lunes, 21 de octubre de 2024

De graves lesiones, falsos nueves y tres puntos vitales

No tuve la oportunidad de ver la acción a consecuencia de la cual Víctor Vázquez Churre se rompió hasta días después del partido disputado en Camargo.

El Jueves por la noche, horas después de grabar y publicar otro episodio del podcast del mismo título que este blog en el que especulaba con la posible baja del central para el partido de ayer por unas molestias en una de sus rodillas, el Pontevedra CF lanzaba un comunicado en el que daba a conocer la gravedad de la lesión del bravo defensa de Marín que le tendrá apartado de los campos de juego durante muchos meses.

Luego sí. Vi la entrada.

 Una entrada violenta, innecesaria, sin posibilidad alguna de jugar la pelota, digna de una tarjeta roja de manual a pesar de que el árbitro de turno la dejo en una vergonzante cartulina amarilla.

La consecuencia de la “gracia” del jugador del Escobedo es que el Pontevedra CF pierde a uno de sus titulares y capitanes para lo que resta de competición y deja más mermada una plantilla ya de por sí demasiado corta por voluntad de aquellos que tienen la obligación de configurarla cada temporada.

Esto último, la cortedad de esa plantilla, ya no es culpa del jugador cántabro.

Si contábamos ya de manera absurda con 15 senior y no con 16, ahora nos quedamos con 14 hasta que exista la posibilidad de “reforzar” la plantilla. Sí. He puesto comillas al verbo reforzar porque ya sabemos cómo se las gasta esta entidad en cada mercado de invierno en alguno de los cuales ha llegado incluso a debilitar el grupo de jugadores.

Por de pronto, la aparición del coordinador del área técnica junto al entrenador en la rueda de prensa del viernes resultó de todo menos alentadora.

El que esto escribe, cuando lo vio sentado junto a Yago, pensó ingenuamente que antes de las preguntas, Maestre expondría el parecer del club acerca de la lesión de Churre, la situación en la que queda la plantilla y lo que se está realmente pensando y haciendo para tratar de equilibrar este daño.

No fue así.

No hubo declaración previa a las preguntas efectuadas por una sola profesional del periodismo (desconozco si había más compañeros allí pero en el vídeo se oía la misma voz en cada pregunta).

Y el coordinador se limitó a decir lo corajudo e importante que resulta Churre para el grupo (descubriendo América, por tanto) y que verán las opciones que da el mercado ahora y si no les satisface esperarán al mercado invernal.

Perfecto, bien coordinado. Y bien vista en primerísima fila la rueda de prensa protagonizada en casi su totalidad por el entrenador del equipo.

Sea como fuere, desde este blog que hace poco ha cumplido ya 10 años de vida, se le desea lo mejor a un futbolista, Víctor Vázquez Churre, que ha podido rendir a lo largo de su singladura en el Pontevedra CF de una forma notable o algo más errática pero que siempre se ha dejado el corazón y ha puesto su ímpetu al servicio de esta camiseta.

A veces jugando con molestias, otras veces rindiendo como capitán general de la zaga. Sufriendo en los últimos tiempos demasiado contra delanteros veloces, metiendo la pierna siempre con determinación en los partidos cruciales.

A lo largo de estos años, Churre se ha ido convirtiendo en uno de los nuestros y el reconocimiento de sus compañeros ayer, así como el de la afición, fue tan justo como emocionante.

Ojalá te recuperes bien, capitán, que eso es lo más importante y sigas aportando desde fuera lo que sin duda apoyabas desde dentro.

 

Lleva el Pontevedra CF dos victorias seguidas fuera en las que consiguió dejar su portería a cero y hacer seis puntos de seis que vienen como agua de Mayo.

En esos dos desplazamientos (Langreo y Escobedo), Yago Iglesias decidió ajustar algunas piezas y dar entrada a Jesús Cambil en medio campo para acompañar a Samu Mayo, utilizar bien las dos bandas de ataque sin poner en alguna de ellas a un media punta y seguir jugando con un 9.

Esos ajustes, sin duda alguna, han funcionado y de ahí esos 0-2 en ambos partidos y las pocas llegadas que ha tenido que soportar el equipo por parte de sus rivales.

