lunes, 26 de febrero de 2024

Reflexión, tranquilidad y mucha, mucha confianza.

 Ya he escrito en más de una ocasión que ser seguidor del Pontevedra CF no resulta fácil. 

Son demasiadas décadas alejados del mal llamado, en la era moderna, fútbol profesional y el sueño de volver a ver algún día a esta entidad ocupando un espacio que dejó de tener hace ya mucho tiempo, se ve jalonado por numerosos disgustos, frustraciones, enfados y desalientos que incluso hacen dudar, a veces, de la conveniencia de seguir sufriendo este daño interno que llega en días como ayer al fondo del corazón.

A cambio de tanto desaliento y sensación de vacío, las alegrías de verdad son muy escasas y parecen pequeños oasis en medio de la interminable superficie de un desierto ardiente y caluroso.

Por qué este atribuladísimo bloguero, como tantos otros aficionados, continúa bebiendo de esa escasa agua y sigue creyendo que alguna vez se podrá llegar a un lago de aguas cristalinas en el que dejar de lado el calor del día y el intenso frío de la noche para disfrutar de un clima suave y estable?

 La respuesta es complicada. 

Hablo por mí.

Ayer salí de Pasarón cabreado, jodido, triste y preocupado. Ver al Pontevedra en la cuarta categoría del fútbol de este país me resulta harto complicado y la necesidad personal que tengo de ver al equipo, al menos, en primera federación es acuciante.

Es por ello que las victorias a veces se rebozan de una ilusión desmedida ante la posibilidad de escapar de este sótano sin ventanas y por ello también las derrotas, sobre todo las claves como las de ayer, se reciben como un puñetazo en el rostro que te hace tambalear durante un rato largo de tiempo.

Luego, al llegar a casa y una vez apagados por completo los ecos del partido, empieza la labor de rearme, de volver a creer, de tratar de explicar el golpe y, en especial, de mirar al futuro con confianza y seguir pensando en que este equipo (que todavía tiene el ascenso directo en su mano) no se va a venir abajo y aprenderá de una vez de los errores que desde hace ya demasiado tiempo viene cometiendo.

El partido ya empezó de manera accidentada con media hora de retraso por la inundación que sufría toda la banda de tribuna y de la cual se hablará al final de esta columna.

Por qué perdió el Pontevedra CF ayer? Es posible que todos y cada uno de los 2.600 seguidores que ayer se dieron cita en el estadio tengan su diagnóstico.

El mío es que se volvieron a cometer errores y ofrecer regalos en defensa que acabaron por decidir el choque.

Lo venía comentando en las últimas semanas.

Si tú te relajas atrás y entregas ventajas en el marcador a filiales como el Fabril o el Valladolid Promesas o a equipos como el Cayón o el Coruxo (con todo el respeto a estos humildes pero muy dignos equipos) es muy posible que consigas salir a flote tanto por el fútbol que generes en aquellos tramos del partido en el que de verdad te conectes como por los errores que el equipo contrario puede cometer.

Eso fue lo que pasó contra todos esos rivales citados. No solo contra el Coruxo que regaló 2 goles y medio de los tres que hicimos para remontar sino también el Valladolid que regaló literalmente el tercero, el Cayón que vio como hasta tres de nuestros goles llegaban tras rebotar en sus jugadores o el Fabril que dio muchas facilidades en los dos primeros goles granates.

Ya se argumentó en este blog y en el podcast que lleva su mismo nombre, que si se seguían cometiendo errores defensivos que cuestan goles, en los partidos contra los dos rivales directos se acabarían pagando muy caro y, por desgracia, a si ha acabado sucediendo.

El Pontevedra sin hacer nada del otro mundo acumuló hasta tres ocasiones de gol en los primeros veinticinco minutos del partido de ayer. Es cierto que el Zamora no le hacía ascos al balón a lo largo de ese primer tiempo y lograba trenzar alguna posesión larga para desactivarnos pero la verdad es que el equipo no sufría en defensa.

Hasta que en el minuto 39, una jugada gestada por nuestra banda derecha defensiva acababa con un centro hacia el corazón del área que era rematado por el delantero centro rival haciendo el 0-1 en el marcador.

