lunes, 28 de febrero de 2022

Ópera seria, ópera bufa.

Vaya por delante que no he ido nunca la ópera.

Hay quien dice que de esa primera vez depende que la ames para siempre o que nunca más quieras volver.

El caso es que en la primera mitad del siglo XVIII, los napolitanos (que siempre han tenido más humor y mala uva que sus vecinos del norte de Italia) tuvieron la idea de crear un género operístico que tratase temas más mundanos, más de andar por casa y con mucho más humor que la denominada en contraposición a ella, a partir de ese instante, "ópera seria". 

Esta navegaba entre mitos griegos y romanos a menudo farragosos y complicados de entender o bien narraba episodios históricos del tiempo de "carracuca" que solo interesaban a unos pocos y no al común de los mortales.

Nacía, en consecuencia, la ópera bufa y con ella la introducción de lo cómico y de temas más mundanos y cotidianos en el género operístico.

El partido de ayer disputado en un silencioso Pasarón (bueno, silencioso del todo no pues unos 15 aficionados de Luanco que es de suponer debieron viajar hasta aquí en tres coches particulares se encargaron de poner algo de colorido en el ex vetusto) no se podría clasificar realmente ni en el lado "serio" ni en el "bufo".

Habría que recurrir a un género ecléctico de la ópera en la que los dos primeros actos discurrieran por ese lado tradicional en el que se relatan tragedias de los múltiples dioses a los que adoraban griegos y romanos ( y que, seamos sinceros, suelen aburrir bastante al "personal" no especializado) y en cambio el tercer acto constituyera una auténtica genialidad del género bufo con un protagonista destacado sobre el escenario que acabó por conquistar al público asistente al espectáculo con su interpretación gloriosa de un papel digno del más renombrado comediante de farsas.

Vayamos, no obstante, por partes.

El primer acto, como ya se ha dicho resultó especialmente tedioso en el anfiteatro granate de Pasarón. Es cierto que el único que buscó animar un poco la tarde fue el equipo asturiano del Marino que salió al campo con la intensidad, la colocación y la motivación que se espera de un conjunto que se está jugando la vida por abajo en la clasificación.

Disputó el Marino unos 25 primeros minutos de juego en los que fue netamente superior al Pontevedra. 

Gozó de una clara ocasión para marcar a través de un tanque con dos cañones que tenía arriba de nombre Steven e incluso pudo tener un penalti a favor en otra jugada del tal Steven que se desembarazó de los dos centrales locales con una facilidad pasmosa y cayó dentro del área en una acción que en el campo pareció penalti pero a la que el árbitro, que ya quiso dotar a este primer acto de alguna nota de humor, no le pareció objeto de pena máxima.

El resto de la primera parte siguió transcurriendo con un equipo visitante más metido y mejor colocado que el Pontevedra pero sin llegar ya con tanto peligro a las proximidades de Cacharrón.

¿Nosotros? Pues aunque sea doloroso decirlo, seguimos mal durante todo esa primera mitad. Incapaces de generar peligro, sin encontrar en ningún momento las bandas y chocando una y otra vez por el centro con el muro bien organizado del Marino de Luanco.

La segunda parte no cambió demasiado el decorado hasta el comienzo del tercer acto de la ópera lo que no sucedió hasta casi el final del ese segundo tiempo.  

A Ángel Rodríguez no debió parecerle tan horrorosa la primera parte pues su decisión fue no realizar ningún cambio tras el descanso. Y lo cierto es que el partido siguió desarrollándose de la misma forma que los últimos 20 minutos de la primera. Un Pontevedra con más balón (al bajar un poco el ritmo de la presión asturiana que en la primera parte había sido bestial) pero completamente incapaz de generar ocasiones de gol.

También en este segundo acto existió un toque de humor pero no fue el colegiado esta vez quien lo protagonizó. Sí lo hizo, en cambio, el veterano Lora que aún a pesar de ser uno de los mejores (sino el mejor) jugador sobre el césped, le regaló en ese episodio cómico un balón de gol a Alex Glez tras pifiarla en una cesión a su portero pero el capitán estrelló la pelota contra el cuerpo del arquero desaprovechando el "gag" con el que Lora quiso amenizar la tarde.

Luego salió Rufo que no encontró ni un solo balón para rematar en buena posición y que estuvo algo dubitativo en algún barullo formado en área asturiana. 

Llegó después, en un nuevo adelanto del rapto de humor que nos esperaba, un gol anulado a Charles por presunta falta previa de Yelko sobre el portero que pareció muy rigurosa y que ya colocó al público de Pasarón en la tesitura de dejar de llorar por los dioses antiguos y empezar a descojonarse con las tribulaciones de un segoviano peculiar.

A falta de un cuarto de hora, el técnico granate volvía a acordarse de que tenía cambios y decidió enviar a la ducha a un gris Yelko y dar entrada a un todavía más gris Romay

Justo antes del tercer y último acto de la tarde ( el bufo), pudimos ver la mejor y quizá única jugada de mérito del Pontevedra CF. Balón en el área, pase precioso de Brais a Charles y remate de este al palo largo que se fue por muy poco en una acción que debió (como la de Alex) acabar en gol.

