lunes, 28 de marzo de 2022

Caos, lucha, fútbol y la sonrisa de un mito.

Más gente en las gradas. 

Norte rugiendo y enarbolando banderas. 

Las siete de las tarde, horario de play off. 

Tarde soleada y con cierto calor, ese que condena cazadoras a butacas contiguas e incluso aconseja brazos arremangados a la altura de los codos. 

Hierba verde, brillante, casi provocadora de la que resulta difícil apartar la mirada.

Rival rocoso que lidera la tabla y al que hay que ganar de cualquier manera para seguir aferrados al objetivo de acabar primeros.

Partido grande. Nervios, tensión, ambiente teñido de color granate y el recuerdo de un mito, que en otra época (que parece otra vida) capitaneó a un equipo de leyenda, reinando en la mente de todos aquellos que pudieron verle sobre el césped y también en la de aquellos que crecieron y soñaron con las hazañas del "3" y  de su gente.

De entrada, sorpresa.

Posiblemente el jugador más importante no ya de nuestro grupo (eso creo que no arroja duda alguna) sino de toda la categoría, tendría que esperar en el banquillo.

Arriesgada decisión? Seguro. Equivocada? Probablemente.

El Adarve empuja primero hasta que el capitán en 2022 que no lleva el "3" pero sí el "7" conecta un zurdazo imponente que casi revienta el larguero madrileño metiendo al Pontevedra en el choque.

Como un presagio de lo que minutos después pasaría, el Adarve conseguía en cada balón en largo desde su portería, imponerse por arriba a nuestro mediocentro y centrales provocando cierto peligro en esas peinadas de cabeza que creaban cierta inseguridad en la zaga.

Aún así, el Pontevedra tocaba rápido y tocaba bien bajo la sinfonía de un Yelko que por fin recuperó su "k" y además mayúscula.

La pelota llegaba con asiduidad a las bandas con ventaja. Por la derecha Rubio y Seoane se las arreglaban para en ocasiones enganchar centros decentes que creaban peligro al contrario. Por la izquierda Alex hacía daño igualmente pero Araújo (esfuerzo probado al margen) volvía a desesperar con centros deficientes que hacían un poco más fuerte al Adarve.

Y llegó el 0-1. De una forma primitiva, o paleolítica, si lo prefieren.

Pelotazo desde la zona defensiva, anticipación de cabeza de un rival a Soto y desatención de Churre en la marca que permite encarar a un atacante a Cacharrón y batirlo con contundencia.

Lo peor que creíamos podía pasar, sucedió. El Adarve por delante y el tiempo que se haría cada vez más escurridizo jugando en contra del Pontevedra.

Y el intento de "mensajerización" del partido por parte del líder no se hizo esperar.

Hombres al suelo, desvanecimientos súbitos, calambres tempraneros etc etc.

A pesar de ello, el equipo no se abatió. Siguió desplazando el balón con solvencia y llegando al área madrileña con notable asiduidad.

Pero el gol no llegaba. No lo hizo ni en un par de ocasiones de Brais (una de ellas muy clara) ni en otra de Seoane que no conectó bien una volea en posición envidiable.

El giro de guión, sin embargo, llegó sobre la bocina de esa primera mitad.

En un nuevo intento "mensajerizador" del Adarve, uno de sus jugadores ya amonestados desplaza con total descaro una pelota que ya se había ido fuera por encima de la valla de la unión del fondo norte con tribuna.

Fue en ese momento cuando el árbitro separó su actuación de la de aquel colega de infausto recuerdo del último playoff de ascenso a 2ªB. 

Ni corto ni perezoso se dirigió hacia el "listo" infractor y le sacó la segunda amarilla ante la algarabía de un público que al igual que nuestros jugadores supieron presionar en ese momento al "trencilla" para que no tuviera más opción que echarle.

Tras el descanso salió Charles, como todo el mundo preveía y la situación requería, por un Araújo al que se insiste no se le discute su esfuerzo pero sí su acierto.

Se empató pronto. 

Todo el peligro que no se creó por banda izquierda en toda la primera mitad, fue compensado en tan solo cinco minutos por Alex que envió un bonito centro al área que fue rematado hasta por dos veces por Charles que no tardó en hacerse notar. La primera con la cabeza, la sacó el portero. La segunda también con la cabeza, la rechazó un defensa pero la tercera con el pié y de Rufo acabó en las mallas.

Si la "mensajerización" en la primera parte fue notable, tras ese empate volvió a protagonizar la actuación del U.Adarve.

Fue ese momento el primero en el que el Pontevedra entró en el juego de provocaciones del rival y en una trifulca Charles vio una tarjeta amarilla por esa costumbre que por desgracia tiene a meterse donde no debe pero que en esta ocasión no acarreó más consecuencias que esa amonestación.

