martes, 19 de diciembre de 2023

Siesta, nervios y liderato.

Hemos tenido que esperar casi hasta el ecuador de la competición para lograrlo pero por fin el Pontevedra se ha hecho con el liderato.

Conocía el equipo granate que una victoria le colocaba en el primer puesto desde la tarde anterior en la que el Ourense no pudo pasar de un empate en el campo del filial ovetense y el Zamora volvía a dejarse un empate en casa, en esta ocasión  frente al Langreo.

Sin embargo, la actitud del Pontevedra en el primer tramo del choque no fue ni mucho menos la de un conjunto deseoso de ocupar ya esa posición privilegiada cuya conquista es sin duda el objetivo primordial de la temporada.

Todo lo contrario.

Como si de un jugador de ajedrez convencido de su superioridad sobre su contrincante se tratara, o ese jugador de tenis que se sabe mejor que su rival y juega el primer set como si estuviera con palas en la playa y no en una pista de un torneo del circuito, el Pontevedra salió al campo remolón, despistado y pensando que ya caería el primer tanto por inercia o por el devenir inevitable de los hechos.

Y claro cuando se entra de esa forma a un partido las cosas se acaban por torcer. Lo vimos en el debut liguero frente a la Gimnástica de Torrelavega en el que no uno sino dos fueron los goles encajados al principio y lo volvimos a ver hace un par de días contra este Deportivo Fabril que sabe jugar al fútbol y más cuando su rival le deja moverse a sus anchas.

Fueron casi veinte minutos en los que el Pontevedra tocaba la pelota con displicencia, presionaba de manera atolondrada sin mucha fe y dejaba que el filial deportivista moviera con soltura el balón sobre un terreno de juego que ya podemos decir oficialmente que ha vuelto a perder el nombre de césped para llamarse "campo de patatas y berzas", con alguna topera y madriguera incluidas.

Tanta relajación, tanta siesta de sobremesa, no podía desembocar en otra cosa que en gol visitante que era algo que no veíamos en casa desde el primer partido de Liga.

El remate final de Nájera con el tacón o la espuela fue una delicia  pero a lo largo de todo el transcurso de la jugada el Pontevedra se había pertrechado con su "mantita" y sus palomitas en torno a una televisión por la que vio en posición inmejorable la acción coruñesa que acabó en el 0-1.

Esta impresión acerca de esta actitud inicial del equipo no fue sino confirmada tras el partido en las diferentes ruedas de prensa en las que tanto los tres jugadores que pasaron por los micrófonos como el entrenador granate, vinieron a decir que el gol rival les "espabiló" o que les sirvió de zambombazo para entrar de otra forma en el juego.

El caso es que a diferencia del día de la Gimnástica, el Pontevedra sí que empezó a reaccionar casi de forma inmediata al gol fabrilista.

El equipo subió notablemente su concentración, su intención y sus ganas sobre el campo y pronto empezaron a llegar continuos saques de esquina y acercamientos peligrosos al área contraria que el Fabril iba rechazando como podía, en gran parte porque el Pontevedra no consiguió dotar de verdadero picante y peligro casi ninguno de los muchos corners de los que disfrutó.

Sin embargo, en los últimos minutos de la primera parte, una jugada que se inició por la derecha y acabó por la izquierda fue culminada por Alex González con un remate a gol en área pequeña tras pase de Chiqui ante la excesiva candidez defensiva deportivista.

Y poco después, tras un mal despeje de un defensor blanquiazul (aunque lo de blanquiazul es un decir pues el Fabril disputó el partido con un uniforme amarillo bastante feo sin que existiera coincidencia de colores), Rufo se quedaba solo ante el portero y hacía el 2-1 tras remate cruzado.

Solo con subir eso que se ha dado en llamar últimamente "intensidad", aunque realmente creo que lo que todos queremos decir con esa palabra aplicada al fútbol es la capacidad de un equipo para estar donde tiene que estar y no pensando en las musarañas, el Pontevedra había remontado el partido ante un rival con unas condiciones técnicas realmente buenas pero con problemas evidentes de experiencia sobre todo en la zona defensiva.

Llegó el segundo tiempo y con él la intención del Pontevedra de no ir a buscar tanto al rival y tratar de ajusticiarlo en algún contraataque certero.

Debo confesar que fue una segunda parte apretada, con alternativas claras en las áreas y a lo largo de la cual estuve con el corazón arrugado hasta que en las postrimerías del partido llegó el tercer tanto.

Disfrutó el Pontevedra de ocasiones para sentenciar antes en acciones de Bastos, Dalisson (es increíble como a este jugador se le van fuera sus lanzamientos en casa por muy pocos centímetros) y sobre todo una jugada en la que  Rufo envió un balón al poste.   

No obstante, el rival también gozó de hasta tres ocasiones en las que pudo nivelar la balanza y poner el partido muy difícil pues, otra cosa no, pero piernas no le faltaban a este filial del Deportivo.

Primero fue Garay el que sacó bajo palos un remate que ya se colaba. Luego tuvo que ser Edu el que salvara enviando a la esquina un lanzamiento desde cerca tras ser desbordado Zabaleta en la primera acción defensiva tras su entrada de refresco al campo. Y por último, no demasiado antes del tercer gol, Mario volvía a hacer una de esas entregas erróneas que suelen afear algunos de sus partidos por los demás realmente aseados y Mati Castillo superaba como un cohete a un carricoche en velocidad a Churre para plantarse solo ante Edu y definir mal ante la portería.

No creo que en esta segunda parte, o al menos no es la impresión que desde fuera sacó este atribulado bloguero, el Pontevedra pecara de esa relajación de los primeros veinte minutos.

Más bien creo que en algunos momentos de esa segunda mitad, al no haber cerrado el partido antes y escuchar algunas críticas de la gente cuando el equipo esperaba con el balón en su área a que su rival moviera alguna de sus fichas, al Pontevedra si le pesó la posibilidad de perder otra oportunidad de alcanzar el liderato y esta vez en su casa.

Todos esos fantasmas desaparecieron cuando Borja Domínguez (que había salido al campo en el 80 junto a un Barbeiro al que por fin hemos visto debutar) conectó un maravilloso pase a beneficio de la carrera de Alex González que sin importarle que fuera el minuto 84 ni los innumerables kilómetros que ya había recorrido, superó en velocidad a un defensor y se vio beneficiado de un afortunado rebote con el portero para marcar a puerta vacía el 3-1 y descargar de tensión los cuerpos de todos los allí presentes.

El partido del capitán merece una mención aparte. 

Disputó de nuevo gran parte del partido como lateral izquierdo (ya sea con defensa de 4 o de 5 en momentos de la segunda parte). A falta de 20 minutos para el final, con el cambio de Zabaleta por Bastos que llevó a Chiqui a la derecha, se puso por delante del vasco en una posición más conocida.

Da igual, no obstante, donde se le ponga.

El Domingo pasado formó parte, es cierto, de la relajación inicial del equipo pero cuando sonó la campana sus cabalgadas fueron incesantes. 

Le da igual arrancar a 30 a o a 60 metros de la portería contraria. 

Corre, sube, baja, centra y ya cuando marca dos goles su actuación no puede calificarse de otra manera que no sea maravillosa y con ese punto de emoción que (por lo menos el que esto escribe) siente cuando el brazalete de capitán es portado con tanto esfuerzo y tanta dedicación por un futbolista que tiene tiempo para formar parte de la representación del club en la entrega de una camiseta al abonado nº1. 

Que aparece también en otro acto promocional en una conocida cadena de cafeterías y panaderías de la ciudad en los alrededores del estadio y que luego en el campo se deja hasta la última gota de sudor haciendo olvidar que ya son 34 abriles los que tiene a sus espaldas. 

Tenía el capitán aún otra carrera exuberante que ofrecer a la gente unos minutos después de hacer el tercero.

El Pontevedra logra armar otra contra letal y Samu Mayo manda un balón para que Alex vuelva a comerse la hierba. Llega el capitán a la zona de máximo peligro y envía un pase medido a Rufo para que este solo tenga que empujar el balón, hacer su doblete y completar el 4-1.

A pesar de entrar mal en el partido, con sufrimiento y con alguna duda en la segunda parte, el Pontevedra conseguía encaramarse a la primera posición de la tabla que es, por otra parte, el objetivo para el que se creó esta plantilla.