A partir de aquí se acabó lo serio.

Déjense los lectores de este atribulado bloguero de pensar en Zeus, Poseidón, Hera o Atenea. O en Júpiter, Apolo, Minerva o Diana.

No, aproximadamente en el 85, comenzamos a vivir un corto pero intenso tercer acto metidos de lleno ya en el más genuino y napolitano género bufo.

Como titular al acto postrero? 

Lo dejo al libre albedrío de los lectores del blog pero yo propondría algo así  como "El segoviano del pito, ni tenor ni soprano".

Resulta especialmente incomprensible como en ese minuto 88 y con lo bien colocado que estaba nuestro "prota" no viera como un defensa asturiano arrollaba (creo que se puede utilizar este verbo) a un Brais Abelenda que caía dentro del área objeto de un penalti al que Luis Aragonés habría calificado de catedralicio. 

"In situ" la acción ya pareció desde la grada un penalti evidente pero viendo por la tele el lance y observando también donde estaba situado el colegiado, se hace realmente inexplicable que no señalara de inmediato el punto de penalti.

Luego nuestro pinturero segoviano siguió con su interpretación extraordinaria haciéndose un lío con las ventanas de cambios ya utilizadas por el Marino.

Hasta 5 minutos, sin exagerar, pudo estar el partido parado mientras el "segoviano ilustre" consultaba con su inefable asistente si la sustitución podía o no realizarse.

"Ahora sí, ahora no, ahora sí, ahora no. Finalmente sí. Que se haga el cambio y que salga el sol por Antequera".

Entre medias, tarjetas por doquier, carreras desde mediocampo con barbilla en alto y ademanes desafiantes.. 

Verdaderamente un escándalo del humor que "hizo las delicias" del respetable hasta el final de un partido en el que al Pontevedra se le marchaba una gran oportunidad de ponerse a un punto del líder y en el que A. Rodríguez no tuvo a bien ni sacar unos minutos a Oier (como debe estar el navarro) ni al futbolista más alto de la plantilla, J.Rey, para tratar de sacar rendimiento a los córners forzados en el descuento.

Por que esa y no otra, la desaprovechada oportunidad, es la noticia mala de la tarde de ayer.

¿Qué fue penalti? Como un piano de grande.

¿Qué el gol anulado es muy riguroso? También es verdad.

Ahora. ¿Qué el Pontevedra disputó una primera parte indefendible desde todo punto de vista? Pues lo cierto es que sí.

¿Qué en la segunda hasta aproximadamente el último cuarto de hora tampoco hicimos casi nada? Otra verdad, por dolorosa que esta resulte.

El Pontevedra había cosechado dos derrotas seguidas (Leganés y Bergantiños) que nos preocuparon no ya por los puntos sino por la imagen.   

A mí personalmente, la primera parte de Carballiño me gustó y en ese momento creí que ese bache de juego se estaba rebasando.

La segunda parte de ese partido contra el Arenteiro ya volvió a "mosquearme" pero desde dentro se alegó que fue por la relajación de verse con uno y luego dos jugadores más sobre el césped.

Por desgracia, la mayor parte del encuentro jugado ayer vuelve a ser un indicio de que el equipo no ha recuperado esa frescura y ese juego que tenía hasta hace un mes.

Es verdad y en eso estoy de acuerdo que en las segundas vueltas las dificultades de todos los partidos se acrecientan pues todos los equipos cuentan con menos margen para conseguir sus objetivos y los choques tienden a igualarse y a ser más complicados.

Todo eso es verdad.

Pero también lo es que el Pontevedra CF no puede salir al terreno de juego como lo hizo ayer Domingo frente al Marino. ¿Qué el rival aprieta? Sí. ¿Qué tiene sus virtudes? Vale. Pero nosotros también las tenemos y debemos volver a enseñarlas con mucha más asiduidad.

No puede ser que durante casi toda la primera parte el equipo que parecía más intenso, más concentrado y más motivado fuera el contrario.

No puede ser que en esa primera parte y un buen tramo de la segunda el equipo no haya sido capaz de dotar al juego de un mínimo de velocidad, de ritmo, de intensidad por muy encerrado que estuviera el Marino la última media hora.

Creo realmente y ya lo he dicho en muchas ocasiones que este equipo puede y debe subir a 1ªRFEF. 

Y además sigo pensando que lo va a hacer.

Ahora, el camino no puede ser en ningún caso ni el de la segunda parte en Carballiño ni el de los primeros 75 minutos de ayer.

Así no. A sí es posible que toda la temporada vuelva a tirarse por el sumidero.



 

martes, 22 de febrero de 2022

Tacones, conejos y expulsiones

Hacía 21 partidos de Liga que el Pontevedra CF no estaba tan cerca del U.Adarve.

Después de la disputa de la segunda jornada del campeonato, los madrileños cogieron cuatro puntos de ventaja que fueron incrementando poco a poco aprovechando el mal comienzo liguero granate.