Y el panorama volvió a torcerse cuando menos se esperaba.

Una falta lejana a favor del Adarve acaba con un estrafalario despeje en semi fallo de Cacharrón en el que se lleva medio por delante a un compañero y a un rival.

El penalti puede entrar claramente en la categoría de "raritos" pero lo que volvió a poner de manifiesto es la cantidad ingente de problemas que tiene el equipo para defender esas acciones.

Con el 1-2, a pesar de la superioridad numérica, el partido no pudo ponerse más peligroso pero al igual que la acción del penalti resultó sorprendente y no se correspondía con lo que estaba pasando en el césped, también resultó una sorpresa muy agradable la capacidad que tuvo el Pontevedra de seguir moviendo el balón con inteligencia y aprovechando el exagerado bloque bajo que adoptó el rival en muchas fases del partido.

Se tocó el balón de un lado a otro pero volvió a ser desde la izquierda dónde se encontraron las pepitas de oro.

Centro de Brais desde ese sector aunque con su pierna derecha y llegada desde atrás de Charles para conectar una de sus botas con el balón y alojarlo en la red.

Sin casi tiempo para respirar, otra jugada de Alex por la izquierda. Otro centro notable al corazón del área y esta vez Yelko llegando desde atrás protagonizaba un precioso remate que nos ponía por delante y volvía loco a todo el que en Pasarón estaba presente.

En ese momento parecía que el Pontevedra, de seguir atacando, podría haber sentenciado el partido con otro tanto.

Sin embargo, los últimos quince minutos de juego, constituyeron el segundo momento en el que el equipo pareció entrar en el juego del rival e introducirse en una guerra de guerrillas de la que podríamos haber salido bastante mal parados.

Es cierto que Brais pudo hacer el cuarto en un lanzamiento que se fue rozando el palo pero la realidad es que el Pontevedra, a raíz de un triple cambio del Adarve, entregó voluntariamente el balón al rival y entró en ese riesgo de permitir algún corner o falta lateral en la que la superioridad numérica pierde toda importancia.  

Como viene siendo habitual los cambios llegaron tarde, solo para perder tiempo y no tratar de volver a coger la batuta del juego y minimizar las posibilidades del rival.

No estoy diciendo que no se tenga oficio que claro que hay que tenerlo y hay que ver como lo echamos de menos en Coruxo, sin ir más lejos.

Ayer el Pontevedra sí paró el partido y mostró más experiencia que otras veces. 

De lo que hablo es de que, al menos este atribulado bloguero, sigue añorando que desde el banco se tomen decisiones que mejoren al equipo sobre el césped, más allá de la incuestionable decisión de meter a Charles por Araújo tras el descanso.

No entendí muy bien como con los problemas que manifestaba Seoane desde hacía minutos, el segundo cambio en el 89 sea el de Oier por Brais y a renglón seguido tenga que hacerse el del exjugador del Racing cuando ya volvía a estar en el suelo antes de ese cambio y la demora nos costó jugar con diez durante unos segundos preciosos.

Después dos cambios más en el 90 y esa sensación de improvisación. De que esas sustituciones se hicieron para parar el crono pero no para buscar un plan coherente de juego con el que acabar el partido.

En los casi 10 minutos que prolongó el árbitro, la situación no era la de control del partido sino la de temor ante la posibilidad de que llegara una acción aérea del rival que echara por tierra una victoria que se había merecido con creces.

Acabamos, por ejemplo, con tres centrales y Oier de lateral largo por la derecha, sí, Oier que tiene muchas virtudes pero entre ellas no se encuentra precisamente una atención defensiva especialmente férrea. 

Llegó ese córner postrero para el rival tras un lanzamiento desde lejos que tocó en un defensa y no salió demasiado lejos de la portería. Ese córner lo sacó Charles de cabeza y todos respiramos.

Llegó otro lanzamiento, eso sí muy flojo e igualmente lejano, que atrapó Cacharron sin problemas y finalmente escuchamos el silbido final del coleigiado que ponía punto y final a un partido que merecimos ganar pero en el que jugamos con fuego confundiendo un poco ese oficio con volverse un poco locos.

El Pontevedra ganó un partido clave y lo hizo con justicia.

Volvió a mostrar esa frescura y esa chispa con la pelota que ya apareció en O Vao y de cuya continuidad va a depender muchísimas de las opciones que todavía tenemos para ascender directamente.

Demostró, además, personalidad y coraje en muchas fases del partido en la que los problemas en forma de goles del contrario no fueron obstáculo para seguir percutiendo y terminar por derribar a este Adarve tan correoso.

Dicen los que vieron jugar a Cholo que la brega, el esfuerzo y el corazón no eran ingredientes que el lateral zurdo pontevedrés negociase nunca en su carrera.

