lunes, 11 de marzo de 2024

No es una victoria cualquiera

No me gustaría convertir esta columna en algo parecido a una lista de la compra aunque reconozco que la primera parte de aquella puede que se le vaya a parecer un poco.

Me inquietaba el partido de ayer contra el Avilés por una importante serie de motivos.

Enumero algunos de ellos.

La plantilla del rival poblada por buenos jugadores, con oficio y experiencia en varios de ellos y además con un proyecto como entidad que tenía la pugna por el primer puesto a principios de temporada como objetivo y que ahora tiene la clasificación para el play off como misión casi imperativa para su gente.

La racha que traía este Real Aviles que acumulaba siete partidos sin perder (3 victorias y 4 empates) y cuyos números generales desde comienzo de Liga denotan la dificultad que conlleva derrotarlo pues no en vano, antes del partido de ayer, solo había perdido cinco encuentros.

La incapacidad preocupante que venía demostrando el Pontevedra CF  para dejar la portería a cero en los partidos de casa en los que había encajado en todos los de la segunda vuelta y a veces con errores que jamás tendrían que haberse producido.

El hecho de haber perdido el último encuentro jugado en Pasarón frente al Zamora y los posibles efectos que dicha circunstancia hubiera podido tener en el colectivo granate.

Y a todas ellas se añadía otra a última hora en forma de baja inesperada de uno de los jugadores más importantes de esta plantilla, Samu Mayo, y si el Pontevedra encontraría los mecanismos para suplir tan trascendental ausencia.

Esos eran solo algunas de las razones que me preocupaban a la hora de afrontar el choque frente a los asturianos, inquietudes que fueron poco a poco desapareciendo hasta que el colegiado del encuentro tuvo a bien señalar el final del mismo.

Entre las razones enumeradas al principio, la mayor de todas y una de las que dependía absolutamente de nosotros y del desempeño que los futbolistas sobre el césped fue quedando disipada con el paso de los minutos.

Era fundamental no equivocarse gravemente en defensa. No perder balones absurdos en zonas peligrosas que dieran alas a cualquier transición venenosa del rival y que pusiera el partido cuesta arriba. 

Había que tener, además, máxima concentración en las jugadas a balón parado pues el Avilés contaba con gente alta y peligrosa en ese lance del juego.

Esta premisa fundamental que acercaría mucho al equipo a mantener su portería virgen y, en consecuencia, a aumentar exponencialmente sus opciones para ganar un partido, se cumplió más o menos a rajatabla.

Digo más o menos porque errores graves, en efecto, no hubo pero sí existieron algunas descoordinaciones que felizmente no pasaron a mayores.

En una de ellas, el Avilés cogió a Alex más adelantado de lo que debía y el jugador que le ganó la espalda lanzó en buena posición atrapando ese balón con seguridad Edu.

En otra, la única realmente del choque en que sucedió, un atacante asturiano consiguió ahondar en uno de los puntos más vulnerables del sistema defensivo granate que no es otro que el que se produce cuando un rival logra enfrentarse a campo abierto con cualquiera de nuestros dos centrales.

En esta ocasión fue Churre el que se vio en esa tesitura y por lo menos logró parar en falta la acción ganándose una amarilla justa (la quinta, por cierto) pero impidiendo que la jugada llegase a mayores y que el lanzamiento consiguiente se marchara por encima del larguero de la portería local.

Un par de despejes peligrosos por arriba, uno de Alex en el segundo palo y otro de Garay tras un córner y ahí se acabó el bagaje ofensivo del Avilés que hasta el minuto 60 estuvo muy controlado por el Pontevedra y que en la última media hora encontró muchas más dificultades al verse con 10 y perdiendo 2-0.

Eso en defensa. 

Sin complicaciones, insisto, y teniendo por tanto la victoria a un solo tanto que podría llegar en cualquier instante dadas las soluciones que la plantilla granate tiene para encontrarse casi siempre con el gol.

A lo largo de la primera mitad el Pontevedra acumuló posesión pero no fue capaz de acelerar el juego con acierto en ese tramo del terreno de juego en el que los acercamientos se convierten en grandes ocasiones si aciertas con el último pase o con el centro atrás.

Influyó, en mi opinión en ello, el lamentable estado de la mitad del campo en la que tenía que atacar el Pontevedra en el primer tiempo.

No es que el campo que da a fondo norte esté impoluto y maravilloso pero es que la zona de sur sigue en estado precario y especialmente la banda de tribuna parece una masa achocolatada y seca en que ni siquiera es posible que la pelota bote un poquito.

Aún así, el equipo gozó de dos o tres buenas ocasiones, especialmente una de Carlos López y otra de Dalissón, para abrir el marcador e incluso Yelko en la última acción antes del descanso mandó una falta muy cerca de la portería avilesina.

Desde el primer momento de la segunda parte, no obstante, se vio a un Pontevedra más metido y más incisivo que en la primera.

Esto ya es novedad pues lo normal es que al equipo le cueste comenzar los segundos tiempos y ejemplos sobrados, sobre todo en casa, tenemos de ello.

En esta ocasión, no.

Ayer, esa continuidad que quizá faltó a lo largo de los primeros 45 minutos se consiguió nada más salir de la caseta y ya en el primer minuto Borja pudo marcar al enviar un balón al poste.

Es el caso de Borja Domínguez un ejemplo claro de lo que mejora un futbolista si a esa calidad que atesora, que es mucha y sobradamente conocida, le suma algo más de ritmo, de agresividad y de sentido de anticipación en medio campo.

Estuvo el vigués correcto en el primer tiempo pero más que notable en el segundo aportando ese dinamismo que a veces le falta y siendo importante en ese tramo de partido en el que el Pontevedra decantó el resultado a su favor. 

Fruto, por tanto, de esa mayor velocidad de juego llegaron los goles producto de balones parados pero derivados de jugadas previas con esa intención que hace a veces al Pontevedra un equipo diferente.

Primero Carlos López tras un córner magistral de Borja, con un remate de cabeza que llega a tocar en su propio antebrazo antes de entrar, (circunstancia que apenas fue advertida por nadie y que pudo desembocar en la anulación del gol)  y luego Mario también con la testa tras falta enviada al larguero por Dalisson hacían los goles que encarrilaron de manera definitiva el partido para los nuestros.

Y más teniendo en cuenta que en la jugada que originó la falta que desembocó en el segundo tanto, llegó la segunda amarilla de un jugador visitante lo que unido al 2-0 en el marcador acabó por inclinar la balanza del todo para el Pontevedra.

A partir de ahí el equipo se limitó a controlar el juego casi siempre con el balón que es como mejor se defiende el Pontevedra y aunque no manifestó demasiada intención de hacer sangre y meter más goles, sí es cierto que pudo aumentar la renta en acciones de Carlos López, Garay y una triple muy clara de Bastos, Yelko y Rufo que marraron tres remates casi consecutivos.

Por cierto, Carlos López acumula ya 6 jornadas seguidas marcando lo que no es baladí por la dificultad de la racha y aunque ayer tuvo dos más, de las que al menos debe convertir una, su presencia en el once titular sigue aportando cosas al equipo y poniendo de manifiesto que el Pontevedra cuenta con muchos recursos a la hora de perforar porterías rivales.

Esa facilidad para marcar (57 goles a favor llevamos ya) provoca que sea muy importante y casi decisivo que se mantenga la portería a cero. Es casi una garantía de llevarse los 3 puntos.

Mención especial, a mi juicio, merece también ayer un Bastos cuyo despliegue físico fue impresionante y que en ambas partes del partido no paró de subir y subir aportando soluciones ofensivas para el equipo.

Todos los motivos citados en las primeras líneas de esta columna hacían clave poder llevarse la victoria en el día de ayer.

El Pontevedra, además, despeja fantasmas que bien podrían haber rondado por las cabezas tras el último e importante traspié en casa y lo hizo de la mejor manera, cerrando la puerta de la tienda de regalos que quizá estuvo demasiado abierta hace 15 días.

La importancia de hacerse con los tres puntos en juego alcanzan todavía más volumen por los tropezones de nuestros dos rivales directos por el ascenso directo.

El Zamora, tras ir ganando un tramo enorme de partido, vio como el Oviedo Vetusta le igualaba cerca del final y el Orense perdía su partido por 2-1 en Torrelavega.

No nos engañemos de todas formas.

Recuperar el liderato, meterle 5 puntos a los zamoranos y 2 a los orensanistas está muy bien pero un mero visionado del resumen del encuentro jugado por estos últimos en Cantabria deja ver la cantidad de ocasiones claras que falló el Orense y mucho me temo que este equipo estará dando problemas hasta el final de la Liga.

La clasificación enseña también que el Pontevedra podría ser ya equipo de play off al final de la jornada siguiente si es capaz de vencer al Rayo Cantabria.

El hecho de que se enfrenten Compostela y Langreo provoca que nuestra victoria nos clasifique ya a falta de 7 jornadas para esas eliminatorias que ahora parecen, evidentemente, un premio menor pero que que deja bien a las claras el ritmo de puntuación de granate, orensanistas y zamoranos.

