lunes, 22 de febrero de 2016

Los "cortados" sitúan al Pontevedra a un paso del objetivo

Son veintiséis las jornadas que ya se han disputado del campeonato de Liga. En veinticuatro de esos partidos el Pontevedra CF (con mayor o menor acierto; con mejor o peor resultado) ha competido dentro del terreno de juego con honestidad, fuerza y compromiso provocando la alegría y hasta el orgullo de una afición hastiada de ver como su equipo se arrastraba durante cuatro años en tercera división.

Pero por desgracia ese arrojo y determinación mostrados por el Pontevedra CF sobre el césped (con el indudable mérito del cuerpo técnico que dirige a este grupo) no se corresponde con los bochornosos espectáculos que Domingo sí y Domingo también se producen luego en las ruedas de prensa.
No voy a entrar en más detalles sobre una nueva "salida de pata de banco" de un entrenador que volvió a hacer el ridículo ayer después del encuentro soltando una serie de argumentos peregrinos y no ajustados a la realidad y que ensombrecen en parte el coraje y la lucha exhibidos por los catorce jugadores que salieron al campo a defender la camiseta granate.

Simplemente dos recordatorios. 

Uno, es completamente falso que a este equipo alguien (ya sea aficionados, periodistas, tertulianos o consejeros) le esté exigiendo clasificarse para el play off. 
Afirmar que existe esa exigencia es simplemente faltar a la verdad y meterse en un charco absurdo sin venir a cuento.
Que parte del entorno granate se haya ilusionado gracias a los méritos de unos jugadores que están rebasando con creces las expectativas generadas en Verano y se haya empezado a hablar de la posibilidad de disputar esa promoción no es más que el fruto de esa ilusión generada por el buen hacer de la plantilla y se ha planteado como un premio inesperado y nunca como una meta a la que este grupo de jugadores tenga que llegar por obligación. 

Y dos.

Aquellos que en algún momento nos hemos ilusionado con la posibilidad de obtener ese premio, lejos de faltarle al respeto a la plantilla con ese sueño lo que hacemos es valorar su excepcional temporada que incluso nos ha permitido algo tan importante en el mundo del fútbol como la posibilidad de imaginarnos disputando dicha fase, posibilidad de la que se ha hablado incluso desde dentro del vestuario en diferentes medios de comunicación.

Es mejor dejar las "luisitadas" al margen y hablar de un hecho tan real como palmario y es que el Pontevedra CF después de ganar ayer le resta sólo una victoria para alcanzar esos 45 puntos que casi todo el mundo considera como suficientes para obtener la permanencia en la categoría.

Y fue un triunfo harto complicado y logrado tras sufrir lo indecible en una segunda parte a lo largo de la cual el rival fue superior y puso cerco a la portería de Edu en muchas ocasiones pero sin encontrar el objetivo del gol.

Un gol que sí pudimos lograr nosotros al cuarto de hora de juego en la mejor jugada del partido iniciada con un soberbio pase de Capi a la izquierda hacia Bello que tras buen control y mejor recorte colocó un medido pase a Hugo que llegaba lanzado al segundo palo de la portería verde para rematar de manera inapelable el 0-1.

Había sido una jugada muy bonita protagonizada por los denominados por el entrenador "cortados" del Ucam y del Cádiz que ponían en franquicia el marcador para los nuestros y que a la postre nos acabaría dando los tres puntos.
En esa primera parte (en la que por fin pudimos volver a ver de titular a Alex Fernández acompañando en el medio centro a Pedro) el Pontevedra no sufrió especialmente las acometidas del Coruxo.
Tan solo volvimos a sufrir a balón parado en una jugada en la que Edu se encontró con la pelota en las manos después de ser rematada por un contrario completamente libre de marca en el punto de penalti.
Pero en líneas generales se controló con calma al equipo local con un Capi extraordinario en defensa y Alex haciéndose fuerte en el medio y convirtiéndose poco a poco una vez más en imprescindible. Se circuló a veces con acierto el balón y Jacobo y Bello volvieron a mostrar en varias ocasiones su indudable calidad y peligro a la hora de rondar la zona de tres cuartos rival.
La nota negativa la constituían las tarjetas. Una tras otra iban cayendo con mayor o menor rigurosidad y haciendo casi siempre diana en aquellos jugadores apercibidos de sanción.

La papeleta en ese sentido para el Domingo que viene es tremenda. Hasta cuatro hombres estarán fuera por cumplir ciclo y todo indica que tampoco Capi podrá ser de la partida por lesión.

La segunda parte fue diferente. La temprana lesión de Capi dejó huérfana la defensa granate y volvió a poner de manifiesto la importancia que tiene el veterano central en el orden de la zaga pontevedresa. El Coruxo se echó para adelante y generó ocasiones de gol más que suficientes para equilibrar la balanza pero casi siempre mostró una puntería deficiente que daba más y más oxígeno a los pulmones visitantes.
Luisito intentó cambiar cosas para parar el aluvión e incluso situó de manera sorprendente en el campo a Adrián Mouriño que en una señal de compromiso con el club se dejó la piel los quince o veinte minutos que estuvo sobre el césped. Antes había salido Jandrín que fue colocado por la izquierda y que trató de dar respiro a su equipo con dos galopadas de las suyas que no encontraron un premio mayor.

El Coruxo seguía empujando y el Pontevedra decidió colocarse con cinco defensas acompañando Alex a Campillo y Pablo para tratar de frenar los últimos arreones locales.

