lunes, 29 de mayo de 2017

El último capítulo no incluía milagros

No hubo milagro. Lázaro no se levantó de los suelos ni el cesto vacio se llenó de panes como por ensalmo.
La losa que el equipo se cargó a sus espaldas tras el partido de ida era lo suficientemente pesada como para destrozar nuestras ilusiones y la cruda realidad se acabó imponiendo hasta dejar al Pontevedra fuera de la segunda ronda de los play off.
Lo que sí hubo sobre el césped de la Nueva Condomina fue seriedad, compromiso y ganas de intentar la gesta aún a sabiendas de que la misión resultaba más peliaguda que aquellas a las que Tom Cruise nos tiene acostumbrados a superar en la famosa saga cinematográfica.

A pesar de que la alineación inicial fue extraña. 
A pesar de que en un partido en el que había que meter tres goles los dos delanteros que le quedaban al equipo empezaron desde el banquillo. 
A pesar, en definitiva, de que la línea experimental llevada por el cuerpo técnico en los últimos tiempos alcanzó también al partido final de la temporada, el Pontevedra CF trató de darle la vuelta a esta tortilla caliente poniendo corazón, esfuerzo y entusiasmo pero esos ingredientes que siempre son necesarios para la elaboración de un buen plato no fueron suficientes para lograr la hazaña.

El conjunto granate volvió a alinear tres hombres en la línea defensiva aunque ni Portela (suplente) y Trigo (ubicado en medio campo) formaron parte de ella dejando a Alex Fernández y Kevin Presa como acompañantes de Bruno.
El citado Jacobo Trigo se colocó por delante formando la parte más atrasada de una especie de triángulo completado por Jacobo Millán y Mouriño, Los laterales no ejercieron apenas de tales y se sumaron al mediocampo de manera constante y Eneko y Alegre se colocaron como hombres más adelantados.
Así las cosas, solo algunos desajustes en los primeros minutos que permitieron a Guardiola volver a coger las espalda de los centrales tal y como hizo en Pontevedra crearon alguna inquietud en la retaguardia granate. 
Claro está que el Real Murcia no necesitaba exponer en ataque y dejaba pasar los minutos hasta que la desesperación pontevedresa con el paso del tiempo les permitiera encontrar espacios pero por lo menos la cuota de regalos que hace ocho días fue cuantiosa en Pasarón brilló por su ausencia y no se cometieron errores enormes en defensa.
Sin embargo, la tarea de crear peligro y crear ocasiones de gol que nos acercaran al sueño resultó mucho más dificultosa.
Iker Alegre pareció desdibujado todo el partido, como perdido en la posición quizá algo más adelantada para lo que sus condiciones requieren y Mouriño que siempre lo intenta no lograba en ningún modo canalizar el juego de ataque de sus compañeros. 
Dicho juego de ataque se escoraba constantemente a la izquierda para que Eneko (bastante más activo en estas últimas tres semanas finales de competición) tratara de generar superioridad con la ayuda de Bonilla y sobre todo de Jacobo Millán. Las penetraciones por la derecha eran prácticamente inexistentes.
Fue precísamente fruto de una pared preciosa entre Jacobo y Eneko la forma en que llegó la única pero clamorosa oportunidad granate en la primera parte. La rápida combinación en la frontal entre ambos propició que Eizmendi se plantara solo delante del portero y enviara un lanzamiento que Simón fue capaz de enviar a corner.
Había sido la gran oportunidad de colocar el marcador a favor en la primera mitad pero la gran intervención del guardameta lo evitó.

El Pontevedra lo siguió intentando el resto de la primera parte pero sin la rapidez ni la calidad suficiente en su juego para desbaratar las dos líneas claras de cuatro jugadores presentadas por el Murcia que no dudaba, por otra parte, a la hora de emplearse con contundencia para parar los avances granates. No en vano, Adrían Cruz ya tarjeteado tras realizar tres entradas duras fue sustituido por su entrenador frisando la media hora de juego para evitar males mayores.