Es cierto que aún ganando en Santander podría existir una opción quimérica de triples empates si perdemos los 7 últimos partidos y el Avilés gana los 7 pero virtualmente ganando al Rayo aseguraríamos play off a falta de 7 choques.

Por último, no querría acabar sin reconocer que me sentí un tanto decepcionado por la afluencia de gente a Pasarón.

Es cierto que fueron más de 2.400 y que siguen siendo más que al comienzo de Liga pero también es verdad que son 200 menos que los que habían acudido en los últimos partidos y la realidad es que el Pontevedra no logra siquiera meter 3.000 seguidores en su casa cuando el equipo lucha a brazo partido por abandonar esta categoría y disfrutar de un mejor panorama la campaña siguiente.

Incluso me dio la impresión de los que sí fuimos estuvimos más callados de lo habitual, menos animosos, menos metidos, aunque eso puede deberse a una percepción personal equivocada.

El caso es que estos 8 partidos son vitales para el futuro a corto plazo de la entidad y los 4 de casa más que fundamentales.

A mi me gustaría ver un Pasarón más poblado, con más banderas, bufandas, color granate en las gradas que impulsasen el espíritu de los futbolistas ya desde antes del comienzo de los encuentros.

Me doy cuenta que caigo en la utopía pero es que la fuerza que transmite Pasarón cuando ruge, cuando canta y cuando anima en bloque es tan emocionante y resulta tan importante para el equipo que no me importa apelar a la nostalgia con tal de recordar la emoción que produce este estadio en el momento en que se convierte en uno con el equipo.

Próxima estación, Santander y un Rayo Cantabrra que lleva metido en play off casi toda la Liga.

Salida comprometida en la que debe aparecer la mejor versión de los nuestros.

Ganar allí nos daría un impulso enorme.

  

          


 

   

lunes, 26 de febrero de 2024

Reflexión, tranquilidad y mucha, mucha confianza.

 Ya he escrito en más de una ocasión que ser seguidor del Pontevedra CF no resulta fácil. 

Son demasiadas décadas alejados del mal llamado, en la era moderna, fútbol profesional y el sueño de volver a ver algún día a esta entidad ocupando un espacio que dejó de tener hace ya mucho tiempo, se ve jalonado por numerosos disgustos, frustraciones, enfados y desalientos que incluso hacen dudar, a veces, de la conveniencia de seguir sufriendo este daño interno que llega en días como ayer al fondo del corazón.

A cambio de tanto desaliento y sensación de vacío, las alegrías de verdad son muy escasas y parecen pequeños oasis en medio de la interminable superficie de un desierto ardiente y caluroso.

Por qué este atribuladísimo bloguero, como tantos otros aficionados, continúa bebiendo de esa escasa agua y sigue creyendo que alguna vez se podrá llegar a un lago de aguas cristalinas en el que dejar de lado el calor del día y el intenso frío de la noche para disfrutar de un clima suave y estable?

 La respuesta es complicada. 

Hablo por mí.

Ayer salí de Pasarón cabreado, jodido, triste y preocupado. Ver al Pontevedra en la cuarta categoría del fútbol de este país me resulta harto complicado y la necesidad personal que tengo de ver al equipo, al menos, en primera federación es acuciante.

Es por ello que las victorias a veces se rebozan de una ilusión desmedida ante la posibilidad de escapar de este sótano sin ventanas y por ello también las derrotas, sobre todo las claves como las de ayer, se reciben como un puñetazo en el rostro que te hace tambalear durante un rato largo de tiempo.

Luego, al llegar a casa y una vez apagados por completo los ecos del partido, empieza la labor de rearme, de volver a creer, de tratar de explicar el golpe y, en especial, de mirar al futuro con confianza y seguir pensando en que este equipo (que todavía tiene el ascenso directo en su mano) no se va a venir abajo y aprenderá de una vez de los errores que desde hace ya demasiado tiempo viene cometiendo.

El partido ya empezó de manera accidentada con media hora de retraso por la inundación que sufría toda la banda de tribuna y de la cual se hablará al final de esta columna.

Por qué perdió el Pontevedra CF ayer? Es posible que todos y cada uno de los 2.600 seguidores que ayer se dieron cita en el estadio tengan su diagnóstico.

El mío es que se volvieron a cometer errores y ofrecer regalos en defensa que acabaron por decidir el choque.

Lo venía comentando en las últimas semanas.

Si tú te relajas atrás y entregas ventajas en el marcador a filiales como el Fabril o el Valladolid Promesas o a equipos como el Cayón o el Coruxo (con todo el respeto a estos humildes pero muy dignos equipos) es muy posible que consigas salir a flote tanto por el fútbol que generes en aquellos tramos del partido en el que de verdad te conectes como por los errores que el equipo contrario puede cometer.

Eso fue lo que pasó contra todos esos rivales citados. No solo contra el Coruxo que regaló 2 goles y medio de los tres que hicimos para remontar sino también el Valladolid que regaló literalmente el tercero, el Cayón que vio como hasta tres de nuestros goles llegaban tras rebotar en sus jugadores o el Fabril que dio muchas facilidades en los dos primeros goles granates.

Ya se argumentó en este blog y en el podcast que lleva su mismo nombre, que si se seguían cometiendo errores defensivos que cuestan goles, en los partidos contra los dos rivales directos se acabarían pagando muy caro y, por desgracia, a si ha acabado sucediendo.

El Pontevedra sin hacer nada del otro mundo acumuló hasta tres ocasiones de gol en los primeros veinticinco minutos del partido de ayer. Es cierto que el Zamora no le hacía ascos al balón a lo largo de ese primer tiempo y lograba trenzar alguna posesión larga para desactivarnos pero la verdad es que el equipo no sufría en defensa.

Hasta que en el minuto 39, una jugada gestada por nuestra banda derecha defensiva acababa con un centro hacia el corazón del área que era rematado por el delantero centro rival haciendo el 0-1 en el marcador.

Lo que yo me pregunto todavía a estas alturas es como en una acción, que no se correspondía con un contragolpe o una pérdida peligrosa nuestra sino con un ataque más o menos organizado, era Alex González el jugador más cercano a Cañizo (bastantes centímetros no solo más alto sino también más ancho) y no cualquiera de los dos centrales.   

El caso es que un Zamora que apenas había inquietado se veía 0-1 arriba a raíz de un gol perfectamente evitable.

El regalo mayor, no obstante, llegó justo después del descanso y no es la primera vez que nos ocurre.

Pérdida absurda en medio campo entre Garay y Churre, equipo desorganizado y desubicado en defensa y contra del rival para poner un 0-2 que sentó como una navajada trapera en el costado del maltrecho cuerpo del Pontevedra.

No se debería cometer esa pérdida nunca pero menos en un partido vital y ante uno de los dos contrarios de enjundia del grupo.

Luego sí. 

Tras ese 0-2 que lo ponía todo tan difícil, el Pontevedra rompió a jugar ante un Zamora ya en ese momento dedicado por entero a defender su parcela y tratar de aprovechar al contragolpe otro error que pudiera cometer su rival.

El equipo encontró en Chiqui (que había sustituido a Toño en el descanso) un filón para desequilibrar por la izquierda y el ex del Coruxo por fin fue capaz de percutir con regularidad (y no a base de chispazos aislados) en muchas ocasiones generando opciones para sus compañeros.

Mayo creció mucho también por el medio y colaboró a empujar más hacia su área a un Zamora que ya tenía lo que quería y tampoco se vio demasiado molesto por defender con todo cerca de su portero.

Fueron minutos en los que el Pontevedra llegó muchas veces pero no encontró el remate definitivo. Minutos en los que "casi" se llegaba a un buen centro, en los que "casi " se remataba un gran pase y en los que "casi" se empujaba este o aquel balón.

El siguiente cambio fue el de Gueye por Garay (cambio que explica más cosas de las que parece sobre nuestor mercado de invierno) pero el senegalés con un Zamora muy metido atrás y con pocos espacios no logró darle al Pontevedra lo que sí conseguía Chiqui, con la ayuda de Alex, por la otra.

Carlos López no salió al campo hasta el 73.

Destaco esto porque por lo menos para el que esto escribe la infrautilización de este futbolista le genera una incredulidad que aumenta cada jornada que pasa.

Ayer, en ese cuarto de hora que jugó, marcó un gol de bandera, envió otro lanzamiento fuera por muy poco y le proporcionó un gol cantado tras dejada preciosa de cabeza a Churre cuando el partido moría justo antes de que el Zamora pusiera la anécdota del 1-3.

Ya no entro en el hecho de que parezca algo prohibido que desde el principio puedan jugar juntos Carlos y Rufo. Ahora, lo que parece claro en este tramo de Liga, es que el primero está en racha de cara al gol y que además hace más cosas que rematar balones a portería.

Si perdiendo 0-2 en casa un partido trascendental no se le saca hasta el minuto 73 es que se me escapa algo o no entiendo demasiado la razón.

El caso es que a pesar del acoso al que el Pontevedra sometió al área del Zamora desde el 50 hasta el 94, mi opinión es que el partido no se pierde en esa zona del campo sino en nuestra parcela defensiva.

Al Pontevedra (que en la primera vuelta apenas encajaba en Pasarón) le están metiendo goles todos los equipos que pasan por aquí y muchos de esos goles son fruto, más que del acierto rival, de nuestra relajación y flojera defensiva.

