lunes, 13 de mayo de 2024

El apoyo como coartada.

Aquellos que de forma habitual pierden un poco de su tiempo para leer este blog saben que me gusta cada cierto tiempo mostrar mi agradecimiento por ello.

Ese agradecimiento se dirige tanto a los que tras efectuar su lectura muestran su conformidad con lo escrito como a los que a través de comentarios o redes sociales indican alguna cuestión sobre la que no están de acuerdo o incluso a veces enriquecen la columna aportando datos o rectificando alguno en que este bloguero (más atribulado que nunca) haya podido cometer un error.

En esta ocasión, además de esas eternas gracias por el muy considerable número de lecturas que acumula muchas semanas este espacio, debo ofrecer mis disculpas.

Sí. Debo pedir perdón a aquellos que entren esta semana en “En clave granate” en busca de esperanza o algo de optimismo de cara al futuro más inmediato que tiene el equipo por delante.

Antes del crucial partido contra el Ourense CF, titulé una entrada “Empuja, Pontevedra empuja” en referencia no solo al equipo sino a la entidad y a afición en general de cara al duelo de la máxima trascendencia que se iba a encarar en unos días.

Y vaya si empujó la gente.

Casi 8.000 personas en el campo para dar su apoyo a un equipo que se venía medio cayendo desde hacía semanas pero que todavía podía conseguir más de medio ascenso en Pasarón ganando al conjunto pontino.

La gente apoyó, sí. La afición estuvo, sí. El equipo y su entrenador, no.

El Ourense tenía un plan. Aguantar, defender y en un momento determinado cambiar alguna pieza y buscar un balón parado ganador. Ese plan bien trazado se cumplió y el Pontevedra CF dio con sus huesos en el play off al no ser capaz ni de empatar en casa aquel día.

Tras dos semanas de penitencia por la Liga, rumiando rabia, decepción y tristeza, llegaba la última oportunidad para salir de esta insoportable categoría a través de las eliminatorias a ida y vuelta.

“Adelante Pontevedra CF”, titulé esta vez ya más en dirección al propio entrenador a y a los futbolistas.

Aprender de los errores, tener personalidad, máxima concentración y a partir de ahí a ganar porque podéis, porque tenéis la calidad requerida para ello y porque sois mejores que el rival.

Ese en síntesis podría ser un sucinto resumen de ese escrito otra vez preñado de confianza y en la convicción de que el equipo habría reflexionado y que no se volverían a cometer las mismas torpezas de siempre.

M equivoqué.

Me equivoqué con todo el equipo, nunca mejor dicho, y el partido que se disputó en La Romareda fue, en rasgos generales, el mismo partido que llevamos viendo desde hace meses.

Tras unos primeros minutos de “empanada” se consiguió coger el rumbo del choque y la primera parte se empezó a disputar con sentido y cierta intención.

El balón era nuestro y el rival esperaba, sí, porque sabía que esperando y no desesperando llegaría el error de siempre del Pontevedra CF.

Aún así, insisto, el primer tiempo se jugó de forma inteligente y eficiente por nuestra parte.

Supongo que por una orden táctica ya preconcebida, esa posesión que era lenta pero no cansina ni estéril, se volcaba casi siempre hacia nuestra banda izquierda para que Chiqui encarara a su par y tratará de sacar réditos.

No estuvo en su mejor día el ex futbolista del Coruxo. Trató de desbordar, es cierto, pero pocas veces lo logró y cuando lo hizo no fue capaz de sacar ese centro venenoso que provocase que su acción fuese realmente productiva.

A pesar de ello, sus penetraciones dieron lugar a varios saques de esquina (sacados tan mal como casi siempre) y contribuyeron a consolidar al equipo en el partido.

Luego llegó la obra de arte de Dalisson.

Control excelso, regate maravilloso y disparo fulminante para hacer un tanto de bandera y confirmar que el Pontevedra estaba mejor que su joven rival y que se podría hacer incluso más sangre.

El resto del primer tiempo no estuvo del todo mal. Se perdió, quizá, un poco de esa intención en la posesión pero llegaron dos acciones que de haber estado acertados en el pase decisivo se podría haber hecho mucho daño a la contra.