Lo que yo me pregunto todavía a estas alturas es como en una acción, que no se correspondía con un contragolpe o una pérdida peligrosa nuestra sino con un ataque más o menos organizado, era Alex González el jugador más cercano a Cañizo (bastantes centímetros no solo más alto sino también más ancho) y no cualquiera de los dos centrales.   

El caso es que un Zamora que apenas había inquietado se veía 0-1 arriba a raíz de un gol perfectamente evitable.

El regalo mayor, no obstante, llegó justo después del descanso y no es la primera vez que nos ocurre.

Pérdida absurda en medio campo entre Garay y Churre, equipo desorganizado y desubicado en defensa y contra del rival para poner un 0-2 que sentó como una navajada trapera en el costado del maltrecho cuerpo del Pontevedra.

No se debería cometer esa pérdida nunca pero menos en un partido vital y ante uno de los dos contrarios de enjundia del grupo.

Luego sí. 

Tras ese 0-2 que lo ponía todo tan difícil, el Pontevedra rompió a jugar ante un Zamora ya en ese momento dedicado por entero a defender su parcela y tratar de aprovechar al contragolpe otro error que pudiera cometer su rival.

El equipo encontró en Chiqui (que había sustituido a Toño en el descanso) un filón para desequilibrar por la izquierda y el ex del Coruxo por fin fue capaz de percutir con regularidad (y no a base de chispazos aislados) en muchas ocasiones generando opciones para sus compañeros.

Mayo creció mucho también por el medio y colaboró a empujar más hacia su área a un Zamora que ya tenía lo que quería y tampoco se vio demasiado molesto por defender con todo cerca de su portero.

Fueron minutos en los que el Pontevedra llegó muchas veces pero no encontró el remate definitivo. Minutos en los que "casi" se llegaba a un buen centro, en los que "casi " se remataba un gran pase y en los que "casi" se empujaba este o aquel balón.

El siguiente cambio fue el de Gueye por Garay (cambio que explica más cosas de las que parece sobre nuestor mercado de invierno) pero el senegalés con un Zamora muy metido atrás y con pocos espacios no logró darle al Pontevedra lo que sí conseguía Chiqui, con la ayuda de Alex, por la otra.

Carlos López no salió al campo hasta el 73.

Destaco esto porque por lo menos para el que esto escribe la infrautilización de este futbolista le genera una incredulidad que aumenta cada jornada que pasa.

Ayer, en ese cuarto de hora que jugó, marcó un gol de bandera, envió otro lanzamiento fuera por muy poco y le proporcionó un gol cantado tras dejada preciosa de cabeza a Churre cuando el partido moría justo antes de que el Zamora pusiera la anécdota del 1-3.

Ya no entro en el hecho de que parezca algo prohibido que desde el principio puedan jugar juntos Carlos y Rufo. Ahora, lo que parece claro en este tramo de Liga, es que el primero está en racha de cara al gol y que además hace más cosas que rematar balones a portería.

Si perdiendo 0-2 en casa un partido trascendental no se le saca hasta el minuto 73 es que se me escapa algo o no entiendo demasiado la razón.

El caso es que a pesar del acoso al que el Pontevedra sometió al área del Zamora desde el 50 hasta el 94, mi opinión es que el partido no se pierde en esa zona del campo sino en nuestra parcela defensiva.

Al Pontevedra (que en la primera vuelta apenas encajaba en Pasarón) le están metiendo goles todos los equipos que pasan por aquí y muchos de esos goles son fruto, más que del acierto rival, de nuestra relajación y flojera defensiva.

Ayer se perdió por eso y no por otra cosa.

El fútbol que desplegó el Pontevedra tanto en los primeros 25 minutos como, sobre todo, en la segunda parte le llevaría a ganar cualquier partido de esta Liga siempre y cuando se empiece a minimizar al rival con el 0 en nuestro marcador en contra.

Con 0-2 no es que no se gane al Zamora, como así pasó, es que tampoco nos dio para empatar al menos contra el Torrelavega en el debut liguero.

Ahí y no en otra faceta del juego es en la que el Pontevedra debería incidir, reflexionar, entender y finalmente cambiar para sacar esto adelante.

Hay un factor de la derrota de ayer que no podemos controlar ahora y es el subidón de moral que ha experimentado un Zamora que de haber perdido se habría visto casi fuera de la lucha y que con la victoria se mete de lleno en la pelea.

No obstante, hay otro factor sobre el que sí podemos ejercer ese control y que resulta verdaderamente primordial saber manejar, nuestro propio estado emocional tras el gran palo de ayer.

