lunes, 25 de marzo de 2019

Otra vez Vujadin Boskov

Hay tardes como las de ayer que son propicias para volver a recordar la frase ya utilizada en alguna otra ocasión en este blog y que hizo famosa aquel entrenador balcánico que tuvo el Real Madrid a principios de los ochenta.
"Fútbol es fútbol", decía Vujadin Boskov a los periodistas que se quedaban de piedra ante tal aseveración con la que podría encontrarse explicación a cualquier circunstancia que interviniera en el devenir de un encuentro de balompié.

Es posible que Vujadin quisiera decir con tal aserto que el fútbol es solo un deporte en el que veintidós señores vestidos de corto golpean con todos sus miembros corporales menos con las extremidades superiores un esférico con el objetivo de introducirlo entre los tres palos de la portería de enfrente.
La susodicha pelota, más caprichosa en ocasiones que un niño pequeño al que se le niega una chocolatina, hay veces que se acerca reiteradamente a esos palos pero no tiene a bien entrar en el espacio que circundan y en cambio, en otras oportunidades, aparece cerca de ese marco dos o tres veces contadas y lo penetra sin remisión ante la estupefacción de todos aquellos que observan sus evoluciones.

El Pontevedra CF jugó mal ayer ante el CD Guijuelo, mejor dicho, lo hizo realmente muy mal provocando la desesperación de un público que sigue siendo demasiado poco (¿alguien podía creerse que ese estrambótico "bono"ideado por el club iba a tener éxito?) y que además anda ya a esta alturas de Liga algo escaso de paciencia.

Sin embargo, "fútbol es fútbol" y de la misma forma que los días del Internacional y Burgos nos quedamos todos "con un palmo de narices" y con caras de boxeador sonado por un directo inesperado de su contrincante, en el día de ayer en cuanto la pelota impulsada de cabeza por Rivera besaba las mallas salmantinas todos saltamos de los asientos para celebrar un tanto que nos otorgaba un triunfo que no por inmerecido dejaba de resultar imprescindible para mantener, siquiera una semana más, la aspiración de disputar la fase de ascenso.

Antes de ese gol del canterano que apenas llevaba segundos sobre el terreno de juego, el Pontevedra no había sido capaz de imponerse ni física ni tácticamente en ningún momento al equipo visitante.
Ni siquiera el gol afortunado en propia puerta que nos ponía en ventaja al cuarto de hora consiguió serenar a un equipo que fue incapaz de asentarse sobre el césped y controlar a un rival que aunque falto de pegada llegaba antes a todos los balones, tocaba mejor en medio campo y forzaba córner tras córner sobre la portería de Edu.
En ese contexto de nerviosismo, a pesar de la ventaja, que se vivía en Pasarón casi ningún jugador ofrecía una versión cercana a la que han ofrecido en otros encuentros en casa y el equipo sobrevivía a base de achicar agua de la cubierta con cubos de considerable tamaño que contenían a duras penas las acometidas (insisto, sin pólvora a la hora de la verdad) de un buen equipo rival.

Llama la atención en ese sentido el mes y pico que lleva Nacho López que ha pasado de ser uno de los jugadores importantes en casa a no parecerse en nada al jugador que hemos visto otras veces y que tapaba su banda sin demasiadas complicaciones y llegaba en ataque en bastantes ocasiones hasta la línea de fondo. No será, por cierto, por que el equipo no tenga alternativas para esa ubicación pues Juan Barbeito está condenado al ostracismo desde el comienzo de Liga y Campillo (que podría jugar ahí) ayer ocupó plaza en el banco aún con la ausencia de León lo que motivó el cambio de posición de Castro (al centro de la defensa) y la presencia de Lorenzo en el lateral izquierdo que se vio superado en bastantes ocasiones en la segunda mitad.   

