lunes, 22 de abril de 2024

Cuando las luces se apagan

Sé de buena tinta que aquellos aspectos de mi carácter que he intentado pulir, suavizar, modificar o directamente eliminar de mi “disco duro” emocional a lo largo de medio siglo de vida, seguirán manifestándose en determinados momentos con la misma fuerza o incluso más con la que empezaron a aparecer hace ya muchos años.

Ya puedo atravesar un momento difícil en lo personal o en lo laboral que tengo muy claro, tan claro como el agua, que el peor momento después de que el Pontevedra CF pierda un partido vital llegará en el mismo instante en que se apague la luz de mi habitación y los ojos sigan abiertos de par en par mirando a un techo sumido en la total oscuridad.

Llegarán los recuerdos del partido y de los momentos previos al mismo, llenos de ilusión y esperanza. También los siguientes, los de la decepción, el cabreo y la tristeza.

No importará que al día siguiente tenga un día de perros o la certeza que los problemas cotidianos volverán a mi cabeza como tienen por costumbre desde hace demasiado tiempo.

Dará igual. Me pasaré un tiempo indeterminado dando vueltas por mi cama vacía hasta que de improviso llegue el sueño librándome de la carrera de Rufo, del enésimo corner mal defendido, de los seguidores del Ourense celebrando un ascenso prácticamente hecho en mi propia casa y de algunos de mis jugadores discutiendo con la grada.

Ha pasado tantas veces. Han sido tantos los “palos” y casi todos ellos en Pasarón que ya conozco perfectamente las reacciones que tendrá mi organismo.

En ese tiempo de insomnio, girando y girando en busca de un sueño que no llegaba, muchas cosas o pensamientos se agolpaban en mi cabeza.

Era un partido en el que entre la victoria y el empate había bastante diferencia pero también era un choque en el que la distancia entre empatar y perder era todavía más grande.   

El equipo no salió como yo esperaba.

Me había imaginado un partido en el que el Pontevedra intentara dar mucho ritmo al juego en los primeros minutos para aprovechar el ambiente espectacular del estadio y provocar dudas o incluso alguna grieta en la maravillosa organización colectiva del rival.

No fue así. En los escasos momentos en los que parecía que el juego podría acelerarse un poco, el propio entrenador desde la banda pedía tranquilidad a los suyos y menos revoluciones al choque.

Así fue. El Pontevedra porque no supo o porque no quiso (quiero creer que por lo primero) fue incapaz de dotar de un mínimo de velocidad a la pelota y a pesar de que sí se producían acercamientos, sobre todo por la izquierda de nuestro ataque, no daba la sensación de que el Ourense sufriera casi nada para contener los demasiado tímidos embistes.

Sí. Ya sé que el conjunto visitante apenas inquietó en toda la primera parte en ataque a pesar de que Di Renzo demostraba en cada lance que es una auténtica “mula parda” competitiva de la que carece por completo el Pontevedra.

Lo que pasa es que ese era el plan del Ourense. Estar ordenado y marmóreo atrás, no dar ni una sola facilidad, pelear cada balón dividido para desgastar al contrario y dar el paso al frente en el momento oportuno para derribarlo en el primer fallo que cometiera.

Es verdad que a lo largo del primer cuarto de hora de segundo tiempo el Pontevedra logró dotar de algo más de continuidad a su fútbol. Llegó el remate más peligroso a cargo de Alex que se fue lamiendo el larguero; se botaron dos saques de esquina con algo de veneno que fueron despejados con algún apuro por el Ourense y se penetró algo más por banda derecha.

El técnico rival lo vio y tomó cartas en el asunto. Retiró a Alex Gil que estaba teniendo dificultades para ayudar en banda izquierda en defensa y dio entrada a Palmás y de paso cambiar el sistema para jugar con dos puntas.

Su modificación surtió efecto. El Pontevedra volvió a diluirse poco a poco y el conjunto azul fue creciendo un poquito en ataque.

Llegaron los cambios de Iago que realmente no volví a entender demasiado bien.

Primero metes a Rufo por Bastos llevando a Dalisson a banda derecha con lo que por esa banda se perdió profundidad. Pero es que ni diez minutos después decides sacar a Carlos López y a Chiqui para poner a Mayo y Gueye.

No habría sido más lógico y coherente sacar primero a Gueye por Bastos?