Cono se acaba de comentar, el cuerpo técnico y la plantilla deben reflexionar con tranquilidad sobre lo que ocurre sobre todo en casa en nuestra propia zona defensiva.

Deben hacerlo, insisto, con calma y carácter constructivo.

Además, ese proceso de reflexión debe verse acompañado de manera obligatoria por el equilibrio mental que debe imperar en situaciones como esta.

Ayer había una ocasión inmejorable para alejar al Zamora y seguir en lo más alto.

Por contra, el Zamora se ha puesto a la par y el Orense por delante.

Pero quedan 10 partidos, 10, y el Pontevedra sigue dependiendo de sí mismo para acabar primero y volver a escapar de esta maldita categoría.

El equipo puede porque ya ha demostrado que puede. Ahora, lo más importante junto al análisis de los errores propios del juego es no decaer, no venirse abajo, no entrar en dudas y tener más confianza que nunca.

La plantilla y el entrenador deben saber que no están ni mucho menos solos.  

Que todos los aficionados estamos detrás y que esta familia granate está acostumbrada a navegar en medio de las aguas procelosas de las derrotas inesperadas, la igualdad máxima y los momentos complicados del equipo.

La afición no decaerá y lo importante es que los futbolistas tampoco lo hagan y demuestren en Oviedo que no están dispuestos a ceder ni ante el Zamora, ni ante el Ourense ni ante nadie.

No puedo terminar esta columna sin hablar, siquiera brevemente, de los prolegómenos de ayer.

No nos engañemos.

Que la banda de tribuna estuviera inundada de esa forma no se justifica por la lluvia continuada de las 12 horas anteriores. Esto se debe a una construcción lamentable y a unos defectos que existen desde el mismo día que se inauguró el estadio.

Definitivamente, la operación que realizó el club en verano ha fracasado y el mayor responsable de esta verguenza se codea ahora con otros Presidentes Territoriales y se permite el lujo de hablar de labores de mantenimiento y otras chorradas.

Al margen de ello, la imagen que ha dado la entidad con el Consejero económico, el Manager general y el consejero para todo, achicando agua con escobas ha sido lamentable.

No se trata de no agradecer a estos directivos su labor "escobera" sino dejar claro que no contar con una bomba de agua, por modesta que fuera, o con otro personal que pudiera hacer esa labor " a mano", vuelve a dejar claro que estamos a años luz de una gestión profesional de todo esto y que los pequeños pasos que se están dando en ese sentido son eso, muy pequeños.

Relamete, solo faltó la Presidenta con las katisukas.     

Termino con la única palabra que debe preocupar al equipo de aquí al próximo Domingo: Oviedo, Oviedo y Oviedo.

  




          

lunes, 19 de febrero de 2024

Imposible más con menos.

 No soy muy aficionado al senderismo o a los paseos por el campo en busca de una relajación sanadora que suelo encontrar más en las páginas de un buen libro junto a un café con bizcocho o en alguna sesión deportiva en la tele enlazando un deporte con otro.

Me acuerdo, no obstante, de alguna excursión campestre en compañía de aquella parte de la familia sí proclive a estas actividades y de una tarde de finales de primavera de hace ya demasiados años en los que el calor empezaba a apretar con fuerza.

Caminando por una ruta preciosa, imposible de no ser disfrutada hasta para un urbanita de manual como el que estas líneas escribe, me sorprendí dando el último trago a una botella de agua que fue a parar completamente vacía a la mochila que llevaba en bandolera.

Todavía faltaba camino y aquel mes de Mayo que agonizaba traía consigo una temperatura elevada que perlaba bien de sudor el rostro de este inexperto "peregrino".

Recuerdo que llegamos a una zona poblada de árboles frutales y, algo rezagado del grupo, este atribulado bloguero empezó a mirar con cierta lujuria los diferentes productos de la naturaleza que pendían inocentes y tentadores de las diferentes ramas arbóreas.

A pesar de que estábamos en una zona boscosa y totalmente desprovista de casas que pudieran contener ojos indiscretos tras alguna ventana, me resistía a arrancar alguno de esos frutos de su morada a pesar de que la sequedad del gaznate iba en aumento con el paso de los metros.