Sea como fuere, el Pontevedra (que pudo marcar incluso antes del "autogol" en un remate de Alex González con su pierna derecha) no asentó sus reales sobre la hierba como otras veces con el marcador a favor y sufrió en defensa sobre todo por las bandas y no encontró en ningún momento a los que deberían ser sus dos faros en mediocampo, Borja y Romay, que estuvieron completamente desaparecidos en combate.
Aún así, el Guijuelo no rentabilizaba su mejor ubicación en el campo ni la notoria calidad de hombres como Luque o Espina al carecer de una delantera venenosa (de hecho, el ex de la Ponferradina o Logroñés ocupaba casi siempre el lugar más adelantado de su equipo) y de que por lo menos por el centro de la defensa "Churre" y Castro aguantaban el tipo tapando vías de agua que llegaban de los laterales.
No fue tampoco demasiado edificante observar como el equipo perdía la batalla (a veces incluso sin emplearse con el ardor necesario en algunos casos) en todos esos balones divididos que suelen generarse en un partido y que siempre caían del lado rival o incluso a veces tratando de compensar esa circunstancia con entradas a destiempo y "medio naranjas" como la que le costó la tarjeta a amarilla a Nacho López en una zona del campo en la que efectuar esa entrada era algo absurdo.

Hacía, eso sí, mucho calor en Pasarón y este atribulado bloguero (preocupado ante lo que veía como el resto de los aficionados) pensaba que tras el descanso el Pontevedra saldría con más confianza y que al Guijuelo podría hacérsele largo el partido en un campo más grande que aquel en el que actúan como local en Salamanca.

Y lo cierto es que durante cuatro o cinco minutos (no más) el Pontevedra pareció salir con más brío, con más ganas de presionar arriba y no facilitar tanto la labor de su rival pero fue solo un espejismo.
Tras ese arranque en el que se pudo robar algún balón peligroso en tres cuartos, el Guijuelo volvió a hacerse dominador del escenario y esta vez por su banda derecha (izquierda defensiva nuestra) crear verdadero peligro sobre la portería de Edu.
La "primera" la fallaron al golpear al lateral de la red un centro letal desde esa banda derecha pero en la segunda oportunidad volvieron a entrar como cuchillo en mantequilla por nuestra banda zurda y mandar otro centro que fue impulsado en propia puerta al fondo de la portería por Nacho López.

Nadie podía negar que ese empate ponía en el marcador bastante más justicia a lo que se estaba viendo sobre el "verde" pero a buenas horas eso importaba a una afición granate que veía como se escapaban las últimas posibilidades de acabar arriba.

Nada más encajar, Luismi decide mover el banquillo y dar entrada a Bustos que reaparecía por un Pedro Vázquez desafortunado y fuera en todo momento del choque que convirtió en anécdota su gran partido ante el Fuenlabrada.
Lo cierto es que ese cambio no se notó casi nada en el camino que llevaba el partido y el Guijuelo seguía llevando la iniciativa ante un Pontevedra que con Borja y Romay desenchufados y ausentes no podía en ningún momento tomar el timón del encuentro.   

En ese tramo de partido este bloguero volvió a acordarse del "gran Vujadin" y de alguna otra frase mítica dejada para el recuerdo: "Punto es punto" o "Empatar es mejor que perder" decía también Voskov cuando las cosas le venían mal dadas a su "Madrid de los Garcia" que llegó a jugar la final de la Copa de Europa de 1981 frente al Liverpool. 

Y lo cierto es que parecía que el Pontevedra no iba a ser capaz de levantar el partido y que empate iba a resultar el mal menor al muy mal partido que se estaba protagonizando.

No obstante, a falta de 15 minutos Luismi efectúa un segundo cambio que sí encuentra más impacto dentro del choque, Pibe al césped por Lorenzo.
Es cierto que ese relevo obligaba a Alex González (el único jugador ofensivo que ayer sin estar "súper" si se pareció en algo a su figura habitual) a retrasar su posición al lateral y eso hizo torcer algo el gesto a este ingenuo y descreído bloguero pero la verdad es que el fino extremo nacido en Argentina sí creó inquietud al Guijuelo por banda derecha hasta el punto de provocar en muy poco tiempo las dos tarjetas amarillas a un imprudente Razvan e incluso tras el 2-1 otra jugada importante en la que pudo ser objeto de penalti no señalado.

