Sé de buena tinta que aquellos aspectos de mi carácter que he intentado pulir, suavizar, modificar o directamente eliminar de mi “disco duro” emocional a lo largo de medio siglo de vida, seguirán manifestándose en determinados momentos con la misma fuerza o incluso más con la que empezaron a aparecer hace ya muchos años.
Ya puedo atravesar un
momento difícil en lo personal o en lo laboral que tengo muy claro, tan claro
como el agua, que el peor momento después de que el Pontevedra CF pierda un
partido vital llegará en el mismo instante en que se apague la luz de mi
habitación y los ojos sigan abiertos de par en par mirando a un techo sumido en
la total oscuridad.
Llegarán los recuerdos
del partido y de los momentos previos al mismo, llenos de ilusión y esperanza.
También los siguientes, los de la decepción, el cabreo y la tristeza.
No importará que al día
siguiente tenga un día de perros o la certeza que los problemas cotidianos
volverán a mi cabeza como tienen por costumbre desde hace demasiado tiempo.
Dará igual. Me pasaré
un tiempo indeterminado dando vueltas por mi cama vacía hasta que de improviso
llegue el sueño librándome de la carrera de Rufo, del enésimo corner mal
defendido, de los seguidores del Ourense celebrando un ascenso prácticamente
hecho en mi propia casa y de algunos de mis jugadores discutiendo con la grada.
Ha pasado tantas veces.
Han sido tantos los “palos” y casi todos ellos en Pasarón que ya conozco
perfectamente las reacciones que tendrá mi organismo.
En ese tiempo de
insomnio, girando y girando en busca de un sueño que no llegaba, muchas cosas o
pensamientos se agolpaban en mi cabeza.
Era un partido en el
que entre la victoria y el empate había bastante diferencia pero también era un
choque en el que la distancia entre empatar y perder era todavía más grande.
El equipo no salió como
yo esperaba.
Me había imaginado un
partido en el que el Pontevedra intentara dar mucho ritmo al juego en los
primeros minutos para aprovechar el ambiente espectacular del estadio y
provocar dudas o incluso alguna grieta en la maravillosa organización colectiva
del rival.
No fue así. En los
escasos momentos en los que parecía que el juego podría acelerarse un poco, el
propio entrenador desde la banda pedía tranquilidad a los suyos y menos
revoluciones al choque.
Así fue. El Pontevedra
porque no supo o porque no quiso (quiero creer que por lo primero) fue incapaz
de dotar de un mínimo de velocidad a la pelota y a pesar de que sí se producían
acercamientos, sobre todo por la izquierda de nuestro ataque, no daba la
sensación de que el Ourense sufriera casi nada para contener los demasiado
tímidos embistes.
Sí. Ya sé que el
conjunto visitante apenas inquietó en toda la primera parte en ataque a pesar
de que Di Renzo demostraba en cada lance que es una auténtica “mula parda”
competitiva de la que carece por completo el Pontevedra.
Lo que pasa es que ese
era el plan del Ourense. Estar ordenado y marmóreo atrás, no dar ni una sola
facilidad, pelear cada balón dividido para desgastar al contrario y dar el paso
al frente en el momento oportuno para derribarlo en el primer fallo que cometiera.
Es verdad que a lo
largo del primer cuarto de hora de segundo tiempo el Pontevedra logró dotar de
algo más de continuidad a su fútbol. Llegó el remate más peligroso a cargo de
Alex que se fue lamiendo el larguero; se botaron dos saques de esquina con algo
de veneno que fueron despejados con algún apuro por el Ourense y se penetró
algo más por banda derecha.
El técnico rival lo vio
y tomó cartas en el asunto. Retiró a Alex Gil que estaba teniendo dificultades
para ayudar en banda izquierda en defensa y dio entrada a Palmás y de paso
cambiar el sistema para jugar con dos puntas.
Su modificación surtió
efecto. El Pontevedra volvió a diluirse poco a poco y el conjunto azul fue
creciendo un poquito en ataque.
Llegaron los cambios de
Iago que realmente no volví a entender demasiado bien.
Primero metes a Rufo
por Bastos llevando a Dalisson a banda derecha con lo que por esa banda se
perdió profundidad. Pero es que ni diez minutos después decides sacar a Carlos
López y a Chiqui para poner a Mayo y Gueye.
No habría sido más
lógico y coherente sacar primero a Gueye por Bastos?
