego ofensivo del equipo sin Luizao en el campo y con Alex muy solo, se pudo sostener el punto a pesar del sufrimiento vivido a balón parado y un mal resultado, el empate, no acabó por convertirse en un horroroso marcador en forma de derrota.

Al final, ante los 2.200 de siempre (los del abono R, posiblemente) el Pontevedra volvía a empatar un partido que tenía que ganar y sumaba otro "tocado" en la figura de Miki Bosch que habrá que ver lo que tiene y si permite que el equipo pueda acudir a Vigo con dos centrales del primer equipo en convocatoria.

Este atribulado bloguero lo tiene muy claro. El Pontevedra no puede afrontar en ningún caso la segunda vuelta de la competición con 19 jugadores.

Descartado Juanra por su grave lesión, Hervías por su "misterioso" motivo y Selma al que parece no se le va a levantar el castigo hasta que coja camino de su casa, la situación de la plantilla es dramática pues con las dolencias de Marqueta, Garay y Brais hemos tenido que afrontar un duelo clave con 16 tíos.

Si esto no se corrige, si el Pontevedra no ficha a 4 o 5 jugadores de nivel a lo largo del mes de Enero, estaremos salvo "milagro de panes y peces" en 2RFEF.

Esta es una competición seria en la que bajan 5 equipos de 20. No se puede militar en ella como el que va por 2RFEF sacando pecho de lo importante que soy en localidades que no llegan a 10.000 habitantes.

O se trabaja de verdad y se potencia la plantilla o no habrá nada que hacer.

Creo firmemente que los 2.200 nos merecemos algo más de la entidad. Y también se lo merecen este grupo de jugadores que en esta situación tan precaria no están todavía en posición de descenso. Se merecen ayuda en forma de incorporaciones importantes.

No obstante, frases que ya ni siquiera salen de los despachos sino de alguna rueda de prensa, en el sentido de que "no hay que fichar por fichar sino que tienen que venir futbolistas que mejoren lo que hay, no me hacen sentir demasiado optimismo.

Pues claro que tiene que venir gente buena que mejore lo que hay pero es que esa es la obligación de toda comisión deportiva que se precie y que quiera de verdad mantener al equipo y evitar que se despeñe.

El miércoles vuelve la Copa, el Eibar y el lema "vivir las noches que soñé".

A pesar de que el equipo está incapacitado para rotar de verdad si no es con gente del filial, a pesar de que el rival tampoco es de los más llamativo, que será las nueve de la noche y hará frío, seguramente si se superarán los 3.000 seguidores.

Me parece genial.

Ojalá sean 4.000 pero además de vivir noches que soñé (también me gustaría vivirlas en Liga, creo que incluso me gustaría más) lo que de verdad desearía evitar es no volver a vivir pesadillas del pasado y en 2RFEF los malos sueños son habituales.








lunes, 17 de noviembre de 2025

Todos para uno y uno... para el solo.

 Existen numerosas versiones creadas para el cine o la televisión de la gran novela de Alejandro Dumas, "Los tres mosqueteros".

Como olvidar, por ejemplo, la película de los años 40 con un joven Gene Kelly interpretando el papel de D'artagnan o el inquietante Vincent Price encarnando al malévolo cardenal Richelieu.

El argumento de la obra se inicia con un jovencísimo gascón llamado D'artagnan, viajando a París con una carta de presentación firmada por su padre dirigida a un capitán de la compañía de mosqueteros del rey.

La firme intención de D'artagnan es convertirse en un mosquetero más pero pronto tendrá un encontronazo con uno de los villanos, Rochefort, que le roba la carta de su padre y frustra la entrevista del muchacho con el capitán de la compañía que no se desarrolla como había pensado.

Poco después, triste y enfadado por lo ocurrido, el joven D'artagnan se encontrará sucesivamente con los que luego serán sus compañeros inseparables, Athos, Porthos y Aramís que le retarán a duelo por una serie de impetuosas acciones del de Gascuña.

Precisamente cuando se iba a producir el primero de esos duelos, aparecen los hombres del odioso Richelieu para impedir el enfrentamiento al no ser permitido por las leyes.