Cada vez que se colgaba un balón en el área el peligro se hacía evidente no ya solo por las dificultades que tenemos para defender el balón aéreo sino porque el Coruxo pedía penalti en casi cada acción en la que el balón circulaba por el área.
Tele -Coruxo también pedía penaltis y más penaltis a favor del equipo verde y lo más triste en ese sentido venía cuando este bloguero se daba cuenta que lo que estaba viendo no era tele Coruxo sino la TVG y que los que jugaban eran dos equipos gallegos y no el propietario del campo con el Arandina, el Peña Sport o el Logroñés.

De todas las jugadas reclamadas ninguna de las manos me parecieron lo suficiéntemente claras como para ser señaladas y si bien sí creo que Verdú derriba a Comesaña en una acción mediada la segunda parte también creo que previamente este le hace falta al lateral izquierdo pontevedrés.  

A trancas y barrancas, sufriendo y peleando como ha venido haciendo este grupo desde Septiembre el Pontevedra lograba llegar al final del choque con tres puntos de oro en el capazo.

Obviando los delirios cada vez más frecuentes del entrenador, nadie puede negar que el objetivo con el que se salió a competir está a punto de conseguirse a finales de Febrero.

No va a ser fácil cristalizarlo el Domingo en Pasarón.  

No ya por el rival, el Racing de Santander, que no puede permitirse muchos fallos ya en lo que queda de Liga sino también por lo mermados que vamos a afrontar el compromiso con esas cuatro ausencias por tarjetas ( Adrián, Bello, Jacobo y Hugo) y la posible de Capi.

Pero es tal la confianza que muchos tenemos en la plantilla, es tal la valoración y el mérito que le damos a estos jugadores (diga lo que diga el entrenador que los manda)  que incluso en estas condiciones no descarto para nada pintarle la cara al equipo montañés.

Para ello habrá que competir y no desalentarse nunca. Luego se podrá perder por uno, por dos o por tres pero la pelea y la lucha deben seguir siendo señas de identidad de este conjunto y su ausencia en algunos tramos del partido frente al otro Racing debe ser simplemente un espejismo.

A encajar las piezas con las que va a poder contar para el duelo del próximo fin de semana es en lo que debería centrar sus esfuerzos el entrenador del Pontevedra que tan bien ha hecho competir a su equipo en el 99% de los partidos.

Buscar enemigos invisibles o enfadarse con el resto de la humanidad además de restar fuerzas sólo puede conllevar desconcentración y despiste. Y lo que necesita el Pontevedra el Domingo es tener los cinco sentidos en la hierba.




      

lunes, 15 de febrero de 2016

Los inventos del profesor Bacterio

Nací en el año 1972 y mis primeros recuerdos "semi racionales" se remontan a finales de aquella década.
A lo largo de los maravillosos años 80 atravesé mi última fase de la infancia y una adolescencia que recuerdo con cariño y a veces demasiada nostalgia. 
Era una época en la que no es que la palabra internet nos sonara a un sistema de transmisiones del El Halcón Milenario sino que los teléfonos móviles parecían aparatos excéntricos y extraordinarios sacados de las películas futuristas de Steven Spielberg.
Recuerdo el primer ordenador comprado por mis padres y que fue colocado con toda la solemnidad del mundo en el despacho al que ellos accedían con normalidad pero al que teníamos que pedir permiso mis hermanos y yo para poder entrar. Así empezamos a familiarizarnos con la letra verde fosforito de la pantalla y con unos juegos tan rudimentarios que no resistirían el más mínimo análisis efectuado por cualquiera de los críos del siglo XXI.

Fue además este atribulado bloguero un niño urbano ( realmente quiero decir sedentario y comodón) pero así queda algo más bonito. Mis padres vivían y viven en pleno centro de la ciudad en una zona muy afectada por la circulación (faltaba mucho todavía para la peatonalización) y salir a jugar a la calle solos como hacían alguno de mis amigos resultaba algo utópico.

Me crié, por tanto, al abrigo de múltiples tebeos de todo tipo por medio de los cuales descubrí el placer inmenso de la lectura y abusé digamos de "innecesarios complementos" para dicha tarea en forma de enormes jarras de "tang" (aquel refresco que venía en sobres y se mezclaba con agua) y altas dosis de chocolate en diversas formas (incluido el de cocinar ), palomitas, gusanitos y grandes vasos de cubalibre que en vez de contener ginebra o ron aparecían llenos de galletas sumergidas en una leche invadida por el "cola cao".

Todo ello (como seguro todos los lectores habrán supuesto) me costó pasar esos años infantiles y adolescentes con un sobrepeso importante que me hizo odiar con todas mis fuerzas las clases de educación física y contribuyeron a formar un carácter bastante tímido que tan solo lograba explayarse de verdad al hablar de mis héroes de ficción literaria y mis ídolos futbolísticos granates y rojiblancos. Esa etapa de menús indecentes y michelines grandilocuentes duró hasta que conocí a mi primer amor, una bellísima bicicleta estática, con la que viví una apasionada historia sentimental que duró más de una década y que terminó en separación de manera dolorosa y sobre la cual quizá me extienda en algún artículo posterior.

Pero el caso es que ( y vuelvo a los tebeos) fueron muchas las horas que dediqué a absorber las aventuras del Capitán Trueno, Superlópez, Zipi y Zape, el botones Sacarino, Pepe Gotera y Otilio, Rompetechos etc etc. Pero entre mis favoritos de verdad se encontraba El Corsario de Hierro (con sus inseparables Mac Meck y Merlini), Astérix y sus convecinos de la irreductible aldea gala y Mortadelo y Filemón creados por el gran Ibáñez y que en innumerables ocasiones consiguieron apartarme a base de sonrisas de las frustraciones de aquellas carreras en el patio del colegio y de los suspensos de matemáticas e inglés que ya desde entonces empezaban a aparecer en mi expediente académico.

