lunes, 22 de mayo de 2017

Demasiados errores, rebeldía ante el destino y otra dosis de candidez excesiva

Jugar un play off de ascenso resulta siempre una experiencia apasionante para aquellos que vivimos o sentimos de alguna manera el fútbol en nuestro interior.
Al margen de las posibilidades reales que se tengan de conseguir el éxito las sensaciones vividas en las horas previas a estos partidos tan especiales compensan en gran medida la indiscutible decrepitud y decadencia que la Liga de esta categoría llamada 2ª B rebosa por todos sus poros sobre todo para aquellos conjuntos que al margen de una situación económica concreta son perfectamente conscientes de que por afición, estadio y otros condicionantes deberían ocupar un lugar más elevado en la jerarquía del balompié español.

No era esta una promoción en la que la mayoría de los seguidores granates sintiera que el ascenso a segunda estuviera a la vuelta de la esquina. Por el contrario, se sabía que las posibilidades del equipo eran limitadas y que este primer asalto con el Murcia habría de requerir la presencia del mejor Pontevedra de la temporada para salir airoso y continuarel camino en pos de esa segunda división de la que tan torpemente nos despedimos hace ya doce largos años.

Pero las circunstancias acumuladas en torno al equipo en los últimos meses (más allá de la indiscutible dificultad que conllevaba un rival diseñado para salir ya mismo de este pozo sin fondo diseñado hace demasiado tiempo por los que en aquel momento mandaban y respecto al cual no se atisba un remedio ni a corto ni medio plazo) no invitaban a pensar que el Pontevedra CF pudiera ofrecer su mejor versión sobre el terreno de juego.
La prolongada ausencia de Mario Barco que difumina ostensiblemente la capacidad goleadora y ofensiva del equipo, el ritmo no todavía idóneo de Iker Alegre o los raquíticos veintitrés puntos logrados en otra mediocre segunda vuelta, hacían pensar que la misión que se tenía por delante iba a resultar excesivamente ardua para un conjunto que alcanzó su clímax de juego y confianza allá por el mes de Diciembre y que desde entonces no había hecho sino resbalar por una curva descendente a la que supo poner freno por lo menos para no abandonar esa cuarta plaza por la que tanto se había luchado.

Pero a pesar de todos esos condicionantes, el Pontevedra CF en casa y ante su gente había demostrado a lo largo de toda la campaña que saca fuerzas y redaños de donde parece no haberlos y por ello la ilusión y la esperanza en realizar un gran partido y dejar abierta la eliminatoria para la vuelta reinaba en todos los espectadores que en gran número se reunieron en el campo municipal de Pasarón.
Como premisas fundamentales para encarar el choque destacaban dos por encima de todas que tampoco constituían una novedad a la hora de afrontar un encuentro de ida de estas características.
 A saber; no regalar nada atrás y tratar de convertir alguna de las pocas ocasiones que por delante se iban a presentar.

Y por desgracia ninguna de esas condiciones fuimos capaces de cumplir para obtener un buen resultado. A los ocho minutos se pudo marcar en una buena acción que Añón no supo materializar ante el portero murciano y para más "inri" al filo del minuto veinte se cometía un error defensivo grave que acabó por desembocar en el 0-1 para el Real Murcia.
En esa jugada, la del primer gol pimentonero, si ya resultó extraño que a Trigo le ganase la posición con tanta facilidad Sergi Guardiola aprovechando un balón largo de un compañero, más absurdo resultó el comprobar como tras desembarazarse de nuestro central nadie más estuviera siguiendo la acción para impedir que el ariete visitante encarase completamente solo a Edu Sousa. 
Jugaba en esos momentos el Pontevedra con defensa de tres centrales y con un simple balón largo y un leve cuerpeo de su delantero el equipo rival conseguía un uno- contra uno con el portero como ya había pasado en el encuentro con el Celta B en repetidas ocasiones.
El desbarajuste en esa acción se completó al no poder evitar que el rechace de Edu le llegase en inmejorable posición a Victor Curto que completamente solo no tuvo problemas para hacer el 0-1.

El Pontevedra ni bajó la guardia ni se entregó pero tras ese tanto mostró su incapacidad para crear peligro ante la portería murciana y sólo en alguna acción protagonizada por Iker Alegre se consiguió dotar del algo de picante y calidad a nuestro ataque aunque sin generar ocasiones claras de peligro.

Antes del descanso llegó el 0-2 en una jugada confusa, absurda y desafortunada en la que pareció que el balón golpeado por un defensa granate no fue ni por asomo enviado hacia atrás de forma premeditada. El caso es que de ese rebote se aprovechó Guardiola que todavía bajaba a trote cochinero tras una acción anterior para hacer el segundo del Murcia y desequilibrar de forma rotunda la eliminatoria.
El castigo para el Pontevedra fue mayor aún al encajar el 0-3 nada más empezar la segunda parte en una acción en la que nuestra desatención defensiva global resultó desesperante. Balón colgado desde la izquierda del ataque visitante y dos jugadores rivales completamente solos en el corazón del área se sortean quien remata la pelota correspondiendo el número agraciado a Curto que de espléndido remate de cabeza acababa con el asunto por la vía rápida.