Es en ese instante cuando los cuatro hombres se unen como uno solo para enfrentarse a los sicarios del cardenal, iniciándose una amistad entre ellos que desafiará a los muchos acontecimientos que se irán sucediendo a lo largo de la trama.

Los tres mosqueteros y el aspirante a serlo, se irán enfrentando a los villanos con arrojo, humor y efectividad e incluso D'artagnan acabará conociendo a su gran amor, la hermosa y valerosa Constance.

El lema de los mosqueteros que aparece en la novela y también en las películas se hizo mundialmente famoso: "Uno para todos y todos para uno".

En cada una de las andanzas por las que atravesaban con claro peligro de su integridad, los protagonistas acudían prestos en ayuda de sus amigos para salir airosos de los trances gracias a esa unión y camaradería inquebrantable.

Otra adaptación de la novela se estreno en el cine en 1993.

En ella, por ejemplo, pudimos ver a Charlie Sheen en el papel de Aramis (dejando, creo yo, algún atisbo de lo que muchos años después sería su personaje en "Dos hombres y medio") o  la enigmática y atractiva Rebecca de Mornay interpretando a otra "mala" de la obra, Milady de Winter.

El caso es que dentro de la banda sonora de esa película, se encuentra una bonita y preciosa canción interpretada por Brian Adams, Rod Stewart y Sting titulada "All for love" en el que ese lema de "todos para uno y uno para todos" se repite varias veces en el estribillo.


En un deporte colectivo y el fútbol lo es, conseguir que todos lo miembros de una plantilla funcionen en cada entrenamiento y en cada partido como lo hacían los mosqueteros de la corte del rey francés Luis XIII, es decir, trabajando todos para uno y uno para todos, resulta fundamental para lograr una buena armonía de trabajo y estar mucho más cerca de alcanzar los objetivos marcados.

El sábado pasado un futbolista del Pontevedra CF, Dani Selma, destrozó por completo el espíritu de un lema creado para potenciar las virtudes del trabajo solidario en equipo y decidió construir su propia adaptación de la frase convirtiéndola en "Todos para uno y uno.... para el solo".

Quedaban poco más de 10 minutos para el final del tiempo reglamentario cuando el árbitro del encuentro decidió señalar penalti a favor del Pontevedra en una acción de un defensor emeritense cometida precisamente sobre el propio Selma.

Que el lance visto con atención no parezca merecedor de la pena máxima es lo de menos. Lo importante es que tras consultar su propia decisión en la pantalla, el colegiado mantuvo su decisión, no solo de pitarlo sino también de expulsar al jugador visitante.

Selma no es ya el primer ni el segundo jugador granate en el orden establecido por el cuerpo técnico a la hora de ejecutar los lanzamientos desde los once metros.

No sé si lo era antes del partido contra el Cacereño (primera jornada de Liga en la que el delantero ex del Amorebieta ya falló uno) y dejó de serlo después de errar ese día o tampoco lo era ya por entonces.

Lo que está claro es que el entrenador del Pontevedra dejó claro en los micrófonos de la radio gallega en una conversación muy esclarecedora mantenida después de la rueda de prensa, que Selma no era el encargado, no ya de tirar el segundo penalti, sino tampoco el primero.

Lo cierto es que tras ratificar el árbitro su decisión, el que esto escribe no apreció muestras claras por parte del entrenador o de algún compañero, de desaprobación por el hecho de que Selma hubiera cogido la pelota en sus brazos y se aprestara a golpear el balón.

Ojo, no digo que ya antes de ese primer penalti se le dijera ya algo al respecto pero la verdad es que, si se hizo, no transcendió cara al exterior.

Selma falla la pena máxima y el rechace llega a Brais que dispara sacando un defensa casi bajo palos el balón a la esquina.

Ahora el que pide el VAR "low cost" es el Pontevedra por entender que el defensor había despejado con la mano y es ahí cuando de verdad comienza un espectáculo deleznable que no debería saldarse sin ninguna consecuencia.