Reflexionaba este atribulado bloguero en su podcast hace días sobre si no resultaría conveniente poner en práctica esos mismos ajustes también en casa para dotar al equipo de un mayor equilibrio en medio campo que pudiera proporcionar mejor colocación y agresividad defensiva (sobre todo a la hora de pelear balones divididos y recuperar la pelota) sin que ello supusiera perder esa capacidad combinativa del grupo.

Lejos de efectuar esos ajustes ayer, Yago prefirió efectuar una revolución más profunda en la alineación que a mi juicio no funcionó y en la que lo único normal fue la alternativa elegida para suplir la baja de Churre en defensa.

Todos sabíamos que estando Fontán disponible, esa alternativa tendría que ser la vuelta de Garay al central y la ubicación del ex del Talavera y Arosa en el lateral.

Por suerte, Fontan pudo reaparecer y esa opción se cristalizó sobre el terreno de juego y además con solvencia. El lateral estuvo bien, sin notar demasiado su inactividad y aportando físico y altura a un equipo que necesita esos ingredientes.

Garay, a pesar de que a veces debería meter a sus acciones más fuerza y contundencia, no se complicó y aportó, eso sí, esa salida aseada de balón que sabemos que tiene.

Hasta ahí lo normal.

Lo “anormal” fue ver a Dalisson colocado otra vez como falso “9” (digo otra vez pues ya en pretemporada contra el Lugo se ensayó esta ubicación del hispano brasileño).

Explicó Iago en rueda de prensa que lo que pretendía era igualar los 4 del mediocampo santanderino con la presencia de Cambil, Novo, Yelko y las bajadas de Dali y luego aprovechar la versatilidad de este para tratar de meter algún balón al desmarque en velocidad, además de contar con dos extremos como Chiqui y Alex, que volvió a jugar más adelantado con Marqués por detrás.

En fútbol siempre hay opiniones para todos los gustos, la mía es que el experimento no funcionó y a Dalisson nunca se le encontró en ventaja sino en balones de espaldas a la portería rival, con dos rivales encima y sin capacidad para que nuestro mejor jugador en este inicio de Liga pudiera brillar en las zonas en las que puede hacerlo.

Dalisson necesita campo por delante, jugar mirando hacia adelante, ya sea en banda o por el centro y así explotar su capacidad de regate, de pase, de cambio de ritmo y de disparo que sí pudo enseñar más en la segunda parte en la que el Pontevedra se pareció más a sí mismo.      

Otro detalle que me llamó la atención fue la suplencia de Samu Mayo.

Sí, ya sé que cuenta con 4 amarillas pero el hecho de saltar al césped en el 85 y jugar (descuento enorme e inexplicable incluido), cerca de un cuarto de hora no le hacía inmune en ese tramo final de un partido apretado a esa hipotética quinta tarjeta.

Con la suplencia de Samu se perdió la oportunidad de ver como mezclaban desde el principio ( y no solo en las postrimerías del choque) el espigado mediocentro y Cambil que tan buen resultado están dando fuera y que sigo creyendo pueden darlo también en casa.

Por el contrario, volvieron a aparecer juntos sobre el césped Yelko y Novo, fórmula que no está dando resultado por resultar “cromos”, sino repetidos, muy similares y que no acaba de ofrecer al equipo ni más veneno en las combinaciones, ni más agresividad en ataque. Al contrario, hasta ahora lo que conduce esta doble presencia es a una mayor lentitud y atasco en el juego ofensivo del Pontevedra.

Lo cierto es que tras encajar un gol tempranero otorgando unas facilidades demasiado grandes a las que ya estamos acostumbrados, el Pontevedra logró empatar antes del descanso tras un centro raso de Alex que atravesó todo el área de castigo visitante sin que hasta tres defensas tuvieran a bien despejar y dando la opción a que apareciera Chiqui para aprovechar el regalo.

Incluso hubo otro regalo de otro zaguero cántabro que entregó una pelota en el corazón del área a Dalisson que remató a la cepa del poste.

Poco más ofreció el Pontevedra en la primera parte hasta que tras el descanso apareció un delantero centro, Rufo, en el césped en lugar de un amonestado Marqués que volvió cumplir aunque sí es cierto que con alguna dificultad defensiva más.   