Una plantilla evidentemente corta por no haber cubierto la mayoría de las plazas sub 23 y sobre la cual vuelve a girar el interrogante acerca de si sufrirá variaciones ahora que en 15 días empieza el mercado invernal.

Yago fue claro en la rueda de prensa tras el partido. Aseguró el técnico granate que las fichas senior están todas ocupadas y que él no contempla cambio alguno en ellas salvo caso muy excepcional.

Abría la puerta, no obstante, a la posibilidad de moverse en el apartado sub 23.

Si se usa este mercado de invierno, el Pontevedra CF, o mejor dicho, la dirección deportiva y técnica del Pontevedra CF, tendrá una nueva ocasión para demostrar que las cosas han cambiado.

La temporada pasada, el Pontevedra lejos de reforzarse en invierno para tratar de salvar al equipo, lo debilitó con uno de los mercados invernales más vergonzosos que se re recuerdan.

Insisto, se aproxima ahora esta oportunidad de dejar claro que ciertas "burradas" y decisiones inexplicables han quedado atrás.

Se para la Liga tres semanas y además el Pontevedra CF afrontará tras el parón dos desplazamientos seguidos.

Pasará más de un mes hasta que se pueda volver a ver al equipo en Pasarón.

Mucho tiempo que habrá que llevar con resignación y buenos alimentos.

Por de pronto, el día 7 de Enero a buen seguro que la marea granate acompañará al equipo en Villalba en su primera defensa del liderato y los jugadores a buen seguro que lo notarán.

Es el momento de no aflojar y seguir poniendo cimientos para salir de una categoría a la que nunca debimos volver a caer.

          

 

martes, 5 de diciembre de 2023

Que le corten la cabeza¡¡¡

El Pontevedra CF es el equipo más goleador de los 90 conjuntos que configuran la segunda federación y lo es, además, desde hace muchas jornadas.

El equipo que más goles marca de la categoría casi desde el principio y que llega al área en innumerables ocasiones a lo largo de la mayoría de sus encuentros no había disfrutado de ningún penalti a favor en las 13 primeras jornadas de competición aun habiendo existido acciones controvertidas dentro de la zona de máximo castigo de alguno de sus rivales.

El Pontevedra CF ha seguido adelante tanto en esas jornadas (Gimnástica o Guijuelo, por ejemplo) en las que nada se pitó cuando quizá sí debió haberse pitado, como en otras en las que sí se señalaron penaltis en contra (Covadonga, sin ir más lejos) que siendo “pitables” tampoco resultaron clamorosos.   

Al Pontevedra CF le benefició, con matices, la actuación arbitral del pasado Domingo ante el Compostela y parece que debe pedir perdón a toda la “humanidad futbolística” y sufrir además como se ataca de manera desmedida a uno de sus jugadores más longevos de su plantilla.

Vamos con esos matices.

En la jugada que da lugar al primer penalti, Yelko llega a la dejada de Bastos y golpea la pelota fuera antes de que Caballé, que venía lanzado, salte y medio caiga sobre él antes de que la acción termine del todo.

Se suelen señalar esas acciones como pena máxima? No, porque el balón ya había salido de la esfera de acción del atacante y la entrada del defensor que llega después no es especialmente agresiva.

Podría señalarse con el reglamento en la mano (esa frase tan manida entre los propios colegiados y aquellos que se dedican a analizar sus decisiones todas las jornadas?  Sí. Podría hacerse porque antes de que acabe la acción existe ese contacto.

¿Habría pitado este atribulado bloguero ese penalti? No. No lo habría hecho. No me parece suficiente lo que hace Caballé y creo que es un penalti “afortunado” para el Pontevedra.

Hablemos de la acción más polémica.

Guillén atrapa un balón tras un córner y avanza bastante rápido hacia adelante para tratar de sacar de puerta. Churre se coloca cerca por delante pero sin tocarle. Es el portero compostelanista quien en una primera ocasión se echa contra él medio empujándolo para que se aleje de allí. Churre no lo hace y Guillén saca su antebrazo y golpea con el mismo a la altura casi del cuello del central de Marín dentro del área. Churre, al recibir el impacto cae hacia atrás con mucha fuerza.

Esa es la acción. No es una radiografía de la misma elaborada con una camiseta granate o blanquiazul puesta. Eso es lo que pasó.

El árbitro, no sé si por propia iniciativa o a instancias de su asistente, señala penalti y expulsa con roja directa al portero del Compostela.

Y otra vez formulo la pregunta.

Habría pitado este atribulado bloguero este penalti? Sí. Lo habría hecho porque no veo que Churre haga falta a Guillén pues en ningún momento toca al portero o impide claramente que saque de portería y recibe claramente un golpe del cancerbero en la parte alta del pecho.

Y otra pregunta ¿Habría expulsado este atribulado bloguero a Guillén?  Ahí tengo más dudas. El golpe, insisto, existe pero en su calificación de agresión quizá el colegiado se excede un poco y bien podría haber acompañado la indicación del penalti con una tarjeta amarilla a Guillén.

Hasta aquí lo que pasó en el campo con respecto a estas dos acciones que influyeron decisivamente en el devenir del partido al haber sido capaz Rufo de transformar ambos lanzamientos desde los 11 metros.

Ahora, de largo, lo que más indignó al que esto escribe después del partido es haber tenido que leer demasiadas gilipolleces (no se pueden calificar de otra forma) acerca de la manera de actuar de uno de los capitanes del Pontevedra CF, Victor Vázquez Churre.

“Que sí antideportivo”, “que si ya sabemos cómo es”, que si no extraña viniendo de quien viene” (esta última frase vertida por una persona muy cercana al actual entrenador del Compostela cuya frase, vertida en “X”, ni siquiera sé exactamente si se refiere en exclusiva al jugador o al equipo entero pero que destila un rencor que bien podría ir ya disipándosele)…

El caso es que entre una frase y otra lo que parecía que se pedía era la ejecución pública del central granate al alba en la Plaza del Obradoiro combinando el hacha del verdugo para sajar su cabeza con el desollamiento previo al más estilo “San Bartolomé”.

Me pareció hasta escuchar la famosa frase de la reina de corazones en Alicia en el país de las maravillas. Qué le corten la cabeza. Que le corten la cabeza¡¡¡

Churre lleva en Pontevedra desde el año 2018. Esta es su sexta temporada aquí.

Este mismo bloguero le ha criticado duro en ocasiones por cuestiones estríctamente futbolísticas cuando sus actuaciones no estuvieron a la altura que él mismo ha logrado aquí muchas veces.

Al margen de la crítica deportiva legítima que se puede hacer no solo en torno a él sino a cualquiera de los futbolistas de la plantilla, lo que resulta indudable es que el defensa de Marín ha jugado algunas veces con molestias porque colocó sus ganas de ayudar al equipo y su compromiso para con el mismo por delante de esos percances físicos.

Y además, Churre no es un jugador violento ni conflictivo ni polémico dentro del césped. Trato de recordar alguna acción en que pudiera habérsele ido la cabeza y dejar al equipo desamparado y mi memoria no encuentra ninguna.

Por eso me parece de una injusticia supina que se trate de colocar a este jugador en el disparadero, cual Pablo Alfaro o Javi Navarro de los 90, por echarse al suelo tras recibir el impacto del antebrazo del Guillén.

¿Pudo exagerar algo Churre? Sí. Para qué negarlo. ¿Simula haber recibido un golpe? No. En absoluto. Lo recibe.

¿Es Guillén el que comete el error en esa jugada y da la opción al colegiado no ya de señalar penalti sino de echarle? Por supuesto que sí.

Centren, por tanto, las críticas en la acción de un gran guardameta como es Pato Guillén pero que no es ninguna hermanita de la caridad y dejen en paz a un jugador cuya trayectoria en Pontevedra no arroja duda alguna sobre su esfuerzo, su dedicación y su corrección.

Del partido, al margen de esos cinco minutos en que se decide, que decir?

Pues que el Pontevedra en la primera parte llevó totalmente el peso del partido ante un Compostela que emparejó a sus tres jugadores interiores con Mayo, Yelko y Dalisson y que buscaba hacer daño en alguna contra que cogiera descolocado a los locales.

Al margen de una acción de saque de banda mal defendida por el Pontevedra en la que Beltrán pudo lanzar a portería despejando Edu, el Compos apenas inquietó e incluso no pudo hacer peligro en las pocas acciones a balón parado de las que dispuso y para las que cuenta con el tremendo buen hacer de Manu Barreiro.