Ayer se perdió por eso y no por otra cosa.

El fútbol que desplegó el Pontevedra tanto en los primeros 25 minutos como, sobre todo, en la segunda parte le llevaría a ganar cualquier partido de esta Liga siempre y cuando se empiece a minimizar al rival con el 0 en nuestro marcador en contra.

Con 0-2 no es que no se gane al Zamora, como así pasó, es que tampoco nos dio para empatar al menos contra el Torrelavega en el debut liguero.

Ahí y no en otra faceta del juego es en la que el Pontevedra debería incidir, reflexionar, entender y finalmente cambiar para sacar esto adelante.

Hay un factor de la derrota de ayer que no podemos controlar ahora y es el subidón de moral que ha experimentado un Zamora que de haber perdido se habría visto casi fuera de la lucha y que con la victoria se mete de lleno en la pelea.

No obstante, hay otro factor sobre el que sí podemos ejercer ese control y que resulta verdaderamente primordial saber manejar, nuestro propio estado emocional tras el gran palo de ayer.

Cono se acaba de comentar, el cuerpo técnico y la plantilla deben reflexionar con tranquilidad sobre lo que ocurre sobre todo en casa en nuestra propia zona defensiva.

Deben hacerlo, insisto, con calma y carácter constructivo.

Además, ese proceso de reflexión debe verse acompañado de manera obligatoria por el equilibrio mental que debe imperar en situaciones como esta.

Ayer había una ocasión inmejorable para alejar al Zamora y seguir en lo más alto.

Por contra, el Zamora se ha puesto a la par y el Orense por delante.

Pero quedan 10 partidos, 10, y el Pontevedra sigue dependiendo de sí mismo para acabar primero y volver a escapar de esta maldita categoría.

El equipo puede porque ya ha demostrado que puede. Ahora, lo más importante junto al análisis de los errores propios del juego es no decaer, no venirse abajo, no entrar en dudas y tener más confianza que nunca.

La plantilla y el entrenador deben saber que no están ni mucho menos solos.  

Que todos los aficionados estamos detrás y que esta familia granate está acostumbrada a navegar en medio de las aguas procelosas de las derrotas inesperadas, la igualdad máxima y los momentos complicados del equipo.

La afición no decaerá y lo importante es que los futbolistas tampoco lo hagan y demuestren en Oviedo que no están dispuestos a ceder ni ante el Zamora, ni ante el Ourense ni ante nadie.

No puedo terminar esta columna sin hablar, siquiera brevemente, de los prolegómenos de ayer.

No nos engañemos.

Que la banda de tribuna estuviera inundada de esa forma no se justifica por la lluvia continuada de las 12 horas anteriores. Esto se debe a una construcción lamentable y a unos defectos que existen desde el mismo día que se inauguró el estadio.

Definitivamente, la operación que realizó el club en verano ha fracasado y el mayor responsable de esta verguenza se codea ahora con otros Presidentes Territoriales y se permite el lujo de hablar de labores de mantenimiento y otras chorradas.

Al margen de ello, la imagen que ha dado la entidad con el Consejero económico, el Manager general y el consejero para todo, achicando agua con escobas ha sido lamentable.

No se trata de no agradecer a estos directivos su labor "escobera" sino dejar claro que no contar con una bomba de agua, por modesta que fuera, o con otro personal que pudiera hacer esa labor " a mano", vuelve a dejar claro que estamos a años luz de una gestión profesional de todo esto y que los pequeños pasos que se están dando en ese sentido son eso, muy pequeños.

Relamete, solo faltó la Presidenta con las katisukas.     

Termino con la única palabra que debe preocupar al equipo de aquí al próximo Domingo: Oviedo, Oviedo y Oviedo.

  




          

lunes, 19 de febrero de 2024

Imposible más con menos.

 No soy muy aficionado al senderismo o a los paseos por el campo en busca de una relajación sanadora que suelo encontrar más en las páginas de un buen libro junto a un café con bizcocho o en alguna sesión deportiva en la tele enlazando un deporte con otro.

Me acuerdo, no obstante, de alguna excursión campestre en compañía de aquella parte de la familia sí proclive a estas actividades y de una tarde de finales de primavera de hace ya demasiados años en los que el calor empezaba a apretar con fuerza.

Caminando por una ruta preciosa, imposible de no ser disfrutada hasta para un urbanita de manual como el que estas líneas escribe, me sorprendí dando el último trago a una botella de agua que fue a parar completamente vacía a la mochila que llevaba en bandolera.

Todavía faltaba camino y aquel mes de Mayo que agonizaba traía consigo una temperatura elevada que perlaba bien de sudor el rostro de este inexperto "peregrino".

Recuerdo que llegamos a una zona poblada de árboles frutales y, algo rezagado del grupo, este atribulado bloguero empezó a mirar con cierta lujuria los diferentes productos de la naturaleza que pendían inocentes y tentadores de las diferentes ramas arbóreas.

A pesar de que estábamos en una zona boscosa y totalmente desprovista de casas que pudieran contener ojos indiscretos tras alguna ventana, me resistía a arrancar alguno de esos frutos de su morada a pesar de que la sequedad del gaznate iba en aumento con el paso de los metros.

Finalmente, una ráfaga de viento que apareció imprevista de la nada provocó que dos de esas maravillosas y jugosas frutas se desprendieran de su natural soporte y cayeran al suelo cerca de mis indecisos pasos.

Miré a un lado y a otro de manera totalmente absurda y por fin me decidí a coger del suelo las piezas caídas a mis pies e hincar a la primera de ellas un buen mordisco que refrescó de inmediato mi organismo.

Me comí las dos en poco tiempo y agradecí su refrescante sabor a la par que me decía como era posible que no me hubiera decidido antes a coger por mi mismo de alguna de aquellas ramas ese remedio para aplacar la sed.


El Pontevedra CF a lo largo y ancho del partido disputado ayer frente al Coruxo caminó con la misma lentitud y pesadez con la que aquel día completé aquella excursión campestre-familiar y en la que solo pude calmar mi sed gracias a un elemento externo que corrigió mi desidia y hasta cierta estupidez.

El partido empezó como ya lo hizo alguno de los que hemos podido presenciar en casa en las últimas semanas.

Un Coruxo mucho más activo y más metido en faena salió a morder a su contrario y casi antes de un decir Jesús ya se había puesto por delante en el marcador.

Fue en una jugada (de tantas que se sucedieron en la primera mitad) en la que se aprovechó, en primer lugar, de la autopista con cuatro carriles que fue el Pontevedra en defensa por su banda izquierda. En este lance fue Mayo el que intentó parar sin éxito a un contrario sin que hubiera rastro alguno ni de Alex ni de Chiqui por aquellos lares.

Y en segundo lugar, (tras un centro venenoso, sí pero neutralizable), de la pasividad exasperante de un Churre que lejos de estar atento a la única vigilancia defensiva que debía cubrir en esa jugada, se dedicó a levantar la mano pidiendo no sé sabe qué antes de echarse al suelo y despejar esa pelota lejos de las botas del "9" del conjunto vigués.

El gol no cambió el decorado, es decir, el formado por un Coruxo intenso, ganador de duelos y el de un Pontevedra andando, con un ritmo anticompetitivo y mirando con placidez de donde le venían los golpes.

Y un segundo golpe durísimo pudo llegar en otra jugada, esta vez a balón parado, en la que el equipo granate permite que hasta tres jugadores coruxistas golpeen la pelota delante de las narices pontevedresas con la buena fortuna que, en ese tercer toque, el balón se estrelló en el poste para luego alojarse mansamente en los guantes de Edu Sousa.

En ese instante del choque el Pontevedra era ese caminante desnortado, pesado tras una comida demasiado copiosa y muerto de sed con su cantimplora vacía.

Fue, sin embargo, en ese momento del partido cuando un acontecimiento externo cambió el guión de la "película". 

No, no fue una racha de viento que arrojara alguna fruta al piso sino una retahíla gigante de errores defensivos de su rival que fueron decisivos para que el Pontevedra, que seguía andando sobre el césped, pudiese poner el partido a su favor.

El primer error fue justo después de que el balón citado se estrellase en el poste. En la acción siguiente, Chiqui corretea por el área visitante sin demasiado peligro y su centro que no iba a ninguna parte es rechazado de manera infantil con la mano completamente despegada y elevada por un defensa del Coruxo.

No dudó Carlos López a la hora de asumir la responsabilidad y con contundencia transformó el penalti para hacer el empate.

El segundo error (o segunda ráfaga brutal de viento según el simil) vino poco después.

Un defensa "verde" se lía en la salida de pelota y Yelko que pasaba por ahí acepta gustoso el regalo para plantarse solo delante del portero.

La jugada a partir de ahí resultó tan extraña como el partido del Pontevedra.

Yelko en vez de fusilar al meta decide dar un pase hacia atrás para Carlos López. Éste, ya sin portero, la pega mordida y el balón golpea lentamente en un poste. Finalmente, un defensa que también pasaba por allí, golpea el balón de rebote tras el toque con la madera y lo aloja dentro de la portería a pesar del intento postrero por sacarla del marco.