Algunos futbolistas del Pontevedra, también algún miembro del cuerpo técnico, situados detrás del colegiado mientas este veía la acción, empiezan a realizar gestos en el sentido de que el penalti es claro y debía pitarse.

Entretanto, cerca del punto de penalti, Selma seguía con el balón en las manos y mucha gente desde la grada ya empezaba a mostrar su desconcierto ante el hecho de que se le dejara a él intentarlo de nuevo.

Se indica la segunda pena máxima y Rubén Domínguez empieza a desgañitarse desde la banda de manera inequívoca para cualquiera que lo estuviera viendo ordenando que no fuera Selma quien disparase en esta ocasión.

Preguntado por los periodistas de radio galega, Rubén afirmó que lo que decía es que lanzase o bien Brais o bien Alain, ambos presentes sobre el césped.

Resulta conveniente recordar en este instante que el Pontevedra ganó en Ourense gracias a la transformación de dos penas máximas lanzadas y transformadas, una por Alain y otra por Brais.

Seguimos con el relato que habría sonrojado y avergonzado a los legendarios D'artagnan, Athos y compañía.

Viendo las indicaciones de su técnico así como los gestos de varios jugadores más y como quiera que Selma no atendía a razones y seguía con la pelota en sus manos, Marqueta recorre 40 metros desde el centro del campo para acercarse al delantero y decirle que acatara la decisión del entrenador. 

La respuesta del "9" no fue otra que mandar a "escardar cebollinos" a su compañero con un claro gesto con uno de sus brazos que dejaba ya bien claro que ese nuevo penalti lo iba a tirar él otra vez por sus "santos atributos inguinales".

Todo este circo, evidentemente, se desarrollaba ante un público, en primera instancia atónito, pero pronto consciente de lo que pasaba y manifestando su disconformidad con la actitud de su jugador.

Lo que pasó después, es sabido.

Selma volvió a lanzar y volvió a fallar provocando una pitada descomunal de una afición que no salía de su asombro.

El partido se alargó todavía bastante pues la prolongación resultó kilométrica tras tana revisión e interrupciones varias.

Mi sensación, sin embargo, es que el escenario era completamente diferente al generado el día del Osasuna Promesas.

Aquella tarde, tras salir la pancarta del gran descuento, la grada entró en llamas, se creó esa atmósfera tan especial que a veces aparece en Pasarón y el equipo marcó el gol del empate y no ganó de milagro,

El sábado pasado el ambiente estaba enrarecido. El desconcierto y enfado en las gradas era evidente pero tampoco en el campo se veía esa decisión en unos futbolistas afectados por lo que acababa de pasar.

No sé si ese segundo penalti habría sido convertido en gol por Alain Ribeiro o Brais Abelenda. Tampoco sé si en caso de haber sido transformado, el Mérida (con 10 jugadores) hubiera podido forzar el empate, aunque esto último me parece improbable.

Antes del "boudeville" se habían cometido otros errores. El equipo, salvo en la primera jugada tras el descanso, no amenazó casi nada a la contra y el Mérída pudo volcarse más. No se defendió bien la falta del empate aunque el mayor error ahí lo cometió el árbitro pues el goleador pareció en posición de fuera de juego.

El debate, sin embargo, no es ese. 

Sí, no se puede esconder que de haber marcado el penalti la victoria habría estado cerquísima.

Insisto, de todas formas, que lo grave de lo ocurrido es que un futbolista entendió que él era más importante que su equipo; que él consideró más importante engordar sus enclenques cifras goleadoras y no supeditarse al interés colectivo del equipo y eso no puede ni debe quedar impune.

Es evidente que el sábado no era el día para hacer nada. Eso sí, el malestar del entrenador se hizo patente tanto en la rueda de prensa como en la ya citada conversación en la radio galega. El que esto escribe también detectó gran malestar en las palabras de Montoro.

Y ahora qué?

Lo mínimo sería lo siguiente.

Dani Selma (no sé si esto se hará porque depende enteramente de su voluntad) debe ofrecer sus disculpas de manera inmediata en el vestuario y también al cuerpo técnico.