Si decides meter a Rufo junto a Carlos, en principio para tratar de tener más presencia en área contraria, por qué tardas menos de diez minutos en rectificar para fortalecer el medio campo con la presencia de Samu y volver a marear a Dalisson pasándolo a la izquierda y perdiendo ahora la profundidad por ese flanco?

No habría sido más inteligente cambiar directamente a un delantero por otro y sacar a Dalisson por Mayo manteniendo a Chiqui en la izquierda junto a Gueye por el otro lado?

O si quieres sacar a Chiqui no habría sido más productivo retirarlo por Eneko y poner por fin a Alex en su sitio?

Ya sé que soy un simple aficionado y que los que saben son los técnicos que para eso tienen los conocimientos y los respectivos títulos pero la sensación que a mí me dejaron los cambios (igual, sin ir más lejos, que en Santiago) es una sensación de provisionalidad, de “ a ver qué pasa”, de moneda al aire y no de un plan claro de lo que se quiere conseguir con las sustituciones.     

Me dio la impresión, en definitiva, que con el doble cambio se quería corregir lo que se había hecho tan solo diez minutos antes con el primer relevo. Repito, igual que en Santiago.

Aún así, lo peor estaba todavía por llegar.

Primero en la mejor ocasión para los nuestros generada por un balón extraordinario de Samu Mayo en profundidad hacia Rufo que partió hacia la portería contraria con ventaja sobre el central Prado.

No llegó a fallar en el remate porque ni siquiera llegó a disparar. El zaguero rival recuperó en un santiamén su desventaja y dejó en evidencia a un Rufo que estuvo lento a más no poder.

Luego otra contra también comandada por Samu en la que quizá optó por la peor opción al enviar el balón a su izquierda hacia Rufo y no a la derecha por la que cabalgaba Gueye. Esa acción también se fue al garete sin remate a portería.

Después el mazazo. La “leche” definitiva en el rostro de la afición que no pudo llegar de otra manera que a balón parado pues la realidad es tozuda y casi siempre anticipa lo que pasará en el futuro.

En la acción que dio lugar al saque de esquina, Palmás casi aprovecha un balón para marcar pero en el lanzamiento desde el semicírculo no hizo falta que nos rematasen de cabeza. Balón colgado al segundo palo. Falta de atención. Un jugador se queda parado, otro echa a correr antes de tiempo y Prado conecta con el pié la pelota para mandarla al fondo de las mallas.

Repito, un corner rematado con el pie. Quinto partido de los últimos seis en los que encajamos en un saque de esquina.

Errores imperdonables que cuestan ascensos directos y quién sabe si algo todavía mucho peor.

No habías conseguido ganar en 82 minutos y no eres capaz de no perder en el tramo final.

De ahí hasta que el anticasero (aunque sin influir en el marcador) árbitro marcara el término del encuentro el Pontevedra vagó entre la agonía, el desaliento y la mayor de las impotencias.

Llegó el 0-2 al que asistieron nuestros futbolistas en primera fila contemplando la acción en posición privilegiada y llegó la fiesta pontina ante 7.600 espectadores granates que una vez más empezaban a marcharse con otra pierda y de las grandes en la mochila de sus desilusiones.

Todavía en duermevela, preguntas ya realizadas en pasadas semanas  que no es que nunca fueron contestadas sino la mayoría de ellas ni siquiera cuestionadas por los que tienen el privilegio de hacerlo, volvieron a mi mente. 

Qué demonios habrá hecho Samu Mayo para dejar de ser titular en este equipo más allá de su descanso ante el Avilés por unas molestias? ¿Qué ventaja futbolística ha conseguido el equipo con esta sorprendente suplencia?

Si se han fichado en verano, no uno, sino dos laterales izquierdos, qué diablos hace Alex González jugando de lateral (o algo parecido) perdiendo en muchas ocasiones su capacidad constante y continuada de llegadas arrancando desde el exterior izquierdo? Qué ventajas futbolísticas consigue el equipo con el capitán en esta demarcación? Sí. Eneko ha cometido errores y en este blog se han comentado profusamente (de Hermelo no digo nada porque apenas se le ha visto)… pero no tendría el equipo una baza importante para las segundas partes con la posibilidad de entrada de un Chiqui fresco, punzante y con capacidad de desborde en aquellas fases de juego en las que las defensas rivales estén con menos físico?.