Trabajaban (y todavía lo hacen pues no ha llegado todavía la hora de sus jubilación) estos dos agentes de la autoridad en la famosa agencia de espionaje llamada T.I.A a las ordenes del gran Superintendente Vicente que no duda en encomendarles las misiones más complicadas.
Pero en esa agencia además de la "atractiva" secretaria Ofelia presta sus servicios también un científico peculiar y extravagante llamado Profesor Bacterio y cuyos inventos o experimentos suelen acabar como un auténtico rosario de la aurora.

Sospecho que el entrenador del Pontevedra debe ser también un asiduo lector de estas historietas de humor maravillosas. Quien no recuerda aventuras como la de "Chapeau el esmirriau" o la de los mundiales de fútbol o juegos olímpicos.
E igualmente colijo de lo experimentos que últimamente viene poniendo en práctica Luisito que su personaje favorito dentro de la T.I.A debe ser el insigne Profesor Bacterio.

Y lo digo porque ayer Domingo se llevaron a cabo varios experimentos a cada cual más curioso en el Estadio Municipal de Pasarón pero lamentablemente adolecieron dichas pruebas experimentales del ingrediente mágico de la gaseosa para haber obtenido un resultado mucho más satisfactorio.

Que el Racing de Ferrol es junto al Logroñés el mejor equipo del grupo es algo que casi nadie debería cuestionar. Pero que el Pontevedra CF compitió en A Malata y en casa frente a los riojanos en la primera vuelta es también otro dato totalmente contrastable. 

Las dos veces se perdió por la mínima pero los que asistimos a Pasaron el día del Logroñes coincidimos en que los granates no le habían perdido la cara al encuentro en ningún momento y por la pequeña pantalla pudimos igualmente comprobar como el Pontevedra aunque romo en ataque si plantó cara en Ferrol hasta que cayó la muralla en los últimos minutos del choque.

Por eso resulta absolutamente incomprensible como nuestro equipo desapareció por completo del campo en el día de ayer protagonizando un partido tan lamentable como frustrante para toda su parroquia.   

Ni se compitió, ni se creyó ni se dio una imagen mínimamente defendible ante los más de tres mil aficionados que ayer nos congregamos en Pasarón.  

Pero volvamos a los experimentos "bacterianos" que acabaron como en la T.I.A con el estudio científico volando en mil pedazos.

De entrada, hay que decir que resulta muy pero que muy difícil intentar discernir como quiso jugar le Pontevedra CF en el día de ayer.

Aparentemente Luisito intentó plantar un 4-1-4-1 ( he aquí el primer experimento) con Queijeiro que sigue sin aportar casi nada de único medio centro con Jacobo y Bello por delante, Hugo por la izquierda y Pedro García por la derecha! ( este es el punto culmen de este primer experimento) .
He visto jugar a Pedro de medio centro defensivo y aportar empuje, presión y potencia al medio campo. Le he visto jugar casi de media punta y tratar de desenvolverse lo mejor posible aunque ya algo desubicado pero lo que me dejó absolutamente ojiplático es verlo ayer a lo largo de la primera parte completamente pegado a banda cuando el Pontevedra tenía el balón y tratar de mover ese corpachón que Dios le ha dado en el alambre de la línea de cal del campo pontevedrés, Es cierto que a veces ese 4-1-4-1 parecía convertirse en un 4-1-3-2 pero lo único que quedaba claro es que el desorden en la filas granates resultaba palmario y evidente 

Llega el segundo experimento que no fue otro que introducir de nuevo a Hugo de titular en el partido de ayer. Seguro que este chaval tiene condiciones y acabará por exhibirlas pero la pregunta es inevitable. ¿Qué ha hecho mal Jandrín para perder su puesto en favor de este hombre "cortado" por el Cádiz( terminología empleada por el propio entrenador granate)?
Ayer el asturiano hizo más en los cinco primeros minutos del partido que el bueno de Hugo en los minutos de los que ha dispuesto en las dos últimas jornadas.

Pero vamos con el tercer experimento. El Racing tiene una corpulencia y altura innegables. Ahora bien, dentro de esa fortaleza general destaca por encima de todos un tipo tan alto como ancho (que no desmerecería entre los fieles gladiadores de Espartaco) de nombre Golobart.
En el primer corner del encuentro la marca de dicho "morlaco" la tenía asignada Campillo. Sí, Campillo. Y Capi? pensábamos algunos. Estará con Joselu que aunque no tenga la pinta de portero de discoteca del central es también muy alto? No. tampoco. Capi estaba sin marca asignada intentando tapar la zona central del área. Bueno, Pues si Capi no está con Golobart ¿Por qué no está nuestro "tanquito" particular que no es tan alto pero sí tan ancho llamado Pedro? Sin respuesta.

El caso es que viene el centro alguien toca mal y Golobart se desprende de Campillo como el anteriormente citado Espartaco de un "tirillas" soldado romano y conecta un potente disparo que acaba con el partido en el minuto cinco.

Porque ahí se acabó el encuentro. En esos minutos, bastantes, entre el 0-1 y el 0-2 el Pontevedra lo intentó pero mostró una incapacidad y una impotencia para siquiera tirarle a portería al juvenil portero ferrolano que convenció a todos los allí presentes que no había nada que hacer.

Fueron minutos en los que Queijiero volvió a demostrar su incapacidad para tomar las riendas del medio campo; en los que Hugo quiso pero nunca pudo; en los que Bello se diluyó por conducir y conducir la pelota en zonas además comprometidas; en los que Borjas volvió a demostrar que no está en su mejor momento aunque siguió partiéndose la cara como siempre y en los que Pedro puso de manifiesto que el experimento nº1 había sido una frivolidad.
Sólo Jacobo intentó y consiguió algunas veces filtrar pases con intención e incluso tirar a portería en un globo inofensivo que causó problemas a un portero visitante que jamás podría haberse imaginado que su debut en este campo iba a resultar tan placentero.

