lunes, 25 de febrero de 2019

Un "ataque" de finales de primavera

Todavía estamos en invierno pero la tarde de ayer apareció disfrazada de final de primavera. 

A aquellos que nos gusta el fútbol y sobre todo vivimos al compás de unos colores determinados el clima primaveral no solo nos revuelve el espíritu como a cualquier hijo de vecino sino que nos aguijonea el estómago en advertencia de que llega el momento de jugarse la temporada. 
Los días ya se han hecho más largos, la brisa acaricia suavemente las mejillas y en los días soleados el calor se empieza filtrar por los intersticios de esos abrigos que todavía no han sido abandonados "de la mano de Dios" al fondo de unos armarios que los expulsaran de nuevo hacia afuera cuando regresen los fríos de otoño.

Es cierto, insisto, todavía falta casi un mes para la primavera pero ayer por la tarde parecía que Abril tocaba a su fin y que Mayo se preparaba para extender su reino por la Boa Vila.
Cielo azul y luminoso, temperatura "alta para la época" que dirían los clásicos y sobre todo partido "grande" a la ribera del Lérez en el que el Pontevedra CF se iba a batir el cobre contra un rival cualificado.
Por eso, aunque el calendario indicaba el día 24 de Febrero, a muchos de los que en Pasarón nos congregamos en algunos instantes nos pareció vivir con dos meses de adelanto los partidos cruciales de final de Liga en los que no hay más remedio que "matar" sino se quiere "morir sin remisión".

Y en lucha este atribulado bloguero con el calendario de su teléfono móvil que tozudo seguía empeñado en indicar una cosa y el hormigueo incesante de su tripa revuelta que señalaba otra,  salieron los dos conjuntos al césped para dirimir un encuentro que se presumía de enjundia.

Esa importancia del choque, además de un evidente respeto entre los protagonistas, fueron los principales responsables de que la primera parte estuviera contenida aunque con mucha tensión como una de esas ollas exprés cuya tapa es golpeada por el contenido del recipiente pero que se niega a saltar por los aires respondiendo así a la finalidad buscada por su inventor.

Los dos equipos se medían con tiento pero también se entregaban con denuedo en cada balón aéreo, cualquier pelota dividida o en esos lances del juego en que ganados por el rival veinte centímetros a base de sacar tierra con las uñas había que recuperar el terreno devolviendo toda esa tierra a su lugar de origen.
El Pontevedra CF, sin la presencia de Romay, optó por alinear a Berrocal como vértice más retrasado de un triangulo que completaban Borja Domínguez y Kevin Presa que incluso a veces desplegaban sus posiciones a una altura cercana a los hombres de banda que no eran otros que Bustos y Pedro Vázquez. El elegido arriba fue Arruabarrena y la defensa que ya nos sabemos de memoria formaba la primera línea protectora de Edu Sousa.

En ese escenario contenido; de lucha sin cuartel pero de disciplina táctica espartana presidido por un esfuerzo físico innegable por ambas escuadras, quien más quien menos sabía que cometer un error era una condena de muy difícil enmienda posterior y que el partido no iba a entender de frivolidades sin sentido.

He aquí, no obstante, que ese error en el primer tiempo lo cometieron los nuestros. Al filo de la media hora, un despiste evidente en el saque de una falta lateral y lejana permitió a un jugador rival ganar el área con una facilidad pasmosa y ofrecer un "pase de la muerte" ( la tarde estaba para más clásicos) que su compañero a escasos dos metros de la línea de gol no pudo cristalizar por la presencia gigantesca de un Edu Sousa que sacó una pierna prodigiosa más de balonmano que de balompié para salvar al equipo de un 0-1 cuyas consecuencias habrían podido ser casi devastadoras.
Fue una jugada aislada producida entre el rigor que hasta ese momento presidía el partido y que el Fuenlabrada para alivio de los allí presentes no fue capaz de aprovechar.