 Cómo se pretende ser campeón de nada encajando cinco goles de corner (ya sea en el primer palo, en el segundo, en balones francos para ser defendidos o permitiendo dos toques en el área) en los últimos seis partidos? Goles que costaron 4 puntos que ya estaban hechos en Santander y Aranda. Que costaron que un partido ganable como el del Compostela se complicara en grado sumo hasta acabar solo empatando o qué han acabado condenándote en el partido más importante de la Liga.

 De verdad creemos que se puede superar una eliminatoria de play off con estos errores “criminales” en el aspecto defensivo?

Y más preguntas. Pero estas ya no solo para jugadores y entrenador que tienen mucha responsabilidad pero ni mucho menos la única.

¿Por qué se ha despreciado una temporada más el mercado de invierno?

Sabe nuestra secretaría técnica que el Ourense perdió en Enero a su pichichi pero se trajo del “quinto pino” a un luchador como Di Renzo ideal para el sistema de juego que practica? Sabe también que en ese mismo mercado el gran rival se trajo a Hugo Sanz o a Mangana para reforzar su defensa, a Moha para reforzar su juego ofensivo de banda e incluso a un delantero joven de 20 años por lo que pudiera pasar? Tres de estos jugadores fueron titulares ayer.

 El Ourense era un muy buen equipo en la primera vuelta pero es mejor conjunto en la segunda. Se puede decir lo mismo del nuestro?

Por qué se trajo a Azael? ¿Qué aportan Hermelo o Barbeiro?

Cómo se puede decir, Iago, en la rueda de prensa de ayer que la temporada está siendo “exquisita” y “excelente” pero que también lo ha sido la de Ourense y Zamora.?

Creo, Iago, que sabes qué equipo entrenas aunque estoy seguro que allí dentro nadie te lo ha recordado al llegar porque no lo saben.

Una temporada no sé si exquisita o excelente pero desde luego satisfactoria en 2RFEF para el Pontevedra es aquella que termine con el ascenso. O por vía directa o por la de play off.

De lo contrario, ni exquisita ni “leches en vinagre” aunque se hagan 75 puntos. A no ser, eso sí, que el nivel de autoexigencia de esta entidad haya bajado todavía más de lo que creía.   

No puedo hacer eterna esta columna pero muchas más preguntas podrían formularse y en medio de todas ellas por fin el Dios Morfeo tuvo la gentileza de sacarme de mis tribulaciones.

Llegó la mañana y salió el sol y con él la necesidad de no rendirse. De donde había oscuridad ver algo de luz al final del túnel. De donde había tinieblas empezar  a rasgar la niebla aunque sea a machetazos.

Lo primero es acudir a Coruña y cumplir dos objetivos. El primero limpiar al equipo de tarjetas para el play off. Por lo menos, Carlos López y Garay tienen cuatro amarillas y deben salir de Abegondo con la quinta.

Lo segundo es asegurar el segundo puesto que más allá de implicar jugar la primera criba contra un quinto y la vuelta en casa ( lo que ya no sé si es bueno o malo), supondría algo más importante ya que el Pontevedra podría ascender con 4 empates pues en caso de igualdad después de una prórroga subiría el mejor clasificado en la Liga regular. A sí era la campaña pasada y no tengo noticias de que se haya cambiado el sistema para esta.

Quedan tres semanas para el primer partido de eliminatorias.

Es tiempo para que el vestuario se recomponga moralmente de este golpazo. Pero también es tiempo para que se tomen nota de verdad de los errores cometidos.

De nada valdrán los discursos delante de un micrófono hablando de todo menos de fútbol. De nada valdrán las defensas lamentables del balón parado. De nada valdrán las alineaciones titulares preñadas de experimentos con gaseosa. De nada valdrá otra cosa que no sea ver sobre el césped al equipo de gran parte de la primera vuelta.

O todo el mundo da su mejor versión y se deja la vida en el campo, en el banco y en el despacho o acabará por consumarse el gran fracaso que sería quedarse al menos un año más en esta categoría.

La grada? Alguien puede dudar de la grada?

Déjense de historias. Estaremos ahí como siempre hemos estado. Animando incondicionalmente por poco que nos ofrezca el equipo.

Creyendo con ahínco, con resiliencia, haciendo honor al lema de que nunca nos rendimos pero necesitamos retorno de este grupo, por favor, un retorno en forma de fútbol pero también de lucha, amor propio, coraje y personalidad.

Hala Pontevedra siempre!

martes, 16 de abril de 2024

Empuja Pontevedra, empuja.

