lunes, 27 de febrero de 2017

Un caimán en libertad, el fin de una sequía insufrible y un paracaídas abierto

La característica banda sonora de la serie Corrupción en Miami me vino inmediatamente a la memoria al ver salir del vestuario al entrenador del Pontevedra CF. 
Con chaqueta y pantalón negro entre "casual" y deportivo, Luisito remataba su atuendo con unas zapatillas blancas tan aparentemente cómodas como desenfadadas que enseguida evocaron en mi mente las palmeras encajonadas contra un cielo azul brillante con las que empezaba cada capítulo de la ochentera serie estadounidense.
Es cierto que bajo su chaqueta el técnico de Teo no lucía una camiseta en manga corta que culminaría de manera magistral el estilo desenfadado de Sonny Crockett sino una impoluta camisa blanca a juego con el calzado que pudimos ver los que tuvimos a bien reunirnos ayer en el Estadio de Pasarón en el instante en el que el Burgos se adelantaba en el marcador.
Pero aún sin esa camiseta, como luego veremos, el peculiar entrenador granate si guardaba algún otro as en la manga que volvería a recordarme al personaje más famoso que a lo largo de su carrera ha interpretado el actor Don Jhonson.


Minutos antes del comienzo del partido veía con más incertidumbre y nervios de lo habitual a los jugadores efectuar sus ejercicios de calentamiento. Seis partidos sin meter un gol y en consecuencia sin ganar, la diferencia en la clasificación próxima a evaporarse en caso de no obtener la victoria, un Burgos que venía en su mejor racha de la temporada y que se mostraba especialmente fuerte como visitante... 
Eran argumentos todos ellos que dotaban al encuentro de una evidente dificultad aunque en honor a la verdad la derrota mañanera del Valladolid B en Palencia volvía a poner de manifiesto que los de atrás no viajan precisamente en un bólido espacial y daba argumentos para pensar que todavía estábamos a tiempo de enderezar el rumbo y afianzar un poco más esa soñada cuarta posición.

Lo cierto es que actuando como local el Pontevedra CF solo decepcionó ante el Celta B y que los verdaderos problemas los tenemos cuando jugamos lejos de casa y la sensación de que la fortaleza en Pasarón no se había perdido no tardó casi nada en ponerse de manifiesto en la tarde de ayer.

El Pontevedra salió decidido a ganar y a olvidar su sequía goleadora y protagonizó desde el principio una primera mitad plena de intensidad y dominio minimizando a un Burgos CF que apenas pudo acercarse al área defendida por Edu Sousa.
Ahora bien, ese dominio indiscutible, ese ritmo constante y alto conseguido por los nuestros no podía plasmarse en el marcador por la inocencia, ingenuidad o tremendo desacierto que se seguía acumulando ante la portería contraria.
Como ejemplo la jugada producida en el minuto 3 de partido en la que Eizmendi se encontró con un balón a la altura del punto de penalti con el portero desplazado y con todas las papeletas para poner fin a esa serie de partidos sin profanar marcos ajenos. Era más difícil mandarla fuera que meterla y lo primero fue lo que hizo el ayer interior izquierda granate al enviar la pelota por encima del larguero.
No tardó el equipo ni tres minutos más en generar otra ocasión clara de gol culminada con un cabezazo de Jacobo Millán tras centro del propio Eizmendi que fue a estrellarse contra uno de los palos de la portería castellana. Antes Trigo también había cabeceado otra pelota obligando a estirarse al meta del Burgos y después Kevin controló muy mal un balón que de haber efectuado ese control de forma correcta le habría posibilitado plantarse solo delante del portero.

Eran oportunidades (como otra de Mateu que en buena posición no consiguió contactar con el balón) que se sucedían y se mandaban al limbo provocando la desesperación del incomprensiblemente poco público asistente a Pasaron que veía como esa superioridad evidente del equipo granate no se traducía en goles por la incapacidad mostrada en los últimos metros.
Fue una primera parte controlada de cabo a rabo por el Pontevedra pero en la que sus jugadores volvieron a disparar o bien con balas de fogueo o bien con la pólvora completamente mojada.  

Esta circunstancia, perdonar ocasiones pintiparadas para marcar, dio lugar tras el descanso a otro "clásico" en las actuaciones granates por lo menos en casa, "la empanada de los primeros minutos de las segundas partes".

