martes, 19 de diciembre de 2023

Siesta, nervios y liderato.

Hemos tenido que esperar casi hasta el ecuador de la competición para lograrlo pero por fin el Pontevedra se ha hecho con el liderato.

Conocía el equipo granate que una victoria le colocaba en el primer puesto desde la tarde anterior en la que el Ourense no pudo pasar de un empate en el campo del filial ovetense y el Zamora volvía a dejarse un empate en casa, en esta ocasión  frente al Langreo.

Sin embargo, la actitud del Pontevedra en el primer tramo del choque no fue ni mucho menos la de un conjunto deseoso de ocupar ya esa posición privilegiada cuya conquista es sin duda el objetivo primordial de la temporada.

Todo lo contrario.

Como si de un jugador de ajedrez convencido de su superioridad sobre su contrincante se tratara, o ese jugador de tenis que se sabe mejor que su rival y juega el primer set como si estuviera con palas en la playa y no en una pista de un torneo del circuito, el Pontevedra salió al campo remolón, despistado y pensando que ya caería el primer tanto por inercia o por el devenir inevitable de los hechos.

Y claro cuando se entra de esa forma a un partido las cosas se acaban por torcer. Lo vimos en el debut liguero frente a la Gimnástica de Torrelavega en el que no uno sino dos fueron los goles encajados al principio y lo volvimos a ver hace un par de días contra este Deportivo Fabril que sabe jugar al fútbol y más cuando su rival le deja moverse a sus anchas.

Fueron casi veinte minutos en los que el Pontevedra tocaba la pelota con displicencia, presionaba de manera atolondrada sin mucha fe y dejaba que el filial deportivista moviera con soltura el balón sobre un terreno de juego que ya podemos decir oficialmente que ha vuelto a perder el nombre de césped para llamarse "campo de patatas y berzas", con alguna topera y madriguera incluidas.

Tanta relajación, tanta siesta de sobremesa, no podía desembocar en otra cosa que en gol visitante que era algo que no veíamos en casa desde el primer partido de Liga.

El remate final de Nájera con el tacón o la espuela fue una delicia  pero a lo largo de todo el transcurso de la jugada el Pontevedra se había pertrechado con su "mantita" y sus palomitas en torno a una televisión por la que vio en posición inmejorable la acción coruñesa que acabó en el 0-1.

Esta impresión acerca de esta actitud inicial del equipo no fue sino confirmada tras el partido en las diferentes ruedas de prensa en las que tanto los tres jugadores que pasaron por los micrófonos como el entrenador granate, vinieron a decir que el gol rival les "espabiló" o que les sirvió de zambombazo para entrar de otra forma en el juego.

El caso es que a diferencia del día de la Gimnástica, el Pontevedra sí que empezó a reaccionar casi de forma inmediata al gol fabrilista.

El equipo subió notablemente su concentración, su intención y sus ganas sobre el campo y pronto empezaron a llegar continuos saques de esquina y acercamientos peligrosos al área contraria que el Fabril iba rechazando como podía, en gran parte porque el Pontevedra no consiguió dotar de verdadero picante y peligro casi ninguno de los muchos corners de los que disfrutó.

Sin embargo, en los últimos minutos de la primera parte, una jugada que se inició por la derecha y acabó por la izquierda fue culminada por Alex González con un remate a gol en área pequeña tras pase de Chiqui ante la excesiva candidez defensiva deportivista.

Y poco después, tras un mal despeje de un defensor blanquiazul (aunque lo de blanquiazul es un decir pues el Fabril disputó el partido con un uniforme amarillo bastante feo sin que existiera coincidencia de colores), Rufo se quedaba solo ante el portero y hacía el 2-1 tras remate cruzado.

Solo con subir eso que se ha dado en llamar últimamente "intensidad", aunque realmente creo que lo que todos queremos decir con esa palabra aplicada al fútbol es la capacidad de un equipo para estar donde tiene que estar y no pensando en las musarañas, el Pontevedra había remontado el partido ante un rival con unas condiciones técnicas realmente buenas pero con problemas evidentes de experiencia sobre todo en la zona defensiva.

