Ya lo tenemos aquí desde hace algo más de una semana.
Ha vuelto.
Fiel a su cita anual,
dejó su casa con una maleta y un neceser de aseo como equipaje con la intención
de instalarse a la ribera del Lérez como todos los meses de Febrero y hacer
turismo por la ciudad hasta que el calor del veranito provoque su deseo de
volver a casa.
Es un virus que no
tiene nombre todavía (sería conveniente bautizarlo cuanto antes) pero que azota
con vehemencia los cimientos del Pontevedra CF para zarandarlos sin remedio con
el afán de conseguir un nuevo fracaso deportivo de una entidad carente de las
defensas suficientes para combatir a tan insistente “bicho”.
Sí. Es verdad que un
virus de estas características no se asienta ni ataca a cualquier institución.
Lo hace con aquellas
que ya tienen una predisposición clara a su exposición debido, sobre todo, a
una gestión infame, desprovista de los mecanismos de salud que la harían más
resistente a sus efectos y que incluso a veces parece que ella misma efectúe la
llamada al virus para que no falte a su cita y destruya lo que en un principio
parecía hecho con algo más de cabeza de lo habitual.
Su primera
manifestación suele ser siempre la misma. Parasitar el mercado de invierno
hasta conseguir que una plantilla, o bien salga peor parada de la dichosa
ventana o bien más o menos igual a pesar de la entrada de decenas de miles de euros
a unas arcas cuya verdadera situación se desconoce.
Luego el “bicho” suele
pasar al césped.
La semana pasada reinó
sobre las cabezas y piernas de los jugadores granates en su partido en Riazor
contra el filial deportivista.
No se puede salir peor
a un terreno de juego. No se puede regalar más lastimosamente los dos primeros goles
del contrario. No se puede jugar de forma más diferente a tu habitual estilo
que como lo hizo el Pontevedra hace 7 días. No se puede terminar el partido de
forma más apática y desnortada que como lo terminó el conjunto granate ante el
Fabril deportivo.
Claro que los efectos
del virus sobre el mercado invernal (primera manifestación de la enfermedad
como hemos dicho antes) ya había colonizado la entidad de tal manera que los
efectos sobre la hierba no fueron más que una consecuencia del ataque del “bicho”.
El “culebrón” Dalisson
(que todavía no ha finalizado) es buena muestra de ello.
Es decisión de un club
vender o no vender a un futbolista. Da igual que su contrato termine en cuatro
meses y que en verano pueda irse sin dejar un euro. Da igual que alguna de las
ofertas recibidas por el jugador resulten muy importantes dados los números que
se mueven en la cuarta categoría de nuestro fútbol.
Si quieres subir y
entiendes que este futbolista es capital para lograr el objetivo (sí, yo todavía
creo que se quiere subir y no quiero creerme, llamadme ingenuo, las opiniones
de gente que dudan de ello) pues no lo traspasas y te quedas sin la “pasta”
pero con su rendimiento notable sobre el campo.
Ahora, lo que ya es
alucinante, lo que resulta grotesco es que pueda darse el caso de que te quedes
sin el dinero y sin ese rendimiento por un presunto cabreo del futbolista y su
entorno.
Parece que Dali está
lesionado. Parece que se lesionó días después de jugar contra el Compos y
celebrar un gol que aseguraba aquella victoria de una forma extraña. Parece que
más de dos semanas después, la lesión todavía no está diagnosticada.
La única certeza es que
ni estuvo en Riazor ni estuvo ayer frente al Langreo y el virus campa a su
anchas descojonándose de un equipo que necesita a su estrella como el comer.
Ojalá la recuperación
de Dalisson sea inminente. Sea para ya. Te necesitamos Dalisson. Y si no lo es,
por respeto a esa afición que debe aguantarlo todo, se diga de una vez que
problema de salud padece para evitar toda clase de suspicacia.
Otra manifestación del
virus es la colonización del estado del terreno de juego de Pasarón.
Lo de ayer clama al
cielo. Verdaderamente dantesco el aspecto del campo en la zona sur. Ojo, no
solo el área que ya parecía un terreno arenoso al estilo rally Dakar desde hace
semanas sino todo el campo que da a ese fondo sur.
Jugar en esa mitad del
terreno era imposible y más si queríamos (como lo intentamos) jugar a lo de
siempre.
No se podía combinar,
no se podía conducir, no se podía hacer más que colgar balones y buscar segunda
jugada pero el Pontevedra no lo hizo porque no está preparado para ello, adolece
de futbolistas para ejecutar ese plan.
La consecuencia es que
el Pontevedra careció casi por completo de peligro a lo largo de la primera
mitad y vio como su rival le llegaba en varias ocasiones con peligro sin que
afortunadamente pudiera mover el resultado a su favor.
En la alineación
inicial, por cierto, también se coló el virus.
Al igual que la
temporada pasada, más o menos por estas fechas, Mayo volvió a aparecer entre
los nombres de los suplentes siendo Rares el que ocupaba el puesto de titular.
El ex del Villalbés cumplió,
como ya lo hizo el día del Compostela. No se trata de “rajar” de un joven
futbolista que hace las cosas bien y que ayer, se insiste, desarrolló su labor
con corrección.
De lo que sí se trata,
en cambio, es de llamar la atención sobre esta coincidencia de la suplencia de
Samu Mayo que en la campaña anterior dejó su sitio en bastantes ocasiones a
estas alturas a Borja Domínguez.
Nadie tiene patente de
corso en este equipo para jugar siempre, sin duda, pero llama la atención.
Se habla de descanso.
Vale.