Tras el descanso y con cada vez más calor sobre el césped, las cosas empezaron a cambiar. No de forma brusca sino sutil, sibilina, como tantas otras veces ya ha pasado.

El Pontevedra CF seguía teniendo el balón y su sensación de control era evidente pero con el paso de los minutos ya esa posesión pasó de ser algo lenta a directamente cansina, incluso algo desganada, y nuestras apariciones por las inmediaciones del área rival eran cada vez menos.

El Aragón empezó a meter algún cambio y desde fuera empezó a dar la impresión clara de que nosotros también necesitábamos relevos, aire fresco sobre el campo, piernas nuevas que ayudaran a sobrellevar esa segunda parte con calor y la lógica tensión del choque.

Esos cambios no se hicieron.

Y luego llegó lo peor. Llegó lo de siempre. Llegó otra vez lo único que no podía volver a llegar y que va camino de apartarnos de cualquier posibilidad de ascenso.

Ya minutos antes del corner a través del cual llegó el empate, el filial maño sacó otro que fue penosamente defendido y que acabó con el balón en plena área pequeña rebotando contra el cuerpo de Mario Gomez. ¿No os recuerda a algo?

Por suerte, en esta ocasión, dicho rebote fue flojo y la pelota acabó en las manos de Edu.

Qué decir del saque de esquina posterior que terminó en gol?

Otra vez se permite una peinada cerca del primer palo, otra vez llega otro atacante al segundo y con una de sus piernas empujaba la pelota a la red mientras Edu ya llevaba algunos segundos dentro de su propio marco.   

Descorazonador, realmente descorazonador. Otra vez y otra y otra y otra y otra y otra y otra….

Puedo admitir que la posesión de la que hablaba antes se volviera cada vez más monótona y sin sentido producto de la temperatura y de la actitud de un rival que no se quería romper porque era conocedor de lo que había.

Puedo admitir también, aunque ya con muchas más dificultades de comprensión, que no se hubiera efectuado antes algún cambio para tratar de dotar al equipo de más punch, fuerza, energía o como se le quiera llamar.

Daría por bueno todo eso si al menos fuéramos capaces de defender nuestro área como un equipo responsable y serio y no como un conjunto de niños de guardería incapaces de comportase con la más mínima diligencia defensiva.

Porque esa negligencia, porque esos errores asquerosos invalidan y hacen más grotesco todo lo anterior.

Por qué no sigues yendo tras el 0-1 a por el partido cuando tu rival está tocado y puedes hacer más daño?

Por qué no haces cambios cuando el equipo empezaba a pedirlos a gritos para seguir metiendo al contrario cerca de su área?

Si no regalas, sigues moviendo el balón como la rueda de un reloj de pared y te llevas el 0-1 (que sin duda es un gran resultado) pues se podría decir que los dejamos algo vivos pero que lo tenemos muy bien para la vuelta.

Ahora, si no vas a por ellos y aún por encima les das la razón cometiendo la misma negligencia de siempre es que no tienes perdón de Dios; es que no eres un equipo responsable; es que da la sensación de que te ríes en la cara de la gente y le tomas el pelo.

Después del 1-1, sí, los cambios.

Y después del 2-1 en el 88, producto de una falta bien tirada desde la frontal en la que volvimos a ser frágiles en la jugada previa, otros dos cambios.

 Siento la expresión vulgar pero es que es para mear y no echar gota.

En vez de utilizar las sustituciones cuando ganabas pero ibas a menos y necesitabas aire, las haces después de los mazazos y casi sin tiempo para nada.

Y todo ello contra un Aragón que es un grupo de muchachos barbilampiños y que contaba con cuatro bajas, tres de las cuales eran realmente importantes.

Y todo ello, después del 2-1, cayendo en las provocaciones de ese grupo de semi niños y cargándonos de tarjetas por mostrar tarde y mal ese genio que tendría que haber surgido antes jugando al fútbol y no discutiendo chorradas cuando el mal ya estaba hecho.

Por todas estas cosas es por las que ofrezco mis disculpas porque soy incapaz de encontrar algo de optimismo o luz entre tanta incompetencia.