Hoy, los tenemos a 3. 

Están, por tanto, a tiro de piedra si tenemos en cuenta el enfrentamiento directo que tendrá que celebrarse entre los dos equipos en el Estadio Municipal de Pasarón.

Y no es que el Pontevedra haya rebañado una cantidad de puntos mucho mayor en estos primeros cinco choques de la segunda vuelta que en los cinco primeros con los que arrancó el torneo.

Los granates solo sumaron 4 de los 15 puntos que estuvieron en juego en las cinco jornadas iniciales viéndose por ello obligado a realizar un trabajo constante de "hormiguita" para remontar poco a poco puntos con los de arriba.   

En los mismos encuentros de la segunda vuelta ha sumado 7 de 15, lo que no podemos afirmar sea un botín extraordinario en cuanto a la puntuación, a lo que debe sumarse que ha encajado 2 derrotas cuando en en ese tramo de la primera vuelta solo perdió un partido.

Lo que no estaba en el guión, por lo menos de este atribulado (y en ocasiones pesimista bloguero), es que nuestro principal rival iba a mostrar debilidad en su propio terreno de juego en el que se había mostrado infranqueable en la primera parte del campeonato.

Sus derrotas ante el Palencia- Cristo At. y Real Avilés (esta última contundente y sin paliativos) nos han dado vida y una ración extra de oxígeno que nos ha venido muy bien para sobrellevar ese bache en el que había caído el equipo.

Escribía hace aproximadamente una semana que los jugadores del Pontevedra CF necesitaban tranquilidad, pensar juntos y recordar los caminos que le llevaron a recuperar el rumbo y colocarse segundo en la tabla clasificatoria a base de ganar partidos.

Que en sus piernas tenían, sin duda alguna, los recursos suficientes como para detener la "hemorragia" de las derrotas ante Leganés y Bergantiños pero que no había demasiado tiempo para que se encontraran a sí mismos pues la competición es inclemente y no suele esperar demasiado a que las ideas vuelvan a surgir.

No obstante, el Pontevedra que salió al difícil campo de O Espiñedo ante una nutrida y apasionada presencia de seguidores granates, fue ese equipo fiable y seguro de sí mismo al que nos habíamos llegado a acostumbrar y no ese conjunto nervioso y algo desnortado de Butarque o de la segunda parte del día del Bergantiños.

Ante un rival que sabía que la mejor manera de hacer daño al Pontevedra era esperar ordenado atrás y estar atento a cualquier robo de balón que les permitiera salir en peligrosas contras, el Pontevedra apenas concedió errores y supo aplacar la energía e intensidad de un Arenteiro que, no lo olvidemos, llegaba al partido en racha.

Es cierto que el equipo "verde" gozó de una gran ocasión en el único error defensivo granate en el primer tiempo pero Uxío (ojalá su lesión sea lo menos grave posible) mandó por encima del larguero un cabezazo en muy buena posición para marcar después de un centro medido desde la banda izquierda carballiñesa.

Pero el Pontevedra CF tocaba el balón con más sentido a pesar del irregular estado del césped que nos recordó que no solo en Pasarón el balón se asemeja más veces a un conejo corriendo por un campo que a un esférico desplazándose por una alfombra verde.

Llegó el 0-1 en un saque de banda sacando con picardía y rapidez y tras ese tanto el Pontevedra tuvo a su merced durante quince minutos a un rival que acusó el golpe y que no fue capaz de frenar el juego granate.

En ese tramo de partido el Pontevedra debió "machacar" y hacer algún tanto más que diera tranquilidad pero como ya ocurriera en la primera parte frente al "Bergan", se desperdiciaron varias llegadas en superioridad clara a las que habría que haber sacado bastante más rentabilidad.

Y fue en el momento en el que el Arenteiro parecía haberse asentado algo más de nuevo sobre el campo y el Pontevedra haber calmado algo su ímpetu, cuando llegó la primera expulsión local.

Es Adrían Cruz un jugador con una calidad incuestionable y en Pontevedra lo conocemos bien aún a pesar de que por unas cosas u otras aquí no haya terminado de tener continuidad. Esa continuidad que sí tuvo en otros grandes equipos y en categorías superiores donde ha desarrollado una apreciable carrera.

Pero siempre ha sido también Adrián un jugador de corazón un tanto caliente y esa circunstancia volvió a traicionarle un poco en la acción que le costó ver la roja.

Falta sobre Alex Glez en medio campo, otra falta en la misma acción y para rematar, mientras ambos caían, bota con los tacos a uno de los gemelos de nuestro capitán. No creo que esa acción pueda calificarse de dolosa pero sí de negligente y así debió apreciarlo el árbitro que estaba muy cerca y que le indicó el camino de los vestuarios.

Y nada más quedarse el Arenteiro con 10, llega la acción del 0-2 justo antes del descanso que allanaba muchísimo el camino para la segunda parte. 

