martes, 28 de septiembre de 2021

Otro funeral granate y fiesta en "tele Bergantiños"

 Qué puede escribirse en un blog sobre el Pontevedra CF después de otra decepción profunda como la del Domingo pasado? ¿Merece la pena repetir una vez más argumentos ya explicados hasta la saciedad acerca de descompensaciones de plantilla o errores impropios de un equipo que se pretende serio? Merece la pena, incluso, escribir algo sobre el equipo tras otra ración copiosa de tristeza e incredulidad?

En un partido que empezó siendo retransmitido por la tvg2 pero que terminó siendo emitido sin necesidad de cambiar de canal por la delegación de aquella en Carballo a la que podríamos llamar "tele bergantiños",el Pontevedra controló la situación a partir del minuto 10  hasta el momento en que logró el primer tanto, con comodidad e incluso con jerarquía.

En la primera parte, es cierto, sin crear ocasiones de verdadero peligro pero sí llegando más al área contraria y probando en ocasiones al ex granate Canedo.

En la segunda y tras un susto provocado por una de esas salidas un tanto alocadas a las que nos está acostumbrando esta temporada Alvaro Cortés, el equipo siguió mandando y ya creando ocasiones de verdad como la de Alberto Rubio muy bien despejada por el arquero rival.

Llegó el penalti cometido sobre un buen Yelco Pino que transformó Charles y el cambio que se produjo en el marcador también empezó a manifestarse sobre el campo.

Ese Pontevedra bien puesto, que dentro de las dificultades que entraña la superficie del estadio de Carballo, trataba de tocar con algo de sentido y que llegaba con cierta frecuencia a la zona comprometida del rival, empezó a mutar al ya conocido en los últimos tiempos, es decir, al timorato e inseguro equipo que se olvida de lo que estaba haciendo bien y empieza a entrar en un bucle de torpeza.

Sí. Es cierto que al verse por detrás, el Bergantiños dio un paso adelante y eso también hay que tenerlo en cuenta pero lo cierto es que el Pontevedra lejos de asentarse, quitarse kilos de presión con el gol conseguido y certificar su superioridad lo que hizo fue empequeñecerse poco a poco de manera absolutamente desesperante.

Tras el 0-1, como se está comentando, empezó a tambalearse un poco el tenderete y las llegadas del "Bergan" se hacían más frecuentes y con algo más de peligro. A la par que se achicaba el Pontevedra,  el comentarista de "tele Bergantiños" iba creciéndose y sacando la bufanda de su equipo del bolsillo de la chaqueta para colocársela alrededor del cuello.

He aquí, sin embargo, que en un balón largo Brais tras dejada de Rufo consigue quedarse solo delante del portero y hacer el 0-2 a falta de poco más de un cuarto de hora.

 Lo lógico, lo normal, lo previsible en ese momento era pensar que el Bergantiños acusaría muchísimo este nuevo golpe y el Pontevedra se comportaría de una vez por todas como un equipo sobrio, fuerte y con esas aspiraciones de estar arriba que nacen (no olvidemos esto nunca) del propio Consejo de Administración de la entidad y no de una afición deseosa de reverdecer viejos triunfos.

¿Qué decir de lo ocurrido en el tramo final del partido?  ¿Cómo explicar que el Pontevedra se diluyera cual azucarillo y se convirtiera en un alma en pena sobre la hierba acauchatada de As Eiroas? 

Se había hecho ya un cambio antes del 0-2 con la salida de Yelco (es de esperar que cansado por su inactividad) por Romay que no mejoró al equipo.

Luego llegó el 1-2 en un centro efectuado por nuestra banda derecha sin la menor oposición y el remate de Escobar en el corazón del área inexplicablemente solo y sin marca que lo molestara.

Nada más sacar de centro casi llega ya el empate tras una pérdida y un lanzamiento que se fue muy cerca de la portería de Alvaro.

