Aquellos que de forma habitual pierden un poco de su tiempo para leer este blog saben que me gusta cada cierto tiempo mostrar mi agradecimiento por ello.
Ese agradecimiento se
dirige tanto a los que tras efectuar su lectura muestran su conformidad con lo
escrito como a los que a través de comentarios o redes sociales indican alguna
cuestión sobre la que no están de acuerdo o incluso a veces enriquecen la columna
aportando datos o rectificando alguno en que este bloguero (más atribulado que
nunca) haya podido cometer un error.
En esta ocasión, además
de esas eternas gracias por el muy considerable número de lecturas que acumula
muchas semanas este espacio, debo ofrecer mis disculpas.
Sí. Debo pedir perdón a
aquellos que entren esta semana en “En clave granate” en busca de esperanza o
algo de optimismo de cara al futuro más inmediato que tiene el equipo por
delante.
Antes del crucial
partido contra el Ourense CF, titulé una entrada “Empuja, Pontevedra empuja” en
referencia no solo al equipo sino a la entidad y a afición en general de cara
al duelo de la máxima trascendencia que se iba a encarar en unos días.
Y vaya si empujó la
gente.
Casi 8.000 personas en
el campo para dar su apoyo a un equipo que se venía medio cayendo desde hacía
semanas pero que todavía podía conseguir más de medio ascenso en Pasarón
ganando al conjunto pontino.
La gente apoyó, sí. La
afición estuvo, sí. El equipo y su entrenador, no.
El Ourense tenía un
plan. Aguantar, defender y en un momento determinado cambiar alguna pieza y
buscar un balón parado ganador. Ese plan bien trazado se cumplió y el
Pontevedra CF dio con sus huesos en el play off al no ser capaz ni de empatar
en casa aquel día.
Tras dos semanas de
penitencia por la Liga, rumiando rabia, decepción y tristeza, llegaba la última
oportunidad para salir de esta insoportable categoría a través de las
eliminatorias a ida y vuelta.
“Adelante Pontevedra CF”,
titulé esta vez ya más en dirección al propio entrenador a y a los futbolistas.
Aprender de los
errores, tener personalidad, máxima concentración y a partir de ahí a ganar
porque podéis, porque tenéis la calidad requerida para ello y porque sois
mejores que el rival.
Ese en síntesis podría
ser un sucinto resumen de ese escrito otra vez preñado de confianza y en la
convicción de que el equipo habría reflexionado y que no se volverían a cometer
las mismas torpezas de siempre.
M equivoqué.
Me equivoqué con todo
el equipo, nunca mejor dicho, y el partido que se disputó en La Romareda fue,
en rasgos generales, el mismo partido que llevamos viendo desde hace meses.
Tras unos primeros
minutos de “empanada” se consiguió coger el rumbo del choque y la primera parte
se empezó a disputar con sentido y cierta intención.
El balón era nuestro y
el rival esperaba, sí, porque sabía que esperando y no desesperando llegaría el
error de siempre del Pontevedra CF.
Aún así, insisto, el
primer tiempo se jugó de forma inteligente y eficiente por nuestra parte.
Supongo que por una
orden táctica ya preconcebida, esa posesión que era lenta pero no cansina ni
estéril, se volcaba casi siempre hacia nuestra banda izquierda para que Chiqui
encarara a su par y tratará de sacar réditos.
No estuvo en su mejor
día el ex futbolista del Coruxo. Trató de desbordar, es cierto, pero pocas
veces lo logró y cuando lo hizo no fue capaz de sacar ese centro venenoso que
provocase que su acción fuese realmente productiva.
A pesar de ello, sus
penetraciones dieron lugar a varios saques de esquina (sacados tan mal como
casi siempre) y contribuyeron a consolidar al equipo en el partido.
Luego llegó la obra de
arte de Dalisson.
Control excelso, regate
maravilloso y disparo fulminante para hacer un tanto de bandera y confirmar que
el Pontevedra estaba mejor que su joven rival y que se podría hacer incluso más
sangre.
El resto del primer
tiempo no estuvo del todo mal. Se perdió, quizá, un poco de esa intención en la
posesión pero llegaron dos acciones que de haber estado acertados en el pase
decisivo se podría haber hecho mucho daño a la contra.