Seoane, transformado por un instante en Cafú o incluso Sócrates (brasileño genial de los años 80 que llegó incluso a tirar algún penalti con el tacón), se encontró con un balón suelto en el interior del área tras un lanzamiento desde la frontal y conectó su tacón con el esférico, en un recurso genial, para desviar la trayectoria de aquel e introducirlo dentro de la portería del Arenteiro.

Lejos de lo que se podría pensar (con 0-2 arriba y jugando contra 10) el Pontevedra CF no disputó ni mucho menos una buena segunda parte.

Quien más quien menos pensaría que el partido se desarrollaría con el guión del principio del mismo, es decir, con un Pontevedra en posesión de la pelota y un Arenteiro tratando de aprovechar las opciones que el rival le dejara teniendo en cuenta su inferioridad.

Lo cierto es que no fue así. El balón fue del conjunto local y el Pontevedra empezó a confundir lo que significa control del partido con relajación e incluso alguna dosis de paseo.

No hubo ocasiones muy claras ni el equipo se vio superado por su rival en exceso pero creo que sí se puede afirmar que no se notaba demasiado la superioridad numérica sobre el campo y que jugadores como nuestro admirado Alex Fdez y ese buen futbolista llamado Zanelli acumulaban cada vez más balón.

Son además estos dos centrocampistas muy buenos lanzadores a balón parado y (sin exagerar) en algún momento la imagen de los últimos minutos de Carballo en al primera vuelta pasaron (siquiera de rondón y solo por unos instantes) a través de mi cabeza.

Sin embargo, a falta de 20 minutos para el final un balón largo para A.Rubio obligó a Pol Bueso a estorbarle lo suficiente para tirarlo al suelo cuando el jugador granate encaraba al portero en buena posición. 

El árbitro que era asturiano (sí, asturiano) no dudó en sacar tarjeta roja al central ex granate y dejar al Arenteiro con 9.

Menciono el origen "astur" del "trencilla" pues no es habitual que un colegiado de esas latitudes pite de manera tan correcta y benigna al Pontevedra con lo que deberíamos recordar esta circunstancia como una efeméride gozosa y digna de ser recordada. 

Al escribir esto último, por cierto, me acuerdo de los "cabreos" legendarios de algún periodista de la ciudad que narraba los partidos del Pontevedra y que siempre nos sacaba una sonrisa entre la desesperación de las decisiones arbitrales.

Y sí la cosa ya se ponía "fetén" por jugar contra 9, más pintiparada se puso con la maravillosa conversión de la falta en gol por parte del propio Rubio que desde una posición más indicada para un lanzador zurdo, conectó su derecha para hacer un tanto precioso que liquidaba de manera virtual el partido.

Y digo que lo liquidaba de manera "virtual" porque después del 0-3 y de manera totalmente sorprendente, al menos para el que esto escribe, el Pontevedra jugó un cuarto de hora realmente horroroso.

Veamos, desde el 0-3 y con dos jugadores menos, el Arenteiro consigue ganarnos la espalda por nuestra banda izquierda y forzar un córner. Dicho córner es fatalmente defendido y acaba en el 1-3.

Pero es que además el Pontevedra simplemente se limitaba a jugar la pelota entre los dos centrales y cederla a su vez a Cacharrón que enviaba el balón largo hacia la nada.

El Arenteiro además del gol, gozó de un par de faltas laterales que nos subieron realmente las pulsaciones y marcó otro gol que fue anulado por un fuera de juego que sí lo pareció, aunque las tomas no eran las más idóneas para certificarlo.

Este panorama en el que el Pontevedra, no es que confundiera ya control con relajación, sino que pareció simplemente pasear en agradable tarde por Carballiño, terminó con una jugada por la derecha que acaba en los pies de Rufo en la frontal del área y con un lanzamiento ajustado del "9" para hacer el 1-4 y con otra jugada ya al borde del final de la prolongación en la que el espíritu de Cafú volvió a adueñarse de un genial Seoane para enviar al fondo de la red un derechazo potente y bonito que ponía el 1-5 final en el marcador.

Se ponía así fin a la hemorragia del equipo que tan preocupados nos tenía los últimos quince días.

Que la herida cicatrice convenientemente dependerá que el Pontevedra siga en los próximos partidos con la buena línea de la primera parte en Carballiño y evite por todos los medios pasajes de atolondramiento y "desaparición" experimentados en la segunda parte contra los "verdes".

Que decir de lo sucedido tras el final del choque.

Ver esos vídeos a través de las redes sociales de los jugadores dirigiéndose al sector de la grada en la que estaba nuestra gente me resultó especialmente emotivo.

Emotivo porque resulta vital  la comunión perfecta entre plantilla y afición.

Emotivo porque quizá esté prendiendo de nuevo una llama que adquiera con el tiempo más fuerza y calor para convertirse en una nueva versión de la tan añorada "marea granate".

Y emotivo porque evoca la posibilidad de volver a repetir esta unión y alegría en un tramo final de Liga en el que el equipo necesita como el comer del apoyo de su gente tanto fuera como en casa.

