Se podría argumentar (y
quien lo hiciera tendría razón) que no resulta de recibo que en un partido como
el de ayer encajemos un tanto en el minuto dos tendiéndole un puente de plata a
un rival que no tenía más opción que vencer para seguir vivo en la Liga.
Se podría argumentar (y
quien lo hiciera tendría razón) que no es precisamente muy presentable que en
un partido como el jugado ayer el equipo no haya competido como debería haberlo
hecho tal y como reconocieron tanto el
entrenador como la Presidenta una vez acabado todo.
Se podría argumentar (y
otra vez llevarían razón los que así lo hicieran) que sin crear ocasiones de
gol resulta materialmente imposible equilibrar una balanza que se inclinó del
lado segoviano desde un principio por no haber salido al césped de La Albuera
como las circunstancias clasificatorias lo requerían.
Se podría, en
definitiva, decir otras cosas nada positivas sobre “lo” de ayer pero no creo
que resulte en este momento ni productivo ni útil para salir airosos de esta
temporada lamentable que nos ha tocado vivir.
Ahora lo único que debe
importar es el próximo Domingo.
En lo que hay que poner
los cinco sentidos desde ya mismo es en ganarle al Adarve dentro de seis días y
colocarse con esos 44 puntos que quizá puedan valernos para obtener de forma
matemática la salvación ese mismo día si los resultados de otros acompañan pero
que en todo caso nos dejarían en situación privilegiada de cara a la última
jornada liguera.
Lo he dicho ya otras veces.
En ocasiones como las
del Domingo que viene quien realmente se juega su futuro somos nosotros, la
afición del Pontevedra CF.
Por mucho que oigamos
palabras casi siempre vanas y huecas de dirigentes, técnicos o jugadores (salvo
honrosas excepciones que te reconcilian con el fútbol en su estado más básico)
quienes seguro vamos a estar aquí la próxima temporada y la siguiente y las
demás que vengan después somos la masa social de un Pontevedra que se ha visto
envuelto esta campaña en una pesadilla de la que tanto nos está costando
despertar.
Lucharemos, pues,
frente al modesto equipo madrileño ya salvado del Adarve por salvar los muebles
en una temporada preñada de errores que nos han puesto en serio peligro de
descender a tercera división de manera humillante (aunque esta palabra no le
guste a alguna gente que ni entiende ni difícilmente lo hará en el futuro que
significa el Pontevedra CF).
A buen seguro leeremos
o escucharemos a lo largo de la semana noticias acerca de una posible
“motivación” adicional de nuestro rival para el partido del Domingo pero en
ningún caso esa circunstancia (de ser cierta, ya que muchas veces luego no hay
nada de nada) debería suponer problema alguno para que nuestro interés y
nuestra disposición sobre el césped indique desde el minuto 1 de encuentro que
los tres puntos en juego tienen y deben
quedarse en Pontevedra para hacer saltar por los aires esta amenaza de descenso
que resulta realmente insoportable.
Es cierto que no jugará
Alex González (cumplirá su segundo partido de sanción) y que ayer volvió a
demostrarse que este año el cántabro es más de medio equipo arriba.
No sabemos si
volveremos a permitirnos el lujo (con la ausencia del citado Alex) de dejar a
Jorge Hernández en el banco de suplentes menguando todavía más la capacidad
ofensiva del grupo.
Sería en todo caso
importante que la lesión muscular de Darío Flores estuviese curada para que el
central uruguayo pudiese ser de la partida y contribuir con su experiencia a
dar tranquilidad a sus compañeros.
Lo que está
meridianamente claro es que los hombres que salten al campo en este
trascendental choque frente al Adarve deben estar a la altura de la entidad a
la que representan y de la gente que les alentará para lograr esta victoria tan
deseada.
Esa gente, (nosotros,
la afición) estará como siempre ha estado junto a su equipo en este nuevo
capítulo de nuestra historia que no tiene el “glamour” indudable de las fases
de ascenso pero que tiene, si cabe, mayor importancia por el tremendo paso
atrás que significaría bajar a tercera división y las consecuencias que tal
circunstancia acarrearían.
Me imagino (ojalá
acierte) a ese fondo norte más poblado que en otras ocasiones “tirando” del
resto del estadio con sus cánticos, su alegría y su determinación gritando al
viento el nombre de nuestro equipo sin descanso con el único objetivo esa tarde
de proteger nuestro escudo y nuestro orgullo.
También pienso en el
resto de las gradas contagiadas por ese fondo pero también por un equipo que
sobre la hierba le demuestre a sus seguidores desde el inicio que está por la
labor de salir del hoyo luchando, sufriendo y también jugando pues sin fútbol
cualquier victoria resulta muy complicada.
La decepción por la
derrota de ayer y las circunstancias en las que se produjo fue grande pero
siendo sincero tras perder en Abegondo frente al Fabril el que esto escribe vio
la cuestión tan negra que habría firmado llegar al último partido de Liga en
casa dependiendo de nosotros mismos y pudiendo incluso conseguir la permanencia
ganando si en el resto de escenarios se dan resultados normales.
Esta situación se ha
dado y no podemos desaprovecharla.
Nosotros nos dejaremos
la garganta.
Sólo falta que el
equipo cumpla con su parte.
HALA PONTEVEDRA
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