Con la expulsión, el Guijuelo (que ya algunos minutos antes había dado un ligero pero significativo paso hacia atrás) trató de defenderse y guardar lo que tenía y el Pontevedra ( y su gente) comenzó a creer en que todavía se podía arreglar el desaguisado.

Y llegó ese córner en el  85 y el cambio previo de Rivera por Kevin. 
Se despista el rival y permite a Bustos encontrar fácil en el pico del área a Borja que parece que se va a liar pero recorta a un defensa que tímidamente le sale al paso para conectar un centro medido con su pierna mala y aparecer por lo menos una vez en el partido para aportar su innegable calidad técnica. El centro llega a la cabeza de Rivera que en un buen movimiento corporal para acomodarse conecta ese testarazo pegado al palo que ponía al Pontevedra con 2-1 arriba en el marcador.

Es bueno recordar en este instante que en los 11 partidos que se llevan disputados en la segunda vuelta este es el primer gol logrado por un delantero granate si no contamos el de Berrocal ante el Navalcarnero pues el cordobés hace tiempo que no es integrante de la lista de puntas del equipo.

Alegría,alborozo, celebración pero como somos así y tiene que haber susto final pues de lo contrario no seríamos nosotros, aún hubo sobresaltos para mantener el resultado.
Es cierto que une otra buena acción de Rivera Bustos pudo sentenciar en un o contra uno conel portero que desaprovechó pero luego llegaron dos "tantarantanes" notables para el corazón granate.
El primero tras ese posible penalti del que se hablaba más arriba que dejó a Pibe tendido sobre el terreno de juego y a algunos jugadores ingenuamente pidiendo al rival que echara el balón fuera cosa que no hizo cogiendo al equipo desordenado. Por suerte dicha acción quedó en "agua de borrajas".    

Y sobre la hora, la traca" final que por suerte no llegó a estallar.
Balón largo que permitimos que peine un delantero en vertical a un compañero en posición dudosa. Uno contra uno de ese atacante en el área con Nacho López que aguanta como puede y disparo al lateral de la red del delantero chacinero para poner el nudo en el estómago de todo el mundo.

Por suerte esta vez salió cara y esa ocasión final no entró y el partido pudo terminar con el marcador a favor y tres puntos de oro que nos dejan con otra posibilidad para "dar la cara" fuera de casa y volver a tener alguna opción real de competir hasta el final por los cuatro primeros.

La imagen de ayer no fue buena pero quizá tenga razón Luismi al decir que ahora lo que importa es ganar pues ya no hay espacio para la rectificación.
Lo que es indudable es que esa sensación de disgusto y derrota con la que salimos tras el partido con el Burgos aún habiendo dado mejor imagen, no es comparable con el alivio y la satisfacción (como diría alguien) que ayer reinaba tras ganar un partido que parecía se escapaba sin remisión.

Y ya se sabe "futbol es futbol".

Ahora el Fabril, virtualmente descendido y con Luisito al frente.

Es fuera donde hay que dar la talla si todavía se quiere soñar con hacer algo importante.

El año pasado el equipo fue capaz y ganó tres de las últimas cuatro salidas para no irse a tercera.

Ahora toca hacer lo mismo y quien crea que en Abegondo nos van a poner alguna clase de alfombra verde se equivoca. 

O mejoramos lo de ayer o vendremos de vacío.


   

lunes, 11 de marzo de 2019

Hay goles que matan

Como una puñalada trapera. 

Fría, cobarde y traicionera.

Así recibí en mi interior ese maldito gol del Burgos en el penúltimo instante de partido.