El Pontevedra, por su parte, alejado otra vez del “Lérez taka” que lleva ya semanas sin aparecer, sí logró crear peligro en lanzamientos desde fuera del área (dos de ellos de Alex González), y encontró su mejor ocasión también en los pies de Alex en una jugada en la que el capitán se escoró un poco pero a su perfil bueno, el izquierdo, marchándose su remate cerca de uno de los postes de Guillén.

Zabaleta también gozó de una buena ocasión en la que ni lanzó ni centró paseándose su pelota por las inmediaciones del área pequeña y en la jugada final, tras unos rechaces derivados de un córner, también pudo encontrar el gol un Pontevedra que sin imponerse del todo al Compostela sí estuvo más cerca de decantar la balanza a su favor.

En la segunda mitad, tras los dos penaltis, y la segunda expulsión del Compostela por doble amarilla de Casas (en mi opinión, indiscutible pues su entrada a Alex era claramente merecedora de amarilla) el partido entró en una dinámica extraña con más de 25 minutos por delante.  

Fue ese último tramo del partido bastante desquiciante e incluso irritante por parte del Pontevedra que incluso provocó las quejas de algún sector de la afición.

Una cosa es que el partido con ese 2-0 y jugando contra 9 estuviera decidido y otra distinta es que te dediques a pasarte la pelota en defensa e incluso al portero decretando una especie de indulto al rival que apenas sufría para no encajar más goles.

Es cierto que al final, casi por inercia más que por interés, llegaron algunas ocasiones y ese tercer gol en el que Carlos López más pareció que quería pasar que tirar pero que cogió a contrapié al portero visitante para hacer el último tanto del partido.

Fueron minutos en que volvieron a verse tics o señales de soberbia o dejadez ya apreciadas en la segunda parte contra el Arandina y que por lo menos al que esto escribe le parecen realmente desconcertantes.

En definitiva, el Pontevedra CF se hizo con tres puntos muy importantes por muchas razones.

La primera porque nos devuelve a la dinámica de la victoria tras el varapalo sufrido en Asturias.

La segunda porque se consiguió ante un gran rival que cuenta con muy buenos jugadores y que vuelve a estar a 7 puntos en la clasificación.

Y la tercera porque, a pesar de esa idea que no comparto alegada por Iago de que los puntos a estas alturas no son importantes (claro que los son, siempre lo son), aprovechamos las derrotas fuera de Ourense y Zamora y nos colocamos a dos del primero y  a uno del segundo.

Espera precisamente el líder el Sábado que viene.

El escenario no es el más propicio para el Pontevedra, campo pequeño y sintético, tal y como ya comprobamos frente al Covadonga.

El equipo debe dar claramente un plus. Debe salir a Oira sabiendo la importancia que tendría dar un golpe encima de la mesa como el que propinó en Zamora.

Veremos qué pasa.

martes, 21 de noviembre de 2023

Tú a Boston y yo a California

Existen varias versiones de una película cuyo título es “Tu a Boston y yo a California”, incluso alguna en la que se cambia el nombre de la capital del Estado de Massachusetts por el de Londres, la capital inglesa.

Yo la que más recuerdo es la de comienzos de los años 60. Quizá porque entre el reparto aparece una siempre maravillosa Maureen O Hara cuya presencia ante la cámara me dificulta bastante cambiar la cadena sea cual sea el film en que la genial actriz irlandesa aparezca.

El caso es que en esta película, dos hermanas gemelas que se creen hijas únicas y que, por tanto, desconocen la existencia de la otra, se encuentran por casualidad en un campamento de verano al que ambas concurren desde puntos tan alejados como la costa este y la oeste estadounidense.

Las niñas descubren con el paso de los minutos que fueron separadas desde muy poco después de nacer por causa del divorcio de sus padres y deciden intercambiarse sin decir nada a nadie para conocer cada una de ellas a la parte de la familia hasta ahora desconocida para ellas, causando el estupor cuando se descubre el “invento”.

Imaginemos ahora algo imposible. Imaginemos que el Pontevedra CF tuviera un “hermano gemelo” pongamos, por ejemplo, en Ponte Vedra beach, ciudad del estado de Florida con la que incluso creo ha existido algún acto de hermanamiento no hace mucho tiempo.

Sigamos con nuestro caso hipotético y pensemos que el Pontevedra no sabía de la existencia del Ponte Vedra y viceversa pero que se encuentran en algún torneo amistoso de verano, se sorprenden hasta el infinito por verse prácticamente idénticos y deciden intercambiarse por un tiempo para conocer el ambiente de su “gemelo”.

Lo que falta ahora es conectar el argumento de la película y estos personajes que acabo de inventar con el partido jugado por el Pontevedra CF ante el Arandina y debo establecer esa conexión antes de que cualquier lector de esta columna concluya que su autor se ha vuelto completamente loco.

En busca de esa conexión mencionada, comenzaré por decir que en los primeros 15 o 20 primeros minutos de encuentro el que hizo acto de presencia fue el verdadero Pontevedra CF.

Fueron esos minutos claramente anteriores a que los “gemelos” se conocieran, empezaran a atar cabos y tramaran y ejecutaran su plan de intercambio.

El Pontevedra, por tanto, empezó llegando con alegría ante la portería rival y marcando en la primera ocasión de la que disfrutó en el minuto 2 de encuentro.

Y antes del minuto 20, en otra llegada eléctrica del equipo, Yelko hacía un auténtico golazo al golpear como los ángeles desde fuera del área una pelota que entró como una exhalación hasta el fondo de la red burgalesa.  

A partir de ese momento es cuando me imagino a los dos hermanos gemelos empezando a ejecutar su original plan.

El Pontevedra a partir del 2-0 empezó a despistarse, a cometer errores impropios en la salida de balón y a empezar a hacer el equipaje para su viaje a Ponte Vedra Beach.

Primero Mario Gómez y luego Samu Mayo perdieron inexplicablemente dos balones en zonas peligrosas que provocaron dos ocasiones pintiparadas para el Arandina que una vez Edu y otra un poste evitaron que terminaran en gol.

En otra acción defensiva presidida por la relajación fue el árbitro el que indultó al Pontevedra al no señalar un penalti que pareció claro de Mario sobre un atacante rival.

Se sumió, en definitiva, el equipo en un sopor y una aparente dejadez insólita hasta ahora en la época Yago Iglesias.

Este atribulado bloguero barruntaba a lo largo del descanso que en el vestuario granate se debería estar hablando de cómo ordenar la salida de pelota desde atrás para sortear la presión adelantada contraria y también un poco de la confusión entre la tranquilidad o el control y una excesiva dejadez que podía llegar a hacer peligrar el resultado.

Nada más lejos de la realidad.

La fase más importante del plan de intercambio de los dos “gemelos” se plasmó tras ese descanso y como si se tratase de una verdadera película, los espectadores tendrían que estar ya descubriendo como el “hermano” gallego se había colado en la casa de Florida y como el americano se había metido hasta la cocina en el campo de juego de Pontevedra para jugar a algo más parecido al fútbol americano que al europeo.

Desde el primer momento, el equipo optó por el saque en largo como recurso principal actuando Edu como “quarterback” y  Rufo primero y Carlos López después como presuntos receptores.

La consecuencia es que no se ganó un solo balón por arriba (tampoco demasiadas pelotas divididas de las que iban a ras de suelo) y la posesión pasó a ser del equipo visitante no ya porque hubiera conseguido sacarle la pelota al Pontevedra sino porque este se la entregó directamente a su rival.

Es cierto que al no querer sacar la pelota como es habitual dejaron de producirse fallos groseros y el Arandina no dispuso de las claras ocasiones del primer tiempo pero también es verdad que sobre el césped se apreciaba que el equipo no estaba del todo cómodo y que un gol de los castellanos podría complicar bastante el panorama pues daba la impresión de que el Pontevedra no podría volver en esta ocasión a su modo de juego habitual.

Al margen de una ocasión muy buena de Dalisson que se fue fuera por poco, el Pontevedra no volvió a contraatacar con peligro hasta casi el final tras un gran pase de Yelko a Bastos cuyo remate se fue fuera.

Por el contrario, el rival solo encontró el peligro en ese lance del juego inmune a cualquier cambio de identidad que el Pontevedra pueda urdir (no ya con el Ponte Vedra Beach sino con cualquier otra ciudad), el balón parado.