En esta columna no se va a escribir sobre errores recurrentes a balón parado, penaltis como catedrales enviados al cajón de los nunca pitados o televisiones autonómicas cubiertas de oprobio y sesgos evidentes en su cobertura.

En esta columna se va a hablar del Pontevedra CF.

Hay partidos que se deben afrontar con la mirada al frente, el corazón henchido y la cabeza fría.

Partidos en los que la victoria es tan importante que lo hecho hasta el momento, con sus grandes aciertos y algunos errores, debe quedar aparcado para enfocar el pensamiento solo en ese día, en ese choque, en esos 90 minutos en los que un equipo debe demostrar para qué está hecho y para que lleva jugando toda la temporada.

Empuja Pontevedra, empuja.

No hay mejor ocasión que la que se dibuja este domingo para que la plantilla que tan buenos momentos de fútbol nos ha regalado en esta campaña, se desprenda de cualquier duda, incertidumbre o temor que pueda tener y exprese sobre el césped de Pasaron todo ese juego que lleva dentro y que no puede tener otra consecuencia que el ascenso a 1RFEF.

Es el día para que esa posesión en la que fundamenta su estructura se haga magia sobre el césped y alcance velocidad, profundidad y veneno para embotellar al rival en su parcela.

Es el día para que todas esas vigilancias defensivas se desarrollen con la máxima diligencia tratando de no dejar resquicio alguno a las transiciones que el contrario va a querer desarrollar.

Es el día para que se cuide la pelota como este equipo ya ha demostrado muchas veces que sabe hacerlo y no se tengan pérdidas en zonas comprometidas que den alas a un contrincante que no dudará en sacar rédito de esa circunstancia.

Es el día para colocarnos muy bien en defensa cuando haya que defender faltas o corners y hacerse gigantes, esta vez sí, ante los atacantes visitantes.

Es el día para machacar la portería contraria cada vez que se tenga ocasión para ello y justificar la razón por la que tenemos la mayor cifra goleadora de los 90 conjuntos que forman la categoría.

Empuja Pontevedra, empuja.

El Domingo debe funcionar el colectivo, la ayuda entre todos los futbolistas y reinar la convicción de que somos mejores y que se debe demostrar sobre el terreno de juego.

Debemos estar por encima de los mensajes mediocres e intencionados que ya desde el mismo sábado por la tarde llegan desde el rival hablando de presupuestos y demás historias.

El mismo rival, por cierto, que en el mercado de invierno no ha tenido problema alguno en incorporar a 5 jugadores nuevos pagados, es de suponer, con sugus de limón y piruletas de fresa.

El Domingo debe ser ese día en el que nuestro equipo nos quite a base de fútbol, compromiso y esfuerzo los disgustos y preocupaciones de esa última jugada de Santander, ese córner de Aranda o ese otro de Santiago.

Edu, Mario y Churre deben mandar; Borja, Dalisson, Yelko o Samu, crear; Garay, Alex, Bastos, Chiqui o Gueye, llegar, quebrar y centrar;  Carlos y Rufo marcar.

Empuja Pontevedra, empuja.

Y todo ello deben hacerlo los nuestros (los citados y los que juegan menos pero se entregan igual como Toño, Eneko, Hermelo, Barbeiro, Azael, Manu y el resto de canteranos) acompañados de esa afición que en Santiago emocionó hasta las lágrimas y que una vez más no fallará y poblará en mayor número las gradas del estadio.

Los jugadores deben cumplir con lo suyo. Correr, luchar, desbordar, ser mejores y hacer todo por ganar.

Luego, insisto, estamos nosotros.

Los veteranos entre los veteranos que incluso llegaron a ver al Pontevedra en primera división y cuya fidelidad enternece a la par que demuestra la grandeza de esta entidad.

Los que ya dejaron la juventud hace tiempo y que ya no vieron la mejor versión del club pero sueñan y sueñan con estar otra vez cerca de los grandes y a los que no les mella en su orgullo granate el hecho de llevar décadas en las catacumbas de nuestro fútbol a excepción de aquel año de oasis en el desierto.

Los jóvenes, que ya vieron al Pontevedra luchar varias veces por subir a segunda en play off tan dramáticos y decepcionantes como aquellos del Sevilla B, Córdoba o Alcorcón.

