lunes, 27 de febrero de 2017

Un caimán en libertad, el fin de una sequía insufrible y un paracaídas abierto

La característica banda sonora de la serie Corrupción en Miami me vino inmediatamente a la memoria al ver salir del vestuario al entrenador del Pontevedra CF. 
Con chaqueta y pantalón negro entre "casual" y deportivo, Luisito remataba su atuendo con unas zapatillas blancas tan aparentemente cómodas como desenfadadas que enseguida evocaron en mi mente las palmeras encajonadas contra un cielo azul brillante con las que empezaba cada capítulo de la ochentera serie estadounidense.
Es cierto que bajo su chaqueta el técnico de Teo no lucía una camiseta en manga corta que culminaría de manera magistral el estilo desenfadado de Sonny Crockett sino una impoluta camisa blanca a juego con el calzado que pudimos ver los que tuvimos a bien reunirnos ayer en el Estadio de Pasarón en el instante en el que el Burgos se adelantaba en el marcador.
Pero aún sin esa camiseta, como luego veremos, el peculiar entrenador granate si guardaba algún otro as en la manga que volvería a recordarme al personaje más famoso que a lo largo de su carrera ha interpretado el actor Don Jhonson.


Minutos antes del comienzo del partido veía con más incertidumbre y nervios de lo habitual a los jugadores efectuar sus ejercicios de calentamiento. Seis partidos sin meter un gol y en consecuencia sin ganar, la diferencia en la clasificación próxima a evaporarse en caso de no obtener la victoria, un Burgos que venía en su mejor racha de la temporada y que se mostraba especialmente fuerte como visitante... 
Eran argumentos todos ellos que dotaban al encuentro de una evidente dificultad aunque en honor a la verdad la derrota mañanera del Valladolid B en Palencia volvía a poner de manifiesto que los de atrás no viajan precisamente en un bólido espacial y daba argumentos para pensar que todavía estábamos a tiempo de enderezar el rumbo y afianzar un poco más esa soñada cuarta posición.

Lo cierto es que actuando como local el Pontevedra CF solo decepcionó ante el Celta B y que los verdaderos problemas los tenemos cuando jugamos lejos de casa y la sensación de que la fortaleza en Pasarón no se había perdido no tardó casi nada en ponerse de manifiesto en la tarde de ayer.

El Pontevedra salió decidido a ganar y a olvidar su sequía goleadora y protagonizó desde el principio una primera mitad plena de intensidad y dominio minimizando a un Burgos CF que apenas pudo acercarse al área defendida por Edu Sousa.
Ahora bien, ese dominio indiscutible, ese ritmo constante y alto conseguido por los nuestros no podía plasmarse en el marcador por la inocencia, ingenuidad o tremendo desacierto que se seguía acumulando ante la portería contraria.
Como ejemplo la jugada producida en el minuto 3 de partido en la que Eizmendi se encontró con un balón a la altura del punto de penalti con el portero desplazado y con todas las papeletas para poner fin a esa serie de partidos sin profanar marcos ajenos. Era más difícil mandarla fuera que meterla y lo primero fue lo que hizo el ayer interior izquierda granate al enviar la pelota por encima del larguero.
No tardó el equipo ni tres minutos más en generar otra ocasión clara de gol culminada con un cabezazo de Jacobo Millán tras centro del propio Eizmendi que fue a estrellarse contra uno de los palos de la portería castellana. Antes Trigo también había cabeceado otra pelota obligando a estirarse al meta del Burgos y después Kevin controló muy mal un balón que de haber efectuado ese control de forma correcta le habría posibilitado plantarse solo delante del portero.

Eran oportunidades (como otra de Mateu que en buena posición no consiguió contactar con el balón) que se sucedían y se mandaban al limbo provocando la desesperación del incomprensiblemente poco público asistente a Pasaron que veía como esa superioridad evidente del equipo granate no se traducía en goles por la incapacidad mostrada en los últimos metros.
Fue una primera parte controlada de cabo a rabo por el Pontevedra pero en la que sus jugadores volvieron a disparar o bien con balas de fogueo o bien con la pólvora completamente mojada.  

