lunes, 17 de noviembre de 2025

Todos para uno y uno... para el solo.

 Existen numerosas versiones creadas para el cine o la televisión de la gran novela de Alejandro Dumas, "Los tres mosqueteros".

Como olvidar, por ejemplo, la película de los años 40 con un joven Gene Kelly interpretando el papel de D'artagnan o el inquietante Vincent Price encarnando al malévolo cardenal Richelieu.

El argumento de la obra se inicia con un jovencísimo gascón llamado D'artagnan, viajando a París con una carta de presentación firmada por su padre dirigida a un capitán de la compañía de mosqueteros del rey.

La firme intención de D'artagnan es convertirse en un mosquetero más pero pronto tendrá un encontronazo con uno de los villanos, Rochefort, que le roba la carta de su padre y frustra la entrevista del muchacho con el capitán de la compañía que no se desarrolla como había pensado.

Poco después, triste y enfadado por lo ocurrido, el joven D'artagnan se encontrará sucesivamente con los que luego serán sus compañeros inseparables, Athos, Porthos y Aramís que le retarán a duelo por una serie de impetuosas acciones del de Gascuña.

Precisamente cuando se iba a producir el primero de esos duelos, aparecen los hombres del odioso Richelieu para impedir el enfrentamiento al no ser permitido por las leyes.

Es en ese instante cuando los cuatro hombres se unen como uno solo para enfrentarse a los sicarios del cardenal, iniciándose una amistad entre ellos que desafiará a los muchos acontecimientos que se irán sucediendo a lo largo de la trama.

Los tres mosqueteros y el aspirante a serlo, se irán enfrentando a los villanos con arrojo, humor y efectividad e incluso D'artagnan acabará conociendo a su gran amor, la hermosa y valerosa Constance.

El lema de los mosqueteros que aparece en la novela y también en las películas se hizo mundialmente famoso: "Uno para todos y todos para uno".

En cada una de las andanzas por las que atravesaban con claro peligro de su integridad, los protagonistas acudían prestos en ayuda de sus amigos para salir airosos de los trances gracias a esa unión y camaradería inquebrantable.

Otra adaptación de la novela se estreno en el cine en 1993.

En ella, por ejemplo, pudimos ver a Charlie Sheen en el papel de Aramis (dejando, creo yo, algún atisbo de lo que muchos años después sería su personaje en "Dos hombres y medio") o  la enigmática y atractiva Rebecca de Mornay interpretando a otra "mala" de la obra, Milady de Winter.

El caso es que dentro de la banda sonora de esa película, se encuentra una bonita y preciosa canción interpretada por Brian Adams, Rod Stewart y Sting titulada "All for love" en el que ese lema de "todos para uno y uno para todos" se repite varias veces en el estribillo.


En un deporte colectivo y el fútbol lo es, conseguir que todos lo miembros de una plantilla funcionen en cada entrenamiento y en cada partido como lo hacían los mosqueteros de la corte del rey francés Luis XIII, es decir, trabajando todos para uno y uno para todos, resulta fundamental para lograr una buena armonía de trabajo y estar mucho más cerca de alcanzar los objetivos marcados.

El sábado pasado un futbolista del Pontevedra CF, Dani Selma, destrozó por completo el espíritu de un lema creado para potenciar las virtudes del trabajo solidario en equipo y decidió construir su propia adaptación de la frase convirtiéndola en "Todos para uno y uno.... para el solo".

Quedaban poco más de 10 minutos para el final del tiempo reglamentario cuando el árbitro del encuentro decidió señalar penalti a favor del Pontevedra en una acción de un defensor emeritense cometida precisamente sobre el propio Selma.

Que el lance visto con atención no parezca merecedor de la pena máxima es lo de menos. Lo importante es que tras consultar su propia decisión en la pantalla, el colegiado mantuvo su decisión, no solo de pitarlo sino también de expulsar al jugador visitante.

