viernes, 21 de marzo de 2025

Y el Pontevedra se convirtió en Numancia

Debemos bucear hacia uno de los capítulos más conocidos de las historia de Roma en la península ibérica para entender el significado de la expresión “defensa numantina”.

Allá por el siglo II antes de Cristo, la ciudad de Numancia resistió durante muchos años los embates del todopoderoso imperio romano rechazando con éxito todos los intentos de asalto llevados a cabo por la maquinaria de guerra más potente de la época.

Tras acumular muchos fracasos a la hora de tomar la villa, el Senado romano decidió encargar la misión que hasta ese momento parecía imposible a Escipión Emiliano, quien fuera nieto adoptivo del legendario Escipión el Africano, cuya vida fue llevada con maestría a la literatura española por Santiago Posteguillo a través de una gran trilogía.

Emiliano, según cuenta la historia más inteligente y racional que alguno de sus antecesores encargados de la ardua tarea de rendir Numancia, decidió que había que cambiar de táctica. Si los asaltos no valían, si la estrategia agresiva y ofensiva había resultado infructuosa, lo que tocaba era un consistente, duradero y pétreo bloqueo de la ciudad.

Decidió cortar todas las vías de suministro del pueblo numantino. Dejarles sin comida y sin agua y rendirles por pura inanición y desesperación.

Tras más de un año ejecutando el plan, repeliendo los intentos desde dentro para romper el bloqueo, por fin Emiliano Escipión consiguió la capitulación de una Numancia azotada por el hambre y la enfermedad.

Era tal el orgullo de la gente de Numancia que cuando la entrada en la ciudad por parte de Roma ya era inevitable, prefirieron quemar e incendiar todo y quitarse la vida antes de que el Imperio pudiera disfrutar de sus casas, de sus cuerpos y lo poco que pudiera quedarles.

Más de dos mil años después y en un escenario que a priori no se presentaba de esa forma, los herederos de aquella recia población numantina mudaron su condición de asediados por asediadores futbolísticos de otra pequeña ciudad llamada Pontevedra que en esta ocasión sí resistió el empuje del invasor y terminó por ganar una batalla cuyo destino puede acabar resultando decisivo para lograr el objetivo del ascenso directo.

 Fue un partido dotado con ese revestimiento especial fabricado para una categoría superior.

Dos equipos a los que la 2RFEF se les queda pequeña por muchos motivos; con una gran entrada que volvía a demostrar la ambición y ganas de la afición pontevedresa de dar decididos pasos hacia adelante y vivir fútbol más acorde con el contexto; buenos jugadores; tensión por la importancia de los puntos.

Partido, en definitiva, grande.

La sorpresa en la alineación granate la ponía Dalisson y su titularidad y fue precisamente Dali el que aprovechando un buen pase de Brais colocaba mediado el primer tiempo el 1-0 en el marcador y acercaba al Pontevedra hacia la consecución de la victoria.

Se vivía una primera parte de poder a poder. Con un Numancia intenso, agresivo, poderosísimo en lo físico y desaprovechando dos o tres ocasiones muy claras que podían haberlo cambiado todo.

Las dos primeras oportunidades todavía con 0-0 y en la misma jugada.

En opinión del que esto escribe precedidas de una falta sobre Héctor Hernández no pitada por un colegiado mediocre que permitió demasiada dureza en forma de empujones, agarrones y empellones y cuya forma de pitar fue mejor entendida por un Numancia que no estaba dispuesto a dar concesiones.

Apareció un gran Edu Sousa en dos intervenciones decisivas y la falta de acierto soriano al enviar un rechace de aquel por encima del larguero.

Surgió también la capacidad granate para contrarrestar la fuerza y el juego directo contrario para hacerse con la pelota y jugar más tiempo en campo visitante.

Chiqui penetró algunas veces y en una de ellas pudo ser objeto de penalti que el colegiado decidió no señalar. Brais y Dalisson, aún apretados, consiguieron aparecer y girarse en tres cuartos y generar peligro en algunas acciones hasta que llegó el gol.

Fue en una acción de las denominadas “fronterizas” y susceptibles en el fútbol llamado profesional de ser analizada por el VAR  durante minutos interminables.

Lo único cierto, lo que demuestran las imágenes que se han podido ver, es que en el momento en el que el balón sale de la bota de Brais hacia Dalisson, el hispano-brasileño puede estar habilitado por el lateral derecho del Numancia.

El ángulo no es el mejor. No se puede asegurar que la posición sea legal pero tampoco aseverar lo contrario. Esa es la realidad y no otras alternativas que han aparecido después.

Con ese toma y daca, con esa intención por parte de ambos contendientes de imponer su estilo sobre su rival terminaba una primera parte digna de lo que estaba en disputa y jugada de poder a poder.

Tras el descanso el escenario cambió.

El Numancia, exactamente igual que al comienzo del choque, empezó mejor la segunda parte con algunas piezas cambiadas ya por su entrenador.

A diferencia de lo que ocurrió en el primer tiempo, el Pontevedra no pudo en ningún momento hacerse con la posesión en la que basa habitualmente su juego.

El empuje soriano iba a más cada minuto que pasaba y el Pontevedra era incapaz no ya de alternar alguna posesión larga que hiciera frenar el impulso numantino sino tampoco de hilvanar alguna contra que pudiera coger descolocado a su rival y crearle dudas a la hora de empujar con todo.

Y fue en ese momento en el que el Pontevedra se refugió en su campo a defenderse del asedio de los que antaño tuvieron esa condición y ahora se convertían en asediadores en busca de ese tanto que les diera más vida en el partido y en la clasificación.