En la primera parte nos remataron todos los corners y en la segunda también. En uno de ellos tras un primer cabezazo de un atacante, otro jugador rival empujaba el balón a las mallas  anulando el tanto el árbitro por un fuera de juego que sí lo pareció.

En esa decisión que pareció voluntaria del Pontevedra de entregarle el balón por completo a su rival por primera vez en casa (a excepción de los minutos jugados en inferioridad frente al Guijuelo aunque incluso en aquella ocasión se consiguió tener más la pelota que el Domingo pasado), pudo influir no solo la inseguridad manifestada de forma sorprendente en la primera parte sino también el estado del césped de Pasarón.

A ver. La hierba comparada con estas últimas campañas sigue bastante mejor pero tras este mes de constantes lluvias ya no es la misma que en los primeros partidos y da la impresión que esa pesadez del terreno de juego es acusada en exceso por el equipo.

A pesar de ello, por lo menos al que esto escribe, le llamó mucho la atención tanto el recurso al pelotazo constante (digo pelotazo porque no se conseguía en ningún caso sacar partido de ese recurso para el que no parece muy preparado el Pontevedra ya que la separación del equipo hacía también complicado que pudiera construir o progresar a raíz de cualquier dejada) como esa dimisión a la hora de defenderse con la pelota que por lo menos en casa había sido hasta ahora la primera alternativa usada por el conjunto de Yago Iglesias.

No sé si lo que sucedió es que el “hermano” de Florida del Pontevedra le suplantó durante unas horas mientras el verdadero Pontevedra disputaba un partido de golf en el reconocido campo de su ciudad homónima o que esta opción será a partir de ahora más habitual en lo que queda de Liga.

Ojalá se trate de lo primero o, si es lo segundo, se consiga hacer más daño a la contra; o se alterne la defensa sin la pelota con otras fases en las que se conserve más el esférico.

Otra de las afirmaciones de Yago en algunas ruedas de prensa es que desea que su equipo domine también otros registros y eso es una buena idea.

Lo que pasa es que el registro de la segunda parte fue demasiado diferente al que venía utilizando el Pontevedra hasta ahora y no se cambiaron matices sino casi el plan entero y por lo menos al que esto escribe no le transmitió el equipo la seguridad ni autoridad de otras veces.

Sea como fuere, lo más importante que es el resultado se consiguió y estos tres puntos dejan la diferencia con el Zamora en un solo punto al caer derrotados los rojiblancos en Torrelavega en el segundo partido de Liga en el que encajan goles.

Eso sí, el nuevo líder es el Ourense CF que está con dos puntos más que nosotros y que de momento se mantiene realmente firme en los puestos altos de la tabla.

Ahora llega el desplazamiento a Covadonga que ocupa el último puesto en la clasificación.

Ojo. Este equipo asturiano tuvo eliminado al Deportivo de la Copa hace un mes hasta el último instante del tiempo reglamentario en el que el equipo coruñés encontró un gol salvador que le llevó a la prórroga.   

Además, cuenta con gente alta y de envergadura que dará problemas en esos balones colgados cuya defensa le cuesta tanto al Pontevedra.

A pesar de que el terreno de juego no será el más adecuado para ello y que la condición de colista del rival podría hacer pensar que el partido puede ser fácil, el Pontevedra debe mostrarse, en mi opinión, algo más fiel que el otro día al estilo que le ha hecho reconocible (con todos los matices que quiera imponer Yago) y no convertir el partido en un “pim pam pum” en el que podríamos salir escaldados.

Ojalá el “hermano” americano se haya vuelto a EE.UU y el Pontevedra CF regresado a nuestra preciosa ciudad gallega en la que ha venido jugando muy bien al “soccer” y no a otra variedad del fútbol.    

martes, 7 de noviembre de 2023

Sequía entre temporales.

No resulta fácil explicar como el Pontevedra CF no acabó ganando el partido jugado hace un par de días frente al Rayo Cantabria y más aún escribir que estuvo a punto de perderlo.

 Quizá sea mejor describir la situación sin ambages y afirmar que el equipo ni puede ni debe fallar tan clamorosamente ante la portería rival y que tanta torpeza ante el gol debe ser (como así sucedió) justamente castigada en el marcador.

Solo en los primeros veinte minutos de encuentro el Pontevedra acumuló las suficientes ocasiones para haber dejado sentenciado el choque de haber materializado la mitad de las generadas en ese tramo.

Dalisson en dos o tres ocasiones, Alex o Bastos disfrutaron de oportunidades pintiparadas para marcar y en todas y cada una de las veces la pelota se negó a entrar entre los tres palos de la portería del filial racinguista.

Bueno, maticemos.

El balón sí entró una vez, allá por el minuto 6, tras un gran centro hacia el segundo palo por donde apareció tirándose en plancha Bastos para tocar la pelota en pugna con un defensa y dejarla muerta para que Rufo solo tuviera que empujarla al fondo de la red.

En el campo ya pareció que la jugada no ofrecía motivo alguno para su anulación pero viéndola por la televisión ni se aprecia mano o falta del menudo jugador de banda granate ni fuera de juego del mismo y tampoco de Rufo al golpear la pelota.

El caso es que el asistente dijo “nones” y, por tercera vez en cinco encuentros en casa, una decisión arbitral cayó del lado del rival llevando el enfado y la incredulidad a la grada.

Tan cierto es afirmar que ese gol de haber sido concedido hubiera cambiado radicalmente el panorama y facilitado mucho la victoria como injusto decir que el Pontevedra no ganó el partido por el árbitro.

Fueron demasiadas las ocasiones marradas y tan desesperante el desacierto ante la portería cántabra de nuestros futbolistas que culpar en exclusiva a ese despistado asistente de no haber vencido no sería del todo cabal.

Y es que el Pontevedra volvió a jugar muy bien en el inicio del partido. Volvió a encontrar ambas bandas con asiduidad ante el intento del contrario de taponar el medio campo e incluso superó ese atasco que proponía el Rayo encontrando a Yelko pero sobre todo a Dalisson en muchas ocasiones.

Pudo el hispano- brasileño coronarse en Pasaron de manera definitiva pues lo hizo casi todo bien sobre el césped menos lo más importante, acertar con alguna de las tres o cuatro opciones de gol de las que disfrutó a lo largo de los 90 minutos.

Después de la borrachera de ocasiones falladas en el primer tramo de encuentro, el rival se asentó sobre el césped e incluso llegó con peligro dos veces convirtiendo a Edu Sousa en protagonista positivo.

La primera en una pérdida que nunca debe producirse y en un pasillo por el centro de la defensa que propició un uno contra uno resuelto magistralmente por el meta con uno de sus brazos. Y la segunda en uno de esos lances que no acabamos de dominar como deberíamos, el balón parado. Falta lateral cruzada, remate al palo largo de cabeza y paradón de Sousa para evitar el gol visitante con rechace al poste incluido.

Esas apariciones en ataque del Rayo no amilanaron al Pontevedra que volvió a coger el timón del choque y a dotar de calidad y velocidad a sus acciones. Todo ello conllevó que antes del descanso se volviera a disfrutar de ocasiones clarísimas para marcar como una de Bastos cuyo remate con la izquierda se marchó lamiendo el larguero u otra en la última jugada de la primera mitad de Chiqui que envió incomprensiblemente fuera.

Creo no exagerar al decir que se había visto una primera parte de un 3-1 o un 4-1 que acababa con ese empate sin goles por la incapacidad supina que manifestamos  (asistente aparte) para cristalizar el buen juego en goles.

El segundo tiempo no empezó de una forma demasiado diferente. Quizá no asistimos a ese cuarto de hora o veinte minutos fulgurante del primer tiempo, es cierto, pero a los cinco minutos ya había Dalisson mandado un balón al larguero y en la grada ya empezaba a calar el mensaje de que ese no era el día y que no meteríamos un gol ni al mismísimo arco iris.

Siguió el Pontevedra llevando el peso del partido y llegando con mucha claridad a las inmediaciones del área cántabra. No vivíamos la sensación de partido de balonmano con posesiones largas e infructuosas realizadas a 35 metros de la portería contraria sino que la pelota llegaba con asiduidad a los extremos y la sensación de peligro y de poder marcar en cualquier momento permanecía sobre el terreno de juego.

Luego, llegaron los cambios de unos y otros.

Por nuestra parte, Yago decidió retirar a Bastos y a Chiqui (amonestado) para meter a Jaichenco y Carlos López.

