martes, 1 de marzo de 2016

PUNTAZO

El destino que es casi siempre caprichoso e incluso a veces enigmático ha tenido a bien propiciar que el primer partido que el Pontevedra CF ha tenido que disputar en casa tras el fallecimiento de Nando Yosu haya sido con el Racing de Santander.
Era el conjunto cántabro el equipo de la vida de Yosu que en innumerables ocasiones aportó su experiencia y conocimientos futbolísticos para sacar adelante desde el banquillo de El Sardinero a un Racing que le debe mucho al ex componente del hai que roelo.

Un Yosu que militó varias temporadas a finales de los sesenta en el Pontevedra de primera división. Dicen los que vivieron esa época que siempre a la sombra de otros (Fuertes, Odriozola..) pero aportando cada vez que le llegaba su oportunidad el trabajo y la honradez que los que le conocieron afirman que ponía en todo aquello que realizaba.

Estos días se cumple igualmente el veinticinco aniversario de la muerte de Hector Rial. El mítico jugador madridista se convirtió años después en una figura trascendente en la historia del Pontevedra CF. Llegó al banquillo de la ribera del Lérez en el 67 y estuvo dos años en Pontevedra en su primera etapa.

Varios años más tarde y en una de las fases más críticas de la historia del club llegó la segunda aventura de Rial en el banquillo pontevedrés. Corría el año 1989 y en la entidad no había dinero ni para pagar una bolsa de pipas.

Le recuerdo con su pelo blanco recorriendo los metros que separaban el túnel de vestuarios (antes en la esquina que unía Tribuna con Fondo Sur) del banquillo. Su andar tranquilo y sereno semblante semejaban un oasis entre la despiadada tormenta de arena que acababa día a día con la respiración del Pontevedra CF.

También cuentan los pequeños héroes que jugaron bajo sus órdenes en aquellos meses complicados que no dudó en aportar dinero de su bolsillo para intentar paliar siquiera mínimamente la angustiosa situación de unos jugadores que se pasaban muchos meses seguidos sin ver una peseta. 

Con él muchos jóvenes debutaron en Pasarón y otros trataron de afianzar sus carreras en el mundo del fútbol. Pero lo que yo más recuerdo es esa capacidad tan grande de ayudar y arrimar el hombro en situaciones caóticas que demostró este hombre que entre otras "minucias" había ganado cinco Copas de Europa al lado de Di Stefano en su etapa como jugador y ocupado como entrenador prestigiosos banquillos como el nuestro en Primera División.

Se fue del club y murió sólo siete meses después. Resulta imprescindible recordar ejemplos como el suyo. Con su sapiencia. solidaridad y bonomía aportó su inmenso grano de arena para que la nave no se fuera a pique cuando nadie parecía poder enderezar el rumbo. 

Son figuras (y no sólo en sentido futbolístico sino personal) las que jalonan la vida de un club que todavía pervive con su historia y pasado intactos. Las emociones de hoy se las debemos a muchos que gozaron pero que también sufrieron con el Pontevedra ayer y eso es algo que nunca debemos pasar por alto.



No podía empezar de manera más desafortunada para el Pontevedra CF el partido del pasado Domingo.
Con estupor y preocupación comprobábamos como Edu Sousa se lastimaba seriamente en una de sus manos durante el calentamiento y debía abandonar el césped entre claras muestras de dolor que le iban a impedir jugar el encuentro.

Pero lo más curioso estaba todavía por llegar. Habían salido ya los equipos al césped (Company entre ellos confirmando los malos presagios con Edu) ; se habían saludado entre ellos y el árbitro, se procedía al sorteo de campos.. cuando Capi ensaya un pequeño sprint con salto incluido para llegar al centro de la defensa.y se produce lo inesperado.
El central se va al suelo en complicado escorzo agarrándose uno de sus gemelos. He de confesar que durante un segundo creí que era una broma. En el momento de la lesión Luisito se hallaba de espaldas mirando hacia tribuna y durante ese segundo fantasee con que el experimentado Capi le estuviera dando un último susto a su técnico, atribulado ya por la baja del portero titular.

Pero no. Nada más lejos de la realidad. La lesión era real y el cambio antes de empezar el choque obligado. Pablo, con solo dos carreras por la banda a marchas forzadas debía saltar al campo y comenzar el partido al lado de Campillo.

No se si estas nada comunes circunstancias (unidas a las bajas numerosas ya conocidas para el partido) desconcertaron al equipo pero lo cierto es que la primera parte sólo tuvo color racinguista. Los cántabros fueron muy superiores y sólo su falta de acierto ante el gol provocó que el encuentro llegara vivo al tiempo del descanso.

