Es difícil explicar como el resultado de un encuentro de fútbol te puede mantener en vilo hasta casi el final cuando un equipo es tan superior al otro.. pero a veces pasa.
Es complicado fallar y fallar ocasiones de gol ante la portería contraria otorgando al rival vidas extra al estilo de las máquinas "pin-ball" de los años 80... pero a veces pasa.
Es complejo jugar tan bien en 2RFEF como lo hizo ayer el Pontevedra CF (especialmente a lo largo de toda la primera parte) y más cuando lo haces sobre un terreno de minas en teoría incompatible con un uso adecuado de la pelota de fútbol... pero a veces pasa.
Es labor ardua aquella que consiste en ganar un partido después de indultar a tu contrincante en demasiadas ocasiones a la espera de que aquel transforme la única que tenga y te mande amargado para casa... pero a veces pasa.
Salió el Pontevedra CF al "césped" de Pasaron con nuevas rotaciones en su "once" inicial en ese plan elaborado por Iago consistente en repartir minutos de la mejor manera posible para llegar bien al tramo decisivo de la temporada.
Volvió Garay al lateral derecho y Héctor al izquierdo; Samu volvió a ser el único "pivote" y Novo apareció de acompañante de Yelko en los interiores; Chiqui se colocaba en la izquierda y Cuesta estrenaba titularidad actuando por la derecha; Carlos era el elegido para la punta.
De este manera (al margen de las bajas ya conocidas de Dalisson e Igor), jugadores "cuasi titulares" como Alex, Brais o Rufo esperaban su turno en el banquillo.
El Escobedo que llegaba a Pasarón con una racha de 8 partidos sin perder y 7 sin encajar un gol, nos hacía torcer el gesto ganando el sorteo y cambiando el orden habitual de los campos.
Deberíamos atacar esta vez en Norte a lo largo del primer tiempo y en eso que llamamos campo (por no denominarlo de otra forma menos agradable) que da a sur, en la segunda parte.
Quizá fuera por ello o quizá no, el Pontevedra no se anduvo con remilgos casi desde el primer momento y empezó a atacar la portería cántabra como hacía tiempo que no se veía en casa en competición de Liga.
El equipo actuó como un acordeón perfectamente engrasado y empezó a gestar otra sesión de "Lérez- taka" que habría resultado majestuosa si se hubiera tenido el acierto necesario ante la suerte suprema del gol.
La defensa agresiva, anticipando cualquier intento de balón largo del rival y contribuyendo al ahogamiento del Escobedo con una recuperación casi inmediata de cualquier pelota perdida.
El medio campo intenso en esa recuperación pero pausado en la elaboración ante un sistema defensivo muy tupido y poblado en exceso de futbolistas visitantes.
Esa pausa para iniciar con orden la jugada se convertía en electricidad y chispa cuando el esférico llegaba a las proximidades del área del Escobedo y aparecían paredes veloces, llegadas de segunda línea, intentos de desborde por banda, lanzamientos desde lejos...
Este cuadro que pintó el Pontevedra podría haber sido una obra de arte primorosa si hubiera sido capaz de meter la pelota en el rectángulo de la portería en solo la mitad de las veces en la que su buen hacer le dio la oportunidad para conseguirlo.
Carlos López, del que hablaré luego, tuvo 3; Yelko otra; Chiqui otra; Garay envió un lanzamiento a uno de los postes y Pelayo en otro tiro lejano se encontró con la otra madera vertical; Mario la tuvo de cabeza y posiblemente me olvide de alguna más.
Tuvo que ser Garay (que ya lleva el suficiente tiempo por aquí para que sepamos que ataca bastante mejor que lo que defiende) el que abriera el cerrojo de un buen portero rival y poner ese 1-0 al final del primer tiempo de un encuentro que debió quedar completamente sentenciado en su intermedio de haber tenido, insisto, un mínimo acierto en ese lance decisivo del fútbol.
Fue una delicia ver al Pontevedra en el primer tiempo de ayer. Fue precioso ver como se apretaba desde atrás en una nueva demostración que defender con agresividad te ayuda a atacar mejor. Fue maravilloso presenciar como se robaba constantemente, como se trenzaban las combinaciones con apreciable rapidez... y fue frustrante comprobar como se dilapidaban las ocasiones que debían haber dejado claro en el marcador la enorme superioridad pontevedresa.
Se dejó vivo al Escobedo y el hecho de atacar la segunda parte en el lado "malo" del campo traía alguna preocupación. Es cierto que no parecía ya esa zona el Dakar en Arabia Saudí pero también es verdad que todavía está lejos de parecerse a un campo de fútbol.
Sin embargo, la dinámica no cambió gran cosa.
El rival no cambió su actitud y siguió parapetado atrás esperando una acción aislada para pescar y el Pontevedra, aún con las lógicas dificultades de tener que domar al balón como si fuera un conejo correteando por cualquier monte, siguió acumulando ocasiones que volvieron a ser desaprovechadas a veces por el propio estado del piso y otras por nuestra negación ante el gol.