Salió el Pontevedra dormido o desconcentrado permitiendo al Burgos estirarse en ataque y gozar primero de una clara oportunidad que milagrosamente se fue al córner y segundo de otra jugada gestada en banda derecha del ataque castellano que culminó en gol un atacante burgalés llegando libre de marca a la altura del punto de penalti.

La situación en ese instante volvía ser muy frustrante. La notable primera parte protagonizada por los nuestros no había sido suficiente para mover el marcador y a los cinco minutos del segundo tiempo el contrario aprovechaba su primer lanzamiento entre los tres palos para poner tierra de por medio.

Pero he aquí que en ese momento Luisito volvió a encarnarse en ese pintoresco policía de Miami que recorría en compañía de Ricardo Tubs la ciudad americana para desarticular redes de delincuentes.

Ya sin chaqueta, el de Teo arengó a sus jugadores desde la banda para que despertaran del ya tradicional letargo que el vestuario provoca en su interior y a renglón seguido indicó (cual Sonny Crockett en Miami Vice) a su mascota que se preparase para poder salir en libertad.

En el caso de Sonny esa mascota era un caimán de nombre Elvis que vivía con él en su embarcación y que sorprendía o asustaba a aquellas personas que acudían al yate sin saber quien se escondía en una de las dependencias de la curiosa residencia del "poli".

En el caso de Luisito no era un caimán y si un "rubiales" que bajo apariencia de querubín esconde un "asesino" de porterías contrarias y que para más "inri" llevaba muchas semanas sin poder salir a cazar redes por culpa de ese tobillo que tanto le ha dolido a´el primero y a toda la afición después.

Salía pues al campo nuestro "Elvis " particular con los dientes más afilados que nunca y junto a el también entraba al terreno de juego otro jugador que ayer no estaba para muchas bromas, Alex González. Dejaban su sitio en el césped un otra vez casi intrascendente Eizmendi y un buen Jacobo Millán que volvió a dejar detalles de indudable calidad técnica.

Y el caimán , el "rubiales" o en definitiva para dejarnos de tonterías, Mario Barco no tardó nada en demostrar la importancia que atesora en el juego de ataque granate. Por calidad, por agresividad, por desmarque, por remate.. este hombre mejora al equipo y si bien será ese equipo en su conjunto quien nos podrá llevar a una insospechada cuarta plaza al empezar la temporada, resulta indiscutible que con la presencia de Barco el colectivo mejora y se dota de ese componente de plomo en las balas o picante en la comida que no existe cuando Barco no está en el campo.

Ya antes del empate a un gol Mario había protagonizado un par de acciones que ponían de manifiesto que las bromas se habían acabado y que la retaguardia blanquinegra ya contaba con un quebradero de cabeza de los grandes con su presencia y así llegó la bendición de la lluvia en forma de gol que terminaba con la sequía en una jugada que descargó la tensión de todos los que allí estábamos.

Elvis( perdón, Barco) se hace con una pelota en la frontal y observa el desmarque de Alex hacía el interior del área mandándole un precioso balón entre las piernas de un par de defensas burgaleses que el menudo jugador asturiano no desaprovecha para poner las tablas en el "luminoso".

Era un gol importantísimo. Que rompía esta nefasta racha y que por fin plasmaba el buen trabajo que estaba haciendo el equipo en el partido. 
Su autor, Alex González, desplegó ayer todo su potencial de desequilibrio, velocidad y regate por la banda izquierda hasta volver loca a la defensa rival completando unos minutos brillantes e importantísimos para el equipo.

Pero la segunda parte no era igual que la primera en la que sólo existió un equipo. No es que el Burgos fuera mejor en ese segundo tiempo pero lo cierto es que el Pontevedra (que había efectuado el tercer cambio sustituyendo a Portela por Mouriño) arriesgaba para ganar y posibilitaba más llegadas del equipo de Mandiola al área de Edu. Y fue poco después del empate cuando un lanzamiento con mucha intención de un contrario encontró la fenomenal intervención de Edu Sousa que envió la envenenada pelota al saque de esquina. 
Tras esa acción el Pontevedra redobló esfuerzos y por fin encontró el premio que sin duda merecía desde el principio.
Miguel Loureiro (que como saben los habituales de este blog ya me calló la boca con su trabajo hace mucho tiempo) arranca con su característico empuje y entusiasmo por banda derecha y conecta un centro maravilloso que no remata Mateu posiblemente por el medio derribo de un defensa que debió significar penalti. 
Pero no pasaba nada pues detrás del balear aparecía Barco para rematar de cabeza picando el cuero y hacer un segundo tanto vital por muchas circunstancias.