Y tengo en cuenta, además, que el rival es perfectamente eliminable. Que estuvo a nuestra merced más de media hora de la ida. Que cualquier victoria en Pasarón, cualquiera, nos clasifica. Que lo normal sería darle la vuelta porque el Pontevedra es mucho mejor que el Aragón y que caer contra esta gente sería un ridículo notable.

Pero no veo alma. No veo, salvo excepciones, coraje. No veo garra ni rebeldía ni un mínimo propósito de enmienda para no volver a caer en lo mismo. No veo ningún motivo para no creer que el Aragon no vaya a hacer otro gol a balón parado, mejor dicho, estoy casi seguro que lo hará y que tendremos que hacer un mínimo de 2 goles para pasar.

Estoy cansado de escuchar a este entrenador hablar de “temporadón”, de campaña excelente, de los datos del fútbol virtual, de pequeños detalles…

Estoy hastiado de recordar que el Pontevedra no debe estar en 2RFEF y que no subir sería un fracaso estrepitoso que me cuesta un montón asumir.

Ahora, mejor dicho, desde ayer mismo ya se oyen apelaciones al apoyo de la afición, a la posibilidad de llenar el campo, a ollas a presión, a calderas etc etc.

El equipo tardó poco, por cierto, frente al Ourense en meter tanto cloroformo al partido que los casi 8.000 que allí estábamos fuimos casi desconectados por nuestros propios futbolistas a base de jugar andando.

Lo que yo me pregunto, en cambio, es lo siguiente.

¿Quién apoya a la afición?

El Pontevedra y su entrenador (el cual en la rueda de prensa previa a jugar contra el Fabril llegó decir que todo el mundo habría firmado llegar a esta situación a falta de 2 choques cuando en realidad ya no dependíamos de nosotros) piensan salir a Pasarón el Domingo a jugar andando desde el principio con ese “mantra” de que hay 90 minutos para hacer un gol?

El Pontevedra y su entrenador, en el caso de que se ponga por delante en el marcador, piensa de nuevo amnistiar a este grupo de “mozalbetes mañicos” y dejar que pasen los minutos hasta que en el tramo final un balón parado nos mande a la mierda?

El Pontevedra y su entrenador van a mostrar un mínimo de amor propio, de ímpetu, de alma en el campo que en absoluto resulta incompatible con mantener la cabeza en el partido?

El Pontevedra y su entrenador van a honrar el apoyo que sin ninguna duda se le va a brindar por parte de miles de aficionados que están muy por encima de ellos con un partido digno de un equipo que tiene como objetivo ineludible el ascenso de categoría?

El entorno del Pontevedra CF, en forma de medios de comunicación, va a dejar de tomar como una coartada la necesidad de apoyo que tiene el equipo para seguir callando y no preguntar lo que habría que preguntar?

Por todo esto y mucho más soy incapaz, lo siento, de confiar en que el Domingo el Pontevedra CF será un equipo de verdad y no creado por ordenador.

Pasar la eliminatoria debería ser obligatorio pero el equipo da síntomas cada vez más evidente de que está medio muerto y de que no será capaz.

La coartada del apoyo. No critiquéis ahora. Hacedlo luego, Ahora hay que apoyar.

Luego? Cuando? Cuándo nos hayan echado y humillado una vez más?

Lo siento, pero no.

Todos los componentes de esta entidad deben ser conscientes de lo que hay en este momento.

Y hay que rectificar ahora, Cuando hay tiempo. Cuando hay vida. No después. Cuando se haya cerrado el ataúd.

O se juega como un equipo de carne y hueso el domingo, o estaremos en la calle.

Claro que hay apoyo. Incondicional, profundo, numeroso pero aquel no debe ser utilizado como coartada sino como obligación para dar lo mejor de que cada uno tiene dentro.

Estamos al borde del precipicio.

lunes, 6 de mayo de 2024

ADELANTE PONTEVEDRA CF

Desde el mismo instante que el balón de Facu Ballardo penetró en la portería de Edu Sousa sentenciando así el duelo en el que se decidía el ascenso directo, el Pontevedra se sabía "condenado" al purgatorio (o al infierno, ojalá no) de las eliminatorias a doble vuelta para lograr el único objetivo que esta entidad puede tener en 2RFEF, el ascenso.