Ojo. No disculpas por fallar porque el fallo forma parte del juego. Debe disculparse por infringir las órdenes del equipo, por no respetar la posición jerárquica de su entrenador y por haberse comportado como un egoísta de primera magnitud. Y estas disculpas también deberían haberse ofrecido en el caso de haber metido el segundo penalti.

Luego, una vez recuperado el sentido común y aceptado el arrepentimiento por el grupo y entrenador, el club debería obligar a Selma a comparecer el miércoles en rueda de prensa para anunciar que se ha disculpado en el vestuario y, además, a pedir perdón a su afición por el dantesco espectáculo protagonizado delante de sus ojos el sábado pasado. Repito, perdón no por fallar sino por lanzar sin permiso y por su testarudez.

Solo eso permitiría que Rubén recupere en este asunto la autoridad suficiente para poder tomar decisiones con libertad.

Aún con esas disculpas, el entrenador puede entender y resultaría lógico que Selma debe estar fuera un tiempo pues su conducta, aunque perdonada, fue muy grave.

Pero Rubén también podría entender que en una plantilla tan corta como la nuestra, sería aún más perjudicial para el grupo no contar con otro miembro de una plantilla no sobrada de efectivos. 

Lo normal sería optar por la primera alternativa pero la segunda desde luego no sería viable y empeoraría el escenario sin que esas disculpas privadas y públicas, incluyendo a la afición, se produzcan por parte de Dani Selma.

Esta temporada el Pontevedra no cuenta con un presupuesto entre los más altos de los competidores tal y como sí pasa cuando milita en 2RFEF.

La inversión ha sido la que ha sido y largamente hemos hablado y escrito ya de ello.

El único camino para conseguir la permanencia y no llevarse otro golpe deportivo morrocotudo, es llevar el esfuerzo y trabajo grupal a su máxima expresión.

Correr y luchar "todos para uno y uno para todos". Sudar cada punto como si fuera el último y no perder nunca la perspectiva de que sin ese trabajo común, el equipo estará muerto.

El sábado un miembro del grupo se saltó esta premisa fundamental.

De como se gestione esto por el propio Selma, el vestuario, el entrenador y los dirigentes, dependerá de que ese "todos para uno y uno para todos" se restablezca de manera inmediata o aparezcan grietas que empiecen a erosionar una nave que hasta ahora navegaba con bastante eficacia, al menos sobre el campo.

Veremos que sucede.






domingo, 2 de noviembre de 2025

Una victoria de prestigio

Se mire la cuestión por donde se mire, el hecho de que el Pontevedra CF cuente con 15 puntos cosechados en las primeras diez jornadas de la competición debe considerarse una gran noticia.

La transición de la temporada 24/25 a la 25/26 no pudo ser más estresante, preocupante e incluso, en algunos aspectos, indignante por lo que presenciar como compitió el equipo frente al Zamora, al que ganó y superó en casi todo, es motivo de alegría y esperanza cara a conseguir una meta que en los meses de Junio y Julio parecía cuasi quimérica.

Ya he escrito en este mismo blog que los primeros 45 minutos de la segunda parte frente a Osasuna Promesas me parecieron los peores del Pontevedra CF y que a pesar del gran arreón final que nos llevó al empate, salí preocupado del estadio municipal de Pasarón.

Las sensaciones con las que salí del campo en esta ocasión no pudieron ser más diferentes.

Me gustó el equipo ante el Zamora. Me gustó cuando jugó contra 11 y me gustó en la segunda parte cuando lo hizo contra 10.

Solo existió el lunar del gol encajado justo antes del descanso ya con el rival en inferioridad. 

Primero, se cometió una falta lateral creo que innecesaria  y tras el lanzamiento de aquella, dejamos que el Zamora conectara dos veces con el balón para ajusticiar a Marqueta en la segunda de ellas.

Ese fue, en mi opinión, el único error notable del equipo. Cuando tu rival está casi en la lona, acusando el gol en contra y una expulsión, no se le pueden dar facilidades para que reviva y vuelva a conectarse al choque. Nosotros lo hicimos aunque pudimos sofocar el incendio en la segunda mitad.

El partido resultaba comprometido por varias razones.

