El Pontevedra CF es el equipo más goleador de los 90 conjuntos que configuran la segunda federación y lo es, además, desde hace muchas jornadas.
El equipo que más goles
marca de la categoría casi desde el principio y que llega al área en
innumerables ocasiones a lo largo de la mayoría de sus encuentros no había
disfrutado de ningún penalti a favor en las 13 primeras jornadas de competición
aun habiendo existido acciones
controvertidas dentro de la zona de máximo castigo de alguno de sus rivales.
El Pontevedra CF ha
seguido adelante tanto en esas jornadas (Gimnástica o Guijuelo, por ejemplo) en
las que nada se pitó cuando quizá sí debió haberse pitado, como en otras en las
que sí se señalaron penaltis en contra (Covadonga, sin ir más lejos) que siendo
“pitables” tampoco resultaron clamorosos.
Al Pontevedra CF le
benefició, con matices, la actuación arbitral del pasado Domingo ante el
Compostela y parece que debe pedir perdón a toda la “humanidad futbolística” y
sufrir además como se ataca de manera desmedida a uno de sus jugadores más
longevos de su plantilla.
Vamos con esos matices.
En la jugada que da
lugar al primer penalti, Yelko llega a la dejada de Bastos y golpea la pelota
fuera antes de que Caballé, que venía lanzado, salte y medio caiga sobre él
antes de que la acción termine del todo.
Se suelen señalar esas
acciones como pena máxima? No, porque el balón ya había salido de la esfera de
acción del atacante y la entrada del defensor que llega después no es
especialmente agresiva.
Podría señalarse con el
reglamento en la mano (esa frase tan manida entre los propios colegiados y
aquellos que se dedican a analizar sus decisiones todas las jornadas? Sí. Podría hacerse porque antes de que acabe
la acción existe ese contacto.
¿Habría pitado este
atribulado bloguero ese penalti? No. No lo habría hecho. No me parece
suficiente lo que hace Caballé y creo que es un penalti “afortunado” para el
Pontevedra.
Hablemos de la acción
más polémica.
Guillén atrapa un balón
tras un córner y avanza bastante rápido hacia adelante para tratar de sacar de
puerta. Churre se coloca cerca por delante pero sin tocarle. Es el portero
compostelanista quien en una primera ocasión se echa contra él medio
empujándolo para que se aleje de allí. Churre no lo hace y Guillén saca su
antebrazo y golpea con el mismo a la altura casi del cuello del central de
Marín dentro del área. Churre, al recibir el impacto cae hacia atrás con mucha
fuerza.
Esa es la acción. No es
una radiografía de la misma elaborada con una camiseta granate o blanquiazul
puesta. Eso es lo que pasó.
El árbitro, no sé si
por propia iniciativa o a instancias de su asistente, señala penalti y expulsa
con roja directa al portero del Compostela.
Y otra vez formulo la
pregunta.
Habría pitado este
atribulado bloguero este penalti? Sí. Lo habría hecho porque no veo que Churre
haga falta a Guillén pues en ningún momento toca al portero o impide claramente
que saque de portería y recibe claramente un golpe del cancerbero en la parte
alta del pecho.
Y otra pregunta ¿Habría
expulsado este atribulado bloguero a Guillén? Ahí tengo más dudas. El golpe, insisto, existe
pero en su calificación de agresión quizá el colegiado se excede un poco y bien
podría haber acompañado la indicación del penalti con una tarjeta amarilla a
Guillén.
Hasta aquí lo que pasó
en el campo con respecto a estas dos acciones que influyeron decisivamente en
el devenir del partido al haber sido capaz Rufo de transformar ambos lanzamientos
desde los 11 metros.
Ahora, de largo, lo que
más indignó al que esto escribe después del partido es haber tenido que leer
demasiadas gilipolleces (no se pueden calificar de otra forma) acerca de la
manera de actuar de uno de los capitanes del Pontevedra CF, Victor Vázquez
Churre.
“Que sí antideportivo”,
“que si ya sabemos cómo es”, que si no extraña viniendo de quien viene” (esta
última frase vertida por una persona muy cercana al actual entrenador del
Compostela cuya frase, vertida en “X”, ni siquiera sé exactamente si se refiere
en exclusiva al jugador o al equipo entero pero que destila un rencor que bien
podría ir ya disipándosele)…
El caso es que entre
una frase y otra lo que parecía que se pedía era la ejecución pública del
central granate al alba en la Plaza del Obradoiro combinando el hacha del
verdugo para sajar su cabeza con el desollamiento previo al más estilo “San
Bartolomé”.
Me pareció hasta
escuchar la famosa frase de la reina de corazones en Alicia en el país de las
maravillas. Qué le corten la cabeza. Que le corten la cabeza¡¡¡
Churre lleva en
Pontevedra desde el año 2018. Esta es su sexta temporada aquí.
Este mismo bloguero le
ha criticado duro en ocasiones por cuestiones estríctamente futbolísticas cuando
sus actuaciones no estuvieron a la altura que él mismo ha logrado aquí muchas
veces.