Siempre me he distinguido por no sucumbir con facilidad al desaliento en todo aquello referido al Pontevedra CF.
A pesar de que a lo largo de los casi cuarenta años de socio que tengo el honor de llevar a mis espaldas me sobran dedos de una sola mano para enumerar las alegrías de verdad que me ha proporcionado el equipo, en los momentos malos que han sido muchos tanto económicos como deportivos (aunque lo cierto es que los primeros problemas siempre llevan aparejados los segundos) he tratado de ver siempre la realidad desde el lado más positivo posible y encontrar la motivación para la siguiente meta en el menor tiempo posible tratando de superar los disgustos que se acumulaban en el zurrón del sentimiento granate.

Por citar algunos de los ejemplos más cercanos:

¿Qué bajábamos de nuevo a 2ªB después de un solo año disfrutando de la segunda división, en gran parte por una nefasta gestión deportiva en aquel verano con fichajes en su mayoría calamitosos? 

Pues a mal tiempo buena cara y a soñar con la próxima temporada y en el regreso inmediato a LFP.

¿Qué esa siguiente temporada acaba en tragedia con una eliminación contra el Sevilla B alucinante y crudelísima que extendió la depresión tanto dentro como fuera del club? 

Pues a venirse arriba y enviar un escrito a la prensa local en el que recordaba lo maravilloso que resulta sentir este escudo y que la campaña siguiente sería la del retorno.

¿Qué tampoco se produjo ese retorno a la siguiente porque se desaprovechó un 2-0 en casa logrado a los diez minutos y que ya habíamos dilapidado antes del descanso? 

Pues a rearmarse con rapidez y cumplir con la máxima de " a la tercera va la vencida" (que ya sabemos que no se cumplió al caer de nuevo en Pasarón en un pésimo partido ante el Ceuta).

¿Qué mientras los ceutíes todavía celebraban su pase a la última eliminatoria en Pasarón nos enteramos que en tiempo récord habíamos pasado de la entidad más saneada de España a que "o nos ayudan las instituciones o esto se hunde"?

Más moral, más pontevedresismo, más confianza en que se saldría adelante.

¿Qué después de que un arbitraje indigno (cuyo protagonista todavía pita a día de hoy en segunda división) contribuyese a alejarnos otra vez del sueño, nos vamos a 3ª División entre sentadas de los jugadores en pleno partido por falta de cobro?

Pues seguir enarbolando la bandera granate y animando a mi entorno de que no podemos abandonar ahora la nave y que ya vendrán tiempos mejores.

¿Qués después de cuatro años, sí, CUATRO AÑOS penando por tercera división el año pasado casi se roza otra vez la tragedia echando por tierra el trabajo de la campaña anterior?

Más ánimos, más " el Pontevedra CF está por encima de cualquier dirigente, técnico o jugador" por muy lamentables que algunos comportamientos hayan podido ser la temporada pasada.

Vale. Ya paro.

Si hago esta enumeración de circunstancias que han rodeado al Pontevedra CF en los últimos años (me he limitado a los últimos quince pues la perspectiva general de estas casi cuatro décadas como socio y ahora abonado es que solo UNA TEMPORADA se ha jugado en "fútbol profesional" en cuarenta años) es porque en esta ocasión más que de análisis del partido o de breve reseña del futuro inmediato me ha salido de dentro hablar de la tremenda sensación de desaliento, desesperanza y cansancio que me invadió cuando ese balón lejano de Adrián Cruz se colaba subrepticiamente en la portería granate.

Sí. 
Ya sé que solo es un partido más que se empata y que a pesar de que nos quita muchos boletos para jugar la fase de ascenso todavía no nos deja fuera y que en estos diez últimos partidos es posible que todavía existan opciones para volver arriba.

Más no sería justo si no confesara a aquellas personas que leen a veces este blog (mi inmensa gratitud otra vez por ello) que en el mismo instante en que esa pelota besó las mallas de Edu lo único que me pedía el cuerpo es salir de allí como "alma que lleva el diablo".