Llegó el segundo tiempo y con él la intención del Pontevedra de no ir a buscar tanto al rival y tratar de ajusticiarlo en algún contraataque certero.

Debo confesar que fue una segunda parte apretada, con alternativas claras en las áreas y a lo largo de la cual estuve con el corazón arrugado hasta que en las postrimerías del partido llegó el tercer tanto.

Disfrutó el Pontevedra de ocasiones para sentenciar antes en acciones de Bastos, Dalisson (es increíble como a este jugador se le van fuera sus lanzamientos en casa por muy pocos centímetros) y sobre todo una jugada en la que  Rufo envió un balón al poste.   

No obstante, el rival también gozó de hasta tres ocasiones en las que pudo nivelar la balanza y poner el partido muy difícil pues, otra cosa no, pero piernas no le faltaban a este filial del Deportivo.

Primero fue Garay el que sacó bajo palos un remate que ya se colaba. Luego tuvo que ser Edu el que salvara enviando a la esquina un lanzamiento desde cerca tras ser desbordado Zabaleta en la primera acción defensiva tras su entrada de refresco al campo. Y por último, no demasiado antes del tercer gol, Mario volvía a hacer una de esas entregas erróneas que suelen afear algunos de sus partidos por los demás realmente aseados y Mati Castillo superaba como un cohete a un carricoche en velocidad a Churre para plantarse solo ante Edu y definir mal ante la portería.

No creo que en esta segunda parte, o al menos no es la impresión que desde fuera sacó este atribulado bloguero, el Pontevedra pecara de esa relajación de los primeros veinte minutos.

Más bien creo que en algunos momentos de esa segunda mitad, al no haber cerrado el partido antes y escuchar algunas críticas de la gente cuando el equipo esperaba con el balón en su área a que su rival moviera alguna de sus fichas, al Pontevedra si le pesó la posibilidad de perder otra oportunidad de alcanzar el liderato y esta vez en su casa.

Todos esos fantasmas desaparecieron cuando Borja Domínguez (que había salido al campo en el 80 junto a un Barbeiro al que por fin hemos visto debutar) conectó un maravilloso pase a beneficio de la carrera de Alex González que sin importarle que fuera el minuto 84 ni los innumerables kilómetros que ya había recorrido, superó en velocidad a un defensor y se vio beneficiado de un afortunado rebote con el portero para marcar a puerta vacía el 3-1 y descargar de tensión los cuerpos de todos los allí presentes.

El partido del capitán merece una mención aparte. 

Disputó de nuevo gran parte del partido como lateral izquierdo (ya sea con defensa de 4 o de 5 en momentos de la segunda parte). A falta de 20 minutos para el final, con el cambio de Zabaleta por Bastos que llevó a Chiqui a la derecha, se puso por delante del vasco en una posición más conocida.

Da igual, no obstante, donde se le ponga.

El Domingo pasado formó parte, es cierto, de la relajación inicial del equipo pero cuando sonó la campana sus cabalgadas fueron incesantes. 

Le da igual arrancar a 30 a o a 60 metros de la portería contraria. 

Corre, sube, baja, centra y ya cuando marca dos goles su actuación no puede calificarse de otra manera que no sea maravillosa y con ese punto de emoción que (por lo menos el que esto escribe) siente cuando el brazalete de capitán es portado con tanto esfuerzo y tanta dedicación por un futbolista que tiene tiempo para formar parte de la representación del club en la entrega de una camiseta al abonado nº1. 

Que aparece también en otro acto promocional en una conocida cadena de cafeterías y panaderías de la ciudad en los alrededores del estadio y que luego en el campo se deja hasta la última gota de sudor haciendo olvidar que ya son 34 abriles los que tiene a sus espaldas. 

Tenía el capitán aún otra carrera exuberante que ofrecer a la gente unos minutos después de hacer el tercero.