La primera, el propio contrincante. Este Zamora ha hecho una inversión en plantilla bastante superior a la nuestra y sus aspiraciones clasificatorias son más ambiciosas que las granates.

La segunda, el hecho de haber competido entre semana, con prórroga incluida, y no haberlo hecho el rival, lo que preocupaba a la hora de aguantar el reto físico.

Y la tercera, el intolerable y nauseabundo horario del partido.

Ya he opinado en varias ocasiones que estar en 1RFEF (ni que hablar ya en LFP) entraña la circunstancia de digerir la variedad de horarios de los partidos y que eso de convertir en cotidiano lo del Domingo al as 17.00 h pase completamente a la historia.

Bien. Se acepta. Y se hace porque todos queremos estar en categorías "decentes" y acordes a la historia del Pontevedra y si hay que ir un sábado a las 16. h, un Viernes a las 21h o un Domingo a las 12 h, pues se va.

Ahora, eso es una cosa y otra es normalizar que las 14 h puede ser un horario normal para un partido de fútbol en España en cualquier categoría y más un 1 de Noviembre.

Esta franja horaria disparatada que los aficionados al fútbol se tienen que tragar desde hace años, suena más a provocación y a tomadura de pelo de los estómagos agradecidos que manejan el fútbol.

Estos personajes, elegidos además por los propios participantes en esta industria cada vez más alejada del seguidor de a pie, tienen precisamente ese objetivo: Alejar a la gente de los campos, poblar las casas y negocios de televisores y pudrir definitivamente lo que un día cada vez más lejano se hacía llamar el deporte del pueblo.

La primera gran nueva de la tarde, al menos para el que esto escribe, estuvo ahí, en la asistencia a Pasarón que se resintió un poco pero no todo lo que yo pensaba y que permitió que nuestros jugadores pudieran contar con un ambiente propio de un partido de Liga como local y no el de un cementerio triste, solitario y preñado de melancolía.

Y el equipo, no sé si valorando el sacrificio de su parroquia que cambió el plato caliente por el bocadillo frío, salió al estadio deseoso de ganar y poner un buen colofón a una semana exigente.

En el once titular solo Miki Bosch  acumulaba el desgaste de los 120 minutos de Ourense. El resto de la defensa y el portero no disputaron ni un minuto en O Couto.

Hablando de esa defensa, digna de reseña es la nueva titularidad de Cuesta que parece estar adueñándose del lateral izquierdo después de pasarse los dos primeros meses de Liga sin contar con un solo minuto.

En mediocampo aparecían Vidorreta y Yelko, más Tiago algo acostado (poco) a la izquierda y Luizao en la derecha repitiendo en el once inicial.

Arriba la sorpresa o novedad la constituyó la ausencia de Alain, siendo Brais y Selma los que salieron de inicio.

Y la primera parte se fue desarrollando con posesión alterna de los contendientes pero con un Pontevedra que contenía bien los tímidos intentos del Zamora y que lograba hacerse más dueño de la situación con el paso de los minutos.

El partido también dejaba cuestiones que cada vez se van convirtiendo en certezas.

Por ejemplo, que Tiago está en un gran momento de forma y aportando calidad, desequilibrio y trabajo al centro del campo. Me gustó su fichaje a última hora pero la verdad es que está incluso superando mis expectativas.

En ese centro del campo también se hacía notar la presencia de Vidorreta. Es este un futbolista al que casi seguro nunca veremos las exquisiteces y excelencia con el balón que veíamos con Samu Mayo del que sigo presidiendo el club de viudos. 

Sin embargo, una cosa es esa y otra no ver la importancia que Vidorreta está alcanzando en el campo por todo lo que recupera, empuja e incluso remata a balón parado. No entendí muy bien alguna de sus suplencias recientes y a veces fantaseo con lo bonito que habría sido poder contar con su fuerza, su toque corto y su entrega a la vez que con la inmensa categoría de Mayo.

También atrás Montoro mandaba y ordenaba la zaga. Ni siquiera una tempranera tarjeta amarilla consiguió descentrarle y siguió demostrando que traerlo ha sido todo un acierto.