Tras el descanso y con
cada vez más calor sobre el césped, las cosas empezaron a cambiar. No de forma
brusca sino sutil, sibilina, como tantas otras veces ya ha pasado.
El Pontevedra CF seguía
teniendo el balón y su sensación de control era evidente pero con el paso de
los minutos ya esa posesión pasó de ser algo lenta a directamente cansina,
incluso algo desganada, y nuestras apariciones por las inmediaciones del área rival
eran cada vez menos.
El Aragón empezó a meter
algún cambio y desde fuera empezó a dar la impresión clara de que nosotros
también necesitábamos relevos, aire fresco sobre el campo, piernas nuevas que
ayudaran a sobrellevar esa segunda parte con calor y la lógica tensión del choque.
Esos cambios no se
hicieron.
Y luego llegó lo peor.
Llegó lo de siempre. Llegó otra vez lo único que no podía volver a llegar y que
va camino de apartarnos de cualquier posibilidad de ascenso.
Ya minutos antes del
corner a través del cual llegó el empate, el filial maño sacó otro que fue
penosamente defendido y que acabó con el balón en plena área pequeña rebotando
contra el cuerpo de Mario Gomez. ¿No os recuerda a algo?
Por suerte, en esta
ocasión, dicho rebote fue flojo y la pelota acabó en las manos de Edu.
Qué decir del saque de
esquina posterior que terminó en gol?
Otra vez se permite una
peinada cerca del primer palo, otra vez llega otro atacante al segundo y con
una de sus piernas empujaba la pelota a la red mientras Edu ya llevaba algunos
segundos dentro de su propio marco.
Descorazonador,
realmente descorazonador. Otra vez y otra y otra y otra y otra y otra y otra….
Puedo admitir que la
posesión de la que hablaba antes se volviera cada vez más monótona y sin
sentido producto de la temperatura y de la actitud de un rival que no se quería
romper porque era conocedor de lo que había.
Puedo admitir también,
aunque ya con muchas más dificultades de comprensión, que no se hubiera
efectuado antes algún cambio para tratar de dotar al equipo de más punch,
fuerza, energía o como se le quiera llamar.
Daría por bueno todo
eso si al menos fuéramos capaces de defender nuestro área como un equipo
responsable y serio y no como un conjunto de niños de guardería incapaces de
comportase con la más mínima diligencia defensiva.
Porque esa negligencia,
porque esos errores asquerosos invalidan y hacen más grotesco todo lo anterior.
Por qué no sigues yendo
tras el 0-1 a por el partido cuando tu rival está tocado y puedes hacer más
daño?
Por qué no haces
cambios cuando el equipo empezaba a pedirlos a gritos para seguir metiendo al contrario
cerca de su área?
Si no regalas, sigues
moviendo el balón como la rueda de un reloj de pared y te llevas el 0-1 (que
sin duda es un gran resultado) pues se podría decir que los dejamos algo vivos
pero que lo tenemos muy bien para la vuelta.
Ahora, si no vas a por
ellos y aún por encima les das la razón cometiendo la misma negligencia de
siempre es que no tienes perdón de Dios; es que no eres un equipo responsable;
es que da la sensación de que te ríes en la cara de la gente y le tomas el
pelo.
Después del 1-1, sí,
los cambios.
Y después del 2-1 en el
88, producto de una falta bien tirada desde la frontal en la que volvimos a ser
frágiles en la jugada previa, otros dos cambios.
Siento la expresión vulgar pero es que es para
mear y no echar gota.
En vez de utilizar las
sustituciones cuando ganabas pero ibas a menos y necesitabas aire, las haces
después de los mazazos y casi sin tiempo para nada.
Y todo ello contra un
Aragón que es un grupo de muchachos barbilampiños y que contaba con cuatro
bajas, tres de las cuales eran realmente importantes.
Y todo ello, después del
2-1, cayendo en las provocaciones de ese grupo de semi niños y cargándonos de tarjetas
por mostrar tarde y mal ese genio que tendría que haber surgido antes jugando
al fútbol y no discutiendo chorradas cuando el mal ya estaba hecho.