Finalmente, una ráfaga de viento que apareció imprevista de la nada provocó que dos de esas maravillosas y jugosas frutas se desprendieran de su natural soporte y cayeran al suelo cerca de mis indecisos pasos.

Miré a un lado y a otro de manera totalmente absurda y por fin me decidí a coger del suelo las piezas caídas a mis pies e hincar a la primera de ellas un buen mordisco que refrescó de inmediato mi organismo.

Me comí las dos en poco tiempo y agradecí su refrescante sabor a la par que me decía como era posible que no me hubiera decidido antes a coger por mi mismo de alguna de aquellas ramas ese remedio para aplacar la sed.


El Pontevedra CF a lo largo y ancho del partido disputado ayer frente al Coruxo caminó con la misma lentitud y pesadez con la que aquel día completé aquella excursión campestre-familiar y en la que solo pude calmar mi sed gracias a un elemento externo que corrigió mi desidia y hasta cierta estupidez.

El partido empezó como ya lo hizo alguno de los que hemos podido presenciar en casa en las últimas semanas.

Un Coruxo mucho más activo y más metido en faena salió a morder a su contrario y casi antes de un decir Jesús ya se había puesto por delante en el marcador.

Fue en una jugada (de tantas que se sucedieron en la primera mitad) en la que se aprovechó, en primer lugar, de la autopista con cuatro carriles que fue el Pontevedra en defensa por su banda izquierda. En este lance fue Mayo el que intentó parar sin éxito a un contrario sin que hubiera rastro alguno ni de Alex ni de Chiqui por aquellos lares.

Y en segundo lugar, (tras un centro venenoso, sí pero neutralizable), de la pasividad exasperante de un Churre que lejos de estar atento a la única vigilancia defensiva que debía cubrir en esa jugada, se dedicó a levantar la mano pidiendo no sé sabe qué antes de echarse al suelo y despejar esa pelota lejos de las botas del "9" del conjunto vigués.

El gol no cambió el decorado, es decir, el formado por un Coruxo intenso, ganador de duelos y el de un Pontevedra andando, con un ritmo anticompetitivo y mirando con placidez de donde le venían los golpes.

Y un segundo golpe durísimo pudo llegar en otra jugada, esta vez a balón parado, en la que el equipo granate permite que hasta tres jugadores coruxistas golpeen la pelota delante de las narices pontevedresas con la buena fortuna que, en ese tercer toque, el balón se estrelló en el poste para luego alojarse mansamente en los guantes de Edu Sousa.

En ese instante del choque el Pontevedra era ese caminante desnortado, pesado tras una comida demasiado copiosa y muerto de sed con su cantimplora vacía.

Fue, sin embargo, en ese momento del partido cuando un acontecimiento externo cambió el guión de la "película". 

No, no fue una racha de viento que arrojara alguna fruta al piso sino una retahíla gigante de errores defensivos de su rival que fueron decisivos para que el Pontevedra, que seguía andando sobre el césped, pudiese poner el partido a su favor.

El primer error fue justo después de que el balón citado se estrellase en el poste. En la acción siguiente, Chiqui corretea por el área visitante sin demasiado peligro y su centro que no iba a ninguna parte es rechazado de manera infantil con la mano completamente despegada y elevada por un defensa del Coruxo.

No dudó Carlos López a la hora de asumir la responsabilidad y con contundencia transformó el penalti para hacer el empate.

El segundo error (o segunda ráfaga brutal de viento según el simil) vino poco después.

Un defensa "verde" se lía en la salida de pelota y Yelko que pasaba por ahí acepta gustoso el regalo para plantarse solo delante del portero.

La jugada a partir de ahí resultó tan extraña como el partido del Pontevedra.

Yelko en vez de fusilar al meta decide dar un pase hacia atrás para Carlos López. Éste, ya sin portero, la pega mordida y el balón golpea lentamente en un poste. Finalmente, un defensa que también pasaba por allí, golpea el balón de rebote tras el toque con la madera y lo aloja dentro de la portería a pesar del intento postrero por sacarla del marco.

El espectáculo lo completó el asistente de aquella banda levantando el banderín una vez terminada la acción no sé sabe realmente por qué. Fuera de juego? Imposible. Falta de alguien? Imposible.