El Pontevedra también tuvo la suya en la última jugada de la primera parte. Esta vez no fue por un error rival sino a consecuencia de una pelota rechazada hacia la frontal del área que fue  conectada en preciosa volea por Borja Domínguez enviándola a escasos centímetros de uno de los palos de la portería madrileña.

Con ese subidón de adrenalina por ver tan cercano el gol local, se acababa una primera parte no pródiga en fútbol alegre o combinativo pero sí entretenida por el ahínco empleado por los 22 protagonistas y esa importancia que rezumaba por todas las esquinas del encuentro.

Se acuerdan cuando hace ya unas cuantas líneas de esta columna hablaba de la olla exprés y de esa tapa que testaruda se mantenía firme sin dejar escapar ni una gota de su contenido?  Bueno, pues ahora imaginen esa tapa saltando por los aires y dejando escapar todo el liquido furioso y efervescente del interior.

Y háganlo porque eso es lo que pasó en el minuto 3 de la segunda parte que es cuando se produjo el error del equipo visitante. 
Pérdida absurda en medio campo que propicia una contra que empieza en Borja continúa en Bustos, pasa por Kevin y un rechace del portero y termina con el balón en las botas de Pedro Vázquez que a puerta vacía y en posición correcta no perdona el 1-0.

En ese momento se tocó arrebato. 
Esa contención, ese respeto mutuo, esa red en la que parecía contenido el partido desapareció por completo para dejar su espacio a un fútbol más a tumba abierta en la que las cartas ya se habían puesto boca arriba y la ventaja la llevaba el Pontevedra. 

Fueron los minutos siguientes al gol de Pedro aquellos en los que el equipo sufrió más, acusó un desconcierto absurdo cuando menos se debía y fue ese el tramo del partido en el que el Fuenlabrada estuvo realmente cerca de empatar.
Duraría unos quince o veinte minutos (desde el gol hasta la entrada de Alex González al campo)y en ellos el líder cambió el sistema, se vino arriba y aprovechó ese nerviosismo pontevedrés para poner la incertidumbre en el campo de Pasarón.

En esa fase del choque al equipo parecía quemarle el balón y se limitaba a sacudírselo de encima sin contemplaciones en lugar de tratar de protegerlo más en su posesión e incluso de dormir un partido que nosotros mismos parecíamos contribuir a dotar de muchas revoluciones.
También fue el momento en el que más apareció Randy con varias intervenciones cerca del área muy peligrosas o Cedric que tuvo la mejor ocasión en un cabezazo que se marchó lamiendo el poste izquierdo de Edu. León estuvo felino (perdón por la "gracieta") en otra llegada del Fuenlabrada e incluso en otra falta otro cabezazo puso el peligro en la portería de Edu.

Todo empezó a calmarse con el primer cambio del Pontevedra CF. Un Bustos extenuado después de haber hecho un trabajo sin brillo pero útil para el equipo dejaba su sitio a poco más de veinte minutos para el final a Alex González que poco tardó en hacerse notar sobre el césped.

En esos casi veinte minutos transcurridos desde el 1-0 hasta el cambio el Pontevedra apenas había conseguido salir en contraataque: No sé si algo sorprendido por el innegable empuje del Fuenlabrada tras verse por detrás y también por ese nerviosismo vivido tras el gol, el Fuenlabrada vivía cómodo en campo granate y no tenía porque correr hacia atrás pues el Pontevedra no hilvanaba contra alguna que a ello le obligase.

Con Alex esto empezó a cambiar y en dos cabalgadas de las suyas por la izquierda ya empezó a contribuir a que el partido se descongestionase; que no se jugara siempre en nuestra parcela y que el Fuelabrada que debía arriesgar se encontrara con muchos más problemas en retaguardia.

No fue el cambio la única razón del progresivo cambio de panorama. El Pontevedra también se tranquilizó, empezó a contener mejor a su rival y en esa labor en la que todos los jugadores se emplearon a fondo destacaron los tres del medio, Borja, Kevin (inmenso toda la tarde) y Berrocal que supo estar en su sitio en más de una ocasión haciendo coberturas e incluso cometiendo una falta de amarilla que había que cometer si o sí. 