El espectáculo lo completó el asistente de aquella banda levantando el banderín una vez terminada la acción no sé sabe realmente por qué. Fuera de juego? Imposible. Falta de alguien? Imposible.

Por los gestos del árbitro, el propio asistente y los jugadores del Coruxo que por allí estaban mientras los del Pontevedra celebraban el tanto, parece plausible la interpretación de que dicho asistente levantó la bandera para hacerle ver al colegiado que el balón había entrado en vez de ir corriendo hacia el centro del campo como creo que manda la normativa. 

En definitiva, segundo regalo visitante. Segundo gol local completamente legal y para no variar y sorpresa de casi nadie, tuit de la tvg hablando de polémica en Pasarón.

No acabaron, no obstante, los regalos coruxistas en la soleada tarde pontevedresa.

Primero fallando una buena ocasión desbaratada por Edu en gran intervención y segundo dejando rematar en área pequeña y con el cogote a Borja Domínguez un córner que daba lugar al 3-1 y encarrilaba definitivamente el encuentro para el Pontevedra.    

Yo me imagino a los jugadores del Coruxo en ese momento diciendo: Cómo es posible que con lo que se ha visto en la primera media hora vayamos palmando 3-1? Pues sí. Eso era lo que estaba pasando.

Como quiera que no se puede hacer menos e ir ganando 3-1, el que esto escribe pensaba que tras el descanso el Pontevedra mejoraría, daría sensación de equipo y controlaría por lo menos algo el cotarro.

No fue así.

Por lo menos, el dibujo sobre el campo sí estuvo más claro (pues el de la primera parte, de verdad, resultaba difícil de desentrañar e incluso en ocasiones parecía que se jugaba con dos defensas).

Línea de cuatro atrás, y cuatro en el medio con Dalisson a la derecha y Chiqui a la izquierda, más Yelko intentando enlazar con Carlos L.

En mi opinión, el Coruxo no "sacó" la posesión del balón al Pontevedra sino que este ( a pesar de que el campo sin seguir bien ya estaba más decente que otros días) entregó sin tapujos dicha posesión a su rival.

Y a partir de ahí volvieron a verse dos cosas que se repiten cada vez más en el Pontevedra CF y que por lo menos al que esto escribe empiezan a preocuparle un poco.

La primera es la incapacidad que tenemos cada vez que nos echamos atrás para contener al rival lejos de nuestro área.

No estoy diciendo que el Coruxo acumulase ocasiones como en la primera parte, pues solo tuvo una en un lanzamiento que para fortuna granate golpeó en el larguero y acabó fuera de la portería, sino que las llegadas visitantes a las inmediaciones de nuestra zona de castigo eran demasiadas y muy fáciles sin que se observase a un Pontevedra con el orden  y el ritmo suficiente como para impedirlo.

Seguimos jugando andando pues andando nos pasamos los 90 minutos de juego.

La segunda cuestión que me preocupa es el abandono total por nuestra parte de buscar con agresividad y velocidad los espacios que iba dejando el rival cada vez más volcado para por lo menos pisar el área contraria.

No aparecimos casi nunca por el área del Coruxo en la segunda parte y la actitud que adoptamos tras hacernos con la pelota era retrasar a zona de centrales y portería para luego mandar en largo y dejar construir de nuevo al Coruxo.

No hacía falta, es cierto, hacer más daño en ataque pues el 3-1 lucía en el marcador pero me pareció excesivo el conformismo y, sobre todo, me extrañó en demasía ese ritmo de juego tan bajo que se mantuvo durante toda la tarde.

Hay dos cuestiones estrictamente futbolísticas o tácticas que me gustaría plantear.

Ambas están relacionadas con la alineación titular de ayer.

Por un lado, no sé si la presencia por dentro de Borja, Samu y Yelko, desplazando a Dalisson más a la derecha en detrimento de Bastos, le viene bien al equipo.

Es cierto que Bastos cuando cabalga hacia el área rival decide mal en bastantes ocasiones y no saca partido de las muchas veces que llega pero el caso es que llega y obliga al contrario a defender más esa banda e incluso se producen combinaciones fructíferas muchas veces entre el propio Bastos y Dalisson que es el interior más cercano a esa banda.

Con la alineación de ayer, el Pontevedra pierde mucho picante en ataque por la banda derecha y no se ve compensada (por lo menos ayer) esa pérdida, con la capacidad de acumular posesión y defenderse con la pelota que debería aumentar con la presencia de Borja junto a Mayo, Yelko o incluso Dalisson que son indudablemente jugadores hechos para tener el balón. 

Por otro lado, ayer volvió a apostarse por colocar juntos en el "once" a Alex y a Chiqui. En principio, el lateral era Alex y digo en principio porque había momentos en la primera parte en la que Alex parecía moverse incluso cerca de la zona de ataque y Chiqui deambulaba por la zona izquierda del medio campo. 

La conclusión de todo esto no fue otra que unas dificultades grandes para defender esa banda en defensa y la casi desaparición en ataque de un Alex cuya presencia ofensiva se nota un montón cuando  no existe. Sé que Zabaleta (en este mismo blog se ha comentado) ha cometido errores defensivos en determinados partidos y sé también que parece que Iago se plantea dar cabida a Hermelo más como central zurdo que como lateral, pero a mí lo de Alex y Chiqui juntos me sigue chirriando.


En definitiva, lo más importante, es  que se ganó y se aprovechó el empate entre Zamora y Ourense para ponernos con tres puntos de ventaja sobre zamoranos y dos sobre ourensanistas.

Ahora bien, por más que el Coruxo tenga buenos jugadores como han recordado en rueda de prensa jugadores y técnico. Por más que este equipo tenga mucho mérito por ocupar el primer puesto y su trabajo semanal (algo que nadie discute, faltaría más). Y por más argumentos que queramos buscar, la imagen del Pontevedra CF no debe ser la ofrecida ante el equipo vigués.

Dudo mucho, muchísimo, que el Zamora regale lo que regaló atrás el Coruxo en el día de ayer y "ráfagas de viento salvadoras" en forma de errores contrarios no van a ocurrir todos los Domingos.

Es necesario, a mi juicio, subir el ritmo de juego (se tenga o no se tenga el balón) y ser más agresivos, tener más intención y exponer menos displicencia.

El Domingo nos jugamos mucho. De ganar dejaríamos al Zamora a 6 puntos más el golaverage particular.

La afición responderá seguro porque nunca se ha bajado de barco alguno. 

Lo que falta ahora es que el equipo responda y mejore las prestaciones de ayer o del día del Cayón porque será necesario hacerlo para echar a la lona a un rival complicado, férreo y que va a venir aquí a no dar ninguna clase de facilidades.    





  


lunes, 5 de febrero de 2024

De Iago, Gueye y un contexto complicado

Este atribulado bloguero cree conveniente empezar esta columna con tres verdades difícilmente cuestionables.

La primera, el estado del terreno de juego de Pasaron perjudica mucho más de lo que parece al juego y a las intenciones del Pontevedra CF.

La segunda es que el equipo sigue demostrando en determinadas fases del partido periodos de excesiva complacencia o condescendencia que acaban pagándose con goles en contra y más nervios de los aconsejables.

Y la tercera es que bastante gente que va a Pasaron ( frente al Cayón más de 2.500 personas que siguen siendo pocas pero bastantes más de las que iban a principio de Liga), se da cuenta de las ocasiones en los que su equipo "mamonea" y le regaña con alguna pitada como la que le dedicó ayer mediada la segunda parte y que no pasó precisamente desapercibida.    

Hablemos de la primera, el calamitoso estado del césped del coliseo granate.

Fracasada definitivamente la actuación del pasado verano en el sentido de evitar que el campo experimentase este deterioro durante buena parte del otoño e invierno, es en esta época del año en el que las dificultades para evolucionar sobre la hierba son más intensas.

El campo está seco, con mucha arena todavía e incluso blando en bastantes zonas de su superficie. Según parece, no se le puede aplicar demasiado agua todavía y eso provoca que el balón, no solo siga botando cual liebre delante de una partida de galgos, sino que tampoco se deslice con la debida rapidez haciendo más complicado todo y más para un equipo que quiere basar su juego en la posesión continúa pero también en la profundidad y verticalidad en los últimos metros.

Esto es así y negarlo resultaría  absurdo pues ya son muchos años y muchas temporadas con esta evolución cíclica del césped de Pasarón.

Resulta comprensible, por tanto (al menos para el que esto escribe) que el Pontevedra encuentre más dificultades para dar velocidad a su juego; para desarbolar las defensas contrarias y deslumbrar como lo hizo a principios de campaña.

Sí, es cierto que también influye la lógica evolución de la competición, el menor margen de error de todos los equipos y el mayor conocimiento que todos van teniendo de las características de sus rivales.

Ahora bien, existiendo esas razones  adicionales, el campo nos hace daño pues esta plantilla está diseñada para llevarse bien con el balón, acariciarlo y pasearlo cual animal de compañía y no para tener que domarlo como Angel Cristo rodeado de sus leones y demás fieras salvajes.

Por eso que al equipo le cueste más hacer ocasiones de gol entra dentro de lo normal. 