Esto que voy a comentar a continuación es fútbol-ficción. Es posible que de haberlo hecho de otra forma el resultado tampoco hubiera variado y con él esa sensación insoportable de dos puntos perdidos que jamás deberían haberse escapado.

Pero lo cierto es que cuando vi movimientos en el banco y la inminencia de los cambios, el que yo me imaginé junto al de banda derecha que solo supuso un cambio jugador por jugador, fue el de Carlos Lopez “Charly” por Rufo para que tampoco cambiase nada en la ubicación del resto de piezas.

Sin embargo, Yago optó por Chiqui provocando ello que Dalisson se corriera a banda izquierda y Carlos López ocupara, más o menos, el puesto de aquel.

El Pontevedra siguió atacando y llegando a las inmediaciones del área visitante pero lo cierto es que no encontró nunca a Carlos López como sí encontraba a veces a Dalisson en tres cuartos y además dio la impresión que el hispano brasileño se diluyó algo en esa posición más cercana a banda.

Esos son los dos únicos cambios que Yago decidió efectuar y debo confesar también que en algún instante de la segunda parte me hubiera parecido interesante haber probado con Alex más arriba sacando a Zabaleta o a Hermelo en el lateral para que el capitán tratará de llegar con más frescura arriba e incluso en los últimos minutos, con un Samu Mayo amonestado y el rival sacando contras peligrosas, creí que se decidiría contar con el empuje y piernas frescas de Toño, algo que tampoco sucedió.

Que la plantilla granate es corta lo sabemos todos y así parece haber sido buscado por la dirección deportiva pero es posible que parezca más menguada en efectivos si los cambios, a veces, brillan por su ausencia.

Todas estas cuestiones son conjeturas porque lo cierto es que el Pontevedra jugó lo suficiente al fútbol con cambios o sin ellos para haber ganado el partido y haberlo hecho con soltura en el marcador.

Lo que pasa es que el fútbol es caprichoso y de lo que pudo ser una victoria cómoda que se estaba convirtiendo en un empate a cero goles, se corrió el riesgo enorme de haberse producido la derrota en dos contras clarísimas de las que disfrutó el R. Cantabria en los últimos minutos del partido.

Ambas fueron conducidas de manera exuberante por un delantero potente que salió en las postrimerías del choque. Sin embargo, en la resolución de las mismas, actuó como un juvenil.

En la primera ocasión, en la que se fue junto a un compañero para encarar a Edu, ni disparó cuando pudo hacerlo ni pasó cuando debía, desbaratando una oportunidad que no podía ser más clara y en la segunda vio como en el último momento aparecía Churre, en acción defensiva soberbia, para arrebatarle limpiamente el balón.

Después de fallarlo todo, de marrar ocasiones enormes, el Pontevedra acabó salvando un punto en esas dos jugadas en el que el castigo pudo ser mayor.

Y eso que Rufo en el último minuto de la prolongación tuvo la suya para evitarnos el disgusto pero remató de manera inocente y deficiente un balón suelto que le cayó en su cabeza cuando tenía toda la portería para él.

Me agrada bastante cada vez que escucho a Yago Iglesias o a los jugadores en las ruedas de prensa concedidas a lo largo de la semana, apelar constantemente a la necesidad de mejorar cada día y ser mejor equipo cada jornada, no puedo estar más de acuerdo.

En partidos como este el punto en el que hay que incidir para que se produzca esa mejora está claro, la eficacia y el acierto ante la portería rival. No desbaratar tantas ocasiones que luego te llevan a perder puntos muy dolorosos.

Eso es lo evidente.

Pero yo propongo dos facetas más en las que se puede mejorar bastante lo realizado el pasado Domingo.

La primera, la calidad de los centros una vez has llegado con ventaja a las bandas.

Como ya viene siendo habitual por la derecha, ni Bastos ni luego Jaichenco aportaron la lucidez suficiente en las bastantes veces que pudieron conectar esos centros en zonas de peligro hacia Rufo primero y hacia el madrileño y “Charly” después.

Tampoco llegaron esos buenos centros por la izquierda aunque eso sí suene a algo más excepcional por no ser frecuente que Chiqui y sobre todo Alex no encuentren ese toque adecuado para convertir esos pases en medio goles.

El Domingo, especialmente en el segundo tiempo, llegó a ser frustrante observar la cantidad de veces que se llegaba por las bandas sin conseguir efectividad alguna de esas llegadas.

La segunda cuestión a la que me refería es el balón parado en ataque.

No sé cuantos corners se sacaron hace dos días pero fueron muchos y tan solo en uno de ellos Mario Gómez pudo rematar en buena posición marchándose el balón cerca de un poste.

Creo que ahí sería bueno también hacer hincapié, mostrar más colmillo y más intención en los saques pues cuando el balón no quiere entrar fruto de jugadas bien elaboradas, el recurso del balón parado siempre puede sacarnos de más de un atolladero.  

Esos puntos que se salieron del capazo lastiman mucho. Lo hacen porque en casa hay que amarrar siempre los tres en disputa. Lo hacen porque el Pontevedra fue mejor y debió vencer con holgura. Lo hacen porque ya nunca más volverán.

Ahora, la herida del empate cicatrizará con el paso de los días y lo realmente importante, lo mollar, es que el equipo no acumule dudas.

Es clave que los futbolistas no se “rompan la cabeza” con los 4 de ventaja del Zamora o el gran inicio del Ourense que ya está por delante.

El camino a seguir está marcado y lo raro, de seguir jugando así, es lo que pasó el Domingo. Que no acabes ganando a pesar de tenerlas de todos los colores.

Mejorar en la definición, en el último pase, en el balón parado. Sí.

Continuar en esa línea de juego sin merma alguna de confianza y seguir creyendo a pie juntillas en que lo normal es que entre alguna de las muchas que se sigan generando, también.

Frente al Marino de Luanco, cuyos números dejan bien a las claras que es un equipo bien armado defensivamente, la paciencia y la mejora en el acierto ante el gol serán fundamentales para poder volver a la senda de las victorias.            

martes, 24 de octubre de 2023

"Memento mori"

En la Antigua Roma, cada vez que un general al mando de sus legiones conseguía un gran triunfo militar sobre las “hordas bárbaras” que aguijoneaban alguna de las fronteras del Imperio, o sobre ejércitos de otros territorios que eran conquistados, la costumbre dictaba que ese comandante fuera recibido con un fastuoso y multitudinario desfile celebrado en la gran capital imperial, Roma.

Detrás del caudillo al mando de las legiones triunfantes, muy cerca (quizá solo a unos pasos a su espalda) se colocaba un siervo con la única misión de trasladarle al oído en varias ocasiones durante el recorrido una sola frase: “memento mori”, lo que venía a significar, más o menos, “recuerda que morirás”.  

Algunos estudiosos apuntan que la frase era algo más larga y que vendría a ser traducida como “Mira tras de ti. Recuerda que solo eres un hombre.”

Sea cual fuere la frase repetida por ese disciplinado sirviente cada vez que un general se bañaba en los aplausos y aclamaciones de los habitantes de Roma, la finalidad de la misma parecía clara y no era otra que recordar al vencedor su condición mortal y en consecuencia finita. Lograr así que la soberbia y el ego desmedido no campasen a sus anchas por su cerebro y le hicieran recordar la obligatoriedad del cumplimiento del derecho romano y descartar veleidades o tentaciones golpistas, que como a buen seguro los lectores conocen, eran bastante habituales entre los “corrillos” más selectos del Imperio.

Escuchando a lo largo de la semana a Yago Iglesias (incluso en la rueda de prensa posterior al partido de anteayer), me he imaginado varias veces al entrenador y al resto de su cuerpo técnico, susurrando quedamente a cada uno de sus futbolistas consignas como las de que “solo somos un equipo de 2RFEF”; “podemos perder en cualquier momento si no salimos como es debido” o “no hemos hecho nada aún, hay que mejorar.”

Porque lo cierto es que después de meterle seis a unos, cinco a otros o cuatro al líder en su propio territorio de combate que hasta ese instante resultaba invulnerable para todo ejército que intentaba ocuparlo, la tentación de sentirse omnipotente o invencible podría calar de forma inconsciente y preocupante no ya entre la afición (cuyo derecho a soñar es incuestionable) sino en el propio vestuario lo que sí podría afectar de manera negativa a la trayectoria magnífica que se estaba y se está llevando.