Optaron, eso sí, por la táctica errónea romana de hace tantos siglos. No apostaron por un juego más pausado, combinativo y elaborado para rendir a su contrincante por hambre o falta de agua sino que decidieron marchar decididamente al asalto con balones directos, duelos terriblemente físicos y acciones que en algunos casos excedían claramente del reglamento.      

Posiblemente eligieron esa alternativa porque es aquella para la que están más preparados y la que practican habitualmente.

A este atribulado bloguero el Numancia le pareció un equipo con escasa propuesta de juego trenzado pero fortísimo en ese plan de fútbol directo y rápido que pudo verse en el segundo tiempo.

Y lo cierto es que esa manera de buscar el derribo del contrario por fuerza y “aplastamiento” no suele ser bien digerida por el Pontevedra CF.

Y ahí llegó la sorpresa positiva del partido.

Si ya resultó sorprendente la nula capacidad que tuvo el equipo para retomar el mando del encuentro con el ingrediente imprescindible para hacerlo que no era otro que el balón, más asombro causó la adaptación del Pontevedra a la problemática deriva que había tomado el enfrentamiento.

En un escenario de choque continuo, pelotas directas, balones aéreos en contra, el conjunto granate supo sobrevivir con un volumen de esfuerzo y sufrimiento notable y un triángulo inexpugnable que dio fuerzas al resto del grupo para contener a las tropas asediadoras.

Edu, en su sitio en todo momento e incluso viendo peligrar su estado físico por una acción temeraria de un atacante soriano y los dos centrales fueron baluartes que sostuvieron la muralla a pesar del bombardeo al que estaba siendo sometido.

De Pelayo puede esperarse esta actuación pues nos enamoró a todos desde el primer momento en que le vimos en acción pero si para un jugador el partido del miércoles se convirtió en un examen trascendente, fue para Igor Irazu.

El vasco aguantó en pié, despejó todo lo que le llegó por abajo y por arriba hasta conformar una actuación impecable que debería provocar que su futuro fuese especialmente cuidado por una entidad nada proclive, por desgracia, a blindar el futuro de sus jugadores jóvenes con proyección.

Tras una acción impropia del Bonilla que conocimos en Pasarón teatralizando hasta lo imposible una acción en busca de la expulsión de Dalisson, llegó la famosa jugada de Yelko en el 94.

La acción se inicia, en opinión del que esto escribe, con una falta clara del Numancia cerca de su área no pitada. El balón lo coge un Góngora exuberante en lo físico que rebasa por velocidad a un par de jugadores granates hasta plantarse a la altura del banquillo del Pontevedra, es decir, a unos 35 o 40 metros de la portería de Edu y en una banda.

Una vez ahí, Yelko que estaba fuera del área técnica y muy cerca de la línea de banda siguiendo el juego, es medio empujado por un asistente que como es lógico debe seguir la jugada y ello provoca que entre dentro de los límites del campo pero con la capacidad de salirse antes de chocar con Góngora o tocar la pelota, circunstancias que no se dan en ningún momento.

La jugada es cortada en gran cruce por Pelayo que venía con ventaja y habría sido cortada por el asturiano aunque Yelko no hubiera estado en ese lugar. La influencia para el marcador no existió en ningún momento.

Otra cosa es reconocer y decir que Yelko no debía estar ahí. Por mucha que fuera la intensidad del choque, que era enorme, Yelko debía estar metido dentro de la zona técnica a la altura de su entrenador, eso es indiscutible y no se puede negar.

Ahora, la acción está bien arbitrada pues se señaló falta a favor del Numancia y tarjeta amarilla para el infractor y eso es lo que pone y a lo que obliga el reglamento.

A pesar de que el Numancia, está en su derecho, haya amplificado sobremanera esta acción con unas declaraciones post partido indefendibles y lamentables de su entrenador y un recurso por apropiación indebida sin asidero legal serio que ya ha sido rechazado en primera instancia deportiva por el comité de competición, la acción no debe pasar de ahí.

No estamos ante un caso ante el que si pudiera utilizarse la palabra “escándalo”( que tan alegremente ha sido utilizado en esta ocasión por medios “besasotanas” y anfitriones de terraplanistas, o diarios” de todas las aficiones”) como si un jugador sustituido hubiese entrado deliberadamente al campo a echarse una carrerita y evitar un gol del contrario cuando el balón estuviera a punto de entrar o a derribar a un atacante que encarase solo a un portero. Ni de lejos.

Yelko no debería haber estado ahí, vale. A Yelko debería dársele un toque desde los despachos (no se hará), vale, pero es una acción que no es decisiva ni de lejos para el resultado y que ha sido juzgada según rezan las normas.

El partido terminó por fin, después de más de nueve minutos de prolongación, con ese 1-0 que otorga al Pontevedra CF tres puntos de oro.

Hay mucho que hacer todavía, desde luego, pero la situación granate ahora a efectos clasificatorios es muy buena y se debe gestionar esta ventaja como procede.

Fue un partido, insisto, de otra categoría. No es fácil ahogar al Pontevedra como lo hizo tras el descanso el Numancia y casi todo el mundo que estuvo en las gradas de Pasaron salió con la impresión de que ambos equipos deberían estar la próxima temporada en 1RFEF.

Lo que toca ahora es descansar y recuperar bien para afrontar en buenas condiciones la siguiente prueba que será el Coruxo otra vez en casa el próximo domingo.

El Pontevedra deberá recuperar su imagen habitual de equipo mandón y avasallador con la pelota. El rival querrá explotar el posible cansancio local y el posible mal estado del césped por las lluvias que están cayendo y que no pararán el fin de semana.

Estamos cerca pero queda trabajo.

La afición debe volver a jugar su papel dentro de un par de días.

De aquí no debe marcharse ni un solo punto.

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