Había que jugar bien al fútbol pero también había que sudar, que correr y que honrar el escudo y la camiseta que para él fueron tan importantes.

En un día triste en el que el mayor referente de la mejor época de la entidad nos ha dejado, me reconforta haber visto a un Pontevedra "tocón" como en él es habitual pero también rebelde ante la adversidad, incansable en el esfuerzo y convencido en todo momento de la victoria.

Es posible que el gran capitán si hubiera tenido la oportunidad de ver el partido hubiera ensayado una sonrisa y se hubiera sentido satisfecho porque por encima de todo el esfuerzo no se negocia.   

       

     

martes, 22 de marzo de 2022

Si es cierto que nunca nos rendimos, ahora hay que demostrarlo

 No es fácil ser del Pontevedra CF.

O por lo menos no lo es desde hace ya demasiado tiempo.

Pocas alegrías y demasiadas decepciones jalonan la historia granate desde hace décadas en la que solo en ocasiones puntuales (primeros años del siglo XXI) consiguió asentarse, por lo menos, entre los clubes potentes de la categoría de bronce del fútbol español.

Sin embargo, hasta en esas temporadas de grandes plantillas, "desgracias" futbolísticas como las del Sevilla B e incluso Cordoba o decisiones sencillamente intolerables como las de aquel Figueroa Vázquez (hoy en 1ª) en Alcorcón, apartaron al Pontevedra del fútbol profesional en la que solo pudo jugar la campaña 2004/2005 y sellaron su siguiente fase de existencia entre deudas, preocupaciones, gestiones rocambolescas y una insoportable irrelevancia deportiva.

Que no sea fácil, que el camino de la entidad no haya encontrado desde hace tanto tiempo más que baches y socavones en su recorrido, no quiere decir que no sea precioso sentir el color granate hasta el último poro de la piel.

Este atribulado bloguero debe confesar que no entendería la vida sin llevar este sentimiento en su interior. 

Que le resultaría muy extraño vivir sin haber conocido lo que significa querer al Pontevedra CF y haber reído al compás de sus triunfos y llorado con sus fracasos.

Que identificarse con su camiseta, con su escudo, con su historia, es una de esas cosas que está tan cosida en el interior de mi corazón que ya no podría entender lo que me rodea, ni lo que me rodea entenderme a mí, sin llevar a gala el orgullo de permanecer como socio a esta familia desde que era un niño muy pequeño.

Por eso cuando pasan cosas como la de este pasado Domingo en el campo de O Vao, lo primero que alcanzo a sentir es algo parecido a lo que debe experimentarse cuando una afilada daga se clava en tu cuerpo y puebla de gélido dolor durante unos segundos al organismo que la recibe.

¿Cómo es posible que no se haya ganado este partido? ¿Cómo demonios nos volvamos con un empate que sabe a derrota después de haber sido, esta vez sí, muy superiores a nuestro rival?

Fue el Pontevedra CF inmensamente mejor que "ese club humilde" al que se enfrentaba en el espacio del campo que va desde un área a la otra y solo su torpeza a la hora de definir dos o 3 ocasiones de las "infallables" y, sobre todo, una actitud defensiva inexplicable en la prolongación, lo que propiciaron que otra tremenda decepción se adueñara de todos los seguidores granates en el momento de producirse el empate a 2.

Jugó el Pontevedra CF como hacía casi dos meses que no lo hacía. Lo hizo con empate a 0, perdiendo 1-0 e incluso ganando ya 1-2.

Movió la pelota con una velocidad, una alegría y una frescura que recordó a la que teníamos cuando enlazamos muchas victorias seguidas y se minimizó a un rival que venía lanzado, que no quiso que casi nadie de Pontevedra estuviera en sus gradas y que celebró como un título un empate que en muchas fases del partido ni imaginaron que podrían llegar a alcanzar.

Ni el penalti inicial fallado por Brais frenó ese juego vistoso de los granates. 

Ni tampoco lo paró la clara decisión de su rival de esperar y tratar de hacer daño con una contra (es fácil decir en entrevistas que no, que se va a atacar y luego hacer lo contrario sobre el césped) y haberlo conseguido a través de un centro en el que jamás debió permitir nuestra defensa que el balón llegara al segundo palo.

Ni el fallo de otras ocasiones en las que a veces el poste u otras la indecisión impidieron sacar rédito.

En esta ocasión el Pontevedra sí parecía que había decidido que el tiempo de las "bromas" había terminado y que se tenía que ganar ese encuentro por lo civil o por lo criminal.

Y esa decisión se puso sobre el tapete al comienzo de la segunda parte en la que el equipo empató, se puso por delante y no sentenció porque Rufo falló lo infallable en una dejada preciosa de un descomunal Brais en el 2º tiempo, al no lograr embocar el balón cuando solo un jugador de campo se encontraba bajo palos de la portería viguesa.