Luego vino la falta que se colgó al área para que Nano completamente solo cabecease obligando a Edu a despejar en felina parada y  provocar un corner en el que la colocación granate volvió a ser dramática y en la que apareció la mala suerte para que un intento de despeje de Jacobo provocara un estrambótico segundo tanto verde.

Como estrambótica fue la jugada del tercer gol a renglón seguido. El agujero defensivo de la banda izquierda y la pasividad del equipo fue tan grande que la sensación de este humilde bloguero al ver a Joselu empujar a placer el tercero no puedo ser más desalentadora.  
     
 Había sido una primera parte lamentable. Jugada sin alma y en la que aunque parezca increíble lo mejor había sido el resultado.

Pero con la reanudación volvieron los experimentos. Dos cambios, Jandrín y Anxo por Hugo y Jacobo. En el caso de este último no tengo claro si esa maravillosa labor psicológica de Luisito (que entre otras cosas le obliga a echar broncas "in situ" y de manera inmediata al según él responsable de encajar un gol) le incitó a sustituirle para culparle del segundo gol ferrolano o simplemente por haber sido el único que intentó hacer algo de fútbol en la primera parte. Prefiero pensar que el cambio se debió a su tarjeta amarilla y un intento de protección pero he de confesar que tengo mis dudas y las dos primeras hipótesis no acabo de descartarlas.

Pero vamos con el experimento nº4. Lo que quizá debió hacerse al inicio del partido de Santiago que no era otra cosa que fortalecer al equipo y cuidarse muy mucho de no encajar en aquella piscina se hace en el inicio de la segunda mitad de ayer con 0-3 en el marcador.

El Pontevedra se coloca con tres centrales (Verdú se une a los dos de siempre) con Anxo y Adrián de carrileros largos. Pedro volvía al centro para acompañar a Queijeiro, Jandrín por la derecha Bello a la izquierda y Borjas arriba. Este sistema duró poco pues rápidamente llegó el experimento nº5. Con el tercer cambio salía al campo Alex por Bello y del 5-4-1 se pasaba a un 5-3-2 que acabó por cierto con los pequeños chispazos de velocidad por banda que había mostrado Jandrín al inicio del segundo tiempo.  

Pero ese quinto experimento no era ese cambio de sistema sino la entrada de Alex.

Creo que todos estaremos de acuerdo en que antes de romperse era este hombre un pilar básico para el equipo y que añorábamos su vuelta para situarlo junto a Kevin y equilibrar al conjunto.

Pues bien, ahora parece que Alex ha pasado a ser el cambio cuando las cosas ya está torcidas y parece que los minutos que le otorga el entrenador para ponerse a tono son los de la basura. Lo fueron en Santiago y lo fueron ayer.

Creo sinceramente que un hombre tan importante como este debe entrar ya desde el principio y aportar hasta que las fuerzas se lo permitan y no sacarle cuando el pescado ya está completamente vendido.

Fue una segunda parte la de ayer todavía más frustrante que la primera. El ambiente que se respiraba tanto dentro como fuera del césped era de partido veraniego contra un equipo de otra categoría y el Racing se limitó a esperar que pasasen los minutos con la cortesía añadida de no querer hacer más daño a un desconocido Pontevedra.

La impresión era que si el Racing necesitara marcar un par de goles más lo haría sin dificultad pero que al no necesitarlos había puesto el piloto automático y esperaba tan solo el pitido final.
Ese pitido final llegó tras un absurdo descuento y el peor partido con diferencia del Pontevedra en casa terminaba con la sensación inevitable de que estamos todavía en caída libre y no se acaba de dar con la tecla que en principio pare el descenso en picado del ascensor para tratar después de volver a subirlo algunos pisos.  

La promoción de descenso está todavía a trece puntos pero la desconexión de estas últimas semanas empieza a preocupar seriamente al entorno de la entidad.

Llega otro derby que exigirá jugar a cara de perro. No se hizo en Santiago ni tampoco ayer. El primer paso para la recuperación (incluso por encima del marcador) es volver a mostrar esa imagen de equipo férreo, peleón e inconformista que tantas veces hemos visto este año.

Para ello no sería malo que el Profesor Bacterio fuera encerrado por Mortadelo en cualquier armario de su laboratorio y apareciéramos en O Bao sin la intención de desarrollar más experimentos estrafalarios.
Seguimos a dos victorias de la salvación y quedan trece encuentros. Lo malo es que ya estábamos a esas mismas victorias cuando eran diecisiete los encuentros que faltaban para el final del campeonato.

Hay que apretarse los machos y hay que hacerlo ya.

   

        

lunes, 8 de febrero de 2016

Derrota en la piscina y en los micrófonos

Perdió el Pontevedra y perdió bien el encuentro de fútbol polo (o water fútbol, como se prefiera) disputado el Sábado en la piscina de San Lázaro.

El conjunto granate fue inferior al Compostela a lo largo de todo el partido y sólo el oasis del minuto 42 de la primera parte en la que llegaron las dos únicas y claras ocasiones de gol visitantes dieron un breve y fugaz halo de esperanza para un cambio de rumbo en el encuentro que nunca llegó.

Es posible que los puntos empezaran a perderse una hora antes de que el balón empezara a ¿rodar? en Santiago. El estado lamentable del césped ( y no es la primera ni la segunda vez que ocurre esta temporada en San Lázaro y alguien debería hacérselo mirar) provocó que el técnico local cambiara por completo el planteamiento trabajado en los días previos para afrontar una situación imprevista y ajustar su plan a ese partido de "water polo con pié" que se iba a disputar en poco tiempo.

