lunes, 1 de octubre de 2018

Sin fútbol, sin gol y con mucha impotencia

La temporada pasada pudimos escuchar hasta la saciedad frases del estilo: "esto acaba de empezar.."; "todavía estamos en la jornada cinco"; "queda casi toda la Liga"; "sólo llevamos diez partidos...".
Desde dentro de la entidad y también desde muchos medios de comunicación locales se pedía paciencia a los aficionados y se "vendía" que teníamos mejor plantilla que el año anterior en el que se había disputado el play off de ascenso. 
La mayor parte de la gente, por contra, veía a un Pontevedra CF sobre el césped con pocos recursos (o casi ninguno) para elaborar un mínimo de fútbol y para más "inri" con una desesperante falta de gol.

Pasó sin pena ni gloria esa Liga pasada en la que nos salvamos por los pelos y llegó esta de la que ya se llevan disputadas seis jornadas y pocas o muy pocas cosas han cambiado en el equipo granate.

Muchísimos problemas para elaborar el juego en el medio campo y una alarmante por segunda campaña consecutiva sequedad de gol caracterizan el juego de un equipo que ayer volvió a dejarse dos puntos en casa ante el Celta B más mediocre de los últimos años en 2ªB.

Como ya viene siendo habitual esta temporada, el Pontevedra volvió a experimentar cambios en su equipo inicial y esta vez la "rifa" del banquillo le tocó a un Romay que hasta el partido de ayer parecía un fijo entre los titulares de Luismi.
Con Alex Fernández y Kevin en mediocampo, Javi López se "acostaba a la derecha", Alex González a la izquierda y Pedro Vázquez trataba de evolucionar por detrás de Arruabarrena.

Y el partido comenzó con un ritmo lentísimo por parte de los dos equipos y sin asomo de lo que debería ser un choque de competición liguera jugado entre dos conjuntos de dos localidades cercanas.
El Celta (que no jugaba con sus delanteros titulares) trataba de presionar arriba para impedir que el Pontevedra CF jugara desde atrás, o mejor dicho, para tratar de robar muy cera del área contraria cada vez que los granates intentaban sin éxito jugar la pelota y el Pontevedra se mostraba una vez más incapaz de hilvanar dos o tres pases seguidos para poner en problemas a su rival.

Empezó a cambiar algo el choque aproximadamente a la media hora. En parte por las actuaciones individuales de los dos jugadores que se movían por la izquierda (Castro y Alex G.) y en parte por el inicio del espectáculo de un jugador, Iban Salvador, que destacó ayer por sus artes provocativas y bufonescas y no por lo que en teoría debería primar en sus actuaciones, sus dotes futbolísticas.

Consiguió el tal Salvador acalorar a los de nuevo demasiado pocos seguidores granates que empezaron a meterse más en el partido y el equipo pareció despertar de ese letargo que ya se va convirtiendo en tradicional en casa para tomar el mando del encuentro, dar un pase adelante y tratar de superar a los celestes.
Sin crear claras ocasiones de gol, Alex González empezó su recital por la izquierda desbordando una vez sí y otra también a su par y David Castro ayudaba por esa zona tirando de corazón y orgullo e incluso colaborando con un lanzamiento desde muy lejos que se fue muy cerca del larguero vigués.

Al descanso y aunque no se hubiera hecho nada del otro mundo, la sensación era que en los últimos quince o veinte minutos el Pontevedra había estado mucho más cómodo que un Celta que sólo dio señales de vida con algún lanzamiento lejano.

Y nada más empezar la segunda parte se produce el empujón de Pastrana a Alex González y la consiguiente "melée" de jugadores de ambos equipos que acabó con la expulsión del jugador del Celta y con una tarjeta amarilla a David Castro de difícil justificación por parte del colegiado del choque.
Quedaba toda la segunda parte por delante y al Pontevedra se le abría un poco más el camino con esa superioridad numérica.