Y los niños, esos niños con los ojos preñados de ilusión y desprovistos de mochila alguna que no sea la sana alegría de ver al Pontevedra conseguir un ascenso que pueda resultar otra oportunidad para que la institución pueda crecer con sentido común.

Todos, en definitiva, miembros de diferentes generaciones pero unidos por el amor a la camiseta y el escudo granate, debemos estar en Pasarón el Domingo para dejarnos el aliento, la voz y parte de nuestra vida ayudando a nuestros jugadores y técnicos a ganar el partido.

Existe una iniciativa desde hace semanas promovida desde el fondo norte consistente en cantar el himno del club en el minuto 41 de cada encuentro.

Las imágenes llegadas desde San Lázaro de ese momento llegan al alma y anegan los ojos.

Los que quieran cantar que canten, los que no se atrevan que alcen sus bufandas al viento en forma de coro a los que sí lo hagan.

Y durante todo el partido que esta afición que sin duda es merecedora de mucho, muchísimo más de lo que le ha dado la entidad en las últimas décadas, anime, presione y se alíe con sus futbolistas en pos de una victoria que dejaría muy cerca el objetivo.

El Pontevedra CF es mucho más que cualquier jugador, entrenador, aficionado o directivo.

No es momento de filias y fobias sino de saber que lo importante es la institución y que si estamos juntos resultamos casi imparables.

EMPUJA PONTEVEDRA, EMPUJA.

lunes, 8 de abril de 2024

De despistes, ocasiones al limbo y grandes mareas

 El partido de ayer contra el Covadonga ni mucho menos pasará a la historia.

Había que ganar en casa a un equipo de la zona baja y se ganó.

Necesitábamos tres puntos para volver a aprovechar los empates a domicilio de Ourense y Zamora y los metimos en nuestro zurrón.

Es cierto, no obstante, que el Pontevedra jugó otro partido en el que volvieron a manifestarse los defectos que viene arrastrando durante toda esta segunda vuelta.

Incluso se puede decir sin faltar para nada a la verdad que la primera parte del equipo fue mala tirando a muy mala.

Fue a lo largo de esa primera parte en la que se vieron algunas de las costuras que el Pontevedra no consigue disimular casi nunca. 

Me refiero a la relajación, los despistes o el "despelote" cuasi general en defensa.

No una sino en dos ocasiones el Covadonga cogió al Pontevedra CF sentado tomándose un pícnic y mirando el paisaje en acciones tan absurdas como saques de banda.

Ya en Aranda hace 7 días pudimos ver alguna acción de este tipo y ayer volvimos a caer en el mismo error y de dos de esos saques de banda pudo el rival (afortunadamente no lo consiguió) sacar auténtico petróleo de nuestros pozos.

No fueron acciones como ante el colista en los que los saques de lateral se asemejaban más a lanzamientos de jabalina que a otra cosa, no. Fueron jugadas en las que simplemente estábamos de "miranda" mientras un delantero recibía de las manos de un compañero en buena posición para hacer peligro.

Envío el Codavonga un balón al poste en una acción en la que el jugador que intentó en última instancia evitar el remate del "9" contrario ni fue un central ni siquiera un lateral. Fue Dalisson.

Y por supuesto nos remataron un córner a dos palmos de nuestra portería que en esta ocasión, para nuestra fortuna, no supuso un tanto en contra sino un cabezazo a escasos centímetros del larguero de Edu.

Hasta aquí la rutina que desgraciadamente nos suena demasiado familiar desde hace demasiado tiempo y con alguna excepción como el día del Avilés. 

Lo que provocó que la primera parte se tornara en preocupante e incluso algo desquiciante fue que a esa "empanada" defensiva a la que ya estamos tristemente acostumbrados, se unió un juego tremendamente lento, tedioso y sin ideas en ataque que apenas inquietó al equipo más goleado del grupo I de la 2RFEF.

Por la banda izquierda la ausencia de Alex se hacía más dolorosa a medida que avanzaba el primer tiempo y Chiqui no conseguía, salvo en una acción que acabó en falta cerca del área, desbordar a su par.

Por la derecha, el experimiento con gaseosa de esta semana consistente en la titularidad de Gueye en detrimento de Garay, tampoco surtió grandes efectos.

No estuvo el senegalés ni mejor ni peor que sus compañeros pero lo que está claro es que tampoco fue capaz de profundizar con peligro por su banda.

El "banquillazo" de Garay puede interpretarse de más de una manera.