Ya cerca del final Arruabarrena se marchaba para dejar algunos minutos a Javi Pazos en un momento del choque en el que se intuía que el equipo podía enganchar esa jugada que nos ahorrase el sufrimiento producido por lo corto del marcador.
El propio Pazos pudo crear mucho peligro en un lance en el que no se hizo bien un autopase que le habría dejado mano a mano con el portero. 

Sin embargo, poco después llegó el éxtasis.

Robo en el medio de Borja, balón a Javi Pazos; este manda a la derecha para Pedro Vázquez que envía un pase perfecto para dejar a Alex ante el portero que dudó y mucho a la hora de salir y que cuando reaccionó ya tenía al rubio cántabro encima para fusilarle sin remisión y sentenciar un partido apasionante. 

Aún había más y en otra jugada de contraataque de libro Borja Domínguez colocaba un pase maravilloso y pleno de categoría a un Kevin Presa pletórico al que parecía incluso faltarle campo para expresar su indomable fuerza que delante otra vez de Biel Rivas le batía con tiro cruzado llevando el delirio a las gradas del ex vetusto.

La victoria (aunque es verdad que el partido no era de 3-0 en cuanto a la superioridad mostrada ante el rival) reúne un mérito innegable y enorme. 
El Fuenlabrada venía con 13 goles sólo en contra y a pesar de que en la segunda parte tenía que arriesgar no es ni mucho menos sencillo hacerle tres a un conjunto como este. 
Constituye en mi opinión el partido de ayer otra prueba más de que el Pontevedra CF no es inferior a nadie esta temporada en su grupo y que todos los escenarios están abiertos de cara a estos doce partidos finales de la Liga.

Porque sí. Quedan doce partidos (36 puntos) todavía por disputarse. 

Ayer parecía Mayo pero no lo era. 

Tras el encuentro, ya en casa más tranquilo y recuperada la perspectiva de la totalidad de la competición, volvía a caer en la cuenta a medida que caía la noche y se acentuaba la sensación de frío que estamos en Febrero y que todavía queda mucho terreno por recorrer.

Eso sí, la imagen de equipo fuerte, importante dentro de la categoría ofrecida ayer nos debe alegrar y sobretodo hacer confiar en que el Pontevedra CF parece estar volviendo de nuevo tras una temporada pasada digna de una película de terror.

Espero que este regreso sea más estable, más enraizado en la fortaleza de nuestra historia y más sólido de cara al futuro.

Por ahora, toca que los jugadores descansen, entrenen con normalidad durante la semana y aguarden la batalla de El Toralín.

Allí espera un rival herido, posiblemente con dudas y al que habrá que domar con la misma disciplina, entrega, tesón y fútbol, ingredientes con los que fuimos capaces de someter al líder de la competición.


   
   

     

jueves, 21 de febrero de 2019

Esperando al líder con las opciones intactas

Después de demasiado tiempo sin ganar al Celta B el Pontevedra CF lo hizo hace unos días en Barreiro. 

Era una victoria trascedental no ya por el rival frente al que se consiguió (que también) sino sobre todo por una situación clasificatoria que apretaba tras los últimos tropiezos y que requería la consecución de los tres puntos de Vigo de manera casi obligatoria.

El equipo completó un partido realmente serio con un primer tramo de la primera parte notable y unos minutos tras el gol conseguido otra vez esperanzadores.
Ese gol llegó tras caracoleo de Pedro Vázquez que aunque sea a cuentagotas en ocasiones realiza aportaciones importantes para el conjunto y un remate seco y contundente desde la frontal de un Borja Domínguez que ha tardado muy poco tiempo en enseñar sus virtudes sobre los terrenos de juego. 

En el último suspiro, cuando casi no había tiempo para nada más, llegó la gran ocasión del filial celeste desbaratada hasta en dos ocasiones por un felino Edu Sousa.