A partir de ahora, se me antoja crucial pronunciar constantemente y tener siempre en mente una frase más antigua que el propio fútbol pero que ha sido acuñada en los últimos años por un enorme entrenador azotado por los medios tradicionales deportivos por haber osado desafiar un estado de cosas en cuyo interior el poder estaba realmente cómodo.

"Partido a partido" y no salirse de esa línea.

Por tanto, Marino, Marino y Marino.

Un equipo asturiano, por cierto, que está inmerso de lleno en la lucha por la permanencia (que es para ellos su "ascenso") y que no regalará absolutamente nada en Pontevedra el Domingo que viene.

Centrémonos solo en ganar al conjunto de Luanco y confirmar la recuperación y confianza del equipo.

Ojalá se haga con más gente en las gradas del ex vetusto.    

  

martes, 15 de febrero de 2022

TODO SALDRÁ BIEN

Siempre que se pierde un partido de manera inesperada y más si el choque resulta trascendente, lo único que me sale, lo único que me pide el cuerpo, es quedarme sentado en la butaca mientras las gradas (ya de por sí demasiado vacías durante el juego) se van quedando completamente huérfanas de aficionados.

Al mismo tiempo que los seguidores se marchan, elevo la mirada del suelo y veo a los futbolistas abandonar cabizbajos el "césped" tras recibir algunos aplausos de una afición que ni siquiera reaccionó a la derrota con música de viento o exhibiciones de tenor frustrado.

No. Esta vez, la gente se marchó del estadio más en silencio que nunca. 

Preocupada, algo sorprendida y, creo, preguntándose si otra vez más se nos iba a caer el equipo en la fase más importante de la temporada.

Hasta hace un par de jornadas nos ilusionábamos con un equipo que sin enamorar con su juego, ganaba los partidos con más o menos solvencia y parecía haber desterrado por completo los fantasmas de un comienzo de Liga errático y desalentador.

El que esto escribe, más atribulado esta vez que nunca, no entiende demasiado bien las razones por las que nuestro Pontevedra ha disputado dos partidos seguidos en los que al margen de no conseguir marcar (solo había pasado una vez en los primeros 19 partidos ligueros), ni siquiera ha disparado entre los tres palos apenas una vez en Leganés y otra hace un par de días frente al Bergantiños.

Después del partido jugado en Butarque, la sensación con la que terminé es que el equipo no había sido él mismo. Que no se había encontrado, que no había alcanzado ese ritmo de pelota con el que muchas veces acaba por desbordar a los rivales.

"Era en Madrid", me decía- y ya sabemos lo atolondrado que sale el Pontevedra en la capital ya juegue a las 11 de la mañana o a las ocho de la tarde.

"Un partido malo puede llegar en cualquier momento"- me repetía mientras ni imaginaba el sorprendente resultado que el Palencia- Cristo AT iba a cosechar al día siguiente en el campo del Adarve y que a la postre nos consoló, al menos en parte, de nuestro naufragio en Leganés.

Lo más importante de lo ocurrido frente al filial blanquiazul no había sido la derrota sino nuestra incapacidad para hacerles daño jugando contra 11 y luego contra 10 y eso era lo que no podía volver a repetirse.

No voy a decir, porque no me ajustaría a la verdad, que el Pontevedra mereció perder contra el Bergantiños.

Ahora. Podría decir con total convencimiento que mereció ganar el partido por lo demostrado a lo largo de los 90 minutos? Sinceramente, tampoco podría afirmar tal cosa.

Y eso que la primera parte no fue demasiado mala.

El equipo sí encontró los caminos sobre una hierba destrozada para alcanzar el área carballesa en numerosas ocasiones y evitar que el contrario nos llegase con verdadero peligro a nuestra zona de castigo.

Y eso que el choque ya venía con sorpresa desde el comienzo por las ausencias imprevistas de Araújo y, sobre todo, de David Soto.

Aún así, en defensa, el equipo no sufrió demasiado en la primera parte y Pacheco que debutaba (tampoco estaba citado Santos) cumplió con el cometido que tenía, aún a pesar de un par de indecisiones que él mismo pudo resolver.

Decía algo más arriba que el Pontevedra lograba llegar con asiduidad al área del Bergantiños pero posiblemente su torpeza y su oscuridad en esa zona crucial del campo pudo constituir la primera razón para el mazazo que vendría al final.

No se puede llegar con superioridad tantas veces a una zona tan peligrosa y desbaratar todas las acciones, una por una, por estar rematadamente mal en centros aparentemente asequibles; o por hacer un control de más cuando lo que tocaba era lanzar a portería; o por perderse en florituras o regates absurdos antes de ser concretos y machacar al rival cuando realmente está siendo superado.

En esa primera parte el Pontevedra fue claramente mejor y solo su negación y su querencia (no es la primera vez) a perderse en filigranas o, dicho vulgarmente, por querer meterse con la pelota dentro de la portería como cuando éramos niños, impidió que algún gol subiera a su casillero y facilitara en gran parte su labor.