Ahora bien, como ya ocurrió en otras ocasiones ya estando el campo así o peor, el equipo a base de esa posesión (más sucia y lenta, por las circunstancias que se están exponiendo) acaba por encontrar el camino del gol y a encaminar el partido a su favor.

Ayer fue primero Dalisson el que pudo marcar y el que lo hizo minutos después fue Rufo tras una bonita jugada entre Yelko y Bastos, un error en el salto de un defensa y una maniobra meritoria del pichichi del grupo que controló primero y tras bote conectó un gran disparo para hacer el 1-0.

Hasta aquí todo más o menos normal.

Sin embargo, entra en este momento la segunda verdad enumerada más arriba.

El Pontevedra, y no es la primera ni la segunda vez últimamente, entra tras poner el marcador a su favor en un periodo no se sabe si de relajación o de comodidad tan excesiva que se olvida de seguir controlando el juego, aunque sea con las dificultades que el césped provoca, y empieza a echarse un poco para atrás dejando más pelota a su rival al mismo tiempo que ralentiza el juego de una manera llamativa.

Son unos minutos en los que el Pontevedra deja de jugar en campo rival a través de la tenencia del balón pero en los que tampoco adopta la clara intención de hacerse fuerte atrás y buscar decididamente el juego a la contra.

Cuando tiene la pelota la frena literalmente e incluso la pierde a veces de manera fácil e incluso condescenciente y además no dota a su juego sin balón con la agresividad y contundencia necesaria para cerrar los caminos hacia Edu.   

Es cierto que ayer el gol llega casi por "accidente". Ni siquiera es un tiro a portería sino que se produce a través de un centro que se envenena y acaba superando a Edu Sousa por el amago del punta que no llega.

 Ahora, también es verdad que ni se presionó bien al centrador ni se ató como es debido al jugador que casi llega al balón y que el equipo llevaba ya bastantes minutos "mamoneando" sobre el campo.

Se marcó pronto tras el descanso  en un lanzamiento de falta de Yelko desviada por la barrera pero tampoco eso varió demasiado el guión con el que había terminado el primer tiempo.

El Pontevedra siguió jugando muy lento y sin saber muy bien a qué hacerlo. Se jugaba en corto en zonas de riesgo como nuestra propia área pequeña pero luego se enviaba el balón largo que casi nunca acababa en segunda jugada ganada. Se dejaba el balón al Cayón pero luego no se atacaban los espacios con decisión.

Y  en ese momento llegó la pitada que fue importante y llegó de más de una grada del estadio.

Iago hizo mención a la misma en la rueda de prensa posterior y es evidente que no le gustó demasiado.

No obstante, la interpretación que se debería hacer de esa música de viento debería ser aquella que encuentre el motivo en que la mayor parte de la afición, sino toda, es perfectamente consciente de que se ha hecho una plantilla buena para la 2RFEF pero que a la indudable categoría de muchos de nuestros futbolistas se le debe unir también esa concentración e incluso un punto de agresividad que a veces parece que se difumina o por sentirse mucho mejores o por marcharse de vez en cuando de los partidos.

Esos pitos significan, en opinión del que esto escribe, que la gente sabe que hay equipo para quedar primeros y que en casa ante el Cayón, por muy mal que esté la hierba y por mucho que también se juegue el rival, hay que demostrar más autoridad.

Creo que Iago es el primero en saber que cuando el equipo da esfuerzo la gente se lo agradece y lo lleva en volandas pero la exigencia de una entidad como esta también está ahí y es mejor que a veces se manifieste de esta forma y no se caiga en esa insoportable apatía que también hemos experimentado no hace mucho. 

No fue a raíz del primer doble cambio (Borja y Alex por Bastos y Dalisson) cuando empezó a cambiar la cosa.

Realmente el guión mudó bastante con el segundo doble relevo que provocó la salida del campo de Chiqui y Mayo y la entrada de Toño y Gueye.

El Pontevedra, en ese instante, asumió que debía esperar definitivamente al Cayón y machacarle a base de contragolpes cada vez que el rival intentara volcarse.

Y así se hizo.

Ya antes Borja pudo marcar de un gran disparo desde fuera del área y angulado que reventó el larguero pero luego llegaron más ocasiones y varias de ellas generadas por cabalgadas de Gueye y que o bien fueron desbaratadas por el portero cántabro o bien por el desacierto en ese último pase que convierte una ocasión en gol.

De Gueye se hablará a continuación pero en esos últimos 20 minutos de juego, el Pontevedra sí volvió a ser superior jugando claramente al contragolpe aunque no sentenciara casi hasta el final con el tercero de Rufo y el cuarto de un Carlos López que había sustituido a Yelko y que ya lleva 3 goles en los pocos ratos que ha salido.

Gueye? Al salir fue otra vez recibido con muchos silbidos y luego, sobre la hierba, cuajó una buena actuación aprovechando ese guión de partido que era ideal para sus características explosivas y de velocidad.

Todo lo que pasa con Gueye parece salido de una buena novela de suspense.

De esas en las que existen giros inesperados de argumento y diferentes sorpresas te llaman mucho la atención mientras pasas las páginas.

Recordemos.

Sorpresa fue su partidazo ante el Tenerife en Copa que resultó decisivo para pasar de ronda.

Más sorprendente fue todavía su fuga el día después por razones no del todo explicadas.

Como sorpresa se puede calificar también su primer regreso del que nos enteramos por medios ajenos al club y su alineación 15 minutos en aquel partido frente al Mérida en el que nos estábamos desangrando y perdiendo 1-5.

Luego acabó la temporada y otra sorpresa. No se sabe que pasa con Gueye. Tenía contrato pero ni estaba en Julio con el primer equipo ni con el filial.

No muy lejos del final de año, otra sorpresa de la novela. También por medios ajenos al club, nos enteramos que llevaba días entrenando con el B. Luego empieza a jugar con el filial y es clave para ganar un par de partidos.

Se le pregunta hace poco a Yago por el jugador y a pesar de que el técnico comenta que no le conocía mucho y que le gusta lo que ve en los entrenamientos, en principio, iba a seguir con el filial.

Y la sorpresa final se produce en el día de ayer en el que no acude a Viveiro con el B, es citado con el primer equipo y juega, bien insisto, 20 minutos ante el Cayón.

Mi opinión al respecto es clara. Confieso que aquel funesto día frente al Mérida la indignación que sentí con la decisión de Señor de sacarlo al campo fue muy grande. Comprendí los pitidos al chaval y creo que todos supimos que Señor (aún a pesar de cumplir ordenes del club) estaba sentenciado. 

A día de hoy también creo que la culpa ya no la tiene el chico. 

Dio en su momento una rueda de prensa pidiendo disculpas. Se le pitó con razón de forma casi unánime el día del Mérida y a día de hoy, solo él con su rendimiento y demostrando que ha entendido lo que significa este escudo y esta entidad podrá dar la vuelta a la situación y que cada vez más gente o se calle o incluso le aplauda antes de pitarle.

Más responsabilidad en la actualidad tiene la entidad que el propio jugador.

Ese secretismo en todo lo que rodea su caso. Tener que enterarse por medios externos de sus regresos, no saber que pasó con aquel expediente que se le abrió....

Creo que Gueye, insisto, debe cumplir su penitencia sobre el césped y conquistar a la gente con su fútbol pero la gestión de la entidad de este tema sigue siendo muy deficiente.

Salta la noticia (aunque los rumores ya eran insistentes en los últimos días) que el proceso de ampliación de capital de la entidad ha sido declarado nulo por un Juzgado de lo Mercantil de Pontevedra tras las demanda del grupo opositor al Consejo.

Otra vez defectos de forma que parece (no es firme la resolución pues cabe recurso) vuelven a lastrar al Pontevedra por no hacer las cosas como se debe.

Otra demanda de este grupo "fantasma" que no aparece en público nunca, del que no conocemos proyecto alguno si es que lo tiene pero que aprovecha las "chapuzas" del  Consejo para sacar partido.

En medio? El Pontevedra CF que sigue navegando en los sótanos del fútbol español cuando el potencial de esta entidad debería provocar que estuviera bastante más arriba.

En fin, en Guijuelo se defenderá por tercera vez el liderato. Las dos primeras sin éxito.

¿La tercera será la vencida?

   

martes, 23 de enero de 2024

Algo más que matices

Lleva advirtiendo Iago Iglesias desde hace algún tiempo a través de las diferentes ruedas de prensa que ofrece ya antes de los partidos ya después de los mismos, que el equipo trabaja para adoptar diferentes registros según las circunstancias del encuentro que se tenga que afrontar.

No se trataría según el técnico granate de cambiar el estilo de juego de su equipo, marcado por la posesión y jugar mucho tiempo en campo contrario sino de dotar de algunos detalles adicionales a esa forma de juego pensada y concebida en torno a la tenencia del cuero.

Sin embargo, en partidos como el del pasado Domingo (y no es la primera vez que salí con esa impresión tras ver al Pontevedra CF) parece que los matices rivalizan demasiado con el estilo primario y más que enriquecer este con esos detalles de adaptación a una situación puntual, parece que los mencionados matices acaban por comerse la idea original de juego.

Es mejor ir por partes.