Ya con el Pontevedra en las cuerdas y medio sonado, llegó otro cambió de hombre por hombre (Oier por Brais) que nada mejoró y después de varias llegadas más del rival y ya a esas alturas con el comentarista de "tele Bergantiños con su bufanda entre los dientes y más excitado que un párroco en lupanar oscuro, llegó el doble cambio que dio con los huesos de Rufo y Rubio en el banquillo y con los de Diz y Pacheco sobre el césped.

Y el Pontevedra lejos de hacerse fuerte en su área con la entrada de un nuevo central que en teoría debería haberle  fortalecido a la hora de contrarrestar el juego aéreo del Bergantiños, siguió en estado de shock e incapaz de "templar gaitas"sin hacerse con la pelota sin dormir el partido e insisto sin comportarse como un equipo que de verdad está hecho para salir de 2ªRFEF.

Se llegó a la absurda situación de tener que ver al borde del minuto 90 como Churre se hacía con un balón en área propia y empezaba a correr como alma que lleva el diablo hasta terminar en el extremo izquierdo de nuestro ataque a trompicones y tomando un riesgo absurdo de perder la pelota y dejar desguarnecida una zona vital para el equipo.

Este otra vez atribuladísimo bloguero veía por "tele Bergantiños" esto y de verdad que no salía de su asombro.

Y al final llegó lo que tenía que llegar.

Otro centro sin ninguna oposición, esta vez desde la izquierda, "tragada" monumental de Araújo e inexplicable situación algo adelantada de Alvaro y remate que se cuela en la cazuela para dejarnos con cara de "gilipua" y provocar ya sin ningún reparo ni disimulo la euforia del comentarista de "tele Bergantiños" que se quedó sin bufanda arrojada al viento y sin garganta en su estridente grito para celebrar la igualada.

¿Cómo puede el Pontevedra CF haberse venido a menos de es forma cuando tenía el partido ganado? 

Ni idea. Resulta realmente difícil de digerir este desplome cuando, vuelvo a insistir, hasta el 0-1 el equipo había sido claramente mejor que el contrario y controlaba la situación sin alardes pero con cierto aplomo.

Lo único cierto; lo único real, es que el Pontevedra sigue sin ganar y suma solo 3 puntos de 12.

Cantaba Víctor Manuel en una de sus legendarias canciones algo así como : "A dónde irán los besos que guardamos, que no damos..."

Dónde irán, entonces, esos puntos que perdimos, que regalamos? ¿Dónde irá esa victoria que no obtenemos? ....

Por cierto, se habla estos días a raíz de lo sucedido en Carballo de la tan manida presión que rodea a esta entidad y que podría influir en su caminar atolondrado por las tuberías del fútbol español.

Hay aficionados que razonan dicho argumento con orden y educación lo que siempre se agradece pues el debate en torno a nuestro equipo siempre es edificante y positivo.

Yo no puedo estar de acuerdo en este momento histórico del Pontevedra con esta teoría.

Solo voy a poner un par de ejemplos que demuestran la tranquilidad con la que trabaja este Consejo de Administración a pesar de los errores cada vez más graves que comete a todos los niveles.

El primer ejemplo lo traigo a colación con una noticia publicada en prensa en Madrid hace alrededor de una semana. La noticia explicaba que el Móstoles habría cometido presuntamente alineación indebida en el partido que le enfrentó contra nosotros hace un par de jornadas pero que el Pontevedra no se percató de la situación y no impugnó la cuestión dentro del plazo preceptivo de 48 horas tras el choque. 

A mi juicio esta es una noticia importantísima. Una noticia que podría haber supuesto que el Pontevedra hubiera recuperado los 2 puntos perdidos en aquella absurda acción del descuento en el campo mostoleño.

Pues bien, esta cuestión y la incapacidad del Pontevedra CF para darse cuenta de esta situación ha pasado auténticamente de puntillas en nuestra ciudad. Apenas se ha mencionado en los medios y "si te he visto no me acuerdo".