Así lo confesó Fredi en rueda de prensa y no pareció ni mi mucho menos una afirmación oportunista tras derrumbar sin paliativos al Pontevedra a base de intensidad, fuerza y convicción.
Decía Fredi que al comprobar que la hierba estaba más para Estiarte, Jennifer Pareja o Mireia Belmonte que para otra cosa decidió cambiar el sistema de juego e incluso a algunos jugadores que inicialmente iban a ser de la partida. 

Y efectivamente el conjunto santiagués apareció en el campo con tres centrales para dotar de más altura y fuerza física a su equipo además de dejar en el banco a un jugador habilidoso donde los haya y que ha llegado a la capital de Galicia en el mercado invernal como Bicho cuyas características no se adaptaban en absoluto al ¿fútbol? que iba a tener que practicarse esa lluviosa tarde sabatina.

El Pontevedra al parecer se limitó a "rezar" para que la lluvia fuera a más y provocase la suspensión del partido (Luisito dixit) y como esa circunstancia no se produjo no acompañó dichas plegarias con un equipo más idóneo a las circunstancias sino que continuó con su misma idea aún a sabiendas que existía un peligro cierto de naufragio.

Así las cosas, por detrás de Borjas se alinearon tres hombres de claro perfil técnico, de conducción y juego a ras de suelo como Hugo, Bello y Jacobo además de Queijeiro en el medio campo al lado de Kevin Presa. Adrían volvía a ocupar el lateral derecho y la pareja tradicional Capi y Campillo formaban la parte central de la defensa.

No se sabrá nunca que habría pasado si el Pontevedra hubiera decidido saltar al campo con dos o tres hombres de otro perfil. Resulta absurdo afirmar que el resultado de esa manera podría haber sido diferente pero es que ese debate quien lo pone encima de la mesa es el propio entrenador granate (que aunque no lo parezca no ha inventado al Pontevedra CF) en otras declaraciones post partido plenas de contradicciones e incoherencias que no hicieron sino aumentar la sensación de desazón que la dura derrota dejó en este atribulado bloguero.

Y es que Luisito con ese tono eternamente retador que suele utilizar sobre todo cuando las cosas no salen bien afirmó que el Pontevedra no juega nunca directo porque no tiene jugadores "grandes" para ello para a renglón seguido afirmar que si creemos que podemos jugar al pié por haber traído dos jugadores "cortados" del Ucam y del Cádiz que apañados vamos. Por supuesto, antes de todo ello y de pedir perdón a la afición (cosa que le honra) también decidió pedir disculpas a la Junta directiva que le trajo lo que el pidió dentro de las limitaciones del club.

Terminó diciendo Luisito que a pesar de todo él no quiere "matar" a los jugadores que ya los "matará" entrenando durante esta semana ( supongo que para purgar los pecados cometidos el pasado Sábado).

Me interesa especialmente el tema de si tenemos o no tenemos jugadores corpulentos para afrontar partidos estríctamente físicos como el que se nos puso inesperadamente por delante en Santiago de Compostela.
La conclusión es clara, el Pontevedra no es un equipo alto en centímetros y quizá tampoco en exceso potente en kilos de peso pero podría haberse puesto más empaque y envergadura en San Lázaro hace dos días? La respuesta es claramente sí.

Vaya por delante que un jugador idóneo para esta clase de partidos en los que lo crucial es no encajar e intentar aprovechar alguna acción aislada para adelantarse no estaba disponible. Me refiero a Pedro García, jugador racial con fuerza física y potencia que se encontraba sancionado por acumulación de amonestaciones.

Pero en el banco sí se quedaron dos de los tres jugadores más altos de esta plantilla y que podrían haber colaborado (hablo en hipótesis) a resguardar mucho mejor la portería en aquellas jugadas en las que se veía que podían llegar los goles, las jugadas a balón parado.
¿No son Bruno y Carnero altos? ¿No podrían haber ayudado a capear el temporal (nunca mejor dicho) y el drama en que se convertía cada corner o cada falta lateral para el Pontevedra el Sábado?

Sin olvidar tampoco el hecho de que Alex Fernández (que bien que estás de vuelta)  salió a disputar toda la segunda parte en sustitución de un desdibujado y en mi opinión demasiado fino para estas lides Alvaro Queijeiro. No se pensó en ningún momento, por tanto, en alinear de entrada a un Alex que bien parece más apropiado para estas batallas que el ex deportivista?

Insisto. Posiblemente hubiéramos perdido igual pues en la estrategia tanto defensiva como ofensiva lo que prima es la concentración y la intensidad y en esa faceta el Compostela nos ganó por goleada el otro día pero con lo que no puedo comulgar es con el dato de que el Pontevedra no habría podido ofrecer otros argumentos de entrada más acordes con el penoso estado del césped de San Lázaro.

Si por algo destaca Bruno es por su juego por arriba y dada la inutilidad de los laterales en ataque (por ese agua que impedía conducción alguna) no estaría demás pensar sino habría estado mejor haber colocado a Campillo en esa zona en lugar de un Adrían menos apto para repeler pelotazos por arriba. De la misma forma, es discutible también la alineación de un hombre como Hugo al que se le vio perdido en un escenario muy apartado del ideal para sus presuntas condiciones y haber colocado a Carnero exclusivamente por su mayor capacidad para ayudar en el juego aéreo.

Pero es que tampoco encuentro explicación a la afirmación de Luisito por la que critica a sus hombres por querer jugar al pié. No la entiendo, de verdad.

