No me cabe duda alguna
que para entender la importancia de una institución resulta obligatorio conocer
siquiera someramente la historia acumulada dentro de sus “huesos”.
Bucear en ella
de vez en cuando no para realizar un ejercicio de simple nostalgia trasnochada
sino para descubrir una vez más la grandeza de una sociedad que alberga un
sentimiento tan profundo debería ser una tarea imperativa para todos
aquellos que de una u otra forma pertenecen a la misma.
Esta semana,
concretamente el próximo Sábado, se cumplirán cincuenta años del logro más
importante que el Pontevedra CF ha tenido a bien conseguir en sus casi setenta
y cinco años de dilatado peregrinaje.
En una entrevista
deliciosa publicada por el Diario de Pontevedra, José Miguel Odriozola
recordaba aquella singular jornada de Noviembre, 28 de Noviembre de 1965, en la
que el Pontevedra vencía en Pasarón al Club Atlético de Madrid por un 1-0 y se
aupaba de manera tan inexplicable como emocionante al liderato en solitario de
la primera división española.
Ese partido disputado
siete años antes de que este bloguero naciera habría resultado apoteósico para
mi si hubiera tenido la posibilidad de vivirlo en directo.
Aquellos que me conocen
saben que en mi corazón futbolístico (demasiado apasionado, siempre lo
reconozco) además del lugar ocupado desde mi más tierna infancia por los colores
granate y azul del equipo de mi tierra existe otro recoveco en el que señorea
mi afición a las rayas rojiblancas de la camiseta del Atlético.
Nunca he tenido la
posibilidad de ver juntos sobre un terreno de juego a los dos equipos de mi
vida y en aquel lejano día de finales de 1965 no sólo habría asistido a ese
enfrentamiento entre ambos sino que lo habría hecho jugándose los dos equipos
nada más y nada menos que el liderato provisional de la máxima competición
nacional del país. Casi nada, vamos.
Cuenta Odriozola en esa
entrevista muchas cosas pero sobre todo la alegría infinita que experimentó al
marcar ese histórico gol que catapultó a los granates en la tabla y acabó con
la resistencia colchonera a orillas del río Lérez. Muy buen pase de Vallejo a
Neme que avanzó y envió un lanzamiento al palo que fue recogido por “Pepín”
para alojarlo en las mallas madrileñas. En sólo dos frases se resume un gol
cuyo autor rememora con orgullo y que provocó que el Pontevedra CF apareciera
en todas las portadas deportivas de la época tanto en España como en algunas
fuera del país. (Se dice aunque al parecer no está totalmente confirmado que
incluso en el “Pravda” de la Unión Soviética se hicieron eco de la hazaña del
equipo de una pequeña ciudad norteña capitaneada por un “proletario” como
Eduardo Dapena Lis “Cholo”.
Fuera cierta o no esta
última anécdota periodística lo que no arroja ninguna duda es el increíble mérito
que conllevaba liderar aquella Liga disputadas ya 11 jornadas de la misma (se
jugaban treinta partidos al ser 16 los equipos en Primera) lo que permitió al
Pontevedra (que perdería ese liderato la semana siguiente al caer 2-0 frente al
Español) conseguir el subcampeonato de invierno.
Era la temporada
1965/66 que terminaría ganando precisamente el Atlético de Madrid (su por aquel
entonces quinto entorchado) al vencer casualmente también en Sarriá en la
última jornada con goles de Ufarte y Griffa.
Era un Atlético de
Madrid que además de estos dos tremendos jugadores citados contaba en sus filas
con Luis Aragonés, Adelardo, Collar, el gran capitán Calleja, Rivilla, Jones o
Glaría.
A ese gran Atlético de
Madrid entrenado por el ya desparecido Domingo Balmanya o a ese espectacular
Real Madrid de Di Stéfano, Gento, Amancio y compañía era capaz de vencer
nuestro Pontevedra CF en aquellos años sesenta ante los extasiados ojos de unos
aficionados que abarrotaban el estadio de Pasarón.
No se trata como he
dicho al principio de glosar el pasado para olvidar el presente. Tampoco de un
alegato en busca de la repetición de nuevas hazañas tan descomunales como esta
que resultan ahora mucho más utópicas no sólo por la situación económica actual
del club sino por la fisionomía de un fútbol moderno devorado cual víctima
inocente de un tsunami gigante formado por el dinero de las grandes corporaciones
y televisiones y que cada vez se compadece menos de aquellos sentimientos
maravillosos como la humildad, el compañerismo y la camaradería que según dicen
los integrantes de aquel conjunto granate (entre los que se hallaba Odriozola)
reinaban en el vestuario pontevedrés.
De lo que se trata es
de que no por cada vez más lejanos se olviden estos auténticos capítulos de oro
de nuestra historia futbolística que han contribuido sin ninguna duda a que ese
invisible cordón umbilical que une al Pontevedra CF con su ciudad no se haya
roto nunca por más que en algunas ocasiones (algunas muy cercanas) haya estado
a punto de desprenderse.
En una semana en la que
de forma inesperada el equipo tras empatar en Gijón se ha aupado a puestos de
play off y en la que precisamente jugará el siguiente partido de Liga el mismo
Sábado en el que se cumplirán los cincuenta años de aquel liderato he sentido
la necesidad de abundar en el recuerdo que Diario de Pontevedra ha tenido a
bien poner en primer plano con la entrevista al protagonista de tan trascendente
gol.
Curioso también que en ese hito futbolístico se cruzaran las trayectorias del Pontevedra CF y Ufarte, el chaval del barrio del Burgo que aprendió a darle patadas a una pelota en la plaza del Muelle, luego emigró con su familia a Rio de Janeiro y acabó volviendo a España para deslumbrar en el Atlético.
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