Aún con ese error que aguó un poco el fenomenal inicio de la segunda parte granate, el Pontevedra siguió controlando y llegando al área contraria aunque no ya con tanto peligro (a excepción de otro lanzamiento al larguero, esta vez de A.Rubio) y no parecía que el Coruxo pudiese reaccionar.

Sin embargo, el rival hizo sus cambios y alrededor del minuto 75 (coincidiendo más o menos con un gran lanzamiento de Alex Ares que a punto estuvo de significar la igualada) el partido comenzó a girar un poco.

No es que el Coruxo se mostrase superior en ese último cuarto de hora pero sí que se veía una pequeña pérdida de control del Pontevedra que ya no dominaba tan a placer la situación.

Quizá (y solo quizá, porque hablamos de fútbol ficción), el cambio de Rey por Yelko hubiera sido más efectivo de haberse realizado 10 minutos antes y hubiera ayudado al equipo a tener más presencia y fortaleza en el medio. Quizá. 

Quizá esos tres cambios tan postreros contribuyeron a cierto desorden del equipo pues a esas alturas poco iban a poder cambiar en la dinámica. Quizá. No lo sé.

Lo que sí sé es que el Pontevedra no puede defender así de mal una prolongación del tiempo reglamentario ni el Domingo pasado ni nunca.

Se hayan efectuado dos cambios, tres o dieciocho.

Ya antes del empate, el Coruxo estuvo a punto de igualar en una opción en la que hasta 3 remates pudieron hacer dentro del área, resultando especialmente llamativo el tercero de ellos por la pasividad desquiciante de hasta tres defensas nuestros que permiten rematar a un rival no entrando su balón de verdadero milagro.

Luego llegó el mazazo. Pero ese mazazo llega por algo. No podemos engañarnos. No llega de una brillante acción individual ante la que no hubiera quedado más remedio que resignarnos. 

No.

El gol se produce después de que primero Seoane vaya a una anticipación temeraria dejando expedita la banda derecha de nuestra defensa. Una vez producido el centro, nos encontramos a un Churre sorprendetemente corriendo hacia nuestra portería y no bien situado. Por ello intenta un despeje estrambótico de espaldas que no hace sino empeorar la situación. Luego Araújo (alguna vez pondrá un buen centro?, por cierto) bascula para intentar tapar el agujero de Churre y para tapar el que se crea en la izquierda no llega a tiempo Diz que no puede impedir el remate a gol del jugador del Coruxo.

Un desastre defensivo que no se debería cometer nunca y más en ese minuto y más en ese partido.

Decía más arriba que nada más empatar ese "club humilde" contra el que nos enfrentábamos, sentí como el filo de una daga dejándome frío el organismo. Sí, es verdad.

Ahora, tan cierto como en ese momento quise que se me tragara la tierra, también confieso que tardé poco tiempo en "sacarme" de encima la dichosa daga y pensar en el futuro inmediato.

El U. Adarve llega el Domingo a Pasarón. 

Repito, el U.Adarve llega el Domingo a Pasarón y lo hace con 6 puntos de renta pues tampoco fue capaz de pasar del empate la jornada pasada.

¿Qué significa esto?

Muy claro. Que sí somos capaces de ganarles aquí los tendríamos a 3 puntos con todavía siete partidos (21 p. por jugar).

Adrmás, aun ganado por un gol, el golaverage general nos es favorable por varios goles y esos 3 puntos serían reales y no serían 4 en la práctica.

Estamos ahí todavía. 

El Domingo marcará nuestro futuro de cara a optar todavía por ese anhelado ascenso directo.

Es ese día en el que tenemos que centrar nuestros esfuerzos. 

Es el Domingo cuando el Pontevedra puede y debe quitarse el disgusto de los dos puntos perdidos en O Vao en un partido que nunca se debió dejar de ganar.

Desconozco si el Pontevedra hará algo especial desde dentro. No soy muy optimista al respecto pues en el momento en el que esto se escribe ya es Martes después del mediodía y ninguna novedad hay sobre el particular  

Otros colectivos, por fortuna si se están moviendo.

Podcast que harán previas especiales desde el mediodía del Domingo abiertas a la gente lo que constituye una idea maravillosa, agrupaciones de seguidores que animan también dicha previa con otras iniciativas...

El Domingo debe ser el día y la hora de nuestro equipo que a pesar de esos incomprensibles errores ante el gol y sobre todo atrás, recuperó la alegría de su fútbol en Coruxo y eso debe hacernos sentir optimistas.

Y es la hora de la gente, de la afición, del corazón del Pontevedra CF.

Estoy firmemente convencido que ninguno de los dos va a fallar este Domingo a las siete de la tarde.

Pocas veces el lema "Pontevedra nunca se rinde" puede verse plasmado de mejor forma sobre el Estadio Municipal de Pasaron. Sobre la hierba y sobre las gradas. 