No me quiero ni imaginar la que se habría montado hace unas décadas con este tema pero ahora no. Ahora no pasa nada. Ahora se pueden perder puntos sobre el césped, faltaría más, pero también en los despachos y no pasa nada.

El segundo ejemplo que me hace pensar que la tan manida presión no inflaría demasiados globos, es la propia reacción de la afición que no puede mostrarse más comprensiva con un equipo que lleva demasiado tiempo asestándole puñaladas en el corazón.

Las pitadas tras fracasos como las del partido frente al Leganés B fueron muy moderadas con respecto a aquellas que se sufrieron cuando la afición granate apretaba de verdad.

Ahora, lo que prima es la indiferencia, es la resignación, es el conformismo con una situación que se empieza a ver como irreversible ante la incompetencia supina de la "cúpula" de la entidad.

Y la verdad , lo confieso. 

Ojalá no fuera así.

Ojalá si existiera de verdad esa presión.

De verdad, desearía que Pasaron fuese de nuevo ese estadio alborotado, con ambiente festivo y colorido. 

Que exigiese ? Por supuesto. Pero también que acogotase a los rivales a poco que su equipo se echara encima del área contraria.

La presión es necesaria en un club de fútbol. Conlleva exigencia, trabajo, buen hacer, responsabilidad.

El problema para mí en la actualidad del Pontevedra es precisamente el contrario,  que la presión cada vez es más inexistente.

Que cada vez importa menos perder. Cada vez importa menos ver a nuestro a Pontevedra sin personalidad, sin empuje e incluso sin ese coraje que nos caracterizaba.

La falta de presión, en suma, impide que se reclame y se señale a los verdaderos responsables de esta caída que por ahora no tiene freno.

Esos responsables, no están sobre el césped; ni siquiera en el banquillo.

Están en el palco y poco a poco están convirtiendo al Pontevedra en ese cortijo sobre el que escribía hace semanas y en el que dentro de poco dejará de importar la calidad para vestir la camiseta y tomará más importancia otras cuestiones que harían enrojecer al más pálido fantasma de un cementerio.    

 

 

  

  


lunes, 20 de septiembre de 2021

De derrotas dolorosas y sonrojantes linchamientos.

Hay días en los que resulta inevitable preguntarse si merece la pena seguir enganchado a una causa que parece irremisiblemente perdida. 

Son momentos en los que llegan las dudas y acabas pensando si no sería mejor dar un paso atrás, coger distancia, bajar la intensidad de un sentimiento o de una pasión que proporciona escasas alegrías y si muchos enfados y desilusiones.

Los interrogantes se acrecientan si esa afición, si esa adhesión a una lucha preñada de innumerables decepciones, pertenece a la esfera de tu ocio; de tu entretenimiento; en definitiva, de esa recóndita parcela de la vida en la que quieres sumergirte para encontrar consuelo o alivio ante la verdadera cara del día a día y sus problemas, sus sinsabores y preocupaciones.

En el caso de este más que nunca atribulado bloguero, la última vez que recuerdo haberme sentido tan hundido y tan agitado interiormente como ayer por causa de este Pontevedra que lejos de despegar sigue chocando contra paredes, fue hace casi siete años.

Transcurría la cuarta temporada consecutiva en 3ª división. 

La intención era que de una vez por todas fuera la última y se saliera de un pozo que carcomía los cimientos de la entidad desde hacía casi un lustro.

Ya había un Consejo de Administración con "mando en plaza" desde el principio y la excusas se habían acabado.

Sin embargo, a finales de Septiembre de aquel año 2014 llegó el X. Sanxenxo y destrozó al Pontevedra venciendo por 0-1 provocando el enésimo ridículo granate en aquella travesía por la 3ª.