Dalisson se ubicó en la izquierda y el Pontevedra fue creando poco a poco ocasiones de gol  y controlando más y mejor el partido hasta que el propio Dali (después de que el portero rival demostrara en dos o tres ocasiones sus buenas prestaciones) acertará con la portería y dejará en Pontevedra unos puntos vitales y más tras conocer los resultados de los rivales.

Minutos antes del 2-1, un Novo otra vez bastante desfigurado había dejado su lugar a Xabi Domínguez que competió la torpeza de ver una amarilla justa segundos después de salir pero que por primera vez en la temporada pudo irse alguna vez por la banda derecha ayudando en el tramo final a desahogar un poquito al equipo.

Este cambio volvió a provocar otra modificación en el campo de Dali que pasó al centro, marchándose a la izquierda Chiqui.

En definitiva, victoria importantísima de un Pontevedra que todavía no ha logrado ganar ni una sola vez en casa con comodidad y con unos cambios de entrada en el “once” que creo no son precisamente los que el equipo necesita para rendir mejor aquí.

En este blog se sigue a la espera de poder ver más tiempo juntos a Mayo y Cambil (y si sale mal así se escribirá, como siempre se ha hecho en la última década) y a tener siempre un delantero centro por mucho que los que tenemos no estén precisamente acertados de cara a gol.

El que sí lo está es Dalisson, ya lleva 5, y por eso a este jugador, siempre en opinión del que esto escribe, hay que ponerle en aquellas posiciones en las que marca claramente la diferencia y no en otras en las que se ahoga y no puede enseñar sus virtudes.

Segundos en la tabla jugando, al menos en casa, regular siendo generosos.

A dos puntos de un Numancia que se ha dejado 4 en los dos últimos partidos.

Hay que hacer ajustes, sí, como los que se han hecho fuera y han sido un acierto del entrenador.

En casa hay que hacerlos también. Los de ayer no funcionaron. Quizá el próximo día sí se encuentren esas modificaciones que nos hagan más fiables sobre un terreno de juego de Pasaron que, como siempre, cada vez nota más las lluvias constantes. 

lunes, 7 de octubre de 2024

Cristal, Tito Clemente y una mejoría que nunca llega

A veces, escribiendo en mi blog, confieso detalles de mi vida que no dudo sería mejor que se quedasen guardados en ese cajón situado al fondo del cerebro, cerrado bajo veinte llaves.

El caso es que hace muchos años, muchos la verdad, me puse a ver con mi siempre añorada abuela materna una telenovela venezolana titulada Cristal.

Con esa capacidad cuasi infinita que otorga la juventud, trufada ella con mi inveterada manía de antaño de embarcarme en aventuras de amor platónico con la primera actriz o cantante que me llamase algo la atención, me encandilé de Jeanette Rodríguez y todas las desventuras vividas por su personaje llamado Cristina Expósito, luego bautizada como Cristal una vez llegaron los éxitos en la pasarela.

Su enamoramiento de Luis Alfredo siempre amenazado por la intrigante mujer de este llamada Victoria que en realidad, aunque no lo sabía, era la madre de la propia Cristal y todas esas circunstancias adyacentes que se dan en los culebrones como el embarazo de la pobre Inocencia o la paternidad de un sacerdote carcomido por los avatares de su vida...

Veías un capítulo y ya podías estar doce o catorce más sin ver la novela que cuando la retomabas te enganchabas casi en el mismo momento de la “trama” pues casi nunca pasaba nada y si pasaba lo hacía a velocidad de tortuga.    

Mi bobalicón enamoramiento de Jeanete Rodríguez que duraría hasta el mismo instante en que la vi presentando el mismo programa en el que Jesús Gil aparecía en bañador metido en un jacuzzi con varias “marichicho”, (traumático fin, sin duda, para una historia de amor vivida intensamente en silencio dentro de mi atribulada cabeza), todavía crecería más cuando la vi en otra telenovela entre cuyos creadores se hallaba el mismísimo Boris Izaguirre.

