lunes, 17 de septiembre de 2018

No todos los Domingos hay milagros

Hace quince días el Pontevedra CF ganó un partido que mereció empatar en la última jugada del choque. 
Ayer el equipo volvió a disponer de otra jugada en el último instante que de haberse transformado en gol habría significado la consecución de otra victoria que solo se persiguió como Dios manda a partir del minuto ochenta de encuentro.
Los milagros escasean, son muy poco frecuentes y el balón enviado por Alex González tras un regate maravilloso fue rechazado por el portero visitante abortando por completo con esa parada la posibilidad de una nueva "aparición mariana".

Lo cierto es que el Pontevedra CF disputó ayer un partido horroroso y desalentador. No existió hasta que un mal colegiado (que hace meses pasó por alto aquel penalti bastante claro cometido sobre Iván frente al Adarve) decidió señalar una pena máxima más que rigurosa que Javi Pazos se encargó de convertir en el empate.
Después, algunos minutos más de desconcierto y a falta de ocho o diez para el final por fin algo de empuje, garra y ganas de vencer con un par de ocasiones más a añadir a esa final ya relatada de Alex.

¿Qué pasó antes de esos postreros minutos de encuentro?  Pues que el Pontevedra fue incapaz siquiera de hacer un rasguño a su ordenado pero bisoño y asequible rival.
De entrada, Luismi decidió salir con tres centrales y dos carrileros que se incorporaban al medio campo una vez teníamos la pelota.
Victor Vázquez (otra vez según mi opinión de lo mejor del equipo), Castro y Nacho López se ubicaban en esa defensa central y Alex González por la izquierda más Javi López por la derecha se encargaban de las bandas.
Por delante Kevin y Jesús de mediocentros más posicionales;  Romay y Pedro Vázquez ejerciendo algo así como de media puntas y Arruabarrena como hombre más adelantado.

Quien conoce más a su plantilla es el entrenador y nadie más que él tiene los datos a la hora de sopesar en que lugares del campo pueden rendir más sus jugadores.

Ahora bien, el "asunto" de Alex González como lateral de largo recorrido no ha salido la temporada pasada casi nunca bien y ayer volvió a resultar fallido el experimento pues de esta forma se pierde el indudable desborde que tiene el jugador cántabro en ataque al estar demasiado sacrificado en labores defensivas.
Aún así, el rubio extremo lo intentó alguna vez sin poco éxito a diferencia de su colega en la otra banda,Javi, que a mi juicio en ningún momento se sintió cómodo en esa ubicación de falso lateral derecho.
No parece Javi López un futbolista con velocidad y potencia para penetrar por banda derecha y sí da la sensación de que es un jugador con buen pié y último pase que puede lograr mayor eficacia moviéndose mucho más cerca del área contraria.
Sorprende todavía más la elección de Javi López como carrilero derecho si tenemos en cuenta que su "tocayo de apellido", Nacho, sí es un hombre con fuerza y capacidad de penetración por banda y Campillo un jugador apropiado para jugar en esa línea de tres centrales en lugar de Nacho.

Sea como fuere, lo cierto es que el Pontevedra careció por completo de profundidad por la banda derecha y tuvo muy poca por la izquierda produciéndose un atasco por el centro que en ningún momento pudimos solucionar.

El juego era lento, desesperante y lleno de imprecisión y los dos hombres que quizá estaban señalados para canalizarlo (Romay y Pedro Vázquez) no encontraban su sitio en ningún momento.

Fue, insisto, una primera parte malísima, sin ritmo y que por lo menos al que esto escribe le causó una gran desilusión. 
Para más inri, un Valladolid B mediocre que no había aparecido tampoco por los dominios de Edu Sousa encontró de casualidad  y rebote un gol afortunado que empeoraba todavía más las cosas para el Pontevedra .

Que el equipo no había funcionado en la primer parte era algo evidente. Que había que cambiar cosas resultaba palmario.
Sin embargo, la sorpresa volvió a ser morrocotuda cuando tras el descanso se decide no ya hacer cambios sino tampoco mudar la disposición táctica de los jugadores.