Al margen de la crítica
deportiva legítima que se puede hacer no solo en torno a él sino a cualquiera
de los futbolistas de la plantilla, lo que resulta indudable es que el defensa
de Marín ha jugado algunas veces con molestias porque colocó sus ganas de ayudar
al equipo y su compromiso para con el mismo por delante de esos percances
físicos.
Y además, Churre no es
un jugador violento ni conflictivo ni polémico dentro del césped. Trato de
recordar alguna acción en que pudiera habérsele ido la cabeza y dejar al equipo
desamparado y mi memoria no encuentra ninguna.
Por eso me parece de
una injusticia supina que se trate de colocar a este jugador en el disparadero,
cual Pablo Alfaro o Javi Navarro de los 90, por echarse al suelo tras recibir
el impacto del antebrazo del Guillén.
¿Pudo exagerar algo Churre?
Sí. Para qué negarlo. ¿Simula haber recibido un golpe? No. En absoluto. Lo
recibe.
¿Es Guillén el que
comete el error en esa jugada y da la opción al colegiado no ya de señalar
penalti sino de echarle? Por supuesto que sí.
Centren, por tanto, las
críticas en la acción de un gran guardameta como es Pato Guillén pero que no es
ninguna hermanita de la caridad y dejen en paz a un jugador cuya trayectoria en
Pontevedra no arroja duda alguna sobre su esfuerzo, su dedicación y su
corrección.
Del partido, al margen
de esos cinco minutos en que se decide, que decir?
Pues que el Pontevedra
en la primera parte llevó totalmente el peso del partido ante un Compostela que
emparejó a sus tres jugadores interiores con Mayo, Yelko y Dalisson y que
buscaba hacer daño en alguna contra que cogiera descolocado a los locales.
Al margen de una acción
de saque de banda mal defendida por el Pontevedra en la que Beltrán pudo lanzar
a portería despejando Edu, el Compos apenas inquietó e incluso no pudo hacer
peligro en las pocas acciones a balón parado de las que dispuso y para las que
cuenta con el tremendo buen hacer de Manu Barreiro.
El Pontevedra, por su
parte, alejado otra vez del “Lérez taka” que lleva ya semanas sin aparecer, sí
logró crear peligro en lanzamientos desde fuera del área (dos de ellos de Alex
González), y encontró su mejor ocasión también en los pies de Alex en una
jugada en la que el capitán se escoró un poco pero a su perfil bueno, el
izquierdo, marchándose su remate cerca de uno de los postes de Guillén.
Zabaleta también gozó
de una buena ocasión en la que ni lanzó ni centró paseándose su pelota por las
inmediaciones del área pequeña y en la jugada final, tras unos rechaces
derivados de un córner, también pudo encontrar el gol un Pontevedra que sin
imponerse del todo al Compostela sí estuvo más cerca de decantar la balanza a
su favor.
En la segunda mitad,
tras los dos penaltis, y la segunda expulsión del Compostela por doble amarilla
de Casas (en mi opinión, indiscutible pues su entrada a Alex era claramente
merecedora de amarilla) el partido entró en una dinámica extraña con más de 25
minutos por delante.
Fue ese último tramo
del partido bastante desquiciante e incluso irritante por parte del Pontevedra que
incluso provocó las quejas de algún sector de la afición.
Una cosa es que el
partido con ese 2-0 y jugando contra 9 estuviera decidido y otra distinta es
que te dediques a pasarte la pelota en defensa e incluso al portero decretando
una especie de indulto al rival que apenas sufría para no encajar más goles.
Es cierto que al final,
casi por inercia más que por interés, llegaron algunas ocasiones y ese tercer
gol en el que Carlos López más pareció que quería pasar que tirar pero que
cogió a contrapié al portero visitante para hacer el último tanto del partido.
Fueron minutos en que volvieron a verse tics o
señales de soberbia o dejadez ya apreciadas en la segunda parte contra el
Arandina y que por lo menos al que esto escribe le parecen realmente
desconcertantes.
En definitiva, el
Pontevedra CF se hizo con tres puntos muy importantes por muchas razones.
La primera porque nos
devuelve a la dinámica de la victoria tras el varapalo sufrido en Asturias.
La segunda porque se
consiguió ante un gran rival que cuenta con muy buenos jugadores y que vuelve a
estar a 7 puntos en la clasificación.
Y la tercera porque, a
pesar de esa idea que no comparto alegada por Iago de que los puntos a estas
alturas no son importantes (claro que los son, siempre lo son), aprovechamos
las derrotas fuera de Ourense y Zamora y nos colocamos a dos del primero y a uno del segundo.
Espera precisamente el
líder el Sábado que viene.
El escenario no es el
más propicio para el Pontevedra, campo pequeño y sintético, tal y como ya
comprobamos frente al Covadonga.
El equipo debe dar
claramente un plus. Debe salir a Oira sabiendo la importancia que tendría dar
un golpe encima de la mesa como el que propinó en Zamora.
Veremos qué pasa.
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