Se trataba de “La dama de Rosa” en la que una muy joven Gabriela Suárez quedaba prendada del acaudalado y atractivo Tito Clemente (encarnado al igual que Luis Alfredo por aquel actor, que un día también quiso ser cantante, llamado Carlos Mata, lo que dotaba de más sensación de inmovilidad, de repetición en bucle a todo lo que pasaba en cada episodio).

El caso es que la joven Suárez, enamorada inocente y profundamente de su galán, terminaba por una serie de circunstancias ajenas a ella metida en la cárcel en la que se pasaría un buen puñado de años.

Ya fuera de prisión, con un cambio de color de pelo y lentillas en los ojos, resurgía como la gran Emperatriz Ferrer y se adentraba en la vida de Tito Clemente para conseguir su venganza pues estaba convencida, erróneamente, que él era el culpable de sus desgracias.

Otra vez episodios a cámara lenta, otra vez frases repetidas y la sensación de que no pasaba gran cosa aunque a veces pasasen.

Episodios parecidos, bucles incesantes pero Jeanete compensando todo delante de las cámaras.

 

El Pontevedra CF lleva desde el mes de Diciembre de 2023 pareciéndose mucho más a un culebrón venezolano de finales de los 80 que a un equipo de fútbol fuerte, serio, autoritario y dominante en una categoría en la que debería por obligación sacar a la luz todas esas cualidades.

La primera parte del partido de ayer fue la misma primera parte que tantas y tantas otras en las que lo único que se impone es el bostezo, en el que se juega a ritmo de tortuga con reuma, en la que se desespera a la gente con gambeteos incesantes, con giros más propios del salto de trampolín pero sin agua, en la que apenas se tira a portería (dos remates en el mismo minuto, el segundo a la salida del córner propiciado por el primero). En el que no se ve ni un solo ápice de mejora en un conjunto que volvió a jugar con 10 futbolistas del año pasado más Iago Novo, que nada está demostrando pero al que tampoco creo beneficia en nada tirarse muchos minutos acostado en una banda derecha que el Pontevedra (salvo cuando recurre a Dalisson) tiene completamente inutilizada.

Fue otra vez una primera parte insoportable, lenta, tediosa y desesperante en la que Cristal o Gabriela Suárez se pasaban minutos y minutos viendo a Luis Alfredo o Tito Clemente en planos cortos mientras ambos se confesaban de manera interminable su amor imposible por las circunstancias.

Insisto, la primera parte no tiene perdón de Dios, se repite con demasiada asiduidad y echa literalmente a la gente de las gradas.

Ni siquiera el hecho de haber ganado hace 7 días fuera de casa manteniendo la portería a 0 ( no se lograba desde Enero) propició que se diera continuidad al “once”.

En este caso Yelko volvió para dar banquillo a Cambil y el que apareció en ataque fue Carlos en lugar de Rufo.

Si con eso se intentó dotar de algo más al equipo, ni se consiguió ni se atisbó por donde iban los tiros.

La segunda parte fue algo mejor, claro. Faltaría más.

Incluso en los culebrones citados existen episodios donde pasan cosas. La entrada en la cárcel de Gabriela; el descubrimiento impactante de Victoria de su maternidad respecto a Cristal.

Era imposible jugar más lento que en los primeros 45 minutos. Por un mínimo de vergüenza profesional había que hacer algo más tras el descanso. Y algo más se hizo.

Se crearon ocasiones suficientes para ganar que fueron falladas desesperantemente por los delanteros y por los que no son delanteros.

Se produjeron dos jugadas muy polémicas en las que desde la grada pareció que se habían cometido dos penaltis que un árbitro muy pagado de sí mismo, muy estiloso en sus “correres” y gestualidad pero tan malo como la 2RFEF, decidió no pitar.

A cambio, en la única jugada que el Marino (que jamás había ganado aquí, otro éxito de la gestión Murillo) pasó de medio camponi estuvimos atentos, ni coordinados, ni serios y encajamos un gol evitable que nos llevaría en última instancia a una derrota humillante.

Se sacaron multitud de saques de esquina y no se remató prácticamente ninguno (ya sabemos que habría pasado si fuera al revés).

Con un resultado que no era el que se quería se decide quitar a un delantero (por desacertado que estuviera ante el gol) por un hombre de banda con lo que los minutos en los que los dos únicos puntas que tiene el equipo jugaron juntos fueron escasos en un partido en casa ante un rival asequible al que no se estaba ganando.