Vital por propiciar el triunfo más  necesario que nunca tras la serie de seis partidos sin ganar, vital por constituir la máxima expresión de la reaparición de este jugador que nos hace mejores, vital por culminar la remontada en un partido que tan complicado se había puesto tras el 0-1 y vital por traducir la superioridad del Pontevedra sobre el Burgos en casa y hacer del horroroso partido disputado ante el Celta B un hecho aislado dentro de la magnífica línea que el equipo mantiene en casa.   

Despejadas las dudas acerca de la fortaleza que el Pontevedra sigue manteniendo en Pasarón, este atribulado bloguero mantiene desde casi el comienzo de la temporada que los problemas y graves de los nuestros se acumulan a la hora de protagonizar el rol de equipo visitante.
En trece salidas hemos dejado de marcar nada menos que en ocho encuentros. En los cinco encuentros en los que sí hemos marcado Barco resultó crucial en tres de ellos. Haciendo el único gol del partido en Tudela, marcando el 0-1 en Aranda en la segunda y última victoria foránea que tenemos y "rescatando" al equipo de la derrota en O Vao haciendo un golazo espectacular amén de asistir a Añón en el primero. Por tanto, en los escasos cinco encuentros en los que el Pontevedra ha marcado fuera (Barco jugó cuatro de ellos pues en el debut en Guijuelo no lo hizo) en tres de ellos el de Calahorra resultó completamente decisivo.

La situación física de Mario Barco todavía no es óptima  y hace buena prueba de ello una acción sucedida en el último minuto del tiempo reglamentario de ayer en la que se lastimó la zona y le hizo renquear durante la prolongación. Es posible, que el cuerpo técnico tenga cuidado con el y no le otorgue la titularidad en Villaviciosa el próximo Domingo.
Pero  esa dosis de agresividad bien entendida, esa "mala uva" de la que a veces carece el equipo se hace más importante todavía lejos de casa que aquí.
No olvidemos que para que el gran mérito de conseguir la cuarta plaza se haga realidad vamos a tener que ganar al menos un par de partidos de los seis que nos faltan por jugar como visitantes y creo que la vuelta de Barco en ese sentido es crucial y me hace ser mucho más optimista.

La próxima estación no es nada fácil, Villaviciosa. Hierba artificial, campo más pequeño... 
Lo sabemos desde ya y en nuestra mano está dejar de repartir estampitas de la Virgen de la Caridad cada vez que viajamos por España y por contra parecerse algo más al equipo pleno de confianza y empuje que aparece cada quince días en el Estadio Municipal de Pasarón.

Vamos a ver que pasa en Asturias.       
    
   

lunes, 20 de febrero de 2017

En caída libre o el nuevo episodio de la película desplome 2.0

Que el Pontevedra CF lleva protagonizando una temporada lejos de Pasarón vulgar y con números de zona baja es algo que resulta difícil de discutir.
De manera oportunista desde dentro del club se nos decía en el transcurso de la primera vuelta que el equipo solo había perdido en Santander, Valladolid, León o Vigo y que estos eran los conjuntos que ocupaban los puestos de arriba en la clasificación.
Sin embargo, la realidad es tozuda y con el tiempo esa especie de coartada se ha quedado obsoleta y sin ningún tipo de solidez.
En esos cuatro encuentros citados lo peor no fueron las derrotas sino la imagen paupérrima ofrecida por los granates en tres de los cuatro partidos en los que estuvo fuera de los mismos casi desde el principio.
Pero concediendo que esos campos (Barreiro, Reino de León y El Sardinero) son escenarios harto complicados, lo cierto es que el Pontevedra en el resto de encuentros jugados como visitante no ya en esa primera vuelta sino en todos los jugados hasta el día de hoy no ha dado la medida prácticamente en ninguno.
Sólo dos victorias, Tudela y Aranda con protagonismo importante de Mario Barco en ambos choques y empates conseguidos a trompicones como los de Guijuelo,Burgos, Coruxo, Mutilva o Palencia no son cifras para estar especialmente contento con el rendimiento exhibido por los nuestros en los partidos jugados como visitantes.

Esta exasperante falta de competitividad foránea no es exclusiva de esta temporada sino que ya viene de atrás pues en la segunda vuelta de la liga pasada los resultados lejos de casa ya empezaron a ser realmente mediocres.