Por los gestos del árbitro, el propio asistente y los jugadores del Coruxo que por allí estaban mientras los del Pontevedra celebraban el tanto, parece plausible la interpretación de que dicho asistente levantó la bandera para hacerle ver al colegiado que el balón había entrado en vez de ir corriendo hacia el centro del campo como creo que manda la normativa. 

En definitiva, segundo regalo visitante. Segundo gol local completamente legal y para no variar y sorpresa de casi nadie, tuit de la tvg hablando de polémica en Pasarón.

No acabaron, no obstante, los regalos coruxistas en la soleada tarde pontevedresa.

Primero fallando una buena ocasión desbaratada por Edu en gran intervención y segundo dejando rematar en área pequeña y con el cogote a Borja Domínguez un córner que daba lugar al 3-1 y encarrilaba definitivamente el encuentro para el Pontevedra.    

Yo me imagino a los jugadores del Coruxo en ese momento diciendo: Cómo es posible que con lo que se ha visto en la primera media hora vayamos palmando 3-1? Pues sí. Eso era lo que estaba pasando.

Como quiera que no se puede hacer menos e ir ganando 3-1, el que esto escribe pensaba que tras el descanso el Pontevedra mejoraría, daría sensación de equipo y controlaría por lo menos algo el cotarro.

No fue así.

Por lo menos, el dibujo sobre el campo sí estuvo más claro (pues el de la primera parte, de verdad, resultaba difícil de desentrañar e incluso en ocasiones parecía que se jugaba con dos defensas).

Línea de cuatro atrás, y cuatro en el medio con Dalisson a la derecha y Chiqui a la izquierda, más Yelko intentando enlazar con Carlos L.

En mi opinión, el Coruxo no "sacó" la posesión del balón al Pontevedra sino que este ( a pesar de que el campo sin seguir bien ya estaba más decente que otros días) entregó sin tapujos dicha posesión a su rival.

Y a partir de ahí volvieron a verse dos cosas que se repiten cada vez más en el Pontevedra CF y que por lo menos al que esto escribe empiezan a preocuparle un poco.

La primera es la incapacidad que tenemos cada vez que nos echamos atrás para contener al rival lejos de nuestro área.

No estoy diciendo que el Coruxo acumulase ocasiones como en la primera parte, pues solo tuvo una en un lanzamiento que para fortuna granate golpeó en el larguero y acabó fuera de la portería, sino que las llegadas visitantes a las inmediaciones de nuestra zona de castigo eran demasiadas y muy fáciles sin que se observase a un Pontevedra con el orden  y el ritmo suficiente como para impedirlo.

Seguimos jugando andando pues andando nos pasamos los 90 minutos de juego.

La segunda cuestión que me preocupa es el abandono total por nuestra parte de buscar con agresividad y velocidad los espacios que iba dejando el rival cada vez más volcado para por lo menos pisar el área contraria.

No aparecimos casi nunca por el área del Coruxo en la segunda parte y la actitud que adoptamos tras hacernos con la pelota era retrasar a zona de centrales y portería para luego mandar en largo y dejar construir de nuevo al Coruxo.

No hacía falta, es cierto, hacer más daño en ataque pues el 3-1 lucía en el marcador pero me pareció excesivo el conformismo y, sobre todo, me extrañó en demasía ese ritmo de juego tan bajo que se mantuvo durante toda la tarde.

Hay dos cuestiones estrictamente futbolísticas o tácticas que me gustaría plantear.

Ambas están relacionadas con la alineación titular de ayer.

Por un lado, no sé si la presencia por dentro de Borja, Samu y Yelko, desplazando a Dalisson más a la derecha en detrimento de Bastos, le viene bien al equipo.

Es cierto que Bastos cuando cabalga hacia el área rival decide mal en bastantes ocasiones y no saca partido de las muchas veces que llega pero el caso es que llega y obliga al contrario a defender más esa banda e incluso se producen combinaciones fructíferas muchas veces entre el propio Bastos y Dalisson que es el interior más cercano a esa banda.

Con la alineación de ayer, el Pontevedra pierde mucho picante en ataque por la banda derecha y no se ve compensada (por lo menos ayer) esa pérdida, con la capacidad de acumular posesión y defenderse con la pelota que debería aumentar con la presencia de Borja junto a Mayo, Yelko o incluso Dalisson que son indudablemente jugadores hechos para tener el balón. 

