Existen varias versiones de una película cuyo título es “Tu a Boston y yo a California”, incluso alguna en la que se cambia el nombre de la capital del Estado de Massachusetts por el de Londres, la capital inglesa.
Yo la que más recuerdo
es la de comienzos de los años 60. Quizá porque entre el reparto aparece una
siempre maravillosa Maureen O Hara cuya presencia ante la cámara me dificulta
bastante cambiar la cadena sea cual sea el film en que la genial actriz irlandesa
aparezca.
El caso es que en esta
película, dos hermanas gemelas que se creen hijas únicas y que, por tanto,
desconocen la existencia de la otra, se encuentran por casualidad en un
campamento de verano al que ambas concurren desde puntos tan alejados como la
costa este y la oeste estadounidense.
Las niñas descubren con
el paso de los minutos que fueron separadas desde muy poco después de nacer por
causa del divorcio de sus padres y deciden intercambiarse sin decir nada a
nadie para conocer cada una de ellas a la parte de la familia hasta ahora
desconocida para ellas, causando el estupor cuando se descubre el “invento”.
Imaginemos ahora algo
imposible. Imaginemos que el Pontevedra CF tuviera un “hermano gemelo”
pongamos, por ejemplo, en Ponte Vedra beach, ciudad del estado de Florida con
la que incluso creo ha existido algún acto de hermanamiento no hace mucho
tiempo.
Sigamos con nuestro
caso hipotético y pensemos que el Pontevedra no sabía de la existencia del
Ponte Vedra y viceversa pero que se encuentran en algún torneo amistoso de
verano, se sorprenden hasta el infinito por verse prácticamente idénticos y
deciden intercambiarse por un tiempo para conocer el ambiente de su “gemelo”.
Lo que falta ahora es
conectar el argumento de la película y estos personajes que acabo de inventar
con el partido jugado por el Pontevedra CF ante el Arandina y debo establecer
esa conexión antes de que cualquier lector de esta columna concluya que su
autor se ha vuelto completamente loco.
En busca de esa
conexión mencionada, comenzaré por decir que en los primeros 15 o 20 primeros
minutos de encuentro el que hizo acto de presencia fue el verdadero Pontevedra
CF.
Fueron esos minutos
claramente anteriores a que los “gemelos” se conocieran, empezaran a atar cabos
y tramaran y ejecutaran su plan de intercambio.
El Pontevedra, por tanto,
empezó llegando con alegría ante la portería rival y marcando en la primera
ocasión de la que disfrutó en el minuto 2 de encuentro.
Y antes del minuto 20,
en otra llegada eléctrica del equipo, Yelko hacía un auténtico golazo al
golpear como los ángeles desde fuera del área una pelota que entró como una
exhalación hasta el fondo de la red burgalesa.
A partir de ese momento
es cuando me imagino a los dos hermanos gemelos empezando a ejecutar su
original plan.
El Pontevedra a partir
del 2-0 empezó a despistarse, a cometer errores impropios en la salida de balón
y a empezar a hacer el equipaje para su viaje a Ponte Vedra Beach.
Primero Mario Gómez y
luego Samu Mayo perdieron inexplicablemente dos balones en zonas peligrosas que
provocaron dos ocasiones pintiparadas para el Arandina que una vez Edu y otra
un poste evitaron que terminaran en gol.
En otra acción
defensiva presidida por la relajación fue el árbitro el que indultó al
Pontevedra al no señalar un penalti que pareció claro de Mario sobre un atacante
rival.
Se sumió, en
definitiva, el equipo en un sopor y una aparente dejadez insólita hasta ahora
en la época Yago Iglesias.
Este atribulado
bloguero barruntaba a lo largo del descanso que en el vestuario granate se
debería estar hablando de cómo ordenar la salida de pelota desde atrás para
sortear la presión adelantada contraria y también un poco de la confusión entre
la tranquilidad o el control y una excesiva dejadez que podía llegar a hacer
peligrar el resultado.
Nada más lejos de la
realidad.
La fase más importante
del plan de intercambio de los dos “gemelos” se plasmó tras ese descanso y como
si se tratase de una verdadera película, los espectadores tendrían que estar ya
descubriendo como el “hermano” gallego se había colado en la casa de Florida y
como el americano se había metido hasta la cocina en el campo de juego de
Pontevedra para jugar a algo más parecido al fútbol americano que al europeo.
Desde el primer
momento, el equipo optó por el saque en largo como recurso principal actuando
Edu como “quarterback” y Rufo primero y
Carlos López después como presuntos receptores.
La consecuencia es que
no se ganó un solo balón por arriba (tampoco demasiadas pelotas divididas de
las que iban a ras de suelo) y la posesión pasó a ser del equipo visitante no
ya porque hubiera conseguido sacarle la pelota al Pontevedra sino porque este
se la entregó directamente a su rival.