Han sido dos semanas largas, teñidas con ese color gris oscuro de la decepción que provoca haber dejado escapar algo que nunca debió fugarse ante tu propia gente.

En Coruña se sumó un punto a duras penas para certificar un segundo puesto mucho más importante de lo que parece de cara al play off y ayer mismo se cerró la Liga regular con un partido descafeinado en el que el Pontevedra jugó por inercia y su rival, el Racing Villalbés, confirmó definitivamente su descenso tras una segunda vuelta en la que se pareció poco o nada al equipo rocoso y difícil de vencer que fue en la primera parte del campeonato.   

Poco o nada se puede rescatar de lo de ayer si hablamos en clave granate.

Si acaso la constatación de que ni nuestro único internacional ni nuestro único "refuerzo invernal" jugaron de titulares en un partido en el que aparecieron en la alineación inicial cuatro o cinco jugadores que pocas veces lo habían sido a lo largo de la temporada.

Como punto indudablemente positivo, la ausencia de lesiones o expulsiones que posibilitan que todos los futbolistas se encuentren aptos para afrontar la ida de la primera eliminatoria dentro de seis días.

Con todas las reservas del mundo pues el encuentro no valía absolutamente para nada desde la perspectiva pontevedresa, resultó interesante ver como este triángulo formado por Samu en el vértice y Borja y Toño por delante funcionó más que correctamente tanto a la hora de mover la pelota como este equipo necesita como a la hora aportar algo más de fuerza en los duelos y más capacidad para recuperar balón tras unas pérdidas que ayer, especialmente en la primera parte que es cuando hubo algo de partido, fueron muy pocas. 

También a la hora de llegar al área contraria pues de esa forma llegó el único gol del partido. Buena jugada de Dalisson por la izquierda, con pase al desdoblamiento de Eneko y centro de este para que Toño llegando desde atrás empujase el balón al fondo de la portería de un muy buen portero visitante.

Hablando de porteros. Debutó esta campaña Manu Vizoso y lo hizo bien. No cometió errores, jugó con el pié como este equipo exige y acabó por cumplimentar una actuación muy aseada.

Con las mismas reservas que se deben tener para con los buenos detalles, hay que tenerlos con los malos pero relativizar y tener en cuenta el contexto en el que se jugaba el choque no quiere decir que no se citen aquellas cosas que por lo menos a este atribulado bloguero le gustaron menos.

Y en ese apartado está Rufo. 

En la jugada en la que un defensa rival le cede por error un balón para poder encarar con todo el tiempo del mundo al portero contrario, un delantero no puede finalizar tan mal, tan horrorosamente mal.

A Rufo se le necesita. Por su experiencia, por su trabajo, por su incuestionable identificación con esto... pero también se le necesita por sus goles, esos que sí pudo convertir en la primera vuelta pero no en la segunda.

Falló una muy clara en Aranda en la última jugada, falló ante el Marino varias, también el día clave no estuvo fino en una acción que pudo ser decisiva y ayer entregó literalmente otra ocasión muy clara a las manos del portero.

El fútbol es caprichoso, mucho. Y Rufo tiene gol, lo ha tenido siempre. Es posible, que feliz nos haría a todos, que el gol del ascenso llegue por mediación suya pero para ello debe ganar toda la confianza que parece haber perdido a lo largo de estos meses. Está a tiempo de recuperarla, de creer otra vez en él si es que ha dejado de hacerlo pues minutos va a tener en esta crucial fase de la competición.

La Liga regular ya es historia. No se ha conseguido el ascenso por la vía directa y sin solución de continuidad pero con estas dos semanas en la que espero de todo corazón que el equipo se haya mentalizado para lo que le espera, aparece ya el partido de ida de la primera eliminatoria a vida o muerte.

El rival que ha tocado en suerte es el Deportivo Aragón, filial del histórico Real Zaragoza que pena por segunda división desde hace más de una década.

Algunos seguro que habrían preferido a otro de los posibles rivales, otros (entre los que confieso encontrarme) no le ha parecido mal el nombre que ha salido en la papeleta. 