Salí aquel día con el organismo revuelto, pensando que esto no tenía solución alguna y que lo más probable era que los poquísimos que seguíamos siendo habituales en Pasarón nos estábamos equivocando al seguir creyendo en algo que no tenía remedio alguno.

Que era absurdo seguir acudiendo al estadio; que no tenía sentido dejar de pasar horas de Domingo con tú niño (por aquel entonces con dos años y pico); que era mejor distanciarse, apoyar si acaso en la medida de los posible sacando el abono pero dejar de pasar por esta sesiones de "tortura" que aquellos que se identifican mucho con un club de fútbol saben que se pueden sufrir si le ves zarandeado tan brutalmente por las circunstancias.

No hice nada de eso y seguí cruzando el río cada 15 días para ver al equipo. Finalmente esa temporada se subió e incluso las dos campañas siguientes la imagen del equipo volvió a parecerse un poco a la de un conjunto serio y con alguna posibilidad real de emerger hacia la élite de nuestro fútbol.

Luego se volvió a las andadas y la extraña y caótica Liga pasada nos devolvió al un pozo situado debajo de otro pozo. En un lugar en el que ver alguna luz diurna futbolística se hace imposible y desde el que podemos presenciar como muchos equipos (sin las posibilidades potenciales que tiene este) nos miran de reojo desde una posición más elevada.

Ayer volví a sentir algo parecido a lo de aquella tarde de 2014.

Volví a experimentar esa desazón e incluso nerviosismo interior al ver al equipo dirigirse sin remedio hacia otra derrota inexplicable ante un equipo que jamás debería  ganar aquí con tanta facilidad.

No se trata ya de la derrota de ayer sino que a ella se le suman las constantes desilusiones de las últimas temporadas en las que el Pontevedra ha sido incapaz de encontrar un rumbo fijo y una ruta por la que transitar, siquiera de forma lenta pero segura, hacia la consecución de los éxitos.

Ayer el equipo fue otra vez el de siempre en los últimos tiempos.

Perdonó un gol muy claro en la primera jugada y regaló al rival el primer tanto en un fallo en cadena que alguno (especialmente el entrenador) ha querido convertir en puntual de un jugador.

Después la impotencia para crear ocasiones de verdad con 11 jugadores; la expulsión de Alex Glez en un error grave que por lo menos al que esto escribe le duele especialmente por tratarse de un jugador que en muchas ocasiones nos sacó de atolladeros importantes.

Tras el descanso, los 2 cambios que provocan que se juegue prácticamente sin bandas aún teniendo dos rematadores sobre el césped; otro regalo en forma de 0-2 en cuya jugada el posicionamiento del equipo no podía ser más deficiente; más faltas o corners que el rival remataba en soledad y que no acababan en gol de puro milagro (o sí en el caso del anulado); ese tanto logrado por Rufo que daba esperanzas y ese lanzamiento desde la frontal de Pino que nos dio la última esperanza para sacar algo y finalmente la derrota, la primera de esta Liga pero especialmente dura por la forma en la que se produce y y el rival contra la que se cosecha.

No obstante, por desgracia, el "espectáculo" ofrecido sobre el terreno de juego tuvo su segunda parte en la rueda de prensa posterior al choque.

Ya la semana pasada, Angel Rodríguez habló en Mostoles de actitud diferente en una parte que en otra y en "dejadez" en la jugada del segundo gol mostoleño.

En el día de ayer, el técnico volvió a "obsequiar" a la parroquia con una sesión de "linchamiento" y "señalización de errores individuales" que por lo menos a mí me llevó hasta el sonrojo.

Vaya por delante que un jugador como Alex Glez, experto y muy identificado con esta camiseta, no puede cometer el error de ayer y ser expulsado de esa manera.

No se trata de exculpar la acción de un capitán que ayer no estuvo afortunado pero de ahí a repetir en más de una ocasión en esa rueda de prensa lo irresponsable de su comportamiento va un trecho.