En la primera mitad del choque y sobre una césped de Pasarón más parecido a un camino de cabras sin piedras o a un trozo de hierba dedicado al pasto del ganado vacuno, el Pontevedra trató y consiguió ser dominador a pesar de las evidentes dificultades que encuentra con este estado tan deplorable del campo.

El equipo acaparó pelota, no fue inquietado casi nunca por un rival joven pero veloz y con buena calidad técnica y acabó por encontrar el primer tanto en una buena jugada por la izquierda en la que un buen desdoblamiento de Zabaleta terminó en un centro de éste que fue desviado sin querer a la red por un defensa vallisoletano.

Había sido una primera media hora no brillante, desde luego, pero sí convincente de un Pontevedra que ejercía autoridad sobre un rival cuyos datos fuera de casa apuntaban peligrosidad y cautela.

Ya desde los minutos siguientes al 1-0 empezaron a aparecer los "matices" y el Pontevedra dio medio paso atrás para dejar que fuera el Valladolid quien se peleara más con el "césped" y tratara de llegar hacia nuestro área tratando de tener la pelota.

Fueron minutos extraños en los que no se sufrió pero en los que empezaron a vislumbrase las intenciones de cara al segundo tiempo.

No obstante, en una jugada rápida en la que Chiqui volvió a exponer lo que mejor hace con diferencia, (entrar con velocidad desde la izquierda hacia dentro rebasando rivales y encarando portería con su pierna buena), el Pontevedra encontraba un 2-0 tranquilizador y se marchaba a los vestuarios con una buena renta en el marcador.

Tras el descanso, pasaron varios minutos ya con el Valladolid B y el trió arbitral sobre el campo hasta que los jugadores granates hicieron su aparición para afrontar la segunda parte.

No sé si el motivo de la demora fue que alguno se había quedado dormido en el vestuario o cualquier otra circunstancia imprevista pero el caso es que el Pontevedra CF salió al césped medio dormido y en menos de un "decir Jesús" vio como el rival acortaba distancias en una acción preñada de pasividad por parte de todo el conjunto granate y culminada por un reverso de un delantero pucelano, en cuyo amago  cayeron con una ingenuidad preocupante tanto Eneko como Mario Gómez. 

A partir de ese momento, con casi toda la segunda parte por delante, los matices acabaron por comerse al estilo y el Pontevedra decidió entregar voluntariamente el balón al Valladolid B para tratar de hacer daño a la contra y acabar con la resistencia visitante.

Fueron los minutos siguientes al 2-1 algo inquietantes pues nada más marcar ese gol, el rival volvió a llegar con facilidad al área granate pero enviando un remate en buena posición bastante desviado.

El fútbol, sin embargo, a veces es caprichoso y cuando mejor parecía estar el Valladolid, uno de sus defensas comete un error garrafal y despeja un balón de manera deficiente para dejárselo a placer a Rufo que no desaprovechó el regalo para volver a poner tierra de por medio con el 3-1.

No cambió el guión a pesar de ese tercer tanto.

El Pontevedra siguió replegado y el Valladolid teniendo la pelota casi todo el tiempo. 

Pudo estrecharse otra vez el marcador si el árbitro no hubiera anulado un gol visitante por fuera de juego pero es cierto que tras el tanto de Rufo, sino cerrado, el partido parecía bastante más controlado que antes del error grave vallisoletano. 

Dice también en ocasiones Iago que hay veces que es el rival el que cambia cosas y te obliga a mudar de forma de jugar y meterte más atrás para buscar transiciones rápidas que hagan daño al contrario.

Es indudable que eso es así pero también lo es que ante los cambios tácticos de ese rival se pueden hacer movimientos propios que traten de contrarrestar las intenciones del otro y reafirmen las tuyas.

No debía estar contrariado, no obstante, Iago con el guión de esa segunda parte cuando mediada la misma decidió hacer un doble cambio que manifestaba su conformidad con ese estado de cosas y con la entrega del balón al Valladolid B.

No tanto por el relevo de Jaichenko pro Bastos (que, por cierto, estaba haciendo un buen partido) que no cambiaba demasiado sino por la sustitución de Danilsson (al que por lo menos el que esto escribe vio mejor que en los últimos partidos) por Toño Calvo.

Toño siempre cumple cuando sale y el Domingo pasado no fue una excepción pero a estas alturas de Liga ya sabemos que es un jugador de ida y vuelta, potente y bregador cuya presencia resulta más efectiva en escenarios como el que en ese momento se daba, es decir, seguir aguantando y tratar de sorprender con velocidad.

No cambió, por tanto, el transcurso del partido y el Valladolid siguió intentándolo con cada vez menos picante e intención y un Pontevedra más asentado en defensa.

Sí fueron diferentes los últimos minutos del partido.

A falta de poco más de 10 minutos, el Pontevedra efectuó otro doble cambio que tácticamente tampoco cambiaba nada. Carlos López por Rufo (9 por 9) y Borja por Yelko Pino.

Sin embargo, entre que el rival bajaba cada vez más los brazos y que los espacios eran un poco mayores, ese tramo final del choque si se jugó mucho más cerca del área visitante y el Pontevedra disfrutó de varias ocasiones para redondear todavía más el marcador.

Borja pudo marcar tras un lanzamiento desde fuera del área, Toño obligó a una buena estirada del portero, Carlos López estuvo muy cerca pero un rival sacó el balón cuando ya se colaba...

Incluso tuvo tiempo de debutar unos minutos la última incorporación con ficha del primer equipo, Azael García,  que dio descanso a un Chiqui que, en mi opinión, debe alcanzar todavía una mayor regularidad en su juego aunque disputó una notable primera mitad.  

Esta tendencia que muestra el Pontevedra en los últimos tiempos, cuando el resultado acompaña, de echarse más atrás y tratar de aprovechar los espacios a la espalda que deje el contrario no tiene que resultar ni mucho menos mala siempre que se defienda bien sin balón, faceta en la que no estoy seguro que el Pontevedra domine todavía a la perfección.

Lo que también creo es que el estado tan lamentable de la hierba de nuestro estadio, que mostraba un aspecto tan diferente en el mes de Septiembre y mediados de Octubre hasta que empezaron a caerse los cielos, puede estar influyendo en esta decisiones del cuerpo técnico.

No es la primera vez, insisto. En la segunda parte frente al Arandina se vio a un Pontevedra completamente replegado y aquel día, además, sin demasiado acierto a la hora de contragolpear.

Muchas fases de la segunda parte contra el Deportivo Fabril también fueron así y a diferencia del partido contra el colista, el rival nos creó ocasiones que nos pudieron hacer mucho daño y también nosotros encontramos esas contras que acabaron por aumentar la diferencia en el marcador.

Lejos queda aquel encuentro, por ejemplo, contra el Oviedo Vetusta en el que con un resultado corto hasta los últimos minutos, el Pontevedra trató de defenderse con la pelota y jugar el mayor tiempo posible en campo asturiano.

Puede influir, insisto, el "camino de cabras" en el que se ha convertido el campo (y que nadie vea en esto un ataque a la persona o personas que tratan de cuidar el césped pues este problema sigue siendo estructural a pesar de la operación que sobre aquel se realizó el pasado verano y que parece ha fracasado en su intento de mejora permanente), o puede ser porque en la segunda vuelta las bromas deben ser las justas pues el margen ante posible fallos cada vez es más estrecho.

No lo sé. El caso es que en los últimos partidos en casa (a excepción del jugado frente al Compostela que se rompió al quedarse el rival con 9 jugadores faltando bastante) el Pontevedra cuando obtiene ventaja ofrece otra cara diferente sobre el terreno de juego.

Ni mejor, ni peor (los resultados aquí a fin de cuentas siguen siendo buenos) pero sí diferente y los matices, a veces, parecen convertirse en el estilo.

Ojo al próximo desplazamiento pues en Langreo (que está en la zona alta) querrá legítimamente obtener revancha de la goleada de la ida y demostrar que es un buen equipo. 

No deberíamos caer en la siestas del inicio del partido contra el Fabril o el comienzo de la segunda parte ante el Valladolid B.

Hay que estar en el partido los 90 minutos y tratar, además, de cortar esa racha de 4 partidos seguidos encajando.

Si eso se logra, con la dinamita que seguimos teniendo en ataque se facilitaría mucho el trabajo.

      

martes, 9 de enero de 2024

"Lideratus interruptus".

Siempre que se empata sobre la hora un partido que parecía perdido, la sensación que dejan las tablas para el conjunto que iba por detrás suele ser de alivio por evitar una derrota que parecía segura.

No obstante, con el paso de las horas y la digestión completa del encuentro, el punto logrado adquiere su verdadera dimensión que a veces puede resultar más pequeña de la que parecía cinco minutos después de acabar el choque.   

El caso es que el PontevedraCF sabía que para llevar a buen término su primera defensa del liderato, debía ganar al R.Villalbés en el campo de A Magdalena y no fue capaz de hacerlo.

El partido no admitía "a priori" demasiado margen para la sorpresa en cuanto a su planteamiento y efectivamnte se desarrolló como casi todo el mundo esperaba.