Sin embargo, en esos minutos en los que se jugó con uno más ( aproximadamente 22 minutos) se pusieron de manifiesto dos cosas. La primera es que el Pontevedra (que empujó en ese tramo más con el corazón que con la cabeza) vuelve a estar muy huérfano de centrocampistas que ordenen el juego combinativo con categoría y precisión además de padecer los mismos problemas del año pasado de cara al gol que por lo menos a día de hoy parece no ser capaz de arreglar Mikel Arruabarrena.

La segunda cuestión a la que hacía referencia (al igual que ya pasó el Domingo pasado en Boadilla) es la exasperante parálisis del banquillo granate a la hora de mover piezas con cambios que pudieran adaptar el equipo a la nueva situación del encuentro en la que nos movíamos con un jugador más.

El cuerpo técnico pontevedrés decidió no cambiar nada a lo largo de esos minutos en los que Arruabarrena siguió tan solo como desacertado en punta de ataque y precísamente iba a llegar la primera sustitución (en mi opinión, tarde) cuando surgió esa extraña jugada en la que una hasta ese momento notable David Castro cayó en la enésima provocación del tal Salvador para recibir la segunda amarilla y poner la paridad en cuanto efectivos sobre el terreno de juego.

Durante esos minutos jugados 11 contra 10 (y realmente hasta el final), destacó sobremanera un Alex González que fue un auténtico puñal por banda izquierda creando peligro cada vez que encaraba la defensa viguesa y colocando más de un centro que debería haber sido aprovechado si en el área hubiera habido delanteros con un mínimo instinto de colocación de cara al gol.

A pesar de la expulsión de David, Luismi no paró la sustitución y colocó a Mouriño en lugar de un Javi López otra vez decepcionante.

Tuvieron que pasar 80 minutos de partido para que desde el banquillo se decidiera ofrecerle un poco de compañía a Arruabarrena con la entrada de Pazos por el más decepcionante todavía Pedro Vázquez.
Y lo cierto es que Javi Pazos se movió con inteligencia y acierto en esos pocos minutos que disputó "tirando" desmarques veloces y efectivos que lograron dotar de un poco más de dinamismo al ataque granate. De uno de esos desmarques surgió un centro del propio Pazos que  Arruabarrena muy cerca de la portería pero de espaldas fue incapaz de rentabilizar y dio la impresión de que durante ese tramo en el que se jugó con uno más faltó más decisión para ir a por un rival muy cerrado atrás y que firmaba el empate a cero goles a sangre y fuego( actitud, por cierto, que no cambió el Celta B tras la expulsión de D.Castro).

Se acababa así el partido sin que se moviera el marcador y con esa sensación ya conocida en los últimos tiempos de que al equipo le siguen faltando ingredientes básicos para inclinar los partidos de su parte en los momentos clave. No tenemos recursos (o por lo menos hasta ahora no se han puesto de manifiesto) para elaborar con un mínimo de criterio el fútbol desde la zona ancha para que el balón llegue con más regularidad a las medias puntas y, sobre todo, volvemos a tener unos problemas acuciantes para marcar que hacen muy complicado la instalación del optimismo a la ribera del Lérez.

Escucharemos y leeremos esta semana "que solo van seis jornadas"; "que queda mucho"; que vamos a a ir para arriba".
Es la misma cantinela que la Liga pasada. 

Lo único cierto es que las señales que damos sobre el campo no son buenas y que los problemas que la comisión deportiva decía que habían terminado siguen todavía presidiendo el juego granate.

       

   

2 comentarios:

  1. Cada temporada se ficha más de media plantilla y al final acaban jugando los mismos(ayer hasta siete de la temporada pasada)Y son los mismos los que destacan y marcan las diferencias. Seguimos sin cerebro en medio campo y con unos delanteros totalmente tomos de cara a puerta.toca otro año para olvidar.

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