El Pontevedra logra armar otra contra letal y Samu Mayo manda un balón para que Alex vuelva a comerse la hierba. Llega el capitán a la zona de máximo peligro y envía un pase medido a Rufo para que este solo tenga que empujar el balón, hacer su doblete y completar el 4-1.

A pesar de entrar mal en el partido, con sufrimiento y con alguna duda en la segunda parte, el Pontevedra conseguía encaramarse a la primera posición de la tabla que es, por otra parte, el objetivo para el que se creó esta plantilla.

Una plantilla evidentemente corta por no haber cubierto la mayoría de las plazas sub 23 y sobre la cual vuelve a girar el interrogante acerca de si sufrirá variaciones ahora que en 15 días empieza el mercado invernal.

Yago fue claro en la rueda de prensa tras el partido. Aseguró el técnico granate que las fichas senior están todas ocupadas y que él no contempla cambio alguno en ellas salvo caso muy excepcional.

Abría la puerta, no obstante, a la posibilidad de moverse en el apartado sub 23.

Si se usa este mercado de invierno, el Pontevedra CF, o mejor dicho, la dirección deportiva y técnica del Pontevedra CF, tendrá una nueva ocasión para demostrar que las cosas han cambiado.

La temporada pasada, el Pontevedra lejos de reforzarse en invierno para tratar de salvar al equipo, lo debilitó con uno de los mercados invernales más vergonzosos que se re recuerdan.

Insisto, se aproxima ahora esta oportunidad de dejar claro que ciertas "burradas" y decisiones inexplicables han quedado atrás.

Se para la Liga tres semanas y además el Pontevedra CF afrontará tras el parón dos desplazamientos seguidos.

Pasará más de un mes hasta que se pueda volver a ver al equipo en Pasarón.

Mucho tiempo que habrá que llevar con resignación y buenos alimentos.

Por de pronto, el día 7 de Enero a buen seguro que la marea granate acompañará al equipo en Villalba en su primera defensa del liderato y los jugadores a buen seguro que lo notarán.

Es el momento de no aflojar y seguir poniendo cimientos para salir de una categoría a la que nunca debimos volver a caer.

          

 

martes, 5 de diciembre de 2023

Que le corten la cabeza¡¡¡

El Pontevedra CF es el equipo más goleador de los 90 conjuntos que configuran la segunda federación y lo es, además, desde hace muchas jornadas.

El equipo que más goles marca de la categoría casi desde el principio y que llega al área en innumerables ocasiones a lo largo de la mayoría de sus encuentros no había disfrutado de ningún penalti a favor en las 13 primeras jornadas de competición aun habiendo existido acciones controvertidas dentro de la zona de máximo castigo de alguno de sus rivales.

El Pontevedra CF ha seguido adelante tanto en esas jornadas (Gimnástica o Guijuelo, por ejemplo) en las que nada se pitó cuando quizá sí debió haberse pitado, como en otras en las que sí se señalaron penaltis en contra (Covadonga, sin ir más lejos) que siendo “pitables” tampoco resultaron clamorosos.   

Al Pontevedra CF le benefició, con matices, la actuación arbitral del pasado Domingo ante el Compostela y parece que debe pedir perdón a toda la “humanidad futbolística” y sufrir además como se ataca de manera desmedida a uno de sus jugadores más longevos de su plantilla.

Vamos con esos matices.

En la jugada que da lugar al primer penalti, Yelko llega a la dejada de Bastos y golpea la pelota fuera antes de que Caballé, que venía lanzado, salte y medio caiga sobre él antes de que la acción termine del todo.

Se suelen señalar esas acciones como pena máxima? No, porque el balón ya había salido de la esfera de acción del atacante y la entrada del defensor que llega después no es especialmente agresiva.

Podría señalarse con el reglamento en la mano (esa frase tan manida entre los propios colegiados y aquellos que se dedican a analizar sus decisiones todas las jornadas?  Sí. Podría hacerse porque antes de que acabe la acción existe ese contacto.