Es evidente que no era posible jugar a ese fútbol en San Lázaro pero es que ese es el modo de juego de la mayoría de hombres que saltaron al campo y no se le puede pedir, creo yo, a los tres mediapuntas o a Borjas que salgan vencedores en duelos por arriba o incluso en balones divididos con gente como Catú, Moreno, Josu o Sánchez porque llevarán siempre las de perder. 

De todas formas, no aprecié ne ningún momento desidia o prepotencia en ninguno de los jugadores del Pontevedra CF que salieron al campo y sí a un equipo que durante toda la temporada y más en estas últimas semanas sufre sobremanera en los balones aéreos defensivos.
Estos partidos en los que construir algo parecido a balompié es imposible se acaban decidiendo el 90% de las veces a balón parado y en esa faceta ni el portero ni los jugadores pontevedreses estuvieron a la altura el otro día.

Ya antes del 1-0 pudo llegar el gol en otro corner que pudo atajar Edu de milagro y lo cierto es que cada vez que volaba un balón por nuestro área la sensación de peligro era evidente.

LLegó el primero y aprovechando la gran ventaja que otorga ponerse en ventaja y más en un campo en esas condiciones pudo el Compostela por medio de Martí hacer dos goles más. Especialmente clara fue la ocasión desperdiciada por el nueve rival tras estrepitoso fallo de Verdú a la altura del punto de penalti.

Luego llegó ese minuto 42 en el que primero Jacobo y luego Capi pudieron cambiar el signo del encuentro pero Guillén actuó con acierto y envió al limbo las opciones granates.

Había sido una primera parte waterpoliana en la que el Pontevedra acabó por detrás en el marcador pero en la que había conseguido a duras penas mantener el partido con vida. He de decir, por cierto, que a pesar de la mención quizá un poco inoportuna de Luisito de los nuevos en rueda de prensa uno de ellos, Bello, volvió a ser de lo más potable del conjunto granate intentándolo siempre y siendo objeto de numerosas faltas no castigadas disciplinariamente por un colegiado que no influyó para nada en el marcador pero que a la hora de repartir tarjetas se olvidó la balanza y la espada en su vestuario.

La segunda parte tan solo duró a efectos prácticos cinco minutos. Primero Borjas ve como se le señala una falta inexistente cuando podía encarar con ventaja el arco local. A renglón seguido intenta el mismo Borjas una vaselina inteligente que se marcha fuera. Y por desgracia a continuación llega la falta en la que un error muy grave de Edu provoca el 2-0.

Ahí terminó el partido de Santiago pero no otras consecuencias perfectamente evitables de cara al derby contra el Racing de Ferrol.

Nada más encajar el segundo, Carnero entró al campo en sustitución de Hugo pero cuando se produce una decisión inexplicable es con el tercer cambio. Este se realiza sólo dos minutos antes de encajar el tercero y puedo asegurar que lo primero que dije al ver el movimiento es que Kevin podría acabar en la calle.
Decidió Luisito sacar al ¿césped? a Jandrín no se sabe muy bien para qué pues a esas alturas el campo estaba ya impracticable y las veloces conducciones del asturiano resultaban harto improbables pero lo peor es que el sustituido fue Campillo.

Esto motivó que el Pontevedra pasase a jugar con un extraño 4-2-4 con Jacobo acompañando a Alex en el medio campo y que Kevin con tarjeta amarilla desde la primera parte pasase a jugar de central con Capi.
Primero, el propio Kevin se equivoca al trazar el fuera de juego en la jugada del tercer tanto en el que el agujero defensivo por banda izquierda fue de proporciones enormes. Pero lo más triste es que en la última jugada del partido derriba a un rival provocando un claro penalti que le cuesta la segunda amarilla y no estar disponible para el próximo envite. 

A Lunes por la mañana todavía no entiendo ese cambio. No por el hecho de arriesgar y meter a Jandrín por un jugador más retrasado. Se perdía y buscar jugadores de ataque resulta lógico sino por el hecho de no sacar directamente del campo al tarjeteado Kevin y seguir con la pareja de centrales intacta.
Lo único que puede explicarlo, lo único, es que las molestias de Campillo se hubieran reproducido y se intentara protegerlo. De lo contrario creo que el error cometido resulta bastante palmario.

Sea como fuera y a pesar de haber logrado tan solo dos puntos de los últimos doce no me bajo del caballo ni mucho menos. Sigo pensando que la temporada del equipo está siendo muy buena y el objetivo marcado sigue estando muy cerca. 

Quizá un poco todos, no sólo los aficionados, sino el propio vestuario y el Consejo hemos hablado de jugar el play off un poco pronto.
Sabíamos que lo primero era llegar a los 45 puntos y luego soñar con fuerza y tal vez nos hemos dejado llevar por la inercia tan positiva del equipo que acompañaba resultados con un juego sólido y convincente.

A lo mejor es hora de volver a rebajar esa euforia y pensar que quedan catorce partidos para finalizar el campeonato y que obligatoriamente hay que ganar dos para sellar aquello para lo que realmente se salió esta temporada, el logro de la permanencia.

Con los 45 en el capacho sí estaremos legitimados para pensar y evocar lo bonito que sería colarnos arriba pero antes hay que conseguir esos puntos que faltan y que algunos hemos dado por logrados antes de tiempo. 

Llega el líder el Domingo y eso lejos de provocar temor debe producir energía y motivación. El equipo debe recuperar su alegría y su confianza y que mejor escenario para hacerlo que recibir a un Racing en plena batalla por el primer puesto con la SD Logroñés del recientemente incorporado Adrián Cruz.

Creo firmemente que podemos vencer pero para ello se deberá ofrecer la mejor versión del Pontevedra CF. 
Allí estaremos para vivirlo y para aplaudir a un equipo que no debe bajo ningún concepto venirse ahora abajo.   
  