Claro que si a esta trayectoria errática fuera se le suma la pesada losa de acumular seis encuentros sin meter un gol la consecuencia no puede ser otra que el lento pero imparable derrumbe del Pontevedra CF que solo mantiene la cuarta plaza por dos circunstancias; la primera, su extraordinaria primera vuelta en casa en la que ofreció esa imagen de equipo fuerte que tanto nos ilusionó y la segunda la torpeza de los perseguidores que ni con esta lastimosa racha granate han conseguido desplazar al Pontevedra de la cuarta plaza en la tabla. 

De esta inaudita serie de encuentros sin encontrar el camino del gol solo se puede sacar la conclusión de que la baja de Barco ha desconyuntado al conjunto en el aspecto ofensivo.
No hemos sabido jugar sin Mario y además el calagurritano aporta esa dosis de carácter de la que adolece tanto el equipo sobre todo fuera y que resulta muy necesaria para sacar muchas veces las castañas del fuego.
En las dos victorias logradas a domicilio el "9" resultó decisivo y en campos como el del Coruxo resultó básico para no volverse con derrota.
La lesión de Barco acaecida en un momento clave de la temporada fue calificada en este mismo blog como muy preocupante pero sus efectos han sido mucho más devastadores de lo que podría esperarse en un principio.
Y es que más allá de los diez goles acumulados por el riojano en la Liga, su rendimiento y su capacidad de contagio al resto del equipo (además de la evidente atención que requería de las defensas contrarias) era tan relevante que su ausencia ha dejado huérfano en ataque al Pontevedra secando por completo las fuentes de acceso a las porterías rivales

¿Contaba la plantilla con argumentos para sobreponerse a esta baja y mal que bien ir salvando la cara hasta el regreso de Barco? Este bloguero siempre entendió que sí. Reconociendo la importancia del jugador cedido por el Lugo esperaba que el equipo disimulase la baja del delantero tal y como hizo con la de Alegre y "fuera tirando" como pudiera hasta la reaparición de su nueve titular.

Está claro que me equivoqué. O eso o es que el cuerpo técnico ha sido incapaz de dar con la tecla para jugar sin Barco algo que parece no corresponderse con la realidad cuando escuchamos a Luisito en la rueda de prensa posterior al partido de ayer afirmar que no iba a cambiar nada y que seguiríamos jugando igual.

Lo cierto es que esa afirmación del técnico teense no deja de ser curiosa sobre todo por que minutos antes había analizado con gran acierto el partido al afirmar que el Pontevedra había hecho casi todo bien hasta llegar al área rival, zona del campo en la que se le vendaban los ojos de manera desesperante. Ese "fútbol de mentira" , frase con la que calificó Luisito con sinceridad el juego granate no podía tener más consecuencia que acabar empatando a cero o incluso perdiendo si el equipo contrario acertaba (como así pasó) en alguna jugada aislada.

Salió al campo el Pontevedra con cuatro jugadores "menudos"  en los puestos más ofensivos al comienzo del partido. Eizmendi a la derecha, Jacobo a la izquierda más Mouriño y Añon como hombres más adelantados. Kevin y Trigo ejercían de mediocentros y la defensa era la habitual en los últimos partidos.
Y el Pontevedra cogió la pelota con la aquiescencia del Racing y la "sobó" cuanto quiso y más salvo cuando pasaba por las botas de un Kevin que volvió a estar desafortunadísimo en la circulación entregando el balón en muchas más ocasiones a un rival que a un compañero.
Pero esa posesión resultaba estéril. Sólo un cabezazo de Mouriño que salió fuera y una volea muy complicada de Jacobo que se fue por encima del larguero lograron animar siquiera tímidamente el juego ofensivo del equipo y con ese bagaje meter un gol parecía misión casi imposible.

