domingo, 5 de enero de 2025

No digas que fue un sueño

La frase escogida para titular esta especial columna del blog da título una gran novela de la literatura española escrita por Terenci Moix, galardonada con el Planeta del año 1986.

En ella, el ya desaparecido escritor barcelonés narra la legendaria historia de amor entre Cleopatra VII y Marco Antonio en una época convulsa para el imperio egipcio que todavía luchaba, en combate desigual, contra la arrolladora fuerza de Roma.

"No digas que fue un sueño", pensaba y me decía en silencio a lo largo de los muchos minutos en los que permanecí en Pasaron viendo la celebración de los futbolistas sobre el césped y participando de la alegría colectiva de los más de 10.000 espectadores que casi llenábamos el estadio.

Observando la alegría radiante que denotaba el rostro de mi hijo y la emoción profunda que se entreveía en los de mis amigos con los que tantas "batallas" granates he compartido, me repetía incesantemente: "Esto está pasando de verdad, que nadie me diga que es un sueño".

Acababa de volver a ver a un Pontevedra colosal, formidable, maravilloso y a otro primera división "morder el polvo" de manera clara y sin excusas posibles a las que poder agarrarse ante la superioridad granate.

No creo que mienta si afirmo que el juego desplegado por el equipo no alcanzó la extrema brillantez lograda ante el Villarreal pero volvió a ser un fútbol redondo, seguro de sí mismo, bonito y acorde con la personalidad que su entrenador quiere inculcarle.

Me sorprendió la ausencia de Rufo o Carlos en el "once" y la posición adelantada de Dalisson porque no había salido demasiado bien las veces anteriores en las que se probó. 

Dio igual. 

Si bien el Mallorca pareció salir con más colmillo que el Villareal lanzando un balón a portería en el segundo 20 del choque (quien me iba a decir en ese instante que sería el último), y apretó más nuestra salida de balón obligando a Vizoso a alternar la salida jugada por abajo con los balones largos en los que no estábamos logrando ventaja, la genialidad del propio Dalisson en la acción del primer gol desbarató los planes mallorquinistas y convenció (si no lo estaba ya desde el principio) al Pontevedra CF que era factible cobrarse otra pieza de caza mayor.

No digas que fue un sueño.

Viendo volar la pelota de Dali, observando como desde tan lejos ese balón superaba en vaselina al portero para alojarse en el arco visitante, resultaba imposible no recordar aquella otra pelota bombeada 21 años antes por Manu Busto en otro duelo a muerte copero que acabó de manera diferente.

Llegó la lesión de Chiqui (peaje duro que se paga por vivir esta magnífica aventura y que habrá que disimular lo mejor posible en las próximas semanas) y la mejor ocasión del rival en una acción en la que Prats envió la pelota muy cerca de la portería de Vizoso tras remate picado cerca del punto de penalti. 

Parecía que algo podía cambiar pero no lo hizo.

El Pontevedra siguió mandando con autoridad sobre la maltrecha hierba, Alex empezó a hacer olvidar al importante Chiqui; Dalisson convirtiendo en oro cada balón que tocaba; Mayo demostrando una categoría extraordinaria en su juego (solo un balón perdido en el "ochenta y mucho" ya cansado después de elaborar otra obra de arte de partido); Yelko dando otra vez su mejor versión aunque algo habladora;Novo creciendo cada partido;Pelayo haciéndose dueño y señor de la parcela defensiva y esta vez acompañado notablemente por un Mario que no tuvo fisuras; Xabi ofreciendo explosividad por la derecha; Hector su saber estar; Fontán guardando su espalda mejor que otras veces y Vizoso no dejando ni un indicio acerca de su suplencia en Liga. 

Cada uno en su sitio en el aspecto individual para componer de forma colectiva una sinfonía impecable, capaz de jugar de tú a tú a equipos de zona alta de primera división.

Llegó la segunda parte y pronto asistimos a otro gol de una dificultad y una belleza impresionante.

La bolea de Yelko para el 2-0 la habría firmado cualquier estrella del fútbol europeo y de haberlo metido cualquiera de ellas, la imagen habría recorrido las cadenas de tv de todo el continente.

No digas que fue un sueño.

Tras el 2-0, las torres gemelas del Mallorca (Larin y Muriqui) más D. Rodríguez, intensificaron su calentamiento y acabaron por entrar a un partido en el que ya estaba desde la reanudación Darder, otro titular indiscutible.

Antes de irse, Prats dejó la segunda y última oportunidad balear en la única ocasión en la que pudo ganar un cuerpo a cuerpo a Pelayo pero su balón se marchó fuera.

No importó que saliera Muriqui, que saliera Larin o cualquier otro.

El Pontevedra siguió teniendo más la pelota, jugando lo más lejos posible de su portería para no verse agobiado con balones aéreos que pudieran sembrar el pánico y teniendo ocasiones de gol para hacer más grande su ventaja.

Dalisson envío otro lanzamiento prodigioso desviado en gran parada por el guardameta mallorquinista, Garay (que entró por Fontán) obligó al portero a hacer otra buena intervención y finalmente Rufo aprovechó con experiencia y pillería un tremendo error de Copete para marcar a puerta vacía a falta de poco más de un cuarto de hora y llevar al éxtasis a toda la afición pontevedresa.