A pesar de esa desesperante actuación en los últimos 20 metros de campo, la primera parte no presagiaba todavía el desenlace final y por lo menos el que esto escribe, pensaba que en alguna acción tras el descanso nos dejaríamos de zarandajas y "caralladas" varias y lograríamos marcar ese gol salvador.

Me equivoqué.

La segunda parte, con un Bergatiños replegado y esperando su oportunidad, ya empezaba con la entrada en el césped por parte carballesa de dos de sus mejores hombres en ataque, Cano y un Escobar que desde el primer instante ya dio muestras de su peligro y su saber hacer en el cuerpeo con centrales y protección de balón.  

No sufría, sin embargo, atrás todavía el Pontevedra pero tampoco llegaba ni mucho menos con la fluidez del primer tiempo a las proximidades del área rival.

Se forzaron algunos córners que pusieron de manifiesto nuestra escasa peligrosidad en ese lance, se intentó penetrar en la defensa rival pero la mayoría de esos intentos morían sin demasiados problemas en un entramado defensivo bien organizado por el equipo de Lemos.

Con el paso de los minutos llegaron nuestros cambios que lejos de mejorar, empeoraron al equipo.

Se fue Rufo (no estuvo bien el "9" pero no sé si se ganaba más "protegiendo" su físico durante los veinte minutos que restaban que es lo que se hizo, que aguantándole en el campo por si de una vez por todas llegaba ese centro decente que pudiera encontrarle) y entró Diz que nada aportó salvo un lanzamiento flojísimo en el 83 que constituyó la única vez que el portero rival tuvo que coger una pelota.

También se fue Rubio (objeto de un penalti claro en la primera parte) y al que en absoluto mejoró un Oier completamente desdibujado. Y tambíén se marchó un Yelko incapaz de encontrar resquicios en el embudo planteado por el "Bergan" en la segunda parte, al que sustituyó Romay que apenas apareció en el cuarto de hora final.

Lo peor es que el rival ya enseñaba algo sus uñas con el paso de los minutos y un extraordinario hasta en dos ocasiones Churre tuvo que intervenir para evitar dos acciones de muchísimo peligro elaboradas a la contra por el Bergantiños.

Hasta que llegó ese minuto 90. Ese balón largo que esta vez sí se come Churre y ese choque de trenes entre Rey (que jugaba atrás desde la entrada de Román por Pacheco) y Escobar. Pelean, cuerpean, los dos se van al suelo pero el punta visitante se levanta con mucha más velocidad y agilidad para hacerse con el cuero, fusilar a Cacharrón y dejarnos completamente fríos y en silencio.

Tras el varapalo he leído a gente que sabe de esto tratar de argumentar alguna causa táctica o estrictamente futbolística para encontrar razones a este bajón.

Uno de esos argumentos es que el Pontevedra CF juega mejor con un punta que con 2. Puede ser cierto pero también es verdad que a principios de la Liga ya jugábamos con un punta y el equipo no arrancaba hasta que precísamente pasó a jugar con dos delanteros.

Otro es la posición más retrasada de Alex debido a la baja de Araujo y que le quita chispa y profundidad al conjunto.

También puede ser verdad pero lo cierto es que tras las 5 primeras decepcionantes jornadas el "sacrificado" fue el propio Araújo y Alex pasó a ocupar el lateral de la banda izquierda. Y con él en esa ubicación el equipo también fue capaz de empezar a ganar partidos.

Que si Brais debe tener más libertad (aparatoso, por cierto, el vendaje con el que el ex compostelanista jugó la primera mitad y que deja entrever que es posible que no pase por su mejor momento físico) y no anclarse en banda izquierda.

Y también es razonable opinar así aunque el Domingo pasado, en la segunda parte, ya no estuvo Brais tan fijo en esa posición sino abarcando más espacio de ataque y tampoco surtió efecto.

Todas esas razones que tratan de explicar estos 15 días de pesadilla cuenta, insisto, con la lógica y credibilidad suficiente como para quizá estar colaborando al bache pero, en mi opinión, la razón más poderosa, la que nos ha lastrado en exceso en estos dos choques es posible que esté más en el "coco" que en las piernas o el lugar que ocupa cada futbolista sobre el campo.

Hace dos días, la impresión que generó el equipo desde el comienzo de la segunda parte fue la de un grupo con exceso de nervios y precipitación cuando quizá tocaba usar la cabeza para encontrar el modo de derribar el muro contrario.

Al no tener un equipo demasiado punzante y peligroso a balón parado y no contar, además, con espacios de ningún tipo por causa de la tupida y bien engranada defensa visitante, el Pontevedra chocó su cabeza contra ese muro una y otra vez estrellándose casi siempre en la malla que por el centro urdió acertadamente el Bergantiños.

Apenas intervino Seoane, que reaparecía, y cuyas asistencias desde la derecha han sido una fuente importante de beneficios para la cabeza de Charles en partidos anteriores.