Alex volvió a ser la mejor solución ofensiva aún a pesar de tener que arrancar 25 o 30 metros más atrás de lo recomendable por tener que estar en el lateral.

Lo mismo de siempre, lo mismo pero además con ese 0-1 lamentable en el marcador ante un rival que no acababa de creerse que estaba ganando en el campo de Pasarón.

Indefendible, intolerable y además con esa sensación recorriendo el ambiente de que no se mejora nada. Que el equipo juega cada vez el mismo partido. Que se hace aguas atrás, que se falla demasiado delante, que no hay agresividad, que no hay ritmo alto de juego, que no hay nada de nada.

Esa sensación de culebrón venezolano que el equipo ofrece en el campo raya ya lo kafkiano en rueda de prensa.

Es que escuchando a Iago ayer al que esto escribe se le caía el alma a los pies.

Que si el Marino jugó muy atrás cuando no suele hacerlo y eso es “mérito” nuestro que hacemos cambiar a los equipos rivales; que si tenemos margen de mejora; que sí no hacemos “el otro fútbol”; que si el rival había perdido mucho tiempo (mi sensación no fue esa); que sí queremos crecer cada semana.

Lo de siempre. Palabras, palabras y palabras que luego casi nunca se reflejan sobre el terreno de juego.

El Pontevedra CF no debe perder nunca un partido como el de ayer.

El Pontevedra CF no puede “entregar” de manera lastimosa una primera parte en la que se limitó a andar por el césped y luego estar luchando contra el reloj en la segunda parte.

Que ya se ganó al Fabril aquí de milagro y en la última jugada.

Que no.

Que no se puede seguir así.

Que es una vergüenza que el equipo tenga una ficha senior libre.

Que es una vergüenza que una vez más los sub 23, todos, parecen estar de relleno y no aporten minutos de calidad.

Que es una vergüenza que dos de los fichajes estén en el dique seco desde el comienzo de Liga (por cierto, me gustaría saber si en lo de Fontán tiene algo que ver haber jugado los 90 minutos contra el Depor con solo 5 días de pretemporada).

Que es una vergüenza que tengamos peor plantilla que la del año pasado.

Que es una vergüenza que en las ruedas de prensa del entrenador ni haya autocrítica casi nunca ni se diga que perder ayer no es de recibo.

Que es una vergüenza que ni la Presidenta, ni el coordinador técnico (o como se llame el cargo de Maestre), ni el secretario técnico (o como se llame el de Charles) ni el “hombre en la sombra” que siempre se marcha para nunca irse, salgan en días como el de ayer a pedir disculpas, a decir que esto no puede seguir así y que el Pontevedra, por mucha tranquilidad que digan que se respira, no puede seguir arrastrándose de esta forma.

 

En las telenovelas que he citado en esta columna siempre hay un final feliz.

Cristal acaba feliz con Luis Alfredo; Emperatriz Ferrer vuelve a convertirse en Gabriela Súarez y se casa con su queridísimo Tito Clemente una vez desenredada la madeja de sus desencuentros.

Acaba bien Topacio, Rubí, Betty la fea etc etc.

El Pontevedra no va a acabar bien de esta forma.

La gestión desde arriba cada vez es más calamitosa, más desapegada de la realidad, más contraria a los intereses deportivos de una entidad que va camino de ser uno más nada menos que en 2RFEF.

Aquí no hay un guionista como Delia Fiallo o Boris Izaguirre que diseñan su historia para que los protagonistas acaben felices y comiendo perdices.  

Aquí el dueño de la serie, el productor, el guionista, el director y los protagonistas van camino de estrellarse una temporada más.

Estamos en Octubre, a tiempo de rectificar aunque con las lagunas y cortedad de la plantilla no será fácil.

A pesar de ello, mantenemos el rumbo.

Aquí no pasa nada y si pasa se le saluda.

El Numancia con 6 de ventaja y subiendo pero da igual.

"Estamos en construcción", nos sobran jugadores por eso dejamos plazas vacías y toda va genial entre suspiros de calma, de tranquilidad y de suficiencia.

Patético.