Era el disgusto del gol en contra en el 89, por supuesto. 
Más también pesaba el hecho de que ese tanto llegase en una jugada evitable en la que Pibe y Alex Fernández llegan tarde a tapar y en la que Edu no sé si por el bote, por la lejanía o porque razón no llega a tiempo a despejar encajando un gol perfectamente evitable.

También era por la conducta excesivamente relajada ( siempre en mi opinión, claro) de una afición muy callada a lo largo del casi todo el choque y que ni siquiera viendo el sufrimiento evidente de sus jugadores en el último cuarto de hora se animó a alentar y a tratar de dotar de esos gramos de fuerza adicionales a los protagonistas.

Que vaya por delante que el balón de Adrián Cruz habría entrado igualmente con el público jaleando y pitando sin cesar las acciones del Burgos  y que nada más lejos de la realidad el responsabilizar a nadie que no sean jugadores y entrenador del resultado final.

Sólo lo comento porque a veces duele ver las gradas tan vacías y calladas y más si recuerdo como apretaba esta afición no hace demasiado tiempo (tanto para bien como para mal).

Es evidente que tampoco ayuda sino todo lo contrario medidas tan lamentables, tan casposas y tan rancias como la de tratar de convertir el Estadio en una "discoteca de tercera" facilitando la entrada gratuita a las mujeres en un presunto homenaje a las mismas por el 8 de Marzo cuando realmente lo que se está demostrando con esta política es no entender absolutamente nada del tema y no hacer un homenaje sino un feo al conjunto de las mujeres granates.

Y tampoco ayuda la constante tensión entre un Consejo de Administración (cuyas cabezas visibles parecen más pendientes de recibir un par de "palmaditas" en la espalda en la grada de Tribuna camino del "macropalco) y esa parte más joven (sí, alguna gente joven todavía sigue yendo al campo) que desde hace demasiado tiempo no hace sentir ese aliento tan importante en un Estadio que sin duda les necesita más.

Es en este punto en el que cabe preguntarse qué es lo que hace (además de enviar glosas floreadas sobre los jefes a la prensa) el presunto consejero nominado para acercar posturas con las Peñas y que hace no demasiado tiempo se reivindicaba como el estandarte de la gente joven de Pasarón que estaba harta de la deriva que había tomado la institución.

Indiferencia, demasiado silencio y al final ese gol que al menos al que esto escribe le cayó como un jarro de auténtica agua helada sobre la cabeza.

¿Del partido qué decir?

Pues que debió de ganarlo el Pontevedra que gozó de las dos únicas oportunidades en el primer tiempo.
La primera de Alex González con su pierna mala, la derecha. 
La segunda desaprovechada con "un pase de cabeza al portero" por un Arruabarrena negado e inocente desde hace mucho tiempo ante el gol y que todavía se permite el lujo de poner malas caras cada vez que es sustituido, no entendiendo tampoco este atribulado bloguero la actitud de Luismi yendo hacia el jugador para tratar de aplacar sus ánimos. Absurdo.

La segunda parte comenzó con nuestro gol y siguió con un Pontevedra que dejó la posesión al Burgos que no llegaba con peligro a nuestro área en el que destacaba un enorme Adrián León hasta su lesión.       
Con el cambio de Cervero (que se unía a Mayor en la punta castellana) el rival incrementó el juego aéreo y a pesar de que se sufría por no llegar a tiempo a algún rechace la sensación era de que se iba a aguantar el marcador y que el equipo estaba firme.

Es cierto que el cambio de Romay a falta de viente minutos nos dejó sin apenas capacidad de retención y aguante de pelota.
Es cierto también que el de Malpica "andaba" tocado desde el final de la primera parte pero también es verdad que a veces a los jugadores hay que apretarlos y hay que concienciarlos de que se debe sufrir en ocasiones sobre el césped y haber aguantado unos diez minutos más ese cambio quizá nos habría traído más beneficios que perjuicios.