Esa posesión más pausada que a veces desespera si no se hace con sentido es a lo mejor lo que sí habría resultado más lógica en la segunda parte del otro día.

No una posesión "sobadora" sin sentido y sin pretensión de ningún tipo pero sí un manejo de balón inteligente para encontrar esas vías de entrada por las bandas conseguidas a base de "picar piedra" con la pelota el tiempo que hiciera falta y que ya hemos visto otras veces en las que el rival se nos ha encerrado atrás.

Faltó, creo, paciencia y sobró ansiedad y tener siempre en la cabeza el empate del Adarve y que se iba otra posibilidad de recortar puntos.

Al final, ocurrió lo contrario y en dos partidos en los que el Adarve sumó un solo punto, su diferencia con respecto a nosotros ha subido de 5 a 6, al margen de que el Compostela nos vuelve a apretar por detrás.

Es hora de que el equipo se tranquilice. Que piense, que reflexione y que todos sus miembros en conjunto se rearmen y encuentren la reacción que debe ser inmediata.

No creo que a día de hoy lo que proceda sean los reproches o la desesperanza por nuestra parte.

Preocupación? Claro, faltaría más. Pero confianza en que el equipo cuenta con mimbres suficientes para recuperar la senda correcta, toda la del mundo.

Una vez mi hijo de 10 años me comentó su inquietud por un examen que tenía al día siguiente y sobre el que albergaba alguna duda sobre su desempeño en el mismo.

Había estudiado como siempre pero afirmaba que iba a ser muy complicado y que estaba nervioso.

Le contesté como mis propios padres habían hecho conmigo hace varias décadas cuando estaba en la misma situación que mi pequeño: Has trabajado como siempre, eres inteligente y por ello al final todo saldrá bien.

Esa frase, TODO SALDRÁ BIEN, es la que me gustaría decirles a los jugadores si tuviera la oportunidad de conocerles.

Calma, trabajo y confianza en que su fútbol volverá y los partidos caerán otra vez de nuestro lado.

Es cierto que la reacción debe ser inmediata porque los partidos se van agotando pero sigo insistiendo en que no podemos ni debemos caernos una temporada más. 

Que podemos hacerlo, que lo tenemos ahí y que todo acabará saliendo bien.    



   

miércoles, 2 de febrero de 2022

"A ras de cielo"

Todo el mundo que haya ido al estadio municipal de Pasarón en un día de lluvia sabe que el hecho de que las cuatro gradas del campo cuenten con cubiertas no impide que un aficionado poco avezado y que se sitúe en la parte inferior de dichos graderíos acabe más empapado que un senderista en día de tormenta.

Tampoco es ya un secreto que en el Nuevo Pasarón el estado del césped, desde el mismo momento de la inauguración de las instalaciones, no se puede calificar con otro adjetivo que no sea deplorable.

Y esta situación tan poco deseable alcanza su punto álgido en esta época invernal, que ahora vivimos, en la que la hierba del ex vetusto se parece más al arenal de cualquiera de nuestras playas que a un escenario en el que se pueda controlar una pelota en unas condiciones minimamente aceptables.

La forma de jugar del Pontevedra CF 21/22 con la bandera de la posesión por delante y la paciencia para encontrar los espacios en aquellos choques en que una buena y nutrida defensa rival los hacen desaparecer en muchos momentos, no encuentra en esta "hierba" invernal de Pasarón un buen aliado para su fútbol sino más bien todo lo contrario.

Por suerte, el Domingo pasado el Mostoles no se caracterizó precisamente por ser un equipo aguerrido, fuerte e intenso en el aspecto defensivo.

Sí llamó la atención en ataque, creándole al Pontevedra más ocasiones que cualquier otro conjunto que haya visitado esta temporada nuestro campo pero, insisto, a pesar de la presencia de jugadores como Mantovani que acumulan muchas batallas en sus piernas, se mostró endeble en su parte de atrás permitiendo al equipo granate llevar las riendas del partido sin demasiados sobresaltos.

Y eso que en los primeros 10 minutos de juego el equipo que salió mejor y con más intención e incluso intensidad fue el madrileño que ya antes del minuto 2 pudo hacer el primero y que poco después se encontró con la primera gran intervención de Cacharrón que no estaba por la labor de encajar demasiados goles de los jugadores mostoleños.

Bueno y justo resulta en este punto destacar la actuación del portero granate (opacado muchas veces por la poca cantidad de veces que le llegan al Pontevedra con peligro) y que hace 3 días contribuyó con tres grandes intervenciones a que no se complicase la situación desbaratando oportunidades claras del equipo rival.

A pesar del buen arranque visitante y de la numerosa arena de la playa, el Pontevedra no tardó de tomar el timón del barco y en dos zarpazos profundos decantó el marcador a su favor colocando dos goles en su casillero.

A destacar la jugada del segundo con dejada de espaldas de Charles a Rubio para que este firmase un gran pase en profundidad para Brais que definió delante del portero del Móstoles con tanta calidad como belleza haciendo un gol muy bonito.