Eso de que la "ropa o los  trapos se lavan en casa" no va mucho con este entrenador que ayer no solo repitió el tema de la expulsión en más de una ocasión públicamente sino que se atrevió a decir que posiblemente Alex estaba alterado por su error de marca que da lugar al 0-1.

Yo de Alex solo puedo decir que a lo largo de estos 5 años que lleva portando este escudo jamás había cometido un error así; que en innumerables ocasiones a lo largo de este tiempo ha sido de lo mejor del equipo en entrega y juego (especialmente en aquella temporada 17/18 en la que sus actuaciones fueron clave para no vernos con los huesos en 3ª) y que asumiendo como abonado del Pontevedra CF que acciones como las de ayer no pueden volver a repetirse y perjudican al equipo, creo firmemente que el brazalete de capitán está maravillosamente representado por el rubio jugador cántabro y que no se merece la rueda de prensa "dedicada" ayer por Angel Rodríguez.

Por cierto, el 0-1 es un fallo en cadena del equipo en defensa.

No se puede permitir que ese balón llegue al segundo palo y un atacante lo ceda con la cabeza con esa facilidad pasmosa (ahí Alex no estaba, míster) y luego efectivamente sea rematada a placer por un compañero una vez perdida la marca que según Rodríguez era de Alex.

Ese mismo error ya se cometió en el 1-0 de Mostoles donde un rival peina con libertad la pelota esta vez en el primer palo y hace más complicado que dichas marcas se mantengan para parar los remates posteriores.

Sí, Alex falló gravemente en su expulsión y al parecer en seguir la marca en el 0-1 de ayer.

Ahora bien, quien es el responsable de que cualquier balón aéreo sobre el área granate sea pasaporte expedito para un remate del contrario?

¿Existe la posibilidad de que el posicionamiento del equipo en esas acciones sea también responsabilidad del entrenador o el siguiente señalado será Soto o Seoane o el que sea que coja por banda el micrófono?

¿Puede existir la posibilidad, por remota que esta sea, que en el posicionamiento defensivo de Mostoles en la jugada del 2-2 y de ayer en el 0-2 tenga algo de responsabilidad el técnico o señalamos exclusivamente a Churre (por cierto, mal comienzo de Liga del de Marín) a  Araujo o al que coja por banda el micrófono?

¿Sería posible para el futuro no hacer todavía más amarga la derrota sufrida sobre el césped con estas sesiones de atribuciones de culpas individuales de futbolistas y casi una total exención de responsabilidad propia?

En definitiva, las 3 primeras jornadas de Liga no han podido resultar más descorazonadoras.

Si bien frente al Compostela, al menos en la primera mitad, se vio a un equipo alegre y generando peligro en ataque con ocasiones que no pueden ni deben perdonarse, ayer frente al Leganés B volvieron a vivirse sensaciones parecidas a las de la pasada Liga.

Salí de Pasaron absolutamente hundido; continué desarmado escuchando la dantesca rueda de prensa de Angel Rodríguez y me fui a dormir pensando en si tiene sentido todo esto, si merece la pena seguir creyendo en que llegará el día en que seremos de nuevo fuertes y respetados. 

Como hace 7 años, pensar en mí Pontevedra CF me produce dolor y preocupación. Cada vez menos alegría y confianza en el futuro.

Supongo que pasará el tiempo y volverá poco a poco la ilusión.

Supongo, solo supongo.  



 

 

 


   

  

lunes, 6 de septiembre de 2021

Si tiene cuatro patas, bigotes largos y maúlla, es un gato.

Las cosas no ocurren por casualidad. 

Si desde hace semanas buena parte de los seguidores granates estimaban que la plantilla del Pontevedra CF era corta, no lanzaban dicha afirmación de forma gratuita debido a una falta de información o cualquier otro motivo. 

No, se decía eso, simplemente, porque es verdad.