Esta circunstancia, perdonar ocasiones pintiparadas para marcar, dio lugar tras el descanso a otro "clásico" en las actuaciones granates por lo menos en casa, "la empanada de los primeros minutos de las segundas partes".

Salió el Pontevedra dormido o desconcentrado permitiendo al Burgos estirarse en ataque y gozar primero de una clara oportunidad que milagrosamente se fue al córner y segundo de otra jugada gestada en banda derecha del ataque castellano que culminó en gol un atacante burgalés llegando libre de marca a la altura del punto de penalti.

La situación en ese instante volvía ser muy frustrante. La notable primera parte protagonizada por los nuestros no había sido suficiente para mover el marcador y a los cinco minutos del segundo tiempo el contrario aprovechaba su primer lanzamiento entre los tres palos para poner tierra de por medio.

Pero he aquí que en ese momento Luisito volvió a encarnarse en ese pintoresco policía de Miami que recorría en compañía de Ricardo Tubs la ciudad americana para desarticular redes de delincuentes.

Ya sin chaqueta, el de Teo arengó a sus jugadores desde la banda para que despertaran del ya tradicional letargo que el vestuario provoca en su interior y a renglón seguido indicó (cual Sonny Crockett en Miami Vice) a su mascota que se preparase para poder salir en libertad.

En el caso de Sonny esa mascota era un caimán de nombre Elvis que vivía con él en su embarcación y que sorprendía o asustaba a aquellas personas que acudían al yate sin saber quien se escondía en una de las dependencias de la curiosa residencia del "poli".

En el caso de Luisito no era un caimán y si un "rubiales" que bajo apariencia de querubín esconde un "asesino" de porterías contrarias y que para más "inri" llevaba muchas semanas sin poder salir a cazar redes por culpa de ese tobillo que tanto le ha dolido a´el primero y a toda la afición después.

Salía pues al campo nuestro "Elvis " particular con los dientes más afilados que nunca y junto a el también entraba al terreno de juego otro jugador que ayer no estaba para muchas bromas, Alex González. Dejaban su sitio en el césped un otra vez casi intrascendente Eizmendi y un buen Jacobo Millán que volvió a dejar detalles de indudable calidad técnica.

Y el caimán , el "rubiales" o en definitiva para dejarnos de tonterías, Mario Barco no tardó nada en demostrar la importancia que atesora en el juego de ataque granate. Por calidad, por agresividad, por desmarque, por remate.. este hombre mejora al equipo y si bien será ese equipo en su conjunto quien nos podrá llevar a una insospechada cuarta plaza al empezar la temporada, resulta indiscutible que con la presencia de Barco el colectivo mejora y se dota de ese componente de plomo en las balas o picante en la comida que no existe cuando Barco no está en el campo.

Ya antes del empate a un gol Mario había protagonizado un par de acciones que ponían de manifiesto que las bromas se habían acabado y que la retaguardia blanquinegra ya contaba con un quebradero de cabeza de los grandes con su presencia y así llegó la bendición de la lluvia en forma de gol que terminaba con la sequía en una jugada que descargó la tensión de todos los que allí estábamos.

Elvis( perdón, Barco) se hace con una pelota en la frontal y observa el desmarque de Alex hacía el interior del área mandándole un precioso balón entre las piernas de un par de defensas burgaleses que el menudo jugador asturiano no desaprovecha para poner las tablas en el "luminoso".

Era un gol importantísimo. Que rompía esta nefasta racha y que por fin plasmaba el buen trabajo que estaba haciendo el equipo en el partido. 
Su autor, Alex González, desplegó ayer todo su potencial de desequilibrio, velocidad y regate por la banda izquierda hasta volver loca a la defensa rival completando unos minutos brillantes e importantísimos para el equipo.