La mía es que se debió al hecho de contar con 4 amarillas y al deseo de Iago de protegerle cara a los delicadísimos duelos que vienen a continuación.

De lo contrario, bien podría haber salido al campo igual en lugar de Bastos sin que eso hubiese afectado a la titularidad de un Gueye cuya presencia en la segunda parte se vio truncada, sobre todo, por una tarjeta amarilla que aconsejaba actuar con prudencia ante la indudable fogosidad del africano.

Ni Bastos ni Eneko conseguían desdoblarse en ese primer tiempo en ataque y por el medio Yelko volvió a demostrar que no es en absoluto el de la primera vuelta, Dalisson aportaba las dosis de calidad pero sin pasarse y Borja lo hacía todo con demasiada lentitud.

La afición presente en el estadio que de nuevo no consiguió alcanzar las 3.000 personas, es fiel y paciente, muy paciente.

Sin embargo, estos irreductibles que sueñan con ver a su Pontevedra en un lugar más acorde con sus circunstancias, no son tontos. El paso exasperante de los minutos con esos despistes atrás y el ritmo de fútbol veterano en ataque, empezó a provocar malestar e incluso una pitada bastante llamativa justo antes de que al borde del descanso Dalisson consiguiera meter un buen centro desde la izquierda al que no llegó por poco Bastos pero si Carlos que con tranquilidad  controló y batió sin complicaciones al arquero visitante.

Era el minuto 45 y era la primera ocasión clara del equipo en todo el primer tiempo. 

La segunda parte fue otra cosa. 

Nada más volver de vestuarios Chiqui por fin lograba marcharse por su banda y su centro era rematado de manera espectacular por Dalisson con un remate en el aire que superó al portero a pesar de una desesperada estirada.

Fue un gol precioso y que aseguraba el triunfo. El primero de un Dalisson en casa que a lo largo de la temporada lo buscó con ahínco para acabar encontrándolo ya metidos en el mes de Abril.

Habría que tener mucho cuidado con el futuro de este futbolista joven, con clase y proyección (al igual que con el de un Samu Mayo cuya suplencia me sigue pareciendo realmente llamativa) pues ya resultó demasiado duro y frustrante ver como al final de la temporada pasada se marchaban sin dejar un mísero euro dos jugadores tan importantes como Román y Brais Abelenda.

Ya sé que la dueña del cotarro no "cree en la primera federación" pero quizá siendo precavidos y asegurarse ( o por lo menos hacer todo lo posible)  de que los jugadores con más posibilidades no se vayan de aquí "gratis" podría ayudar a que se pudiera creer un poco más en una categoría que, es cierto, arroja ciertas dudas sobre sus sostenibilidad.

Sí. Ya sé que estos dos buenos jugadores tienen un año más de contrato pero bueno es ir avisando desde ya, que luego nos coge el tren, el avión y hasta la nave espacial.

Tras el gol de Dalisson el partido ya fue completamente controlado a su antojo por el Pontevedra CF.

Y fue a lo largo de esa plácida segunda parte en la que volvieron a aparecer algunos defectos que estos sí son algo más nuevos y no suponen la pérdida de puntos en nuestro casillero.

Me refiero a la cantidad de ocasiones clarísimas que volvieron a desaprovecharse de manera, a veces, incomprensible.

Rufo, que jugó toda la segunda parte en lugar de Gueye provocando que Dalisson se fuera a a la derecha y Carlos López al interior (ubicación en la que volvió a demostrar que puede ser muy válido) tuvo hasta 3 delante del portero. Yelko disfrutó de otra inmejorable y Chiqui lo mismo.

He citado cinco pero realmente fueron más las que se despilfarraron tal y como ya pasó ante el Marino y es realmente una pena que en esos tramos en los que el Pontevedra sí es muy superior y tiene al rival completamente a su merced, no se traduzca dicha superioridad con más goles en el marcador (marcador del estadio, por cierto, que no funcionó en ningún momento en otro de esos símbolos decadentes que por desgracia enseña la entidad demasiado a menudo).

Llega ahora el tramo definitivo de la competición. El último mes de la Liga regular que decidirá si nos vamos de manera directa a 1RFEF o si debemos pasar por la agonía de los play off.

Dos puntos sobre el Ourense, cinco sobre el Zamora y un partido el próximo Domingo en Santiago de una importancia capital.

El club ya se ha movido desde ayer y conseguido un patrocinio para que el primer bus no suponga coste alguno a los integrantes de la marea granate.