Y después de ganar todo se verá mejor, más cerca y más posible.

Hala Pontevedra¡¡


      

martes, 15 de marzo de 2022

Hay que mejorar, en el campo y fuera de él.

 El Pontevedra ganó, que es lo importante pero volvió a disputar otro partido con altibajos en los que algunas fases decentes (las menos) se alternaron con otras tan malas y preocupantes como las que viene protagonizando el equipo en el último mes y pico de competición.

Salió mejor que otras veces el conjunto granate y ya en el primer minuto disfrutó de una falta en la frontal que a punto estuvo Rubio de convertir en el primer gol.

Duró ese arranque esperanzador alrededor de diez minutos hasta que la monotonía, la lentitud y el juego errático que ya conocemos volvió a reinar sobre ese césped del Estadio de Pasarón cuyo estado sigue generando una sensación de verdadera lástima.

Una vez asentado el rival, cerrada la salida de pelota de Yelko y otorgado más espacio a una banda izquierda por la que Araújo sigue sin aportar en ataque demasiadas cosas, los minutos empezaron a pasar, la Segoviana a llegar más aunque sin producir ocasiones claras y este atribulado bloguero a pensar que otra vez podría complicarse el resultado.

No fue así, sin embargo, porque al filo de la media hora Yelco se pareció a Yelko, envió un pase filtrado a Rubio y el portero castellano, cuando el interior derecha ya estaba un tanto escorado, decidió hacerle un penalti tan claro como ingenuo que abrió al Pontevedra las puertas de la victoria.

Una vez transformada la pena máxima por Brais (pena máxima, por cierto, que es muy probable no hubiera sido pitada por el árbitro del Marino que como ya todos sabemos necesita para señalar penalti un cadáver ensangrentado tendido sobre la hierba), el partido volvió a cambiar y el equipo encontró esa velocidad y frescura que tanto añoramos y que resultan imprescindibles para abandonar esta categoría.

El balón rodó más deprisa, la "K" de Yelko alcanzó un trazo más grueso, Alex mejoró, Seoane y Rubio percutieron más y mejor por la derecha... 

Vamos, que mejoró tanto la cosa que se produjo incluso la novedosa circunstancia de que el Pontevedra encontrase el segundo tanto tras un saque de esquina siendo el primer extrañado el propio balón que parecía no creerse tal peculiar acontecimiento mientras ejecutaba su parábola en dirección a la red tras certero cabezazo de Brais Abelenda.

Creo recordar que es el tercer gol que el Pontevedra transforma a balón parado (sin contar penaltis) después del logrado por Rey ante el Coruxo y Romay ante el Salamanca UDS, demasiado poco bagaje para una 2RFEF en la que dominar ese arte, tanto en ataque como en defensa, se antoja casi imprescindible.

Por desgracia la segunda parte no sirvió nada más que para el bostezo e incluso a veces la preocupación salvo en un par de ocasiones en las que alguna acción aislada sacó del sesteo general al personal asistente.

El Pontevedra CF "mamoneó" sobre el césped, es decir, dejó correr los minutos sin hacer prácticamente nada e incluso pudo complicarse la vida si la Gimnástica hubiera transformado un uno contra uno contra nuestro portero cuando todavía quedaba bastante trecho de segunda parte.

Por suerte, Cacharrón rechazó el balón con una de sus manos en una intervención notable que impidió a un rival que siempre lo intentó acortar distancias y probar los nervios de los granates.

También pudo marcar el equipo visitante en los minutos finales tras el saque de un córner pero el remate de cabeza del atacante castellano se estrelló contra el larguero dejando claro una vez más (y van muchísimas ya) que el Pontevedra tiene inmensos problemas para defender con solvencia esas jugadas.

¿Por nuestra parte en esa segunda mitad?

Sobre todo esa irritante incapacidad para acertar con el pase indicado que convertiría un robo de balón en una contra venenosa.

Ya ha pasado más veces pero es que resulta realmente desalentador observar como no se elige casi nunca bien la opción correcta o en ocasiones, cuando sí se llega al área rival, se quiere transformar el fútbol en saltos de trampolín con sus mortales, medio tirabuzones y demás adornos cuando lo más sencillo y práctico es rematar a portería cuando la ocasión aparece y no ejercitar la danza clásica ni giros gimnásticos en ese momento en que lo que hay que hacer es ser concretos y expeditivos.

Nos quedamos con dos acciones en esa segunda parte. 

La primera con una buena acción ofensiva en la que sí se encontró el timing perfecto para enviar a banda y centrar al área y en la que Yelko envió un bonito remate por encima del travesaño.