Luego llegó ese dichoso gol.

¿Hubo alguna opción todavía después del empate)
Por raro que parezca, sí.

En el descuento se pudo comprobar el porqué Berrocal ha dejado de jugar de delantero centro y se le mete a veces con calzador en mediocampo.

Gozó el cordobés de una pelota en el centro del área tras evidente fallo defensivo para estamparla contra la portería rival y sacarnos del pozo en el que nos habíamos metido pero tardo tanto y tanto y tanto en rematar que cuando lo hizo un defensa había llegado desde Miranda de Ebro para rechazar y enviar la pelota a la esquina. 

Ahí se acabó todo y dos puntos que jamás debieron de irse iniciaron su vuelo desde Pasarón. Uno se desintegró en el aire, el otro tomó destino Burgos.

No quiero terminar esta columna del blog sin recordar a una persona muy querida y muy pontevedresa que nos dejó el Viernes tras soportar estoicamente y con gran entereza una enfermedad larguísima sobre la que apenas se investiga e invierte para lograr remedios. 

Mi padrino, Avelino Lage Casal.

Jugó en el juvenil de Pontevedra CF en la década de los 60 e incluso llegó a debutar con el Atlético Pontevedrés.
Una grave lesión cortó su incipiente carrera futbolística pero desde ese momento trasladó su pasión por "su" Pontevedra de la hierba a las gradas. 
Cuando este bloguero era un niño contribuyó a transmitirle la grandeza de esta institución y el enorme cariño que por ella sentía.

Le imaginé ayer en dondequiera que se encuentra ahora maldiciendo por lo bajo después del empate visitante.    

Que la tierra te sea leve, padrino. 
   


  
        

martes, 5 de marzo de 2019

Ni sin "9" ni con "9"; ni con Bacterio ni sin Bacterio

Vaya por delante que en opinión del que esto escribe el Pontevedra CF no perdió en Ponferrada por el experimento llevado a cabo el Domingo consistente en salir a jugar sin delantero centro alguno (o con uno reciclado a mediocampista de contención desde hace mucho tiempo).

Es cierto, sin embargo, que se hace imposible no mencionar esta circunstancia a la hora de analizar lo ocurrido en El Toralín.
Y se hace imprescindible hacerlo porque el equipo nunca había salido anteriormente con esta idea y llama mucho la atención que a falta de 12 jornadas para el final, esto es en la 26 de Liga, se pruebe algo que hasta este momento nunca se había intentado.
A este respecto es cierto que los dos delanteros del equipo ( a Berrocal ya mejor lo sacamos de la lista) no marcan desde que terminó la primera vuelta hace ya ocho partidos pero también es cierto que en Barreiro, escenario en el que el equipo ganó y en buena medida convenció se jugó como siempre con "9" y con ese trío (Borja, Kevin y Romay)que parecía intocable por su rendimiento y que ha vuelto a ser retocado por lo menos en sus posiciones.

Es importante volver a recalcar que para este atribulado bloguero tal experimento inesperado no fue decisivo a la hora de volver de vacío de tierras bercianas. 
Incluso no se puede negar que en la primera parte el Pontevedra "sentó sus reales" sobre el césped ponferradino y con las dosis indispensables de agresividad y concentración logró jugar durante muchos minutos en campo contrario y tocar con cierto sentido en el medio campo aunque nunca encontró la profundidad necesaria para hacer verdadero daño a través de incursiones de la segunda línea que se supone que es lo que se buscaba a la hora de colocar a Romay como hombre más adelantado pero con clara vocación de combinar con el mediocampo y facilitar las llegadas de sus compañeros que casi nunca se produjeron.