Por otro lado, ayer volvió a apostarse por colocar juntos en el "once" a Alex y a Chiqui. En principio, el lateral era Alex y digo en principio porque había momentos en la primera parte en la que Alex parecía moverse incluso cerca de la zona de ataque y Chiqui deambulaba por la zona izquierda del medio campo. 

La conclusión de todo esto no fue otra que unas dificultades grandes para defender esa banda en defensa y la casi desaparición en ataque de un Alex cuya presencia ofensiva se nota un montón cuando  no existe. Sé que Zabaleta (en este mismo blog se ha comentado) ha cometido errores defensivos en determinados partidos y sé también que parece que Iago se plantea dar cabida a Hermelo más como central zurdo que como lateral, pero a mí lo de Alex y Chiqui juntos me sigue chirriando.


En definitiva, lo más importante, es  que se ganó y se aprovechó el empate entre Zamora y Ourense para ponernos con tres puntos de ventaja sobre zamoranos y dos sobre ourensanistas.

Ahora bien, por más que el Coruxo tenga buenos jugadores como han recordado en rueda de prensa jugadores y técnico. Por más que este equipo tenga mucho mérito por ocupar el primer puesto y su trabajo semanal (algo que nadie discute, faltaría más). Y por más argumentos que queramos buscar, la imagen del Pontevedra CF no debe ser la ofrecida ante el equipo vigués.

Dudo mucho, muchísimo, que el Zamora regale lo que regaló atrás el Coruxo en el día de ayer y "ráfagas de viento salvadoras" en forma de errores contrarios no van a ocurrir todos los Domingos.

Es necesario, a mi juicio, subir el ritmo de juego (se tenga o no se tenga el balón) y ser más agresivos, tener más intención y exponer menos displicencia.

El Domingo nos jugamos mucho. De ganar dejaríamos al Zamora a 6 puntos más el golaverage particular.

La afición responderá seguro porque nunca se ha bajado de barco alguno. 

Lo que falta ahora es que el equipo responda y mejore las prestaciones de ayer o del día del Cayón porque será necesario hacerlo para echar a la lona a un rival complicado, férreo y que va a venir aquí a no dar ninguna clase de facilidades.    





  


lunes, 5 de febrero de 2024

De Iago, Gueye y un contexto complicado

Este atribulado bloguero cree conveniente empezar esta columna con tres verdades difícilmente cuestionables.

La primera, el estado del terreno de juego de Pasaron perjudica mucho más de lo que parece al juego y a las intenciones del Pontevedra CF.

La segunda es que el equipo sigue demostrando en determinadas fases del partido periodos de excesiva complacencia o condescendencia que acaban pagándose con goles en contra y más nervios de los aconsejables.

Y la tercera es que bastante gente que va a Pasaron ( frente al Cayón más de 2.500 personas que siguen siendo pocas pero bastantes más de las que iban a principio de Liga), se da cuenta de las ocasiones en los que su equipo "mamonea" y le regaña con alguna pitada como la que le dedicó ayer mediada la segunda parte y que no pasó precisamente desapercibida.    

Hablemos de la primera, el calamitoso estado del césped del coliseo granate.

Fracasada definitivamente la actuación del pasado verano en el sentido de evitar que el campo experimentase este deterioro durante buena parte del otoño e invierno, es en esta época del año en el que las dificultades para evolucionar sobre la hierba son más intensas.

El campo está seco, con mucha arena todavía e incluso blando en bastantes zonas de su superficie. Según parece, no se le puede aplicar demasiado agua todavía y eso provoca que el balón, no solo siga botando cual liebre delante de una partida de galgos, sino que tampoco se deslice con la debida rapidez haciendo más complicado todo y más para un equipo que quiere basar su juego en la posesión continúa pero también en la profundidad y verticalidad en los últimos metros.

Esto es así y negarlo resultaría  absurdo pues ya son muchos años y muchas temporadas con esta evolución cíclica del césped de Pasarón.

Resulta comprensible, por tanto (al menos para el que esto escribe) que el Pontevedra encuentre más dificultades para dar velocidad a su juego; para desarbolar las defensas contrarias y deslumbrar como lo hizo a principios de campaña.

Sí, es cierto que también influye la lógica evolución de la competición, el menor margen de error de todos los equipos y el mayor conocimiento que todos van teniendo de las características de sus rivales.