La segunda es la jugada del tercer gol. En ella se produce el robo y Romay acierta con el pase a un Rufo en posición dudosa que tras avanzar y hacerse un control demasiado largo tuvo la calidad y el acierto de levantar el balón por encima del portero y redondear un resultado con más goles que verdadero juego por parte del Pontevedra.

En esa acción, al igual que en Carballiño, Rufo demostró que no necesita mucho para hacer gol pero a fuer de ser sinceros, es justo reconocer que su partido no fue nada del otro mundo y que no se le ve todavía con esa exuberancia física y ese carácter con el que llegó a enamorar a gran parte de la parroquia granate. 

Es normal tras una lesión tan larga y complicada pero ojalá este nuevo tanto conseguido el Sábado le ayude a mejorar y adquirir esa confianza que tanto necesita él en primer término y por extensión el equipo.

Y es eso, mejorar, lo que va a tener que seguir haciendo el Pontevedra el próximo fin de semana y los siguientes.

Tengo la sensación que lo expuesto ante la G.Segoviana no valdrá para salir airosos de la "trilogía decisiva" que se nos echa ahora encima.

Llegó ese punto de la temporada en la que ya no puede haber más excusas o más titubeos, por lo menos para alcanzar el puesto de ascenso directo.

El partido que nos llega en O Vao es de órdago. 

El Coruxo está lanzado, reinaugura además su campo y no querrá hacer en ningún caso prisioneros.

Es justo ahora el momento en el que nuestro equipo tiene que demostrar que está confeccionado para subir a 1RFEF.

Es este el instante en el que tiene que demostrar la personalidad suficiente como para entrar el Domingo al campo de su rival y plasmar sobre el terreno de juego esa seguridad que se exige y se necesita para sacar adelante un partido de esta naturaleza.

Habrá momentos complicados, evidentemente, pero habrá que saber sortearlos, sufrir y acabar por ser superiores a un rival que nos tiene muchas ganas y contra el que no cabrán tibiezas o esos "mamoneos"en los que parece que la cosa no va con nosotros.

Llega en definitiva el día en el que hay que estar bien los 90 minutos. 

El día en el que hay que saber el escudo que se lleva en la camiseta. 

El día en el que hay que meterse de lleno en el barro, mirar a los ojos al contrario y decirle que "hoy gano yo porque lo necesito como el comer".

Ojalá ese Pontevedra sea el que se vea en O Vao en unos días, gran parte de la temporada depende de ello.

La mejoría, no obstante, no debería notarse solo dentro del terreno de juego.

Contra la G.Segoviana a pesar del cambio de día y hora del choque (Sábado a las 19.00 h) el ambiente fue más o menos el mismo que siempre.

Se hace duro, es muy complicado acostumbrarse a ello, seguir escuchando prácticamente todas las indicaciones de jugadores y técnicos sobre el campo. 

Esas modestas rebajas de precios anunciadas por la entidad no surtieron apenas efecto y no solo por lo errático de su contenido sino porque ese desapego de tanta gente no se "cura" de un día para otro y necesitaría para ello de algo que este Consejo de Admon. ya ha demostrado que no puede ofrecer, cariño para su masa social continuado en el tiempo y no detalles que parecen ofrecidos como pequeñas migajas de pan que sobran después de una comida.

Nos enteramos ahora que el horario del partido contra nada menos que el U.Adarve vuelve a cambiar. 

Se recupera el tradicional Domingo pero a las 19.00 h.

Supongo que el motivo es el de siempre, "interés televisivo", pero ardo en deseos de comprobar la programación de ese día en el que jugaremos contra el líder para ver que acontecimiento ocupa en la tvg la franja de cinco a siete de la tarde.

Sinceramente, me encantaría un Pontevedra en el que a pesar de tener que cumplir con los compromisos firmados (faltaría más) como el televisivo, se explicara siquiera un poco a sus seguidores el cambio de los horarios aunque fuera una explicación superficial.

Me encantaría un Pontevedra CF en el que su denominada "joya de la corona", el equipo juvenil de División de Honor, no perdiera no uno sino dos partidos por alineación indebida en la misma temporada sin que nada parezca suceder en la casa granate.

Me encantaría un Pontevedra que no se escudase en una "estrategia consensuada de redes sociales" para justificar no hacer ni un guiño en el día de la mujer trabajadora cuando un mes antes sí se había hecho alusión en esas redes sociales  al "día de los enamorados" sin importar que el día anterior se hubiera cosechado en casa una derrota muy dolorosa. 

Me encantaría, en definitiva, un Pontevedra CF que no estuviera tan de espaldas a su sociedad, en el que no diera la sensación de que se gestiona el club para hacer un favor a la gente y no por ostentar el pleno convencimiento de que se puede crecer de verdad. 

En el que decisiones tan acertadas y positivas como las facilidades otorgadas a la marea granate para el desplazamiento a Carballiño no sean una excepción sino que, dentro de las posibilidades del club, se conviertan en habituales.