Selma no es ya el primer ni el segundo jugador granate en el orden establecido por el cuerpo técnico a la hora de ejecutar los lanzamientos desde los once metros.

No sé si lo era antes del partido contra el Cacereño (primera jornada de Liga en la que el delantero ex del Amorebieta ya falló uno) y dejó de serlo después de errar ese día o tampoco lo era ya por entonces.

Lo que está claro es que el entrenador del Pontevedra dejó claro en los micrófonos de la radio gallega en una conversación muy esclarecedora mantenida después de la rueda de prensa, que Selma no era el encargado, no ya de tirar el segundo penalti, sino tampoco el primero.

Lo cierto es que tras ratificar el árbitro su decisión, el que esto escribe no apreció muestras claras por parte del entrenador o de algún compañero, de desaprobación por el hecho de que Selma hubiera cogido la pelota en sus brazos y se aprestara a golpear el balón.

Ojo, no digo que ya antes de ese primer penalti se le dijera ya algo al respecto pero la verdad es que, si se hizo, no transcendió cara al exterior.

Selma falla la pena máxima y el rechace llega a Brais que dispara sacando un defensa casi bajo palos el balón a la esquina.

Ahora el que pide el VAR "low cost" es el Pontevedra por entender que el defensor había despejado con la mano y es ahí cuando de verdad comienza un espectáculo deleznable que no debería saldarse sin ninguna consecuencia.

Algunos futbolistas del Pontevedra, también algún miembro del cuerpo técnico, situados detrás del colegiado mientas este veía la acción, empiezan a realizar gestos en el sentido de que el penalti es claro y debía pitarse.

Entretanto, cerca del punto de penalti, Selma seguía con el balón en las manos y mucha gente desde la grada ya empezaba a mostrar su desconcierto ante el hecho de que se le dejara a él intentarlo de nuevo.

Se indica la segunda pena máxima y Rubén Domínguez empieza a desgañitarse desde la banda de manera inequívoca para cualquiera que lo estuviera viendo ordenando que no fuera Selma quien disparase en esta ocasión.

Preguntado por los periodistas de radio galega, Rubén afirmó que lo que decía es que lanzase o bien Brais o bien Alain, ambos presentes sobre el césped.

Resulta conveniente recordar en este instante que el Pontevedra ganó en Ourense gracias a la transformación de dos penas máximas lanzadas y transformadas, una por Alain y otra por Brais.

Seguimos con el relato que habría sonrojado y avergonzado a los legendarios D'artagnan, Athos y compañía.

Viendo las indicaciones de su técnico así como los gestos de varios jugadores más y como quiera que Selma no atendía a razones y seguía con la pelota en sus manos, Marqueta recorre 40 metros desde el centro del campo para acercarse al delantero y decirle que acatara la decisión del entrenador. 

La respuesta del "9" no fue otra que mandar a "escardar cebollinos" a su compañero con un claro gesto con uno de sus brazos que dejaba ya bien claro que ese nuevo penalti lo iba a tirar él otra vez por sus "santos atributos inguinales".

Todo este circo, evidentemente, se desarrollaba ante un público, en primera instancia atónito, pero pronto consciente de lo que pasaba y manifestando su disconformidad con la actitud de su jugador.

Lo que pasó después, es sabido.

Selma volvió a lanzar y volvió a fallar provocando una pitada descomunal de una afición que no salía de su asombro.

El partido se alargó todavía bastante pues la prolongación resultó kilométrica tras tana revisión e interrupciones varias.

Mi sensación, sin embargo, es que el escenario era completamente diferente al generado el día del Osasuna Promesas.

Aquella tarde, tras salir la pancarta del gran descuento, la grada entró en llamas, se creó esa atmósfera tan especial que a veces aparece en Pasarón y el equipo marcó el gol del empate y no ganó de milagro,

El sábado pasado el ambiente estaba enrarecido. El desconcierto y enfado en las gradas era evidente pero tampoco en el campo se veía esa decisión en unos futbolistas afectados por lo que acababa de pasar.