Si decides meter a Rufo
junto a Carlos, en principio para tratar de tener más presencia en área
contraria, por qué tardas menos de diez minutos en rectificar para fortalecer
el medio campo con la presencia de Samu y volver a marear a Dalisson pasándolo
a la izquierda y perdiendo ahora la profundidad por ese flanco?
No habría sido más
inteligente cambiar directamente a un delantero por otro y sacar a Dalisson por
Mayo manteniendo a Chiqui en la izquierda junto a Gueye por el otro lado?
O si quieres sacar a
Chiqui no habría sido más productivo retirarlo por Eneko y poner por fin a Alex
en su sitio?
Ya sé que soy un simple
aficionado y que los que saben son los técnicos que para eso tienen los
conocimientos y los respectivos títulos pero la sensación que a mí me dejaron
los cambios (igual, sin ir más lejos, que en Santiago) es una sensación de
provisionalidad, de “ a ver qué pasa”, de moneda al aire y no de un plan claro
de lo que se quiere conseguir con las sustituciones.
Me dio la impresión, en
definitiva, que con el doble cambio se quería corregir lo que se había hecho
tan solo diez minutos antes con el primer relevo. Repito, igual que en Santiago.
Aún así, lo peor estaba
todavía por llegar.
Primero en la mejor
ocasión para los nuestros generada por un balón extraordinario de Samu Mayo en
profundidad hacia Rufo que partió hacia la portería contraria con ventaja sobre
el central Prado.
No llegó a fallar en el
remate porque ni siquiera llegó a disparar. El zaguero rival recuperó en un
santiamén su desventaja y dejó en evidencia a un Rufo que estuvo lento a más no
poder.
Luego otra contra
también comandada por Samu en la que quizá optó por la peor opción al enviar el
balón a su izquierda hacia Rufo y no a la derecha por la que cabalgaba Gueye.
Esa acción también se fue al garete sin remate a portería.
Después el mazazo. La
“leche” definitiva en el rostro de la afición que no pudo llegar de otra manera
que a balón parado pues la realidad es tozuda y casi siempre anticipa lo que
pasará en el futuro.
En la acción que dio
lugar al saque de esquina, Palmás casi aprovecha un balón para marcar pero en
el lanzamiento desde el semicírculo no hizo falta que nos rematasen de cabeza.
Balón colgado al segundo palo. Falta de atención. Un jugador se queda parado,
otro echa a correr antes de tiempo y Prado conecta con el pié la pelota para
mandarla al fondo de las mallas.
Repito, un corner
rematado con el pie. Quinto partido de los últimos seis en los que encajamos en
un saque de esquina.
Errores imperdonables
que cuestan ascensos directos y quién sabe si algo todavía mucho peor.
No habías conseguido
ganar en 82 minutos y no eres capaz de no perder en el tramo final.
De ahí hasta que el
anticasero (aunque sin influir en el marcador) árbitro marcara el término del
encuentro el Pontevedra vagó entre la agonía, el desaliento y la mayor de las
impotencias.
Llegó el 0-2 al que
asistieron nuestros futbolistas en primera fila contemplando la acción en
posición privilegiada y llegó la fiesta pontina ante 7.600 espectadores
granates que una vez más empezaban a marcharse con otra pierda y de las grandes
en la mochila de sus desilusiones.
Todavía en duermevela,
preguntas ya realizadas en pasadas semanas
que no es que nunca fueron contestadas sino la mayoría de ellas ni
siquiera cuestionadas por los que tienen el privilegio de hacerlo, volvieron a
mi mente.
Qué demonios habrá
hecho Samu Mayo para dejar de ser titular en este equipo más allá de su descanso
ante el Avilés por unas molestias? ¿Qué ventaja futbolística ha conseguido el
equipo con esta sorprendente suplencia?
Si se han fichado en
verano, no uno, sino dos laterales izquierdos, qué diablos hace Alex González
jugando de lateral (o algo parecido) perdiendo en muchas ocasiones su capacidad
constante y continuada de llegadas arrancando desde el exterior izquierdo? Qué
ventajas futbolísticas consigue el equipo con el capitán en esta demarcación?
Sí. Eneko ha cometido errores y en este blog se han comentado profusamente (de
Hermelo no digo nada porque apenas se le ha visto)… pero no tendría el equipo
una baza importante para las segundas partes con la posibilidad de entrada de
un Chiqui fresco, punzante y con capacidad de desborde en aquellas fases de
juego en las que las defensas rivales estén con menos físico?.