Enfrente un Racing que parecía dejar pasar los minutos como apático y con más ganas de marcharse a la ducha que a otra cosa en el que Joselu no aparecía ya sea por su abulia o por el partido notable de un Bruno que volvió a rayar a un gran nivel y en la que Benítez no encontraba pasillo alguno para desembarazarse de un Miguel que volvió a a demostrar su mejoría esta temporada.
Aún así, en una jugada sin peligro aparente, el ex granate Benitez (conocido anteriormente como González) decidió probar con un lanzamiento desde muchos metros más atrás del área grande granate sorprendiendo a un Edu Sousa que todavía al escribir esta columna no entiendo como no llegó a a despejar a corner esa pelota

De esta manera tan absurda un Racing que en más de media hora sólo había llegado una vez por medio de Mendi se ponía por delante y hacía presagiar lo peor para el Pontevedra CF.
Quizá el guión pudo cambiar si en la última jugada de la primera parte David Añon hubiese transformado la única ocasión clara de gol de la que dispusimos al rematar flojo de cabeza en el segundo palo una falta lateral mal defendida por los "verdes".

Pero lo cierto es que el remate fue directo a las manos del portero departamental y la primera parte terminaba con ese sabor de boca amargo de ver a un Pontevedra impotente en ataque ante un rival que no estaba haciendo nada para ganar el partido.
En esa primera parte Eizmendi no volvió a ofrecer un solo argumento que pueda defender la titularidad que se le ha otorgado casi desde que llegó y la duda de un segundo caso Hugo Rodríguez empieza a planear sobre la casa granate. 

Tras el descanso Abel y Mateu entraron al campo en lugar de Portela y Mouriño pero salvo en los primeros diez minutos en los que sí pareció que el equipo tocaba más rápido la pelota y con algo más de intención el decorado apenas cambió sobre el césped.
El Pontevedra monopolizaba la pelota y llegaba con cierta asiduidad a las proximidades del área contraria pero una vez allí faltaba ese picante o ese toque de calidad que permitiera generar ocasiones de gol que transmitieran un poco de inseguridad a la retaguardia ferrolana.

El Racing por su parte buscó no con demasiado ahínco las contras para sentenciar el choque y  alguna opción tuvo para hacer el segundo tanto pero sobre todo gracias a la actuación ya mencionada de Miguel y Bruno no logró encontrar ese gol que sentenciara definitivamente el partido.

La última media hora la jugó Alex González en lugar de Eizmendi pero a pesar de intentar profundizar por la banda izquierda en alguna ocasión lo cierto es que acabó por disolverse en ese azucarillo ingenuo y carente de toda mala uva que era el ataque pontevedrés.   

Con el pitido final del árbitro la sensación que por lo menos al que esto escribe se le quedó en el cuerpo es que el rival nos había ganado sin hacer apenas nada sobre el terreno de juego y que la impotencia infinita que se había demostrado por nuestra parte a la hora de generar peligro hace ya no necesario sino imprescindible el regreso de Mario Barco para que la faceta ofensiva granate vuelva a parecerse a la de un equipo serio y con aspiraciones y no a la de un conjunto que lucha desesperadamente para no meterse abajo.

Dicen que es posible que Barco esté entre los convocados para el partido del próximo Domingo. Yo no rezo ni profeso fe alguna pero aquellos que sí lo hacen estaría bien que elevaran alguna plegaria para que esa reaparición se produzca en una semana pues el equipo sea por las razones que sean no ha sabido sobreponerse en ataque a la lesión del bravo jugador de Calahorra.

Si no fueran pocas las preocupaciones que arrastra el equipo, la escuadra que nos visitará en la siguiente jornada llegará a Pontevedra en el mejor momento de su temporada y llegará tras vencer en El Plantío por 2-0 a ese equipo extraterrestre que muchos decían que era el Celta B que aquí se paseó sin recato hace no demasiados días.

O se reacciona ya o o el grueso de los equipos que vienen por detrás nos arrollarán cual pelotón a un escapado a falta de un par de kilómetros para la meta.

Una cosa es no poder repetir la gran primera vuelta realizada (por lo menos en casa) y otra muy distinta es conformarse o mirar con indiferencia como el Pontevedra realiza una segunda vuelta lamentable y muy por debajo de sus posibilidades.     
    
   

lunes, 6 de febrero de 2017

De humillaciones futbolísticas, dolorosas ovaciones y agoreros por doquier

No esperaba ni de lejos que el Pontevedra CF recibiera la indiscutible humillación deportiva propinada ayer por el Celta de Vigo B.
Lo anterior no quiere decir que no esperase un partido tremendamente complicado en el que solo una gran versión granate podría propiciar que el resultado cayera a nuestro favor.

Pero el desastre colectivo en defensa, la imagen de impotencia absoluta tras el primer gol celeste y el paseo triunfal del filial en el Estadio Municipal de Pasarón eran acontecimientos que jamás hubiera imaginado viendo el rendimiento que hasta ahora había ofrecido el equipo en casa.