¿Habría pitado este atribulado bloguero ese penalti? No. No lo habría hecho. No me parece suficiente lo que hace Caballé y creo que es un penalti “afortunado” para el Pontevedra.

Hablemos de la acción más polémica.

Guillén atrapa un balón tras un córner y avanza bastante rápido hacia adelante para tratar de sacar de puerta. Churre se coloca cerca por delante pero sin tocarle. Es el portero compostelanista quien en una primera ocasión se echa contra él medio empujándolo para que se aleje de allí. Churre no lo hace y Guillén saca su antebrazo y golpea con el mismo a la altura casi del cuello del central de Marín dentro del área. Churre, al recibir el impacto cae hacia atrás con mucha fuerza.

Esa es la acción. No es una radiografía de la misma elaborada con una camiseta granate o blanquiazul puesta. Eso es lo que pasó.

El árbitro, no sé si por propia iniciativa o a instancias de su asistente, señala penalti y expulsa con roja directa al portero del Compostela.

Y otra vez formulo la pregunta.

Habría pitado este atribulado bloguero este penalti? Sí. Lo habría hecho porque no veo que Churre haga falta a Guillén pues en ningún momento toca al portero o impide claramente que saque de portería y recibe claramente un golpe del cancerbero en la parte alta del pecho.

Y otra pregunta ¿Habría expulsado este atribulado bloguero a Guillén?  Ahí tengo más dudas. El golpe, insisto, existe pero en su calificación de agresión quizá el colegiado se excede un poco y bien podría haber acompañado la indicación del penalti con una tarjeta amarilla a Guillén.

Hasta aquí lo que pasó en el campo con respecto a estas dos acciones que influyeron decisivamente en el devenir del partido al haber sido capaz Rufo de transformar ambos lanzamientos desde los 11 metros.

Ahora, de largo, lo que más indignó al que esto escribe después del partido es haber tenido que leer demasiadas gilipolleces (no se pueden calificar de otra forma) acerca de la manera de actuar de uno de los capitanes del Pontevedra CF, Victor Vázquez Churre.

“Que sí antideportivo”, “que si ya sabemos cómo es”, que si no extraña viniendo de quien viene” (esta última frase vertida por una persona muy cercana al actual entrenador del Compostela cuya frase, vertida en “X”, ni siquiera sé exactamente si se refiere en exclusiva al jugador o al equipo entero pero que destila un rencor que bien podría ir ya disipándosele)…

El caso es que entre una frase y otra lo que parecía que se pedía era la ejecución pública del central granate al alba en la Plaza del Obradoiro combinando el hacha del verdugo para sajar su cabeza con el desollamiento previo al más estilo “San Bartolomé”.

Me pareció hasta escuchar la famosa frase de la reina de corazones en Alicia en el país de las maravillas. Qué le corten la cabeza. Que le corten la cabeza¡¡¡

Churre lleva en Pontevedra desde el año 2018. Esta es su sexta temporada aquí.

Este mismo bloguero le ha criticado duro en ocasiones por cuestiones estríctamente futbolísticas cuando sus actuaciones no estuvieron a la altura que él mismo ha logrado aquí muchas veces.

Al margen de la crítica deportiva legítima que se puede hacer no solo en torno a él sino a cualquiera de los futbolistas de la plantilla, lo que resulta indudable es que el defensa de Marín ha jugado algunas veces con molestias porque colocó sus ganas de ayudar al equipo y su compromiso para con el mismo por delante de esos percances físicos.

Y además, Churre no es un jugador violento ni conflictivo ni polémico dentro del césped. Trato de recordar alguna acción en que pudiera habérsele ido la cabeza y dejar al equipo desamparado y mi memoria no encuentra ninguna.

Por eso me parece de una injusticia supina que se trate de colocar a este jugador en el disparadero, cual Pablo Alfaro o Javi Navarro de los 90, por echarse al suelo tras recibir el impacto del antebrazo del Guillén.

¿Pudo exagerar algo Churre? Sí. Para qué negarlo. ¿Simula haber recibido un golpe? No. En absoluto. Lo recibe.