La luz de la esperanza se encendió siquiera tenuemente en los primeros minutos del segundo tiempo. A los pocos minutos de la reanudación uno de los pocos cambios de orientación efectuados por el Pontevedra permite a Bonilla poner un balón al interior del área y a Eneko Eizmendi controlar, realizar un reverso maravilloso y golpear la pelota cruzada para hacer el 0-1.

Quedaba más de media hora por delante y con ese gol quizá el rival empezara a pensar más de la cuenta o a presionarse en exceso y podríamos tener nuestra oportunidad.
Pero por desgracia no fue así. El Murcia no pareció muy afectado por el primer gol e incluso trató de dar un paso adelante para presionar algo más arriba al Pontevedra.
Por contra, esa precipitación que habríamos deseado apareciera en el rival empezó a hacer mella en los granates y tan solo en otra acción de Eneko que pudo desbaratar el portero murciano pudimos llegar con algo de peligro tras el 0-1.

Llegaron los cambios y Abel, Mateu y Añón entraron por Jacobo, Mouriño y Alegre pero esos relevos no surtieron el efecto deseado. 
Las fuerzas empezaban a escasear en los nuestros y el Murcia aprovechaba cada vez más los espacios que como es lógico el Pontevedra dejaba al intentar volcarse sobre el campo rival.
Llegó el empate en una jugada en la que Guardiola definió con calidad e incluso Edu evitó el 2-1 con tres paradas muy buenas incluyendo la de un penalti que no era que decidió pitar el árbitro del encuentro.       
Casi sobre el noventa llegó una jugada polémica no repetida por la realización murciana en la que un balón pareció golpear claramente en la mano de un jugador pimentonero dentro del área pero el tal Varón Aceitón del Colegio balear decidió inhibirse ante esa acción que de haber sido transformada habría dotado de una emoción inusitada a la prolongación del choque.

Lo cierto es que no se pitó el aparente penalti y el partido llegó a su fin con el empate a un en el marcador y la clasificación de un Real Murcia que obtuvo gran parte de la misma en el encuentro jugado en Pasarón.

El Pontevedra cayó de pie. Lo hizo al estilo del Coronel Custer en Little bighorn, es decir, "con las botas puestas" derrotado por un rival superior en potencial económico y con un resultado cosechado en la ida que hacía que su ventaja fuera similar a la de las huestes de Toro Sentado en aquella legendaria batalla.

Las premisas de la entrega incondicional y la rendición imposible volvieron a manifestarse en el último partido de la temporada pero las limitaciones de la plantilla y más con la baja de nuestro mejor hombre en ataque fueron impedimentos demasiado elevados como para derribar al muro murciano.

Por delante aparecen ahora semanas trascendentales en las que conoceremos las intenciones del Consejo de Administración con relación a la temporada que viene. 
¿Querrá darse un paso más en el crecimiento de las aspiraciones del equipo? 
¿Es posible económicamente seguir con ese crecimiento que nos haría salir con el objetivo de meternos en play off? 
¿Logrará el club que todos aquellos jugadores cuya continuidad le interese sigan en la entidad (en este punto bueno es recordar que sólo Kevin tiene contrato en vigor para el año que viene)? 
¿Se acertará con los fichajes entre los que de manera indubitada debe figurar un central con galones, un centrocampista o dos con calidad y un"9" goleador y que marque diferencias? 

Son preguntas cuyas respuestas irán llegando a lo largo del verano que a punto está de empezar y que marcarán nuestro camino en esa temporada 2017/18 en la que en nada habrá que comenzar a trabajar.

1 comentario:

  1. Si para el año el objetivo es play off espero que se haga un equipo mucho mejor que el de este año, porque dos temporadas seguidas entrando de casualidad no se van a dar

    ResponderEliminar