A pesar de carecer de esa profundidad en casi todo momento (las dos ocasiones generadas en la primera parte llegaron de jugadas a balón parado o segundas jugadas derivadas de ellas) y como quiera que el equipo mantuvo en todo momento las "orejas tiesas" y no hizo apenas concesiones, el partido transcurrió durante toda esa primera parte bajó un guión controlado casi en todo momento por el Pontevedra y con una Ponferradina incapaz de encontrar a Yuri y de crear verdadero peligro en área contraria.
Aún así, el equipo local sí logró encontrar en dos ocasiones la espalda de Nacho Lorenzo y sobre todo en una de esas dos ocasiones estuvo a punto de perforar el arco de Edu quien dicho sea de paso en otra jugada aérea volvió a dejar un balón suelto en un mal despeje que bien pudo costar un disgusto.
Con todo, esa primera parte había cumplido el objetivo de impedir al rival ponerse por delante y posibilitar que en los segundos 45 minutos notara poco a poco el nerviosismo por sus últimos resultados y cayera en precipitaciones que se pudieran aprovechar.

No fue así.
Y no lo fue porque ya desde el primer minuto de la segunda parte (y ahí estuvo para mi la clave) se vio a una Ponferradina más metida, más intensa y con más vocación de ataque que en el primer tiempo y lo que es peor a un Pontevedra más errático, más contemplativo y menos concentrado que antes de pasar por los vestuarios.
Ya antes del gol local marcado sobre el minuto 57 se estaba viendo venir el peligro sobre el área granate porque el equipo era incapaz de recuperar la pelota, pausar como se hizo en el primer tiempo y obligar al rival a tener que correr para recuperar la posesión.

No nos engañemos. 
No es que la Ponferradina haya demostrado nada del otro mundo tras la reanudación sino que ese empuje, ese mayor ahínco en buscar el partido no encontró en el Pontevedra la misma intensidad y saber estar que en la primera parte.
Muestra de ese cierto despiste granate es la jugada del gol en la que pese a la velocidad y calidad de Isi Palazón que no se discute, sorprendió la facilidad con la que se desembarazó de hasta tres jugadores pontevedreses en banda izquierda hasta quedarse delante de Edu Sousa.

Y a partir de ahí, por desgracia, se vivió el guión al que estamos asistiendo desde tiempo casi inmemorial cuando el Pontevedra recibe el primer gol fuera de casa.
Impotencia, incapacidad para resistirse ante la derrota cambiando el sino del choque, paso incomensurable de los minutos sin apenas crear ocasiones y todo lo que ya sabemos cada vez que estamos a domicilio por detrás en el marcador.

Llamó la atención, eso sí, que el primer cambio tras el gol de Isi tampoco fuera aquel en el que se diera entrada a un delantero centro por un mediocampista que ya nos sobraba desde el mismo instante en que se produjo el 1-0.  
No, el primer relevo tuvo como protagonista a Alex González que entró al césped en sustitución de Alvaro Bustos.
El cambio está bien. Mucho más indicado, quizá, para casos como el de hace nueve días frente al Fuenlabrada con el marcador a favor y que Alex colaboró en gran medida a apuntalar.
Aún así la importancia del extremo cántabro es indudable y su entrada siempre constituye una buena noticia aunque por lo menos este atribulado bloguero no entendió porque no se vio acompañado simultáneamente por el cambio del delantero centro, circunstancia que no se produjo hasta pasado el minuto 70 de juego.

Sin embargo, ni la entrada de Arruabarrena por Berrocal ni la de Pazos por Romay cuando ya el partido agonizaba supusieron un cambio significativo en el discurrir de un partido que se nos iba sin remisión.
Si recordamos otra vez siquiera unos instantes el partido frente al Fuenlabrada de hace unos días, seguro que nos viene a la memoria los minutos siguientes al gol de Pedro Vázquez en los que el equipo madrileño nos acogotó y agobió e incluso disfrutó de dos o tres ocasiones de gol hasta que la contra mortal de Alex sentenció el choque.