Y yo pregunto. Yelko
(que también tendría sustituto en Novo) no necesita descanso al acumular muchos
minutos también? Es un simple ejemplo.
El caso es que Mayo (en
opinión del que esto escribe el segundo jugador con más proyección de este
equipo tras Dali) no jugó y habrá que creerse que es porque necesitaba
descansar y no por intentos raros de señalamiento tras una goleada en la que
nadie rayó a un nivel decente.
Volviendo al partido.
Tras el descanso,
atacando ya en Norte sobre una hierba mala pero que dejaba jugar a algo, el
Pontevedra fue otro desde el principio.
Pudo marcar enseguida
pero Brais falló dos muy claras, especialmente la segunda, demostrando que a
pesar de que su fichaje es un acierto y no fue alcanzado por el virus, entre
sus virtudes como ya se sabía no está la contundencia “asesina” ante el gol.
Llegó, no obstante, una
contra bien elaborada por el rival. Como en otras ocasiones se hilvanó por la
zona derecha de nuestra defensa y el 0-1 puso la intranquilidad en el estadio.
Realmente, la
intranquilidad había aparecido ya unos minutos antes con alguna imprecisión en
defensa, especialmente aunque suene raro de Pelayo, que ya hizo sonar el “runrún”
en la grada.
Con el gol en contra se
desataron algunos nervios y se escucharon pitos en Tribuna y especialmente en
Preferencia. No fueron mayoritarios pero sí se dejaron sentir con claridad.
Poco después de sacar
de centro apareció el gol del empate al desviar un defensa un lanzamiento de
Yelko y hacer inútil la intervención del portero… y volvió el virus.
Ni corto ni perezoso,
Yelko la tomó con la grada de preferencia
y con parte de la de tribuna y recriminó con demasiada exageración a la
grada esos pitos como indicándoles que ahora no celebraran el tanto.
Es un error supino del
futbolista que debería ser llamado al orden de manera inmediata.
Nadie lo hará porque en
la zona noble de esta entidad existe tan evidente pasotismo que dejarán pasar
el hecho y esta nueva manifestación del virus.
Que Yelko se haya
equivocado ni significa que tenga que dejar de jugar, ni que tenga que estar pegado
a una pared con cuatro libros en cada brazo ni nada por el estilo.
Lo que sí tendría que
hacer, si respeta a la afición para la que juega (que estoy seguro que sí), es
coger un micrófono a la primera oportunidad que tenga y disculparse.
Pedir esas disculpas no
querrá decir que esté de acuerdo con los pitos y que le sigan pareciendo muy
injustos y así, ya en frío, podrá argumentarlo pero lo que no puede hacer es “pasarse
de rosca” como hizo ayer protagonizando una imagen lamentable.
No es un “estamos con
Yelko o contra Yelko” como ya se está construyendo en redes sociales.
Yelko es clave en este
equipo y tiene que seguir siéndolo pero Yelko tiene que pedir perdón.
Después del empate, el
Pontevedra fue el único equipo que existió sobre el maltrecho césped y acumuló
ocasiones antes de que Alex hiciera el definitivo 2-1 y después del tanto de la
victoria, manifestando otra vez demasiada inocencia y falta de pegada ante la portería
contraria. Lo lógico habría sido marcar el tercero e incluso alguno más pero
nuestra incapacidad para sentenciar nos tuvo algo en vilo a lo largo de los
nada menos que 9 minutos y medio que otro mal árbitro decidió prolongar.
Para acabar, otra
manifestación del dichoso virus también apareció en la rueda de prensa de Iago
tras el partido.
Reivindicar el gran
número de puntos que se hizo la Liga pasada está bien.
Reivindicar el gran
número de puntos que estamos haciendo en esta Liga, también.
Recordar que el Ourense
antes y el Numancia ahora obligan a mucho al Pontevedra, es una realidad y está
bien que no se olvide.
Ahora, el fútbol es el
fútbol desde que nació hace muchas décadas ya.
El que esto escribe no
va a normalizar, (pediré perdón por ello pero no lo voy a hacer) que el Pontevedra CF malviva en la cuarta
categoría de España.
El objetivo ineludible
de este equipo es el ascenso. Si es posible de forma directa. Si no es posible
a través de play off.
Podemos hacer la
cantidad de puntos que sea (que está siendo muy grande, es evidente) pero si no
se acaba subiendo, el varapalo volverá a ser enorme.
¿Qué tiene que ver eso
con reconocer la Copa maravillosa que se ha hecho (por los resultados logrados
y como se consiguieron)?
Eso se recordará y
reconocerá siempre. A estos jugadores y a este entrenador.
Ahora, el tener memoria
no es incompatible con tener la idea clara de que si se es entrenador del Pontevedra
y el equipo está en cuarta categoría, el objetivo claro y nítido es el ascenso
y en el momento en que no lo sea, es que a lo mejor el Pontevedra CF en sí ha
dejado de tener sentido.
Hay que subir y hay que
saber llevar esa presión que indudablemente existe.
¿Recriminando a la afición,
por muy injusta que resulte alguna vez parte de la misma, es el camino? En mi
opinión, no.
Si hay pitos? Se juega
más. Si hay abucheos? Se avanza con determinación aunque por dentro estés en llamas
y te gustaría mandar a la mierda a más de uno.
Esto es el Pontevedra
CF y si estás aquí sabes a lo que vienes.
Las espadas siguen en
alto y seguimos empatados a puntos con el Numancia.
La próxima estación
será Luanco.
Ojalá el equipo
recupere el buen tono que estaba exhibiendo fuera de casa antes de Riazor.
Ojalá se sea concreto
ante el gol y si es posible se deje nuestra portería a cero.
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