Cómo se pretende ser campeón de nada encajando
cinco goles de corner (ya sea en el primer palo, en el segundo, en balones
francos para ser defendidos o permitiendo dos toques en el área) en los últimos
seis partidos? Goles que costaron 4 puntos que ya estaban hechos en Santander y
Aranda. Que costaron que un partido ganable como el del Compostela se complicara
en grado sumo hasta acabar solo empatando o qué han acabado condenándote en el
partido más importante de la Liga.
De verdad creemos que se puede superar una
eliminatoria de play off con estos errores “criminales” en el aspecto
defensivo?
Y más preguntas. Pero
estas ya no solo para jugadores y entrenador que tienen mucha responsabilidad
pero ni mucho menos la única.
¿Por qué se ha
despreciado una temporada más el mercado de invierno?
Sabe nuestra secretaría
técnica que el Ourense perdió en Enero a su pichichi pero se trajo del “quinto
pino” a un luchador como Di Renzo ideal para el sistema de juego que practica?
Sabe también que en ese mismo mercado el gran rival se trajo a Hugo Sanz o a
Mangana para reforzar su defensa, a Moha para reforzar su juego ofensivo de
banda e incluso a un delantero joven de 20 años por lo que pudiera pasar? Tres
de estos jugadores fueron titulares ayer.
El Ourense era un muy buen equipo en la
primera vuelta pero es mejor conjunto en la segunda. Se puede decir lo mismo
del nuestro?
Por qué se trajo a Azael?
¿Qué aportan Hermelo o Barbeiro?
Cómo se puede decir,
Iago, en la rueda de prensa de ayer que la temporada está siendo “exquisita” y “excelente”
pero que también lo ha sido la de Ourense y Zamora.?
Creo, Iago, que sabes
qué equipo entrenas aunque estoy seguro que allí dentro nadie te lo ha
recordado al llegar porque no lo saben.
Una temporada no sé si
exquisita o excelente pero desde luego satisfactoria en 2RFEF para el
Pontevedra es aquella que termine con el ascenso. O por vía directa o por la de
play off.
De lo contrario, ni
exquisita ni “leches en vinagre” aunque se hagan 75 puntos. A no ser, eso sí,
que el nivel de autoexigencia de esta entidad haya bajado todavía más de lo que
creía.
No puedo hacer eterna
esta columna pero muchas más preguntas podrían formularse y en medio de todas
ellas por fin el Dios Morfeo tuvo la gentileza de sacarme de mis tribulaciones.
Llegó la mañana y salió
el sol y con él la necesidad de no rendirse. De donde había oscuridad ver algo
de luz al final del túnel. De donde había tinieblas empezar a rasgar la niebla aunque sea a machetazos.
Lo primero es acudir a
Coruña y cumplir dos objetivos. El primero limpiar al equipo de tarjetas para
el play off. Por lo menos, Carlos López y Garay tienen cuatro amarillas y deben
salir de Abegondo con la quinta.
Lo segundo es asegurar
el segundo puesto que más allá de implicar jugar la primera criba contra un
quinto y la vuelta en casa ( lo que ya no sé si es bueno o malo), supondría
algo más importante ya que el Pontevedra podría ascender con 4 empates pues en
caso de igualdad después de una prórroga subiría el mejor clasificado en la
Liga regular. A sí era la campaña pasada y no tengo noticias de que se haya
cambiado el sistema para esta.
Quedan tres semanas
para el primer partido de eliminatorias.
Es tiempo para que el
vestuario se recomponga moralmente de este golpazo. Pero también es tiempo para
que se tomen nota de verdad de los errores cometidos.
De nada valdrán los
discursos delante de un micrófono hablando de todo menos de fútbol. De nada
valdrán las defensas lamentables del balón parado. De nada valdrán las
alineaciones titulares preñadas de experimentos con gaseosa. De nada valdrá
otra cosa que no sea ver sobre el césped al equipo de gran parte de la primera
vuelta.
O todo el mundo da su
mejor versión y se deja la vida en el campo, en el banco y en el despacho o
acabará por consumarse el gran fracaso que sería quedarse al menos un año más
en esta categoría.
La grada? Alguien puede
dudar de la grada?
Déjense de historias.
Estaremos ahí como siempre hemos estado. Animando incondicionalmente por poco
que nos ofrezca el equipo.
Creyendo con ahínco,
con resiliencia, haciendo honor al lema de que nunca nos rendimos pero necesitamos
retorno de este grupo, por favor, un retorno en forma de fútbol pero también de
lucha, amor propio, coraje y personalidad.
Hala Pontevedra
siempre!