El equipo local bien pertrechado atrás, junto, y al acecho de cualquier error del rival para sacar el aguijón y lastimar en forma de contra.

El Pontevedra asumiendo el peso del partido, acumulando un porcentaje gigantesco de la posesión y tratando de desarbolar la tupida defensa contraria en alguna acción combinativa elaborada con la debida velocidad y precisión en su ejecución.

Quizá el ingrediente más exagerado (que no inesperado) en la receta del partido no fue otro que el deficiente estado del terreno de juego.

Digo exagerado y no inesperado porque con solo haber visionado los últimos partidos jugados en casa por el R.Villabés, se podría llegar fácilmente a la conclusión de que el campo no iba a estar nada bien aunque es verdad que tras estas semanas de parón competitivo no resultaba demasiado lógico que la degradación del a hierba llegara al límite en el que se encontraba el Domingo pasado.

El caso es que el Pontevedra sobre ese césped que en nada beneficiaba a sus condiciones volvió a cometer los errores en los que suele caer cuando el escenario es el que se encontró el pasado Domingo.

Rival fuerte defensivamente y campo muy malo.

Con ese panorama, lo básico era tratar de no equivocarse nunca en zonas peligrosas para no darle alas a los contraataques o robos contrarios y en el aspecto ofensivo ser más concreto y contundente que nunca pues pocas podrían ser las ocasiones que se disfrutasen.

No se cumplió ninguna de las dos premisas.

En ataque, el Pontevedra se mostró demasiado elaborativo y "tirabuzonero" cuando las condiciones en las que se jugaba el partido exigían otra cosa.

Se llegó en innumerables ocasiones a las inmediaciones del área contraria pero en vez de ir a lo mollar, es decir, probar al portero contrario (extraordinario guardameta, por cierto), nos perdimos en toques de más cuando no eran necesarios o centros muy mejorables desde posiciones en las que quizá hubiera resultado más rentable tirar a portería para sacar más rédito.

De hecho, la mejor ocasión de esa primera mitad la protagonizó Yelko dejándose de zarandajas y enviando un disparo al larguero de la portería rojiverde y la otra ocasión más clara vino también de otro disparo lejano que se marchó fuera por poco.

En defensa, se hizo lo que no se debía en una jugada que admite dudas acerca de sí se cometió o no falta sobre un Churre al que ya antes de esa acción (y sobre todo después) se le vio despistado y algo fuera de sitio.

Sea como fuere, en una lucha de nuestro central con Isaac (delantero rival) en la que la ventaja parecía de Churre, este se va al suelo aparentemente derribado por su colega y al no señalarse nada el punta local encara el área de Edu y realiza un pase de la muerte para Uzal que solo tiene que empujarla a la red ante la impotencia de un Alex González que fue el único jugador granate que apareció cerca de la jugada una vez en el suelo Churre.

En directo pareció infracción, tras las repeticiones la acción admite más dudas pero el caso es que un partido que ya estaba siendo difícil y trabado se complicó definitivamente cerca del minuto 40 en la única acción de peligro del Villalbés si exceptuamos una llegada de su lateral izquierdo en los primeros minutos.     

Tras el descanso y ya con el partido verdaderamente de "nalgas", el guión no cambió demasiado aunque el Pontevedra pareció entender de una vez por todas que en días como estos más vale optar por elaborar algo menos sobre un campo que poco margen dejaba para las excelencias de un chef y buscar la portería rival aunque fuera con lanzamientos desde posiciones más lejanas.

Sobre el minuto diez entró Borja por Bastos, yéndose así Dalisson a la banda derecha.

El hispano brasileño tampoco encontró en esa ubicación la ocasión de subir su rendimiento y volvió a dar la impresión de que ya hace varios partidos que no encuentra su lugar y esa movilidad que tanto bien le hacen al equipo.

Pudo sentenciar pronto el Villablés en una nueva desatención de Churre que permitió a Isaac encarar en solitario a Edu que salvó el gol con su pecho.

Es cierto, por contra, que el Pontevedra se mostraba algo más venenoso en ataque y se desaprovecharon varias ocasiones entre las que destacó un cabezazo de Yelko en posición inmejorable para marcar y otra de Chiqui despejada por Santomé.

Alrededor del minuto 68 una jugada de desconcentración inexplicable de Yelko y Churre deja al Pontevedra con 10 al derribar este a un rival cuando encaraba a Edu Sousa. 

Los efectos de la expulsión, no obstante, duraron poco pues un par de minutos después una muy dura entrada de un jugador local a Borja Domínguez acarreó su segunda amarilla y la igualdad numérica sobre el césped. 

Los otros dos cambios que se efectuaron llegaron, a mi juicio, algo tarde.

A falta de poco más de un cuarto de hora, Carlos López y Barbeiro entraban en lugar de Chiqui y Dalisson.

El Pontevedra siguió luchando e intentándolo en un partido más roto con ese 10 contra 10. Sufrió alguna contra peligrosa del Villalbés pero también acumuló ocasiones, como una muy clara de Rufo atrapada por un superlativo Santomé y otra en la que Mayo (para mi el sostén del equipo durante esos minutos de ida y vuelta de la segunda parte) envió una pelota al poste.

Se había generado suficiente peligro en la segunda parte para al menos empatar y cuando todo parecía perdido llegó un balón aéreo ganado pro Carlos López y un rebote afortunado en el pecho de Rufo para poner la igualdad en el marcador y evitar la herida de irse de vacío de un partido en el que, a pesar de que volvieron a cometerse errores pasados, el Pontevedra no merecía acabar perdiendo.

En el descuento y con el Villalbés jugando con 9, el Pontevedra disfrutó de varios corners sacados con el el habitual desacierto de siempre que volvió a poner de manifiesto el poco peligro que lleva el equipo en la estrategia y lo importante que resulta esta para desatascar partidos como el del Domingo.

El punto conseguido, unido ala convincente victoria del Ourense en su casa ante el Avilés, vuelve a relegar al equipo a la segunda plaza de la clasificación ( a expensas de lo que haga el Zamora en Aranda en el día de mañana).

Más que la pérdida del liderato que bien podría recuperarse pronto si se hacen las cosas bien, la preocupación de este atribulado bloguero se centran más en esos errores recurrentes que suele cometer el Pontevedra en partidos de este estilo que a buen seguro se le van a volver a aparecer al Pontevedra en los 8 partidos que le quedan por jugar fuera.

En casa casi siempre es capaz de solventar estas circunstancias al amparo de su público, en su campo (aunque el estado de Pasarón sea también muy malo) y con esa confianza que el equipo exhibe en Pontevedra.

Fuera, sin embargo, los números no son más que decentes.

Tres victorias, cinco empates y una derrota, completan la cifra de 14 puntos de 27 que no son números precisamente para tirar cohetes.

Faltan 51 puntos en disputa y de ellos 24 se jugarán a domicilio.

El objetivo perseguido es el ascenso directo, el liderato al final de la competición.

Si la racha del equipo en casa es similar o incluso mejor que en la primera vuelta, los puntos necesarios a domicilio para acabar primeros serán menos pero aún así el Pontevedra debe volver a mostrarse más contundente fuera de su campo.

Lejos quedan ya la exhibición de Zamora y el eficiente y serio partido de O Vao (en Luanco no se mostró ya ese nivel). Llevamos demasiadas salidas sin volver con victoria y eso el equipo debe remediarlo cuanto antes.

Para ello tiene que entender que las condiciones en las que se encontrará en muchos desplazamientos no será la ideal. Que los campos no estarán bien, que el rival volverá a esperarle y a tratar de aprovechar sus errores, que todos los conjuntos en esta segunda vuelta se juegan la vida ya por arriba o por abajo y que debe encontrar los argumentos suficientes para superar todo eso.

Resulta muy importante, por tanto, no fiarlo todo a los partidos de casa (pues la racha aquí podría cambiar) y hacerse fuerte otra vez lejos de Pasaron.

Entramos en la fase definitiva en la que el margen de error cada vez se estrechará más y los regalos, una vez pasado Reyes, deben dejar de repartirse por los diferentes campos de España.       

Termino esta columna informando con algún mes de retraso que a este blog le ha nacido desde finales de Octubre un hermano pequeño en forma de podcast.

En la plataforma spreaker.com se aloja la versión podcast de "En clave granate" (así habría que teclear en el buscador una vez dentro de spreaker) con mis reflexiones acerca del equipo y el resto de la categoría en formato audio.

Espero que sea del agrado de aquellos que se decidan a escuchar algún capítulo


   

martes, 19 de diciembre de 2023

Siesta, nervios y liderato.

Hemos tenido que esperar casi hasta el ecuador de la competición para lograrlo pero por fin el Pontevedra se ha hecho con el liderato.

Conocía el equipo granate que una victoria le colocaba en el primer puesto desde la tarde anterior en la que el Ourense no pudo pasar de un empate en el campo del filial ovetense y el Zamora volvía a dejarse un empate en casa, en esta ocasión  frente al Langreo.

Sin embargo, la actitud del Pontevedra en el primer tramo del choque no fue ni mucho menos la de un conjunto deseoso de ocupar ya esa posición privilegiada cuya conquista es sin duda el objetivo primordial de la temporada.

Todo lo contrario.