Ahora bien, existiendo esas razones  adicionales, el campo nos hace daño pues esta plantilla está diseñada para llevarse bien con el balón, acariciarlo y pasearlo cual animal de compañía y no para tener que domarlo como Angel Cristo rodeado de sus leones y demás fieras salvajes.

Por eso que al equipo le cueste más hacer ocasiones de gol entra dentro de lo normal. 

Ahora bien, como ya ocurrió en otras ocasiones ya estando el campo así o peor, el equipo a base de esa posesión (más sucia y lenta, por las circunstancias que se están exponiendo) acaba por encontrar el camino del gol y a encaminar el partido a su favor.

Ayer fue primero Dalisson el que pudo marcar y el que lo hizo minutos después fue Rufo tras una bonita jugada entre Yelko y Bastos, un error en el salto de un defensa y una maniobra meritoria del pichichi del grupo que controló primero y tras bote conectó un gran disparo para hacer el 1-0.

Hasta aquí todo más o menos normal.

Sin embargo, entra en este momento la segunda verdad enumerada más arriba.

El Pontevedra, y no es la primera ni la segunda vez últimamente, entra tras poner el marcador a su favor en un periodo no se sabe si de relajación o de comodidad tan excesiva que se olvida de seguir controlando el juego, aunque sea con las dificultades que el césped provoca, y empieza a echarse un poco para atrás dejando más pelota a su rival al mismo tiempo que ralentiza el juego de una manera llamativa.

Son unos minutos en los que el Pontevedra deja de jugar en campo rival a través de la tenencia del balón pero en los que tampoco adopta la clara intención de hacerse fuerte atrás y buscar decididamente el juego a la contra.

Cuando tiene la pelota la frena literalmente e incluso la pierde a veces de manera fácil e incluso condescenciente y además no dota a su juego sin balón con la agresividad y contundencia necesaria para cerrar los caminos hacia Edu.   

Es cierto que ayer el gol llega casi por "accidente". Ni siquiera es un tiro a portería sino que se produce a través de un centro que se envenena y acaba superando a Edu Sousa por el amago del punta que no llega.

 Ahora, también es verdad que ni se presionó bien al centrador ni se ató como es debido al jugador que casi llega al balón y que el equipo llevaba ya bastantes minutos "mamoneando" sobre el campo.

Se marcó pronto tras el descanso  en un lanzamiento de falta de Yelko desviada por la barrera pero tampoco eso varió demasiado el guión con el que había terminado el primer tiempo.

El Pontevedra siguió jugando muy lento y sin saber muy bien a qué hacerlo. Se jugaba en corto en zonas de riesgo como nuestra propia área pequeña pero luego se enviaba el balón largo que casi nunca acababa en segunda jugada ganada. Se dejaba el balón al Cayón pero luego no se atacaban los espacios con decisión.

Y  en ese momento llegó la pitada que fue importante y llegó de más de una grada del estadio.

Iago hizo mención a la misma en la rueda de prensa posterior y es evidente que no le gustó demasiado.

No obstante, la interpretación que se debería hacer de esa música de viento debería ser aquella que encuentre el motivo en que la mayor parte de la afición, sino toda, es perfectamente consciente de que se ha hecho una plantilla buena para la 2RFEF pero que a la indudable categoría de muchos de nuestros futbolistas se le debe unir también esa concentración e incluso un punto de agresividad que a veces parece que se difumina o por sentirse mucho mejores o por marcharse de vez en cuando de los partidos.

Esos pitos significan, en opinión del que esto escribe, que la gente sabe que hay equipo para quedar primeros y que en casa ante el Cayón, por muy mal que esté la hierba y por mucho que también se juegue el rival, hay que demostrar más autoridad.

Creo que Iago es el primero en saber que cuando el equipo da esfuerzo la gente se lo agradece y lo lleva en volandas pero la exigencia de una entidad como esta también está ahí y es mejor que a veces se manifieste de esta forma y no se caiga en esa insoportable apatía que también hemos experimentado no hace mucho. 

No fue a raíz del primer doble cambio (Borja y Alex por Bastos y Dalisson) cuando empezó a cambiar la cosa.

Realmente el guión mudó bastante con el segundo doble relevo que provocó la salida del campo de Chiqui y Mayo y la entrada de Toño y Gueye.

El Pontevedra, en ese instante, asumió que debía esperar definitivamente al Cayón y machacarle a base de contragolpes cada vez que el rival intentara volcarse.