El fútbol muchas veces es así; cruel un Domingo cualquiera y agradecido poco tiempo después. Como el propio portero granate manifestó tras el choque ante los vigueses ni al final del encuentro ante el Internacional de Madrid era un villano ni ahora tras salvar al equipo en esa última acción en Barreiro es un héroe sin mácula y con capa brillante voladora.

Eso es cierto pero Edu (al que admiro desde que aquella tarde de Domingo en el campo del Silva saliera a jugar y a defender nuestro escudo después de sufrir una de las mayores desgracias que una persona puede atravesar) debe saber que si en ocasiones el destino caprichoso quiere que en alguna acción no esté afortunado lo lógico es decirlo y ello no implica menospreciar la categoría futbolística de un portero que le ha dado mucho a la institución y no solo desde dentro del terreno de juego.

Del mismo modo, cuando sus aciertos son decisivos como en Vigo pues no existía ya tiempo para la reacción, de justicia también es recalcarlo no con ánimo de debilitar con elogios sino de retribuir con justicia otra gran actuación del cancerbero titular e indiscutible del Pontevedra CF.

El caso es que se venció y se sobrevivió a un nuevo espectáculo lamentable de un Ibán Salvador que parce salir a un campo de juego no tanto a demostrar sobre el "verde" su calidad ( que la tiene de manera indiscutible) sino a emponzoñar, líar y enredar todo lo que pueda a los jugadores rivales e incluso al árbitro con actuaciones que rozan lo verdaderamente esperpéntico.

Estos tres puntos nos colocan de nuevo ahí, a la vera de los cuatro primeros, con nuestras opciones intactas y con una nueva dosis de confianza fuera de casa que debe convencer de una vez por todas a la plantilla que aunque sea difícil ganar a domicilio (que lo es, sin duda, para todo el mundo)el Pontevedra CF atesora virtudes suficientes en su plantilla para puntuar con regularidad lejos de Pasarón.     

Ahora llega un partido "grande". 

El Domingo nos visita un Fuenlabrada que lidera la tabla y que se encuentra en plena racha positiva de la mano sobre todo de un desempeño defensivo que convierte en muy complicado hacerles gol.

No hace falta que repita que el Pontevedra que ya venció allí por 0-2 a este rival puede volver a hacerlo aquí pues en nuestra casa no hay partido alguno que resulte inasequible o inalcanzable para los nuestros. 

Contaremos, eso sí, con una baja de las "gordas".

Romay acumula cinco amarillas y no podrá ser de la partida en un partido en el que precisamente es muy posible que nos encontremos con una organización defensiva contraria muy férrea y organizada para cuyo derribo habría venido muy bien la capacidad de Romay para encontrar espacios con esa calidad que acumula en sus botas.

Ante esta baja es posible que Luismi opte por volver a colocar a Berrocal en el "once" adelantando a Borja Domínguez al puesto del de Malpica o que elija mantener el doble medio centro Kevin- Borja y sitúe a Bustos por detrás del delantero o incluso que cambie el sistema y pase de un 4-2-3-1 a un 4-3-3 con Berrocal, Kevin y Borja aunque en este último caso las diferencias con la primera posibilidad sean muy pequeñas. 

El caso es que el encuentro se las trae y ni que decir tiene que sacarlo adelante significaría pegar un importante golpe sobre la mesa y situarnos a solo cuatro puntos del que a día de hoy encabeza el grupo.

Con el objetivo de dotar de mayor colorido a las gradas el Consejo ha anunciado una serie de promociones cara al partido del Domingo.

Vaya por delante que cualquier iniciativa de este tipo debe ser bien recibida y siempre será mejor que la indiferencia o la pasividad ante el excesivo vacío de las gradas del ex vetusto.