       
        

lunes, 1 de febrero de 2016

Puntos que se van para no volver

Hace apenas dos semanas el Pontevedra CF no era capaz de pasar del empate sin goles en Pasarón ante el Cacereño. Había sido un partido espeso, gris y trabado en el que los granates no lograron imponerse casi en ningún momento al rival y al término del encuentro casi todo el mundo estuvo de acuerdo en afirmar que no había sido un buen día para el equipo y el empate no produjo más sensación que la lógica decepción por el resultado.

Si realizamos ese mismo "análisis de sensaciones" tras el partido disputado ayer frente al Lealtad, a esa nueva decepción por no lograr la victoria se le une sin duda alguna un enorme componente de amargura y desazón por haber dejado escapar dos puntos de oro en un encuentro que el Pontevedra no ganó por sus propios errores tanto en ataque en el primer tiempo como en defensa en el segundo.

Porque en esa primera mitad el Pontevedra Cf perdonó lo que no está en los escritos y dejó vivo un partido que debía haber quedado resuelto en la media parte. 
En ese primer tiempo los granates rompieron la defensa asturiana en innumerables ocasiones con un Jacobo espectacular que encontró en el debutante en casa Bello un perfecto socio para su juego combinativo. Fue precísamente el debutante el que filtró un buen balón a la espalda de la defensa aprovechando un gran desmarque del centrocampista de Bueu. Este controló con calidad el balón y viendo la salida del portero rival le colocó de manera magistral la pelota por encima haciendo el 1-0 y poniendo el partido en franquicia para los locales. Ya antes de esta acción el Pontevedra había conseguido un gol gestado en banda izquierda que el árbitro decidió anular por fuera de juego discutible de Verdú pero es que tras el tanto que sí subió al marcador las ocasiones granates no pudieron ser más claras.
La primera llegó en un tres contra uno (sí, tres contra uno) en el que Bello decide ser egoísta y no ceder la bola a Borjas para que la empujase sin portero. El ex del UCAM eligió seguir con la pelota hacer un bonito recorte al único defensa que seguía la jugada y estrellar el balón contra el portero desaprovechando una jugada de gol sí o sí. Pero es que poco después, en otro contragolpe, el propio Bello sí coloca un pase medido al propio Borjas para dejarlo solo delante del guardameta pero el canario envió su lanzamiento al poste tras tocar levemente el tal Porrón que a pesar de su rimbombante apellido que a los cuarentones nos recuerda un conocido garito otrora existente en la ciudad demostró ser un pedazo de portero.

No quedó ahí la cosa pues no demasiados minutos después, Jacobo sacaba con picardía y calidad una falta con rapidez hacia Borjas que es derribado en el área produciéndose el señalamiento de penalti. El propio ariete granate decidió lanzarlo y marrarlo al adivinar otra vez Porrón el lugar por el que el "9" mandó un demasiado manso disparo.

Ya antes de esta pena máxima el Lealtad había gozado de una buena ocasión al lanzar fuera Beda un balón en una acción en la que Campillo inexplicablemente le dejó el camino libre. E incluso en la última jugada del primer tiempo los de Villaviciosa también pudieron empatar en una jugada preñada de fallos que finalmente terminó en corner.

Una primera parte pues de 3-0 terminaba con un resultado mínimo a favor y quien más quien menos pensaba que podríamos acordarnos y mucho de las acciones clarísimas de gol que se habían desperdiciado lastimosamente.

Pero lo que poca gente esperaba ( o por lo menos yo desde luego no) es que el Pontevedra ofreciera el desbarajuste defensivo que se pudo contemplar tras el descanso.

Desde el minuto uno del segundo tiempo el Lealtad convirtió las dos bandas en autopistas para crear superioridades y peligro constante sobre el marco de Edu y ya antes del empate habían dispuesto los visitantes de tres ocasiones buenas para haber igualado el partido.
En dos de esas ocasiones Edu respondió bien y en la tercera un defensa granate apareció milagrosamente para enviar a corner un balón de gol que un delantero rival tardó demasiado en rematar.

Fueron minutos, esos anteriores al empate, que se veía que la cosa no marchaba. Miguel Loureiro (que ocupó el lateral derecho por la lesión de Adrián) había aguantado el tipo atrás en la primera parte pero en la segunda se veía desbordado continuamente por su flanco. En el lateral izquierdo Verdú tenía cada vez más problemas con un hombre de refresco introducido por los visitantes (Alex) y el empate se estaba viniendo venir como una circunstancia lógica de lo que estaba pasando sin que nadie en el Pontevedra acertara a corregir errores cuando aún había tiempo.

Con esas "autopistas" en las bandas y una distancia entre líneas mucho más grande de lo aconsejable el Pontevedra no fue capaz de reaccionar y vio como en una acción a balón parado llegaba el tal temido empate a un gol.
En alguna ocasión con el marcador a favor nos hemos refugiado para buscar más cohesión y ayudas defensivas en un trivote (Kevin, Alex, Pedro  por ejemplo) pero ayer el técnico no vio necesario introducir cambios antes del empate y los que realizó después no provocaron más que otro tiro en el ya maltrecho pié del conjunto granate.

Ese primer cambio (Campillo por Pedro) podría entenderse en el caso del sustituido por los problemas físicos del central vigués aunque minutos antes de ese cambio Bruno incluso dejó de calentar en la banda y corrió al banquillo para salir al campo y una última pregunta de Luisito a Campillo fue contestada con rotundidad por éste: "Estoy bien, aseveró el central y por ello Bruno volvió a la banda.
Entendamos pues que las molestias muy pocos minutos después fueron a más pero lo que no es tan fácil de explicar es que intentaba el mister con la entrada de Pedro al terreno de juego una vez empatado el partido. Kevin pasó al centro de la defensa y si ya el Pontevedra estaba teniendo problemas para tener la pelota, con la entrada de Pedro ni se mejoró en esa faceta ni se taponaron las vías de agua en los laterales que siguieron vertiendo agua de manera escandalosa hasta el final.