Y el primer ejemplo de la conveniencia de esos avisos o advertencias (que quizá se hayan producido o no por parte de Iglesias) llegó el pasado Domingo en forma de un ordenado, defensivo y correoso Oviedo –Vetusta que llegó a crear incertidumbre en algún tramo de la segunda parte sobre el resultado final del partido.

Se presentó el filial “azul” con las ideas claras y una línea bien definida de cinco atrás y tres medios por delante que trataron de dificultar por todos los medios el juego principalmente de Mayo, Yelko y Dalisson así como las salidas de nuestros centrales con sus dos hombres más adelantados que no tenían complejo alguno en correr lo que hiciera falta para presionar la salida granate desde atrás.

Aún así, el Pontevedra CF se hizo con el mando total de la situación a lo largo de toda la primera parte.

 Sin la fluidez de otros días, sin esa velocidad de balón, sin alaharacas en su juego pero estando casi todo el tiempo en campo rival y buscando los caminos para hacer daño.

No creo que sea casualidad que esta temporada estemos viendo muchos lanzamientos a puerta desde lejos por parte de nuestros futbolistas.

Entiendo que es otra orden o recomendación vertida desde el banquillo pues a falta de espacios para combinar, con equipos hundidos cerca de su área, intentarlo desde fuera no es que resulte conveniente sino que es incluso necesario.

Lo había intentado ya el propio Mayo minutos antes con un disparo desde fuera del área que se marchó fuera. Minutos después, en su segundo intento, el balón entró en la portería asturiana como un obús y el espigado mediocentro sumaba a las virtudes que ya ha enseñado a lo largo de estas semanas,la de ser capaz de hacer goles de esta manera para seguir enamorando un poco más si cabe a los seguidores granates.

También en el primer tiempo, a falta de la magia de Yelko o Dalisson bien tapados por el rival, apareció Chiqui en dos ocasiones.

La primera tras un pase en largo maravilloso de Churre hacia la izquierda que el ex coruxista controló de manera primorosa orientando la pelota con ese mismo control hacia el interior del área. Su lanzamiento tras la incursión en zona de castigo fue repelido en gran parada por un portero oviedista que causó gran impresión en Pasarón.

La segunda, ocupando una posición más centrada y cediendo a Rufo que ocupaba su lugar en la izquierda un buen balón para que el “pelado” se la devolviera en casi un pase de la muerte al que no llegó por pocos centímetros para empujar a puerta vacía.

La peor fase del partido llegó después, en el segundo tiempo.

Salió el Pontevedra al campo algo parado, contemplativo e incluso dubitativo.

El Oviedo todavía no cambiaba nada y seguía bien armado y los nuestros dieron la impresión de no saber exactamente qué actitud tomar en ese momento.

Fueron minutos en los que se siguió teniendo el control de la posesión pero en los que se abusó quizá demasiado del balón largo sin sentido y en los que apenas se llegó con intención al área contraria.

La incertidumbre subió cuando, ya avanzada la segunda parte, el rival sí decidió dar un paso más con los cambios y tratar de tener más presencia cerca de Edu.

Cambiaron a un sistema con cuatro defensas y tampoco el Pontevedra pareció entender bien la forma en la que meterle el diente al Oviedo y terminar definitivamente con el choque.

Es cierto que ellos tampoco crearon demasiadas ocasiones en nuestra portería(la más clara fue nuestra en un lanzamiento de Yelko repelido de manera muy meritoria por el guardameta). 

Tuvieron dos llegadas peligrosas, una por banda, en la que decidieron mal en la primera y nuestros centrales estuvieron bien en la segunda para enviar a córner.

De hecho, su único remate a puerta llegó a través de una falta muy escorada a la izquierda en la que Edu tuvo que recular unos pasos para desviarla con algún apuro tras dar la impresión de que esperaba el centro y no el remate directo.

Aún así fueron minutos en los que me vino a la memoria esos desfiles aludidos al principio de esta columna.

Minutos en los que resultó patente que somos un buen equipo, sí, pero un buen equipo de 2RFEF que es sometido a estudio por los cuerpos técnicos de los contrincantes y que a pesar de acumular muchas virtudes también cuenta con defectos que tratarán de ser puestos a la vista por los demás.     

Que hay que mejorar siempre. Tener los pies en el suelo y saber que en cualquier recoveco del camino pueden llegar los problemas. Recordar, en definitiva, que somos “mortales”; que podemos perder y que la humildad sigue siendo fundamental.

La incertidumbre (no tanto el peligro pues como se ha dicho no fue mucho el creado por el Oviedo) se acabó con una jugada maravillosa, realmente extraordinaria, a raíz de la cual llegó el 2-0 sobre el minuto 87.

Enésimo robo por anticipación de Samu Mayo esta vez con un solo toque de tacón hacia Yelko, este también de primeras asiste a Toño que llegaba por delante. Toño ve la carrera en profundidad de Jaichenko y, otra vez de primeras, le filtra un pase precioso en el momento justo al canterano para que este (otra vez, sí, de primeras) superara con elegancia la salida del guardameta asturiano.

Cuatro toques, cuatro, y la jugada, que comenzó a cuarenta metros de la portería algo escorada, terminó con el balón en las redes visitantes tras la elaboración de una acción colectiva relampagueante y plena de calidad.

En mi opinión, uno de los mejores goles que se han visto en Pontevedra en bastante tiempo.     

Hubo tiempo, además, para que, ya en la prolongación, una asistencia de Yelko fuera aprovechada por Carlos López para controlar, irse en velocidad y conectar un zurdazo inapelable que significó el tercer tanto pontevedrés.

Ojalá este bonito gol permita al punta de Ares coger confianza y fuerza para seguir esperando su momento pues creo que llegará esa fase de competición en la que ayudará con mucho más protagonismo al ataque granate.  

Se completaba así un partido gris pero en el que durante la mayor parte del tiempo el Pontevedra tuvo controlada la situación.

Aparecieron dudas, esa incertidumbre ya mencionada, algún rumor de una grada algo más poblada pero extrañamente más callada que otras veces y al final la sentencia con esos goles a la contra que incluso pudo ser uno más al enviar un balón al poste Alex González en la última acción del encuentro.

Es normal, insisto, que tengamos problemas en partidos y que haya que desenredar madejas que no se desenrollen de manera fácil en algunas ocasiones.

Aún así ya me gustaría que llegaran más partidos no brillantes en los que al final se acabe ganando por 3 a 0, es decir, goleando.

Me temo que no será así y que habrá que apretar los dientes muchas veces y mostrar esa otra faceta que el equipo debe aprender a dominar.

Esa que dicta que cuando no salen las cosas tan bien en ataque, si pueden salir en defensa, estando unidos pasando los malos ratos y en espera de poder meter el cuchillo al final.

No olvidemos nunca  que “solo somos un equipo”  y que en algún momento, si no hacemos las cosas bien, “podemos morir sobre el césped”.

       

martes, 17 de octubre de 2023

"Lérez-Taka","Yelkodona" y los pies bien agarrados al firme.

Esto no es una crónica del partido que hace dos días disputó el Pontevedra CF en el estadio Ruta de la Plata.

No lo es porque escribir a fondo sobre un encuentro que el cronista no ha visto no sería justo con lo más importante (o lo que debería ser más importante) para el autor de ese artículo, las personas que en algún momento podrían leer sus líneas.

Por tanto, cualquier análisis en profundidad acerca de tácticas, planteamientos o posicionamientos sobre el césped e incluso valoraciones individuales sobre la actuación de este u otro futbolista, no pueden tener cabida en esta columna.

Ahora, aclarado lo anterior (hacía años, por cierto, que no me daba tanta pena perderme un partido de mi equipo), lo que no se puede ignorar es que todas las crónicas y opiniones de los espectadores que sí vieron el choque, ya sea “in situ” o a través de la plataforma televisiva que posee los derechos, coinciden en que el contundente 0-4 endosado por los granates al Zamora CF se corresponde con lo visto sobre el terreno de juego y que el Pontevedra fue inmensamente superior a su rival haciéndose claramente acreedor a ese resultado abultado.

A este atribulado bloguero (cuyo atormentamiento futbolístico disminuye sensiblemente cuando el Pontevedriña protagoniza actuaciones como la de Zamora) no le queda duda, por tanto, que el equipo volvió a parecerse a ese tan exuberante y que tanto nos encantó de los duelos ante Langreo y Guijuelo.