Ahora bien, no entiendo demasiado porque se hace girar todo en torno a la figura del abonado. 
No quiero decir con lo anterior que esta figura del abonado no deba ser mimada y especialmente cuidada por el club pues son los abonados quienes representan la segunda entrada de ingresos más importantes a la entidad y además sostienen contra viento y marea el estandarte de la lealtad y el apoyo constante al Pontevedra sean cuales sean las circunstancias en las que se encuentre.

Sin embargo, no logró ver el beneficio para el abonado en el hecho de que puedan recoger una entrada a mitad de precio para cualquier grada y así obtener una más gratis para preferencia.

¿Por qué no ofrecer esa posibilidad directamente a cualquier aficionado (abonado o no)?

Los abonados si quieren llevar gente para ver el partido lo normal es que quieran hacerlo para presenciar el partido juntos por lo que en ese caso lo lógico sería ofrecerles la entrada gratis para la grada que ellos quisieran.

Por contra, para la gente que no está abonada pero que quieren acudir a este partido por su importancia (y quien sabe si fidelizarse más con el club si les gusta lo que ven) si resultaría más lógico que se le ofreciera directamente una entrada a mitad de precio de preferencia si compran otra a precio normal  de esa misma grada.
De esta forma, se conseguiría llenar un poco más esa grada que es lo que realmente quiere el club (supongo que a petición de la TVG) y no convertir de nuevo a los abonados en "evangelizadores perpetuos" de la causa granate cuando esa labor debería recaer en la propia institución. 

Sea como fuere, ojalá la buena situación en la tabla del equipo y estas ideas surgidas dentro de la entidad para animar un poco más el ambiente surtan efecto y seamos algunos más el Domingo para alentar a este grupo que afronta un tramo vital de la temporada y que merece tanto como necesita la fuerza de sus seguidores para hacerse más fuerte y superar a unos rivales que a estas alturas de Liga ya no regalan ni la hora.

Pontevedra vs Fuenlabrada, partido "grande", como grande intuyo que va a ser la respuesta de nuestros jugadores.
   

lunes, 11 de febrero de 2019

Tropiezo tan grave como doloroso

No se pude negar que el refranero español es rico y prolijo en expresiones de frecuente aplicación a nuestro desempeño en la vida cotidiana.
Hay uno muy conocido que recomienda encarecidamente "no vender la piel del oso antes de cazarlo" y este atribulado bloguero debe confesar que antes del partido disputado ayer contra el Inter de Mardid ya tenía no vendidas pero sí casi comprometidas grandes partes del gigantesco cuerpo del rey de los plantígrados.
La buena marcha del equipo en casa así como los datos no muy halagüeños del rival en lo que respecta a los goles encajados (tercero por la cola en esa estadística del juego), provocaron que camino al Estadio de Pasarón mi confianza en la consecución de la victoria fuera demasiado elevada.
Es cierto, no obstante, que ya en las inmediaciones del campo (y previa consulta a las redes sociales) la baja en el once inicial de David Castro hizo que se me torciera un tanto el gesto no por la obligatoriedad de la presencia del de Cuntis para ganar el partido pero sí por el alto coste que se tuvo que pagar en el partido de ida de la sempiterna y poco agradecida Copa Federación. 

El caso es que el encuentro comenzó con más o menos la misma poca gente de los últimos tiempos y ese silencio más propio de un teatro o salón de cine que de un espectáculo deportivo que no sea de tenis.
Y con el inicio del choque (sobre este césped que los protagonistas tienen que padecer semana tras semana) también pudo comprobarse desde muy pronto que la "cosa" no iba a resultar sencilla y que el equipo no había salido como otras veces en casa.
Después de una buena penetración de Nacho López casi al principio por la derecha, el juego cayó en una monotonía bastante desesperante en el que el Pontevedra no encontraba los caminos para generar peligro y el contrario vivía tranquilo sin amenazar arriba pero sin sentirse agobiado por la presión pontevedresa.  
En la única buena jugada combinativa granate del primer tiempo pudo marcar Borja tras cesión bonita de Romay pero en líneas generales el aburrimiento y la apatía presidían el partido en el que el Inter se manejaba plácidamente.