En ese momento confieso que temí por un descalabro mucho mayor. El 0-3 ya era lo suficientemente contundente pero con un Real Murcia ya desatado sobre el césped y un Pontevedra noqueado por los goles no pude evitar pensar en que el castigo podría ser más grande.
Por fortuna me equivoqué pues el conjunto granate no quiso bajar los brazos y ayudado por los cambios que mejoraron al equipo, la gente que supo estar con sus jugadores para sobrellevar la difícil situación del partido y quizá algo de relajación murciana empujó con mucho corazón sobre el área visitante hasta crear dos o tres ocasiones de gol (especialmente una en la que el balón estuvo a centímetros de entrar) que bien pudieron ayudar a maquillar el resultado.
Ese maquillaje llegó con un penalti que en el campo por lo menos este atribulado bloguero no apreció por ningún lado y que fue transformado a lo Panenka por un Bonilla cuya habilidad desde los once metros resulta verdaderamente espectacular.

Pudo marcar el cuarto el Murcia tras un obús que se estrelló en una  cruceta y bien pudo Bonilla hacer el 2-3 en un balón que le cayó a su pierna buena en la frontal del área pero que se marchó desviado. 
Tras algunas sesiones de calambres de los jugadores del Real Murcia (especialmente cabreantes los de un Adrián Cruz que no contento con recriminar absurdamente a Bonilla su licencia a la hora de meter el penalti se "olvidó" del campo en el que estaba y se unió al sanedrín de "subida de rampas" pimentoneras) que fueron bien valoradas por el colegiado a la hora de establecer una larga prolongación de la segunda parte el partido llegó a su término y el resultado deja muy poco margen para pensar en la machada granate.

Bien es cierto que después del tremendo disgusto que todos nos llevamos en 2006 en la eliminatoria contra el Sevilla B en la que caímos eliminados tras traernos un gran resultado de Andalucía y ser mucho mejor equipo que aquel filial, resulta muy aventurado asegurar que nuestro periplo esta campaña ya ha terminado.

Debemos explotar las mínimas opciones que nos quedan para derribar este muro pero no darnos definitivamente por muertos no implica que se reconozca que hará falta más que un milagro el Domingo que viene para levantar esta eliminatoria en el campo de la Nueva Condomina.

Habrá tiempo tras la vuelta de hacer un último análisis de la temporada y empezar a mirar con optimismo la que viene pero antes de terminar esta columna no me resisto a comentar las críticas vertidas por parte de nuestro club acerca de las pérdidas de tiempo del Murcia en los últimos minutos de juego.

Otra vez que si "antideportividad" "que si Mensajero segunda edición". Creo sinceramente que nos equivocamos. Lo que hizo el Murcia es normal y no se parece en nada a lo del equipo canario cuya actitud además encontró aquel día como cómplice perfecto a un árbitro incapaz de ejercer su autoridad.
El Sábado es cierto que el Murcia tras el 1-3 quiso parar el encuentro y nos exasperó con esas caídas al césped en repetidas ocasiones pero ni estas fueron tan llamativas ni minaron esa autoridad del colegiado que supo prolongar lo necesario y no les consintió lo que aquel "trencilla" de hace un par de años sí permitió al nuevo equipo de tercera división, CD Mensajero.

No confundamos ser un equipo honesto y limpio con un conjunto de monjes franciscanos porque entre el blanco impoluto y el negro más oscuro existen muchísimas gamas de grises.

Al equipo le faltan cosas para volver a afrontar un play off con más garantías. Más calidad, más contundencia atrás pero también más oficio. Este equipo apenas lo tiene y si queremos crecer habrá que "comprarlo".
¿Significa eso convertirse en un "equipo perro? Por supuesto que no. 

Simplemente ganaremos en lectura de partidos e inteligencia.         


   
   

3 comentarios:

  1. Creo que eres de la misma opinión que yo, Felix. Después de tantas fases de ascenso con ilusión y esperanzas de llegar a buen puerto, afronté esta sin demasiado corazón. Ver al equipo desinflado al final de temporada contra los descendidos no me daba muy buena espina. Asi que cuando vi que nos tocó el pez gordo, ya ni me planteé llegar más lejos de la primera eliminatoria. Ánimo y fuerza para el año que viene y a tratar de ser un equipo a batir, y no un conjunto de rachas intermitentes que no sabe muy bien a qué atenerse

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  2. Yo no vi excesiva la pérdida de tiempo del Real Murcia, fue la que haría cualquier equipo en sus cirscunstancias. En lo que respecta al desarrollo del partido, nos guste o no, fue el que cualquier observador imparcial podría haber presagiado vista la trayectoria previa de ambos. A nosotros solo nos salvaba un partido épico y que al rival se le escapase totalmente el control del mismo, cosa que no sucedió, así que solo nos queda resignarnos y agradecer a la plantilla los servicios prestados. Otra cosa será empezar a pensar en la próxima temporada y en los fallos cometidos en la presente.

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  3. Creo que a Luisito y Lupe Murillo alguien debería decirles que antes de hablar en público es mejor pensar las cosas, porque comparar lo del Murcia con el festival de antifútbol del Mensacerdo es una auténtica gilipollez, porque si lo que quieren es que el Murcia salga enrabietado el domingo lo pueden haber conseguido diciendo estas estupideces.

    Hablando de Luisito lo que habría que preguntarle es cómo pretendía ganar al Murcia con un planteamiento sin delanteros (aunque Mateu sea un tuercebotas al menos que hubiera salido de inicio), aunque viendo el equipo que tenemos, no debería sorprender a nadie el 1-3 del sábado, en condiciones normales esta plantilla no debería pasar de media tabla, pero a veces el fútbol te da estas sorpresas

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