De las imágenes que he podido ver, me resulta bastante evidente que sobre el campo volvió a aparecer “Yelkodona”, con ese primer tanto de una factura tan bella como complicada y desde mi agnosticismo, más cercano al ateísmo que a la fe, sigo orando para que esta versión de Pino se mantenga el mayor tiempo posible de la competición.

Al margen de esa obra de arte y del también golazo con el que el capitán cerró el marcador, lo que más me ha llamado la atención, no obstante, en cuanto a las imágenes del partido, es otra jugada que no aparece en el resumen de la tvg y que me resultó espectacular pero también ejemplificativa de lo que se está construyendo poco a poco y a lo que se me ha ocurrido  bautizar con el nombre de “Lérez-Taka”.

Es una acción, ya con 0-3 en el marcador, en la que Samu Mayo, Yelko y Garay combinan en campo propio, acostados en banda derecha, hasta sacar la pelota jugada después de pasarse el balón (sin exagerar, más de diez veces) con una rapidez y limpieza sorprendente y ante la mirada de varios futbolistas del Zamora que se veían incapaces de robar la pelota.

La jugada siguió hasta que Garay mandaba el balón al espacio para la carrera en superioridad de Bastos, el carrilero cerca ya del área rival centraba hacia Chiqui y este al corazón del área para que Rufo rematase con mucho peligro rebotando el balón en un defensa. Luego el rechace llegaría de nuevo a Bastos que, en gran posición, se precipitaría un poco lanzado el cuero por encima del larguero.

Es una acción que está colgada en redes sociales y que recomiendo ver a cualquier seguidor granate que todavía no lo haya hecho.

Dirán algunos, tendrán parte de razón, que en el origen de la jugada se arriesga demasiado y cualquier robo del rival podría haber generado mucho peligro en nuestro área pero quien haya visto al Pontevedra esta temporada sabe que muchas veces, en especial S.Mayo, acepta y desafía ese riesgo para romper líneas contrarias y que el equipo pueda avanzar en superioridad hacia el ataque.

No obstante, de esa jugada me quedo con otra cosa que por lo menos en mi opinión hace de este “Lérez-taka” algo muy bonito de ver y ese algo es que tras la triangulación maravillosa de Mayo, Yelko y Garay, la jugada fluye hacia arriba, no termina en medio campo con algún pase atrás que comience otra vez la rueda de pases sino que se busca en profundidad a Bastos y se crea una oportunidad clara de gol.

Esta forma de jugar basada en la posesión y en el juego combinativo, en opinión del que esto escribe, a veces se hace víctima de su propia filosofía y se pierde en un maremágnum de pases y “repases” que a efectos prácticos no tiene tanto sentido.

Sin embargo, cuando se saca la pelota de una manera tan brillante de tu propio campo y luego se busca apuñalar, llegar, generar peligro ante la portería contraria, este estilo alcanza no solo una belleza innegable sino una efectividad palpable en los marcadores de los partidos.

No soy ingenuo ni utópico.

No siempre esto será posible. No siempre existirán espacios sobre el campo para explayarse y provocar asombro con este juego extraordinario pero lo cierto es que este “Lérez-taka” de posesión, combinación, búsqueda de banda con profundidad y muchas ocasiones de gol ya lo hemos visto el día del Langreo, la primera parte ante el Guijuelo (en la segunda mitad, también aunque trufado con un juego de contra también precioso) y en Zamora.

A mí este “Lérez- taka” me gusta, no se parece nada a una posesión balonmanística y deseo que podamos verlo muchas veces más.

Otro detalle que me gustaría mencionar y que me parece importante.

Al término de la jornada cuarta tras el empate en Cayón, el Pontevedra transitaba por la mitad de la tabla y acumulaba 9 goles a favor y 4 en contra.

Tres jornadas después se ha más que doblado la cifra de tantos a favor (20) pero la de goles encajados no se ha movido, siguen siendo 4.

El equipo ya está empatado con el hasta ahora imbatido Zamora en esa cifra de goles en contra (empatados con algún otro equipo)  y nuestra posición en la clasificación ya es la segunda a 4 puntos del líder.

Resulta espectacular y a todo el mundo le gusta ver como nuestro casillero de goles a favor sube y sube haciendo las delicias de la gente pero es igual de importante que no suba el de goles encajados.

El Pontevedra estos tres últimos encuentros apenas ha regalado nada. Se ha defendido muchas veces con el balón pero también supo aguantar sin él algunos tramos de encuentro en O Vao y, al parecer, también al inicio del segundo tiempo en Zamora.

Para seguir recortando la diferencia que todavía nos saca el equipo zamorano (no podemos olvidar que seguimos con 4 puntos de desventaja), será clave mantener esta línea de contundencia arriba pero también abajo, no descuidarse en ningún momento.

Por último, tras pasar por encima del líder en su estadio. Tras hacerle 4 goles a un equipo que todavía no había encajado ninguno. Tras, en definitiva, pegar la tercera exhibición futbolística en tan solo 7 jornadas, resulta clave no crecerse demasiado ni pensar que ya se van a ganar los partidos por inercia o por la camiseta.

En el momento en que el equipo no salga con la mentalidad adecuada, no empiece con la concentración exigida para la competición, no es descartable para nada que aparezca “otra Gimnástica” y nos veamos 0-2 en contra “antes de un decir Jesús”.

Es básico mantener la regularidad.

Salir siempre al césped a competir y no regalar nada a los conjuntos rivales que estarán al acecho para aprovechar cualquier error o bajón de nivel que podamos experimentar.

El próximo rival, el Oviedo- Vetusta, es un equipo joven y con ilusión. Con esa menor presión que suelen tener los filiales y esas ganas de lucirse en los días en los que se juega en escenarios glamurosos.

El Pontevedra debe mantener la humildad. Afrontar el choque a tope y pleno de motivación y concentración.

Esos serán los ingredientes necesarios para que si se cocina bien el plato vuelva a aparecer, ojalá, este “Lérez- taka” que tanto nos está gustando.   

martes, 3 de octubre de 2023

Un silbato averiado, otra exhibición de fútbol y un clásico literario.

Tras el partido de Cayón habían vuelto las dudas.

¿Qué Pontevedra nos encontraríamos en casa frente al Guijuelo? ¿La goleada y la exhibición ante el Langreo debía ser considerada como una excepción a la regla o aparecería otra vez un equipo seguro, estable y autoritario sobre el campo?

Casi desde el principio esas legítimas inquietudes después de no ser capaces de conseguir la victoria en tierras cántabras, se fueron despejando.

El Pontevedra volvía a enseñar ante sus aficionados como se puede sacar la pelota desde atrás con limpieza, con elegancia y sobre todo con efectividad a la hora de desbaratar líneas rivales. 

En esta faceta volvió a destacar Samu Mayo que si bien es cierto que en ocasiones arriesga demasiado y puede provocar alguna pérdida importante, la gran mayoría de las veces desahoga y canaliza el fútbol desde el mediocampo con una finura y elegancia realmente dignas de ver.

Encontró igualmente el PontevedraCF los caminos para hacer mucho daño por las bandas y especialmente encontró en la izquierda, con un Chiqui brillante, la manera de lastimar una y otra vez al sistema defensivo chacinero.

Optó Iago Iglesias en esta ocasión, mientras el equipo estuvo con 11 futbolistas, por un dibujo de 1-4-1-4-1, dándole el mando de la zona central del campo al ya citado Mayo.

Situó a Garay de lateral derecho y a Bastos mucho más adelantado en esa banda derecha, con Chiqui en la opuesta y Yelko y Dalisson por dentro, Rufo fue el elegido para la punta.

Y el fútbol volvió a fluir poco a poco, a pesar de que la figura siniestra del colegiado del encuentro se hacía cada vez más presente sobre el césped pontevedrés.

El Pontevedra sometía a su rival que no encontraba forma alguna de llegar a las proximidades del área granate y los goles fueron llegando en acciones por esa banda zurda de Chiqui rematadas una de ellas por Rufo y otra por un Yelko Pino que cumplimentó otra actuación sobresaliente en Pasarón.

Surgieron, no obstante, las complicaciones llegadas en forma de decisiones controvertidas del encargado de juzgar lo que en el campo acontecía.