Y así se hizo.

Ya antes Borja pudo marcar de un gran disparo desde fuera del área y angulado que reventó el larguero pero luego llegaron más ocasiones y varias de ellas generadas por cabalgadas de Gueye y que o bien fueron desbaratadas por el portero cántabro o bien por el desacierto en ese último pase que convierte una ocasión en gol.

De Gueye se hablará a continuación pero en esos últimos 20 minutos de juego, el Pontevedra sí volvió a ser superior jugando claramente al contragolpe aunque no sentenciara casi hasta el final con el tercero de Rufo y el cuarto de un Carlos López que había sustituido a Yelko y que ya lleva 3 goles en los pocos ratos que ha salido.

Gueye? Al salir fue otra vez recibido con muchos silbidos y luego, sobre la hierba, cuajó una buena actuación aprovechando ese guión de partido que era ideal para sus características explosivas y de velocidad.

Todo lo que pasa con Gueye parece salido de una buena novela de suspense.

De esas en las que existen giros inesperados de argumento y diferentes sorpresas te llaman mucho la atención mientras pasas las páginas.

Recordemos.

Sorpresa fue su partidazo ante el Tenerife en Copa que resultó decisivo para pasar de ronda.

Más sorprendente fue todavía su fuga el día después por razones no del todo explicadas.

Como sorpresa se puede calificar también su primer regreso del que nos enteramos por medios ajenos al club y su alineación 15 minutos en aquel partido frente al Mérida en el que nos estábamos desangrando y perdiendo 1-5.

Luego acabó la temporada y otra sorpresa. No se sabe que pasa con Gueye. Tenía contrato pero ni estaba en Julio con el primer equipo ni con el filial.

No muy lejos del final de año, otra sorpresa de la novela. También por medios ajenos al club, nos enteramos que llevaba días entrenando con el B. Luego empieza a jugar con el filial y es clave para ganar un par de partidos.

Se le pregunta hace poco a Yago por el jugador y a pesar de que el técnico comenta que no le conocía mucho y que le gusta lo que ve en los entrenamientos, en principio, iba a seguir con el filial.

Y la sorpresa final se produce en el día de ayer en el que no acude a Viveiro con el B, es citado con el primer equipo y juega, bien insisto, 20 minutos ante el Cayón.

Mi opinión al respecto es clara. Confieso que aquel funesto día frente al Mérida la indignación que sentí con la decisión de Señor de sacarlo al campo fue muy grande. Comprendí los pitidos al chaval y creo que todos supimos que Señor (aún a pesar de cumplir ordenes del club) estaba sentenciado. 

A día de hoy también creo que la culpa ya no la tiene el chico. 

Dio en su momento una rueda de prensa pidiendo disculpas. Se le pitó con razón de forma casi unánime el día del Mérida y a día de hoy, solo él con su rendimiento y demostrando que ha entendido lo que significa este escudo y esta entidad podrá dar la vuelta a la situación y que cada vez más gente o se calle o incluso le aplauda antes de pitarle.

Más responsabilidad en la actualidad tiene la entidad que el propio jugador.

Ese secretismo en todo lo que rodea su caso. Tener que enterarse por medios externos de sus regresos, no saber que pasó con aquel expediente que se le abrió....

Creo que Gueye, insisto, debe cumplir su penitencia sobre el césped y conquistar a la gente con su fútbol pero la gestión de la entidad de este tema sigue siendo muy deficiente.

Salta la noticia (aunque los rumores ya eran insistentes en los últimos días) que el proceso de ampliación de capital de la entidad ha sido declarado nulo por un Juzgado de lo Mercantil de Pontevedra tras las demanda del grupo opositor al Consejo.

Otra vez defectos de forma que parece (no es firme la resolución pues cabe recurso) vuelven a lastrar al Pontevedra por no hacer las cosas como se debe.

Otra demanda de este grupo "fantasma" que no aparece en público nunca, del que no conocemos proyecto alguno si es que lo tiene pero que aprovecha las "chapuzas" del  Consejo para sacar partido.

En medio? El Pontevedra CF que sigue navegando en los sótanos del fútbol español cuando el potencial de esta entidad debería provocar que estuviera bastante más arriba.

En fin, en Guijuelo se defenderá por tercera vez el liderato. Las dos primeras sin éxito.

¿La tercera será la vencida?