Esa reacción ni se produjo en Ponferrada ni casi nunca se produce cada vez que fuera de casa nos vemos por detrás en el marcador. Tan solo una oportunidad de Pedro Vázquez, en el único tiro a puerta de todo el partido,  poco después de encajar y nada más.

Como ya se ha repetido varias veces, este Pontevedra CF se convierte en temible y en sinónimo de éxito cuando es capaz de abrir el marcador. Ha ganado todos los partidos en los que se ha puesto 1-0 o 0-1. Por contra, nuestra rémora aparece cuando somos los primeros que encajamos. A domicilio solo una vez (Septiembre, en Navalcarnero) logramos equilibrar una balanza que temporalmente se había inclinado a favor del rival.

Sí, es cierto. Lo más habitual en el fútbol es que si marcas primero tienes muchas papeletas para vencer y si encajas primero para perder. Una cosa eso y otra es que esa sensación de derrota irremediable que al menos este bloguero siente cada vez que nos vemos por detrás lejos de Pasarón.

Se perdió una oportunidad muy buena (difícil, eso sí, pero muy buena al fin y al cabo) de pegar otro golpe encima de la mesa como se hiciera frente al Fuenlabrada y aumentar exponencialmente nuestras opciones de jugar play off.

Además, el próximo encuentro frente al Burgos se afrontará con dos bajas por sanción por las quintas amarillas de Pedro Vázquez y Borja Domínguez.

Ahora bien, una cosa es reconocer que la segunda parte del equipo resultó decepcionante y muy lejana a la imagen ofrecida contra el Fuenlabrada en casa y otra es caer en el total desaliento o derrotismo de pensar de que ya está todo perdido.

Ganar al Burgos (partido "trampa" que va a resultar a priori complicadísimo si no estamos a lo que hay que estar durante los 90 minutos) significaría volver a estar ahí, a un paso de esa fase que tanto ansiamos volver a jugar y a ese objetivo debe dirigir sus esfuerzos el equipo a lo largo de toda la semana.

Quedan 11 partidos, 33 puntos y solo estamos a 3 del tercero, ergo todo es posible si se hacen las cosas bien.
Por de pronto, los experimentos "bacterianos" a pesar de no haber resultado decisivos en Ponferrada deberían tender a la desaparición pues la gaseosa está para beberla sola o con vino pero no para inundar a un equipo que es posible no digiera bien tal bebida cuando ya llevamos más de seis meses de competición ingiriendo agua y cuando en el último desplazamiento se "sacó" un once preñado de sentido común y se venció en un campo complicado en el que llevábamos demasiados años fracasando.

Al margen de la ausencia del "profesor" en lo que queda de Liga, también resultaría conveniente que no se nos olvidara que nadie regala nada y que que no podemos permitirnos saltar al campo en Ponferrada tras el descanso como si se hubiera echado el freno de mano pues a este nivel cualquier detalle es importante y los rivales si ven un "dedito" suelto es probable que precipiten sus fauces arrancándonos el brazo entero y después con una articulación menos lo tendremos bastante más complicado para meter nuestros dientes.

Insisto, veo posible todavía estar entre los cuatro y más con los fallos fuera del Castilla, la posibilidad de que el Sanse flojee en el tramo final y la irregularidad manifiesta de los dos conjuntos leoneses.

Ahora bien, somos nosotros mismos los que debemos llenarnos de argumentos tanto en casa en donde somos fiables y tenemos que seguir siéndolo y sobre todo fuera de casa que es la espita por la que nos estamos desangrando.

La temporada pasada, con un escenario mucho más dramático delante de nuestros ojos, el equipo supo reaccionar y ganar tres de las últimas cuatro salidas de la Liga.   

Se hace imperativo ese cambio de rumbo también este año pero para conseguir un botín mucho más agradecido y mucho más dulce.

Por ahora, todo está todavía en nuestra manos, debemos demostrarlo con hechos.