Ahora bien, una cosa tengo muy clara, tan límpida como el agua fresca que mana de una fuente en un día caluroso de verano, dará igual el rival que nos haya correspondido si el Pontevedra CF no ha logrado aprender nada de lo que le ha pasado a lo largo de casi toda la segunda vuelta.

Hay una corriente de opinión que afirma que todo se decidió en una jornada y que los 90 minutos contra el Orense con esa dura derrota fue la que nos condenó.

Matemáticamente, quizá sí. Ganar aquel día era casi lograrlo y perder quedar fuera.

El problema es que no había necesidad de jugárselo al todo nada ese día.

Se falló en casa ante el Zamora, se falló en Santander, en Aranda e incluso en Santiago a pesar de algunas jugadas controvertidas.

Todos esos días y otros en los que a pesar de ello se sacó el resultado, el Pontevedra regaló goles increíbles a balón parado y las veces en las que estuvo con ventaja fue incapaz de gestionar la misma con eficacia, oficio y personalidad sobre el césped.

Existe la cara A del fútbol que es aquella en la que aparece ese pase maravilloso, esos diez minutos de toque preciosista e incluso ese gol que pone en franquía un marcador.

Sin embargo, luego también existe la cara B. 

Esa cara en la que si te has logrado poner por delante en el marcador pero no sentenciar el choque debes mostrarte más seguro que nunca en la labor de seguir combinando, moviendo al rival aunque no encuentres profundidad, evitando pérdidas absurdas en zonas comprometidas del campo.

Es esa cara B en la que tú rival, que también juega, aprovecha por sus mejores momentos y te aprieta y exige que aparezcas más que nunca. Que aparezca la seriedad defensiva, la máxima concentración en el balón parado, tu oficio para parar el partido si hace falta, para meterle cloroformo, para cuando estás al límite  salga tu personalidad para apagar los incendios que el contrario ha intentado prender.

Eso he echado muchísimo de menos en el equipo desde hace meses. Dominar tu área con uñas y dientes y dominar la contraria no marrando ocasiones a veces sonrojantes que hacen crecer a los rivales. Que apareciera el oficio, esa personalidad que a veces ha faltado.  

Sea como fuere, el filial zaragocista ha anunciado hoy mismo que el partido de ida se jugará el Domingo por la mañana en el mismísimo campo de La Romareda.

Ni que decir tiene que el Aragón derrochará energía, ilusión y esa casi despreocupación de la que rezuman los filiales cuando afrontan fases en las que el ascenso es un premio y no una obligación.

Cuentan con un tridente formado por Mañas, Cuenca y Fabio que ha logrado 27 de los 51 goles que han logrado en Liga y a un juvenil, Adrián Liso, que ya ha debutado e incluso marcado un gol en Huesca con el primer equipo zaragocista. Hablan muy bien de este futbolista.

Por contra, este filial ha encajado 40 goles, cifra nada desdeñable, y ha quedado a 26 puntos del Bilbao Athletic, a 20 del Barakaldo y a 15 del Ud Logroñés.

Además, es un filial al uso, es decir, muy joven y con poca experiencia, lo que puede resultar clave a la hora de afrontar la vuelta en Pasarón ante, ojalá, un gran número de aficionados granates.

No nos engañemos, La eliminatoria, como todas las de ida y vuelta, será difícil y comprometida. Lo habría sido igual ante el At. Paso, Betis o Lleida.

Es hora de nuevo de mostrarle al Pontevedra CF, a nuestros jugadores y nuestro cuerpo técnico, todo nuestro apoyo, nuestro ánimo, nuestras ganas de conseguir el ascenso que tanto necesitamos.

No obstante, es hora también de pedirles que se acaben las excusas, la suficiencia e incluso los miedos.

Necesitamos la mejor versión del equipo tanto en la cara A del fútbol como en la cara B. 

Ya no hay vuelta atrás. No hay más opciones o matas o te matan. Y el Pontevedra si está concentrado, si tiene confianza, si cree de verdad en que pude hacerlo, tiene argumentos más que de sobra para matar a este Aragón o a cualquier otro rival que se ponga por delante.

Adelante Pontevedra CF. Jueguen, luchen, ganen. 

Nosotros, como siempre, estaremos hay detrás, con ustedes.