Chiqui tuvo dos enormes, algunos lanzamientos en buena posición se fueron al segundo anfiteatro tras botar la pelota en cualquiera de las múltiples toperas existentes y no pudimos certificar la victoria ni de penalti al errar Carlos el lanzamiento tras una acción de pena máxima cometida sobre él.
Ese desacierto del futbolista de Ares ante la portería del Escobedo constituyó, en opinión de este atribulado bloguero, la peor noticia del choque.
Lo que le está pasando a Carlos López desde finales de la temporada pasada es realmente llamativo.
Consiguió la titularidad la Liga pasada aprovechando sus minutos haciendo goles. Una vez elegido para entrar de inicio, siguió metiendo goles y lo hizo hasta conseguir una racha de partidos seguidos marcando realmente difícil e histórica.
Llegó el fatídico partido contra el Ourense en el que nadie estuvo bien y nos mandó a la lona y a partir de aquel día las puertas del gol se le han cerrado casi por completo (lleva 2 esta Liga).
Y es una mala noticia porque a mi entender (aunque sea complicado opinar esto después de lo de ayer) el Pontevedra juega mejor con Carlos López sobre el césped que cuando lo hace con Rufo.
Las características de Carlos y su capacidad de combinar con sus compañeros cerca del área rival, le hacen más idóneo para que la sinfonía granate suene tan bien como lo hizo ayer ante el Escobedo pero es verdad (negarlo sería absurdo) que un "9", aunque no sea un "9" al uso, no debe fallar tantas oportunidades.
Mi preocupación es que la confianza del de Ares baje aún más después de lo de ayer y espero realmente que no suceda.
EL Pontevedra decidió no reforzarse en invierno con un "9" clásico y con esta plantilla que tenemos sigo prefiriendo a Carlos antes que a Rufo. La "reconciliación" de este jugador con el gol se me antoja vital en estos trascendentales partidos que restan de Liga.
Y como siempre pasa (porque hay guiones en el fútbol que son más viejos que el propio fútbol) el rival que nada había hecho salvo intentar defender y mostrar malos modos, disfrutó de su ocasión para empatar en la única vez que cogió por velocidad a la defensa. Por suerte, Edu estuvo en su sitio y rechazó el disparo del delantero cántabro a falta más o memos de 20 minutos para el final y evitó que un jarro enorme de agua fría cayera sobre todos los presentes en Pasarón.
De evitar más sustos se encargó el gran capitán que llevaba varios minutos ya sobre el campo.
Gran pase de Novo hacia la izquierda y llegada en carrera de Alex para engatillar un gran disparo que ahuyentaba fantasmas, aseguraba tres puntos que el Pontevedra había merecido con creces y cerraba cualquier posibilidad de sorpresa.
El asistente de Alex, Iago Novo, merece mención aparte.
Había aparecido ya en Copa el de Fene dejando claro que sabe de sobra lo que es un balón pero en Liga seguíamos viendo una versión más tímida, más discreta y aparentemente con falta de confianza de este futbolista.
En la primera parte de ayer participó activamente en esa construcción rápida de paredes y toques cerca del área cántabra para desarbolar el bloque bajo contrario aunque en el punto culmen de las acciones siguió mostrando algo de indecisión.
En la segunda parte, esa versión más suelta de Novo y sobre todo más trascendente al protagonizar pases clave que continúen la jugada de ataque, se vio con mayor claridad y ese pase a Alex para el 2-0 fue el justo premio para un gran partido del menudo jugador granate.
Hacerle tantas ocasiones a un equipo que venía con tantos minutos seguidos sin encajar no resulta un dato baladí.
Se marcaron solo 2, sí, pero se pudieron marcar 6 y cualquier persona que haya visto el partido no puede negar este hecho.
Por tanto, si el Pontevedra está metido, concentrado, con los cinco sentidos en los partidos, ni un sistema defensivo tan potente como el de ayer le frena.
Si la defensa aprieta, presiona y anticipa (menuda actuación ayer otra vez de Pelayo); si el mediocampo trenza el fútbol mezclando pausa con velocidad pero siendo concretos, sin arabescos innecesarios; si las bandas penetran... el equipo fluye con una armonía digna de la denominación "Lerez-taka".
Eso sí, hay que meterlas. Si no las metemos todo el trabajo se afea e incluso a veces podría verse afectado en el marcador.
Somos de nuevo líderes tras nuestra victoria y el empate en Langreo de un Numancia que sigue sumido en eternas quejas arbitrales que denotan un nerviosismo de. que debemos tratar de sacar partido.
Afrontaremos, pues, la siguiente jornada con 2 puntos de ventaja y partido mañanero frente al R. Cantabria.
No sabemos si Dali podrá aunque sea viajar ya convocado y perdemos por 5 amarillas a Xabi y a un Rufo cuya acción ayer sigo sin entender (más cuando en rueda de prensa Iago afirmó que no estaba previsto buscar la quinta).
Al margen de altas y bajas, la clave será salir despiertos al campo.
No es tiempo ya para espectáculos tan lamentables e inesperados como el ofrecido en Riazor.
Aprieta equipo, no decaigas y sigue aprendiendo de la Liga pasada.
Máxima concentración, por favor.