Esta situación empezó a cambiar, en primer lugar, gracias al colegiado del encuentro.

Es cierto que pitar no es fácil (y más sin el Var aunque en los últimos tiempos tengamos dudas de si algunos miembros de esa Sala arbitral están en su interior o en la del bar más cercano) y que decidir en segundos jugadas conflictivas conlleva un margen de error que debemos comprender todos.
Ahora bien, una cosa es equivocarse en alguna jugada polémica y que como tal exige una reacción inmediata y otra es realizar una labor arbitral sin tener en cuenta uno de los principios (sino el que más) en los que debe basarse un arbitraje que no es otro que la igualdad de criterio a la hora de juzgar a los dos contendientes.
Y es en esa faceta tan importante en la que el "trencilla" del día de ayer dejó mucho que desear y motivó el nerviosismo no ya de los jugadores locales sino también de una afición que no entendía muchas de las decisiones disciplinarias que el juez estaba tomando.
Es cierto que la amarilla mostrada a Nacho López es justa pero las dos sacadas a Alex González vinieron derivadas de unas entradas prácticamente iguales a varias efectuadas por jugadores madrileños que no recibieron el mismo castigo.

Esa fue ayer, a mi juicio, el gran e importante error del colegiado no aplicar el reglamento por igual a los dos equipos en acciones que no requerían una decisión instantánea sino un criterio ecuánime sea cual sea la línea de arbitraje que se haya decidido llevar.

El caso es que con el inicio de la deriva del árbitro se empezó a agitar un poco el partido y más se movió con la llegada de los goles.
El 0-1 tras corner mal defendido por nuestra defensa y portero y el 1-1 tras remate de Romay salvado por una mano de un jugador del Inter pero que el propio jugador de Malpica pudo cristalizar tras recoger el rechace.

A pesar de ese "movimiento" final en los últimos diez o quince minutos del primer tiempo, la conclusión a la que este bloguero llegó es que el equipo no había estado nada bien, no había logrado dotar de un mínimo de continuidad y ritmo al juego pero que de lograr enlazar una buena fase en el segundo tiempo el encuentro era totalmente ganable.

He aquí, no bstante, que ese guión imaginado no tardó ni un minuto y medio en saltar auténticamente por los aires.
Una jugada en medio campo, otro grito interminable de un jugador visitante y segunda amarilla para un Alex González que hizo realmente poco para acabar expulsado de esa manera tan arbitraria.

A este respecto me gustaría hacer una reflexión en forma de pregunta.

¿Es necesario para influir en la decisión de un árbitro lanzar un alarido cual explorador atacado por león gigantesco cada vez que un contrario te hace una falta? 
Es evidente que ayer funcionó y estos "espasmos de tenor de cuarta categoría" dieron su fruto con una expulsión cuanto menos discutible dadas las acciones que provocaron la misma.

El partido, por tanto, pasó a ser otro.

El Pontevedra dejó la iniciativa al Inter que agarró la pelota por obligación y la movió sin demasiado sentido dilapidando con remates muy inocentes las escasas veces que logró llegar con algo de peligro a la portería de Edu. 

Los granates, en cambio, parecían dejar pasar los minutos apostando la posibilidad de triunfo a alguna opción aislada que parecía complicada pues apenas se intentaba llegar al área rival.
A falta de unos veinte minutos Luismi decidía por fin mover ficha y daba entrada a Alvaro Bustos por un Pibe voluntarioso pero sin demasiada suerte  en el día de ayer.

Y poco después llegó una de las poquísimas veces que el Pontevedra intentó presionar más arriba al Inter y fruto de ella la llegada de un córner.
Era tan raro el partido que de ese saque de esquina peinado por Berrocal y rematado en el segundo palo por Pazos más de medio campo ya cantó el gol granate.