El caso es que el Pontevedra ya era mejor que su rival cuando una buena jugada granate conecta a través de un gran pase a Tiago con Yelko para que este, de primeras, enviara un precioso remate al fondo de la portería zamorana.

Muy poco después Selma estuvo listo para aprovechar  un error infantil de un central castellano y fue derribado por este cuando ya encaraba la portería visitante. Es cierto que otro defensor estaba en la misma línea que los protagonistas de la acción pero a muchos metros, tantos para que el árbitro sacase la roja directa a su compañero sin que la consulta en el VAR le hiciera cambiar de opinión.

Brais pudo doblar la ventaja tras el remate de un corner y a renglón seguido llegó esa acción que nos costó cara y que pudo haber cambiado el signo del resultado final.

Como ya he dicho más arriba, no tengo claro que Bosch tuviese la necesidad de hacer esa falta que además le costó una tarjeta pero lo que realmente hicimos mal fue defender dicho lanzamiento que acabó en el tanto del empate del Zamora.

Antes del comienzo del segundo tiempo, Rubén Domínguez tomó una decisión que me pareció todo un acierto y con la que especulé nada más ver a Resende hacer un calentamiento individualizado en el descanso.

Estando en superioridad, no tenía sentido alguno seguir con los dos centrales amonestados sobre el césped (Yelko también tenía amarilla) y el técnico decide retirar a Bosch (que venía de jugar todo el miércoles)  y dar entrada a Joao Resende.

El cambio implicó que Vidorreta bajase al centro de la defensa, Tiago se juntara con Yelko y que el portugués ocupara la banda derecha, pasando Luizao a la izquierda.

El juego del Pontevedra fluyó desde el principio y todo fue más fácil al conseguir el 2-1 en los primeros minutos tras la reanudación.

Fue a raíz de un centro de Garay muy bien rematado por Selma de cabeza que se coló pegado a uno de los palos de la portería zamorana.

No voy a entrar en los gestos o no gestos del delantero tras marcar.

Lo único que voy a comentar es que la crítica hacia la labor de un futbolista (crítica, que nunca insulto) es legítima y tan justo es decir que Dani Selma no puede fallar una ocasión tan clara como la que tuvo en Ourense como reconocer y alegrarse de sus mejores prestaciones ante el Zamora, prestaciones que  deben seguir mejorando y mucho.

Lo demás, es literatura.

Con el 2-1, el Pontevedra volvió  dudar en una jugada en la que Marqueta tuvo que intervenir pero poco después acertó a la salida de un corner encontrando el 3-1 en las botas de un Alain que había salido junto a Alex unos minutos antes.

A partir de ahí, todo fue cuesta abajo. Juan Sabas hizo cambios para tratar de meter a su equipo en el partido pero el Zamora apenas llegó más y el Pontevedra, que incluso se permitió el lujo de retirar a un Yelko amonestado, no solo hizo el cuarto por mediación de Brais sino que pudo hacer alguno más.

La victoria es de las que dan prestigio y deben aportar confianza al grupo.

Este Zamora se quedó con 10 al principio de su partido en el Heliodoro Rodríguez López y le compitió hasta el final a un Tenerife que tuvo que sudar sangre para ganarles.

Precísamente eso, competir, es lo que hizo el Pontevedra CF a lo largo de todo el partido. Eso, competir, es lo que eché en falta a lo largo de esos muchos minutos hace 15 días, en los que el Osasuna nos zarandeó en Pasarón.

Aquella crónica la titulé "Ese no es el camino". La de hoy, bien podría llamarla: "Esta sí es la senda" o "Volvemos a la carretera principal".

Si este Pontevedra funciona en bloque, de manera colectiva, perderá partidos (ya los ha perdido, caray) pero tendrá opciones en casi todos y acabará logrando los puntos que le hacen falta para no dar otro paso atrás.

Si el equipo se desconecta, si no se cree lo que no es, si deja de ser un grupo, llegarán los problemas y las urgencias.

Tenemos ya 15 puntos. Quedan mínimo 30. 

No hay que bajar ni un ápice la concentración y el nivel competitivo. Nos estamos jugando mucho.