Por todas estas cosas
es por las que ofrezco mis disculpas porque soy incapaz de encontrar algo de
optimismo o luz entre tanta incompetencia.
Y tengo en cuenta,
además, que el rival es perfectamente eliminable. Que estuvo a nuestra merced
más de media hora de la ida. Que cualquier victoria en Pasarón, cualquiera, nos
clasifica. Que lo normal sería darle la vuelta porque el Pontevedra es mucho
mejor que el Aragón y que caer contra esta gente sería un ridículo notable.
Pero no veo alma. No
veo, salvo excepciones, coraje. No veo garra ni rebeldía ni un mínimo propósito
de enmienda para no volver a caer en lo mismo. No veo ningún motivo para no creer
que el Aragon no vaya a hacer otro gol a balón parado, mejor dicho, estoy casi
seguro que lo hará y que tendremos que hacer un mínimo de 2 goles para pasar.
Estoy cansado de
escuchar a este entrenador hablar de “temporadón”, de campaña excelente, de los
datos del fútbol virtual, de pequeños detalles…
Estoy hastiado de
recordar que el Pontevedra no debe estar en 2RFEF y que no subir sería un fracaso
estrepitoso que me cuesta un montón asumir.
Ahora, mejor dicho,
desde ayer mismo ya se oyen apelaciones al apoyo de la afición, a la
posibilidad de llenar el campo, a ollas a presión, a calderas etc etc.
El equipo tardó poco,
por cierto, frente al Ourense en meter tanto cloroformo al partido que los casi
8.000 que allí estábamos fuimos casi desconectados por nuestros propios
futbolistas a base de jugar andando.
Lo que yo me pregunto,
en cambio, es lo siguiente.
¿Quién apoya a la
afición?
El Pontevedra y su
entrenador (el cual en la rueda de prensa previa a jugar contra el Fabril llegó
decir que todo el mundo habría firmado llegar a esta situación a falta de 2
choques cuando en realidad ya no dependíamos de nosotros) piensan salir a
Pasarón el Domingo a jugar andando desde el principio con ese “mantra” de que hay
90 minutos para hacer un gol?
El Pontevedra y su
entrenador, en el caso de que se ponga por delante en el marcador, piensa de
nuevo amnistiar a este grupo de “mozalbetes mañicos” y dejar que pasen los
minutos hasta que en el tramo final un balón parado nos mande a la mierda?
El Pontevedra y su
entrenador van a mostrar un mínimo de amor propio, de ímpetu, de alma en el
campo que en absoluto resulta incompatible con mantener la cabeza en el
partido?
El Pontevedra y su
entrenador van a honrar el apoyo que sin ninguna duda se le va a brindar por
parte de miles de aficionados que están muy por encima de ellos con un partido
digno de un equipo que tiene como objetivo ineludible el ascenso de categoría?
El entorno del
Pontevedra CF, en forma de medios de comunicación, va a dejar de tomar como una
coartada la necesidad de apoyo que tiene el equipo para seguir callando y no
preguntar lo que habría que preguntar?
Por todo esto y mucho
más soy incapaz, lo siento, de confiar en que el Domingo el Pontevedra CF será un
equipo de verdad y no creado por ordenador.
Pasar la eliminatoria
debería ser obligatorio pero el equipo da síntomas cada vez más evidente de que
está medio muerto y de que no será capaz.
La coartada del apoyo.
No critiquéis ahora. Hacedlo luego, Ahora hay que apoyar.
Luego? Cuando? Cuándo
nos hayan echado y humillado una vez más?
Lo siento, pero no.
Todos los componentes
de esta entidad deben ser conscientes de lo que hay en este momento.
Y hay que rectificar
ahora, Cuando hay tiempo. Cuando hay vida. No después. Cuando se haya cerrado
el ataúd.
O se juega como un
equipo de carne y hueso el domingo, o estaremos en la calle.
Claro que hay apoyo.
Incondicional, profundo, numeroso pero aquel no debe ser utilizado como
coartada sino como obligación para dar lo mejor de que cada uno tiene dentro.
Estamos al borde del
precipicio.