Leo justo antes de publicar esta columna que el Coruxo fija un precio único para el Domingo de 20 € para mayores de 15 años.

Que gran ocasión vuelve a tener el Consejo para dar un paso al frente y facilitar el desplazamiento a los seguidores granates que quieran ir a acompañar al equipo y alentarle sin descanso en un partido en el que vamos a encontrar de todo menos facilidades.

Que bonito sería volver a ver al final del choque esa comunión entre jugadores y aficionados celebrando una victoria trascendental.

Ojalá suceda. Nos va mucho en ello. 

   

   


martes, 8 de marzo de 2022

De abandonos de barcos, buenos partidos y demás historias

 El Pontevedra CF se nos ha derrumbado. 

No es algo nuevo, no es algo que no hayamos visto antes decenas de veces en otras campañas pero no por habitual deja de ser profundamente doloroso.

A lo largo de la semana pasada asistimos al "mantra" que al menos a este atribulado bloguero ya le causa un desaliento y un hastío difícilmente explicable.

Campo sintético, campo pequeño, campo estrecho. No habrá espacios, es otro fútbol, habrá que adaptarse.

Los mismos argumentos que hace diez años, que hace veinte años que hace hasta treinta años.

Faltaba el viento, eso sí, que allí por las Islas Canarias sopla muy fuerte pero que al parecer no visita tanto Asturias por lo que nos ahorramos sumar a Eolo a la retahíla de inconvenientes que el equipo tendría que afrontar.

El noventa y tanto por ciento de veces que se anuncia el "apocalipsis" y las tremendas dificultades que esos estadios "dejados de la mano de Dios" van a suponer para el Pontevedra, el pronóstico funesto se cumple y el equipo regresa a nuestra ciudad "con el rabo entre las piernas" y con el saco de excusas aprendidas que podrían resumirse en la conocida frase: "No hemos venido a luchar contra los elementos".

Pasaba en 2ªB, pasó también en 3ª y como no iba a ocurrir también en esta 2ªRFEF.

Yo no quiero ni debo engañarme.

El Pontevedra fracasó estrepitosamente en Llanera. 

Que se haya jugado el partido en un presunto "futbolín" artificial no puede ser justificación posible para un nuevo ejercicio de impotencia de un equipo que de manera sorprendente se ha venido abajo y ha empezado a poner en riesgo una vez más el único objetivo de esta temporada, salir de esta categoría para precísamente dejar de tener que disputar encuentros en escenarios de esas o parecidas características.

Lo que no se debe hacer nunca en ningún partido pero menos en uno como el de Llanera se hizo, encajar un tanto nada más comenzar en una jugada en la que vuelve a defenderse de verdadera pena un balón parado rival.

¿De qué vale tener luego el balón permanentemente sin hacer daño de verdad al contrario? De nada.

Y lo que resulta menos de recibo es argumentar después del choque que "habíamos llegado mucho al área asturiana con muchas aproximaciones de peligro y que se había hecho un buen partido".

Hombre, si el campo era tan pequeñito, lo normal es merodear la zona de castigo rival y más si vas perdiendo. 

Ahora, que las ocasiones hayan vuelto a escasear y que no se pueda sacar la conclusión clara y concisa de que el Pontevedra haya sido mucho mejor que su rival ya es suficiente indicio para saber que lo que se produjo el Domingo fue otro naufragio granate y este de una importancia bastante mayor que alguno anterior.

Vaya por delante que ya parece algo extraña la explicación de A. Rodríguez a su alineación inicial (Rubio fuera y Romay dentro como cambio más llamativo), en el sentido de afirmar que como el campo era muy pequeño buscaba acumular gente por dentro pues encontrar las bandas iba a ser muy complicado.

Y digo que me parece extraña la tesis del técnico leonés porque si no había margen para buscar las bandas no me quiero ya ni imaginar los espacios que habría por la zona central del terreno de juego.

Pues nada. Como había poco sitio, a Rey y a Yelko e incluso a Brais que a veces se mueve por ahí, les sumo a Romay para que los atascos de la M-30 se queden en juego de niños comparado con la parcela central del Pepe Quimarán.

Y este ingenuo bloguero se pregunta algo que no sé si algún otro aficionado granate también lo hace.

En un terreno de juego tan particular y con esas dimensiones y contando en nuestras filas con dos de los mejores cabeceadores de la categoría, Rufo y Charles, es normal no encontrar esa "adaptación al medio" buscando la manera de surtir de pelotas a estos dos por arriba para que tratasen de perforar la portería local?