Si en el momento del comienzo de la Liga de 2ªRFEF el equipo tenía una ficha senior libre, otra ocupada por un portero suplente a la sombra del un guardameta que el año pasado asombró y una tercera en manos de un defensa con nula experiencia en la antigua 2ªB, la única conclusión posible es que el grupo está corto de efectivos, de la misma forma que si vemos un animal de cuatro patas que ronronea, que maúlla, que tiene bigotes largos y cuenta con 7 vidas, enseguida concluimos que estamos viendo a un gato. 

Es verdad que ante esa disposición, digamos curiosa, de las fichas senior, podría existir el remedio de unas piezas sub 23 "potentes", verdaderamente utilizables no en minutos en los que todo esté decidido sino en aquellos donde todavía se esté "partiendo el bacalao" del resultado.

¿Es eso así? Cuenta el Pontevedra con esos sub 23 valiosos en los que los "veteranos" puedan encontrar recambios de garantías?

La contestación no la han dado los aficionados granates. 

Ni aquellos que piensan que la cortedad de la plantilla es preocupante y que cualquier "constipado" de los titulares podría causar un estropicio, ni tampoco la han dado los que piensan que sí, que hay grupo numeroso y que los jóvenes están preparados para aguantar el nivel.

Esa contestación la ha dado ayer el propio técnico del Pontevedra CF en el primer partido de Liga al realizar solo 2 cambios de 5 posibles y haciendo el segundo en el minuto 80.

Si en un partido como el de ayer, en el que el Pontevedra fue muy superior en la primera parte y en la que solo una exasperante falta de precisión ante el gol evitó que se sentenciase el choque antes del descanso pero que en el segundo tiempo notó visiblemente el paso de los minutos y el cansancio, no se apuesta por Román, Iñaki, Santos, Diz y cía puede ser por la sencilla razón de que en estos momentos no están para aportar minutos de verdadera calidad y valía.

Insisto en que esto no es que lo diga este bloguero o el aficionado "pipero" de Tribuna o el achicharrado de Preferencia u otro seguidor de cualquiera de los fondos. No. Es que lo dicen los hechos y estos hechos relatan que en la primera ocasión en el que el equipo necesitaba refresco, "piernas", energía o llámese como se quiera esa fuerza del banco nunca llegó.

Sí, esos primeros 45 minutos fueron muy buenos. Punzantes en ataque y consistentes en defensa, faceta en la que apenas se sufrió.

No fueron, no obstante, extraordinarios. No lo fueron porque esas malas decisiones en área contraria en la que a veces se tiró cuando se debía pasar y otras se pasó cuando se debía tirar; en la que el experimentado Pato Guillén sacó un par de balones de mérito y en la que en definitiva no se tuvo puntería constituyó la primera razón por la que no se ganó el choque.

La segunda llegó tras el descanso pero no nada más volver del vestuario.

Es cierto que el Pontevedra no salió igual que en el primer tiempo pero controlaba el partido sin demasiados problemas hasta que otro "fantasma" de la temporada pasada hizo su aparición, el error defensivo.

Creo sinceramente que ganando 1-0 jamás debemos encajar un gol como el de ayer. Balón absurdo perdido en banda derecha defensiva que permite una penetración de un rival y centro al área para que aparezca completamente solo por nuestra izquierda un jugador que remata sin oposición a la red ante un Pontevedra excesivamente basculado.

Fue un gol demasiado sencillo, demasiado simple, demasiado fácil para el rival y esa desorganización puntual defensiva fue la segunda razón por la que no se ganó el partido.

La tercera razón o motivo ya se ha citado más arriba.

Si bien el Pontevedra acusó el golpe del empate durante algunos minutos, pocos, a lo largo de los cuales llegó la otra ocasión del Compos con un disparo venenoso de Josiño que se fue fuera, el equipo volvió a asentarse pronto y a no permitir más alegrías en ataque a un rival que también es cierto que no veía con malos ojos el punto y trató de guardar la viña más que lanzarse a conquistar la contigua.