Esa marea estará en San Lázaro para empujar a su equipo sabedora de que ya no hay marcha atrás. De que es ahora o nunca. De que el tiempo de las excusas ha terminado y empieza el tiempo de los hechos.

Esa marea granate sabe que en estos partidos de alta tensión, disputados ante un rival que también se juega sus últimas bazas para lograr su objetivo y que al parecer nos tiene muchas ganas, escuchar el aliento desde las gradas resultará oxigeno en vena para los nuestros.

Que bajo el cielo de Compostela se oigan sus cánticos aportará gasolina para las piernas de los futbolistas y que si llegan momentos de duda o incertidumbre no habrá mejor remedio para sacudírselas que escuchar el "Ponte yo te quiero, te vengo a ver" o el "sí joder, que vamos a ascender".

La marea granate no va a fallar y trasladará el océano atlántico de pasión, ánimo y entrega incondicional por estos colores a la capital de Galicia.

Es el momento, por tanto, de que el equipo sea firme, saque a relucir la calidad que atesora y se sumerja en esas olas de cariño a base de fútbol, goles y seguridad en sí mismo.  

 


   

 

lunes, 1 de abril de 2024

Trampas al solitario

Es muy habitual en el mundo del deporte y especialmente en el fútbol, establecer una confrontación entre lo que significa apoyar a tu equipo y criticar o destacar aquellos errores del mismo que acaban por costar puntos en la clasificación.

No tengo duda alguna acerca de que todos y cada uno de los 2.500 que últimamente estamos acudiendo a Pasarón, más aquellos que siguen los partidos por televisión, desean fervientemente que el Pontevedra CF juegue la próxima temporada en 1ª Federación.

Es evidente que todos nosotros, los seguidores, aquellos que nos quedamos sin cenar cuando el resultado no ha acompañado o nos acostamos por la noche ilusionados tras una victoria pensando en las cosas bonitas que vendrán, todos, insisto, no tenemos otro  anhelo que ver al Pontevedra celebrar el ascenso de categoría.

Implica lo anterior no señalar o advertir de los graves y continuados errores del equipo que están poniendo en claro riesgo el objetivo de acabar primeros de grupo? En mi opinión, no.

Está menos identificado con el logro de esa meta que todos perseguimos aquel que se cabrea e incluso se indigna con algunos tantos que el equipo está encajando y que resultan casi inexplicables? En mi opinión, no.

Apoyo? Todo el del mundo. Incondicional, infinito y eterno.

Cerrar los ojos ante algunas situaciones que están dificultando la consecución del ascenso directo y que podrían ser en muchos casos evitables? A mi juicio, tampoco.

Si en los últimos cinco partidos que el Pontevedra ha disputado, el equipo ha recibido goles a balón parado que en más de una ocasión han costado puntos, por defender ese lance del juego de manera deficiente e incluso a veces negligente, hay que decirlo. 

Y hay que decirlo de la misma manera que aquellos que tenemos hijos les apretamos cuando sabemos que no están dando todo lo que podrían a la hora de hacer las tareas, estudiar o incluso comportase en la vida diaria.

Lo hacemos porque los queremos, porque dan sentido a nuestra vida y porque entendemos que esas correcciones e incluso regañinas resultan necesarias para un proceso de aprendizaje por el que todos hemos pasado.

Si te hacen un gol tras un córner en Oviedo mientras todos tus jugadores esperan contemplativos como la pelota atraviesa toda el área de gol hasta llegar a un atacante que tiene tiempo hasta de poner un mantel en la hierba antes de machacar tu portería, hay que decirlo. Ese día no costó puntos, solo algo de sufrimiento, pero hay que decirlo.

Si 15 días después te empatan un partido dos veces, la primera al sencillamente no defender otro saque de esquina y la segunda, irremediable al ser en la última jugada, rematándote en área pequeña con el pié a un metro de tu portero cuando la defensa debía estar perfectamente organizada, hay que decirlo. 

Más jodidos, porque estas acciones costaron dos puntos, pero hay que decirlo. 

Si una semana después en tu casa, un equipo que vino aquí cuasi entregado te marca a la salida de otro corner y tu defensa del mismo volvió a ser invisible, hay que decirlo. Y hay que hacerlo a pesar de que luego el encuentro se acabó ganando con comodidad frente a ese rival que no volvió a salir de su parcela.     