No sé si ese segundo penalti habría sido convertido en gol por Alain Ribeiro o Brais Abelenda. Tampoco sé si en caso de haber sido transformado, el Mérida (con 10 jugadores) hubiera podido forzar el empate, aunque esto último me parece improbable.

Antes del "boudeville" se habían cometido otros errores. El equipo, salvo en la primera jugada tras el descanso, no amenazó casi nada a la contra y el Mérída pudo volcarse más. No se defendió bien la falta del empate aunque el mayor error ahí lo cometió el árbitro pues el goleador pareció en posición de fuera de juego.

El debate, sin embargo, no es ese. 

Sí, no se puede esconder que de haber marcado el penalti la victoria habría estado cerquísima.

Insisto, de todas formas, que lo grave de lo ocurrido es que un futbolista entendió que él era más importante que su equipo; que él consideró más importante engordar sus enclenques cifras goleadoras y no supeditarse al interés colectivo del equipo y eso no puede ni debe quedar impune.

Es evidente que el sábado no era el día para hacer nada. Eso sí, el malestar del entrenador se hizo patente tanto en la rueda de prensa como en la ya citada conversación en la radio galega. El que esto escribe también detectó gran malestar en las palabras de Montoro.

Y ahora qué?

Lo mínimo sería lo siguiente.

Dani Selma (no sé si esto se hará porque depende enteramente de su voluntad) debe ofrecer sus disculpas de manera inmediata en el vestuario y también al cuerpo técnico.

Ojo. No disculpas por fallar porque el fallo forma parte del juego. Debe disculparse por infringir las órdenes del equipo, por no respetar la posición jerárquica de su entrenador y por haberse comportado como un egoísta de primera magnitud. Y estas disculpas también deberían haberse ofrecido en el caso de haber metido el segundo penalti.

Luego, una vez recuperado el sentido común y aceptado el arrepentimiento por el grupo y entrenador, el club debería obligar a Selma a comparecer el miércoles en rueda de prensa para anunciar que se ha disculpado en el vestuario y, además, a pedir perdón a su afición por el dantesco espectáculo protagonizado delante de sus ojos el sábado pasado. Repito, perdón no por fallar sino por lanzar sin permiso y por su testarudez.

Solo eso permitiría que Rubén recupere en este asunto la autoridad suficiente para poder tomar decisiones con libertad.

Aún con esas disculpas, el entrenador puede entender y resultaría lógico que Selma debe estar fuera un tiempo pues su conducta, aunque perdonada, fue muy grave.

Pero Rubén también podría entender que en una plantilla tan corta como la nuestra, sería aún más perjudicial para el grupo no contar con otro miembro de una plantilla no sobrada de efectivos. 

Lo normal sería optar por la primera alternativa pero la segunda desde luego no sería viable y empeoraría el escenario sin que esas disculpas privadas y públicas, incluyendo a la afición, se produzcan por parte de Dani Selma.

Esta temporada el Pontevedra no cuenta con un presupuesto entre los más altos de los competidores tal y como sí pasa cuando milita en 2RFEF.

La inversión ha sido la que ha sido y largamente hemos hablado y escrito ya de ello.

El único camino para conseguir la permanencia y no llevarse otro golpe deportivo morrocotudo, es llevar el esfuerzo y trabajo grupal a su máxima expresión.

Correr y luchar "todos para uno y uno para todos". Sudar cada punto como si fuera el último y no perder nunca la perspectiva de que sin ese trabajo común, el equipo estará muerto.

El sábado un miembro del grupo se saltó esta premisa fundamental.

De como se gestione esto por el propio Selma, el vestuario, el entrenador y los dirigentes, dependerá de que ese "todos para uno y uno para todos" se restablezca de manera inmediata o aparezcan grietas que empiecen a erosionar una nave que hasta ahora navegaba con bastante eficacia, al menos sobre el campo.

Veremos que sucede.






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