Pero la segunda parte no era igual que la primera en la que sólo existió un equipo. No es que el Burgos fuera mejor en ese segundo tiempo pero lo cierto es que el Pontevedra (que había efectuado el tercer cambio sustituyendo a Portela por Mouriño) arriesgaba para ganar y posibilitaba más llegadas del equipo de Mandiola al área de Edu. Y fue poco después del empate cuando un lanzamiento con mucha intención de un contrario encontró la fenomenal intervención de Edu Sousa que envió la envenenada pelota al saque de esquina. 
Tras esa acción el Pontevedra redobló esfuerzos y por fin encontró el premio que sin duda merecía desde el principio.
Miguel Loureiro (que como saben los habituales de este blog ya me calló la boca con su trabajo hace mucho tiempo) arranca con su característico empuje y entusiasmo por banda derecha y conecta un centro maravilloso que no remata Mateu posiblemente por el medio derribo de un defensa que debió significar penalti. 
Pero no pasaba nada pues detrás del balear aparecía Barco para rematar de cabeza picando el cuero y hacer un segundo tanto vital por muchas circunstancias.

Vital por propiciar el triunfo más  necesario que nunca tras la serie de seis partidos sin ganar, vital por constituir la máxima expresión de la reaparición de este jugador que nos hace mejores, vital por culminar la remontada en un partido que tan complicado se había puesto tras el 0-1 y vital por traducir la superioridad del Pontevedra sobre el Burgos en casa y hacer del horroroso partido disputado ante el Celta B un hecho aislado dentro de la magnífica línea que el equipo mantiene en casa.   

Despejadas las dudas acerca de la fortaleza que el Pontevedra sigue manteniendo en Pasarón, este atribulado bloguero mantiene desde casi el comienzo de la temporada que los problemas y graves de los nuestros se acumulan a la hora de protagonizar el rol de equipo visitante.
En trece salidas hemos dejado de marcar nada menos que en ocho encuentros. En los cinco encuentros en los que sí hemos marcado Barco resultó crucial en tres de ellos. Haciendo el único gol del partido en Tudela, marcando el 0-1 en Aranda en la segunda y última victoria foránea que tenemos y "rescatando" al equipo de la derrota en O Vao haciendo un golazo espectacular amén de asistir a Añón en el primero. Por tanto, en los escasos cinco encuentros en los que el Pontevedra ha marcado fuera (Barco jugó cuatro de ellos pues en el debut en Guijuelo no lo hizo) en tres de ellos el de Calahorra resultó completamente decisivo.

La situación física de Mario Barco todavía no es óptima  y hace buena prueba de ello una acción sucedida en el último minuto del tiempo reglamentario de ayer en la que se lastimó la zona y le hizo renquear durante la prolongación. Es posible, que el cuerpo técnico tenga cuidado con el y no le otorgue la titularidad en Villaviciosa el próximo Domingo.
Pero  esa dosis de agresividad bien entendida, esa "mala uva" de la que a veces carece el equipo se hace más importante todavía lejos de casa que aquí.
No olvidemos que para que el gran mérito de conseguir la cuarta plaza se haga realidad vamos a tener que ganar al menos un par de partidos de los seis que nos faltan por jugar como visitantes y creo que la vuelta de Barco en ese sentido es crucial y me hace ser mucho más optimista.

La próxima estación no es nada fácil, Villaviciosa. Hierba artificial, campo más pequeño... 
Lo sabemos desde ya y en nuestra mano está dejar de repartir estampitas de la Virgen de la Caridad cada vez que viajamos por España y por contra parecerse algo más al equipo pleno de confianza y empuje que aparece cada quince días en el Estadio Municipal de Pasarón.

Vamos a ver que pasa en Asturias.       
    
   

2 comentarios:

  1. Este domingo tuvimos el más claro ejemplo de la excesiva dependencia que tenemos de Mario Barco, es más, pongamos velas a la Peregrina porque como se vuelva a lesionar ojalá me equivoque pero creo que este equipo no se metería en el play off

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  2. Después de la racha tan mala que hemos tenido a lo mejor el domingo por la noche podemos tener a la Ponferradina a 7 puntos si ganamos y los bercianos palman en Santander, ojo que esta jornada puede ser muy importante en la lucha por esa 4ª plaza...

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