No lo vi claro hasta
que se anunciaron solo dos minutos de descuento.
En ese instante me
quite la costra de angustia y preocupación que me recubría cual vaina de “la
invasión de los ultracuerpos” y arrojé la amenaza del descenso por la ventana
para que se hiciera mil pedazos contra el duro y manchado suelo de la calle
Cruz Roja.
Sonó el silbato del
árbitro indicando el final y esa sensación de alivio solo producida cuando una
especie de nudo invisible que te atenaza el corazón se deshace como por ensalmo
provocó que me lanzase sobre el sofá de mi pequeña sala poniendo a prueba todos
los muelles que mi baqueteado mueble todavía conserva en su interior.
Precisamente habíamos
salvado eso, los muebles, con esa victoria (tercera en los últimos cuatro
desplazamientos, quien lo iba a decir) lograda en Majadahonda ante el filial
del Atlético de Madrid.
La temporada (malísima
desde cualquier perspectiva desde la que se la analice) había terminado en
fuerte decepción y no en drama deportivo en forma de descenso.
Tras unos días de
lógico descanso para aquellos que rigen la entidad granate, tocará después
analizar y tratar de aprender de los errores cometidos en esta temporada 17/18
en la que se partió con la idea de volver a meterse en fase de ascenso y en la
que todo ha salido al revés prácticamente desde el día que fuimos eliminados en
Murcia en la vuelta de la primera eliminatoria de play off.
Será el momento, en
consecuencia, de tratar de buscar las razones del porqué tras catorce fichajes
hechos en verano nos sobran dedos de una mano para contar aquellos que han dado
un rendimiento aceptable.
Habrá que meditar
igualmente si la pretemporada efectuada hace casi un año no resultó demasiado
corta (apenas 32 días antes del comienzo de Liga, sabiendo además el aluvión de
nuevos jugadores que tendrían que llegar) y con una planificación muy
discutible que incluyó un encuentro frente al Deportivo que venía mucho más
rodado mientras los nuestros apenas llevaban una semana ejercitándose (en ese
Luis Otero muy tempranero hubo más de un jugador granate que se vio obligado a
jugar los noventa minutos).
Es verdad que el Luis
Otero y el Ciudad de Pontevedra exigen buenos rivales enfrente y que esos
rivales tienen determinadas fechas libres pero a veces también es bueno pararse
a pensar si un partido de ese nivel con solo cuatro o cinco entrenamientos en
las piernas no producen más perjuicios que beneficios.
Todavía recuerdo el
primer partido en casa frente al Rápido en el que cuatro o cinco piezas
llamadas a ser básicas para el equipo veían el choque desde la Tribuna
aquejados de diferentes molestias físicas.
Es el momento de pensar
igualmente si cuando un entrenador se declara incapaz para dirigir a un grupo y
presenta su dimisión no habría resultado más lógico aceptársela y no dilatar
más en el tiempo una situación que se fue pudriendo y que terminó “como el
rosario de la aurora” y con el equipo bastante más hundido que un mes y medio
atrás.
No estaría mal analizar
también si resulta de recibo que el primer entrenador del equipo y que accedió
al cargo en el mes de Enero no haya tenido un acto de presentación oficial que
le revistiera de la autoridad mínima y suficiente para con aquellos a los que
tendría que dirigir todos los días para tratar de salvar al buque de un
hundimiento que en algunos momentos llegó a parecer irremediable.
Seguro que habrá tiempo
para pensar si esa política de contratar jugadores por una sola temporada
(política que pareció quebrarse no solo en el mercado de invierno sino también
con el último fichaje de verano, Jesús Berrocal) volverá a instalarse en la
próxima temporada o no; pero que en cualquier caso (sea cual sea la estrategia
del club en cuanto a la duración de los contratos) se deberían tomar las
medidas oportunas para qué casos como el de Loureiro no vuelva a suceder y
chavales que han aparecido este año asumiendo un protagonismo y una presión
mucha mayor de la que se podía esperar como los hermanos Barbeito o David
Castro queden ligados a la entidad de forma que en caso de marcharse en el
futuro lo hagan a cambio de una contraprestación económica que endulce su
hipotética marcha y le sirva al Pontevedra para seguir creyendo en la cantera.
Por último, tampoco
vendría mal una reflexión sobre la forma de “vender” el producto llamado
Pontevedra CF entre sus aficionados.
La temporada pasada fue
muy buena. Se logró una clasificación muy meritoria para el play off y el
aspecto del campo frente al Murcia era maravilloso.
Lejos de aprovechar ese
efecto y tratar de enganchar a más gente a esta aventura, los abonos de esta
temporada que ayer terminó volvieron a salir tarde y como a escondidas el Domingo más caluroso del mes de Julio a través de internet.
Al margen de estas
reflexiones, lo cierto es que ayer el Pontevedra CF evitó un desastre deportivo
de gran envergadura y todos a los que el club nos duele en mayor o menor medida hemos respirado como hacía
muchos meses que no lo hacíamos.
En breve empezará a
perfilarse otro proyecto del que todavía no sabemos sus aspiraciones pero que a
buen seguro volverá a movilizar a mucha gente que tiene a su “pontevedriña”
como algo sagrado y muy importante.
Ojalá la temporada
18/19 sea exitosa y todo ruede cuesta abajo.
La que por fin ha
terminado ayer ha resultado ser una pesadilla de la que nos hemos despertado a
tiempo.
Solo por la chapuza del cambio de entrenador, Feáns ya ha demostrado su grado de incompetencia. Tiene que ser la primera salida, pero echarlo ahora sería reconocer el error en su elección, así que preveo pocos cambios en esa parcela.
ResponderEliminarSolo nos queda desear que acierte aunque sea de casualidad porque la próxima temporada nos jugaremos mucho si hay reestructuración.
Si Feáns no es el primero en salir del club sería de coña, no se merece seguir ni un minuto más
ResponderEliminarFEÁNS FUERA DEL PONTEVEDRA
Suelo estar de acuerdo con Grada Sur, pero siento discrepar en esta ocasión, Feáns ha sido gran responsable de la mala temporada que se ha hecho con una confección deficiente de la plantilla, motivo por el cual pienso que debe salir del club, pero ojalá me equivoque, me da que nos va a tocar aguantarlo más tiempo
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