El que esto escribe no fue una excepción. 
No sé si el efecto óptico, el sol que pegaba en ese momento en esa zona o por qué otra extraña razón provocó que muchos de nosotros celebrásemos ya el tanto mientras la jugada seguía y Alvaro Bustos enviaba esta vez sí (sin nadie que pudiera decir lo contrario) el balón al fondo de las mallas tras buen remate con la zurda.

Se había hecho lo más difícil o en términos de navegación se había superado la fase más aguda de la tormenta y ahora solo hacía falta afrontar los estertores del temporal con tranquilidad y esperando la llegada de la orilla.

De hecho ,tras el tanto el Pontevedra siguió bien asentado en el césped. Bustos se crecía y desbordaba por su banda provocando (por fin) una tarjeta al Inter de Madrid; Borja se hacía grande y en una conducción preciosa enviaba un balón venenoso al corazón del área que un rival casi convierte sin querer en el 3-1.  
Y atrás apenas se sufría con un Churre en su línea y un León que tenía uno de esos días en los que realmente no se entiende como puede cometer los errores de otros encuentros.

Nada hacía presagiar que el partido que unos minutos antes pintaba tan mal podría escaparse después del 2-1... pero se escapó.

Minuto 90, falta en contra muy centrada y lejana, mala salida y peor despeje de Edu y remate en parábola de un delantero madrileño que acabó con la pelota dentro de nuestra portería tras un recorrido lento y bombeado en el que por unas décimas de segundo este atribulado bloguero pensó que uno de los postes podría ser nuestro salvador.
No era el día y como no lo era ese balón tras rozar un poco en la madera acabó dentro del marco cercenando de un tajo la ilusión de las consecución de una victoria que era importantísima.

Esa sensación de disgusto e incredulidad que se apoderó de Pasarón tras el empate visitante se hizo quizá algo mayor por haber llegado producto de un error de alguien que casi nunca los comete.
Entre las pocas certezas que en los últimos tiempos tenemos muchos de los seguidores granates es que si las cosas vienen mal dadas es muy posible que nuestro portero nos rescate muchas veces como esta temporada ya ha hecho en varias ocasiones.

Esta vez la situación se dio la vuelta y a Edu Sousa le tocó padecer en primera persona los efectos de una acción desafortunada.
Este bloguero no duda de que la personalidad y cualidades del portero titular del Pontevedra CF le harán salir de este trance todavía con más fuerza y que sabrá sacar las conclusiones oportunas de esta situación para mejorar y tratar de que el próximo error (que vendrá pues el fútbol es un deporte de errores y aciertos) llegue dentro de muchos partidos.

El caso es que el tono de Luismi en rueda de prensa era indicativo de que el empate había dolido sobremanera en el vestuario por llegar después de haber remado mucho y además por venir precedido por un error nuestro y no de una jugada meritoria del rival.

Lo cierto es que no se puede negar que no ganar al Inter en casa es un tropiezo inesperado y que dada nuestra errática trayectoria fuera nos resta claras opciones de seguir con confianza peleando por entrar en la fase de ascenso.

Ahora bien, esa confianza que se haya podido perder; ese indudable golpetazo que ayer nos llevamos todos solo se arregla apretando bien los dientes y rebelándose ante una situación que todavía tiene mucho remedio.  

¿Qué nos dicen  (entre ellos este pesado bloguero) que fuera no hacemos casi nada? Pues vamos a salir el Domingo a "cerrar bocas" y a recuperar los puntos que ayer se marcharon tan lastimosamente.

"La ocasión la pintan calva." 

Llega el partido contra el Celta B al que no ganamos hace demasiado tiempo y que nos pone por delante una oportunidad pintiparada para recuperar el ánimo a la par que ganar a un rival que como no me canso de repetir no es un rival cualquiera.

Ahí delante, en solo seis días, tiene el equipo esta gran oportunidad para reivindicarse y recoger los boletos para meterse arriba que ayer se cayeron al suelo tras el dichoso empate del Internacional.

Ganar en Vigo, no hay mejor antídoto contra la mordedura de veneno que inesperadamente recibimos ayer.