Si hace quince días el Racing de Santander consiguió llevarse los tres puntos tras la disputa de un encuentro jugado a cara de perro y con un Pontevedra respondón a la par que cohesionado sobre el terreno de juego, lo de ayer fue un pim pam pum injustificable que pudo todavía ser más duro si los atacantes vigueses hubieran estado acertados en las tres o cuatro ocasiones claras de gol de las que disfrutaron en la segunda parte.
El partido entendido como una contienda en la que dos equipos compiten por un resultado duró hasta ese minuto veinte en el que el colegiado decidió señalar un penalti que casi nadie vio con claridad salvo el entrenador granate que sorprendentemente afirmó haberlo apreciado casi con seguridad desde el banquillo.
No es que antes de la pena máxima el Pontevedra hubiera estado mejor que su rival ya que sufrió en defensa desde el minuto 1 pero por lo menos tocaba con cierto sentido en campo vigués e incluso gozó de una oportunidad en botas del único jugador (quizá junto al portero) cuya actuación podría salvarse del suspenso general, Alex González.
Pero tras el 0-1 el vendaval céltico descargó con toda su intensidad sobre el área pontevedresa en especial con ráfagas inmisericordes de viento sobre el flanco derecho defensivo granate por el que Miguel Loureiro trataba de agarrarse al palo mayor de la nave con uñas y dientes pese a la nula capacidad de ayuda de sus compañeros para tapar semejante estropicio defensivo.

Por ahí llegó la jugada previa al corner en el que se produjo el penalty. Por ahí llegó la jugada del 0-2 y también por ahí se gestó el tercer tanto del Celta B.
Fueron veinticinco minutos injustificables en los que ni la potencia del contrario, ni las bajas, ni nada por el estilo pueden explicar el desplome integral del Pontevedra CF que dejó de ser ese equipo seguro al que es dificil hacerle goles para parecerse a una marioneta en manos de un equipo que en ocasiones "chuleó" de manera lamentable a los jugadores granates.    

La segunda parte sobró por completo. De entrada sorprendió y mucho a este bloguero la cerrada ovación con la que fue recibido el Pontevedra al  volver al campo desde los vestuarios.
Lo fácil, lo populista (ya que ahora se pronuncia tanto esta palabra) sería decir que la afición fiel como ninguna quería levantar el ánimo de unos jugadores dispuestos a lavar esa lamentable imagen en la segunda parte. 
Pero lo cierto es que no pude evitar pensar (dentro del inmenso respeto que tengo por todas las reacciones de la grada que es soberana) que había hecho el Pontevedra CF para merecer los aplausos de su gente tras ser humillado como nunca por el filial del equipo de Vigo y cosechar un resultado que iba camino de formar parte de la historia negra del club tan nutrida en los últimos tiempos de lamparones sonrojantes.

Ni pasar a jugar con defensa de tres dejando a Eneko Eizmendi en el vestuario pasando Trigo atrás y ocupando Alex Fernández su posición en el medio, ni la buena posibilidad de gol disfrutada de nuevo por Alex González a los cinco minutos de la reanudación lograron cambiar la desastrosa dinámica del encuentro.
Fue una segunda parte jugada al tran tran por el Celta B que cada vez que quería salía de la cueva para plantarse en superioridad en área granate llegando a generar tres o cuatro opciones pintiparadas para marcar evitadas ya por Edu Sousa ya por la falta de puntería de sus jugadores. 

El Pontevedra lo intentaba, sus jugadores le ponían empeño y esfuerzo pues ninguna muestra de indolencia se vio ayer sobre el terreno de juego pero la impotencia era supina y no hacía más que echar más leña al bochorno en el que por lo menos para el que esto escribe se había convertido el choque.

El partido se fue consumiendo entre el desacierto granate y los detalles nada edificantes en forma de absurdas pérdidas de tiempo dado el resultado protagonizadas por varios de los jugadores del filial del Celta. Al hilo de esta última cuestión, es triste observar como un jugador de la talla futbolística de Borja Iglesias que ayer minimizó a Portela hasta límites insospechados no es capaz de sustraerse a la moda de los jugadores que no saben celebrar los goles sin meter los dedos en los ojos a la afición contraria. Su reacción tras la transformación del penalti resultó en ese sentido decepcionante.

Y con el pitido final llegó la segunda dolorosa ovación de la tarde noche. 