Ya en esa primera mitad pero sobre todo en la segunda con ese 2-0 a favor, el Pontevedra demostró el Domingo que si bien tiene una idea primordial de juego basada en al combinación y en la acumulación de posesión del balón el tiempo que sea necesario para abrir huecos en los candados rivales, no es un equipo "kamikaze" o excesiva e ingenuamente prisionero de esa idea de ver el fútbol.

Así, dado el calamitoso estado del césped y que salir con el balón controlado desde atrás resultaba en ocasiones casi una verdadera temeridad por el riesgo elevado de perder el esférico en zonas sensibles, el equipo dejó a su portero enviar numerosas pelotas en largo desde su área en busca de segundas opciones y lo cierto es que quizás de manera algo sorprendente el Pontevedra no se desenvolvió nada mal en ese escenario nada habitual esta temporada a pesar de jugar más "a ras de cielo" que a ras de suelo.

También es cierto que ayudó todavía más a facilitar las cosas el gol de bandera conseguido por Alex Glez que sentenciaba por completo el partido.

Del capitán ya sabemos todos que ataca sin descanso, que culebrea, encara, desborda e incordia todo lo que puede a las defensas contrarias. También sabemos que cuando es necesario defiende su lateral con uñas y dientes y que acude al balón dividido con la fuerza de un lobo que lleva varios días sin pitanza que llevarse a la boca.

Ahora, si ya el pequeño y gran jugador cántabro transforma "pepinos" con su pierna derecha como el logrado el otro día, entonces es que no se puede sino sacarse el sombrero ante el portador este año del brazalete sagrado.

De ahí al final del partido se podrían destacar algunas cosas.

La primera es que se sigue reservando a Churre, por esas 4 amarillas que acumula, siempre que se puede y que de nuevo en los últimos minutos fue sustituido para poder contar con él en Leganés el Sábado que viene. 

La segunda, puede ser casualidad o no, es que en la primera jugada sin el marinense en el "césped" se produce una indecisión defensiva del equipo que acaba en córner y el lanzamiento de éste en gol en contra.   

La tercera es que Romay, que no brillo en exceso ya sea porque esa posición algo más retrasada (fue el sustituto de Yelko) o porque el estado del campo no le beneficiaba en absoluto, pudo completar 90 minutos de juego sin aparentes problemas físicos lo que constituye una estupenda noticia.

La cuarta es que Iñaki una vez superados diferentes contratiempos pudo disputar algunos minutos y no solo eso sino que fue capaz de encontrarse con el gol en un balón suelto en el que conectó un remate intuitivo y rápido utilizando un buen recurso futbolístico.

La quinta es que la ausencia del Román del "once" (jugó Rey en su lugar) que el día del partido mosqueó o inquietó a algunos entre los que se encuentra este atribulado bloguero, no se debió a un posible nuevo destino del descubrimiento granate de este año y que el último día del mercado invernal no acabó con los huesos del ex del Choco en las filas de otra conjunto.

Y por último, la sexta, es que el campo volvió a tener una entrada  muy pobre y muy desalentadora dada la buena trayectoria deportiva del equipo.

Alguna vez, quizá alguna vez o no, nos expliquen esta inacción tremenda e inexplicable del Consejo de Administración que no mueve prácticamente un dedo para que esta situación cambie siquiera un poco.

Va a llegar un momento esta temporada, es posible que ya haya llegado, en que el apoyo de la gente "in situ" va a ser muy necesario, que se va a requerir esa vitamina A (de afición) que fortalezca a nuestros jugadores cuando las cosas vengan mal dadas y haya que ponerlo  absolutamente todo sobre el campo.

No veo por ningún lado que se estén poniendo cimientos para que esa "cucharada vitamínica" pueda ser proporcionada al equipo.

Y me sigo quedando perplejo por ello.  

Junto al triunfo del Pontevedra CF, se produjo también la victoria de un U.Adarve que no falla y que sigue ganando y ganando sobre todo en su feudo.

Ante esta situación, ante la trayectoria casi inmaculada de nuestro principal rival (por abajo parece que abrimos cada vez más hueco),  no queda otra que apelar a la frase de mi admirado Luis Aragonés del que se cumplen 8 años estos días de su fallecimiento.

Solía decir el sabio de Hortaleza (sí, ya sé que él decía que el sabio era su hermano); solía decir "zapatones", insisto, en las ruedas de prensa que el objetivo  del fútbol era "ganar y ganar y ganar y volver a ganar y ganar y ganar y volver a ganar....".

A esto a ganar y a volver a ganar continuamente es a lo que se ve obligado el Pontevedra para desbancar al dichoso U.Adarve del liderato.

Para derribar esta "muralla" madrileña no hay otra que no cejar y afrontar cada partido sabiendo que no hay otra que volverse con los 3 puntos.

La siguiente parada será en Leganés y contra el único equipo que nos ha vencido en casa.

Volverá a ser difícil y habrá que jugar otro partido serio y efectivo pero ya sabemos todos lo que toca si queremos logar nuestro objetivo: ganar y ganar y volver a ganar....