Además del gol, los visitantes acumularon cuatro o cinco ocasiones más para marcar que unas veces se marcharon fuera y otras encontraron la respuesta de un Company que se encargó de dejarle claro a su parroquia que la portería está muy bien cubierta y que no es ningún comparsa. Especialmente meritoria resultó una intervención en la que tras despejar un balón potente logró arrebatar de las piernas de Peña ese rechace cuando el medio santanderino ya se relamía ante la posibilidad de hacer el 0-2.

En esa primera mitad el Pontevedra sólo dispuso de una oportunidad de gol en la que Anxo envió un buen lanzamiento cruzado que salió lamiendo un poste de la portería montañesa. Pero lo cierto es que la opción Tomás no funcionó; que Loureiro volvió a sufrir a raudales para tapar una banda derecha atacada por uno de los mejores jugadores visitantes que Pablo no había entrado nada bien en el partido y que el Pontevedra se asió al encuentro como pudo para no descabalgarse a base de esfuerzo y como ya se ha dicho de errores en ataque del Racing.

El pesimismo reinaba en el descanso y por ello lo que sucedió después sorprendió todavía más.

De entrada, el Pontevedra repetía el mismo cambio de sistema que realizó en la segunda parte frente al otro Racing aunque en aquella ocasión con un 0-3 que ya había matado el partido.
Verdú se unió a Pablo y Campillo en el centro de la defensa; Loureiro y Anxo se convertían en laterales largos y adelantados; Kevin y Alex recibían la ayuda en el medio de Queijeiro que salía por Tomás y Borjas y Jandrín actuarían de delanteros.

Y el tema fue funcionando.
El Pontevedra no solo apareció más en ataque y se fue convirtiendo en un equipo más peligroso sino que los jugadores parecieron recuperar esa fe en si mismos y esa seguridad en lo que hacen que no se vio ni contra el Ferrol ni en la primera parte de anteayer.

Se tomaron riesgos y el Racing volvió a disponer de un par de contras semi mortales que una vez Company y otra Kevin en gran despeje se encargaron de abortar. 
Pero lo cierto es que el Pontevedra era otro. Kevin y Alex cada vez se hacían más gigantescos en el medio y en esta ocasión sí recibían un buen apoyo de Queijeiro que estuvo mejor que otras veces. Borjas y un gran Jandrín empezaban a sembrar la preocupación en la zaga visitante y Anxo se hacía cada vez más grande en banda izquierda.

Es cierto que no se puede descartar que el excesivo conservadurismo del Racing contribuyera en parte al desmelene granate. El primer cambio de Munitis supuso que el puñal que estaba siendo Miguel por banda izquierda dejará de serlo por tener que retrasarse al lateral. Y el segundo cambio quitando a Pumpido por un medio no lo entendió casi nadie.

Pero además de ello lo que resultó indudable es que el Pontevedra consiguió hilvanar ese juego alegre, en oleadas y hasta emocionante que tanto nos ha gustado esta temporada en Pasarón. Borjas se reencontró consigo mismo y aunque no marcó (por lo menos de manera legal) generó ocasiones entre las que destacó un lanzamiento precioso desde la frontal contestado en gran parada por el portero rival. Jandrín se vació y fue un incordio y como ya se ha dicho Kevin y Alex volvieron a protagonizar esa mezcla explosiva por el medio que tantos beneficios aporta al equipo.

En el último cuarto de hora saltó Mouriño al campo por Campillo y Kevin retrasó su posición. Los minutos pasaban y parecía que a pesar de la buena segunda parte nos íbamos a ir de vació cuando apareció la jugada del empate. Centro por aquí, rechace por allá pero el caso es que la pelota llega en globo hasta la frontal para que Alex la conectara de manera maravillosa y preciosa para alojarla en la escuadra izquierda de la portería santanderina.

Golazo tremendo que plasmaba el cambio de imagen granate y que certificaba un empate conseguido en circunstancias muy dificiles y que supo casi a victoria. Es cierto, sin embargo, que el Racing trató de espabilar y disfrutó de una gran ocasión para ganar que Dioni envió fuera.
Pero también es verdad que en esos minutos finales (y con esa atmósfera tan especial que se crea en Pasaron cuando el equipo nos enamora) el Pontevedra apretó de lo lindo y acarició la posibilidad de ganar.             
    
Con el pitido final del colegiado la gente supo valorar un punto conseguido ante un muy buen equipo pero la sensación general era que el Pontevedra había logrado desesperezarse de nuevo y jugar bien al fútbol otra vez en casa. 

Son 43 puntos y estamos a medio paso de la salvación. 
No he sido yo quien ha recordado tras el encuentro que se le ha ganado al Racing el golaverage particular.
Hemos pasado de quemar en la hoguera a media ciudad a reseñar una circunstancia que nada tiene que ver con la permanencia.

Próxima estación Astorga. Los leoneses están protagonizando una segunda vuelta espectacular y han salido de los puestos de descenso.

Partido perro para el que recuperamos gente. Ojalá podamos celebrar tras el choque la obtención de la permanencia en la categoría.  

     

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