Llegó una jugada en la que un penalti sobre Chiqui admitía pocas dudas y en el consiguiente intento de contra tras decidir el árbitro que allí no había pasado nada, Mayo veía su primera amarilla, justa, al parar de forma dura el intento rival pero en un lance que no debió producirse si se hubiera señalado un máximo castigo que pareció claro.

Poco después llegó la segunda amarilla a Samu en una acción a la altura del medio campo escorada a la derecha en la cual un jugador del Guijuelo desplaza al mediocentro granate cuando este empezaba el salot para despejar un balón aéreo. Fruto de ese desequilibrio, Mayo se desmadeja un tanto y sí es cierto que uno de sus brazos extendidos (en ningún caso con el codo por delante) impacta sobre otro jugador del Guijuelo que por allí estaba.

El colegiado asturiano (podría ser de otra comunidad autónoma, por supuesto, pero el caso es que era asturiano) no lo dudó y se dirigió como un rayo para sacarle la amarilla a Samu Mayo y dejar de forma harto rigurosa al Pontevedra CF con 10 jugadores.

Estas dos acciones (el penalti no pitado y la expulsión) fueron las más importantes de la primera parte pero no las únicas. 

A lo largo del juego, la diferencia tan evidente como inexplicable en el trato a la hora de castigar disciplinariamente las acciones entre los dos equipos llegó a ser tan desquiciante que provocó una bronca del público realmente llamativa y que hacía bastante tiempo que no se producía.

Llegaban los problemas, por tanto, por esa expulsión y la posibilidad de que el Guijuelo que estaba completamente muerto en el duelo pudiera resucitar al verse en superioridad numérica.

Sin embargo, en una de las últimas acciones del primer tiempo, el Pontevedra enlazó una contra preciosa y letal en la que Yelko obsequió a Chiqui con un pase fabuloso y este, tras gran cabalgada, enseñó su calidad definiendo primorosamente ante el portero jamonero para hacer el 3-0 en el marcador.

Habíamos visto una muy buena primera parte del Pontevedra aguada por algunas de las decisiones arbitrales ya aludidas. Pero lo mejor estaba por llegar.

De entrada, hay que reconocer que con un marcador contundente de 3-0 jugar con 10 es un poco menos duro pero hay que hacerlo igualmente e intentar que el contrario no se meta en el choque con algún gol que pudiera darle alas.

A pesar de lo anterior, el Pontevedra cuajó una segunda parte maravillosa y dio una lección magistral de fútbol siendo infinitamente mejor que el "coloso" que tenía enfrente.

Iago reestructuró el equipo tras el descanso dando entrada a Toño Calvo para ocupar la ubicación de Mayo y retirando a un Rufo amonestado para cortar de raíz cualquier tentación tarjetera del colegiado.

Y lo cierto es que en el minuto 2 se produjo el único error en defensa al tropezarse Churre con una pelota a la hora del despeje y quedar aquella a disposición de un atacante visitante que la envió fuera en buena posición para marcar.

Quizá si el Guijuelo hubiera convertido esa acción las cosas podrían haber cambiado, pero lo cierto es que a partir de ahí el Pontevedra no hizo sino crecer todavía más sobre el césped.

Defendió con orden en los tramos de segundo tiempo en los que el Guijuelo tuvo más la posesión de la pelota; fue capaz de alternar esa posesión chacinera con otros pasajes en los que volvió a combinar y defenderse con pelota y, sobre todo, supo leer a la perfección cuando apretar, robar y generar cuatro o cinco contras tan peligrosas como bonitas con las que apuntaló el marcador, siendo capaz de hacer más goles con 10 que con 11 futbolistas.

Y eso que el árbitro todavía tuvo tiempo de dejar su sello al dejar de señalar una falta clamorosa en el lateral del área sobre Chiqui (al que amonestó a renglón seguido por una falta cometida segundos después) y tampoco creyó conveniente pitar un penalti que pareció bastante claro sobre Toño Calvo.

Sea como fuere, ya con Alex sobre el campo tras la amarilla a Chiqui que le llevó al banquillo "ipso facto" (por si las moscas , otra vez), la figura de Yelko volvió a engrandecerse a la hora de repartir balones en profundidad hacia cualquiera de las dos bandas dejando a su compañeros en pintiparadas posiciones o para rematar a portería o enviar centros mortales.

También destacó Dalisson  que jugó más en punta en la segunda mitad y ofreció calidad en la acción del 4-0 con un centro extraordinario que aprovechó Alex pero también aportó capacidad de trabajo y esfuerzo para evitar que el Guijuelo pudiera salir cómodo desde atrás.

El 5-0 fue obra igualmente del capitán. 

Como tantas y tantas veces, Bastos llegó a zona de ataque con velocidad y entusiasmo pero sin la claridad suficiente para decidir con acierto y en una de esas acciones dejó el balón atrás en la frontal para un Alex, que con el balón casi encima y sin mucho tiempo para colocarse, conectó un remate tan sutil como certero que entró casi por una de las escuadras de la portería poniendo un gran colofón a otra maravillosa tarde fútbol ofrecida por el Pontevedra.

Hace algunos años, todavía con Luisito en su primera etapa en nuestro banquillo, titulé más de una columna con alusiones al clásico de Stevenson, Dr. Jekill y Mr. Hyde.

El comienzo de esta temporada me hace recordar aquellos escritos.

Tras el borrón del debut contra la Gimnástica, el Pontevedra ha enlazado en casa dos encuentros que solo pueden calificarse como extraordinarios y sin embargo, a domicilio, seguimos sin despegarnos de una evidente mediocridad que resulta preocupante dado el comienzo arrollador de un Zamora al que además visitaremos dentro de dos jornadas.

Ya sé que es repetitivo pero hay que seguir diciéndolo. Debemos empezar ya a ganar fuera para tener opciones de ascenso directo. 

A este respecto, y mirando ya al partido frente al Coruxo, la baja de Mayo es importante.

Toño Calvo estuvo bien hace dos días pero parece un jugador diferente. Más de ida y vuelta, más llegador y mucho menos distribuidor o canalizador de este fútbol que quiere Iago para su equipo.

Tendrá que darle vueltas el técnico para ver como solucionar esto porque, insisto una vez más con mi ya característico atribulamiento, urge ganar fuera de Pasarón. 

Anunció, por otro lado, el Pontevedra por sorpresa en el día de ayer el regreso a la entidad en calidad de "manager general" de Elías Espiñiera.

Elías ya ocupó el cargo de Director General del Pontevedra entre 2003 y 2008 y su historial está cuajado de diferentes experiencias siempre relacionados con el mundo del fútbol y el deporte en general. 

Experiencia le sobra y lo que está por ver (al parecer el Jueves se le presentará oficialmente y es posible que se despejen dudas) que pasa con el puesto de Director General que ocupa Marcos del Río y más después de algún "palito", a mi modo de ver injusto, que le cayó a este último en alguna de las entrevistas ofrecidas últimamente por la Presidenta. 

Por lo menos a mí, me gustaría que siguiera en la entidad.  

Para terminar, en mi opinión en esta categoría si existe algún coloso, sobre todo en casa, este viste de granate y se llama Pontevedra CF.

Sigo sosteniendo que a pesar de la indudable pérdida de prestigio y peso en la ciudad que sufre la entidad desde ha ce más de una década (en gran parte por sus propios y constantes errores), esta categoría no le corresponde en absoluto a la institución granate.

Luchar por ser primeros es una obligación y volver a la 1RFEF vía ascenso directo o vía play off, también.

Decir esto no es una falta de respeto ni al Guijuelo ni al Zamora ni al Compostela ni al R.Avilés ni a ningún otro de los rivales del grupo que cuentan con sus lógicas y legítimas aspiraciones entre las que a buen seguro está también el ascenso de categoría.

Recalcar que la 2RFEF no es lugar en el que debería estar el Pontevedra es una muestra de respeto hacia nosotros mismos. Hacia nuestra historia y no me refiero ya al "Hai que roelo" que muchos ni hemos vivido sino a décadas posteriores al mismo.

Es, en definitiva, comprender que si viajamos a Cayón y no ganamos lo único que se puede argumentar es que la "cagada" ha sido monumental. 

Toca Coruxo. Ya hemos perdido esta misma temporada dos veces en ese campo por 1-0. Una vez en amistoso y otra en Copa "garrafón" o "Federación".

El Zamora nos saca 7 puntos y no podemos ir a O Vao a verlas venir otra vez.

Por favor, que Mr Hyde se quede en casa y aparezca en Vigo el Dr .Jekill.