Y si con todos esos antecedentes llegas al feudo del colista y vas ganando 0-1 en el minuto 90, lo mínimo que se debería exigir es haber aprendido la lección y no repetir otra vez una "jaimitada" que provocó la dolorosa pérdida de dos puntos de auténtico oro que ya jamás volverán a nuestro casillero.

Y es que ese saque de esquina que no iba lanzado de manera magistral, encontró a Edu dubitativo y nada contundente, a un Borja que no sabemos muy bien que hacía por ahí estorbando a su compañero y a un Garay que muy sorprendido veía como un balón fácilmente despejable chocaba en su cuerpo para colarse en la portería.

No es forma de perder dos puntos. No lo sería en cualquier caso pero menos cuando estos errores se vienen cometiendo semana tras semana y no se halla la forma de no seguir convirtiendo la defensa del baló parado en una verbena más propia de las fiestas de la Peregrina que de un partido de fútbol en el que tanto había en juego.

No nos engañemos. No fue la única acción de ese corte en el partido "defendida" de manera lamentable.

También en la segunda mitad, el rival botó una falta lateral y encontró más solo en el segundo palo que Tom Hanks en "Naufrago" a un atacante que la dejó limpia para que un compañero fallara lo infallable a un metro de nuestro marco.

Son errores tremendos y repetidos que en este mes han costado 4 puntos que ya estaban prácticamente en la "buchaca".

Podemos hablar después, y tendríamos posiblemente razón, de que el Pontevedra CF no es capaz de controlar los partidos fuera de casa ni yendo con el marcador a favor.

Que a partir del minuto 7 del segundo tiempo el partido se convirtió en un "correcalles" que no nos convenía y que desde el banquillo no se pudo corregir dicha situación.

Que para tener más ese control quizá esa entrada de Mayo, a cuya suplencia sigo sin encontrar justificación suficiente, podría haber sido, no por Dalisson, sino por un Bastos desacertado y que no estaba progresando en ataque.

Que el tradicional cambio de punta allá por el 75 parece responder más a la rutina de un funcionario aburrido que a las verdaderas necesidades que el equipo pueda tener en ese momento.

Que alguna ocasión del rival, como ese uno contra uno de Gonzalo frustrado por un mal bote, podríamos entenderla por el deseo de acumular posesión y a la evidente falta de atención en la vigilancia e incluso velocidad de nuestros centrales.

Que otras oportunidades, al margen de las de balón parado, son menos comprensibles pues muchas llegan por nuestras dificultades a la hora de defender centros laterales.

Que si la pelota de Carlos López va para adentro en vez de estrellarse en el palo o que si Rufo mete esa después del empate que remató en semifallo, otro gallo habría cantado.

Cada uno que se quede con lo que quiera pero lo único evidente y notorio es que al margen de las ocasiones marradas por nosotros y por ellos, al margen de una nueva decepción a la hora de comprobar que el Pontevedra no supo sacar oficio para controlar un partido ante un rival desahuciado, al margen, insisto, de todo eso, el Pontevedra ganaba 0-1 en el minuto 89 y dejó de ganar por encajar otro gol que cabrearía mucho a cualquier entrenador de un equipo cadete.

Decir todo esto es no apoyar al equipo?

Estar alertando semana tras semana que resulta imprescindible la concentración máxima para no encajar goles muy evitables es remar a la contra del objetivo del ascenso?

Recalcar una y otra vez que cometer esos errores el día de la "final" (pues vamos camino por nuestra culpa de que ese partido sea tratado como tal) contra el Ourense podría significar nuestra "condena", significa que se están poniendo piedras en el camino?

Rotundamente no.

Vuelvo a repetir que hay mucho en juego. Resulta hasta comprensible, no deseable, pero comprensible que en momentos del partido el equipo pase por malos momentos y tenga que soportar más el empuje de su rival. Vale. Se entiende. Ese rival también juega y tiene su ilusión.

Ahora, eso es una cosa y otra es "regalar" casi literalmente goles que  a veces no pero que otras veces sí cuestan puntos y hacerlo casi de manera rutinaria.

Eso es lo que no puede ser. Lo que resulta cabreante y lo que el equipo debe corregir ya o de lo contrario verá como el objetivo de todos, el de ellos y el de todos los seguidores granates puede irse al traste.

Apoyo? Todo el del mundo. Incondicional, infinito, eterno.

Eso sí, por favor, no nos hagamos trampas al solitario.