El público granate (cuando digo público no me refiero en este caso solamente al fondo norte sino a los aficionados de las cuatro gradas) despidieron a su equipo con una cerrada ovación que a estas horas todavía no logro explicarme.

Como ya he dicho en otras ocasiones ya somos desafortunadamente solo "cuatro" los que vemos una especial rivalidad en los partidos jugados contra el filial de ayer y por supuesto contra el primer equipo en las pocas ocasiones en las que nos hemos podido enfrentar en los últimos tiempos.

Somos, como decía, muy pocos los que pedimos al equipo un plus el día que se juega contra el Celta pero es que además ayer no solo se perdió contra ese equipo sino que se salió goleado de forma rayana en la verguenza y sin dar ni por asomo la mejor versión que sabemos nuestro Pontevedra 16/17 puede ofrecer.   

Como ya he dicho más arriba, máximo respeto a los pronunciamientos de una afición de la que formo parte y que consideró necesario aplaudir al equipo al final del partido jugado ayer pero si no entendí los aplausos al descanso mucho menos comprendí los aplausos al final.
Si después de palmar 0-4 contra el Celta B pudiendo incluso ser más abultado el marcador el equipo merece esa recompensa es que el cambio generacional de la parroquia granate está punto de ser culminado no sé realmente si para bien.

Leeremos y escucharemos ahora múltiples voces que dirán que el Celta B es tan fuerte como el Milán de Sacchi o para los más jóvenes como el Barcelona de Guardiola pero lo cierto es que siendo un extraordinario conjunto el dirigido por Alejandro Menéndez lo es de 2ª División B y me cuesta mucho justificar el baño antológico de ayer en Pasarón  sólo basándome en la fortaleza del rival.

Leeremos y escucharemos también a mucha gente opinar que estaba cantado; que como demonios estaba el Pontevedra arriba con esa plantilla formada por jugadores cedidos hace nada a equipos de regional y demás; que el potencial económico de la mitad de los equipos del grupo supera al nuestro etc etc.

Todo eso está muy bien e incluso la mayoría de los argumentos se corresponden con la verdad. Pero esa mismas voces se olvidarán de que los puntos que hasta ahora ha cosechado el Pontevedra han sido fruto del trabajo, del saber estar y de plasmar una superioridad sobre los contrarios.

Que una primera vuelta tan importante en especial en casa no puede dilapidarse sin luchar con todas las fuerzas para amarrarse a un cuarto puesto que no es fruto de la casualidad y que se ha conseguido luchando contra esos equipos como la Ponferradina que ahora parecen el monstruo de la famosa película que viene a vernos acercándose poquito a poquito.

Yo creo en este equipo. Igual que opino que lo de ayer es un mazazo humillante y directo a nuestro orgullo, creo firmemente en este equipo.

Un equipo que se recuperó casi sin cicatriz de la baja de Alegre y un equipo que está notando (decir lo contrario sería mentir) la baja de Mario Barco pero que hasta ayer seguía compitiendo con diligencia a pesar de la baja de su goleador. 
Pero el Pontevedra no perdió ayer por la ausencia del gran delantero cedido por el Lugo. Ayer se perdió por las vías de agua  evidentes sufridas en el sistema defensivo que llevaron al encuentro a ese escenario pavoroso para nuestros intereses.

Ahora bien, humillados ayer, la plantilla y cuerpo técnico no pueden caer en ningún caso en el desaliento. 
El cuarto a día de hoy sigue siendo el Pontevedra CF y pesar de esa desventaja económica que no niego el equipo tiene argumentos y capacidad para recuperar el orgullo y no claudicar tan fácil de una posición ganada gracias a este mismo grupo que ayer no estuvo a la altura pero que no debe rendirse nunca.
No tendremos todavía a Barco pero para Izarra volverá Presa y supongo que Añon. Es un campo muy complicado y la trayectoria fuera desde el comienzo de Liga no es buena. 

Pero igual que me sorprendió y mucho la paupérrima imagen de ayer sería deseable que el equipo empezara a recomponerse soltando un gran partido en Navarra y comunicarle a los rivales que lo que tanto trabajo ha costado ganar no se entregará con tanta facilidad.

Del equipo depende que ese orgullo destrozado a machetadas ayer por el Celta B se reconstruya cuanto antes en forma de victorias que den la razón a los que todavía creemos en que es posible superar las expectativas generadas en verano.