Y la consecuencia, por desgracia, no fue otra que unos primeros veinte o veinticinco minutos de la segunda mitad todavía peores que la primera parte. 
La imagen que se siguió dando fue lamentable y si no se perdió el partido definitivamente fue por la intervención prodigiosa de un Edu que sacó un brazo abajo inverosímil para rechazar a la esquina un remate pucelano con clarísimo marchamo de gol.  

Se fueron haciendo relevos. Mouriño salió por Jesús y a falta de unos veinte minutos Pazos lo hizo por Pedro Vázquez. Llegó el penalti y a partir de ahí cambió la decoración del choque.

Antes de ese penalti lo único que habíamos hecho en ataque fue un remate con el pecho de Arruabarrena que salió por encima del larguero.

Sin embargo, tras empatar y pasar otros cinco minutos de atolondramiento, Mouriño empezó a hacerse más con la pelota, Alex González y Javi López se olvidaron por fin de obligaciones defensivas y Pazos (por cierto, no sé si denominar osadía o gran personalidad su determinación a la hora de hacerse con el cuero con la clara intención de que nadie le impidiera lanzar el penalti) siguió ayudando a un Arruabarrena hasta ese momento exasperantemente solo en la punta de ataque.

También salió al campo el otro Alex por un Romay intrascendente y el cocktail aunque muy tarde empezó a surtir sus efectos en forma de más velocidad en el trato de la pelota, más amplitud del campo y un achicamiento progresivo del Valladolid.

Pudo marcar Mouriño desde fuera del área, pudo hacerlo otra vez Pazos tras un gran centro por la derecha que sacó en el último instante de cabeza un defensa y sobre la hora llegó esa jugada de Alex González que a punto estuvo otra vez de llevar a los otra vez demasiado pocos que asistimos al partido a un nuevo éxtasis teresiano.

Llegó el final del encuentro con ese arreón postrero y la sensación que a este atribulado bloguero le circulaba por el cuerpo es que habíamos dejado pasar una gran oportunidad de ganar en casa a un conjunto vallisoletano muy avezado en pérdidas de tiempo, alaridos estridentes y "cariños" de fisioterapeutas pero que en cuestiones estrictamente futbolísticas se había limitado a aprovechar la incapacidad granate para encontrar los caminos hacia el área castellana y que cuando de verdad fue apretado acabó pidiendo la hora cual boxeador en apuros que añora el sonido de la campana de término de asaltos.

A pesar de esos minutos finales (a todas luces insuficientes), la sensación que ayer dejó el Pontevedra resultó muy preocupante. 
Pasarse casi setenta y cinco minutos de juego en casa sin tirar a portería, sin generar peligro y sin transmitir nada de nada sobre la hierba resultó frustrante y doloroso pues enfrente no teníamos esta vez al presupuesto más alto del grupo.

El equipo estuvo mal colectiva e individualmente y jugadores que han venido (o desde el club dicen que han venido) a aportar la calidad de la que carecimos la temporada pasada no aparecieron ayer por ninguna parte.

Son solo cuatro partidos y mucho margen para evolucionar y mejorar pero las señales transmitidas frente al Valladolid B no fueron precisamente como para tirar cohetes.

Siguiente paso el Internacional, no el de Milán sino el de Moraleja de Enmedio, veremos cual es la versión del Pontevedra que aparece en tal paraje de la capital de España.    

    

         

3 comentarios:

  1. Con tantos bandazos de alineación y sistema es muy difícil que el equipo se asiente.Luismi va camino de repetir la historia de Manu Fernández,de héroe a defenestrado en cuestión de semanas.

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  2. No me gustó el partido. Me parece que somos un equipo que tanto puede coger una racha de 3 partidos ganados seguidos como una de 4 o 5 perdidos.
    Recibimos demasiados goles y por suerte por ahora los marcamos, pero es mala señal en 2ªB.
    Lo mejor, como casi todo el mundo señala, la aparición de Javi Pazos, y ahora que Luismi le de continuidad, acompañando a Mikel,claro.

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  3. El partido fué horrible,creo que tenemos futbolistas en la plantilla para jugarmás al ataque.Lo de los tres centrales no funciona y en casa menos,para mi es un recurso para jugar fuera en determinadas circunstancias(campo pequeño,hierba artificial...).El entrenador debe reflexionar y dejarse de experimentos.

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