Pero si un poco raro resultó el primer cambio, el segundo (en opinión siempre de este profano futbolístico bloguero) no fue menos sorprendente. Entraba Carnero en el césped pero lo hacía en sustitución del mejor jugador del Pontevedra ayer a bastante distancia del segundo, Jacobo. "Está cansado hombre" me decía un vecino de grada de tribuna. "Puede ser -contesté yo- pero prefiero a un jugador cansado que crea peligro en tres cuartos cada vez que coge el balón que a otro fresquito y que no tenga clara la naturaleza esférica de la pelota".

El caso es que la segunda parte fue discurriendo con un Pontevedra agarrotado por la situación y un Lealtad cicatero que no se decidía a lanzarse a por el partido con decisión. Luisito decidió agotar los cambios metiendo a Anxo por Jandrín y el Pontevedra pudo volver a ponerse por delante en un buen remate de Borjas respondido en gran intervención una vez más por el arquero asturiano. En esa jugada, el rechace del meta lo recibió Anxo que pudo parar, controlar e incluso penetrar en área pequeña pero decidió pegarle de primeras mandando el cuero al segundo anfiteatro de norte.

Y en estas que el Lealtad a falta de doce minutos decidió coger otra vez la autopista, esta vez la de la izquierda defensiva granate. Balón enviado a esa banda "defendido" a distancia por Verdú y sin que Anxo colaborase en la causa y centro fácil para que Beda con clase pusiera el 1-2 y asestara un mazazo de consideración a la línea de flotación pontevedresa.

Claro que esa Virgen  que se le apareció al Lealtad en la primera parte decidió aparecerse por una vez al Pontevedra y nada más sacar de centro un balón cedido por Borjas a Bello es rematado por este (creo que con la colaboración de un defensa) al fondo de las mallas.

"El mal el menos" pensaba este atribulado articulista que ya había imaginado el pesaroso retorno a casa con la derrota en la mochila.

Pero el partido era un carrusel sin control y el Pontevedra pudo incluso ganarlo poco después tras marcharse Borjas en emocionante carrera de un par de defensas asturianos y rematar a puerta encontrándose otra vez con ese dichoso poste que escupió la pelota fuera del marco.

Pero también se pudo perder. Jugábamos ya con 10 tras haber visto Pablo la segunda amarilla por intentar poner un poco de orden en la autopista regentada por Verdú y en una jugada confusa el balón se le escapa a Edu y acaba entrando en la meta granate por un jugador visitante que al parecer estaba instantes antes en fuera de juego.    
       
Con el pitido final (y eso sí, con un Pontevedra buscando la victoria aún a pesar de la inferioridad numérica) no pude evitar sentir el primer disgusto serio de la temporada. Se había dejado escapar un partido que nunca debió marcharse y estos dos puntos de oro no volverán jamás.

Siendo excesivo lo que se perdonó en el primer tiempo, lo peor en mi opinión fue la fragilidad defensiva exhibida en el segundo tiempo solo comparable a la de la segunda parte frente al Izarra que encaramos con 3-1 en el marcador.

Se pueden marrar ocasiones tan claras como las de ayer, fallar penaltis, estar más espesos en el juego pero lo que no debe perderse nunca es esa imagen de equipo serio, cohesionado y en bloque que en la segunda parte de ayer no vimos por ninguna parte.
A veces resulta mas recomendable leer bien un partido y tomar medidas a tiempo antes de lanzar broncas tribuneras a diestro y siniestro a los jugadores nada más cometer errores que lo único que contribuyen es a aumentar el desconcierto o el nerviosismo y que además resultan injustas pues no hay nadie que pueda echarle esas broncas "in situ" al entrenador.

Pero para acabar con algo de positividad este artículo me gustaría quedarme con el irrefutable hecho de que contamos ya con 39 puntos y que a falta de 15 partidos para el final nos restan sólo dos victorias para conseguir la permanencia.
Me quedo también con el hecho de que a pesar de haber sumado tan solo dos de los últimos nueve puntos en juego seguimos ocupando la cuarta plaza en la tabla y de lograr rápido la salvación no parece que dicho lugar en la clasificación resulte inaccesible para el Pontevedra habiendo visto al resto de los rivales que luchan por ella.

Por último, la primera opinión sobre Antonio Bello es positiva. Es cierto que se mostró individualista en una acción en la que debió ceder la pelota a Borjas pero el pase del primer tanto fue suyo, otro precioso pase suyo dejó solo a Borjas ante el portero y el segundo tanto llevó su sello. Me pareció un jugador con una calidad técnica apreciable; jugó por la izquierda a pierna cambiada casi todo el choque pero le gusta venirse al centro para combinar y dotar al balón de una buena circulación.
Es una primera impresión, evidentemente, pero parece que su incorporación al equipo puede resultar importante.

También se ha fichado a Hugo Rodríguez que llega del Cádiz. Llega con buenas credenciales e ilusiona pero también es media punta,
Quizá tengamos algo de overbooking en esas posiciones por detrás de Borjas ( los dos nuevos, Jacobo, Mouriño, Jandrín..) pero si Hugo expone sobre el césped la calidad mostrada por Bello el equipo lo agradecerá pues mientras nadie diga lo contrario los buenos jugadores siempre serán bienvenidos a la vera del rió Lérez.