Es cierto que al no
querer sacar la pelota como es habitual dejaron de producirse fallos groseros y
el Arandina no dispuso de las claras ocasiones del primer tiempo pero también
es verdad que sobre el césped se apreciaba que el equipo no estaba del todo
cómodo y que un gol de los castellanos podría complicar bastante el panorama
pues daba la impresión de que el Pontevedra no podría volver en esta ocasión a
su modo de juego habitual.
Al margen de una
ocasión muy buena de Dalisson que se fue fuera por poco, el Pontevedra no
volvió a contraatacar con peligro hasta casi el final tras un gran pase de
Yelko a Bastos cuyo remate se fue fuera.
Por el contrario, el
rival solo encontró el peligro en ese lance del juego inmune a cualquier cambio
de identidad que el Pontevedra pueda urdir (no ya con el Ponte Vedra Beach sino
con cualquier otra ciudad), el balón parado.
En la primera parte nos
remataron todos los corners y en la segunda también. En uno de ellos tras un
primer cabezazo de un atacante, otro jugador rival empujaba el balón a las
mallas anulando el tanto el árbitro por
un fuera de juego que sí lo pareció.
En esa decisión que
pareció voluntaria del Pontevedra de entregarle el balón por completo a su
rival por primera vez en casa (a excepción de los minutos jugados en inferioridad
frente al Guijuelo aunque incluso en aquella ocasión se consiguió tener más la
pelota que el Domingo pasado), pudo influir no solo la inseguridad manifestada
de forma sorprendente en la primera parte sino también el estado del césped de
Pasarón.
A ver. La hierba
comparada con estas últimas campañas sigue bastante mejor pero tras este mes de
constantes lluvias ya no es la misma que en los primeros partidos y da la
impresión que esa pesadez del terreno de juego es acusada en exceso por el
equipo.
A pesar de ello, por lo
menos al que esto escribe, le llamó mucho la atención tanto el recurso al
pelotazo constante (digo pelotazo porque no se conseguía en ningún caso sacar
partido de ese recurso para el que no parece muy preparado el Pontevedra ya que
la separación del equipo hacía también complicado que pudiera construir o
progresar a raíz de cualquier dejada) como esa dimisión a la hora de defenderse
con la pelota que por lo menos en casa había sido hasta ahora la primera
alternativa usada por el conjunto de Yago Iglesias.
No sé si lo que sucedió
es que el “hermano” de Florida del Pontevedra le suplantó durante unas horas
mientras el verdadero Pontevedra disputaba un partido de golf en el reconocido
campo de su ciudad homónima o que esta opción será a partir de ahora más
habitual en lo que queda de Liga.
Ojalá se trate de lo
primero o, si es lo segundo, se consiga hacer más daño a la contra; o se
alterne la defensa sin la pelota con otras fases en las que se conserve más el
esférico.
Otra de las
afirmaciones de Yago en algunas ruedas de prensa es que desea que su equipo
domine también otros registros y eso es una buena idea.
Lo que pasa es que el
registro de la segunda parte fue demasiado diferente al que venía utilizando el
Pontevedra hasta ahora y no se cambiaron matices sino casi el plan entero y por
lo menos al que esto escribe no le transmitió el equipo la seguridad ni
autoridad de otras veces.
Sea como fuere, lo más
importante que es el resultado se consiguió y estos tres puntos dejan la
diferencia con el Zamora en un solo punto al caer derrotados los rojiblancos en
Torrelavega en el segundo partido de Liga en el que encajan goles.
Eso sí, el nuevo líder
es el Ourense CF que está con dos puntos más que nosotros y que de momento se
mantiene realmente firme en los puestos altos de la tabla.
Ahora llega el
desplazamiento a Covadonga que ocupa el último puesto en la clasificación.
Ojo. Este equipo
asturiano tuvo eliminado al Deportivo de la Copa hace un mes hasta el último
instante del tiempo reglamentario en el que el equipo coruñés encontró un gol
salvador que le llevó a la prórroga.
Además, cuenta con gente
alta y de envergadura que dará problemas en esos balones colgados cuya defensa
le cuesta tanto al Pontevedra.
A pesar de que el
terreno de juego no será el más adecuado para ello y que la condición de
colista del rival podría hacer pensar que el partido puede ser fácil, el
Pontevedra debe mostrarse, en mi opinión, algo más fiel que el otro día al estilo
que le ha hecho reconocible (con todos los matices que quiera imponer Yago) y
no convertir el partido en un “pim pam pum” en el que podríamos salir escaldados.
Ojalá el “hermano”
americano se haya vuelto a EE.UU y el Pontevedra CF regresado a nuestra
preciosa ciudad gallega en la que ha venido jugando muy bien al “soccer” y no a
otra variedad del fútbol.