¿Es Guillén el que comete el error en esa jugada y da la opción al colegiado no ya de señalar penalti sino de echarle? Por supuesto que sí.

Centren, por tanto, las críticas en la acción de un gran guardameta como es Pato Guillén pero que no es ninguna hermanita de la caridad y dejen en paz a un jugador cuya trayectoria en Pontevedra no arroja duda alguna sobre su esfuerzo, su dedicación y su corrección.

Del partido, al margen de esos cinco minutos en que se decide, que decir?

Pues que el Pontevedra en la primera parte llevó totalmente el peso del partido ante un Compostela que emparejó a sus tres jugadores interiores con Mayo, Yelko y Dalisson y que buscaba hacer daño en alguna contra que cogiera descolocado a los locales.

Al margen de una acción de saque de banda mal defendida por el Pontevedra en la que Beltrán pudo lanzar a portería despejando Edu, el Compos apenas inquietó e incluso no pudo hacer peligro en las pocas acciones a balón parado de las que dispuso y para las que cuenta con el tremendo buen hacer de Manu Barreiro.

El Pontevedra, por su parte, alejado otra vez del “Lérez taka” que lleva ya semanas sin aparecer, sí logró crear peligro en lanzamientos desde fuera del área (dos de ellos de Alex González), y encontró su mejor ocasión también en los pies de Alex en una jugada en la que el capitán se escoró un poco pero a su perfil bueno, el izquierdo, marchándose su remate cerca de uno de los postes de Guillén.

Zabaleta también gozó de una buena ocasión en la que ni lanzó ni centró paseándose su pelota por las inmediaciones del área pequeña y en la jugada final, tras unos rechaces derivados de un córner, también pudo encontrar el gol un Pontevedra que sin imponerse del todo al Compostela sí estuvo más cerca de decantar la balanza a su favor.

En la segunda mitad, tras los dos penaltis, y la segunda expulsión del Compostela por doble amarilla de Casas (en mi opinión, indiscutible pues su entrada a Alex era claramente merecedora de amarilla) el partido entró en una dinámica extraña con más de 25 minutos por delante.  

Fue ese último tramo del partido bastante desquiciante e incluso irritante por parte del Pontevedra que incluso provocó las quejas de algún sector de la afición.

Una cosa es que el partido con ese 2-0 y jugando contra 9 estuviera decidido y otra distinta es que te dediques a pasarte la pelota en defensa e incluso al portero decretando una especie de indulto al rival que apenas sufría para no encajar más goles.

Es cierto que al final, casi por inercia más que por interés, llegaron algunas ocasiones y ese tercer gol en el que Carlos López más pareció que quería pasar que tirar pero que cogió a contrapié al portero visitante para hacer el último tanto del partido.

Fueron minutos en que volvieron a verse tics o señales de soberbia o dejadez ya apreciadas en la segunda parte contra el Arandina y que por lo menos al que esto escribe le parecen realmente desconcertantes.

En definitiva, el Pontevedra CF se hizo con tres puntos muy importantes por muchas razones.

La primera porque nos devuelve a la dinámica de la victoria tras el varapalo sufrido en Asturias.

La segunda porque se consiguió ante un gran rival que cuenta con muy buenos jugadores y que vuelve a estar a 7 puntos en la clasificación.

Y la tercera porque, a pesar de esa idea que no comparto alegada por Iago de que los puntos a estas alturas no son importantes (claro que los son, siempre lo son), aprovechamos las derrotas fuera de Ourense y Zamora y nos colocamos a dos del primero y  a uno del segundo.

Espera precisamente el líder el Sábado que viene.

El escenario no es el más propicio para el Pontevedra, campo pequeño y sintético, tal y como ya comprobamos frente al Covadonga.

El equipo debe dar claramente un plus. Debe salir a Oira sabiendo la importancia que tendría dar un golpe encima de la mesa como el que propinó en Zamora.

Veremos qué pasa.