No digas que fue un sueño.

Por que un sueño parecía ver como el reloj se acercaba al minuto 90 y el Pontevedra seguía sin sufrir y se acercaba a los octavos de final de Copa sin más contratiempo del vértigo que pudiera aparecer pero que no hizo acto de presencia.

El que esto escribe cuenta ya con 52 años de edad.

Desde que tengo uso de rezón solo he podido ver al Pontevedra una temporada en lo que ahora se llama fútbol profesional.

He visto demasiados play off de ascenso a segunda sin el premio del ascenso. Algunos de manera clara, otros de forma absolutamente trágica,.

Pasaban los años de manea inmisericorde, constante, tiránica y mis ojos seguían huérfanos de las gestas tantas veces leídas en libros y protagonizadas hace ya demasiado tiempo por el equipo de mi ciudad.

No digas que fue un sueño.

Es el título de la novela citada al comienzo de esta entrada pero inspirada en un poema de un autor griego llamado Constantino Cavafis.

Algunos de los poemas de Cavafis, llevan a  reflexionar sobre la pérdida, sobre lo irremediable que resulta perder la juventud, lo inexorable del paso del tiempo, lo que se pudo tener y al final se perdió.

A lo largo de estas décadas he sentido envidia, sana e insana, de otros equipos modestos que sí lograron alcanzar mucho mientras el Pontevedra permanecía perpetuamente en la casi nada.

Muchos de esos arranques fulgurantes hacia arriba partieron de éxitos en la Copa del Rey.

Los que tenemos más edad no olvidamos aquella campaña 95/96 en la que el Numancia (en eliminatorias a doble partido) eliminó a primeras como la Real Sociedad, el Racing de Santander o el Sporting de Gijón hasta caer en cuartos ante el Barcelona al que llegó ir ganando 0-1 en el Camp Nou.

Solo dos años después subieron a segunda y se pasaron más de 20 años en el fútbol profesional, incluso alguno en primera división.

Hace menos años, el Alcorcón goleó por 4-0 al Real Madrid y luego aguantó en el Bernabeu para ser portada de muchos periódicos.

Esa misma campaña, la 09/10 subió a segunda tras dejar en la cuneta en las eliminatorias, entre otros, al Pontevedra CF tras aquella actuación indecente de Figueroa Vázquez.

Han estado también bastantes años en segunda.

O el Mirandes, no el de Iraola de la 19/20 que también llegó a semifinales de Copa en la 19/20 cuando ya era de segunda, sino el de Pouso de la 11/12.

Ese otro Mirandés que todavía no había salido de 2B también hizo semis de Copa cargándose a dos o tres equipos de primera y luego ascendiendo esa misma temporada.

Ya vemos donde sigue este equipo.

Todas esas hazañas las vimos desde el salón de nuestras casa pensando constantemente porque nosotros no podíamos hacerlas; porque a veces ni jugábamos la copa u otras veces nos metían el gol decisivo que nos echaba en el último minuto; porque cuando éramos nosotros quienes hacíamos ese gol al final venía un Rafa Guerrero a hundirnos en la miseria.

Por qué? Por qué? Por qué?

Y ahora somos nosotros. Si, NOSOTROS, quienes vivimos esta maravilla. Quienes por fin lo hemos logrado: Quienes debemos aprovechar este tirón  como sea, los que tenemos algo cuando parecía que nunca íbamos a tener nada.

No sé si esta singladura hermosa acabará en 1/8 o estos futbolistas y entrenador nos tienen reservadas más sorpresas.

Lo que sí sé es que esto no debe acabar aquí. Que hay que aprovechar esta inercia. Que no podemos dejar pasar este viento a favor.

No digas que fue un sueño.

No entremos en debates absurdos de si preferimos seguir más en Copa o subir a 1RFEF por que ambas situaciones no son en absoluto incompatibles.

El Pontevedra, con los pies en el suelo siempre, debe crecer. Debe alimentarse de este éxito copero y reforzar el equipo como el propio equipo y su afición se merecen.

Por qué si Numancia, Alcorcón o Mirandés, entre otros, supieron utilizar sus triunfos coperos para acaba por asentarse en la LFP, el Pontevedra no puede hacerlo?

El reto está ahí y sé que los antecedentes de esta última década no son halagueños como para pensar que se van a hacer las cosas constantemente bien.

Pero hay que exigirlo. Hay que exigirlo, siempre dentro de las posibilidades económicas que se tengan y que se busquen.

No quiero optar o decidir si prefiero meterme en unas semifinales de copa y no subir a 1RFEF.

Lo  que quiero es que el Pontevedra siga afrontando los partidos del KO con la misma ilusión y fútbol con lo que lo está haciendo pero también quiero que se cubran las fichas libres con buenos futbolistas. Que se sigan ganando partidos en Liga y se consiga el objetivo de subir de categoría.

Todo ello es posible, con humildad siempre, pero con ambición y ganas de seguir los ejemplos mencionados y coger el impulso que el Pontevedra necesita desde hace tanto tiempo.

No digas que fue un sueño. 

No, no me lo digas y déjame vivirlo, sentirlo, disfrutarlo, creer en que esto puede ser el comienzo de algo más importante.

HALA PONTEVEDRA¿ 

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