Como si de un jugador de ajedrez convencido de su superioridad sobre su contrincante se tratara, o ese jugador de tenis que se sabe mejor que su rival y juega el primer set como si estuviera con palas en la playa y no en una pista de un torneo del circuito, el Pontevedra salió al campo remolón, despistado y pensando que ya caería el primer tanto por inercia o por el devenir inevitable de los hechos.

Y claro cuando se entra de esa forma a un partido las cosas se acaban por torcer. Lo vimos en el debut liguero frente a la Gimnástica de Torrelavega en el que no uno sino dos fueron los goles encajados al principio y lo volvimos a ver hace un par de días contra este Deportivo Fabril que sabe jugar al fútbol y más cuando su rival le deja moverse a sus anchas.

Fueron casi veinte minutos en los que el Pontevedra tocaba la pelota con displicencia, presionaba de manera atolondrada sin mucha fe y dejaba que el filial deportivista moviera con soltura el balón sobre un terreno de juego que ya podemos decir oficialmente que ha vuelto a perder el nombre de césped para llamarse "campo de patatas y berzas", con alguna topera y madriguera incluidas.

Tanta relajación, tanta siesta de sobremesa, no podía desembocar en otra cosa que en gol visitante que era algo que no veíamos en casa desde el primer partido de Liga.

El remate final de Nájera con el tacón o la espuela fue una delicia  pero a lo largo de todo el transcurso de la jugada el Pontevedra se había pertrechado con su "mantita" y sus palomitas en torno a una televisión por la que vio en posición inmejorable la acción coruñesa que acabó en el 0-1.

Esta impresión acerca de esta actitud inicial del equipo no fue sino confirmada tras el partido en las diferentes ruedas de prensa en las que tanto los tres jugadores que pasaron por los micrófonos como el entrenador granate, vinieron a decir que el gol rival les "espabiló" o que les sirvió de zambombazo para entrar de otra forma en el juego.

El caso es que a diferencia del día de la Gimnástica, el Pontevedra sí que empezó a reaccionar casi de forma inmediata al gol fabrilista.

El equipo subió notablemente su concentración, su intención y sus ganas sobre el campo y pronto empezaron a llegar continuos saques de esquina y acercamientos peligrosos al área contraria que el Fabril iba rechazando como podía, en gran parte porque el Pontevedra no consiguió dotar de verdadero picante y peligro casi ninguno de los muchos corners de los que disfrutó.

Sin embargo, en los últimos minutos de la primera parte, una jugada que se inició por la derecha y acabó por la izquierda fue culminada por Alex González con un remate a gol en área pequeña tras pase de Chiqui ante la excesiva candidez defensiva deportivista.

Y poco después, tras un mal despeje de un defensor blanquiazul (aunque lo de blanquiazul es un decir pues el Fabril disputó el partido con un uniforme amarillo bastante feo sin que existiera coincidencia de colores), Rufo se quedaba solo ante el portero y hacía el 2-1 tras remate cruzado.

Solo con subir eso que se ha dado en llamar últimamente "intensidad", aunque realmente creo que lo que todos queremos decir con esa palabra aplicada al fútbol es la capacidad de un equipo para estar donde tiene que estar y no pensando en las musarañas, el Pontevedra había remontado el partido ante un rival con unas condiciones técnicas realmente buenas pero con problemas evidentes de experiencia sobre todo en la zona defensiva.

Llegó el segundo tiempo y con él la intención del Pontevedra de no ir a buscar tanto al rival y tratar de ajusticiarlo en algún contraataque certero.

Debo confesar que fue una segunda parte apretada, con alternativas claras en las áreas y a lo largo de la cual estuve con el corazón arrugado hasta que en las postrimerías del partido llegó el tercer tanto.

Disfrutó el Pontevedra de ocasiones para sentenciar antes en acciones de Bastos, Dalisson (es increíble como a este jugador se le van fuera sus lanzamientos en casa por muy pocos centímetros) y sobre todo una jugada en la que  Rufo envió un balón al poste.   

No obstante, el rival también gozó de hasta tres ocasiones en las que pudo nivelar la balanza y poner el partido muy difícil pues, otra cosa no, pero piernas no le faltaban a este filial del Deportivo.

Primero fue Garay el que sacó bajo palos un remate que ya se colaba. Luego tuvo que ser Edu el que salvara enviando a la esquina un lanzamiento desde cerca tras ser desbordado Zabaleta en la primera acción defensiva tras su entrada de refresco al campo. Y por último, no demasiado antes del tercer gol, Mario volvía a hacer una de esas entregas erróneas que suelen afear algunos de sus partidos por los demás realmente aseados y Mati Castillo superaba como un cohete a un carricoche en velocidad a Churre para plantarse solo ante Edu y definir mal ante la portería.

No creo que en esta segunda parte, o al menos no es la impresión que desde fuera sacó este atribulado bloguero, el Pontevedra pecara de esa relajación de los primeros veinte minutos.

Más bien creo que en algunos momentos de esa segunda mitad, al no haber cerrado el partido antes y escuchar algunas críticas de la gente cuando el equipo esperaba con el balón en su área a que su rival moviera alguna de sus fichas, al Pontevedra si le pesó la posibilidad de perder otra oportunidad de alcanzar el liderato y esta vez en su casa.

Todos esos fantasmas desaparecieron cuando Borja Domínguez (que había salido al campo en el 80 junto a un Barbeiro al que por fin hemos visto debutar) conectó un maravilloso pase a beneficio de la carrera de Alex González que sin importarle que fuera el minuto 84 ni los innumerables kilómetros que ya había recorrido, superó en velocidad a un defensor y se vio beneficiado de un afortunado rebote con el portero para marcar a puerta vacía el 3-1 y descargar de tensión los cuerpos de todos los allí presentes.

El partido del capitán merece una mención aparte. 

Disputó de nuevo gran parte del partido como lateral izquierdo (ya sea con defensa de 4 o de 5 en momentos de la segunda parte). A falta de 20 minutos para el final, con el cambio de Zabaleta por Bastos que llevó a Chiqui a la derecha, se puso por delante del vasco en una posición más conocida.

Da igual, no obstante, donde se le ponga.

El Domingo pasado formó parte, es cierto, de la relajación inicial del equipo pero cuando sonó la campana sus cabalgadas fueron incesantes. 

Le da igual arrancar a 30 a o a 60 metros de la portería contraria. 

Corre, sube, baja, centra y ya cuando marca dos goles su actuación no puede calificarse de otra manera que no sea maravillosa y con ese punto de emoción que (por lo menos el que esto escribe) siente cuando el brazalete de capitán es portado con tanto esfuerzo y tanta dedicación por un futbolista que tiene tiempo para formar parte de la representación del club en la entrega de una camiseta al abonado nº1. 

Que aparece también en otro acto promocional en una conocida cadena de cafeterías y panaderías de la ciudad en los alrededores del estadio y que luego en el campo se deja hasta la última gota de sudor haciendo olvidar que ya son 34 abriles los que tiene a sus espaldas. 

Tenía el capitán aún otra carrera exuberante que ofrecer a la gente unos minutos después de hacer el tercero.

El Pontevedra logra armar otra contra letal y Samu Mayo manda un balón para que Alex vuelva a comerse la hierba. Llega el capitán a la zona de máximo peligro y envía un pase medido a Rufo para que este solo tenga que empujar el balón, hacer su doblete y completar el 4-1.

A pesar de entrar mal en el partido, con sufrimiento y con alguna duda en la segunda parte, el Pontevedra conseguía encaramarse a la primera posición de la tabla que es, por otra parte, el objetivo para el que se creó esta plantilla.

Una plantilla evidentemente corta por no haber cubierto la mayoría de las plazas sub 23 y sobre la cual vuelve a girar el interrogante acerca de si sufrirá variaciones ahora que en 15 días empieza el mercado invernal.

Yago fue claro en la rueda de prensa tras el partido. Aseguró el técnico granate que las fichas senior están todas ocupadas y que él no contempla cambio alguno en ellas salvo caso muy excepcional.

Abría la puerta, no obstante, a la posibilidad de moverse en el apartado sub 23.

Si se usa este mercado de invierno, el Pontevedra CF, o mejor dicho, la dirección deportiva y técnica del Pontevedra CF, tendrá una nueva ocasión para demostrar que las cosas han cambiado.

La temporada pasada, el Pontevedra lejos de reforzarse en invierno para tratar de salvar al equipo, lo debilitó con uno de los mercados invernales más vergonzosos que se re recuerdan.

Insisto, se aproxima ahora esta oportunidad de dejar claro que ciertas "burradas" y decisiones inexplicables han quedado atrás.

Se para la Liga tres semanas y además el Pontevedra CF afrontará tras el parón dos desplazamientos seguidos.

Pasará más de un mes hasta que se pueda volver a ver al equipo en Pasarón.

Mucho tiempo que habrá que llevar con resignación y buenos alimentos.

Por de pronto, el día 7 de Enero a buen seguro que la marea granate acompañará al equipo en Villalba en su primera defensa del liderato y los jugadores a buen seguro que lo notarán.

Es el momento de no aflojar y seguir poniendo cimientos para salir de una categoría a la que nunca debimos volver a caer.