Sea como fuere, el Pontevedra volvió a controlar la situación pero las fuerzas ya no eran las mismas y las posibles variantes casi inexistentes.

El cambio de Alberto Rubio por un Calvillo que dejó algún destello en el primer tiempo pero que al menos a mi juicio sigue irregular, no dio resultado alguno.

Y los últimos minutos de Diz, que salió por Alex, tampoco aportaron nada.

Enfrente el Compostela sí utilizaba cambios y daba entrada a gente fuerte y experta como Baleato o Fer Beltrán o rápida y peligrosa como Mella, que se unían a los Antas y Durán (autor del gol) que salieron al comienzo de la 2ª parte en una muestra de lo importantes que resultan los 5 cambios en el "fútbol del covid19" y de poder dar oxígeno y nuevas ideas con el paso de los minutos.

Aún así, con un Compos bien pertrechado atrás, el Pontevedra pudo marcar en dos acciones de Brais, especialmente en la segunda con un lanzamiento que se fue fuera por poco y se forzaron además varios corners y alguna falta lateral que si bien no fueron bien rematadas si daban la impresión de que el equipo estaba ahí hasta el final.

Pero como ya se ha dicho faltaban las fuerzas y la energía de la primera parte y con el cansancio las ideas ya no surgen con la misma facilidad que cuando la fatiga está todavía bajo control.

El problema no es tanto el empate con el que se ha iniciado la temporada aunque sí es cierto que molesta el hecho de que Pasaron siga siendo un campo en los últimos tiempos en los que puntuar para el de fuera suele ser bastante asequible.

El problema real es que esta situación de encontrarnos partidos en los que el resultado está en el alambre va a ser habitual. Lo lógico es que los partidos en los que se golee y se solucionen pronto sean la excepción y en ese contexto no contar con cambios suficientes para sostener al equipo, por lo menos al que esto escribe, le preocupa.

Ayer faltaba solo Rufo, no teníamos tres o cuatro bajas. Solo Rufo y los cambios, insisto, solo fueron 2 y no conozco a ningún entrenador que tire piedras contra su tejado.

También es cierto que tras el partido se anunció el fichaje de Yelco Pino.

Si mi preocupación estriba en la cortedad de la plantilla, fácil es entender que cubrir esa ficha senior libre me parece una gran noticia.

Ahora bien, el jugador que llega no me casa demasiado bien con ese "box to box" que pedía Angel Rodríguez. En principio, Yelco juega más arriba y sería la enésima media punta con la que contaría esta plantilla que solo tenía un puesto bien cubierto que era precísamente ese.

Habrá que esperar si estamos ante una reedición del "pedí un sillón y me trajeron una lámpara" de Benitez en el Valencia refiriéndose a Cannobio o si el técnico e nverdad lo quería y ubica a Yelco en otra posición del campo.

Para finalizar, me gustaría mencionar dos detalles de los nuevos jugadores del Pontevedra que ayer debutaban en Liga con nuestra camiseta.

El primero es sobre Brais del que me llamó la atención la cantidad de campo que abarcó especialmente en la primera mitad. Le pudimos ver incluso en alguna ocasión  recibiendo de los centrales para iniciar el juego y fue bastante más que un atacante.

El segundo no es otro que la gran impresión que me causó durante todo el choque Javi Rey.

Presionó, robó, impuso con su presencia, distribuyó y se exhibió durante la primera parte y ordenó lo que pudo en la segunda cuando el equipo perdió dinamismo y velocidad.

Tal y como está configurada la plantilla se me antoja vital este jugador y que no le pique ni un mosquito durmiendo en su casa por las noches. 

Ojalá siga en esta línea.

El Domingo partido en Madrid, a las 12 e la mañana y con un Mostoles con el Cata y Mantovani en defensa.

Ánimo Rufo, la que te espera no va a ser ni mucho menos fácil.