Es lógico potenciar el juego por el centro en detrimento de la bandas por muy estrecho que fuera el campo? ¿Fue acertado volver a retrasar al lateral a Alex mermando su capacidad ofensiva de desborde y centro? ¿ Es lógico precisamente en este partido sentar a Rubio que podría desequilibrar por la otra banda o encontrar algún lanzamiento de falta como en Carballiño? Resulta de verdad creíble que se puede ganar en un campo como el del Llanera sin centrar balones a nuestros puntas y con esa desesperante fragilidad del Pontevedra en el balón parado defensivo y ofensivo? La adaptación al partido de verdad pasaba por juntar a Yelko y Romay precisamente este día?

Sea como fuere, el caso es que el partido se fue muriendo poco a poco y el Pontevedra se fue desangrando con él, sin que desde el banquillo hubiera otra vez alguna reacción palpable para tratar de cambiar la manija del choque.

Que se hagan solo dos cambios y uno de ellos en el 89 (el primero en el 72, no se crean) deja bien a las claras que no hubo capacidad desde la banda para cambiar nada.

Que eso haya sido porque al técnico le estaba gustando lo que veía? Si fuera así tenemos un claro problema. ¿Qué haya sido por la evidente cortedad de la plantilla que muchos vemos aunque se niegue por el propio entrenador y el Director Deportivo? Pues vaya usted a saber.

Antes del final y para empeorar las cosas, Charles protagonizó una acción injustificable al protestar con demasiada vehemencia al colegiado que le sacó la tarjeta roja a falta de unos diez minutos para el final.

Los nervios son los nervios, la impotencia de ver como se iban tres puntos vitales seguro que influyó pero un jugador con la experiencia y el pose del brasileño no puede hacer eso, no puede caer en ese error.

No es ya haber mermado aún más a su equipo en el tramo final del partido sino la previsible sanción que le caerá y que nos dejará sin su concurso en encuentros vitales y eso es un lujo que no se puede permitir el Pontevedra CF.

Me llamó la atención, por cierto, con respecto a la expulsión la distinta reacción del entrenador granate a este claro error del delantero a la que tuvo con Alex Glez cuando fue expulsado contra el Leganés B en casa.

Quiero pensar que ese diferente tratamiento se debe a la compresión por parte del técnico del error que supuso su exagerada reacción contra el capitán en su momento dejándolo casi a los pies de los caballos.

Quiero pensar, insisto, en que se debe a eso y no a la identidad del jugador que en esta ocasión sufrió la "cruzada de cables".

La conclusión verdaderamente preocupante del bochorno del Pontevedra en Llanera es que el equipo está fatal.

Que no hubo recuperación en Carballiño por mucho que se lograra la victoria.

En los últimos cinco partidos se han logrado cuatro puntos y solo se ha marcado frente al Arenteiro.

El equipo más goleador del grupo no ha hecho gol en cuatro de los últimos choques, ha creado poquísimas ocasiones y si exceptuamos el partido frente al Marino lleva encajando muchos partidos seguidos.

El Pontevedra ha perdido su frescura, su alegría sobre el césped y vuelve a parecerse a ese equipo apático e impotente de principios de temporada.

Ese y no otro es el problema. 

Qué el Adarve se ha ido otra vez a 6 puntos? Ya, pero es que pensar que no iba a ganar nunca era absurdo. ¿Qué nos ha cogido el Navalcarnero? Normal, con esta nefasta racha que llevamos.

Pero la cuestión no es ya la clasificación sino la deriva de un equipo que no encuentra soluciones para enderezar su rumbo.

No se trata ni de bajarse de barcos, ni de "angeletas" ni de historias semejantes.

Se trata de poner toda la carne en el asador por aquellos que pueden y deben hacerlo para activar de nuevo al equipo.

De esta manera no es que no se conseguirá subir directamente sino que en un hipotético play off seremos pasto de cualquier equipo medianamente serio que se nos plante bien en defensa y nos deje mover el balón sin peligro hasta que cometamos un error atrás que nos condene.

O se recupera la chispa, la velocidad, la confianza en sí mismo o este equipo va camino de volver a protagonizar otro cataclismo como el que ya hemos vivido la temporada pasada o alguna otra no muy lejana en la que con todo a favor nos fuimos por el precipicio cuando menos se esperaba.

El barco no lo abandona la poca afición que todavía queda. El barco lo están abandonando el patrón (callado como casi siempre), el capitán y los tripulantes que lo están dirigiendo contra los arrecifes de una manera desesperante.

En su mano está coger de una vez por todas el timón, volver a tener conciencia de donde están y pilotar y manejar la nave con la diligencia con la que se estaba haciendo no hace tanto tiempo.

Todavía esos arrecifes no están encima pero ya no están lejos.

El riesgo no es solo no subir este año sino que la nueva "enfermedad crónica" del Pontevedra CF que antes se llamaba "2ªB" pase ahora a llamarse "2ªRFEF" y a fe que esa enfermedad cuenta con síntomas todavía más molestos e incapacitantes que la anterior.